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Los Cables De Tu Corazón.

Capítulo 1: ¿Cuánto tiempo morí?

Abrí mis ojos lentamente y los volví a apretar al ver una luz cegadora que apuntaba hacia mi rostro, intenté una vez más algo confundido y observé a mí alrededor desorientado. El ventanal gigante de vidrio hacía que los rayos del sol entraran y golpearan justo en mis ojos, cubrí mi cara con mi mano tratando de pensar en lo que había pasado.

Lo último que recuerdo es a un hombre llorar y gritar mi nombre mientras me sostenía en sus brazos.

La puerta rechinó haciendo saber que se había abierto, por ella se dejó ver una silueta de un hombre alto que se asomaba a la habitación. El hombre se detuvo frente a la cama y sonrió.

—Buenos días, querido esposo, —dijo él sin cambiar la expresión.

Ahora lo recuerdo. Yo me casé con Edwy, con el hombre al que amé en secreto por 2 años y con el que estuvimos de novios durante 5 años. Con él me casé y aunque todo parecía un cuento de hadas, al final se convirtió en una tortura. Por eso yo me...

Abrí mis ojos sorprendido y empecé a tocar todo mi cuerpo como si buscara algo.

—No temas. Ya estás bien.

—¿De qué estás hablando? ¿Por qué? ¿Por qué estoy vivo? ¿Por qué? ¿Qué fue lo que me hiciste?

Agarré el florero que estaba en la mesita de luz al lado de la cama y le apunté hacía él. Mis manos no paraban de temblar, mi corazón se empezó a acelerar que parecía salirse de mi pecho. Toda la cabeza me daba vueltas y de mis ojos empezaron a brotar una tras otra de lágrimas.

—Tranquilízate, —dijo él tratando de calmarme.

—¿Qué me hiciste?

—Mira, baja ese florero. Mi mamá te lo mandó como obsequio por tu pronta recuperación, hay gente que estuvo muy preocupada por ti, —explicó él tocando su pecho con una mano y sentándose en la punta de la cama—. Yo más que nadie, soy tu esposo y estaba asustado. Creí que... Creí que te perdía, tenía tanto miedo. Yo... Tenía miedo de perderte amor mío.

Negué con la cabeza llorando mientras me mantenía firme con el florero levantado, un movimiento sospechoso que él hacía y le reventaba esa cosa en la cabeza.

—Yo morí, —dije apretando mis dientes y tragando con fuerza la saliva de mi boca.

—Nunca. Te mantuve vivo en mi corazón.

—Soy un monstruo.

—Eres mí esposo.

—¡Basta! ¡Ya cállate! —grité lanzando el florero que se estrelló contra la pared—. ¿Cuánto tiempo estuve muerto?

—Seis meses, pero fue porque destruiste tu cuerpo y no lo pude arreglar tan rápido yo solo. Jamás vuelvas a hacerlo, no soportaría volver a verte en ese estado. Lo sabes Hans.

—Lárgate, —dije en un tono recto apretando las sábanas.

—Cariño...

—¡Lárgate! Te odio. Odio haberme casado contigo.

Él se sobresaltó por completo y agachó su cabeza. No quería apiadarme de él y retractarme así que volteé mí cabeza mientras aguantaba con fuerzas las lágrimas.

—Lo siento cariño por el mal rato que te hice pasar. —Se paró él de la cama y caminó hasta la puerta—, pero me alegro muchísimo poder estar contigo otra vez.

Capítulo 2: Veneno del pasado.

Me quedé observando la ventana un rato largo y luego me destapé, puse mis pies sobre el suelo e intenté pararme, pero perdí el equilibrio y volví a sentarme en la cama.

Mí cuerpo se sentía extraño, mí brazo se movía de una forma extraña, mis piernas también. Todo en mí se sentía extraño. Tomando fuerzas me levanté. No pasaría ni un segundo más en esa habitación, de lo contrario sería mí perdición.

