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En La Trampa De Un Mafioso

-Capitulo 1

El dinero es poder, algo que no todos poseen, pero era algo que Dominick Lopez tenía en sobremanera, habia creado la mayor red de narcotráfico, y así fue temido hasta por el gobernante.

Cómo era su costumbre recorría las calles en su Tesla negro, y para la mala suerte de Osiris, que llamo la atención de inmediato de Dominick fue sorprendida de la nada teniéndolo enfrente de ella.

— Me gustas— Dijo Dominick como si Osiris fuese un objeto que vio en un estante de un súpermercado.

— A mi no — Contestó Osiris sin siquiera saber que hombre le decía eso y siguió su camino.

Dominick se quedó perplejo, no había mujer que lo rechazará de tal modo, sus hombres le hicieron una señal que significaba, si deseaba deshacerse de ella.

Dominik les pidió no moverse, y se acercó a Osiris siendo cautivador.

— ¿Quieres acostarte conmigo cierto?— Preguntó Osiris.

Dominick se asombró al ver que no parecía ser la mujer tierna que aparentaba.

— ¿Sabes quién soy?

— No y ni siquiera me importa

Dominick se rió, sorprendido por la audacia de Osiris.

— Eres una mujer interesante — dijo, acercándose más a ella.

Osiris lo miró con desdén, y Dominick sonrió.

— Me gustan las mujeres que no se dejan intimidar. Son un reto— .

Osiris se encogió de hombros.

— No estoy aquí para ser un reto para ti.

Dominick la tomó del brazo, su agarre firme no le permitió medir la fuerza.

— Quiero saber más sobre ti — dijo, mirándola fijamente.

Osiris se zafó de su agarre.

— ¿Me quieres para una vez cierto?— Respondió con decisión.

Dominick se rió de nuevo.

— No eres normal— Dijo Dominick.

Osiris lo miró con una sonrisa sarcástica.

— Alejate de mí — Dijo Osiris.

Dominick se sorprendió por la respuesta de Osiris. Nadie había osado hablarle de esa manera antes.

— Quiero tenerte— repitió, su voz más baja y intensa pues le parecia interesante como no le temía.

— ¿Con dos veces te parece bien?— Respondio Osiris

Dominick sonrió de nuevo, Osiris se sintió incómoda por la mirada intensa de Dominick.

— ¿Qué quieres de mí? — preguntó, intentando cambiar de tema.

Dominick se acercó más a ella.

— Quiero saber por qué no te impresiono—.

Osiris se rió.

— No me interesa ser usada para el placer de alguien —

Dominick sonrió de nuevo.

La tensión en el aire era palpable mientras Dominick y Osiris se enfrentaban. Cada palabra que intercambiaban era un tiro en un juego de ajedrez, donde ambos buscaban la jugada perfecta para salir victoriosos.

— ¿Y si te dijera que no te veo como una simple conquista? — dijo Dominick, su voz resonando con un matiz de sinceridad que sorprendió incluso a él mismo.

Osiris arqueó una ceja, escéptica.

— ¿Y qué más podría ver alguien como tú en una mujer común? — replicó, cruzando los brazos en un gesto de defensa.

Dominick se pasó la mano por el cabello, pensando en cómo responder. Había algo en Osiris que le intrigaba, algo que iba más allá de su atractivo físico.

— Tal vez veo en ti la fortaleza que muchas otras no tienen. No eres común. Eres... especial — respondió, su tono más suave, casi persuasivo.

Osiris lo miró con desdén, pero en su interior, una chispa de curiosidad comenzó a crecer.

— No necesito tu validación — dijo, aunque su voz sonó menos firme de lo que pretendía.

Dominick dio un paso más cerca, el aire entre ellos cargado de una mezcla de desafío y atracción.

— Tal vez no, pero todos necesitamos a alguien que nos haga sentir vivos. ¿No es así?—.

Osiris sintió un tirón en su corazón, pero rápidamente lo reprimió. No podía dejarse llevar por las palabras de un hombre como él, un hombre que jugaba con el poder y la seducción.

