Es una locura lo que les voy a contar, pero fue lo que viví en mis dos primeras vidas. Comienzo por presentarme: mi nombre es Alexander de Ángelo, príncipe heredero del imperio Zafiro, hijo del emperador Fausto de Ángelo y la emperatriz Luna de Ángelo. Cuando tenía 4 años, mi madre falleció de una extraña enfermedad, que nos dejó a mí y a mi hermana de 2 años huérfanos de madre y a mi padre sin su otra mitad de vida; La mitad de su ser se fue con mi madre al fallecer.
Al transcurrir dos años, una mujer, la actual reina regente Casandra de Ángelo, se convirtió en la segunda esposa de mi padre, pero él nunca la amó. Hoy entiendo el porqué: ella lo drogó y se introdujo en sus aposentos de la forma más baja, para que él la aceptara como su emperatriz, algo que mi padre no permitió, ya que la única que tenía ese derecho de ser emperatriz era mi madre. A mi madrastra no le cayó en gracia y nos odia a mí y a mi hermana, pero qué mal por ella, porque mi padre nunca le importó y no le importa lo que haga su reina, una reina de título porque ni poder tiene
Me río de la ingenuidad que tuve al pensar de esa manera, ya que ella forjó su propio rumbo en beneficio propio. Solo dio a luz a un hijo, mi hermano Diego de Ángelo, quien lamentablemente falleció a la edad de ocho años, siendo el único hijo que tuvo con mi padre, ya que él nunca regresó a sus aposentos. Con el paso de los años, a la edad de doce, me fue otorgado un compromiso con Nadia de Zuxes, la hija de los duques de Zuxes.
Admiro la belleza de una niña encantadora, quien sería mi futura princesa heredera y emperatriz, y que compartiría a mi lado el gobierno del imperio que me legaría mi padre. Sin embargo, nada salió como lo había imaginado. Al crecer sin una madre, experimenté la frialdad del entorno que me rodeaba, lo que me llevó a evitar el acercamiento de los demás. Detestaba que me dirigieran la palabra sin la debida reverencia, cultivando un sentido de orgullo y una actitud despiadada. Para mí, los esclavos eran simplemente eso: esclavos, y consideraba que un plebeyo sólo existía para servir a sus amos. Para mí, todos eran mis peones. Lo que yo decía debía cumplirse, o simplemente no me servía. Los criados me temían, la corte me detestaba y el pueblo solo me seguía porque los liberé de las guerras. Sin embargo, la verdad era que nadie me amaba. A pesar de eso, mis logros eran de primer nivel: gané dos guerras y llevé al imperio a convertirse en uno de los más grandes y fuertes. A la edad de veintiuno años, regresé como un gran general de siete estrellas, el único y más poderoso, al mando de un inmenso ejército. Con la conquista de dos reinos que se integraron a nuestro Imperio Zafiro, contraje matrimonio con mi prometida. Lo hice principalmente por cumplir con lo que se esperaba de mí, ya que mi principal objetivo siempre había sido ser un gran líder, sin que nada más me importara, cumpliendo así con las expectativas de mi padre. Me casé con Nadia de Zuxes, aunque nuestra unión era de respeto y formalidad, ella desempeñaba a la perfección sus funciones como princesa heredera. Tras tres años, mi padre me entregó la corona, y a los 24 años me convertí en emperador de Zafiro, con ella a mi lado como emperatriz.
Después de aproximadamente cinco años sin descendencia, ya que mi emperatriz no me había dado un hijo, lo cual era muy importante para el imperio, yo lo consideraba algo normal. Sin embargo, durante una de las expediciones por el imperio, conocí a una mujer, hija de barones, que era realmente hermosa. Tenía cabello negro, piel blanca y unos hermosos ojos grises, además de poseer un buen cuerpo. Me atrajo a primera vista, a pesar de ser consciente de que contaba con mi emperatriz. La expedición tenía una duración aproximada de siete meses.
Ella me acompañó a cumplir con mis responsabilidades y, a petición mía, su padre me la entregó con gusto. Con el tiempo, se convirtió en mi amante y quedó embarazada. La llevé de regreso a mi palacio, cuando mi emperatriz se enteró, se sintió muy humillada. Me suplicó e incluso se arrodilló para que no lo hiciera, pero a mí no me importó una m****a...
