Desde que comencé a trabajar para Seo Hyunmin, cada día me sentía como si estuviera caminando sobre una cuerda floja. Nunca entendí por qué un hombre como él decidió contratarme, alguien que había dejado los estudios a los 21 años y que no tenía nada particularmente sobresaliente en su currículum. Ahora, con 25 años, estaba completamente consciente de mis limitaciones, y eso solo aumentaba mi ansiedad, ansiedad que me llevaba acompañando desde muy joven. A pesar de los meses que habían pasado desde que me uní a su equipo, funcionando principalmente como su asistente, aún no lograba sacarme esa sensación de estar constantemente en evaluación, como si en cualquier momento se pudieran dar cuenta de que yo no pertenecía ahí.
Hyunmin, siendo un alfa dominante de apenas 29 años, emanaba una presencia que era imposible de ignorar. Alto, guapo, y con una seriedad que lo hacía parecer intocable, era el tipo de persona que imponía respeto sin siquiera intentarlo. En su entorno, había una mezcla de admiración y miedo. Todos hablaban de él como alguien profesionalmente intachable, reservado y siempre enfocado. A pesar de estar rodeado de gente, se mantenía distante, como si existiera una barrera invisible que nadie podía cruzar.
Trabajar para alguien así me exigía ser perfecto, o al menos intentarlo arduamente. Yo solo quería demostrar que no se habían equivocado al contratarme, aunque en el fondo no dejaba de preguntarme qué había visto en mí para elegirme. Había personas mucho más cualificadas que yo, más seguras, con estudios completos y experiencia en áreas donde yo solo contaba con habilidades aprendidas sobre la marcha. Mi única explicación era que necesitaban a alguien discreto, alguien que no llamara demasiado la atención, y yo, siendo introvertido, encajaba perfectamente en ese molde, pero todo eso no me daba tranquilidad.
Siendo un sigma, la necesidad de pasar desapercibido se volvía aún más crucial. La sociedad nos veía como una aberración, una casta fallida y repulsiva. Nunca me perdonaría si alguien descubriera mi verdadera condición, condición que ni siquiera debía ser parte de mí, pero por eso tomaba inhibidores religiosamente. Cada mañana me aseguraba de tomar la dosis correcta, la máxima recomendada. No podía permitirme cometer errores. La idea de que alguien pudiera sentir o percibir mis feromonas me aterraba, era suficiente el rechazo y estigma en mi vida. Fingir ser un beta era la única manera en la que podía mantener mi trabajo, y con él, la fachada de una vida normal.
Me limitaba a cumplir mis tareas, a ser un asistente competente. Me aseguraba de que todo estuviera en orden, que los papeles fueran entregados a tiempo, que las reuniones se organizaran con precisión. Hyunmin no se quejaba, pero tampoco daba indicios de estar impresionado, y dolía, pues anhelaba su reconocimiento. Mantenía su seriedad, y aunque nunca fue grosero ni distante conmigo, tampoco podía decir que teníamos una relación cercana. Era como si existiera una línea invisible que ni él ni yo estábamos dispuestos a cruzar, aunque él aparentemente no cruzaba esa línea con nadie, pero la verdad yo prefería que fuera así. Cualquier cercanía podía poner en riesgo mi fachada, podría hacer que Hyunmin descubriera cosas de mí que no debía.
A veces me preguntaba si sospechaba algo. Había momentos en los que sentía su mirada fija en mí, como si intentara descifrar algo que no podía ver. En esos instantes, el aire se volvía más denso y mi corazón latía con fuerza, pero siempre me obligaba a mantener la calma. Hyunmin era reservado, sí, pero también observador, y eso me mantenía en constante alerta.
En esos meses, intenté no pensar demasiado en lo que significaba trabajar para alguien como él, a pesar de que sentía una atracción que me parecía inevitable por su naturaleza. Intenté no darle vueltas a las razones por las que me había contratado. Mi trabajo era ser eficiente, mantenerme en mi lugar, no sobresalir demasiado ni desaparecer por completo. Era un equilibrio delicado, pero lo llevaba lo mejor que podía.
Lo que más me atormentaba, era la duda constante sobre mi capacidad. Había días en los que sentía que estaba fallando, que mis esfuerzos nunca serían suficientes para un hombre como Hyunmin, que nunca me reconocería, pero me aferraba a la idea de que, si había llegado hasta aquí, algo debía estar haciendo bien. A pesar de todo, en el fondo, esa inseguridad nunca desaparecía por completo. Era una lucha diaria, y aunque nadie lo sabía, esa batalla interna consumía gran parte de mis pensamientos.