— No estoy aquí para jugar a tus juegos, Dominick — respondió, aunque su voz temblaba ligeramente.

Dominick sonrió, un destello de interés en sus ojos oscuros.

— Pero los juegos son lo que hacen la vida interesante. ¿No te gustaría experimentar algo diferente?

— ¿Diferente? — Osiris rió sarcásticamente. — ¿Te refieres a un juego de poder donde yo soy solo una pieza más en tu tablero?.

— No, no lo veo así. Quiero que seas la reina, una reina que puede desafiarme y hacerme cuestionar todo lo que creo saber sobre el poder—.

El corazón de Osiris latía con fuerza. Nadie le había ofrecido una posición de poder antes; siempre había sido la que estaba a la sombra.

— No me interesa tu juego de reyes y reinas — dijo, aunque la duda comenzaba a infiltrarse en su determinación.

Dominick se acercó aún más, su mirada fija en ella, como si pudiera ver a través de su coraza.

— Te prometo que no serás solo un objeto en este juego. Quiero conocerte, a la mujer detrás de la armadura.

Osiris sintió una mezcla de enojo y atracción. ¿Podría ser que este hombre realmente quisiera algo más que solo un encuentro físico?

— Quiero que entiendas que no me dejaré manipular — advirtió, su voz firme.

Dominick sonrió, satisfecho con la respuesta.

— Me gusta el desafío, Osiris. Y tú eres el mayor desafío que he encontrado—.

— Sigue soñando idiota — dijo Osiris alejándose de él como si no le importara nada.

Dominick sentía la adrenalina de ver a alguien que no le temía, y aún que la primera vez que la vio pareciese que caería en sus brazos de inmediato, ver esa reacción contraria lo obsesionaba.

— Quiero que destruyan su vida para que venga de rodillas y me suplique estar conmigo— Dijo Dominick a sus hombres.

— Con todo respeto, esa no es una manera de enamorar a una mujer— Dijo uno de sus hombres.

Dominick lo fulminó con la mirada y sonrió.

— A quien le importa el amor, solo la quiero a mi lado —.

Continuará

Capitulo 2

El hombre sin más que hacer hizo lo que Dominic le pidió, hizo que despidieran de su empleo a Osiris, también puso en su contra a todos sus conocidos argumentando que Dominik acabaria con cualquiera que la apoyara.

Osiris creyendo que solo era una racha de mala suerte y sin imaginar la magnitud del problema buscaba trabajo, siendo rechazada en todos.

Su última opción era el Club clandestino, aún que odiara tener que trabajar ahi, lo hacía para no terminar en la calle.

Dominik por su parte veía como Osiris era difícil de romper, eso lo termino obsesionando aún más.

 

DIAS DESPUÉS.

La noche se tornaba oscura y silenciosa en las calles qué Dominik recorría. Su mente estaba en un torbellino, atrapada entre el desafío que representaba Osiris y su propia naturaleza dominante. La idea de que ella pudiera ignorar su poder lo irritaba y, al mismo tiempo, lo fascinaba.

Mientras sus hombres se movían en la penumbra, Dominik se sentía cada vez más decidido a conquistar a Osiris. La forma en que había reaccionado ante su provocación lo había impresionado. Nunca había conocido a una mujer que lo desafiara tan abiertamente. Cualquiera que se atrevía a desafiarlo terminaba tres metros bajo tierra o quemado vivo.

— ¿Qué tal si la llevamos a un lugar donde pueda ver al verdadero Dominik López? — sugirió uno de sus hombres, intentando captar su atención.

Dominik pensó por un momento. La idea de mostrarle su mundo, aunque peligroso, podría ser la clave para abrir una puerta que había permanecido cerrada.

— No, quiero que venga a mí por su propia voluntad. Si la obligo, nunca estaré seguro de que realmente le interesé — respondió, su voz baja y decidida.

