Bella...
Esta historia no comienza con una típica historia de amor... Ni tampoco comienza con un clásico cuento de hadas... Esta historia comienza con una traición, una puñalada en el centro de mi pecho qué hizo que mi corazón se amargara, buscando solo consuelo en la venganza. ¿Quién dice que quienes arruinaron mi vida tienen que ser felices? Si ellos fueron capaces de llegar hasta las últimas consecuencias con tal de vivir su historia de amor ¿Por qué los que quedamos en medio nos debemos hacer a un lado y dejarles su vida en paz?
Yo no estoy desacuerdo, podrán decir que no soy lo suficientemente mujer para retirarme con dignidad y rehacer mi vida, pero... si hay algo que aprendí en esta vida es que el valor de una mujer no se mide en cuanto, más o menos, digna esta sea, el valor de una mujer se mide en cuanto una misma se valora. Y que creen, yo valgo mucho, y juro por Dios que solo voy a ser feliz cuando ambos supliqué mi perdón y rueguen clemencia.
Para que puedan entender mejor de lo que les estoy hablando, empezaré desde el principio.
Cuando tenía dieciséis años conocí a Verónica, una joven linda y alegre, que al contrario de mí, ella siempre lo tuvo todo, padres amorosos, una vida de lujos, e incluso un hermano mayor que haría cualquiera cosa que ella le pidiera. Yo, por otra parte, fuera de la escuela vivía con miedo de llegar a mi hogar, mi padre era un mujeriego y mi madre una alcohólica, que siempre que podía me reprochaba el hecho de haber arruinado su vida. Si yo no hubiera nacido, ella hubiera podido llegar a ser una gran actriz o modelo, pero su carrera se pausó cuando yo llegue y luego el constante daño psicológico que mi padre ejercía sobre ella la llevaron a la bebida y con el tiempo empezó a hacerme blanco de sus males. Obviamente, esto en un principio me afecto, a tal punto que tuve por años trastornos alimenticios, donde mi único refugio era la comida.
Verónica, quien en ese entonces era una niña al igual que yo solitaria, se acercó a mí y poco a poco entablamos una amistad. Una amistad que duró casi doce años, fuimos a la universidad juntas, estudiamos ambas la misma carrera, e incluso teníamos proyectado abrir nuestra propia empresa. Si bien su familia era rica, la empresa de su familiar se dedicaba al rubro hotelero, mientras que ambas habíamos estudiado moda y diseño.
En nuestro último año de universidad, conocimos a Eric, él también estaba interesado en la moda, pero soñaba con ser actor. El chico además de ser muy guapo, era muy ambicioso, él estaba convencido de que un día llegaría muy lejos, y no se equivocó.
Poco a poco nos hicimos amigos, y cuando menos lo espere termine completamente enamora de él, y él de mí. Me sentía más que afortunada de haber podido conquistar a un hombre como él, pero para mi sorpresa no solo yo me sentía así con él. Verónica también se había enamorado de Eric, y en cuanto supo de nuestra relación nuestra amistad empezó a flaquear. Ya no nos juntábamos tan seguido, mucho menos me contaba sus cosas. Tampoco le gustaba que hablará tanto de mi relación con Eric, era como si el solo tocar el tema la irritara. Nunca pude comprender su comportamiento, hasta el día que todo cobro sentido y ahí pude entender el porqué de muchas de sus acciones. Una mañana estaba llegando a su apartamento cuando vi el auto de mi novio estacionado frente a su edificio y dentro de él, Eric y Verónica discutiendo acaloradamente. Los gritos eran lo suficientemente fuertes como para no poder evitar escuchar su conversación. Ella le reprochaba el hecho de que aún no me dejaba y él le pedía que solo esperará un poco más. Que no quería lastimarme y que solo estaba esperando el momento indicado para decirme la verdad.
En ese momento mi corazón se rompió en mil pedazos, no me dolía tanto la traición de él, sino que ella era mi amiga, mi hermana, nunca imagine que ella pudiera hacerme algo como eso. Intentando calmar mis inmensas ganas de llorar, tomé mi teléfono y la llamé. En cuanto sonó, vi la cara que puso al ver mi nombre en la pantalla de su teléfono, era una cara completamente de desprecio, de fastidio, a un así contesto y fingiendo su tono de voz dijo.
