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Bajo La Máscara Del Placer

Capítulo 1: Un Encuentro Inesperado

La música retumbaba en el club, un ritmo pulsante que vibraba en cada rincón. Las luces parpadeaban en un caleidoscopio de colores, y el aire estaba cargado de una mezcla de perfume y sudor. Valeria, con un vestido ajustado que acentuaba cada curva, se movía entre la multitud con gracia, pero su mente estaba en otro lugar. Había llegado a la ciudad con un objetivo: encontrar una manera de salir de la vida monótona que la había atrapado.

Mientras se servía un trago en la barra, su mirada se detuvo en un grupo que llamaba la atención de todos. Era EXO, la famosa boy band que había conquistado el mundo con su música. Valeria sintió un escalofrío recorrer su espalda; no era solo la fama, sino la energía magnética que irradiaban. Sin embargo, uno de ellos, Jihoon, capturó su atención por encima del resto. Su sonrisa era deslumbrante, y había algo en su mirada que prometía secretos.

Cuando la banda comenzó a tocar, la multitud se volvió loca. Valeria, dejándose llevar por la música, empezó a bailar, moviéndose con una libertad que había olvidado. Pero su momento de diversión se interrumpió cuando un brazo fuerte la agarró suavemente del codo.

—¿Bailas? —preguntó Jihoon, acercándose a ella con una sonrisa traviesa.

Valeria sintió que el corazón le latía con fuerza. Su mente le advertía que no debía dejarse llevar, que era solo un juego para él, pero el deseo la embargaba. Aceptó su mano y se unió a él en la pista, su cuerpo moviéndose al ritmo de la música. Era un momento de éxtasis, pero también de peligro.

La noche avanzó, y las luces se tornaron más tenues. Valeria y Jihoon compartieron risas, miradas intensas y una conexión que parecía ir más allá de lo físico. Sin embargo, en la oscuridad del club, había sombras que acechaban. Alguien en el fondo los observaba con una mirada cargada de odio, su rostro conocido para Valeria, aunque no por las razones correctas.

Cuando Jihoon se inclinó hacia ella, susurrándole al oído, Valeria sintió una chispa de electricidad recorrer su cuerpo. Pero en ese instante, la ansiedad se apoderó de ella. Había un secreto que guardaba celosamente, un miedo que amenazaba con salir a la superficie. Se alejó un momento, buscando aire fresco, sintiendo la presión de los ojos que la seguían.

Fue entonces cuando fue abordada por su exnovio, Marco, quien había sido la razón por la que había dejado todo atrás. La ira y los celos estaban escritos en su rostro.

—¿No puedes dejar de arruinarlo todo, Valeria? —le dijo, su voz un susurro amenazante.

El pulso de Valeria se aceleró. Sabía que tenía que actuar rápido. Miró a Jihoon, quien se había acercado, y con una sonrisa forzada, dijo:

—Creo que necesito un poco de espacio.

Antes de que Marco pudiera decir algo más, Jihoon la tomó de la mano, llevándola a la salida del club. Una vez afuera, el aire fresco la golpeó como un bálsamo.

—¿Estás bien? —preguntó Jihoon, su mirada sincera y preocupada.

Valeria sintió que el peligro se alejaba, aunque sabía que había algo más grande que amenazaba su vida. La atracción entre ellos era innegable, pero los secretos que ocultaba podrían destruir todo antes de que siquiera comenzara.

—Lo estaré —respondió, aunque en su corazón sabía que eso no era verdad.

Y así, en una noche que prometía libertad, Valeria se dio cuenta de que su vida nunca volvería a ser la misma.

Capítulo 2: La Elección de Valeria

Las luces de la ciudad brillaban con intensidad mientras Valeria y Jihoon caminaban por las calles. La música del club aún resonaba en su mente, pero la sensación de liberación que había experimentado allí ahora se mezclaba con una profunda incertidumbre. El pulso de su corazón seguía acelerado, pero ahora era por una mezcla de emoción y miedo. La química que había sentido en el club era palpable, y, al mismo tiempo, la sombra de Marco acechaba en su mente.

