El sol de la mañana inunda la terraza de la mansión Santibáñez con una luz cálida y dorada, reflejándose en el anillo de compromiso que Chloe Santibáñez sostiene con ilusión en su delicado dedo de la mano Izquierda. Está completamente inmersa en sus pensamientos, con una gran sonrisa en el rostro, mirando cómo la piedra brilla bajo el sol. Es como si aquel anillo tuviera el poder de encapsular todas sus ilusiones y sueños futuros.
Chloe suspira con felicidad y se apoya en la baranda de mármol, dejando que la suave brisa acaricie su largo cabello negro, que cae en cascada por sus hombres. Sus ojos verdes destellan de emoción y reflejan la felicidad de una mujer profundamente enamorada, ilusionada con el futuro que la espera junto a Esteban.
...Chloé Santibáñez...
Chloe con inmensa felicidad empieza a recordar esos primeros momentos que compartió con él, momentos que hicieron que su corazón latiera con fuerza y la convirtieron en la mujer más afortunada. Recuerda cuando Esteban apareció con un ramo de rosas blancas en cada una de sus citas, susurrándole palabras dulces al oído, y cómo él siempre la hacía sentir única en el mundo, como si solo existieran ellos dos.
_ Jamás pensé que encontraría a alguien como Esteban _ se decía, mientras sus dedos acariciaban suavemente la piedra del anillo _ Todo en él es perfecto... cómo me mira, cómo sonríe… Cómo sabe exactamente lo que necesito escuchar.
(Flashback):
Chloe cierra los ojos y recuerda cuando fueron a ese exclusivo y elegante restaurante, donde Esteban tomó su mano, mirándola a los ojos con una intensidad que a ella la hacía sentir vulnerable pero segura a la vez.
_ Chloe, no hay nada en este mundo que desee más que estar a tu lado siempre _ le dijo, con una mirada que parecía desbordar sinceridad.
...Esteban Sotomayor...
Justo cuando Chloe está en este estado de ensueño, disfrutando de sus románticos recuerdos llega Isabel a la terraza, sacando a Chloe de sus dulces recuerdos, fingiendo una sonrisa, pero lanzando comentarios que dejan entrever su desagrado o envidia.
Isabel era la hermana menor de Chloé, hija del segundo matrimonio de su padre, con Claudia Sifuentes, la enfermera que contrato papá para que ayudara con mamá cuando cayó en cama a causa de un cáncer que le arrebato la vida en pocos meses.
Chloé era aún muy pequeña cuando murió Sara Santibáñez, y Alonso quedó devastado con la muerte de su esposa y ahora viudo, destruido y solo con una pequeña de apenas 3 años, decidió dejar a Claudia para que atendiera a Chloé, pero esta mujer ambiciosa y manipuladora, se aprovechó de la vulnerabilidad de Alonso y se le metió en la cama logrando embarazarse de Isabel, y así manipular a Alonso para que se casara con ella.
...Claudia Sifuentes...
...Alonso Santibáñez...
Aunque eran medio hermanas, la diferencias físicas eran evidentes, mientras que Chloé era de cabello negro, Isabel era rubia. Chloé de ojos verdes mientras Isabel de ojos ámbar. Las dos hijas de Alonso Santibáñez eran muy diferentes entre si, pero muy hermosas, el sueño de cualquier hombre.
...Isabel Santibáñez...
_ Hermanita, no sabía que tenías tanto afán por convertirte en la señora de alguien _ le dice a Chloe en un tono ambiguo.
_ No Isabel, no tengo afán, lo que estoy es profundamente enamorada _ respondió Chloe dulcemente mirando hacia el horizonte, pensando en lo mucho que le espera junto a Esteban, mientras Isabel observa en silencio, sus ojos brillando con una oscura satisfacción _ Esteban, no puedo esperar a que estemos juntos para siempre _ murmuro, sin saber que esa promesa será el primer paso hacia un destino mucho más sombrío de lo que imagina.
_ ¿Estás segura de que estás lista para un matrimonio? No te olvides de que las bodas son solo una ilusión _ dice Isabel con una sonrisa burlona, mientras toma un sorbo de su café _ ¿No es demasiado pronto para una vida tan… convencional?"
