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Matrimonio Por Conveniencia

Capitulo 1

Emma Blake se encontraba en la sala de juntas de su familia, rodeada de documentos financieros desmoronados y rostros preocupados. La elegante mesa de caoba, que alguna vez había sido el símbolo del éxito de Blake Enterprises, ahora parecía un campo de batalla donde se libraba una guerra silenciosa. A su lado, su padre, con la mirada perdida en el horizonte, parecía desgastado por el peso de las decisiones que había tomado.

"Emma, tenemos que hacer algo. La empresa está al borde de la quiebra. Sin un rescate, perderemos todo," dijo su padre, con la voz tensa. Ella sintió que su corazón se encogía. La idea de ver caer el legado de su familia era intolerable. Pero, ¿qué podían hacer?

En ese momento, un nombre resonó en su mente: Nicholas Marshall. El magnate que había construido su imperio en la sombra, un hombre con una reputación tan formidable como su fortuna. En los últimos años, había oído hablar de él más de lo que le gustaría, su imagen dominante siempre apareciendo en la portada de revistas financieras y tabloides.

"¿Y si...?" Emma comenzó a hablar, la idea tomando forma mientras las palabras se deslizaban de sus labios. "¿Y si nos casamos con Nicholas Marshall? Tiene el poder y los recursos para salvar la empresa. Podríamos hacer un acuerdo."

Su padre la miró con incredulidad, pero en sus ojos había un destello de esperanza. "¿Un matrimonio por conveniencia?"

"Exactamente. No será amor, sino un trato que nos ayude a salir de este lío." Emma sabía que era una jugada arriesgada, pero no tenía otra opción. Si esto fallaba, perderían todo lo que habían trabajado por construir.

Con una mezcla de determinación y miedo, decidió que tenía que llevar su propuesta a Nicholas. Pero cuando se encontró frente a él, el hombre que se erguía ante ella era mucho más que una mera figura de negocios. Su presencia era electrizante, sus ojos grises como tormentas, llenos de un poder que la intimidaba y atraía a partes iguales.

"¿Emma Blake?" Su voz era profunda y resonante, llevándola a un lugar donde la razón se desvanecía. "He oído sobre tu situación."

Ella tragó saliva, sintiendo que el aire se le escapaba. "Necesito hablar contigo sobre un acuerdo."

Nicholas la miró con una mezcla de curiosidad y desconfianza. "¿Acuerdo? No suelo hacer tratos sin asegurarme de que ambas partes ganen."

Su mente se aceleró mientras le explicaba la situación. Habló de la historia de su familia, de la caída de su imperio y de lo que significaba para ella. Nicholas la escuchó en silencio, sus ojos fijos en ella, desnudándola de una forma que la hacía sentir vulnerable.

"Y quieres casarte conmigo para salvar tu empresa," concluyó él, sus palabras flotando en el aire como un desafío. "Suena... interesante. Pero, ¿estás dispuesta a aceptar las consecuencias de tal trato?"

Emma sintió un escalofrío recorrer su espalda. No tenía idea de lo que implicaría realmente un matrimonio con Nicholas Marshall. No sólo se trataba de un acuerdo financiero; era un compromiso que podría llevarla a un mundo de deseos ocultos y conflictos de poder que jamás había imaginado.

"Sí," respondió, su voz más firme de lo que se sentía. "Estoy dispuesta."

Nicholas sonrió, una sonrisa que hacía que su corazón se acelerara y su instinto de advertencia se alzara. "Entonces, hagamos un trato. Pero ten cuidado, Emma. Hay más en juego de lo que parece. Y los acuerdos como este pueden volverse peligrosos."

Mientras sellaban su destino con un apretón de manos, Emma sintió que cruzaba un umbral del que no podría regresar. En ese momento, se dio cuenta de que su vida, y la de su familia, estaban ahora en manos de un hombre que era tanto su salvador como su mayor riesgo. Sin saberlo, había aceptado un acuerdo que no sólo pondría a prueba su fortaleza, sino que también desataría una tormenta de emociones que cambiaría todo lo que creía saber sobre el amor y el deseo.

La pregunta era: ¿estaba realmente preparada para enfrentar el peligro que venía con un matrimonio por conveniencia?