— Hola nena... ahora no puedo hablar ¿es urgente?
Respire profundo e intentando controlar el nudo en mi garganta, dije.
— No... solo quería saber si esta tarde estás libre, hace mucho que no te veo y quería saber como estás...
— Mmm... déjame revisar mi agenda y más tarde te confirmo ¿vale? Besos, te dejo.
Y sin que pudiera decir nada más me colgó. Luego de eso mis lágrimas empezaron a rodar por mi mejilla y sin poder seguir soportando verlos juntos, me marche de ahí. No sabía por qué ambos habían jugado así conmigo, porque se habían atrevido a hacerme esto, si yo siempre había sido leal con ellos. Camine sin rumbo por unas cuantas horas, hasta que sin darme cuenta crucé una calle donde un auto no pudo frenar a tiempo y me embistió.
Luego de eso desperté en la sala de un hospital, conectada a varios aparatos raros y un tubo salía de mi boca. Intente moverme, pero en cuanto lo hice una alarma empezó a sonar y una enfermera llegó rápidamente para ayudarme. Luego de que el médico viniera y me examinaran, la noticia de que de aquel fatídico día había pasado hacía casi dos años llegó. El accidente no había sido tan leve como había creído, había estado en coma los últimos dos años. La vida que conocía ya no existía, mi novio se estaba por casar con mi mejor amiga, mi madre había muerto ese mismo año y mi padre había perdido la empresa. Mi vida entera se había arruinado y yo no sabía que mal estaba pagando en esta vida, ya que parecía que el universo entero estaba conspirando en mi contra. Toda esa situación solo hizo que mi corazón se oscureciera un poco más e intentara buscar al culpable de todo esto. Solo algo tenía sentido para mí y eso era que si ellos no me hubiesen traicionado yo no hubiera tenido ese accidente y hubiera podido cumplir mi sueño.
El odio, la venganza y el rencor, eran mi único consuelo en ese momento y así como una vez jure proteger a quien creí que era como una hermana para mí, en ese momento solo pensaba en que si yo no podía ser feliz ellos tampoco se lo merecían. Conocía a Verónica como a mi misma y sabía que si me lo proponía podía arruinar su vida al igual que ella lo había hecho con la mía.
Bella...
Los días pasaban y mientras me recuperaba poco a poco, mi mente vagaba en los recuerdos de mi último año junto a los traidores. Todo empezaba a cobrar sentido, las llamadas a horas extrañas, los viajes postergados, es que mientras más lo pienso más coincidencias encuentro y más odio comienzo a sentir. Ellos siempre jugaron conmigo, ninguno se detuvo ni por un instante a pensar en el daño que esto podría causarme. Es por eso que yo tampoco me detendré, en cuanto salga de este hospital voy a arruinar sus vidas... van a desear nunca haberme conocido.
Los meses pasaron y en cuanto recupere por completo mi movilidad fui dada de alta.
En cuanto al hombre que me atropelló, él se hizo responsable de todos los gastos del hospital y vino a verme varias veces. Se sentía culpable por lo sucedido y aunque la corte lo había declarado inocente, porque la responsabilidad de haberme atravesado frente a su auto había sido mía, aun así él no pudo con su conciencia y cuido de mí todo este tiempo. El señor Ferrer, como yo le llamó, es un hombre mayor, que perdió a su hija en un accidente automovilístico. Creo que mi situación le afecta tanto por eso motivo, y aunque ya le he agradecido varias veces su ayuda y lo he eximido de culpas y cargos, él sigue regresando y ayudándome con mi rehabilitación. Es más de lo que puedo decir de mi padre, que desde que desperté, no lo he visto ni una vez.
Mientras que termino de preparar mis maletas, veo al señor Ferrer llegar con su uniforme de chófer y esa cálida sonrisa con la que siempre me mira.
— Buenos días, señorita Bella. ¿Ya esta lista? He pedido unas horas para poder llevarla a su casa.
— Señor Ferrer... buen día, esto no era necesario... ya le había dicho que yo podía ir sola.
— Nada, nada... déjeme que le ayude con las maletas.
