A las 6 de la mañana, Arianna se levanta de su cama y baja a la cocina para preparar el desayuno. Al entrar, se encuentra con su madrastra, quien al verla le dice: Parece que por fin te dignaste a levantarte, la inútil de la familia.
Arianna la observa y responde: Me encargaré del desayuno.
Silvia, la madrastra, replica: ¿Acaso estás ciega? No ves que me tocó preparar el desayuno para tu padre, quien salió muy temprano. Te advierto que debes levantarte a las 4 de la mañana; eres la sirvienta de esta casa y tienes que atendernos.
Arianna: No soy solo la sirvienta, soy parte de la familia.
Silvia: Jajaja, no seas ingenua. ¿Acaso no te das cuenta de que sobras en esta casa? Mis hijos son los preferidos de tu padre, no tú, que no sirves para nada y ni siquiera tienes a tu madre contigo.
Arianna, con lágrimas en los ojos, le responde: Mi madre no está conmigo porque falleció. ¿Por qué eres tan cruel conmigo? ¿Qué te he hecho?
Silvia: Eres una bastarda, no deberías existir. El dinero que gasta mi marido en ti debería ser únicamente para mis hijos. Eres una idiota, una inútil.
También debiste haber muerto, al igual que tu madre.
Arianna, visiblemente afectada, respondió: Basta, por favor, creo que es mejor que me vaya.
Silvia, sujetándola del brazo, le gritó: ¿A dónde crees que vas? Aquí te quedas a escuchar todo lo que tengo que decirte, idiota, inútil. ¿Acaso no preferirías desaparecer de esta casa? Deberías irte a estudiar y no volver nunca más; seguramente nadie notará tu ausencia, ya que a nadie le importas. ¡Jajaja!
Angel, su hermano de 17 años, escuchaba desde la escalera todo lo que su madre decía.
Visiblemente molesto, exclamó: ¡Basta, mamá! Luego tomó de la mano a su hermana y expresó: ¿Por qué la tratas así? Es nuestra hermana y no ha hecho nada malo. Siempre le dices cosas hirientes.
Silvia respondió: Baja la voz, soy tu madre. Respétame.
Ángel replicó: Entonces tú también deberías respetar a mi hermana, mamá.
Silvia contestó: No es tu hermana, es una bastarda, una imbecil que debería desaparecer de nuestras vidas.
Ángel, tratando de calmar la situación, dijo: Por favor, mamá. Vamos, hermana, es mejor que nos vayamos a la preparatoria.
Silvia concluyó: Sí, llévatela y que no vuelva.
Ángela, la hermana menor de 15 años, escucha los gritos y baja rápidamente, preguntando por el motivo de tal alboroto.
Angel le responde: Hermana, también vienes con nosotros.
Silvia intercede: No, yo llevaré a mi princesa, ella no irá con esa.
Ángela, sorprendida, pregunta: ¿Por qué vas con esa persona, hermano?
Ángel responde: Esa es nuestra hermana. Ustedes dos deberían dejar de ser tan crueles con ella. Nunca he visto a Arianna comportarse mal con nadie; sin embargo, ustedes siempre la tratan de manera inapropiada.
Silvia: ¡Basta, Ángel! Respeta, soy tu madre y Ángela es tu verdadera hermana. Ahora, por favor, llévala de aquí y luego hablaremos nosotros.
Ángel estaba a punto de responder, pero Arianna le dijo: Tranquilo, Ángel. No quiero que sigas metiéndote en problemas por mi culpa. Puedo irme sola; tú ve con tu hermana a la preparatoria, yo me iré por mi parte.
Ángel: No, tú también eres mi hermana y no te dejaré sola. ¡Vamos!
Silvia, dirigiéndose a Arianna, añadió: Es mejor que no vuelvas, o las cosas te irán aún peor.
Arianna camina en silencio.
Ángel se dirige a ella: Hermana, de verdad siento mucho que nuestra madre te trate así. Hablaré con ella y con papá, esto no puede continuar de esta manera.
Arianna interrumpe: Por favor, hermano, no hagas nada. No quiero causarte problemas. Permíteme ser yo quien hable con papá.
Ángel responde con firmeza: Hermana, estoy a tu lado. No permitiré que te maltraten más, ya estoy cansado de escuchar cómo te tratan.
Arianna, con calma, dice: Tranquilo, hermano, sé lo que debo hacer.
Ángel pregunta: ¿Y qué es lo que piensas hacer, hermana?
Arianna: Ya tengo 19 años y considero que es momento de independizarme.
Ángel: ¿Qué dices, hermana? Todavía eres muy joven y apenas estás comenzando la universidad.
Arianna: Observa, estoy por finalizar la preparatoria, jajaja. Simplemente deseo que nuestra madre no se entere de que he comenzado la universidad; prefiero que piense que reprobé y que estoy terminando la preparatoria a esta edad, imagínate.
Ángel: Hermana, lamento lo que sientes. Es evidente el peso que llevas dentro cuando hablas.
Arianna: Sí, hermano, llega un momento en que me resulta insostenible. Necesito distanciarme de esa casa para poder avanzar en mi vida. No sé por qué te comparto esto, si apenas tienes 17 años.
Ángel: Porque soy tu hermano, y tengo la madurez suficiente para entenderlo. ¿Acaso piensas que nunca me he cuestionado el hecho de que tú tienes 19 y yo 17? Desde hace tiempo comprendí que mamá vivió antes con papá, quien era su amante, y eso explica en gran parte cómo te trata tan mal.