Chloe, ignorando el tono mordaz, se esfuerza por mantener su entusiasmo.
_ Estoy emocionada, Isabel. Esteban y yo estamos hechos el uno para el otro _ responde, mientras mira el anillo de compromiso en su dedo, la luz reflejándose en la piedra.
En ese momento, Don Alonso entra en la terraza. Su presencia es imponente, pero su rostro está marcado por la preocupación. Su mirada recorre a sus hijas, y a pesar de la tensión en el aire, intenta sonreír.
_ ¿Cómo están mis dos bellas hijas? _ pregunta, con una voz profunda y cálida _ He venido a hablar de mañana. Todo está listo para la boda en el yate, Chloe. No hay razón para que no sea un día perfecto.
Claudia, que ha estado esperando en el umbral, se une a la conversación, su rostro lleno de orgullo al ver a su hija lista para dar un paso tan importante en su vida.
_ Chloe, cariño, tu padre y yo hemos trabajado arduamente para asegurarnos de que todo sea especial - dice Claudia, acercándose a Chloe y dándole un abrazo reconfortante. _ No puedes imaginar lo emocionada que estoy por ti.
Isabel, sintiéndose desplazada, cruza los brazos y lanza una mirada desdeñosa.
_ Es curioso cómo todo el mundo parece estar tan emocionado por la boda de la niña de papá, cuando hay muchas otras cosas que deberían ser discutidas _ murmura Isabel, con una sonrisa que no llega a sus ojos.
Alonso, intentando evitar una confrontación, se enfoca en Chloe.
_ Quiero que disfrutes cada momento. Esta es tu oportunidad, hija. No dejes que nada ni nadie te quite la alegría _ dice, mirándola intensamente.
_ Sí, disfruta mientras puedas, Chloe. Las cosas nunca son tan fáciles como parecen - lanza Isabel, su tono envenenado por la envidia.
Chloe, aún llena de ilusión, no capta la malicia detrás de las palabras de su hermana. En su mente, solo hay espacio para los sueños de amor y felicidad.
_ No se preocupen, mañana será el mejor día de mi vida - afirma Chloe, con la determinación brillando en sus ojos.
Alonso, con un suspiro de alivio, le dice a Chloe:
_ Lo hemos planeado todo al detalle. Tu vestido, el banquete, la música. Quiero que recuerdes este día por siempre. Lo más importante es que estés feliz.
El sol se estaba poniendo sobre el horizonte y el paisaje se podía disfrutar desde el majestuoso yate de la familia Santibáñez.
Todo estaba listo para la boda, decorado divinamente con flores, el altar estaba decorado con un hermoso arco de flores.
Chloé se miraba en el espejo, estaba tan feliz y emocionada de verse vestida de novia, su sueño ya estaba a punto de hacerse realidad. Se veia hermosa con su vestido, parecía una princesa. Su cabello suelto caia sobre sus hombros y lleva un hermoso bouquet de rosas blancas recordando todas las rosas blancas que Esteban le ha regalado en el transcurso de su relación de 3 años. Aunque sus flores favoritas son los tulipanes, siempre recibió con amor, ilusion y agradecimiento las rosas blancas.
La ceremonia había sido perfecta, llena de sonrisas y miradas cómplices entre Chloe y Esteban. Cada detalle reflejaba el amor que Chloe creía que compartían. Vestida de blanco, radiante y plena, Chloe se sentía como en un sueño. Los aplausos, las lágrimas de felicidad de su padre, y la suave brisa marina hacían que todo se sintiera mágico.
Sin embargo, después de la ceremonia, comenzó a sentir un ligero mareo. El suave balanceo del yate y la agitación de las emociones la estaban afectando, así que decidió ir al baño en una de las habitaciones del yate para refrescarse. Se miró al espejo, sonrió y respiró profundo, tratando de calmarse.
