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Mi Universo Sin Ti

Solo 3 reglas

𝕌𝕟𝕚𝕧𝕖𝕣𝕤𝕠 27

Ahí estaba yo, postrado en mi cama, una cama inmensa y fría, con mis piernas en forma de "M" y mis pensamientos centrados en una sola persona, esa persona que me roba el aliento.

Ya es hora de salir, un nuevo día nos espera. Es hora de leer otra vez esas tontas reglas que papá me hacía repetir. No les hallo sentido, pero esa fue su voluntad.

1ra Regla: No cortes las flores que nunca envejecen.

2da Regla: No pongas tu fe en el señor que las cuida.

3ra Regla: Que tus deseos no pongan en riesgo tu realidad.

Cierro ese tonto cuaderno y me voy. Poco queda por hacer, aunque a veces suele ser divertido leerlas.

El día apenas comienza y todo parece totalmente normal, pero hay algo, algo diferente en mí. Mis pies se mueven hacia una dirección poco común, una que solo a veces suelo tomar.

Heme aquí, sin saber por qué motivo, pero aquí estoy en la antigua estación de estudio de fenómenos anormales. Era un bonito lugar, pero fracasó por falta de pruebas.

—Ven, acércate a mí.

Una voz pequeña y un poco peculiar se escuchaba en aquel lugar. No pensé en miedo ni en nada, solo quería ver por qué razón estaba aquí. Frente a mí, entre unas hierbas oscuras y tierra negruzca, una flor, larga pero a la vista delicada, muy parecida a la flor del infierno.

Sin más que hacer, arranqué la flor. En ese momento, algo pasó. Me sentí sumergido en un vacío, como si estuviese en un contenedor y experimentaran conmigo. Todo pasaba de negro a estrellado, y en un milisegundo volví en sí.

—Es bonita, ¿tendrás el valor para dársela?

La flor cayó y yo di un salto del susto. Lentamente volteé a ver.

—¡Casi me matas! ¿Qué rayos haces aquí?

—¿Qué acaso no puedo hablar con mi amigo?

—No es eso, tendré que ponerte un cascabel. ¿Cómo llegaste aquí?

—Te vi, pero no parecías tú mismo y te seguí. ¿Qué harás?

—No puedo simplemente darle una flor a un chico si yo soy uno.

Un pequeño gemido de decepción salió de su boca, y con su mano empezó a hacerse rizos en el cabello con su dedo índice.

—Qué malo es el amor, ¿eh? Tan doloroso, me hace sentir mal.

—Vamos, deja el drama Yuta.

Nos quedamos en silencio por un momento, el ambiente cargado de una tensión que no sabía cómo disipar. La estación, con sus paredes cubiertas de grafitis y el eco de nuestros pasos, parecía un escenario sacado de una película de ciencia ficción.

—¿Sabes? —dijo finalmente—. Siempre he pensado que las reglas de tu papá eran un poco extrañas.

—Sí, lo sé. Pero él siempre decía que eran importantes, y además solo tú las conoces.

—¿Y tú qué piensas Lian?

—No lo sé. A veces creo que solo quería que tuviera algo en que pensar, algo que me mantuviera ocupado.

—Bueno, al menos tienes algo que te conecta con él.

Asentí, sin saber qué más decir. La flor seguía en el suelo, su delicada forma contrastando con el entorno áspero y descuidado de la estación. Me agaché para recogerla, sintiendo una extraña conexión con esa pequeña cosa frágil.

—Tal vez deberías dársela —dijo mi amigo, rompiendo el silencio—. No importa a quién. Solo hazlo.

—¿Y si no la quiere?

—Entonces sabrás que lo intentaste. Y eso es lo que cuenta.

Miré la flor una vez más, sintiendo una mezcla de miedo y esperanza. Tal vez tenía razón. Tal vez era hora de arriesgarse, de dejar de lado las reglas y seguir mis propios deseos.

—Vamos —dije finalmente—. Tenemos un día por delante.