Sonrió ante la insistencia del señor Ferrer y le entrego mi bolso para así ambos por fin irnos de ese lugar. Estos meses que estuve aquí solo fueron más amenas porque este anciano no me dejo sala en ningún momento. Creo que sin su ayuda y compañía, hubiera terminado por volverme loca. De camino a mi casa voy mirando todo a mi alrededor y aunque las calles se ven exactamente igual que hace dos años, el paso del tiempo se siente en el aire. De pronto mi mirada recae en un cartel donde Eric se encuentra posando junto a Verónica y al ver que es una portada de revista tomo mi celular y busco el sitio web de la noticia. Al leer el artículo la poca paz mental que me quedaba se termina de esfumar. Mi rostro cambia a uno sombrío y mis manos se aprietan inconscientemente. Aun no puedo creer que ellos vivan su vida tan libre y felizmente cuando ambos son responsables de mi desgracia. El señor Ferrer al notar mi cambio de ánimo pregunta cauteloso.
— Señorita Bella, ¿Está usted bien?
Vuelvo en sí al escuchar su tono de voz preocupado y respondo intentando controlar mis emociones.
— Sí, es solo que acabo de recordar que esta noche tengo un evento. Señor Ferrer podemos hacer una parada antes de ir a mi hogar, tengo que ver a un viejo amigo.
Veo como el anciano asiente más tranquilo y le indico a donde ir. Esta noche iniciaré mi venganza, si ellos creen que les dejaré su vida en paz, están muy equivocados.
En los últimos meses, estuve pensando como podía vengarme de Verónica. Una mujer como ella, no es fácil de dañar. Es joven, rica, heredera, y se está por casar con uno de los hombres más guapos del momento en la farándula. Aun si quisiera reconquistar a Eric, ella seguiría siendo una mujer entera... Yo lo que quiero es que sufra, lo que yo sufrí, que sienta que de la noche a la mañana lo perdió todo, su familia, sus sueños, su futuro. Y para eso ya tengo un plan perfecto.
Voy a tomar todo lo que es de ella, así como ella una vez tomó todo lo que es mío, y empezaré esta noche.
Luego de unos veinte minutos llegamos al salón de belleza de un viejo amigo, Max. Le indico al señor Ferrer que espere y me dirijo hacia la entrada del salón.
Al ingresar veo que Max está atendiendo a una joven y al ver como una de sus ayudantes viene hacia mí digo.
– Hola buenos días, está bien, esperaré al dueño.
Al decir esto la joven me mira mal y contesta.
— ¿Tiene cita? Máxime solo atiende a gente de la farándula y personas importantes.
— ¿Máxime? Con que así le dicen ahora. — Veo que la joven sigue mirándome con su rostro fruncido y agregó — Soy una vieja amiga, sé que él me va a atender.
— Su nombre... ¿Cuál es su nombre? Le preguntaré si tiene tiempo, hoy estamos muy ocupados...
— Bella... Mi nombre es Bella.
La joven se marcha en dirección a Max y en cuanto él escucha mi nombre voltea y entregándole lo que tenía en sus manos a la joven,se acerca rápidamente a mí y me abraza.
— ¿Esto es verdad...? ¿Eres de verdad? ¿No estoy soñando?
— Oye, ya, cálmate. Todo mundo está mirando...
— No me importa, ¿Bella, en verdad eres tú?
– Ay... si, ya, suéltame.
Veo como sus ojos me examinan de arriba abajo y es ahí donde pregunto.
— ¿Oye, que te sucede? Ni que estuvieras viendo un fantasma...
— ¿Qué me sucede? ¿Dónde diablos estuviste todo este tiempo? Todo el mundo te creyó muerta. Verónica, Eric... todos creen que tú moriste en un accidente de auto.
Es ahí donde abro grande mis ojos e intentando procesar lo que Max me acaba de decir digo.
— ¿Qué acabas de decir?
— Lo que acabas de oír... salió en todas las noticias...
– ¿Espera dices que morí? Max, si tuve un accidente, pero estuve en coma por casi dos años.
— ¿Cómo que estuviste en coma? ¿Cómo puede ser que nadie supiera de eso? Tu padre perdió la empresa porque no pudo seguir después de tu muerte, y tu madre... ella...
Al ver como las lágrimas en el rostro de mi amigo caen, mi corazón se aprieta y lo abrazo.
— Max tranquilo, estoy aquí...
— Ven, hablemos en mi oficina.
