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El Mafioso Busca Niñera

Borrador

La cocina del bar estaba llena de ese olor familiar a fritura y tabaco que siempre me acompañaba. A pesar del ruido del lugar, mi mente estaba en otro sitio. Miré por la ventana, donde el sol se desvanecía detrás de los edificios, y supe que no podía seguir así. Mi madre necesitaba sus medicamentos, y cada mes, el alquiler se volvía más pesado. A veces me preguntaba si alguna vez tendría una vida normal, donde los pagos no pesaran como una losa sobre mis hombros. El jefe me llamó desde la barra, su voz grave resonó en mi mente. “Valeria, necesitamos algunas cosas para la cocina. Ve a la tienda y trae lo que falta.” No era la primera vez que me mandaba a hacer recados, y tampoco sería la última. No podía negarme, así que tomé un respiro y salí del bar, tratando de dejar atrás la preocupación por un rato. Al llegar a la tienda, el sonido de mis pasos resonaba en el suelo de baldosas. Caminé entre estantes, revisando la lista mentalmente: aceite, sal, y algunas verduras. Mientras buscaba, un movimiento a mi izquierda me hizo girar. Un niño de unos diez años, con una mirada curiosa y traviesa, estaba al otro lado de la góndola. Su cabello desordenado y su camiseta un poco grande le daban un aire de libertad que me hizo sonreír.
El niño seguía observando las verduras con una expresión inquisitiva. "¿Por qué hay tantas clases de verduras?" preguntó en voz alta, como si hablara consigo mismo, pero lo suficientemente fuerte como para que yo lo escuchara. "No entiendo por qué debo comer todas si algunas ni siquiera saben bien."
Marco
Marco
"¿Por qué hay tantas clases de verduras?"
preguntó en voz alta, como si hablara consigo mismo, pero lo suficientemente fuerte como para que yo lo escuchara.
Marco
Marco
"No entiendo por qué debo comer todas si algunas ni siquiera saben bien."
Me acerqué un poco más, encontrando la situación curiosa y, de algún modo, entretenida. El niño se veía concentrado, con el ceño fruncido mientras señalaba una zanahoria.
Marco
Marco
"Esta sabe mejor cocida, pero las espinacas... esas ni en sueños las comería."
Reí por lo bajo, y al parecer me escuchó porque giró la cabeza hacia mí, sin sorpresa, solo con curiosidad.
Marco
Marco
"¿A ti te gustan las verduras?"
Me encogí de hombros. "
Valeria
Valeria
Depende. Algunas no están tan mal. Las espinacas no son mi favorita, pero con suficiente ajo y aceite, pueden pasar."
Marco
Marco
Tiene sentido
Dijo con un tono casi adulto.
Marco
Marco
Mi papá siempre dice que las zanahorias son buenas para los ojos, pero hasta ahora no he visto ninguna mejora."
Me hizo reír de nuevo.
Valeria
Valeria
Tal vez necesites más tiempo o comer más zanahorias.
Él asintió, pero sin el entusiasmo de un niño.
Valeria
Valeria
Creo que todos preferimos pizza,
Contesté, sonriendo.
El niño también me sonrió,me miró con esos ojos tranquilos y sabios para su edad
Marco
Marco
Me llamo Marco
Valeria
Valeria
Valeria
Respondí, sintiendo que, por alguna razón, este breve encuentro con un niño tan serio y listo era un respiro de la monotonía del día.
Vi a un hombre acercándose. Era alto y robusto, con una presencia que llenaba el espacio a su alrededor. Su cabello oscuro y el traje negro que llevaba le daban un aire intimidante, pero su rostro mostraba una mezcla de seriedad y ternura cuando miraba a Marco.
Dylan
Dylan
“¿Marco?
La voz del hombre era profunda, casi como un eco en el silencio del pasillo. El niño se enderezó de inmediato, dejando de lado su fascinación por las verduras.
Marco
Marco
“Papá,”
El hombre se agachó a la altura de su hijo, sus ojos oscuros brillaban con cariño.
Dylan
Dylan
“¿Estás bien? No te he visto en un rato.”
Su preocupación era evidente, y a pesar de su apariencia temible, había una calidez palpable en su mirada.