Emma se encontró en la oficina de Nicholas al día siguiente, rodeada de un lujo que la dejaba sin aliento. Las paredes de cristal ofrecían una vista impresionante de la ciudad, mientras que el elegante mobiliario reflejaba su estatus indiscutible. A pesar de que había estado en lugares similares antes, el ambiente aquí era diferente: estaba impregnado de una tensión palpable, como si el aire mismo estuviera cargado de promesas y secretos.

Nicholas entró en la sala con una presencia que hacía que su corazón se acelerara. Vestía un traje oscuro que acentuaba su figura imponente, y su mirada seguía siendo penetrante, capaz de desarmar cualquier defensa que ella pudiera haber levantado. Se sentó frente a ella, su postura segura, y le ofreció una copa de vino.

"Vamos a hablar de los detalles del acuerdo," dijo, su voz profunda resonando en el aire. "Quiero saber qué esperas de este matrimonio."

Emma tragó saliva, sintiendo el peso de la pregunta. No era sólo una cuestión de salvar la empresa; era la vida de su familia, su legado. "Necesitamos asegurarnos de que la empresa permanezca a flote. Necesito tu apoyo financiero, y me gustaría que mantuviéramos las apariencias para el mundo. Un matrimonio exitoso puede abrir puertas que de otro modo permanecerían cerradas."

Nicholas asintió, sus ojos fijos en ella, observando cada matiz de su expresión. "Y en cuanto a nuestra relación... ¿qué esperas de mí en ese aspecto?"

Su pulso se aceleró. Esa era la parte más complicada. No quería enamorarse de él, no quería dejarse llevar por la atracción que sentía. "Creo que podemos establecer límites claros," respondió, forzando una sonrisa. "No se trata de amor, sino de conveniencia."

"Conveniencia," repitió él, como si sopesara la palabra. "Pero, Emma, el amor a menudo entra en juego en las relaciones, incluso en las más frías. Me gustaría que fueras honesta conmigo. ¿Qué pasará si esos límites se cruzan?"

La pregunta lo hizo tambalear. Su mente voló hacia todos los escenarios posibles, pero su corazón, ese traidor, se aferraba a la idea de un matrimonio que podría ser más de lo que aparentaba. "Solo tenemos que mantenernos enfocados en el negocio. Si actuamos como un equipo, podemos salir de esto."

Nicholas se reclinó en su silla, observándola con un brillo de desafío en sus ojos. "Eres más fuerte de lo que aparentas, Emma. Me gusta eso. Pero también tengo que advertirte: las cosas no siempre salen como uno planea."

Su voz era un suave susurro, pero las palabras resonaron en la habitación como un eco ominoso. Emma sintió un escalofrío recorrer su espalda. Nicholas tenía una forma de hacer que cada palabra se sintiera cargada de significados ocultos, como si cada frase fuera un juego de poder en el que estaban atrapados.

La conversación continuó, delineando los términos de su acuerdo. Establecieron horarios para apariciones públicas y cómo manejarían las expectativas de los medios. Cada palabra era un ladrillo que construía el camino hacia su futuro compartido, aunque la idea de compartir un futuro con un hombre como Nicholas la aterraba y emocionaba a partes iguales.

Finalmente, llegó el momento de despedirse, y Emma sintió la tensión que había acumulado en su cuerpo disolverse un poco. "Este será un desafío," dijo ella, esbozando una sonrisa nerviosa. "Pero creo que podemos hacerlo."

Nicholas se acercó un poco más, su mirada intensificándose. "Solo recuerda, Emma: una vez que entremos en este acuerdo, no hay marcha atrás. Las decisiones que tomemos no solo afectarán nuestras vidas, sino también a aquellos que nos rodean. No subestimes el poder de lo que estamos a punto de crear."

Con esas palabras resonando en su mente, Emma salió de la oficina, sintiendo que había cruzado un umbral. La línea entre la lógica y la emoción se desdibujaba rápidamente. Estaba a punto de entrar en un mundo donde el amor, la traición y la ambición se entrelazaban de formas que no podía prever. Mientras caminaba hacia el ascensor, se dio cuenta de que, aunque había hecho un trato para salvar su empresa, el verdadero desafío apenas estaba comenzando.

El eco de su risa resonaba en su mente, y, con un giro inesperado del estómago, Emma supo que su vida jamás volvería a ser la misma. En su corazón, sentía el inconfundible latido del peligro que venía con la decisión que había tomado, un peligro que prometía cambiar no solo su futuro, sino también su percepción del amor.