Mientras se echaba un poco de agua en el rostro, escuchó unas risas y pasos apresurados que se acercaban. Dos personas entraron en la habitación contigua, y Chloe se tapó la boca para evitar que su risa se escuchara al pensar que algún invitado habría escapado para tener un momento de intimidad en el yate. Sin embargo, las risas y susurros se hicieron más audibles, y Chloe empezó a reconocer las voces: eran Isabel y… ¡Esteban!
El rostro de Chloe se quedó helado. Con el corazón latiendo fuerte, escuchó atentamente, incapaz de asimilar lo que oía. Los susurros eran apasionados, íntimos… cada palabra y cada gesto revelaban algo oscuro, algo que había estado sucediendo a sus espaldas.
La risa se le congeló en la garganta. La traición se desplegó frente a ella como un golpe despiadado. Isabel, entre risas burlonas, dijo:
_ ¿Por qué te molestas en fingir tanto, Esteban? Mañana ya todo esto será historia. La ingenua de Chloe nunca lo vio venir.
La ira y la incredulidad la embargaron. Sin poder soportar más, salió de su escondite y los enfrentó. Isabel la miró con una mezcla de burla y desdén, mientras que Esteban mantenía la frialdad en su rostro.
_ ¿Qué demonios está pasando aquí? _ exigió Chloe, con la voz quebrada por el dolor y el enojo.
Isabel suspiró y se cruzó de brazos, exasperada.
_ ¿De verdad, Chloe? ¿De verdad creíste que todo esto era real? Eres tan ingenua… todo esto ha sido una farsa. Yo soy la única mujer en la vida de Esteban, desde mucho antes que tú. No lo entiendes, ¿verdad? Esta boda, esta relación… todo ha sido una mentira."
Esteban, sin una pizca de arrepentimiento, solo la miraba con una sonrisa torcida. Chloe sentía como si el suelo se desmoronara bajo sus pies.
_ No… No puede ser _ murmuró, su voz ahogada por las lágrimas.
Lleno de odio y harto de la situación, Esteban avanzó hacia ella con una mirada que dejó a Chloe helada. Sus ojos, que alguna vez habían parecido dulces, ahora reflejaban el desprecio de alguien dispuesto a cualquier cosa.
_ Ya sabes la verdad, Chloe. Esto terminó, quería disfrutar de la luna de miel antes de ponerle fin, pero ya no se podrá _ dijo él, con una frialdad que la desgarró.
Ella salió corriendo de la habitación, sintiendo que le faltaba el aire, que todo su mundo se había derrumbado en segundos. Las lágrimas corrían por su rostro mientras intentaba escapar de esa pesadilla. No quería ver a Esteban, a Isabel, a nadie. Solo quería alejarse.
Con el corazón destrozado, llegó hasta la popa del yate. Caminaba de espaldas, con los ojos nublados por las lágrimas, sin percatarse de lo cerca que estaba del borde. Esteban la seguía de cerca, sus pasos seguros y su mirada cargada de odio.
_ ¿Qué pensaste, Chloe? ¿Que algún día te amaría? Qué ilusa eres.
Ella retrocedía, intentando alejarse, Esteban la tomó por un brazo y la empujó hasta que, en un último paso en falso, sintió cómo el vacío se extendía bajo sus pies. El mundo giró y, en un instante, cayó por la baranda, sumiéndose en las oscuras aguas del océano.
Mientras el yate se alejaba, la última imagen que Chloe vio fue la de Esteban y su hermana Isabel, observándola caer con indiferencia. Pero, en ese instante, algo en ella despertó. La inocente Chloe había muerto en esa caída, y la mujer que emergiera de esas aguas estaría llena de ira, decidida a cobrar venganza.
La noche se había cerrado sobre el yate mientras la celebración continuaba. Las risas, la música, y el tintineo de las copas llenaban el aire. Isabel y Esteban seguían interpretando a la perfección el papel de los familiares preocupados y felices en la boda, sosteniendo charlas y sonriendo ante las felicitaciones. Nadie sospechaba que, en realidad, sus pensamientos estaban muy lejos de allí, y que la desaparición de Chloe estaba prevista en su siniestro plan.
A medida que avanzaba la noche, algunos invitados comenzaron a notar la ausencia de la novia. Uno de los primos de Chloe fue el primero en preguntar por ella:
_ ¿Dónde está Chloe? Hace un buen rato que no la veo. ¿Estará bien?.