Marco
Marco
Estoy bien papá, tranquilo
Marco
Marco
solo estaba hablando con Valeria
dijo Marco, su tono despreocupado.
Dylan
Dylan
¿Tu nueva amiga, Valeria?
repitió el hombre con curiosidad, mirando hacia mí mientras pronunciaba mi nombre de una manera que me hizo sentir como si me estuviera evaluando
Dylan
Dylan
Y de qué han hablado?
Valeria
Valeria
De las verduras y de que hemos llegado a la conclusión de que la pizza es mejor
Le Guille el ojo a Marco, hacindo que sonriese al igual que yo
Dylan
Dylan
¿Pizza?
dijo el hombre, arqueando una ceja con una mezcla de diversión y incredulidad
Dylan
Dylan
¿Y no les parece que es un poco injusto para las verduras?
Marco
Marco
Es un trato justo, papá
respondió Marco, riéndose
Marco
Marco
Al menos la pizza tiene algunas verduras. ¡Es un comienzo!
El hombre sonrió, y por un momento la seriedad que lo rodeaba pareció disiparse. La forma en que miraba a Marco revelaba una mezcla de amor y orgullo.
El hombre me miró, y con un gesto de confianza, se presentó:
Dylan
Dylan
—Soy Jhon, el padre de Marco. Es un placer conocerte, Valeria.
Valeria
Valeria
El placer es mío, Jhon
Respondí, sintiendo la calidez en su saludo.
eché un vistazo a la hora en mi teléfono. La pantalla iluminó mi rostro y, al ver que se me hacía tarde para llevarle las cosas al bar, una punzada de ansiedad me recorrió. Sabía que el jefe estaría nervioso, y no quería darle más razones para que se pusiera histérico.
Valeria
Valeria
Lo siento, tengo que irme
dije, sintiendo una mezcla de pesar y urgencia
Valeria
Valeria
Fue un gusto conocerte, Marco. Y espero que pronto nos volvamos a ver y me cuentes si tú vista a mejorado
Dije con una sonrisa. Marco sonrió y asintió, sus ojos brillando con entusiasmo. Después, me volví hacia Jhon
Valeria
Valeria
Ha sido un placer conocerte, Jhon
—dije, mirándolo a los ojos oscuros que parecían reflejar tanto fuerza como calidez.
Dylan
Dylan
Igualmente, Valeria
Respondió, su mirada fija en la mía, transmitiendo una conexión momentánea que hizo que me sintiera más cómoda en su presencia.
Salí de la tienda con una mezcla de alegría y urgencia, dirigiéndome al bar con la determinación de no hacer esperar más a mi jefe.
Caminé rápidamente hacia el bar, y como suponía, mi jefe estaba en un estado de nerviosismo extremo. Su voz resonaba entre el bullicio del lugar, y podía ver su expresión frustrada mientras atendía a los clientes.
Jefe( Jorge)
Jefe( Jorge)
¡Valeria! ¿Dónde has estado?
Preguntó, su rostro rojo de frustración
Jefe( Jorge)
Jefe( Jorge)
¿Por qué has tardado tanto en traer las cosas?
Traté de calmarlo mientras me acercaba a la barra, donde estaba el desorden habitual: botellas, vasos y el eco de risas y conversaciones.
Valeria
Valeria
Lo siento, jefe. Me retrasé en la tienda. Había más clientes de lo habitual y...
Jefe( Jorge)
Jefe( Jorge)
No me importa, solo asegúrate de que no vuelva a pasar
interrumpió, mientras se pasaba una mano por el cabello desordenado, un gesto que conocía bien. Estaba trabajando hasta la hora de salida, como siempre. Sabía que no era fácil para él manejar el bar, especialmente en momentos como estos, pero su impaciencia a veces me desbordaba.
Después de recibir su reprimenda, me puse a trabajar rápidamente, organizando las botellas y limpiando las mesas.
Por fin era el final de mi jornada.La noche había caído por completo, y las calles estaban envueltas en una oscuridad profunda, solo interrumpida por las luces tenues de los faroles parpadeantes.