Le mencioné que llevábamos muchos años de matrimonio que no teníamos un heredero. Por esa razón, argumenté que la señorita Sofía Scott sería coronada como mi reina, ya que ella estaba embarazada de mi hijo, y no había ninguna ley que lo impidiera. Sin embargo, la corte se opuso a esta idea, ya que Nadia, a pesar de todo, era una excelente emperatriz. La situación entre mi emperatriz y mi reina se volvió complicada, al punto de que mi emperatriz me solicitó el divorcio, se separó de mí y se unió al emperador del imperio enemigo. Convirtiéndose en emperatriz de este.
Cuando nació mi primer hijo, mi reina se convirtió oficialmente en mi emperatriz y, en ese momento, me sentí el hombre más feliz del mundo. Era idéntico a su madre, con su cabello negro y ojos grises, el príncipe heredero del imperio Zafiro, con una fuerza incomparable entre los siete imperios. Sin embargo, nada es eterno, y la felicidad no duró mucho. Después de unos meses, descubrí que mi reina me había engañado; ese niño no era mío, y mi emperatriz siempre había sabido que yo era estéril. Todos me dieron la espalda y tuve que condenar a mi reina a la guillotina por traición. Mis más leales súbditos me traicionaron porque no podían soportar mi forma de ser...
Mi padre fue el único que estuvo a mi lado, pero al ver a su hijo transformado en un tirano, se desmoronó, lo que llevó a su trágica muerte. Mi hermana tuvo un destino terrible; la entregué a un imperio vecino, donde se convirtió en princesa, pero su esposo la maltrató y sufrió abusos demasiado perturbadores, que el solicitó a sus sirvientes, que le causaran a mi hermana una muerte atroz. Yo, por mi parte, heredé un vasto imperio, pero me sentía solo. Todo esto ocurrió porque la ex reina regente, esposa de mi padre, me había estado envenenando desde muy pequeño, había manipulado a todos los que estaban a mi alrededor. Fueron personas que me enseñaron a ser despiadado y frío, para que así no me percibieran como débil. Logré convertirme en lo que ella deseaba: el peor tirano. Y aquí estoy, con mi propia espada clavada en el pecho, sentado en el trono, desangrándome mientras miro a los ojos de quien una vez fue mi emperatriz, quien me está apuñalando y me dice que, tal vez, si no hubiera sido un tirano, no me estaría hiriendo. Pero que yo nunca le importé; ella, al igual que yo, únicamente cumplía un deber impuesto por mi padre, el antiguo emperador.
Es muy difícil escuchar esas palabras de la mujer que estuvo a tu lado. Así es la vida; he terminado en esta situación debido a la mujer que alguna vez fue mi esposa y que hoy se unió a mi enemigo con el objetivo de derrocar mi mandato, incluso llegando a causarme la muerte. Ella ocultó de mí que nunca podría ser padre, sabiendo que mi madrastra estaba aumentando su poder.
Todo fue una trampa que ella fraguó para convertirme en el tirano que soy, para arruinar a mi hermana y destruir a mi padre. Jamás había estado en sus aposentos, pero la responsabilidad no recae en nosotros, sino en ella, que anhelaba el poder sin considerar las repercusiones de sus acciones. La miro y no puedo creer que estuve con una mujer a quien nunca llegué a conocer, que siempre me ocultó lo que sucedía con mi madrastra.
Cierro los ojos y solo me lamento por haberme distanciado de las personas que realmente me amaron en esta vida.
Así concluye mi primera vida, marcada por la miseria, el dolor, la traición y el sufrimiento, todo lo cual yo mismo provoqué.
Esta es mi segunda vida.
Nací en una familia humilde que vivía al día. Mi madre vendía comidas en un puesto ambulante, mientras que mi padre tenía un pequeño negocio de champús, cremas, hidratantes y jabones artesanales; un trabajo que realizaba con mucho amor, aunque sus ingresos eran modestos debido a la poca cantidad de productos que lograba vender. Crecí rodeado de mis dos hermanos mayores, quienes eran un gran ejemplo a seguir, y yo era el tercer hijo, a quien llamaron Cristóbal.