—No deberías estar aquí —dijo Valeria, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos. Las palabras le salieron como un susurro, temiendo que la noche perfecta pudiera desmoronarse en un instante.

—¿Por qué? —Jihoon se detuvo y la miró a los ojos, su expresión seria pero amable. Había una sinceridad en su mirada que desarmaba a Valeria—. No soy un monstruo. Solo quiero conocer a la chica que me ha dejado sin palabras esta noche.

Valeria se sintió vulnerada por su sinceridad. Era fácil perderse en la fama y el glamour que él representaba, pero ella sabía que había más en juego. Su vida estaba llena de secretos y miedos, y la última cosa que necesitaba era complicar aún más las cosas. La sombra de su pasado era demasiado grande, y el temor a volver a caer en las mismas trampas la mantenía alerta.

—No puedo. Hay cosas que no entiendes —respondió, sintiendo la presión en su pecho aumentar. La idea de abrirse a Jihoon la asustaba, pero había algo en su forma de mirarla que hacía que su guardia empezara a bajar.

Jihoon la observó con un destello de preocupación en sus ojos. Ella podía ver que no lo tomaría como un no definitivo. Su cercanía la hacía sentir que estaba a punto de desnudarse emocionalmente, y el miedo la mantenía alejada.

—Tal vez deberíamos ir a un lugar más tranquilo —sugirió él, y antes de que Valeria pudiera protestar, la tomó de la mano y la llevó a un café cercano que aún estaba abierto. El contacto de sus manos le envió una corriente eléctrica, pero también la llenó de ansiedad.

El café tenía un ambiente acogedor, con luces tenues y mesas de madera. Se sentaron en una mesa en la esquina, lejos de las miradas curiosas. Jihoon pidió un par de cafés, y Valeria intentó calmar su mente. Era solo un café, pero en su interior, sentía que cada decisión podría cambiar su vida.

—Te ves preocupada —dijo Jihoon, su tono suave y comprensivo. Su mirada la envolvía con una calidez que la hizo sentir momentáneamente segura—. Si hay algo que te impide disfrutar de este momento, quiero que sepas que puedes hablar conmigo.

Las palabras resonaron en Valeria. Su instinto le decía que confiar en él era un riesgo, pero había algo en su mirada que le hacía pensar que podría ser diferente. Tal vez, por primera vez, podría encontrar a alguien que realmente la escuchara. Sin embargo, los fantasmas de su pasado siempre estaban a un paso de distancia, amenazando con romper el frágil momento que estaban compartiendo.

—No puedo. No soy la chica que crees que soy. —La confesión salió como un susurro, casi como si temiera que alguien pudiera oírla.

—¿Quién eres entonces? —preguntó Jihoon, inclinándose hacia ella, su expresión genuina y curiosa. Había un deseo en su voz, un deseo de entenderla que hizo que Valeria se sintiera un poco más ligera.

Valeria tomó una respiración profunda, recordando su vida anterior: las promesas rotas, las promesas que nunca se cumplieron, y Marco, su pasado que la perseguía como una sombra. Había luchado por salir de ese mundo, pero ahora se sentía atrapada entre dos realidades.

—Soy alguien que ha tenido que luchar para sobrevivir. Alguien que ha hecho cosas de las que no está orgullosa —respondió, sus ojos llenándose de una mezcla de dolor y determinación. En ese instante, las paredes que había construido alrededor de su corazón comenzaron a resquebrajarse.

Jihoon la miró intensamente, como si buscara ver más allá de su fachada. Ella se sintió expuesta y a la vez extrañamente aliviada. Pero la conversación se interrumpió cuando la puerta del café se abrió de golpe, y Marco entró, su mirada fulminante recorriendo la habitación.

Valeria sintió que su corazón se hundía en su pecho. No podía dejar que él la encontrara aquí, no podía arriesgarse a que Jihoon se viera involucrado en su caos. Sin pensar, se levantó de su asiento.

—Debo irme —dijo, su voz tensa.

—¿Qué? —preguntó Jihoon, desconcertado—. Valeria, espera.