Comencé a caminar por las calles desiertas, sintiendo la brisa fresca de la noche acariciar mi piel. Era un alivio, un respiro momentáneo de la presión constante del bar y la responsabilidad que cargaba sobre mis hombros. Cada paso resonaba en el pavimento, y mis pensamientos vagaban entre la preocupación por mi madre y la lucha por mantener el trabajo. La ciudad parecía viva, pero yo me sentía desconectada de todo, como si el bullicio de la vida nocturna perteneciera a un mundo que no era el mío.
A medida que avanzaba, la ansiedad se aferraba a mí. Recordaba cada factura que debía pagar, cada frasco de medicina que necesitaba mi madre y el peso creciente de mis responsabilidades. Aunque disfrutaba de algunos momentos en el bar, siempre había un eco de preocupación que me seguía a todas partes.
Finalmente, llegué a casa, donde la puerta crujió al abrirse. El aroma familiar de la casa me recibió, pero, a pesar de la calidez, una sensación de inquietud me envolvió. Mi madre estaba despierta, sentada en el sofá, envuelta en una manta que apenas la protegía del frío de la noche. La luz tenue de la lámpara iluminaba su rostro, revelando las líneas de preocupación y cansancio que la enfermedad había ido esculpiendo en su piel.
Valeria
Valeria
Hola, mami
Dije, tratando de infundir alegría en mi voz, aunque sabía que no podía ocultar por completo mi preocupación.
(Madre)Loli
(Madre)Loli
Hola, cariño
Respondió ella, esforzándose por sonreír, pero en su mirada había un brillo de dolor que no podía ignorar.
(Madre)Loli
(Madre)Loli
¿Cómo te fue en el bar?
Preguntó, y aunque quería decirle que todo había ido bien, el peso de la verdad se hizo evidente.
Valeria
Valeria
Bien, un día más...
Dije, dejando que las palabras fluyeran, sin querer preocuparla más. Pero la preocupación seguía presente en mi mente.
Me acerqué a ella, le di un beso en la frente y sentí el frío de su piel. Cada vez me costaba más ocultar la inquietud. La enfermedad la había debilitado, y aunque intentaba ser fuerte, yo sabía que era solo una fachada.
Valeria
Valeria
Mami, ¿estás segura de que estás bien?
Pregunté, incapaz de contener la inquietud en mi voz.
(Madre)Loli
(Madre)Loli
Solo un poco cansada, Valeria. No te preocupes
Respondió, pero el temblor de su voz era suficiente para que supiera que algo andaba mal.
Esa noche, mientras intentaba preparar algo de comer para ambas, la angustia crecía en mi interior. Los recuerdos de mis obligaciones diarias se entrelazaban con la imagen de mi madre debilitada en el sofá. ¿Cuánto más podría soportar? Las facturas se acumulaban y, aunque trabajaba duro, siempre parecía que había algo más que pagar.
Mientras cocinaba, los pensamientos sobre Marco y su padre regresaron a mi mente. La relación que tenían era un recordatorio del verdadero significado de la familia y el amor incondicional. A veces, deseaba que mi madre pudiera experimentar la misma fortaleza que Jhon le brindaba a su hijo, pero cada día me enfrentaba a la realidad de que yo era quien debía ser fuerte.
Después de un rato, me senté frente a ella con un plato en la mano. Mi madre sonrió débilmente al ver la comida, y aunque sabía que comer era lo último que quería en ese momento, la preocupación por su salud superaba cualquier otro sentimiento.
Valeria
Valeria
Vamos, mamá, es importante que comas
le dije suavemente
Valeria
Valeria
Necesitas energía.
(Madre)Loli
(Madre)Loli
Está bien, está bien
Respondió, aunque su tono era resignado. Comenzó a comer, y mientras la observaba, sentí que el nudo en mi estómago se aflojaba un poco.
Era un pequeño triunfo en medio de tantas preocupaciones, pero me sentía incapaz de relajarme por completo. Al final del día, solo quería que todo fuera más fácil, que mi madre se recuperara y que el peso de las responsabilidades no me aplastara.
Valeria
Valeria
Te prometo que todo mejorará, mamá
Valeria
Valeria
le dije al finalizar la cena, aunque en el fondo de mi corazón sabía que no podía garantizar eso. Pero por ella, por todo lo que había hecho, tenía que creer que un día habría luz al final del túnel.

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