En esta nueva etapa, mi hermana menor Sofía, quien al ser la única mujer fue muy consentida, se convirtió en una prioridad para mi nueva familia. Lo más importante para ellos era que tuviéramos un hogar, comida, ropa, educación y amor...
Crecí en un ambiente lleno de amor. Mis padres se esforzaron por brindarnos educación con lo que podían, lo que resultó en años muy felices. Tuve una infancia donde aprendí el verdadero significado de jugar, de tener amigos y de la importancia del amor familiar, que fue siempre la base de todo. Mi madre y mi padre lucharon por enseñarme que no todo se puede alcanzar en la vida, que hay días buenos y otros más difíciles, y que todos somos humanos y cometemos errores. Disfruté cada día junto a mis hermanos y el profundo amor que siento por mi hermana.
Me he dado cuenta de que en mi primera vida no supe valorar el amor de mi padre y mi hermana. Me perdí de tanto por mi arrogancia; cuando mi padre intentaba acercarse, yo me alejaba. Recordar mi vida pasada me lleva a reflexionar sobre todo lo que tenía, cosas que no poseo en esta vida. No cuento con lujos ni sirvientes; todo lo debo hacer por mí mismo. He tenido que aprender a cocinar y a lavar, a no depender de nadie. Asistí a una escuela común y corriente, como cualquier niño, donde había otros niños.
Aquí no hay clases sociales ni marginación; todos somos iguales. He aprendido mucho en esta nueva etapa de mi vida y agradezco la oportunidad que se me ha brindado. Soy feliz con lo poco que tengo en este mundo y valoro a mi hermana, mis hermanos y mis padres, quienes me dieron esta nueva oportunidad de vivir. He estudiado y fui uno de los mejores alumnos; además, ingresé al servicio militar, donde me quedé porque me apasionaba todo lo relacionado con las armas.
También tuve la oportunidad de aprender sobre ingeniería, ya que nos ofrecían la opción de convertirnos en profesionales en la carrera que eligiéramos. Me formé como un gran ingeniero y estratega de batalla. Aprendí a valorar cada bocado de pan que mi madre ponía en la mesa y el esfuerzo de mi padre. Hoy en día, mis padres son el motor de mi vida, al igual que mis hermanos. Mi hermano, el segundo mayor, tiene su propio restaurante y es maravilloso ver cómo quien menos ingresaba a la cocina se ha convertido en un excelente chef. Mi hermana menor, por su parte, es psicóloga.
Mi hermano mayor es pensionado del ejército. Actualmente tengo 35 años y no tengo hijos, ni pareja, ni esposa. He llegado a la conclusión de que es importante encontrarme a mí mismo. En el pasado, tuve experiencias difíciles con mujeres que me lastimaron; una me hirió profundamente y otra me utilizó, lo cual me dejó algunas secuelas que me hacen sentir desconfianza hacia ellas, y esto me resulta complicado.
En esta nueva etapa de mi vida, reconozco que a mi lado han estado increíbles mujeres: estrategas y luchadoras guerreras. Hay una en particular que me fascina, se llama Lucía, es hermosa. Sin embargo, me da un poco de miedo acercarme a ella. Uno de mis compañeros y amigos, Sergio, me aconseja que deje de ser tan idiota, ya que podría quedarme solo por no darme la oportunidad con una mujer tan maravillosa. Por supuesto, no soy un santo y he tenido alguna que otra aventura, pero nada serio. Él me dice que la puedo perder por no atreverme. Tal vez tenga razón.
Hoy me encontraba en mi oficina revisando unos documentos cuando de repente oí gritos afuera. Salí, intrigado por saber qué sucedía, y vi a mi asistente, una mujer muy hermosa. En su mirada percibí dolor y un deseo de dejarlo todo y huir. Su esposo la estaba gritando y le propinó una fuerte cachetada que la hizo caer al suelo. Al ver esto, lo agarré del brazo y lo alejé. Eso solo logró que él se descontrolara aún más, empezando a gritar que ahora entendía por qué mi asistente lo había dejado, afirmando que yo era su amante.
Observé a la persona con desconfianza y procedí a llamar a seguridad para que lo retiraran. Al momento de la llegada del personal de seguridad, pregunté quién había autorizado su entrada, ya que un civil no tenía permiso para ingresar. Me informaron que, siendo el esposo de mi asistente, se le había permitido el acceso. Les manifesté que, independientemente de esa relación, era necesario que se informara previamente sobre su ingreso. Les indiqué que deberán presentar un informe, ya que este incidente pudo haber tenido consecuencias más graves. Ante esto, ellos solo asintieron con la cabeza.