Pero ya era demasiado tarde. Ella se dio la vuelta y salió corriendo del café, sintiendo el aire fresco de la noche azotar su rostro. No podía mirar atrás, no podía permitir que Marco la atrapara otra vez. Las calles se convirtieron en un laberinto de emociones, cada paso la acercaba a la decisión que había estado evitando.

Mientras corría, la adrenalina la empujaba hacia adelante, pero el eco de la risa burlona de Marco resonaba en su mente. “Siempre te encontraré”, había dicho en su último encuentro. La angustia la inundaba mientras recordaba cómo se había sentido atrapada en una red de manipulación y dolor.

Finalmente, se detuvo en una plaza vacía, iluminada por la luz de la luna. La soledad de la noche la envolvió, y sus pensamientos empezaron a atormentarla. ¿Por qué había tenido que involucrarse con Jihoon? Todo lo que tocaba se convertía en cenizas. Una lágrima resbaló por su mejilla, y la frustración se transformó en un llanto ahogado.

Entonces, sintió una presencia detrás de ella. Se dio la vuelta con el corazón en la garganta y encontró a Jihoon, con la respiración entrecortada y una expresión de preocupación en su rostro.

—Valeria, ¿estás bien? —preguntó, su tono lleno de preocupación.

Ella intentó recomponerse, pero era incapaz de contener el torrente de emociones que la había abrumado. —No, no estoy bien —respondió, su voz temblorosa—. Marco… él siempre vuelve. No sé cómo escapar de él.

Jihoon dio un paso hacia ella, su mirada intensa y solidaria. —No permitiré que te haga daño. No tienes que lidiar con esto sola.

Las palabras de Jihoon resonaron en su mente como un eco de esperanza. Pero, ¿realmente podía confiar en él? La idea de abrirse a alguien más la asustaba, pero a la vez, la posibilidad de no estar sola la atraía.

—Lo siento —dijo, mientras las lágrimas brotaban de sus ojos—. No debería arrastrarte a esto. Solo quise… solo quise sentirme libre por un momento.

Jihoon la miró, y en sus ojos había una comprensión profunda. —A veces, la libertad se encuentra al compartir nuestro dolor. Permíteme ser esa persona para ti, aunque sea por esta noche.

Valeria sintió que el peso de sus secretos comenzaba a aligerarse. Tal vez, solo tal vez, podría dejar atrás parte de su carga. Se acercó un poco más a Jihoon, permitiendo que su presencia calmara su tormenta interna.

—No estoy lista para contar todo, pero necesito ayuda. —Su voz era un susurro, pero su sinceridad era innegable.

—Eso es suficiente para mí —dijo Jihoon, tomando su mano suavemente—. Empecemos por lo básico. ¿Dónde te sientes más segura?

La ternura en su gesto y la firmeza de su voz le dieron valor. —No lo sé. Solo necesito un lugar donde no esté cerca de él, donde no pueda encontrarme.

—Ven conmigo —sugirió Jihoon—. Tengo un lugar donde podemos estar a salvo. No te haré daño, lo prometo.

Valeria dudó un momento, su instinto le decía que debía desconfiar. Pero había algo en la mirada de Jihoon que la hizo querer creer. Sin pensarlo más, asintió, y él la guió por las calles desiertas. En el fondo, sabía que su vida estaba a punto de cambiar, y aunque el miedo a lo desconocido la asaltaba, había una chispa de esperanza que comenzaba a florecer.

Al llegar a su destino, un apartamento acogedor en un edificio antiguo, Jihoon la llevó a un espacio que irradiaba calidez y seguridad. La decoración era sencilla, pero el ambiente se sentía como un refugio.

—Este es mi lugar. Aquí estarás a salvo —dijo Jihoon, cerrando la puerta detrás de ellos.

Valeria lo miró, sintiendo que la tensión comenzaba a disiparse. Aunque sabía que el peligro no había desaparecido, la calidez del ambiente la envolvió. El lugar estaba iluminado con una luz suave que provenía de unas lámparas de pie en las esquinas, y el aroma del café recién hecho aún flotaba en el aire. Había algo reconfortante en la sencillez del espacio, y por un momento, Valeria se sintió un poco más ligera.