Salimos de la estación, dejando atrás el pasado y las dudas. El sol comenzaba a asomarse en el horizonte, prometiendo un nuevo comienzo. Y con la flor en mi mano, sentí que tal vez, solo tal vez, todo podría ser diferente.

Con la flor aún en mi bolsillo, comenzamos a caminar hacia la escuela. El sol ya estaba alto en el cielo, y el aire fresco de la mañana nos acompañaba. Mi amigo y yo caminábamos en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. A pesar de la tensión, había una sensación de normalidad en nuestra rutina.

Al llegar a la escuela, el bullicio de los estudiantes llenaba el aire. Nos dirigimos a nuestras taquillas para recoger nuestros libros. Mientras lo hacía, no pude evitar notar cómo algunos de nuestros compañeros nos miraban de reojo, susurrando entre ellos. No era raro; siempre había rumores y chismes circulando por los pasillos.

—¿Estás bien? —preguntó mi amigo, rompiendo el silencio.

—Sí, solo un poco nervioso —respondí, tratando de sonar despreocupado.

—No te preocupes. Todo saldrá bien.

Asentí, agradecido por su apoyo. Nos dirigimos a nuestra primera clase del día: matemáticas. El aula estaba llena de estudiantes, algunos charlando animadamente, otros revisando sus notas de última hora. Nos sentamos en nuestros asientos habituales, cerca de la ventana.

La profesora entró y comenzó la lección. Mientras ella explicaba conceptos complejos en la pizarra, mi mente vagaba. No podía dejar de pensar en la flor en mi bolsillo y en lo que había sucedido en la estación. ¿Estoy haciendo lo correcto al intentar darle la flor? ¿Debería haber esperado más tiempo?

—¿Puedes resolver este problema en la pizarra? —preguntó la profesora, sacándome de mis pensamientos.

Me levanté y caminé hacia la pizarra, sintiendo las miradas de mis compañeros sobre mí. Con un esfuerzo, me concentré en el problema y lo resolví lo mejor que pude. Al terminar, la profesora asintió con aprobación y me permitió volver a mi asiento.

—Buen trabajo —susurró mi amigo mientras me sentaba.

—Gracias —respondí, sintiéndome un poco más seguro.

La clase continuó sin incidentes, y pronto llegó la hora del recreo. Salimos al patio, donde los estudiantes se agrupaban en pequeños círculos, charlando y riendo. Nos dirigimos a nuestro lugar habitual bajo un gran árbol, donde podíamos hablar sin ser molestados.

—¿Qué piensas hacer ahora? —preguntó mi amigo, rompiendo el silencio.

—No lo sé. Tal vez debería olvidarme de todo esto y seguir adelante.

—No creo que debas rendirte tan fácilmente. A veces, las cosas no salen como esperamos, pero eso no significa que debamos dejar de intentarlo.

—Tienes razón. Solo necesito un poco de tiempo para pensar.

El recreo terminó y volvimos a nuestras clases. La siguiente era historia, una de mis materias favoritas. El profesor nos habló sobre antiguas civilizaciones y sus logros, y por un momento, pude olvidar mis preocupaciones y sumergirme en el pasado.

A medida que avanzaba el día, las clases se sucedían una tras otra. En biología, diseccionamos flores para estudiar su estructura interna, lo que me recordó la flor en mi bolsillo. En literatura, discutimos sobre el poder de las palabras y cómo pueden cambiar el mundo.

Finalmente, llegó la última clase del día: educación física. Nos dirigimos al gimnasio, donde el entrenador nos hizo correr vueltas y practicar deportes. A pesar del esfuerzo físico, me sentí más relajado, como si el ejercicio me ayudara a liberar la tensión acumulada.

Al terminar la clase, nos dirigimos a las duchas y luego a nuestras taquillas para recoger nuestras cosas. Mientras lo hacía, mi amigo se acercó y me dio una palmada en la espalda.

—Lo hiciste bien hoy. Estoy orgulloso de ti.

—Gracias. No podría haberlo hecho sin tu apoyo.

