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SOY UNA MUJER NO UN MUEBLE

Capítulo 01

En el corazón de los Altos de Jalisco, en el pintoresco pueblo de San Juan de los Lagos, el año de 1978 marcó un antes y un después en la vida de Yaneli Aguayo. Con tan solo 25 años, casada desde los 16 años, su destino parecía trazado por la adversidad.

La sociedad de entonces, a pesar de sus avances, seguía arrastrando profundas desigualdades. Mientras en las ciudades las mujeres comenzaban a conquistar espacios, en los pueblos, donde las tradiciones pesaban más, sus derechos eran limitados y sus roles estaban muy definidos.

Yaneli se había enamorado de su único novio de nombre Antonio, que era mayor que ella 5 años y lo mejor era que las dos familias se conocían, eran buenos amigos, que en el momento que ellos anunciaron que querían casarse la familia acepta; se les hizo una fiesta grande de las mejores del pueblo, donde los amigos de él y de las familias fueron a festejarlos.

Yaneli estaba tan feliz de poder unirse al hombre que creía amar, que nunca se dio cuenta de los cambios que fue dando su vida; todo empezó con pequeños cambios. Desde el día de la boda, Antonio ya no la dejó estar con sus amigas, la fue enfocando solo en él y en lo que necesitaba.

Antonio tenía su propia casa, ya que su familia tenía tierras y era uno de los mayores productores de miel de maguey. Sus padres le habían dado su casa propia desde que tenía 10 años, su propio espacio para cuando decidiera casarse; su vida la tenía segura y él lo sabía.

Antonio, un estudiante de ingeniería agrónoma, comenzó a cortejar a Yaneli en secreto cuando ella tenía solo quince años. Su relación, iniciada a escondidas, pronto se volvió una obsesión para él.

A pesar de que Yaneli soñaba con un matrimonio tradicional, Antonio nunca tuvo la intención de comprometerse seriamente. Impulsado por un deseo posesivo cada vez más intenso, y al ver que ella se resistía a ser suya, decidió presionarla para que se casaran. Sus deseos personales prevalecieron sobre cualquier consideración por los sentimientos de Yaneli.

Por esa razón terminó pidiéndole matrimonio, no tuvieron luna de miel, la llevó a la que sería su casa, que aún no estaba amueblada, solo había puesto una colchoneta en el piso de la que era su habitación.

Sobra decir que su primera vez no fue nada linda, ese hombre fue feroz con ella y no le importo si ella sentía dolor o disfrutaba, solo quería disfrutarla, gozar de ese cuerpo que tantas veces deseo tener; no se detuvo a pensar en lo que estaba haciendo solo estaba seseado sus deseos y haciendo el momento más horrible en la vida de Yaneli.

Al día siguiente, él se levantó temprano y, como era de esperarse, la volvió a tomar, aunque esta vez ya no sintió tanto dolor, pero tampoco era algo que estuviera disfrutando; una vez que él sació sus necesidades, se levanta, se mete a bañar y después le ordena a Yaneli que se vista. Una vez que los dos estuvieron listos, le dijo que se iba a la ciudad de Guadalajara a comprar los muebles, que ella tenía que quedarse a sacudir toda la casa y tener todo limpio para cuando los muebles llegaran.

Antonio tenía una hermana mayor, con la que se fue a comprar los muebles, porque él no quiso llevar a Yaneli a escoger los muebles de su casa, todo lo estaba haciendo a su manera y realmente a ella la estaba tomando como un mueble más de su casa, una empleada doméstica, por él siguió con su vida de soltero.

A las dos semanas de casados él tuvo que regresar a la universidad, pero no la dejo sola, su hermana que ya estaba titulada y se encargaba de la empacadora de la miel de maguey, se quedó en la casa con Yaneli; todo un semestre iba a estar fuera de la casa y como era de esperarse Antonio la saco de la preparatoria, no la dejo seguir estudiando y los padres de ella lo apoyaron.

Los padres de Yaneli realmente no pensaban pagar sus estudios ni apoyarla, aceptaron que entrara a la preparatoria, solo porque estaba en el pueblo, pero la realidad, era que sus padres siempre pensaron que las mujeres eran para la casa, para ser amas de casa, no para llenarse la cabeza de ideas con un estudio.

Yaneli no tuvo más que aceptar lo que sus padres y su esposo le impusieron. Se quedó en casa con su cuñada, que era una persona malvada, que nunca quiso que su hermano se casara con ella; aprovechó esos 6 meses para hacerle la vida imposible, la trató, pero que, una empleada doméstica, no podía tomar ni una sola decisión en su casa, ni siquiera podía decir lo que cocinaba.