Mientras tanto, Osiris comenzó a trabajar en el club Clandestino sin imaginar que era del propio Dominik

Los días pasaron y Dominik no pudo dejar de pensar en ella. Su imagen se aparecía en su mente en momentos inesperados, como una sombra que lo seguía. Decidido a no dejar que la oportunidad se le escapara, ideó un plan.

Decidió organizar un evento exclusivo en uno de sus clubes clandestinos, un lugar donde el lujo y el peligro coqueteaban en cada rincón. Sabía que Osiris que ahora trabajaba para el, estaría ahí observando quién era realmente el hombre a quien habia rechazado.

La noche del evento, el lugar estaba lleno de luces brillantes y música vibrante. Dominik , vestido con un elegante traje negro, se movía entre los invitados con la confianza de un rey. Sin embargo, su mente solo estaba en una persona: Osiris.

 Osiris llevaba el uniforme naranja que le habían dado, Dominik sintió que el aire se le escapaba por un momento. Pues al verla sintió como su corazón se aceleraba

— No puedo creer que te vea de nuevo — dijo Dominik , acercándose a ella con una sonrisa cautivadora.

Osiris lo miró con desdén, pero había algo en su mirada que delataba su interés.

— Aquí es donde trabajó — contestó.

— Mejor quedate a mi lado. Te prometo que no te aburrirás — dijo él, extendiendo su mano como invitación.

— Me despedirán de nuevo— contestó Osiris negándose — Además tu ropa se ve cara y mira como estoy vestida.

— No te despedire cariño— respondió Dominik— Además que tiene de malo tu uniforme.

Dominik había elegido ese uniforme anticuado y eso le hirió el orgullo, ver cómo ella hablaba con desden sobre el uniforme.

Osiris volteo los ojos y continuo atendiendo a los clientes, que apestaban a drogas y alcohol. Uno de ellos quiso acariciar la pierna de Osiris, pero ella al notar su intención se quitó y el hombre enfurecido tomó la botella de vino y amenazaba con golpearla.

— Estás aquí para complacernos— dijo el hombre.

— Viejo tonto — dijo Osiris, haciendo que el hombre se molestará aún más.

Dominik , al ver la escena desde la distancia, sintió cómo una oleada de protección lo invadía. No podía permitir que nadie lastimara a Osiris, no después de lo que había sentido al estar cerca de ella. Se acercó rápidamente, su presencia oscura y dominante llenando el espacio.

— Arrodíllate— ordenó Dominik, su voz grave y autoritaria resonando en el aire — O cortaré cada parte de tu cuerpo ahora mismo.

El hombre, sorprendido por la llegada de Dominik , soltó la botella, que cayó al suelo y se hizo añicos. La tensión en el ambiente se cortó como un hilo.

— ¿Qué te crees, López? — dijo el hombre, con un tono desafiante, pero comenzando a sentir el miedo ante la imponente figura de Dominik .

— Una persona que no tolera que se le falte al respeto a los que trabajan para mí — respondió Dominik , su mirada fría y penetrante fija en el hombre.

— ¡Ahora no quiero que esa puta se acerqué a mí!— grito el hombre

Dominik se sintió ofendido al escuchar eso, sin importarle que Osiris lo mirara, tomo uno de los fragmentos de la botella rota y la encajo en la mano derecha del hombre. Dejando al hombre gritando por el dolor.

Recordó que Osiris lo veía así que se acercó a ella.

— ¿Estás bien? — preguntó con suavidad, casi como si el mundo a su alrededor hubiera desaparecido.

Osiris asintió, aterrorizada y temblando.

Dominik sonrió, pero había un destello de seriedad en su mirada.

— No tienes que soportar eso—

— No necesito tu protección — replicó Osiris, cruzando los brazos, aunque en su interior se preguntaba si realmente podía manejar todo por sí misma.

— Tal vez, pero me gustaría ofrecerte mi ayuda de otra manera. — Dominik se acercó un paso más, manteniendo su mirada fija en la de ella. — Quiero que seas parte de mi mundo, no solo una trabajadora más en este lugar.

Osiris lo miró con desconfianza.