Esteban, con su acostumbrada calma y encanto, restó importancia a la inquietud, argumentando que probablemente ella se había retirado a descansar un momento por el mareo que le provocaba el movimiento del yate. Sin embargo, a medida que los minutos se convirtieron en horas y la noche se hacía más avanzada, las preguntas comenzaron a multiplicarse. La preocupación se extendió como un susurro entre los invitados, y poco a poco, la alegría de la celebración dio paso a la inquietud.
Finalmente, alguien sugirió que Esteban la buscara. Él asintió, mostrando una falsa expresión de preocupación, y junto con Isabel comenzó a recorrer el yate. Llegaron a la popa, y Esteban miró el oscuro océano bajo ellos. Actuando como un hombre lleno de angustia, lanzó una hipótesis que hizo que el corazón de todos se paralizara.
_ ¿Y si… si Chloe se cayó al mar? Tal vez… caminando cerca de la baranda, con el mareo…”
Las palabras de Esteban llenaron de terror a los presentes. La posibilidad de que Chloe hubiera caído al mar en medio de la noche era devastadora, y rápidamente el personal del yate activó la alarma, movilizándose en una búsqueda desesperada. El capitán detuvo el yate, y todos los pasajeros se unieron a la búsqueda, llamando el nombre de Chloe, mirando ansiosos por la borda.
El tiempo pasó lentamente esa noche, y el amanecer llegó con la misma desolación que había dejado la oscuridad. No se encontró ningún rastro de Chloe. A partir de ese momento, y durante los siguientes cinco días, las autoridades y el equipo de búsqueda peinaron el área del accidente en busca de cualquier señal de vida. Pero cada día terminaba igual: sin ninguna pista, sin un rastro de la joven, solo el océano implacable y la incertidumbre.
Esteban y Isabel fingieron un duelo desgarrador ante la familia y los amigos, pero en sus corazones, solo sentían alivio. Para ellos, el plan había sido un éxito rotundo: Chloe había desaparecido en el vasto mar y nadie sospechaba de su participación en esa tragedia.
Chloe Santibáñez había pasado a ser una noticia trágica y un recuerdo doloroso. Lo que ellos no sabían es que, en las profundidades de aquel océano, había surgido una nueva Chloe, una mujer marcada por la traición y llena de una fuerza que no habían calculado. La calma en la que se sumieron Esteban e Isabel sería breve, porque la venganza de Chloe estaba por comenzar.
La oscuridad era absoluta y el agua del océano fría como el hielo. Chloe luchaba desesperadamente por mantenerse a flote, pero el pesado vestido de novia la arrastraba hacia abajo, enredándose alrededor de sus piernas y brazos. Cada movimiento parecía en vano mientras sentía que el agua invadía sus pulmones, debilitándola.
A pocos metros de ella, Alessandro D' Batista, un hombre de mirada profunda y figura esbelta, estaba sentado en su pequeña embarcación, intentando pescar bajo el manto de la noche. A lo lejos, había visto el imponente yate de la familia Santibáñez, aunque sin prestarle mucha atención. Sin embargo, un chapoteo inesperado rompió la calma del océano y, sin dudarlo, dirigió su linterna hacia la dirección del sonido.
Sus ojos se clavaron en la figura de una mujer vestida de blanco, una visión etérea y fantasmagórica en medio del agua. No pensó ni un segundo más: se lanzó al mar con toda la fuerza de su cuerpo, sintiendo cómo el frío lo envolvía al instante. Al acercarse a la mujer, se dio cuenta de que el vestido la estaba hundiendo. Era un lastre que impediría cualquier intento de rescate.
Sacando una navaja del bolsillo de su jean, Alessandro trabajó con rapidez. Con precisión, cortó la parte posterior del vestido, para quitárselo por completo. Sin el peso que la oprimía, logró sostenerla y, con gran esfuerzo, la arrastró hacia la superficie hasta llegar a su lancha. Ya en cubierta, notó que Chloe no respiraba y su piel estaba fría al tacto. Su rostro angelical estaba pálido y su cabello oscuro caía empapado sobre sus hombros. Sin perder tiempo, Alessandro inclinó su cabeza hacia atrás y comenzó a darle RCP, aplicando compresiones en su pecho y soplando aire en sus pulmones.