Aunque había algo que Yaneli si tenía, era una espléndida cocinará, su madre la había enseñado bien a cocinar todo lo que se le pidiera y su mayor pasión era la jardinería, tenía una mano para las plantas que todo lo que sembraba se le daba hermoso, retoñaba con una belleza, ella sabía cómo cuidar de las plantas.

Sus padres la habían enseñado solo a obedecer, a ser una buena esposa, a bajar la cabeza si su esposo se lo ordenaba, hacer lo que los mayores siempre decían, por esa razón soporto en silencio a la hermana de Antonio, aunque encontró su espacio su lugar donde olvidaba todo lo malo que esa mujer le hacía.

En la parte trasera de la casa, que eran como 40 metros de corral, que estaba con una barda alta, puso su jardín; pidiéndole algunos podos a su mamá y a la madre de Antonio, con eso hizo su jardín, lo arregló de una manera que ese patio se hizo un paraíso en tan solo 4 meses.

Todos los días se la pasaba en sus tiempos libres en ese patio, la madre de Antonio que era una mujer hermosa, dulce y cariñosa, iba todos los días por la tarde con ella; había quedado impresionada con lo que Yaneli había hecho en ese corral, como había dejado el jardín, tanto le gusto que le pidió permiso para hacer su junta de costura ahí.

Yaneli que le gustaba mucho la costura acepto y más porque la invito hacer parte del grupo; todas las tardes la madre de Antonio junto con 7 mujeres más se juntaban con Yaneli en ese hermoso jardín a cocer; las mujeres estaban encantadas con Yaneli, que siempre estaba atenta a lo que le enseñaban en la costura, pero lo que más les gustaba de ella, era su forma de ser tan amable, que siempre las atendía muy bien.

Les horneaba galletas, en ocasiones pastel, les hacía agua fresca de frutas naturales o en otras ocasiones les tenía fruta picada. Siempre les tenía algo especial y suficiente para todas, para que su tarde fuera tranquila, pero sobre todo agradable.

La madre de Antonio también había sido criada de la misma manera que Yaneli, por esa razón trataba de ser lo más comprensiva, de apoyarla para que sus días no fueran tan duros como fueron los de ella; sabía muy bien lo que esa pobre joven iba a sufrir en las manos de su hijo, porque era igual a su padre, un machista, un déspota, que no le importaba si lastimaba a alguien más.

Era su madre y a pesar de que siempre trato de inculcarle diferentes valores, su esposo logro hacerlo igual a él; donde ella se quedó sin voz ni voto en las decisiones que se tomaban en la familia, se convirtió en un mueble más de la casa, que sus dos hijos y su esposo solo sacaban al público cuando querían mostrar ser la familia perfecta.

Ella nunca tuvo apoyo de nadie sus padres la casaron con ese hombre por un simple interés y después de eso se desentendieron dejándosela a la suegra y a su esposo; las dos personas que habían hecho de su vida un infiero, pero más que nada su suegra, que siempre la critico y la trato muy mal, por esa razón quería ser el apoyo para Yaneli, por qué sabia el infierno de vida que seguro su hijo le iba a dar.

A los 6 meses Antonio regreso y llego obligándola a cumplir con sus obligaciones maritales; él se había cuidado para no venirse dentro de ella, se cuidó para no dejarla embarazada, pero no pensaba seguir usando condón, esa noche después de terminar con su acto cruel, le ordeno que fuera con el médico para que le indicara como cuidarse, ya que no deseaba tener hijos en ese momento.

Ella lo miró como algo bueno, pensando que era por cuidarla, que su esposo a su manera la quería y no podía pensar que era de diferente forma, porque su madre siempre le inculcó que era la forma en que un esposo era con su mujer.

Yaneli creció en una época donde la sexualidad era un tema tabú. La falta de conversaciones abiertas con su madre sobre la intimidad femenina la dejó desprotegida ante las presiones de Antonio.

Sin un referente adecuado, Yaneli interiorizó una visión distorsionada de la sexualidad, creyendo que el maltrato que sufría era normal y parte de su deber como esposa.

CAPÍTULO 02

Antonio después de la intimidad y de decirle que tenía que ir al médico, se levantó, se cambió y se salió a la calle. No regreso hasta dos días después, se había ido con los amigos a la playa, a disfrutar como si fuera un soltero.

Yaneli al llegar, le reclamó, estaba histérica por su abandono, pero lo único que recibió fueron algunos golpes y un castigo; terminó encerrada en su habitación, no la dejó salir en dos días y cuando le abrió la puerta, con una severidad en su voz, le dijo. — Espero que esto te haya servido para entender que aquí solo yo mando y tú estás para obedecerme en todo.