Salimos de la escuela juntos, el sol comenzaba a ponerse en el horizonte. Caminamos en silencio, disfrutando de la compañía mutua. Al llegar a mi casa, me despedí de mi amigo y entré.

Subí a mi habitación y saqué la flor de mi bolsillo. La coloqué en un vaso con agua y la puse en mi escritorio. Mientras la observaba, me di cuenta de que, aunque no había salido como esperaba.

Me acosté en mi cama, sintiéndome un poco más en paz. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero estaba dispuesto a seguir intentándolo. Y con la flor como recordatorio.

Pequeñas Advertencias

–No lo hagas, no lo hagas. –esa voz susurraba en mi cuarto totalmente oscuro–

-¿Quién eres? ¿Por qué no puedo verte?

-¿Ya no existo en donde nací, más sí donde están las demás versiones de mí?

Con un gran suspiro, me desperté asustado. Miré a todos lados, pero no había nada. Sin embargo, solo podía mirar la flor, la cual estaba intacta y rejuvenecida. No me quedaba de otra, tendría que ir a dormir de nuevo.

Mientras me acomodaba en la cama, un frío intenso recorrió mi espalda. La flor comenzó a brillar con una luz tenue, y una sombra se proyectó en la pared. El miedo me paralizó, pero la curiosidad me empujó a seguir. -¿Qué quieres de mí? Pregunté, mi voz temblando. Pero esta vez, no hubo respuesta. La voz había desaparecido, dejándome solo con mis pensamientos y la inquietante sensación de que algo estaba a punto de suceder.

Esa noche, mis sueños fueron un torbellino de imágenes y sensaciones. Caminaba por un bosque oscuro, siguiendo el rastro de la luz de la flor. Cada paso que daba, la voz resonaba en mi mente, repitiendo su advertencia: -No lo hagas-."Pero, ¿qué era lo que no debía hacer? La incertidumbre me consumía.

De repente, el suelo bajo mis pies desapareció y caí en un abismo sin fin. Desperté de golpe, sudando y con el corazón latiendo a mil por hora. La flor seguía allí, brillando con una intensidad que nunca antes había visto. La advertencia de la voz seguía resonando en mi mente, pero no podía quedarme quieto. Tenía que entender lo que estaba pasando.

Decidí que no podía ignorar más las señales. Me levanté y tomé la flor en mis manos. Al hacerlo, una energía cálida recorrió mi cuerpo, llenándome de una determinación que nunca antes había sentido. -Estoy listo-, dije en voz alta, aunque no estaba seguro de a quién me dirigía.

La flor brilló aún más, y la sombra volvió a aparecer, esta vez más definida. Aunque la voz no volvió a hablar, su advertencia seguía presente en mi mente. Sabía que debía ser cauteloso, pero también sabía que no podía detenerme. Con la flor en mis manos.

–Esto es una locura, es solo una pesadilla, no me volveré loco.

Dejando la flor me acosté, con la certeza de que solo era mi fertil imaginacion la que hacía todo.

El amanecer trajo consigo una sensación de relajación. Los primeros rayos de sol se filtraban por las cortinas, iluminando la habitación con una luz suave y cálida. Me levanté lentamente, aún sintiendo el peso de la noche anterior. La flor seguía en mi mano, su brillo ahora más tenue pero constante.

Decidí que necesitaba aire fresco para despejar mi mente. Me vestí rápidamente y salí de la casa, sintiendo el frío matutino en mi piel. Mientras caminaba por el sendero que llevaba al parque cercano, no podía dejar de pensar en esa persona, su cabello largo estilo de librito, esa forma bromista y ese anillo eran algo nada fácil de olvidar.

Al llegar al parque, me detuve un momento para observar el entorno. Todo parecía normal, pero había una extraña sensación en el aire,. De repente, lo vi. A unos metros de distancia, una figura se alejaba lentamente. Al principio, pensé que era solo otra persona paseando, pero a medida que se alejaba, mi corazón comenzaba a latir más rápido.