Jihoon la observó mientras se movía por la habitación, su expresión llena de preocupación. —¿Quieres algo de beber? —preguntó, intentando aliviar la tensión.

—Agua estaría bien, gracias —respondió Valeria, todavía sintiendo la presión de todo lo que había dejado atrás. Se sentó en un sofá cómodo, el cojín suave abrazando su cuerpo. La sensación de seguridad era abrumadora, pero su mente seguía inquieta.

Jihoon regresó con un vaso de agua y se sentó a su lado, manteniendo una distancia prudente. Valeria tomó un sorbo, y el líquido fresco le dio un respiro momentáneo. Cuando sus miradas se encontraron, notó una intensidad en la de él, una mezcla de preocupación y determinación.

—¿Quieres hablar de lo que pasó? —preguntó Jihoon, su voz suave, casi un susurro.

Valeria vaciló. Hablar de su pasado siempre había sido doloroso, pero había algo en Jihoon que la hacía sentir que podía confiar en él, al menos un poco. Su instinto le decía que este momento era crucial, que podría ser el comienzo de un cambio, pero la ansiedad seguía acechando en su interior.

—Marco… —comenzó, su voz temblando—. Fue un error desde el principio. Lo conocí cuando estaba en un lugar oscuro de mi vida. Era encantador, pero luego… se volvió posesivo y controlador. Siempre supe que debía dejarlo, pero había algo que me ataba a él.

Jihoon la escuchó en silencio, sus ojos nunca apartándose de ella. Era evidente que estaba intentando comprender, y eso le dio valor a Valeria para seguir.

—Me prometió el mundo, pero todo se convirtió en una pesadilla. No podía salir con amigos, no podía vestirme como quería, ni siquiera tenía derecho a decidir sobre mi propia vida. Cada vez que trataba de romper con él, él encontraba la manera de volver a atraerme, usando mis inseguridades en su contra. Era como si jugara con mi mente.

Las palabras fluyeron, cada una liberando un peso de su corazón. Al recordar esos momentos, el dolor resurgía, pero también una determinación nueva. Sabía que no podía permitir que Marco la siguiera atrapando en su red.

—Finalmente, lo dejé. Pero no me dejó ir fácilmente. Me amenazó, me hizo sentir que no tenía a dónde ir. Por eso he estado huyendo —dijo, su voz quebrándose al final.

—Valeria, no tienes que seguir huyendo —dijo Jihoon, acercándose un poco más—. Estoy aquí para ayudarte. No te dejaré sola.

Las palabras de Jihoon la conmovieron profundamente. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que alguien se preocupaba realmente por su bienestar. La calidez que irradiaba su presencia era un bálsamo para sus heridas, y eso la asustaba.

—Pero, ¿y si te meto en problemas? —preguntó, la preocupación dibujándose en su rostro—. Marco es peligroso. No quiero que te haga daño.

—Lo sé, pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras tú sufres. —Jihoon la miró con una intensidad que la hizo sentir que estaba siendo vista por quien realmente era—. No tengo miedo de enfrentar lo que venga. Quiero ayudarte a encontrar tu camino de regreso a ti misma, a la mujer fuerte que sé que eres.

Valeria sintió que su corazón latía más rápido. La sinceridad en su mirada y la firmeza en su voz le dieron un poco de esperanza. Tal vez había una forma de liberarse de las cadenas que la ataban, y tal vez Jihoon podría ser parte de esa liberación.

—No sé si estoy lista para enfrentar a Marco —confesó, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar nuevamente—. Pero necesito que sepas que tengo miedo. Miedo de volver a caer, miedo de no ser lo suficientemente fuerte.

—Todos tenemos miedo. Pero el valor no significa no tener miedo; significa seguir adelante a pesar de él. Y yo estaré a tu lado, te lo prometo —dijo Jihoon, con una determinación que resonaba en cada palabra.

Valeria se quedó en silencio, considerando su oferta. Había algo en la forma en que Jihoon hablaba que le daba confianza. Sin embargo, el camino por delante estaba lleno de incertidumbre, y cada decisión que tomara podría tener repercusiones.