Al retirar a este individuo de las instalaciones del batallón, miré a mi asistente. Ella estaba en el suelo con el labio partido y su mirada era distante. Le dije que todo había terminado. Ella se levantó, me miró con tristeza, se inclinó y me pidió disculpas. Solo le respondí que se fuera a casa a descansar, que mañana sería un nuevo día. Así concluyó un día que pensé que sería tranquilo, pero resultó ser un día de m***...
Al salir de la oficina, me dirijo a casa. Me quito el uniforme, preparo la cena y miro a mi alrededor, notando que mis padres aún no han llegado, ya que todavía vivo con ellos. Ceno y luego me acuesto a dormir.
Al llegar un nuevo día, sigo mi rutina y me encamino a la oficina. Al llegar, observo que mi asistente y secretaria ya están allí; ellas me saludan y yo simplemente asiento con la cabeza, distraído y sintiéndome estresado. Hay una sensación de que me falta algo, aunque no logro identificar qué es. En ese momento, entra mi amigo, quien, en su estilo habitual, comienza
gritándome que era un huevón de m***** que estaba dejando ir a una gran mujer, solo por no querer tener algo serio. A lo que lo miro fijamente con mi rostro estoico, y él solo me mira y levanta las manos en señal de que ya entendió que no estoy de humor para sus payasadas y que no se meta en mi vida personal. En ese momento, ingresa mi secretaria a la oficina informándome que me ha llegado una encomienda.
¡Yo miro el paquete; al abrirlo, me doy cuenta de que es un libro.! Qué raro!, no tiene remitente. Cuando el idiota que tengo al lado dice que por fin llegó el libro, me doy cuenta de que lo pidió para mí.
'Me dice: Lo leí, me gustó. Creí que era bueno que lo leyera. Sé que no te gustan estas historias, pero el emperador tirano me hizo acordarme de ti, mi queridísimo amigo.' Sale de mi oficina cerrando la puerta de un portazo. Ya que si se queda un minuto más, no la tendrá fácil, el muy imbécil. Lo dejo a un lado, no le doy importancia. Entra mi asistente y me informa sobre el horario que tenemos para el día. Ella vuelve a pedir disculpas, a lo que le respondo que no hay problema, pero que trate de solucionar los problemas con su esposo. Ella asiente con la cabeza. Así transcurre el día, lleno de reuniones. Cuando ya me estoy alistando, me acuerdo del libro, lo cojo y lo meto entre mi maletín.
Salgo de mi oficina, me despido de mi asistente y de mi secretaria, y me dirijo a casa. Esta vez no voy a la casa de mis padres, sino a un apartamento que tengo reservado para esos momentos en los que deseo estar completamente solo, sin tener que escuchar a nadie. Hoy es viernes, así que planeo quedarme allí todo el fin de semana. Después de un trayecto de aproximadamente una hora, llego al apartamento, aparco mi auto en el sótano y subo en el ascensor hasta mi piso. Una vez dentro, tomo una copa de vino y comienzo a disfrutarla cuando recuerdo el libro. Lo saco del maletín y lo dejo sobre la mesa. Luego, me dirijo a la cocina para preparar la cena. Después, voy a mi habitación, me quito el uniforme y me doy un baño. Me pongo algo muy cómodo para estar en casa, ya que sé que no tendré visitas, así que no me preocupo y solo me dejo los pantalones de Chantal. Sirvo la cena y empiezo a comer. Cuando termino, me dirijo al sofá, me siento, sirvo otra copa de vino y empiezo a leer el libro, que me trajo el idiota. Solo el título que Leo me trae escalofríos, que recorren todo mi cuerpo. Comienzo a temblar, no sé por qué, pero presiento que al leer esto estaré descubriendo algo. El título dice: 'EL EMPERADOR TIRANO Y LA TRAICIÓN DE LA MUJER QUE AMO'. Comienzo a leer y me doy cuenta de que lo que dice, este libro es mi vida. Mi primera vida comienza con mis padres y cómo se amaban, cuando nací, y cómo mi madre luchó por tener a mi hermana.