La figura era idéntica a mí. Cada detalle, desde la ropa hasta la expresión en su rostro, era una réplica exacta. Me quedé paralizado, incapaz de moverme o de apartar la mirada. La figura se detuvo a unos metros de mí, la persona volteó y por un momento, nuestros ojos se encontraron. Sentí una conexión profunda, como si estuviera mirando una versión de mí mismo de otro tiempo o lugar.

Antes de que pudiera decir algo, la figura comenzó a desvanecerse. Su forma se volvió borrosa, y en cuestión de segundos, desapareció por completo, dejando solo un leve rastro de luz en el aire. Me quedé allí, atónito y sin palabras, tratando de comprender lo que acababa de suceder.

La advertencia de la voz resonó nuevamente en mi mente: -No lo hagas-. Pero, ¿qué era lo que no debía hacer? Y, ¿quién era esa figura idéntica a mí? No me importaba tanto, si quería que no lo hiciera que fuese más claro, en fin yo no soy vidente.

El sol ya estaba alto en el cielo cuando decidí que necesitaba distraerme de los eventos de la mañana. Recordé que había un festival en la ciudad, un evento anual lleno de música, comida y alegría. Pensé que sería una buena oportunidad para despejar mi mente y, quizás, encontrar algunas respuestas.

Me dirigí hacia el festival, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. Al llegar, el ambiente festivo me envolvió de inmediato. Las calles estaban llenas de puestos coloridos, luces brillantes y el sonido de risas y conversaciones animadas. Mientras caminaba entre la multitud, vi a alguien que me hizo detenerme en seco: era esa persona, Ethan mi dulce chico.

Nos saludamos con una sonrisa y, después de un breve intercambio de palabras, decidimos explorar el festival juntos. A medida que caminábamos, la conversación fluía de manera natural, pero había momentos en los que la incomodidad se hacía presente. Cada vez que nuestras manos se rozaban accidentalmente, sentía un escalofrío recorrer mi cuerpo. Intentaba mantener la calma, pero mi corazón latía con fuerza.

-Este festival siempre me ha encantado-, dijo, mirando a su alrededor con una sonrisa. -Hay algo mágico en el aire, ¿no crees?

-Sí, definitivamente-, respondí, tratando de mantener mi voz firme. -Es como si todo el mundo estuviera más feliz hoy.

–Bueno me tengo que ir, ¿nos vemos más tarde vale?

– Si claro no tiene problema. –Lástima, pase mi mano por mi cabello, pero poco podía hacer–

– ¿Disculpa eres de por aquí? – Una chica una que no había visto, era un poco baja de estatura y cabello azul–

–¿Eh?, digo sí.

– Soy Mia. –Me miraba con alegría –

– Soy Lian. – respondí un poco confundido–

– ¿No te molesto?

No tenía nada mejor que hacer, y no me caracterizaba por ser grosero, y ya que se había ido decidí pasar un rato con ella.

–No eres de por aquí, te voy a dar una vuelta por el festival.

–Si, pero primero a los puestos de comida, amo la comojaláojala pudiera comerla sin que se acabara.

–Con su cuerpo inclinado y sus manos en la espalda sonrió –

–Bueno está bien. – Asentí humildemente–

Fuimos a uno de los puestos de comida, eso olía delicioso, hasta a mí me daban ganas de comer y no parar.

–¿Verdad que la comida es fascinante?

– ¿Verdad qué si? ¿Y más si es con buenos amigos? ¿No crees Lian? –de la nada una voz susurro con un tono tenebroso en mi oído.

– Yuta, pensé que no vendrías. –dije un poco asustado, él siempre está en sus misterios.

– Hola, soy Mia. la chica aun comiendo se presentó.

Se acercó lentamente a mi oído – ¿Es normal que las mujeres coman de esa manera no parece engordar?

– No seas grosero podría escucharte – bajé mi tono de voz mientras trataba de disimular.

Yuta se nos unió, aunque estaba bien acompañado por él apetito voraz de Mia y la indiscreción de Yuta, aún me faltaba esa persona.

El día continuó seguimos dando un recorrido a Mia, mientas tenía que oír todas las cosas sin sentido de Yuta, pero sabía que los días que no lo tenía me sentía un poco solo.