Los últimos días en la empresa habían sido particularmente tensos. Había notado que el padre de Hyunmin, Seo Jiho, comenzaba a aparecer con mayor frecuencia. Cada vez que estaba presente, yo tenía que mantenerme alejado, lo cual no era un problema para mí, ya que nunca tuve deseos de estar cerca de él. La atmósfera en la oficina cambiaba cuando él estaba ahí. Jiho tenía una presencia imponente, y no era difícil imaginar de dónde había heredado Hyunmin su seriedad y su porte dominante.
Siempre que aparecía, mi rutina se volvía más tensa de lo habitual. Hyunmin se volvía más rígido, y yo tenía que andar cuidando cada detalle para no cometer el más mínimo error. Aunque evitaba cualquier interacción con Jiho, no podía evitar captar algunos fragmentos de conversaciones cuando pasaba cerca de las reuniones.
La palabra "matrimonio" era una constante en esos días. La escuché repetirse una y otra vez, en distintas ocasiones. Me preguntaba si ese era el motivo del mal humor de Hyunmin. Aunque siempre había sido reservado, en las últimas semanas parecía especialmente estresado, casi irritable, lo que era raro en él. La idea de que lo estuvieran presionando para casarse no era difícil de creer. En su mundo, los matrimonios no eran solo decisiones personales, sino transacciones estratégicas, uniendo familias poderosas, consolidando alianzas y fortunas.
A veces, cuando cruzaba brevemente su mirada en esos días, había algo en sus ojos que revelaba el peso que estaba cargando. No me atrevía a preguntarle, no era mi lugar, pero no podía evitar preguntarme si el matrimonio realmente era la causa de su tensión. Yo, siendo un simple asistente, apenas podía imaginar lo que significaría tener que lidiar con ese tipo de presiones familiares, y mucho menos siendo un alfa dominante como él. Una cosa era clara, lo que fuera que su padre le estaba imponiendo, estaba afectando a Hyunmin más de lo que quería admitir.
Aquel día comenzó como cualquier otro. El bullicio típico de la oficina me envolvía mientras revisaba los documentos para una reunión en la tarde a la que Hyunmin debía atender. Me encontraba concentrado en mi trabajo cuando escuché la voz de Hyunmin resonar desde su oficina.
-Junsu, ven un momento.- Su tono era tan neutral como siempre, pero había una tensión sutil que no pude evitar notar.
Me levanté de inmediato, sintiendo el habitual nudo en el estómago que aparecía cada vez que tenía que interactuar directamente con él. No era miedo, sino la constante sensación de que debía cuidarme de no cometer errores.
Finalmente, crucé la oficina hasta llegar a su puerta y toqué antes de entrar.
-¿Me necesitaba, señor Seo?- Pregunté, manteniéndome firme en mi postura profesional, como de costumbre.
Hyunmin estaba sentado tras su escritorio, con la mirada fija en los papeles frente a él. Se tomó un momento antes de levantar la vista y señalar la silla frente a él.
-Siéntate- Dijo, sin más preámbulos.
Obedecí, intentando mantener mi expresión serena mientras tomaba asiento. Había algo en su mirada que me inquietaba. No era el típico Hyunmin al que estaba acostumbrado. Parecía reflexivo, como si estuviera luchando con algo en su mente.
-Sé que has notado que mi padre ha estado viniendo a la oficina con frecuencia últimamente.- Comenzó rompiendo el silencio, aunque su tono seguía siendo tan metódico como siempre. -Y estoy seguro que has escuchado ciertas cosas.-
Asentí lentamente, aunque no sabía qué decir. no era una acusación directa, pero tampoco me podía relajar. No quería admitir que, efectivamente, había escuchado la palabra "matrimonio" más veces de las que hubiera querido.
-No es ningún secreto que mi padre está presionándome para casarme.- Continuó, mientras sus dedos tamborileaban ligeramente sobre el escritorio. -La situación está volviéndose más... insistente, y necesito una solución.-
Lo miré, intentando entender adonde quería llegar con aquello. No me atrevía a decir nada. Sabía que, en estos momentos, cualquier palabra mal colocada podría ser un error.
Hyunmin se inclinó un poco hacia adelante, fijando su mirada en mí con una intensidad que me hizo sentir pequeño.
-Junsu.- Dijo, con una seriedad que me heló la sangre. -Quiero que seas mi amante.-
Mis ojos se abrieron de golpe, y sentí que el corazón me daba un vuelco, mi rostro tornándose rojo. Había mil cosas que quería decir, pero ninguna llegaba a mis labios. Él continuó, sin darme tiempo para procesar lo que dijo.