Capitulo 2

El día siguiente al acuerdo se sentía cargado de electricidad en el aire. Emma se encontraba en su oficina, pero no podía concentrarse en el trabajo. Sus pensamientos danzaban constantemente hacia Nicholas, recordando la forma en que su mirada había penetrado en su alma, haciendo que su corazón se acelerara y su piel ardiera. Esa primera chispa había sido innegable, y aunque había acordado mantener sus distancias, el deseo oculto crecía como un fuego incontrolable.

Mientras revisaba algunos documentos, el sonido de un mensaje de texto rompió su concentración. Era de Nicholas.

Nicholas: “¿Podemos reunirnos esta tarde? Quiero hablar sobre algunos detalles adicionales del acuerdo.”

Un escalofrío le recorrió la espalda. La idea de volver a verlo la excitaba y la aterraba a la vez. ¿Qué más podría querer discutir? Se apresuró a responder.

Emma: “Claro, a qué hora?”

Nicholas: “A las 5 en mi oficina.”

Cuando llegó la hora, Emma respiró profundamente, intentando calmar su nerviosismo. Con cada paso que daba hacia el ascensor, sentía cómo el aire se volvía más denso. La idea de la reunión la llenaba de ansiedad y anticipación. Al entrar en la oficina de Nicholas, se encontró con la misma atmósfera electrizante que había percibido la primera vez.

Nicholas estaba de pie junto a la ventana, observando la ciudad. El sol poniente iluminaba su figura, destacando los rasgos de su rostro: el mentón fuerte, la mandíbula marcada y esos ojos grises que parecían capaces de leer su mente. Ella se aclaró la garganta, sintiéndose súbitamente pequeña ante su imponente presencia.

"Hola, Emma," dijo él, girándose lentamente hacia ella. Su voz era suave pero cargada de tensión, como una cuerda a punto de romperse. "Gracias por venir."

"Gracias a ti por la invitación," respondió ella, intentando mantener la calma en su tono. "¿Qué detalles quieres discutir?"

Nicholas se acercó, su mirada fija en ella, y el aire a su alrededor se volvió denso. "He estado pensando en cómo podemos manejar las expectativas externas. Un matrimonio como el nuestro atraerá la atención de los medios, y debemos estar preparados para ello."

Emma asintió, intentando enfocar su mente en el negocio. "Entiendo. Quizás deberíamos planificar una conferencia de prensa para anunciar nuestra unión. De esa manera, podemos controlar el mensaje."

Él sonrió, una expresión que la hizo sentir que su corazón se detenía. "Esa es una buena idea. Pero hay algo más que me gustaría discutir." Se detuvo a pocos pasos de ella, la intensidad de su mirada provocándole un escalofrío en la piel. "No podemos olvidar que esta relación, aunque sea un acuerdo, nos implica a ambos en un nivel más personal."

Ella tragó saliva, sintiendo cómo su respiración se aceleraba. "Sí, lo sé. Pero debemos mantener las cosas profesionales. No podemos permitir que las emociones se interpongan en el camino de lo que tenemos que lograr."

Su voz era firme, pero la forma en que él la miraba hacía que su determinación empezara a tambalearse. "¿Estás segura de que puedes hacer eso?" La pregunta era un susurro, pero resonaba como un trueno en su mente.

Emma se encontró atrapada en su mirada. "Nicholas, no podemos... no debemos complicar esto. La razón por la que estamos aquí es para salvar la empresa, no para perder el control."

Él dio un paso más cerca, la tensión entre ellos palpable. "¿Y si te digo que desde el primer momento en que te vi, no he podido evitar sentir una atracción hacia ti? Es como si hubieras encendido algo en mí que no sabía que existía."

Sus palabras la dejaron sin aliento, la chispa entre ellos se convertía en un fuego que amenazaba con consumirla. Emma cerró los ojos por un momento, intentando recuperar la cordura. "Nicholas, tenemos que mantener nuestra distancia. Lo que sentimos ahora es solo la novedad del acuerdo. No podemos dejar que nos arrastre."

Él se rió suavemente, un sonido que vibró en su pecho. "¿La novedad? Tal vez. Pero no puedo ignorar lo que hay entre nosotros, y sé que tú tampoco puedes."