– Yo ya he comido suficiente, y fue un placer conocerlos, planeo estar un tiempo aquí espero verlos más tarde.

Dió un giro muy peculiar y se alejaba lentamente, mientras miraba atentamente todo.

–¿Cómo te ha ido con Ethan? –preguntó mirándome como si supiera cada uno de mis pensamientos.

–Deja de mirarmee así, solo vinimos pero se fue.

–agaché mi cabeza y me encogí de hombros.

Una briza fría y melancólica soplo en mi cuerpo, como si un crudo invierno estuviese pasando antecedido por un triste otoño.

–Venga, sé dónde está.

– Pero, yo no, no puedo ir.

En un rápido acto tomó mi mano –Eso lo sé eres muy cobarde solo iremos a ver donde estás.

Él, tan impulsivo como siempre, su fasé interna muy extraña de comprender, tenía cada idea que me dejaban sin palabras y en unos momentos llegamos a donde ellos estaban.

– ¿Qué crees hombre? –puso su mano en su hombro.

– Sí, está linda –lentamente sé quita la mano de su compañero del hombro.

– ¿Entonces que esperas?

– Ya, no insistas más, mañana hablaré con ella.

Sabía que no debería ir, los planes de Yuta siempre salían mal, pero yo era su único amigo, que podía hacer.

– Yo, yo lo siento, ¡agh! Mi corazón se ha roto.

– No estoy para bromás, será mejor que me valla.

No quería dejarlo ahí, pero estaba un poco molesto, sus planes siempre salían mal, pasaría la tarde en mi casa viendo Love Sea u otro BL.

Grandes Rivales

Pasé la tarde solo en casa, con la mente divagando entre pensamientos y emociones encontradas. No podía estar molesto con Yuta, pero una sombra de tristeza se cernía sobre mí. Pues Ethan iba a ver a una chica hoy. El reloj avanzaba implacable, cada tic-tac resonando como un recordatorio de mi soledad. Me alisté, tomé mi café y me dirigí hacia la puerta. ¿Debería saber quién es esa chica? ¿Debería arruinar esa cita?

Mientras caminaba por la calle, el viento susurraba secretos y las hojas caídas crujían bajo mis pies. Una figura alta y con una forma peculiar de andar se acercaba a mí. Su presencia era inconfundible, una mezcla de familiaridad y misterio.

—Perdón, la verdad no quería que tuvieses un mal momento —dijo, cabizbajo, con una mirada que reflejaba arrepentimiento y algo más, quizás una sombra de culpa.

Me acerqué y, con un gesto suave, froté su cabello, intentando transmitirle algo de consuelo.

—No pasa nada Yuta, sé que no es tu culpa —respondí, tratando de aliviar su carga con una sonrisa que no llegaba a mis ojos.

—Deberíamos tratar de arruinar esa cita —dijo, mirándome otra vez con esos ojos macabros que parecían esconder un sinfín de secretos y promesas oscuras.

—Créeme que ganas no me faltan —contesté, sintiendo una chispa de complicidad y una emoción que no podía identificar del todo.

En ese momento, algo extraño ocurrió. Una brisa helada me envolvió y, de repente, me encontré de nuevo en mi casa, justo antes de salir. En un parpadeo, volví a estar en la calle, en el mismo lugar donde estaba antes. Esta acción se repitió varias veces, como si el tiempo jugara conmigo, como si el universo mismo estuviera en un bucle.

—¿No te das cuenta? —preguntó, mi voz resonando con un eco inquietante que parecía venir de todas partes y de ninguna.

—No sé de qué hablas, pero vamos, has estado tieso por un rato. Tenemos cosas que averiguar—respondió, y yo tratando de mantener la calma mientras mi mente intentaba procesar lo que acababa de suceder. La sensación de déjà vu era abrumadora, y una parte de mí se preguntaba si alguna vez se volvería a repetir este ciclo que por un momento se volvió interminable.

—Es como si el tiempo estuviera jugando con nosotros —dije, por dentro temblando ligeramente—. Cada vez que intentaba avanzar tenía miedo de que algo nos arrastra de vuelta.