— ¿Y qué implica eso? ¿Ser parte de tu mundo significa ser un objeto de tu deseo?—.

Dominik suspiró, sintiendo el peso de sus palabras.

 — ¿Vuelves a rechazarme?— preguntó emocionado.

Ella frunció el ceño, sintiendo una mezcla de emoción y desconfianza.

 — ¿ Quien eres realmente?— preguntó con temor.

— Eso lo descubrirás con el tiempo — Respondió Dominik sosteniendo la barbilla de Osiris.

Osiris se sintió atrapada en su mirada, y por un momento, consideró la posibilidad de dejarse llevar. Pero la realidad de su situación la golpeó.

— Apuñalaste la mano de ese hombre sin pensarlo — Dijo Osiris — ¿Así haces las cosas siempre?.

— De hecho pensaba degollarlo — respondió él con seriedad. — Pero por tí me detuve.

— No quiero tener nada que ver contigo — Dijo Osiris de golpe— No quiero ser parte de tu mundo.

— Ya lo eres, desde el momento en que me cruce contigo — Dijo Dominik — Ya viste como soy el rey aquí y puedes ser la reina en este momento.

— No me interesa— Dijo Osiris — Búscate a alguien que esté dispuesta a estar a tu lado.

Osiris intentó zafarse de su agarre, pero Dominik la sostuvo con firmeza.

— ¿Acaso te pregunté lo que querías hacer? — preguntó, su mirada intensa y penetrante.

— Mátame en ese caso — respondió Osiris, su voz temblorosa.

Dominik sonrió, y saco de su bolso una navaja.

— Sabes que es lo que obsesiona de tí— Dijo Dominik tocando el filo de la navaja — Tu rebeldía, hubiera sido mejor para tí haber sido obediente.

Osiris se sintió atrapada, como si estuviera en una red de la que no podía escapar.

— ¿Qué quieres de mí? — preguntó, su voz casi un susurro.

— Al verte por primera vez, solo te quería usar un rato— Dijo Dominik al oído de Osiris.

Dominik se acercó más, su aliento cálido en la oreja de Osiris.

— Quiero que seas mía — susurró mientras pasaba la fría navaja sobre el cuello de Osiris. — Quiero que seas mi reina, mi compañera, mi todo.

Osiris se estremeció, sintiendo una mezcla de miedo y deseo. Dominik sonrió al verla llena de miedo y estuvo dispuesto a dejarla ir por el momento.

Osiris se alejó de él, sintiendo que se estaba metiendo en algo que no podía controlar.

Mientras se alejaba, escuchó la voz de Dominik detrás de ella.

— No puedes escapar de mí, Osiris. Pronto lo descubrirás—

Osiris se sintió un escalofrío recorrer su espalda.

La noche se tornó oscura y silenciosa, pero Osiris sabía que no estaba sola. Dominik la estaba observando, vigilando cada paso que daba.

Continuaráaaa..

Capitulo 3

Osiris llegó a casa después de un largo día y, lo primero que hizo fue dirigir su mirada hacia el reloj colgado junto a la televisión que adornaba su sala. Eran la una de la mañana, y una profunda sensación de agotamiento la invadía. Con la mente cansada y los músculos tensos, se dispuso a ir a su habitación para acostarse y descansar. Sin embargo, antes de que pudiera alcanzar su objetivo, un sonido inusual interrumpió su silencio: la voz de una mujer resonó en el aire. Esta situación le resultaba extraña, pues René, su novio era el unico con una llave para entrar en su departamento.

— Amor, abrázame — murmuró la mujer con un tono de voz adormilado.

— Sí, mi amor — respondió René, con una despreocupación que caló hondo en Osiris.

Con una mezcla de incredulidad y rabia, Osiris encendió la luz de la habitación, y sus ojos se encontraron con una escena que jamás habría imaginado: los encontró desnudos, entrelazados en una intimidad que le resultaba insoportable.