El momento de su muerte, el porqué murió, el dolor de mi padre al perder a su alma gemela, la llegada de mi madrastra, a quien siempre pensé que era una mujer tirana y resultó no ser así; fue una víctima de las circunstancias. Es duro darte cuenta de que no siempre lo que creíste que era la verdad lo fue, sino una mentira.
Mi padre también fue una víctima en esta situación, ya que la juzgó, creyendo que ella era quien lo había drogado, lo cual no era cierto. Ella también fue manipulada para poder entrar en los aposentos del rey, que estaba de visita en el imperio, pero terminó en los de mi padre, el emperador. Esto llevó a que tuvieran que casarse; todos pensaron que ella deseaba convertirse en emperatriz, pero la realidad era otra: ella solo quería escapar. Se convirtió en un instrumento de un hombre que quería destruir a mi padre. Quedarse con el imperio. ¿Qué mejor manera de vender a su sobrina que a un rey que deseaba lo mismo que él: destruir a mi padre? El duque Milton Herrera, la mano derecha de mi padre y tío de la princesa del imperio Milán, la nueva reina de mi padre. También descubrí que la muerte de mi hermano fue causada por una doncella que sentía rencor hacia mi madrastra, ya que mi padre empezaba a desarrollar sentimientos por ella, algo que no convenía a quienes no deseaban que el emperador se enamorara de su reina.
Me di cuenta de que ella no fue mala con nosotros cuando éramos pequeños; su comportamiento cambió después de la muerte de su único hijo, mi hermano. También comprendí que el duque de Zuxes no siempre fue un gran hombre; siempre supo que si su hija se convertía en emperatriz, ellos ganarían más poder. Además, entendí que mi emperatriz solo estaba a mi lado por el poder y el estatus que le brindaría ser mi esposa, ya que era una mujer vanidosa y deseaba tener influencia. Sin embargo, nunca me amó; para ella, yo era un tirano que solamente pensaba en sí mismo. Por eso me traicionó. Supuestamente, por eso ella tomó esa decisión, y también descubrí que me había engañado. A pesar de seguir siendo mi emperatriz, me duele leer esto. Me enteré de que, desde hace tiempo, se reunía con el emperador del imperio vecino. Además, descubrí que quien creía que era mi reina también me traicionó con mi general del ejército.
También me doy cuenta de que el hijo que supuestamente era mío realmente era del general. Ese hombre siempre supo que yo me fijaría en ella, y todo fue una trampa que les salió muy bien, ya que al ser una mujer diferente, logró captar mi atención. Qué tonto fui al criar a un niño que no era mío, dándole un lugar a mi lado y en mi corazón, a una mujer que solo buscaba hacerme daño, y así lo hizo, porque me destruyó. A pesar de todo, yo quería a esa criatura, a mi hijo, porque para mí él siempre fue mi hijo. Me vi obligado a acabar con su vida, así como hice con la de su madre, por traicionar me. Es irónico, pero a través de este libro he descubierto muchas cosas que me duelen. Me doy cuenta de que dañé a muchas personas que me querían, a mi padre y a mi hermana, a quienes no supe proteger. Me siento como un tonto, pero ya no puedo hacer nada; en ese mundo, estoy muerto...
Tras mi fallecimiento, el imperio por el que mi padre luchó arduamente para que prosperara se desmoronó. La ex emperatriz, mi exesposa, únicamente se dedicó a quitarme la vida y permitió que la corte real proclamara a un nuevo emperador, nombrando al duque Milton como emperador regente. Sin embargo, este llevó al imperio hacia la quiebra y la ruina. Así es como el imperio más poderoso del mundo se destruyó, dejando a mi familia muerta y a mí también, todo por la avaricia de un hombre. Cierro el libro y me doy cuenta de que he pasado toda la noche leyendo. Suena mi teléfono; es mi madre. Le contesto y hablamos durante unos minutos. Al colgar, decido irme a dormir. Duermo todo el día y al despertarme ya es de noche. Empiezo a reflexionar sobre que tengo 35 años y es momento de encontrar a alguien que me acompañe, ya que este apartamento se siente solitario. Así, paso mi fin de semana haciendo ejercicio y releyendo la historia de mi vida pasada.