—¿Y si no puedes ayudarme? —preguntó, buscando la verdad en sus ojos.

—Entonces, al menos habremos intentado hacerlo juntos. Pero no voy a dejarte solo en esto, Valeria. Tú no eres un error, eres una sobreviviente —respondió, su voz firme, casi desafiante.

En ese momento, Valeria sintió que algo dentro de ella se rompía. Era un dolor, pero también era liberador. Había pasado tanto tiempo sintiendo que su vida no le pertenecía, que no había merecido ser amada o cuidada. Pero Jihoon estaba allí, y había algo en su energía que le daba valor.

—Está bien —dijo finalmente, su voz apenas un susurro—. Te dejaré ayudarme. Pero necesito que comprendas que mi vida no es fácil, y hay cosas que tal vez no quieras ver.

—No me importa. Estoy aquí para quedarme —respondió Jihoon, su expresión resoluta.

En ese instante, Valeria tomó una decisión. No solo le permitiría a Jihoon ayudarla, sino que también comenzaría a luchar por sí misma. Era el momento de recuperar su vida, de dejar atrás el miedo que la había mantenido cautiva durante tanto tiempo.

Pero la noche aún no había terminado, y mientras Valeria miraba por la ventana del apartamento de Jihoon, su mente se llenó de pensamientos sobre Marco. Sabía que no se detendría. Si quería cambiar su vida, debía enfrentarlo. La idea era aterradora, pero también liberadora. Era hora de reclamar su vida.

—Mañana será un nuevo comienzo, ¿verdad? —dijo, girándose para mirar a Jihoon, buscando la certeza en sus ojos.

—Así es. Juntos, vamos a empezar a construir el futuro que mereces —respondió Jihoon, una sonrisa suave asomando en su rostro.

Valeria sonrió débilmente, sintiendo que por fin se estaba abriendo una puerta. El camino sería complicado, pero no estaba sola. Con Jihoon a su lado, comenzaba a imaginar un futuro donde podría ser libre. Sin embargo, el pasado no se desvanecería fácilmente, y Marco seguiría acechando. Pero estaba decidida a enfrentarlo, y esta vez, no se dejaría vencer.

Mientras la luna brillaba en el cielo, Valeria sintió que la noche la envolvía en una promesa de cambio. La elección estaba hecha. Era su momento de luchar, y aunque la batalla sería dura, tenía la fuerza de un nuevo comienzo a su lado.

Capítulo 3: La Sombra de Marco

La mañana llegó con un silencio denso. Valeria se despertó en el sofá de Jihoon, su cuerpo aún pesado por las emociones de la noche anterior. Había algo reconfortante en el calor que emanaba del lugar, como si la protección de Jihoon le diera una paz que no recordaba haber sentido en años.

Jihoon apareció en la sala con dos tazas de café en la mano y le sonrió mientras le entregaba una. —Buenos días. Espero que hayas dormido bien.

Valeria asintió, agradecida. —Gracias por dejarme quedarme aquí —dijo, sintiendo una extraña mezcla de vergüenza y alivio.

—No tienes que agradecerme. Estoy aquí para ayudarte, como te dije. —Jihoon la miró con una expresión de ternura que hizo que el corazón de Valeria latiera un poco más rápido.

Tomó un sorbo de su café, tratando de calmar sus pensamientos. Sabía que no podía quedarse en su apartamento para siempre, ni tampoco depender de Jihoon para resolver sus problemas. Pero, por ahora, sentía que podía respirar.

El timbre de la puerta rompió el silencio, y Valeria se tensó automáticamente. Jihoon, al percatarse, levantó una mano para calmarla. —Tranquila, probablemente sea el desayuno que pedí. —Se levantó y fue a abrir la puerta.

Valeria intentó relajarse, pero una sensación de peligro latente seguía acechándola. Apenas Jihoon regresó con una bandeja de comida, se esforzó por sonreír y seguir adelante, aunque las sombras de su pasado seguían presentes.

—He estado pensando en lo que me contaste anoche, sobre Marco —dijo Jihoon mientras le servía una porción de fruta—. Sé que no es fácil hablar de ello, pero si quieres enfrentarlo, puedo ayudarte a buscar ayuda legal o hacer algún plan.