-Falso, obviamente.- Aclaró con un gesto de la mano, como si fuera obvio que no se trataba de una propuesta real. -Eres de buena apariencia, joven, llevas trabajando conmigo el tiempo suficiente como para dar la impresión de que nuestra relación ha estado ocurriendo durante meses.
El calor se mantenía en mi rostro, pues todo esto era completamente inesperado, haciéndome preguntar cómo siquiera podía considerarlo.
-Pero… señor, yo…- Balbuceé buscando las palabras adecuadas. -No entiendo por qué yo…-
Hyunmin me miró con calma, como si ya hubiera anticipado esa pregunta.
-Es simple. Eres un beta.- Dijo con la misma lógica fría con la que solucionaba cualquier problema empresarial. -Si la gente cree que estoy locamente enamorado de un beta, se olvidarán de todas las expectativas que tienen sobre mí. Mi padre no soportará bien el escándalo que se generaría, y eso lo mantendría alejado de la presión del matrimonio, al menos por un tiempo.-
Sentí que mis pensamientos corrían a toda velocidad, intentando comprender lo que estaba pasando. No creía que Hyunmin me estaba pidiendo que fuera parte de una farsa monumental solo para evitar casarse. Nunca había imaginado que algo así pudiera ocurrir, mucho menos que yo fuera parte de ello.
-No estoy pidiendo una relación real.- Dijo, aclarando nuevamente, aunque no se molestó en suavizar su tono. -Solo necesito que actúes como mi amante en eventos y reuniones. La gente hablará. Será suficiente para crear un rumor, y tú… eres e candidato perfecto.-
Me quedé en silencio tratando de organizar mis pensamientos. Nunca me había considerado el candidato perfecto para nada, en general siempre había sido la persona con quien los demás se desquitaban, y ahora, de repente, Hyunmin me veía como la solución a su problema. No podía evitar preguntarme qué ocurriría si alguien descubría la verdad o que pasaría si la mentira no funcionaba.
-¿Y si alguien sospecha?- Logré preguntar, sintiendo que debía, al menos, poner en duda el plan.
Hyunmin esbozó una leve sonrisa, casi imperceptible.
-No lo harán. Tú eres discreto, has trabajado para mí durante meses y nadie pondrá en duda la relación que podría existir entre nosotros. Además, no te preocupes por los detalles, yo me encargaré de todo.-
El peso de sus palabras me golpeó de lleno. Él confiaba en mí para este papel, y eso solo hacía que el dilema se volviera más grande. No sabía qué debía hacer. Si rechazaba, podía estar arruinando cualquier posibilidad de mantener mi trabajo, pero si aceptaba, me arriesgaba a ser el centro de un escándalo. Sin embargo, en los ojos de Hyunmin había una determinación que me decía que ya lo había decidido todo, y que la única opción real era aceptar.
-Si eso es lo que necesita… aceptaré.- Dije con duda.
Hyunmin observó mi duda, inclinándose un poco hacia adelante, con una mirada que era tanto persuasiva como seria.
-Entiendo que esto pueda parecer complicado, Junsu, pero quiero que sepas que no solo es un favor. Te ofreceré una generosa cantidad de dinero por esto.- Dijo, dejando que sus palabras flotaran en el aire entre nosotros. Entonces, continuó. -Además, recibirás regalos, tratamientos y beneficios que pueden hacer que esta situación te resulte atractiva.-
Mi mente comenzó a trabajar rápidamente. El dinero era una necesidad, pues tuve que dejar la universidad cuando mi situación económica se volvió precaria. Había asumido la responsabilidad de cubrir los gastos médicos de mi madre que había sido internada debido a un Alzheimer que avanzó rápidamente, además de la hipertensión y la diabetes. No solo con eso, debía lidiar con los gastos de mis propios medicamentos, entre ellos los inhibidores. Cada mes, las cuentas acumulaban estrés y ansiedad, y el peso de esa carga era algo que llevaba a cuestas. Las facturas de medicamentos, las consultas con especialistas y el costo del cuidado constante parecían interminables. Pensar en la posibilidad de tener un ingreso extra, especialmente uno generoso como mencionó Hyunmin, despertó en mí un rayo de esperanza.
-No necesito que me convenzas más.- Respondí, intentando que mi voz sonara firme, aunque una parte de mí aún estaba en conflicto. -Lo aceptaré. El dinero me vendrá bien.-
Hyunmin asintió, una expresión de alivio y satisfacción cruzó su rostro. Era evidente que había anticipado mi respuesta, pero no dejó de parecer genuinamente agradecido.