El lunes, al llegar al batallón, veo que un coche está obstruyendo la entrada. Decido bajarme del mío para averiguar quién es la persona que está impidiendo el acceso. Para mi sorpresa, resulta ser el esposo de mi asistente. Se baja del vehículo y, sin darme tiempo a reaccionar, está armado. Cuando me ve, no lo piensa dos veces y me apunta, disparando directamente hacia mi abdomen y cerca del corazón. Con las pocas fuerzas que me quedan, me lanzo sobre él y lo desarmo. En ese momento llegan los guardias y me lo quitan de encima. Veo cómo mi asistente se arrodilla a mi lado y me dice: 'Lo siento, jefe, lo siento mucho'. Cierro los ojos agradeciendo que, en esta vida, supe lo que es ser amado por mis padres, mis hermanos, tener amigos y aprender que todos somos seres humanos, que no hay clases sociales, que no hay ricos ni pobres, que todos luchamos por sobrevivir en este mundo.
Así concluye mi segunda vida...
Volví a mi primera vida...
Desperté una semana después del aniversario de la muerte de mi madre. Mi nana Margarita me dice que tuve una fiebre muy alta y que estuve inconsciente durante una semana. En esa semana, yo renací, pero tengo mis memorias de vidas pasadas. Esta vez, no voy a cometer los mismos errores. Voy a cuidar de las personas que más me han amado: mi padre, mi hermana y todos aquellos que me quieran a partir de ahora. Hasta este momento no me he convertido en un tirano y no tengo intención de hacerlo. Tengo la intención de hacer las cosas lo mejor que pueda, ya que no quiero desperdiciar esta nueva oportunidad. Voy a aprovecharla al máximo. En este momento, estoy sumido en mis pensamientos cuando escucho la puerta.
Toc, toc. 'Príncipe, ya estás despierto', me dice mi nana. Automáticamente salgo de mis pensamientos y le respondo: 'Sí, nana, puedes continuar'.
Ella entra en mi habitación y me hace una reverencia. Le digo: 'Nana, por favor, deja de hacer eso. Sabes que eres como una madre para mí'.
'No, mi príncipe, hay que respetar el protocolo', me responde ella, mientras yo simplemente pongo los ojos en blanco."
- Mi príncipe, el emperador, lo está esperando para desayunar junto con la princesa. -
- Está bien, nana, ayúdame a arreglarme para no hacer esperar a mi padre y hermana por mucho tiempo. -
Todavía no me acostumbro a que me vuelvan a ayudar a vestirme y a bañarme; se siente raro, pero poco a poco me iré acostumbrando.
¿Mm... no lo sé, solo el tiempo lo dirá?
Una vez que me vestí, mi nana me llevó hacia el comedor. Caminamos por los pasillos del castillo, y no puedo evitar sentir cuánto extrañaba este lugar, mi hogar. Bajamos las escaleras y nos encontramos con empleados que estaban ocupados en sus tareas. Al verme, inclinan la cabeza en señal de respeto y un poco de temor, ya que se dice que soy un niño algo caprichoso y problemático.
Al llegar al comedor, encuentro a mi padre en la cabecera de la mesa. Es un hombre alto, de aproximadamente uno noventa de estatura, con piel blanca y ojos dorados que, al mirarte, te hacen sentir un cosquilleo en la piel. Su cabello dorado y su buena figura, que no es excesivamente delgada, le otorgan una presencia imponente. Todo en él irradia autoridad y respeto. Me acerco a él, le hago una reverencia y lo saludo cordialmente.
" Buenos días al Sol del imperio zafiro. Que la gracia de los dioses esté contigo y la bendición de Selena te acompañe. " Mi padre me mira; veo en su mirada orgullo y, a la vez, tristeza. Se levanta de la mesa, se agacha y dice:
- Querido hijo, príncipe heredero del imperio zafiro, no es necesario que seas tan formal conmigo, tu padre y emperador. No hagas eso mientras estemos aquí dentro del castillo; simplemente llámame papá y abrazame, - dice mi padre.