— ¡¿Realmente te atreviste a hacerme esto?! — gritó Osiris, dejando que la ira se apoderara de su voz, mientras lanzaba objetos que encontró a su alrededor con furia desatada.

René despertó de un sobresalto, dándose cuenta de la magnitud del problema en el que se había metido. No obstante, en lugar de mostrar remordimiento, respondió con una ironía hiriente.

— ¡Soy hombre y tengo necesidades! — exclamó René, apresurándose a vestirse, como si su comportamiento pudiera ser justificado.

— ¡Solo te pedí tiempo! — insistió Osiris, con una furia que ardía en su interior.

— ¿Crees que esperaría? ¿Vale lo suficiente para hacerte del rogar? — replicó René, con un desdén que la hirió profundamente.

— Lárgate de mi vista.

La mujer, envuelta en la confusión y el desasosiego, se arropó con una cobija para escapar, mientras René la abrazaba, como si la vergüenza y la humillación que sentía no fueran suficientes para impedir su huida. Al verlos marchar, Osiris se sintió derrumbarse; cayó al suelo y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Había trabajado incansablemente, día y noche, durante un año entero para construir una vida junto a René en un lugar hermoso. Se había desgastado física y emocionalmente, olvidando que, en el fondo, todos los hombres pueden ser iguales.

La ira la consumía; no podía creer que, en su afán por ser amada, se había sacrificado a sí misma de una manera tan devastadora.

La noche transcurrió velozmente, y los rayos del sol matutino comenzaron a filtrarse por su ventana, iluminando su soledad. Un golpe en la puerta la despertó bruscamente. Se puso de pie, tambaleándose, y antes de abrir, miró por la mirilla. Allí, un hombre con uniforme de banco sostenía un documento en sus manos.

— ¿Qué pasa? — dijo Osiris al abrir la puerta, sintiendo un nudo en el estómago.

— Venimos a embargar su departamento — anunció el hombre, extendiendo el papel hacia ella con una expresión seria.

Osiris lo miró, confundida, y al leer el contenido del documento, se dio cuenta de que había adquirido un préstamo sin tener conocimiento alguno de ello.

— ¿Qué significa esto? — preguntó, tratando de mantener la calma, mientras señalaba el papel que parecía pesar en sus manos.

— Este préstamo fue solicitado por su pareja, René — explicó el hombre del banco, con una voz que resonaba en su mente como un eco. — Usted es la codeudora.

Osiris sintió que el aire se le escapaba. La traición de René la golpeó con fuerza. Él había pedido un préstamo sin su consentimiento, y ahora ella estaba a punto de perder su hogar.

— ¿Cuánto es el monto del préstamo? — preguntó, con un temor creciente que se apoderaba de su voz.

— Son 50,000 dólares — respondió el hombre, con un tono que no dejaba lugar a dudas.

Osiris se desplomó contra la puerta, sintiendo como si su mundo se desmoronara a su alrededor. ¿Cómo podía René haberle hecho esto? ¿Cómo había sido tan ciega a su traición?

— ¿Qué puedo hacer? — preguntó, su voz temblando por la desesperación.

— Deberá pagar el préstamo o entregar el departamento — dijo el hombre, como si estuviera dictando una sentencia.

Osiris sabía que la cantidad que había ahorrado durante toda su vida podría cubrir el préstamo, dejándola completamente en quiebra y sin nada.

— Tiene hasta las 10 de la mañana para pagarlo — agregó el hombre con seriedad, como si su tiempo se estuviera agotando.

Desesperada, Osiris cerró los ojos, sintiendo que la frustración la ahogaba. Estaba perdiendo todo por lo que había trabajado incansablemente, solo por confiar en un hombre que la había traicionado.

Se apresuró a ir al banco para intentar pagar la deuda. Sin embargo, justo cuando parecía que podría lograrlo, la voz de la cajera hizo que su desesperación aumentara.

— Su cuenta está en ceros — dijo la cajera, mascando chicle con una indiferencia inquietante.

— Eso no puede ser — protestó Osiris —. Tengo 50,000 dólares.