Salí de la habitación sosteniéndome de las paredes, al llegar hasta el pasillo que daba al salón y comedor recordé haberme arrastrado mientras vomitaba justo en ese lugar, mí cuerpo temblaba y una mano con guantes negros me acarició el rostro mientras decía: —Está bien cariño, el monstruo se ha ido.

Cerré mis ojos y endurecí mis labios, sintiendo un sabor amargo en la boca. El mismo olor de esa casa traía horribles recuerdos.

—Hans.

La voz retumbó en mi espalda y logró que todo mí cuerpo se crispara del susto. Me volteé lentamente y miré a Edwy con los ojos llenos de lágrimas.

—Vete... Vete por favor, —dije quebrando mí voz.

Sin poder mantenerme más de pie me tambalee, pero antes de que mis rodillas tocaran el suelo Edwy me tomó y me cargó en sus brazos con tanta facilidad como si yo fuera de un saco de plumas. Él me miró y negó con la cabeza.

—¿Cómo podría irme? Estás necesitando de mí ayuda ahora mismo.

Un nudo se hizo en mí garganta al escucharlo, no dije nada más. No tenía ganas, ni fuerzas.

Sus pasos recorrieron el pasillo y llegamos hasta la sala, con mucho cuidado él me sentó junto a la mesa, se sentó a mí lado y de a poco fueron entrando las empleadas con la comida preparada. Al rato ellas se fueron dejando el salón totalmente vacío.

—¿Por qué lloras? Ya no tengas miedo, —dijo él deslizando sus dedos sobre mis mejillas limpiando las lágrimas que salían solas.

—Me das miedo.

Cuando Edwy escuchó eso apartó su mano y su mirada, ahora observaba su plato de comida que empezó a comer.

—Come cariño. —Suspiro Edwy y prosiguió—: estos meses han sido largos.

No podía negar que moría de hambre así que agarré el tenedor y el cuchillo para cortar la carne, en cuanto lo hice Edwy se volteó a mirarme y abrió sus ojos asustado. Ignoré el hecho de que mantuvo su mirada clavada en mí y seguí con mí acción.

—Oh, —exclamé con sorpresa al ver sangre en la carne.

—¿Qué? —preguntó él sin entender.

Estuve a punto de decir algo cuando en mí estómago se hizo un revoltijo y terminé vomitando a un lado de mí silla en los zapatos de Edwy. Él asustado se levantó y empezó a gritar que alguien venga a ayudarme. Todos los empleados entraron al salón en tanto escucharon el ruido.

—¿Qué es lo que- —Sus palabras se ven interrumpidas por él mismo que se levantó agarrando mí plato de comida—. ¡¿Estaban intentando envenenar a mí esposo?! Acabaré con todos ustedes.

Yo que no paraba de vomitar escuché esto y mis manos reaccionaron por si solas agarrando su brazo con fuerza. No quería que algo más me carcomiera en la consciencia.

—Estoug... Estoy bien, —dije limpiando mis labios con los ojos, nariz y garganta adoloridos—. Solo necesito agua.

—Ya lo escucharon, sirvan agua a mí esposo.

Enseguida una empleada sirvió el agua y me lo acercó, lo tomé agradeciendo y bebí un buen sorbo.

—¿Debería acércarte hasta tu cama? —dijo Edwy tomando mis manos.

—Yo iré solo.

Me levanté de la silla y caminé con cuidado hasta el pasillo siendo perseguido por Edwy en cada paso, quién tenía los brazos extendidos alrededor de mí preparado por si me caía. Al llegar a la habitación él me abrió la puerta y tendió la cama, se sentó en la punta de ella en tanto me acosté y luego lo observé un rato largo en silencio.

—¿Qué me hiciste? —pregunté rompiendo el silencio.

—Lo que cualquier esposo haría con tal de estar con el amor de su vida.

Capítulo 3: Nos volveremos a ver.