Espero que no se vuelva a repetir semejante escándalo, no me gustan las mujeres que no saben conocer su lugar y recuerda que eres una mujer casada en buena familia, no una mujer de cantina, solo ellas hacen semejantes escándalos; que no se repita, porque me veré obligado a castigarte de peor forma.

Yaneli le negaba con la cabeza, sentía que su forma de actuar no era la correcta, pero no pudo decirle nada; no quería que la volviera a golpear y sin que la pudiera detener salió corriendo de su casa, tratando de buscar protección en sus padres, pero fue su peor error.

Su madre terminó dándole varias bofetadas y le recordó que él era su esposo que tenía derecho de hacer con ella, lo que quisiera y si ella se comportaba como una mujer de cantina, se merecía que él la reprendiera de la manera que lo hizo; le dijo que tenía que ser obediente y entender que su marido podía hacer lo que deseara, porque a ella la tenía con todos los lujos en su casa, que se sintiera dichosa, por tener lo que otras mujeres nunca iban a poder tener.

La hizo regresar a casa de Antonio; ese día, se dio cuenta de que estaba sola, que su obligación era servir a Antonio sin protestar, ser la esposa perfecta, bajo las reglas que se le habían impuesto.

A sus 16 años empezó su tortura, se convirtió en una mujer perfecta, que agachaba la cabeza ante su esposo, que hacía lo que se le ordenaba sin protestar, pero encontró su momento de libertad; eso era cuando cocinaba, cuando estaba con su costura y cuando estaba en su jardín, esos momentos eran sus favoritos del día.

Antonio terminó su carrera a los 23 años, dos años después de su boda, regreso al pueblo y desde ese día todo empeoro para Yaneli; todos los días la hacía cumplir con sus obligaciones maritales, la humillaba con palabras como inútil, inservible, fracasada, mujer horrible, la comparaba con otras mujeres de su edad, le hacía ver sus defectos y todo esto fue desmoralizándola con el paso de los días, hasta el punto de que ella ya solo vivía por vivir.

No tenía sueños, no tenía deseos, no sabía qué hacer con su vida, para ella no tenía sentido seguir viviendo, pero tampoco pensaba quitarse la vida, eso era un pecado en su fe religiosa; los años pasaron y todos los días que vivió al lado de Antonio fueron horribles, miserables, pero a pesar de la mala vida que llevaba, siempre se levantaba con una sonrisa, hacía a un lado la soledad que sentía en su interior y aprendió a no seguir escuchando las ofensas de Antonio.

Hasta el día que cumplió 25 años, Yaneli estaba emocionada porque la madre de Antonio y las mujeres que todas las tardes estaban con ella, iban a ir a la plaza donde iba a ver una exhibición de costura; ella les pidió que miraran todo, para que después le platicara, pero, sobre todo, esperaba que vieran nuevos puntos de costura para ponerlas en sus costuras.

Amelia se llamaba la madre de Antonio, por primera vez se atrevió a pedirle algo a su hijo y eso fue de que dejara ir a Yaneli con ellas; fue extraño, pero a la primera petición le dijo que si, algo que emociono a Yaneli, tomo su bolso y salió de la casa con ellas.

La hora de la exposición empezó a las 4 de la tarde, Yaneli no se alejó de Amelia en ningún momento, miraron todo el lugar y Amelia le compró unas costuras, para que ella las pusiera en práctica.

Tenía 9 años de casada con Antonio y era la primera vez que salía de la casa para divertirse. Estaba emocionada, aunque ella no se daba cuenta, llamó mucho la atención de todos en el lugar, era una mujer hermosa.

Yaneli, tenía una cabellera larga hasta su trasero, siempre lo traía trenzado, era de color castaño oscuro, ojos tapatíos, grandes de color café claros, pestañas gruesa y bien formadas, su color de piel era blanco; era delgada, de un hermoso cuerpo, pecho grande, trasero grande y una cintura pequeña.

Era una joven con un cuerpo que despertaba muchas envidias y el deseo de muchos hombres, no falto quien le dijera algunos piropos o se le acercara, pero ella era una mujer digna, con valores, que siempre se daba a respetar, se portaba con una mujer casada, no iba a permitir que nadie pusiera entre dicho su honorabilidad.

Amelia no se le separó ni cuando fue al baño. Sabía muy bien que si a alguien le faltaba el respeto, podría poner entre dicho su honorabilidad y no iba a ser bueno para ella. No quería que Yaneli tuviera más problemas de los que ya tenía.