Después de varios intentos, Chloe tosió, expulsando el agua que la había invadido. Su respiración era débil, pero estaba viva. Alessandro sintió un alivio inexplicable al ver cómo sus ojos parpadeaban levemente.
—Tranquila, estás a salvo —le susurró, colocando una manta alrededor de su cuerpo tembloroso.
Con delicadeza, la cubrió con una manta para que recuperara el calor de su cuerpo, que estaba en ropa interior , ya que el vestido descansaba en el fondo del mar junto con la inocencia de Chloé. La mantuvo recostada mientras la lancha se dirigía hacia tierra firme. Alessandro no tenía idea de quién era aquella mujer ni de la tragedia que acababa de vivir, pero su intuición le decía que había algo oscuro y doloroso detrás de aquella noche. Apenas llegaron al puerto, Alessandro la trasladó al hospital más cercano, sin despegarse de su lado mientras los médicos la atendían. Desde ese momento, decidió que haría lo que fuera necesario para protegerla.
...🌷...
El médico salió de la habitación con una sonrisa tranquilizadora.
—Ya está estable y despierta —le dijo a Alessandro—. De hecho, está preguntando por usted. Puede pasar a verla.
Alessandro entró en la habitación con paso cauteloso. Chloe yacía en la cama, aún pálida y débil, sus labios de un rosa muy pálido, casi como si el color se hubiera desvanecido con el sufrimiento. Cuando sus ojos verdes se entreabrieron, Alessandro sintió algo inexplicable, casi hipnótico, que lo llevó a acercarse sin dudar. Con suavidad, tomó su mano fría entre las suyas, notando lo frágil que se sentía, a pesar de la fuerza en su mirada.
Chloe lo observó en silencio por un momento, reuniendo el valor que aún le quedaba. Finalmente, susurró:
—Gracias… por salvarme. No sé cómo podría agradecerle lo que ha hecho.
Alessandro le sonrió con ternura y negó con la cabeza.
—No tienes que agradecerme nada, solo descansé y recupérate.
Ella lo miró intensamente, como si evaluara si podía confiar en él. Alessandro notó la mezcla de dolor y determinación en sus ojos. Fue entonces cuando Chloe, con voz entrecortada, comenzó a hablar. Le contó su historia, lo que había pasado aquella noche fatídica en el yate, su hermana, la traición de Esteban… y su caída al mar. Alessandro la escuchó sin interrumpirla, sintiendo una ira silenciosa al escuchar la crueldad de quienes habían intentado acabar con su vida.
—Por favor… —suplicó Chloe, apretando suavemente su mano—. No le diga a nadie que estoy aquí. No quiero que me encuentren. No ahora.
Él la miró profundamente, sintiendo la fuerza en su frágil cuerpo, y sin apartar la mirada, respondió:
—Puedes confiar en mí. No diré nada.
Chloe dejó escapar un suspiro de alivio, cerrando los ojos brevemente. Luego, con voz firme, susurró lo que realmente la movía:
—Lo único que quiero… es venganza. No sé cómo ni cuándo, ni cuánto tiempo me llevará, pero voy a vengarme.
Alessandro asintió, sin perder de vista la resolución en su mirada. Con una voz grave, le dijo:
—Soy Alessandro D'Batista. Poseo un conglomerado en Italia y más recursos de los que podrías imaginar. Te ayudaré a que encuentres justicia, Chloe. Te protegeré y, cuando estés lista, juntos encontraremos la forma de hacer que paguen.
La promesa de Alessandro quedó sellada en aquel instante, una promesa de lealtad y de apoyo. Chloe sintió, por primera vez desde aquel desastre, que no estaba sola. Aunque el camino que le esperaba estaba lleno de dolor y sacrificio, supo que Alessandro sería su aliado en la batalla que estaba por comenzar.
...Alessandro Di Batista...
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