La conexión entre ellos era intensa, y Emma se sintió atraída hacia él como un imán. Se dio cuenta de que, a pesar de su resistencia, había algo dentro de ella que anhelaba ese deseo, esa conexión. Pero el miedo la mantenía a raya, empujándola a encontrar una salida.

"Escucha," dijo ella, tratando de poner distancia. "Debemos ser claros. Esto no es amor. Es un contrato. Un medio para un fin."

Nicholas asintió lentamente, pero su expresión era de desafío. "Entiendo, pero también sé que las cosas rara vez son tan simples. Cada vez que estoy cerca de ti, la línea entre lo profesional y lo personal se desdibuja. Debes prepararte para lo inevitable, Emma."

Emma sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Lo inevitable. Era una advertencia y una promesa al mismo tiempo. Mientras se miraban, la atracción era tan fuerte que podía casi tocarla, una línea delgada que parecía lista para romperse en cualquier momento.

Sin más palabras, se separaron, el aire tenso entre ellos como un arco listo para disparar. Emma sabía que debían centrarse en lo que realmente importaba, pero cada vez que se acercaban, la chispa se encendía más fuerte, amenazando con consumirlos a ambos.

A medida que salía de la oficina de Nicholas, su corazón latía con fuerza. Se dio cuenta de que el verdadero desafío no sería salvar la empresa, sino resistir la atracción que crecía entre ellos, un fuego que prometía consumirlos si no encontraban una forma de controlarlo. En el fondo, Emma sabía que lo que estaban comenzando era peligroso, y ese peligro la intrigaba tanto como la asustaba.

Capitulo 3

Emma se sentó en la amplia mesa de la sala de juntas de Nicholas, rodeada de documentos que parecían más amenazantes que nunca. El sol se filtraba a través de las grandes ventanas, iluminando el espacio con un resplandor dorado, pero su corazón latía con fuerza, oscureciendo la atmósfera que la rodeaba. Este era el momento de formalizar su unión, pero no podía sacudirse la sensación de que algo iba más allá de lo que esperaba.

Nicholas entró en la sala con una carpeta en la mano, su porte elegante y seguro. Se detuvo frente a ella, dejando que su mirada se posara en la mesa llena de papeles. "Estamos a punto de firmar un contrato que cambiará nuestras vidas," dijo con voz grave, la tensión palpable en el aire.

"Lo sé," respondió Emma, su tono firme aunque su corazón retumbaba. "Quiero asegurarme de que todo esté claro antes de proceder. Este matrimonio es por conveniencia, y tenemos que tener reglas."

Nicholas se sentó frente a ella, abriendo la carpeta y desplegando el contrato. "Claro. Vamos a revisar las cláusulas." Sus ojos brillaban con un interés que la hacía sentir vulnerable, como si cada palabra que pronunciara pudiera ser un arma en sus manos.

"Primero," dijo él, señalando la primera cláusula, "está el asunto de la convivencia. Viviremos juntos como pareja casada. No hay excepciones."

Emma frunció el ceño. "¿No hay excepciones? Eso es bastante estricto."

"Es necesario para mantener la ilusión de un matrimonio verdadero," respondió él, su mirada fija en ella. "No puedes esperar que los medios o nuestra familia acepten algo menos. La autenticidad es crucial."

"Entiendo eso, pero... ¿qué pasa con la privacidad?" Emma sintió un nudo en el estómago. "Debemos tener un espacio personal, una forma de manejar nuestras vidas."

Nicholas se inclinó hacia adelante, su voz suave pero llena de autoridad. "Emma, esto es un acuerdo comercial. La privacidad no es un lujo que podamos permitirnos. Quiero que sepas que, aunque estamos en un contrato, yo seré quien controle las decisiones que tomemos. Tendrás tu voz, pero siempre habrá límites."

La revelación la golpeó como un balde de agua fría. "¿Control? ¿De verdad crees que esto es justo? No estoy aquí para ser tu marioneta."

Él sonrió, pero no era una sonrisa amable. "No soy tu enemigo, Emma. Pero tienes que comprender que este matrimonio es un negocio. Ambos tenemos intereses que proteger, y yo tengo más experiencia en este tipo de tratos. Si no te gusta, no podemos seguir adelante."