Su tarde fue agradable y Yaneli la disfruto, hasta las 7 de la tarde, regresaron a casa, todas las mujeres y Amelia la acompañaron a su casa, estaban felices de la hermosa tarde que habían pasado juntas; la dejaron en la puerta de su casa, ella entró a toda prisa pensando en hacer la cena para Antonio.

Yaneli entro a la casa, pero nunca se esperó que ese día iba a vivir la peor canallada de su esposo; al cerrar la puerta y dar el primer paso dentro, encontró una prenda en el suelo que era de mujer, pero no era de ella.

Empezó a seguir el camino de ropa que estaba en el suelo, podía ver ropa de mujer y la ropa de su marido, que llegaba hasta la habitación que era de ellos, la puerta estaba un poco abierta.

No sabía lo que le pasaba, pero su cuerpo estaba temblando y un dolor fuerte en su pecho se hizo presente; levantó su mano para abrir completamente la puerta, pero tenía tanto miedo de ver lo que había detrás de la puerta, que por un momento solo se quedó parada.

Pensó en dar media vuelta e ir a la cocina, ignorar lo que inconscientemente sospechaba, pero en ese momento en que dio media vuelta escucha la voz de una mujer diciendo. — ¡Más, más fuerte, mi Antoni!

No pudo resistirlo y abrió la puerta de golpe. Ahí estaba con otra mujer en su propia cama, sobre sus sabanas limpias, en el lugar donde tantas veces Antonio la hizo suya; alterada, le gritó. — ¡Antonio! ¿Cómo pudiste hacerme esto?

Sus lágrimas se hicieron presentes y ese dolor en su pecho solo aumentó. No sabía qué hacer, no podía ni moverse, estaba en shock, no podía creer lo que estaba viendo, era imposible que algo así le estuviera pasando.

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CAPÍTULO 03

Antonio, al escucharla, se pone de pie y enfurecido la toma del brazo, la saca de la habitación por petición de la mujer con la que estaba; la jalo con una violencia que Yaneli gritó. — ¡Antonio! ¡Me estás lastimando, suéltame!

Antonio, enfurecido, la suelta y al mismo tiempo le da una bofetada que la tira al suelo, en ese momento le dice. — Tú no aprendes tu lugar, eres tan inútil.

¿Qué no miraste que estaba ocupado? Desde el momento que viste que estaba en la habitación, tú debiste irte a la cocina y hacerme la cena, en lugar de ir a molestarme; será mejor que aprendas tu sitio y ve a prepararme la cena, mi amiga se va a quedar a comer con nosotros.

Una vez que dijo eso se dio media vuelta y se regresó a la habitación a seguir disfrutando de la mujer con la que estaba, pero Yaneli no pensaba soportar eso, era la gota que estaba derramando el agua del vaso; ella se pone de pie y sale de la casa, quería salir huyendo de ahí, no quería seguir casada con ese hombre, se fue a la casa de sus padres, que estaba a unas calles.

Yaneli al llegar a la puerta de la casa de sus padres, empezó a tocarla con desesperación; su padre abrió la puerta y al verla llorando, con el golpe en el rostro, empezó a negar con la cabeza y molesto le dice. — ¿Ahora qué demonios le hiciste a Antonio?

Ella se le queda mirando y entre su llanto le dice. — Antonio, estaba con una mujer en nuestra cama.

Padre, yo no quiero seguir con él, tengo que divorciarme, por favor tienes que apoyarme.

Su padre suspiró profundamente, la tomó del brazo y la hizo entrar a la casa, la sentó en el sofá de la sala y enfurecido grito. — Alejandra, ven hablar con tu hija y hazla entrar en razón.

Yaneli, te lo advierto, en mi familia no se permite el divorcio, las mujeres que hacen eso son solo las libertinas, que no tienen ninguna moral, ningún valor y que solo sirven para entretener a los hombres, eso no pienso permitir en una hija mía.

Ella se le quedó mirando a su padre, trataba de entender sus palabras, pero las cosas se pusieron peor, cuando su madre salió de la cocina y se acercó; enfurecida le dice. — eres una hija ingrata, malagradecida, como puedes venir a hablar mal de tu esposo.

La gente que te miro en la calle lo que debe de estar pensando de tu pobre esposo, estoy harta de que no midas las consecuencias de tus acciones; primero tienes que saber que todos los hombres son así, no tienes que hacer este tipo de escándalos, por algo que todas las mujeres en su matrimonio pasamos.

Mira, hija, si te golpeo es porque seguro tú lo hartaste y eso te lo merecías, pero, en fin, no seguiré discutiendo contigo; ya es suficiente de tus caprichos de adolescente, ya debes de empezar a comportarte como una mujer casada y dejarte de hacer este tipo de escándalos.