La idea de involucrar a la policía hizo que Valeria sintiera un nudo en el estómago. Sabía que Marco tenía conexiones y poder, y denunciarlo no sería tan sencillo. A lo largo de los años, había construido una red de aliados y favores que le permitían manipular las situaciones a su antojo.

—No creo que sea tan fácil —admitió, bajando la mirada—. Marco sabe cómo moverse. Tiene… contactos que le permiten hacer lo que quiere y salir impune.

Jihoon asintió con comprensión. —Entonces, tal vez debemos ser cuidadosos y pensar en un plan a largo plazo. Yo estaré aquí para ayudarte, sin importar lo que decidas hacer.

Las palabras de Jihoon eran un alivio, pero también le recordaban la gravedad de su situación. Su vida no era solo un caos interno; era una red de peligros en la que cada decisión podía traer consecuencias graves. Y a pesar de todo, no quería arrastrar a Jihoon a su mundo oscuro. Sabía que la cercanía con ella podría ser peligrosa.

Un rato después, cuando ambos habían terminado el desayuno, Valeria se dispuso a salir. —Creo que debería regresar a mi apartamento y ver si puedo organizar algunas cosas.

—¿Estás segura? Podríamos hacer esto juntos, si quieres —ofreció Jihoon, claramente preocupado.

—Estaré bien. Solo necesito un poco de tiempo para ordenar mis pensamientos. —Le sonrió, tratando de tranquilizarlo.

Pero apenas salió de su apartamento, Valeria sintió una presencia que la hizo estremecerse. La figura de Marco, sombrío y amenazante, estaba allí, esperando por ella. No había escapatoria.

—¿Pensaste que podrías ocultarte de mí para siempre? —La voz de Marco era un susurro gélido, lleno de odio contenido.

Valeria dio un paso atrás, pero Marco la acorraló, su rostro retorcido por una sonrisa cruel. —¿Creíste que podrías jugar conmigo? Nadie me abandona, Valeria. Nadie.

El miedo se apoderó de ella, pero hizo un esfuerzo por mantenerse firme. —No voy a volver contigo, Marco. Estoy harta de vivir bajo tu control.

Marco rió, un sonido sin rastro de humor. —¿De verdad crees que tienes opción? Yo sé todo sobre ti, sobre tus miedos, tus secretos… —se inclinó hacia ella, susurrándole al oído—. Y sé que no vas a poder esconderte de mí.

Valeria intentó zafarse, pero él le sujetó la muñeca con fuerza, clavando sus dedos en su piel. La mirada en sus ojos era fría, calculadora. Sintió el pánico recorrer su cuerpo, pero en ese instante recordó las palabras de Jihoon: "No estás sola".

Con un último impulso de valor, logró soltar su muñeca y correr hacia la calle, sin mirar atrás. Sabía que no podía quedarse allí más tiempo. La persecución de Marco era real, y estaba claro que no se detendría hasta arruinarla.

Desesperada, Valeria decidió hacer una última llamada a Jihoon. Cuando él contestó, escuchó el temblor en su voz y no dudó en ir a buscarla. Apenas llegó, él la abrazó y, con una mezcla de preocupación y determinación, la guio hacia un lugar seguro.

—Vamos a hacer algo al respecto —dijo Jihoon, su voz decidida—. No puedo permitir que te siga atormentando así.

—No quiero que te metas en problemas por mi culpa —respondió ella, con lágrimas en los ojos.

—No voy a dejar que enfrentes esto sola, Valeria. Encontraremos una forma de salir de esto. —Jihoon la miró con firmeza, su apoyo incondicional dándole una fuerza que creía perdida.

Esa noche, Valeria entendió que su lucha no sería fácil, pero la presencia de Jihoon le dio un poco de esperanza. A pesar de todo el dolor y el miedo, sentía que tenía una oportunidad de reconstruir su vida y de escapar de la sombra de Marco. La determinación en los ojos de Jihoon le dio el coraje para no rendirse.

Marco no iba a detenerse, pero ella tampoco.

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