-Gracias, Junsu.- Dijo, su tono ahora más ligero. -Sé que esto no es algo sencillo, pero te aseguró que, además del dinero, también te proporcionaré acceso a eventos y lugares donde podrás obtener algo más que solo regalos materiales.-
A medida que hablaba, podía ver que esto era un intercambio que beneficiaría a ambos, aunque las implicaciones de nuestra situación comenzaban a asentar un peso diferente en mi mente, No obstante, la necesidad de cuidar de mi madre y la urgencia de asegurar un futuro mejor para nosotros eran más fuertes que cualquier duda que pudiera tener sobre el arreglo.
-Solo espero que esto funcione.- Murmuré, sintiéndome un poco más seguro de mi decisión. -Quiero asegurarme de que no traiga más problemas de los que ya tengo.-
-Lo mantendré bajo control.- Me aseguró, con una sonrisa que transmitía confianza. -Te prometo que todo saldrá bien.-
Tras nuestra conversación, pensé que pasaría un tiempo antes de que el acuerdo empezara a tomar forma. La jornada laboral continuó con normalidad, casi como si nada hubiera cambiado, sin embargo, a medida que el reloj avanzaba, la anticipación y los nervios se acumulaban dentro de mí. Cada pequeño sonido, cada mirada de Hyunmin me recordaba la nueva realidad que habíamos decidido crear.
Cuando finalmente llegó el momento de salir del edificio, me sentía más aliviado que ansioso. La rutina habitual de esperar el autobús me parecía reconfortante, pero al cruzar el vestíbulo, de repente sentí que el ambiente cambiaba. Allí estaba Hyunmin, su figura destacándose entre la multitud.
-Junsu.- Me llamó, y mi corazón dio un vuelco al escuchar su voz.
Me detuve en seco, sorprendido. Había esperado que nuestra conversación fuera un secreto, que tendríamos tiempo para prepararnos antes de actuar, pero en ese instante, la mirada de Hyunmin me atrapó. Se acercó a mí, y en un movimientos casi casual, rodeó mi cintura con su brazo, acercándome a él.
-¿Quieres ir a cenar?- Preguntó, su tono era ligero, casi juguetón, pero había una intensidad en sus ojos que no podía ignorar.
Me quedé paralizado por un momento, mi mente luchando entre el deseo de rechazar y la inercia de aceptar, pues en el fondo, deseaba esa atención de Hyunmin, incluso si era falsa. Nervioso, sentí que las palabras se me atascaban en la garganta, Me preguntaba si era esto realmente lo que queríamos o lo que necesitaba, pero al mirarlo, con esa confianza que siempre lo caracterizaba, supe que no tenía otra opción.
-Claro.- Logré decir, sintiendo cómo la ansiedad se transformaba en una mezcla de emociones. Acepté, quizás más por inercia que por decisión.
Hyunmin sonrió, y en un instante, guiñó un ojo. Era un gesto que me hizo sentir como si la realidad de nuestro acuerdo ya estuviera en marcha, como si hubiéramos cruzado una línea invisible. En ese momento, comprendí que mi vida estaba a punto de cambiar de maneras que aún no podía imaginar.
A medida que caminábamos juntos hacia el estacionamiento, una parte de mí se preguntaba cómo iba a manejar esta nueva faceta de nuestra relación. La cena sería solo el comienzo, y mientras me acercaba a su automóvil, el peso de la situación se asentaba en mis hombros.
El viaje en el auto de Hyunmin fue un torbellino de sensaciones. El motor rugía suavemente mientras nos dirigíamos a un elegante restaurante, uno que se veía tan sofisticado que, en cualquier otra circunstancia, jamás habría considerado entrar. El ambiente que nos rodeaba era todo lo que representaba el éxito y la riqueza, algo completamente fuera de mi alcance.
Mientras él conducía, me reía las uñas en silencio, sintiendo la presión de lo que estaba a punto de hacer. Era la primera vez que estaba a solas con él en un entorno tan personal, y eso añadía una capa de nerviosismo a la situación. Aunque llevaba meses trabajando para Hyunmin, siempre había mantenido una distancia profesional, y ahora sentía como si estuviéramos cruzando una línea que no podía deshacer. Su seriedad habitual se mantenía, pero había algo diferente en su mirada, algo más humano, más cercano.
Al llegar, Hyunmin aparcó el auto y salimos, caminando hacia la entrada del restaurante. A medida que cruzábamos el umbral, la atmósfera cambió por completo. Las luces tenues, el suave murmullo de las conversaciones y el aroma de la comida gourmet me hicieron sentir como un pez fuera del agua. Traté de mantenerme centrado, recordando que debía actuar como si esto fuera normal.