— Alguien debió haber clonado su tarjeta, porque aparece que retiró el dinero a 10 kilómetros de aquí, hace solo 4 minutos.

Al escuchar esas palabras, Osiris sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies. Se desmayó en el piso, alarmando a todas las personas que estaban allí.

La llevaron al hospital más cercano, donde la acomodaron en el área de emergencias.

— ¿Qué ocurrió? — preguntó una enfermera mientras revisaba los signos vitales de Osiris, quien aún estaba aturdida y confundida.

Osiris intentó hablar, pero las palabras se le escapaban, como si su mente estuviera en blanco, abrumada por la traición de René, el préstamo, el robo. Todo parecía un mal sueño del que no podía despertar.

— Respire hondo — le aconsejó la enfermera, colocándole una manta sobre los hombros con un gesto de cuidado. — Necesitamos asegurarnos de que esté bien.

Después de unos minutos, la enfermera le ofreció un vaso de agua, y finalmente Osiris pudo articular algunas palabras.

— ¿Dónde está mi dinero? — preguntó, su voz entrecortada por la angustia.

— Están investigando el caso, pero puede que no atrapen al culpable — respondió la enfermera con empatía. — Lo más importante ahora es que se recupere.

— Eran 50,000 dólares — dijo Osiris, levantándose de golpe, sintiendo una oleada de adrenalina.

— Ahora lo que importa es tu salud — insistió la enfermera, tratando de consolarla.

Osiris se sintió impotente. Había trabajado tanto para construir su vida y, en un instante, todo se había desmoronado. Se arrancó la intravenosa y se levantó de la camilla.

— ¡Voy a matar a ese maldito con mis propias manos! — gritó Osiris, dejando escapar toda su frustración.

— Señorita, no puede hacer eso, terminará en la cárcel — dijo la enfermera, intentando calmarla con una voz firme.

— ¡Qué más da! — respondió Osiris, corriendo por los pasillos y saliendo del hospital.

Después de unos minutos, llegó a casa, solo para encontrar que el hombre había comenzado el proceso de embargo de su vivienda.

— Señorita, será mejor que no se acerque — dijo el hombre, colocando etiquetas en cada rincón del departamento.

Osiris se sintió al borde de su resistencia. Había perdido todo: su dinero, su hogar, su relación. Ya no le importaba perder la vida a este ritmo.

Se detuvo en seco, mirando a su alrededor. El departamento, que alguna vez había sido su refugio, estaba ahora lleno de etiquetas y señales de embargo. Se sintió como una extraña en su propio hogar.

De repente, escuchó un ruido detrás de ella. Era el hombre del banco, que se acercó a ella con una expresión de compasión genuina.

— Señorita, lo lamento — dijo —. Pero tiene que entender que esto es un proceso legal. No hay nada que pueda hacerse.

Osiris se volvió hacia él, con lágrimas en los ojos, y el hombre suspiró, sintiendo lástima por ella.

— No quiero tu compasión — respondió Osiris, con una mezcla de dolor y rabia.

Se alejó antes de que el hombre pudiera decir algo más, dejando tras de sí una sombra de dolor y rencor que la seguía como un eco.

Con lo único que llevaba puesto, caminó por las calles, intentando encontrar una solución a su desesperada situación. Su mente se debatía entre la idea de rendirse y la de luchar, aunque la segunda opción le parecía casi patética.

— A pesar de que todo esté así, no puedo elegir eso — se dijo a sí misma, con determinación.

Dominik la observaba fijamente desde su auto, notando la tristeza que cargaba Osiris. Con gran intriga, le preguntó a uno de sus hombres:

— ¿Por qué está tan decaída?

— Su novio pidió un préstamo a su nombre y le robó los ahorros, así que le embargaron su casa — dijo el hombre que trabajaba para él. — En pocas palabras, le arruinó la vida, señor López.

— ¿Quién se cree ese idiota para hacer eso? — inquirió Dominik, lleno de rabia. — Solo yo tengo el derecho de destruirla, porque es mía.

Continuará...

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