Sin más toma mi mano y me arrastra por los pasillos de su salón hasta una pequeña oficina donde me pide que le cuente todo lo que me sucedió.
Max al igual que Verónica, es un amigo de muchos años, pero a diferencia mía, él siempre vio a Verónica tal cual era, una mujer de dos caras que no le importaba pasar sobre quien fuera con tal de conseguir sus objetivos. Mientras que le contaba mi historia y todo lo que viví durante estos últimos meses, podía ver en los ojos de Max el odio, y la frustración que todo lo que le estaba contando le causaba. Antes de terminar le conté el motivo por el que estaba allí y termine diciéndole.
— Es por eso que estoy aquí, te necesito, no les voy a dejar su vida en paz. Ellos van a pedir de rodillas que yo los perdone y les tenga piedad.
— Maldita perra... yo te lo dije, te lo advertí. Te dije que esa víbora no era de fiar...— Veo como Max se levanta de su asiento y dando vueltas a su escritorio toma mi mano y me mira profundamente. — Cuenta conmigo para lo que necesites cariño. No te dejaré sola en esto, no voy a perderte otra vez.
Sonrió ante las palabras de mi amigo, y fundiéndonos en un abrazo digo.
— Gracias... Y que bueno que dices eso porque necesito que me prepares para esa noche...
— Espera ¿esta noche?
— Sí... voy a ir a su fiesta de compromiso.
— Bella, esto es muy arriesgado, como planeas entrar ahí sin una invitación...
— Yo no tengo, pero sé que tu sí.
Veo como sonríe de lado y pregunta curioso.
— ¿Planeas arruinar su fiesta?
— Max, amigo, que poco me conoces. Por supuesto que no... solo quiero hacer un brindis por la feliz pareja y desearles mis más sentidos deseos de felicidad.
Veo como sonríe ante mis palabras y agrega.
— En ese caso voy contigo, no puedo perderme esto...
Ambos sonreímos por la ironía de nuestras palabras y empezamos a preparar nuestro plan para esa noche.
Bella...
Por la tarde luego de planear todo con Max para la noche, y arreglarme un poco, me dirigí a mi casa donde al verla quede sorprendida de lo sin vida que se veía. Nunca fue un hogar lleno de luz, pero el aspecto que tenía en este momento daba la impresión de ser una casa abandonada o peor embrujada. El señor Ferrer al igual que yo al verla, me miró con la pregunta en sí rostro, como intentado preguntar si estaba segura de que ese era mi hogar y al entender su mirada asentí.
— Muchas gracias señor Ferrer, puede venir a visitarme cuando quiera.
Veo como sonríe y asintiendo, baja del auto para tomar mi maleta del baúl y despidiéndose de mi en la entrada se marcha.
Cuando por fin me quedo sola, cruzó el portón de la entrada e ingreso a paso lento. No tenía intenciones de asustar a nadie, así que intentaba de no apresurar mi entrada, pero de pronto las puertas de la casa se abrieron y un hombre completamente borracho se freno de golpe en la entrada.
— Ya he dicho que no quiero...— Él hombre, quien era mi padre, se detuvo de golpe en su rugido e intentando enfocar bien mi rostro dijo — B–bella...
— Hola papá...— Veo como retrocede y se sostiene del marco de la entrada para no caer.— Papá tranquilo, soy yo...
Me sorprende verlo así, demacrado, borracho, desalineado, él jamás había sido así. Si hay algo que siempre lo había caractizado era su porte, su elegancia, este hombre que estaba frente a mí era un completo desconocido. Me acerqué a él con cautela y veo como estira su mano para tocar mi rostro, al ver que soy real, se apresura a abrazarme y entre lágrimas dice.
— Hija mía, perdóname, perdóname por no estar para ti... no sabía que tú te sentías así...
— Papá cálmate, entremos...