Una vez dentro, nos llevaron a una mesa en un rincón, donde la intimidad era palpable. A pesar de que nuestras conversaciones comenzaron siendo sobre el trabajo, había un tono diferente en sus palabras, como si intentáramos construir una narrativa que pareciera real. Hablamos de proyectos pasados y futuros, de cómo se sentía respecto a la dirección de la empresa, pero con un toque más personal.
-¿Cómo has estado manejando todo esto?- Me preguntó, su mirada fija en mí, mientras jugaba con la copa de agua en la mesa.
-Creo que bien.- Respondí, manteniéndome reservado a pesar de que mi voz temblaba ligeramente, era imposible no sentirse nervioso frente a un hombre como Hyunmin,
-Me alegra escuchar eso.- Dijo, asintiendo con aprobación. -Eres una pieza clave en el equipo, y eso no se me ha escapado.-
Esas palabras me hicieron sentir una mezcla de orgullo y ansiedad, pero mis mejillas se sonrojaron igualmente. Aunque su alabanza me reconfortaba, la presión de mantener la fachada del amante falso pesaba sobre mí La tensión entre nosotros era palpable, y cada vez que nuestros ojos se encontraban, un pequeño escalofrío recorría mi espalda.
El resto de la cena transcurrió de manera similar. Hablamos de temas triviales y anécdotas de trabajo, pero siempre había un subtexto en nuestras interacciones, un juego de roles que cada vez se sentía más real. A medida que la comida avanzaba, mi nerviosismo seguía ahí, pero había un pequeño resquicio de comodidad que comenzaba a florecer entre nosotros.
A pesar de todo, me esforzaba por mantener mi actitud reservada. No quería que él viera cuán ansioso me sentía ni cuánto me afectaba todo esta situación. Estaba allí para cumplir un papel, y aunque había partes de mí que querían gritar, otra parte sabía que debía permanecer en silencio y actuar como si todo esto fuera natural. Después de todo, esta era solo una cena. Un paso más en el camino que ambos habíamos decidido seguir.
Al terminar la cena, Hyunmin se inclinó hacia mí con una leve sonrisa.
-Bien hecho esta noche, Junsu. Lo manejaste como un profesional.- Dijo, su tono era cálido, y aunque la cena había sido un juego, había algo genuino en su elogio.
Agradecí sus palabras con un asentimiento y una sonrisa nerviosa. La verdad era que me sentía aliviado de que todo hubiera salido bien, al menos en la superficie. Mientras caminábamos hacia el auto, una parte de mí estaba ansiosa por llegar a casa, donde podría reflexionar sobre lo que acababa de suceder.
El trayecto fue silencioso, pero no incómodo. La noche se cernía sobre nosotros, y las luces de la ciudad brillaban a través de las ventanas del auto. Mire hacia fuera, perdido en mis pensamientos. Mi mente divagaba entre el peso del acuerdo y la realidad de lo que había dejado atrás.
Cuando llegamos a mi casa, Hyunmin se detuvo frente a la entrada. La pequeña casa de color beige no era nada comparado con el lujoso edificio donde se encontraba el restaurante que habíamos visitado esa noche, pero era un hogar,
-Aquí es…- Dije, sintiendo un ligero rubor al darme cuenta de lo desentonado que se sentía mi vida en comparación con la suya.
-Gracias por acompañarme, Junsu.- Dijo, y por un instante, sus ojos reflejaron un tipo de comprensión que me hizo sentir un poco más en paz.
-Gracias a ti por la cena.- Respondí antes de salir del auto.
Al entrar en la casa, la familiaridad del lugar me envolvió. La luz tenue de la lámpara en el pasillo iluminaba el camino hacia mi habitación. Cerrar la puerta tras de mí fue un alivio, pero tambien un recordatorio de la carga que llevaba sobre mis hombros.
Me senté en la cama, y un impulso repentino me llevó a sacar mi teléfono. rápidamente abrí el chat con mi amiga Ji Eun y escribí “Estoy haciendo una locura”. No quise darle más contexto, porque en realidad no sabía por dónde empezar. La confusión y el miedo se arremolinaban dentro de mí, y en ese momento, lo único que podía hacer era enviar ese mensaje.
Sin esperar una respuesta, dejé el teléfono a un lado y me recosté, sintiendo que el cansancio me abrumaba. Cerré los ojos y, a pesar del caos en mi mente, pronto me dejé llevar por el sueño. La noche se deslizó sobre mí, y con ella, la sensación de que, sin quererlo, me había adentrado en una nueva y desconcertante aventura.
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