Arianna lo observa y comenta: Hermano, ¿por qué pensaste en eso?
Ángel responde: ¿No es evidente cómo te trata mamá? Su comportamiento se debe a que le recuerdas a tu madre, la mujer con la que papá compartió su vida, no ella. Considera que tienes 19 años y tu madre falleció cuando tú apenas tenías 4. ¿Acaso no debería de llevarnos más años?
Arianna Te propongo que nos sentemos un momento y hablemos. He estado reflexionando sobre todo esto, e incluso llegué a pensar que la muerte de mamá fue su culpa. Sin embargo, luego encontré unos documentos que indicaban que ella estaba enferma, lo que me llevó a entender que no fue responsable de su fallecimiento. La verdad es que me cuesta pensar en cómo le recordaría a mi madre.
Ángel: Estoy convencido de eso. En varias ocasiones he querido abordar este tema con mamá, pero sé que podría reaccionar de manera negativa y agredirme, así que he optado por esperar hasta cumplir 18 años.
Arianna: Te ruego que no lo hagas. No te expongas a problemas por mi causa.
Ángel: Eres mi hermana.
Arianna: Y ella es tu madre. Por favor, no tomes esa decisión. Ya he decidido hablar con mi papá e irme de casa.
Ángel: Hermana, no tomes esa decisión.
Arianna: Es lo mejor. No quiero que tú te veas en problemas con tu mamá por mi culpa. Puedes estar tranquilo, ya que nos veremos con frecuencia; te visitaré en la preparatoria y te contaré cómo va todo.
Ángel: Hermana, sabes que te quiero mucho, ¿verdad?
Arianna: Yo también te quiero, y gracias por siempre defenderme.
Ahora dejemos este tema; tú ingresa a la preparatoria y yo debo dirigirme a la universidad.
Ángel: Está bien, cuídate.
Arianna se dirigió a la universidad, donde su amiga Linda la esperaba. Al verla, Linda la saludó con entusiasmo: ¡Arianna, amiga, estoy aquí!.
Arianna se acercó a Linda y la abrazó. Al notar la tristeza en el rostro de su amiga, Linda le preguntó: ¿Amiga, qué te sucede? ¿Pasó algo?.
Arianna respondió: Hablaremos más tarde, amiga. Ahora necesitamos entrar a clase.
Linda replicó: El profesor aún no ha llegado. Ven, siéntate y cuéntame qué ocurrió ahora.
Arianna, visiblemente afectada, rompió en llanto y exclamó: Ya no puedo más, amiga. No soporto tantas ofensas y maltratos.
Linda: Querida amiga, la abraza y añade, cuánto desearía poder sacarte de ese lugar. Claro que eso es lo que vamos a hacer. Escápate, escápate de esa casa. Primero, buscaremos un lugar donde puedas quedarte, porque si vienes a mi casa, te buscarán rápidamente.
Arianna: Ya lo he decidido, amiga. No voy a escaparme.
Linda: ¿Entonces, cuál es tu decisión?
Continuar soportando los abusos de esa persona, así como de tu hermana y de tu propio padre, no es aceptable. Amiga, tú no mereces eso.
Arianna: Hablaré con mi papá y le diré que tengo la intención de salir de casa. Ahora tengo 19 años y estoy lista para vivir de manera independiente.
Linda: Es una buena idea, pero ¿crees que te lo permitirá?
Arianna: No estoy segura, pero estoy decidida a alejarme de esa casa, incluso hoy mismo si es posible.
Linda: En ese caso, si te lo permiten, sabes que puedes venir a vivir conmigo. A mi mamá le encantaría tenerte en casa y ella te adora.
En caso de que no te permita, buscaremos un lugar donde puedas resguardarte y mantenerte alejada de ellos.
Arianna: Si él no está dispuesto, encontraré la manera de distanciarme.
Linda: Estoy aquí para apoyarte, amiga.
Alex, un compañero de estudios, las llama: Arianna, Linda, ¡el profesor ha llegado, vamos!
Linda: Vamos.
Arianna: Gracias, Alex.
Todos entran al aula.
Estudiaron hasta las 12 del mediodía y luego salieron a almorzar.
Linda le propuso a Arianna: Amiga, ¿qué te parece si comemos pizza?
Está bien, respondió Arianna.
Linda agregó: Alex, ¿vienes con nosotras?
Claro, vamos, contestó Alex.
Los tres salieron y disfrutaron de su pizza, y posteriormente regresaron a su última clase, que era de 2 a 4 de la tarde. Al finalizar la jornada, cada uno se dirigió a su casa. Antes de despedirse, Linda le dijo a Arianna: Amiga, llámame si necesitas algo. Sabes que estaré atenta y que cuentas conmigo para lo que necesites.
Lo sé, le responde Arianna mientras toma un taxi hacia su casa. Linda se marchó con Alex, ya que vivían cerca.
Al llegar a casa, Arianna entra en silencio, pero su hermana la ve y le pregunta: '¿Qué haces aquí? ¿Acaso mamá no te dijo que no regresaras?'
'Hola, Ángela', responde Arianna.
Ángela: '¿Qué haces aquí? Voy a llamar a mamá.'
Arianna: 'Ángela, aquí vivo al menos hasta hoy. He venido a hablar con papá y a recoger mis cosas. No es necesario que llames a mamá, iré a buscar lo que necesito.'
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