Las palabras de Nicholas la hicieron sentir impotente. Había entrado en esta negociación con la idea de que tendría algo de poder, pero ahora se daba cuenta de que había subestimado su dominio. "Continúa," dijo, su voz apenas un susurro.

Nicholas siguió leyendo las cláusulas, y a medida que avanzaba, Emma se dio cuenta de que cada una de ellas estaba diseñada para mantener a Nicholas en el control. "También hay una cláusula sobre la exclusividad," dijo, levantando la vista. "Se espera que ambos mantengamos una relación pública y que no nos involucremos con nadie más durante la duración del contrato."

"Eso suena razonable," dijo ella, pero en el fondo, un pequeño rayo de preocupación se encendió. "¿Qué pasa si surgen sentimientos? O si uno de los dos decide que ya no puede continuar con esto?"

Nicholas se encogió de hombros, su expresión inmutable. "Eso es parte del riesgo que estamos asumiendo. Pero no olvides, Emma, que este acuerdo fue tu idea. Deberíamos ser capaces de manejar las emociones como adultos. No podemos permitir que el corazón nuble nuestra razón."

"¿Así que esperas que todo sea frío y calculado?" Emma sintió cómo la frustración comenzaba a acumularse. "Eso no es tan simple."

"Así es como funciona el mundo de los negocios," respondió él, con una calma que parecía irritante. "Y aunque me gustaría que fuéramos amigos, hay que ser realistas. Debemos poner los negocios primero, incluso si eso significa que hay que dejar de lado los sentimientos."

Ella lo miró, tratando de leer su expresión. Había una parte de él que realmente parecía preocuparse por ella, pero había otra que simplemente disfrutaba de su poder. "Entonces, ¿qué pasa con la cláusula de disolución?" preguntó, desviando la mirada hacia el documento. "¿Qué sucede si decidimos separarnos?"

Nicholas le lanzó una mirada intensa. "Cualquier parte puede terminar el contrato con un aviso de tres meses. Pero hay repercusiones financieras. Y, honestamente, me gustaría que pensáramos en esto como un compromiso serio, no algo que podamos disolver a la ligera."

"¿Así que estás diciéndome que, aunque esto sea un matrimonio por conveniencia, deberíamos tomarlo tan en serio como un matrimonio real?" preguntó, su voz temblando con incredulidad.

"Exactamente," respondió él, la frialdad en su tono evidente. "Te necesito para que esto funcione, Emma. Y si esto va a tener éxito, ambos necesitamos comprometernos. No solo en cuerpo, sino también en mente."

Emma se sintió atrapada en su propia trampa, sus esperanzas de tener una relación equilibrada desvaneciéndose. "Entonces, ¿qué puedo hacer para tener voz en esto? ¿Qué pasará si no estoy de acuerdo con algo?"

"Negociaremos," dijo Nicholas, pero había un matiz de condescendencia en su voz. "Pero siempre habrá un límite. No puedo permitir que tus decisiones afecten el plan que hemos establecido."

La frustración burbujeaba dentro de ella. Había entrado en este matrimonio con la esperanza de tener un control mínimo sobre su vida, pero ahora se daba cuenta de que estaba atrapada en su propio contrato, un diseño en el que Nicholas tenía todas las cartas.

Tomando una respiración profunda, Emma trató de mantener la calma. "De acuerdo, sigamos con el resto del contrato."

Mientras Nicholas leía las cláusulas finales, Emma sintió que una mezcla de miedo y desafío se apoderaba de ella. Sabía que este acuerdo era un juego peligroso, y aunque estaba determinada a jugar, también se preguntaba hasta dónde estaba dispuesta a llegar para mantener su independencia.

Cuando terminaron, Nicholas le extendió el documento, y Emma sintió la mirada intensa de él sobre ella. "Recuerda, Emma, esto es solo el comienzo. La clave aquí es que no te olvides de quién tiene el control."

Con esas palabras resonando en su mente, Emma tomó el contrato y, aunque sabía que había tomado una decisión arriesgada, no podía evitar sentir una chispa de desafío. Nicholas podía tener el control, pero eso no significaba que ella se rindiera sin luchar. Sabía que cada movimiento contaría en esta partida, y estaba lista para enfrentar las consecuencias de su elección, pase lo que pase.

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