^^𝔼𝕝 𝕥𝕚𝕖𝕞𝕡𝕠 𝕖𝕤 𝕤𝕠𝕧𝕖𝕣𝕧𝕚𝕠 𝕪 𝕣𝕚̀𝕘𝕚𝕕𝕠, 𝕟𝕠 𝕤𝕖 𝕣𝕠𝕞𝕡𝕖 𝕤𝕚𝕟𝕠 𝕢𝕦𝕖 𝕤𝕖 𝕕𝕠𝕓𝕝𝕖 𝕤𝕠𝕓𝕣𝕖 𝕤𝕚 𝕞𝕚𝕤𝕞𝕠.^^

—¿Crees que sea linda, la verdad me hace sentir un poco inseguro, debe ser popular, uf la verdad es que ni sé que pensar?

—Tal vez —respondió, su mirada perdida en él horizonte—. Pero, ¿qué podría ser tan importante como para que él se fije en ella?

Nos quedamos en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. La brisa seguía soplando, fría y persistente, como un recordatorio constante de aquella extraña situación. Finalmente, rompí el silencio.

—Vamos, no podemos quedarnos aquí para siempre no sabes que hará esa arpía roba maridos, ese hombre es tuyo Lian.

Asentí y juntos comenzamos a caminar, decididos a desentrañar el misterio que nos mantenía intrigados y un poco nerviosos.

— Pero si son mis chicos lindos —Mia nos sorprendió.

—Sinceramente,, tendré que ponerle un cascabel a cado uno de ustedes, ¿es que quierematarmeme del corazón?

—Venga, no digas eso —mete su mano en su mochila y rebusca algo — ¡bingo aquí está! ¿Quiren?

— Pequeña muchacha, no quisiera saber que te metes en la boca por las noches?

— Y yo no quisiera tener imágenes mentales por tu comentario.

Al llegar a la escuela, busqué con la mirada a Ethan entre la multitud de estudiantes. Finalmente, lo vi cerca de la entrada principal, hablando con una chica que no reconocí. Ella tenía una sonrisa radiante y una risa contagiosa que parecía iluminar el ambiente a su alrededor. Sentí una punzada de celos, pero me obligué a mantener la calma.

Me acerqué a ellos, tratando de parecer casual.

—¡Hola, Ethan! —saludé, intentando sonar despreocupado—. ¿Quién es tu amiga?

Ethan se giró hacia mí, sorprendido pero sonriente.

—Hoh, halo! Elia se Aiko. Aiko, él es mi amigo.

Aiko me saludó con una sonrisa amable, y por un momento, me sentí culpable por mis intenciones. Pero la determinación de descubrir la verdad y proteger a Ethan de esa zorra disfrazada era más fuerte.

—Encantado de conocerte, Aiko —dije, devolviéndole la sonrisa—. ¿Qué planes tienen para hoy?

—Vamos a ir a la cafetería después de clases —respondió Ethan, sin notar mi inquietud.

La campana sonó, y todos nos dirigimos a nuestras respectivas clases. Durante las lecciones, mi mente estába en otra parte, planeando cómo podría intervenir sin ser demasiado obvio. Finalmente, la última campana del día sonó, y vi a Ethan y Aiko salir juntos.

Los seguí a una distancia prudente, observando cada movimiento. Llegaron a la cafetería y se sentaron en una mesa junto a la ventana.

— ¿Qué haces aquí?

— ¿Eres espía?

Me asuste, pero por suerte no dije nada —sinceramente les voy a poner un cascabel.

Decidí entrar y sentarme en una mesa cercana, fingiendo leer un libro mientras los observaba.

Justo cuando estaba a punto de acercarme y hacer algo para interrumpir su cita, sentí esa brisa helada nuevamente. El mundo a mi alrededor comenzó a distorsionarse, y antes de darme cuenta, me encontré de nuevo en la entrada de la escuela, justo después de la última campana.

—¿Otra vez? —murmuré para mí mismo, frustrado.