Veo que duda por un instante, pero asiente y ambos entramos a la sala de la casa. El shock de ver a su hija quien él creía muerta debe ser horrible, pero intente explicarle lo mejor que pude por todo lo que había pasado estos meses y también fue en ese momento donde caí en cuenta que fue por eso que él no había ido a verme. Lloro mucho y pidió perdón innumerables veces antes de quedarse dormido en el sillón. Al verlo así recordé que a pesar de que no había sido el mejor esposo, como padre nunca puede reprocharle nada, mi resentimiento hacia él comenzó cuando mi madre empezó a atacarme por culpa de sus deslices y él jamás intervino para ayudarme a defenderme de sus ofensas y ataques psicológicos. Sin pensar más en ello, me levante y dirigiéndome a la cocina, prepare algo de comer para ambos. No quería irme y dejarlo en ese estado, pero en la noche tenia cosas que hacer y no quería que el pensara que yo me había vuelto a ir. Le prepare unos espaguetis y cuando todo estuvo listo lo desperté para que comiéramos juntos. Esa tarde hablamos mucho y mientras compartíamos nuestra comida, recordé cuando era más niña y ambos solíamos comer juntos luego de volver de la escuela.
Mi padre aun sin poder creer que había vuelto me miraba con miedo a que desapareciera y fue entonces cuando decidí decirle que en la noche tenía un compromiso donde no podía faltar. Para mi sorpresa dijo.
– Es verdad, hoy es el compromiso de Victoria ¿no es así?— Asentí ante su pregunta y él agregó — Estoy seguro de que ella va a estar mucho más sorprendida qué yo. Aún no puedo entender como es que la policía fue capaz de cometer ese error y afirmar que la mujer que murió en ese accidente habías sido tú.
Mire a mi padre y le pedí que me contará mejor que como es que se enteró de mi muerte y me dijo que la policía llego un día informando que había tenido un accidente donde según los testigos me habían lanzado frente a un auto y que a pesar de que la ambulancia llego a tiempo y logro darme los primeros auxilios, mi cuerpo no resistió y de camino al hospital mi corazón se detuvo. Según él, el reconocimiento del cuerpo fue casi imposible, puesto que mi rostro estaba destrozado, y gran parte de él se había quemado con el pavimento. Aun así mi madre había logrado reconocer mi vestimenta y al ver como había quedado luego de ese accidente no permitió que nadie más se acercará ni tampoco permitió una autopsia, ya que las causas de mi muerte eran lo bastante claras, mis padres decidieron dejarme descansar en paz.
Al oír todo esto no pude evitar sentirme mal por ellos, nunca fueron los mejores padres, sus problemas personales siempre me afectaron directamente, pero no se merecían pasar por todo eso. Ninguno de nosotros merecía lo que nos había pasado...
Luego de terminar nuestra comida decidí subir a mi habitación y empezar a prepararme para comenzar con la caída de mis enemigos. En el fondo de mi corazón, solo había un culpable para todo lo que había sucedido y esos eran los traidores. Indirectamente, fueron los causantes del suceso de eventos que vinieron después de mi muerte. Ellos tuvieron la culpa de mi estado de inconsciencia, el accidente y todo lo que vino después, fue producto de una cadena de eventos que resultaron como consecuencia a su traición, si tan solo me hubieran enfrentado, si tan solo hubiera pensado en mí por un instante, tal vez todo lo que sucedió después no hubiera pasado. A cada minuto mi odio y rencor crecía más y aunque muchos dirán que todo lo que me sucedió en este tiempo no tiene nada que ver con lo que ellos me hicieron, en mi mente y corazón únicamente había un culpable o mejor dicho dos, y juraba por Dios que ninguno de los dos sería feliz a base de mi dolor.
Con mi mente clara y mi objetivo en mira, subí a mi habitación para prepararme para la gran noche. Me bañe y aliste para mi gran entrada. Esos meses en rehabilitación habían tonificado mis músculos y aunque nunca fui obesa, siempre había tenido mis curvas muy marcadas. Al terminar de arreglarme vi que la mujer que se encontraba en el espejo no se parecía en nada a la que ellos una vez conocieron y sonreí por este hecho. Si quería acabar con ellos, debía ser alguien completamente diferente a la Bella que una vez fui.
Sin perder más tiempo, tomé mi bolso y despidiéndome de mi padre caminé hacia la salida y ahí ya estaba Max en un hermoso traje negro esperándome. Al verme se llevó la mano al pecho y con una sonrisa traviesa mencionó.
– ¿Cariño donde tenías todo eso guardado? ¿Estás segura de que estuviste en coma?
— Cállate... tontos. Vamos hoy comienza el principio de su caída.
Ambos nos subimos a su auto y sin más preámbulos nos dirigimos al Salón donde se llevaría a cabo el evento.
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