Al oír sus palabras, me lanzo a sus brazos y sigo sus indicaciones. Ha pasado tanto tiempo desde que sentí su abrazo y, de repente, comienzo a llorar. Lloro por lo tonto que fui en mi vida anterior, por haber desperdiciado tanto tiempo que podría haber compartido y aprendido junto a un hombre ejemplar, sabio y bondadoso, que sabe ser firme cuando la situación lo requiere. Es respetado por su pueblo y temido por los imperios vecinos. Un guerrero admirado por su ejército, ese hombre es mi padre, el emperador del imperio zafiro, Fausto de Ángelo. Puedo sentir cómo se tensa por la sorpresa del abrazo, ya que no esperaba que lo hiciera. Desde que mamá murió, no permitía que se me acercara, pero al escuchar mi llanto, solo me abraza y me deja llorar. Al oído, me susurra:
"Hijo, sé que la pérdida de tu madre es muy difícil, pero debemos seguir adelante. Hay muchas personas que dependen de nosotros y también tenemos que cuidar de tu hermana. Debemos ser fuertes. Te amo, hijo, y me alegra que estés a mi lado. Me preocupaba que me pudieras odiar por no haber podido salvar a tu madre. Te prometo que hice todo lo que pude, pero su enfermedad era muy grave y lamentablemente ya no había nada que hacer. "
- Padre, te creo y te pido perdón por haber sido un mal hijo, por alejarme de ti. Te he juzgado y he comprendido que eres el emperador que gobierna un gran imperio, aunque no eres un Dios. Mi madre está junto a Selena, y desde allí nos enviará su bendición para que podamos ser una familia. Te prometo, padre, que haré todo lo posible por ser tu orgullo." (Me separo de él y lo miro a los ojos.)
En esos ojos veo mi propio reflejo.Miro el rostro de mi padre y veo que de él salen lágrimas, no de dolor, sino de alegría al ver que su niño está madurando. Ver al emperador Fausto de Angelo derramar lágrimas por las palabras que le dice su hijo de 5 años no tiene precio. Para mí, son lágrimas que demuestran lo mucho que me ama, que soy importante para él, no como me hicieron creer en mi vida pasada. Nos separamos y nos sentamos cada uno en su respectiva silla.
Al otro lado de la mesa veo a mi hermana, que está sentada en una sillita, a la izquierda de mi padre, mientras que mi nana está detrás de ella para ayudarla. Me acerco, le doy un beso en la mejilla y me sonríe. Es tan pequeña, tan inofensiva y tan hermosa. Se parece mucho a mi madre: tiene el cabello azul oscuro que parece negro, ojos azules como el cielo con destellos dorados y una piel blanca como la más fina porcelana, con mejillas sonrojadas. Es realmente una linda muñequita. Mi querida muñequita Alina de Angelo, hermosa hermana, en esta vida te protegeré (pienso para mí mismo).
Me siento en mi silla, al lado derecho de mi padre. Desayunamos entre risas, disfrutando de un momento agradable. Terminamos con la promesa de mi padre de que los tres desayunaremos juntos todos los días y también cenaremos. Mi padre se levanta, ya que debe atender asuntos del estado, y yo debo ir a mis clases. Me despido de mi hermana con un beso en la mejilla. Y de mi padre me despido con un abrazo y un beso en la mejilla, porque en esta vida no quiero alejarme del amor de mi familia. Salgo de allí directamente a encontrarme con el capitán de la guardia imperial, mi maestro en el arte de la espada y la lucha. Mientras camino por los pasillos, cada rincón de este castillo me trae recuerdos que deseo transformar, ya que a partir de hoy, crearé nuevos recuerdos...
Al llegar a la puerta trasera, me encuentro con un hermoso jardín. Atravieso el jardín y, más allá, puedo ver el cuartel donde descansan los soldados imperiales, la primera línea de defensa de la familia imperial. Continúo caminando y, en medio del bosque, está el lugar de entrenamiento, donde hay una cúpula para aquellos que nacen con magia. En mi primera vida, nunca me gustó la magia ni quise saber nada de ella, pero en esta ocasión deseo descubrir si tengo algún don mágico.