Miré a mi alrededor y vi a Yuta y Aiko saliendo de la escuela, exactamente como antes. El tiempo se había distorsionado nuevamente, llevándome de vuelta al mismo punto. Era como si el universo no quisiera que interfiriera.

Decidí intentarlo una vez más, siguiendo los mismos pasos. Pero cada vez que me acercaba a la cafetería, la brisa helada volvía y me encontraba de nuevo en la entrada de la escuela. Después de varios intentos fallidos, me di cuenta de que lo mejor sería tratar de hacer que no llegaran a esa cafetería.

Esa noche, apenas pude dormir. Mi mente seguía dándole vueltas a las distorsiones temporales y a la misteriosa fuerza que parecía impedirme interferir en la cita de Ethan y Aiko. Decidí que al día siguiente intentaría una táctica diferente.

La mañana siguiente, me desperté temprano y me dirigí a la escuela con una nueva determinación. Esta vez, en lugar de seguir a Ethan y Aiko, intentaría hablar con Yuta antes de que se encontrara con ella. Quizás, si lograba convencerlo de no ir a la cita, podría evitar las distorsiones temporales.

Al llegar a la escuela, busqué a Ethan entre la multitud de estudiantes. Finalmente, lo vi cerca de la entrada principal, solo. Me acerqué rápidamente.

—¡Ethan! —lo llamé, tratando de sonar urgente pero calmado.

Ethan se giró hacia mí, sorprendido.

—¡Hola! ¿Qué pasa? —preguntó, notando mi expresión seria.

—Necesito hablar contigo. Es importante —dije, llevándolo a un lado para que pudiéramos hablar en privado.

—¿Qué sucede? —preguntó, preocupado.

—Es sobre Aiko. Creo que hay algo extraño en todo esto. No puedo explicarlo bien, pero siento que algo no está bien —dije, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

Ethan frunció el ceño, claramente confundido.

—¿Qué quieres decir? Aiko es genial. ¿Por qué piensas eso?

—No lo sé con certeza, pero he tenido estas... experiencias extrañas. Como si el tiempo se distorsionara cada vez que intento interferir en tu cita con ella. No sé qué significa, pero creo que deberíamos ser cautelosos —expliqué, esperando que me creyera.

Ethan me miró fijamente por un momento, luego suspiró.

Estas un poco loco Lian, es algo dulce, pero no tienes que ponerte así.

Antes de que pudiera responder, la campana sonó, indicando el inicio de las clases. Ethan me dio una palmada en el hombro y se dirigió a su clase, dejándome con mis pensamientos.

Durante las lecciones, mi mente seguía trabajando en un plan. Decidí que, si no podía convencer a Ethan de cancelar la cita, intentaría observar desde una distancia aún mayor, esperando que eso evitara las distorsiones temporales.

Cuando la última campana del día sonó, vi a Ethan y Aiko salir juntos de la escuela. Esta vez, los seguí desde mucho más lejos, asegurándome de no ser visto. Llegaron a la cafetería y se sentaron en una mesa junto a la ventana, como antes.

Me quedé fuera, observando desde la distancia. Todo parecía normal, y decidí acercarme más.

—No hagan ruido, tengo que ver que hace esa tal, Aiko, solo mírenla, tan presumida y sus cachetes rosados.

Yuta y Mia se quedaron un poco confundidos —como supsite que estabamos aquí —preguntaron con gran asombro.

—Gajes del oficio, pues, ¿qué creen?

— Creo que eres un poco tóxico, aunque no te juzgo él tiene un buen porte y es guapo — ella sonrió.

— Bueno tal vez solo sea un poco.

— Dejalo, Lian es muy obstinado pero tambien muy cobarde.

Ellos parecían muy felices, se veían las piernas cruzadas de Aiko y la sonrisa y el porte de Ethan, no puedo permitir esto.

— ¿Crees que no te puedo ver, no se que tienes con Ethan, pero él es mio, así que, veamos quien gana? —pensaba a lo lejos Aiko mientras daba sorbo a su jugo de frutas.

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