Vas a regresar a la casa de tu esposo, le vas a pedir disculpas por la ofensa que le hayas hecho y te lo advierto, Yaneli, es la última vez que te escucho hablar de divorcio. En nuestra familia eso no existe y si lo llegaras a hacer, ese día te meto al manicomio, por seguro te volviste loca.

Yaneli sonríe sin ganas, realmente no pensaba aceptar nada de lo que sus padres le dijeron, su dignidad no podía seguir pisoteada, no podía permitir más humillación; insegura se pone de pie y sin poder evitarlo, desesperada le dice. — No puedo seguir con él, pienso divorciarme, lo quieran o no y no me importa si me apoyan o no.

Su madre levanta su mano y le da una fuerte bofetada en el rostro que la hace sentarse en el sofá; en ese momento, enfurecida le dice. — Eres una tonta, que no piensa en sus acciones.

Eres una tonta, que no piensa en lo que va a hacer. A ver dime, ¿qué vas a hacer si te divorcias? Aquí no te voy a querer, es más, debes de saber que nosotros no pensamos tener a una hija divorciada. Si tú te separas ese mismo día, yo me quedo sin hija, para mí vas a estar muerta y a esta casa no vuelves a entrar.

Yaneli no podía ni hablar, solo se soban su mejilla y en su desesperación sale corriendo de la casa, sin pensar a donde ir, solo quería escara de ahí, huir de sus padres, de Antonio; empezó a caminar por la calle sin rumbo, no dejaba de llorar y sin querer empezó a pensar en las palabras de su madre, en que, si tenía razón, ella no sabía hacer nada, solo sabía hacer labor doméstica.

Realmente no sabía qué hacer, pero no quería regresar a la casa de Antonio. Sabía muy bien lo que le esperaba si regresaba, y aunque fuera un pueblo tan moralista, con valores tan cerrados, no podía seguir en Antonio.

Caminaba sin saber a donde y por si no fueran suficientes problemas en su vida, empezó a llover, complicado más ese momento; pensó demasiado en lo que tenía que hacer, pero no encontró ninguna salida, solo le quedaba volver a la casa de Antonio, y justo cuando iba a dar media vuelta sin querer se encontró con Amelia, que iba para su casa, porque se le había olvidado darle lo que le compro y pensó que no podía esperar al día siguiente.

Amelia al ver a Yaneli caminando por el medio de la calle, en esa tormenta, ordena al chofer que se pare y rápido baja del carro, se acerca a ella; al ver los golpes en su rostro supo por qué estaba así, quería darle palabras de consuelo, pero no supo qué decirle, solo la llevo al carro y una vez ahí, la dejo que llorara, cuando por fin se calmó, le pidió que le dijera que ¿había pasado?

Yaneli tranquila, le dijo lo que se encontró al llegar a la casa y sobre el pleito con sus padres, su deseo de salir de ahí, de no volver con Antonio, pero también le hablo de sus miedos, de que no sabía hacer nada, de que tenía mucho miedo.

Amelia sentía tanta tristeza por ella que solo quería ayudarle y, aunque no deseaba que se fuera, con un dolor en su pecho le dice. — Tengo medio millón de pesos en una cuenta personal.

Hija, al igual que tú, yo también quise huir de este lugar, de mi esposo, pero quedé embarazada de mi hija, no pude dejarla sin padre, no me quedo más que quedarme a lado de ese hombre, pero tu mi querida Yaneli, no tienes este tipo de ataduras, puedes usar este dinero, ser libre.

Solo vete y no mires atrás, estoy segura de que este dinero te va a ayudar a salir adelante, lejos de este pueblo, de Antonio; mi Yaneli si te quedas a su lado tu vida va a ser tan miserable como la mía, lucha por tu felicidad y muéstrame lo que pudo haber sido mi vida, si tú eres feliz, yo podre morir en paz, porque sabré que si en el pasado hubiera huido de aquí pude haber tenido tu vida.

Yaneli insegura, tomó la tarjeta que Amelia le dio; la había sacado de su bolso. Sus lágrimas empezaron a salir, no sabía qué decirle, no sabía si realmente era tan valiente para poder huir de ahí, escapar y quedarse sola en ese mundo.

La presión social era abrumadora. Sabía que, al dejar a Antonio, quedaría al margen de una sociedad que exigía a las mujeres estar casadas y sometidas a sus maridos.

El miedo al rechazo de su familia y a la soledad la paralizaba, haciéndola sentir atrapada en una situación insoportable.

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