No dije nada, él estaba dando muchos rodeos. Estaba claro que no quería decirme, así que me acosté y me tapé hasta las orejas dándole la espalda. Sentí su cuerpo pesado acomodándose a mí lado, él extendió su brazo y me tocó el pelo empezando a jugar con el.

—Cuando tu corazón dejó de latir empecé a buscar una manera de que vuelvas a la vida, ningún doctor lo logró. Te dieron por muerto, pero yo sabía que algo podía hacer. No dejaría a mi esposo morir de esa forma siendo tan joven, —dijo Edwy quitando su brazo de en medio y apoyando su mentón en mi cabeza—. Logré unir partes de un robot a ti y funcionó. Estás vivo.

Volteé mi cuerpo para mirarlo, pero él estaba muy cerca que me puso nervioso. Desvié mis ojos y agaché mi cabeza sin poder evitar soltar un llanto que aplastó mi estómago como una bolsa de agua caliente. Sus brazos me rodearon y me apretaron contra su pecho, tanto lloré que mis lágrimas humedecieron su camisa.

—Perdón por tardar tanto.

—No. Perdóname a mi por haberme enamorado de ti, —dije volviendo a levantar la cabeza y mirar fijamente a sus ojos verdes que se cristalizaron ante mis brutas palabras.

Hace unos 10 años atrás...

—Oye, así pareces un acosador, —dijo una joven comiendo una barra de cereal.

—Baja la voz Lea, él te puede escuchar, —retrucó Hans volviendo a espiar desde atrás de un muro a los chicos de sexto año jugar basketball.

—Estás enfermo y loco, él ni siquiera sabe que existes. Además, ¿sabes que hay un montón de chicas que estás detrás de él? Y son mucho más bonitas que tú.

Hans se volteó enojado y le quitó su barra de cereal. Luego se metió todo el dulce a la boca y masticó con fuerzas mientras su amiga lloriqueaba. Pero en un momento ella dejó de hablar, tenía su rostro sorprendido, mirando detrás de él. Hans se volteó confuso y miró a Edwy parado frente a él.

—Uhg... —Terminó de tragar Hans apresurado y se volteó a mirar a su amiga muy avergonzado, dándole la espalda a su crush.

—Disculpa amigo, ¿No viste caer una pelota por aquí? —preguntó él tocando un hombro de Hans.

Lea empezó a sonreír forzada a no tener reacción, pero era inevitable. Ella agachó su cabeza como si buscara la pelota, pero realmente era para disimular su ataque de emoción que le estaba dando. Al final salió de aquél lugar ahogando sus gritos mordiendo la manga de su ropa.

Hans volvió a mirar a Edwy negando con la cabeza tímido, intentó decir algo, pero acabó en un fiasco cuando se trabó y la vergüenza se apoderó de él.

—Ah, está bien. La buscaré de todas formas, —dijo Edwy dedicándole una sonrisa amigable.

—Te ayudaré. —Soltó Hans de sus labios por fin diciendo algo, a lo que Edwy asintió con la cabeza y ambos se pudieron a buscar el objeto.

—¿Te gustan mucho las barras de cereales Hans? —Edwy se acercó a unos arbolitos y buscaba la pelota ahí mientras le hacía conversación a su compañero.

—Sí, me gustan, —respondió Hans preguntándose en su cabeza como es que sabía su nombre si nunca habían entablado una conversación, esta era la primera vez.

—¡Edwy! Amigo, ¿Qué estás buscando? —pregunta otro chico de sexto, un compañero de Edwy.

—La pelota que perdimos en esta dirección, —responde él levantándose.

—¿Pelota? deja de jugar y ven, es hora de almorzar.

Edwy miró a Hans y le entregó una barra de cereal en sus manos.

—Toma, gracias por ayudarme. Nos veremos después, —dijo marchándose.

—¿Nos volveremos a ver? —susurró Hans para si mismo apretando el dulce como si se tratase de un tesoro.

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