Quiero ser el mejor para poder proteger mi imperio, a mi familia y a todos aquellos que me respeten y sean leales, no solo por ser el príncipe heredero, sino por ser Alexander de Ángelo, una persona común. Deseo que no sientan miedo hacia mí, sino que me vean como un igual. Quiero que me consideren su amigo y no únicamente como el príncipe que soy. Salgo de mis pensamientos al llegar a mi destino y saludo:
—Buenos días, Capitán Salvatierra.-
- Buenos días, mi príncipe. Está listo para su entrenamiento del día de hoy.-
" Sí, capitán Salvatierra, estoy listo. Además, me gustaría presentar la prueba de magia, ya que me gustaría saber si la poseo."
- Me alegra escuchar eso, príncipe. Informaré al emperador para que envíe la solicitud al templo y así se realice la prueba a Su Alteza, el Príncipe. *Asiento con la cabeza*. -
Así iniciamos mi entrenamiento, el cual estoy tomando muy en serio. A diferencia de mi vida anterior, cuando comencé a entrenar a los 10 años, pero de mala gana, esta vez he decidido empezar desde ahora a preparar mi cuerpo para poder proteger a los que amo. Pasamos toda la mañana con Él explicándome las posturas y lo que debo hacer al llegar al campo de entrenamiento. También me informa que debo escoger uno o dos caballeros. Para que estén a mi servicio en mi primera vida, nunca lo hice, ya que no tenía a nadie. No me gustaba que alguien me siguiera los pasos, pero en esta vida lo haré. Tengo que aprender a confiar en los demás y a ganarme la confianza de las personas de mi imperio.
'Capitán Salvatierra', pronunció, llamando su atención.
-:Por favor, llévame a buscar a mis escoltas,- solicité. Él simplemente me miró y respondió:
" Sígame, príncipe. Lo llevaré al lugar donde se encuentran todos, para que pueda seleccionar entre los soldados aquellos que lo acompañarán a partir de hoy. "
Caminamos durante unos cinco minutos más, y veo que se aproxima el general de las tropas imperiales, Joset Vásquez, un hombre de distinción con siete estrellas. Tiene el cabello alto y negro, ojos oscuros y piel trigueña. Me mira y me saluda:
-Saludos al pequeño sol del imperio, príncipe heredero de Zafiro. Que la bendición de Selena y de los dioses te acompañen. con una reverencia. -
- -Que la bendición de Selena esté contigo para que siga guiando a nuestro ejército imperial. Me inclino también. -
Le informo a lo que hemos ido, y él solo asiente con la cabeza. Nos pide 5 minutos para reunir a sus hombres, a lo que solo le digo que sí. Veo que comienzan a llegar soldados, que se forman frente a nosotros. Qué orgullo ver a las tropas que nos protegen, ver rostros que pelearon conmigo en las guerras. Hubo otros que perdieron la vida debido a mi intolerancia por querer concluir rápidamente, pero esta vez me aseguraré de proteger a todos, dice el general de las tropas, sacándome de mis pensamientos.
¡Soldados del imperio de zafiro, fuerza imperial, ofrezcan sus respetos a su alteza, el príncipe heredero!
Todos entonan en una sola voz.
-Que la bendición de Selena y los dioses protejan y guíen el camino de su Alteza, el príncipe heredero del Imperio Zafiro. Sus soldados imperiales le envían un cordial saludo y juran lealtad a su Alteza en su reinado como príncipe heredero y como futuro sol del Imperio Zafiro.-
¡Quedé sorprendido cuando recibí ese saludo de las tropas imperiales! Me llenó de orgullo y les respondí con gratitud.
"Buenos días, mis fieles soldados de las tropas imperiales. Soy Alexander de Ángelo, príncipe heredero del Imperio Zafiro, hijo del emperador Fausto de Ángelo. Les prometo protegerlos y estar a la altura de sus expectativas para guiarlos y convertir este imperio en el más fuerte y el mejor lugar para sus familias, así como para todos aquellos que deseen vivir en paz y alegría. Les prometo que estaré a su lado en las batallas que puedan surgir en el futuro, y ruego a la diosa Selena que no tengamos ninguna. Prometo respetar a cada uno de ustedes como los valientes guerreros que son; sin su apoyo, no estaríamos aquí hoy, viviendo felices y en armonía. Gracias por brindarnos su protección. Que la luz de Selena los bendiga y los proteja, soldados de zafiro. Me inclino sobre una rodilla frente a las tropas imperiales, me levanto y contemplo con alegría los rostros que me rodean. De mis tropas, mis futuros compañeros de lucha...
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