En medio de la fuerte música, bajo el reflejo de las parpadeantes luces, el sutil aroma de las feromonas se mezclaba con el aroma de las finas bebidas.
Un delicado cabello del color del atardecer, unos hermosos ojos llenos de vida y encanto resaltaban la gracia del joven omega, una grata figura danzante en medio de la multitud.
Una figura que era seguida por varias miradas sutiles y toscas, una situación regular que se daba entre las personas que acudían a estos centros de entretenimiento.
Sin importarle las miradas sobre él, el joven omega continuaba con su tan agraciado baile, no obstante, una presencia llamó su atención, la presencia de aquel hombre que lo miraba con calma.
Un Alfa dominante como la mayoría de los que se encontraban en el club privado, pero que poseía un aura llamativa.
La mirada del alfa estaba dirigida al joven omega.
Con una bonita sonrisa, el joven omega se dirigió hacia el alfa pasando por todas las personas que estaban en el centro de la pista de baile.
Con un leve intercambio de palabras, ambos abandonaron el club privado con dirección a la casa del alfa.
...****************...
"¿Quieres algo de beber?"
"¿Acaso me trajiste para seguir bebiendo?, ¿no sería mejor empezar con algo más divertido?"
"Lo decía por cortesía, pero como quieras"
Dejando los vasos de cristal a un lado, el alfa se acercó al joven omega con una sutil sonrisa en los labios.
Una gran figura que era difícil de rechazar, con un cuerpo imponente que podía notarse a través del traje negro que vestía.
Aceptando la cercanía del alfa, el joven omega apresuró sus pasos con entusiasmo hasta llegar a los brazos de aquel hombre.
Apenas su cuerpo sintió la calidez de aquellos brazos, un fuerte escalofrío recorrió el cuerpo del omega, había sentido un ligero frío al momento de entrar a la casa, pero no le tomó importancia, solo que ahora, el frío se hizo más fuerte.
"¿Sucede algo?"
"... No", dejando de lado el frío que recorría su cuerpo, el joven omega rodeó el cuello del alfa para besarlo.
No obstante, en ese momento, se oyó el fuerte estruendo de un objeto cayendo al piso.
Sorprendido por tal estruendo, el omega volteó a ver en dirección de donde provino el ruido.
"... ¿Qué fue eso?", preguntó asustado.
"Un simple objeto que debió haber caído", respondió el alfa con calma.
"... No hay nadie más aquí, ¿verdad?", continuó preguntando el omega con cautela.
"¿Quién más podría estar aquí?", sonrió el alfa.
Como era una amplia casa, no sería extraño que algún objeto cayera de vez en cuando; con un suspiro, el omega volvió a rodear sus brazos alrededor del cuello del alfa, no perdería la oportunidad de estar con este hombre solo por unos cuantos ruidos.
Sin embargo, cuando sus labios se acercaron a los labios del alfa, un fuerte peso se sintió sobre su cuerpo, era como si algo tratara de aplastarlo.
Seguido de aquella sensación, algo pasó por detrás de él, no era algo que fuera visible, se trataba más bien de una presencia, una tenebrosa presencia.
Sobresaltado y con miedo, el joven omega se soltó de los brazos del alfa y buscó con la mirada aquella presencia que lo hacía temblar.
"... Hay... Hay algo aquí", balbuceó.
"¿Es así?", con tranquilidad, el alfa fue a servirse un vaso de bebida.
Con el cielo nocturno visible a través de las ventanas, el joven omega sintió aún más temor, sobre todo porque aquella presencia seguía junto a él.
"Supongo que querrás irte", mencionó el alfa con naturalidad mientras sostenía su teléfono celular con una mano y tomaba su bebida con la otra.
Viendo la tranquilidad del alfa, el omega no dudó en tomar sus cosas y salió despavorido del lugar.
[Si Señor, escoltaremos al joven hasta su casa]
"Te lo encargo"
[Que tenga una buena noche]
Luego de terminar la llamada, el alfa arrojó el teléfono celular sobre la mesa y se dejó caer sobre el sofá mientras sostenía el vaso de bebida.
En la espaciosa casa, tan pronto como se hizo el silencio, una suave melodía empezó a sonar desde el sistema de sonido, una suave y extraña balada que te hace recordar la primavera y la soledad.
"Ja ja ja ja", agitando el vaso de cristal, la risa del alfa acompañaba a la melodía.
Una risa divertida y resignada.
"Ahh, siempre haces lo mismo", suspiró el alfa recostando su cuerpo en el respaldo del sofá.
"¿Hasta cuando serás una molestia?", preguntó al vacío.
Sin embargo, no hubo ninguna respuesta para el hombre que hablaba consigo mismo, solo podía sentir ese fuerte frío al que ya estaba acostumbrado.
"¿Crees que me gusta hablar solo?, sabes que odio eso... Yeisan"
Al pronunciar aquel nombre, aquella fría presencia se acercó a él, una figura brumosa fue revelándose, y poco a poco se fue formando una figura humana.
El dueño de aquella gélida presencia se tornó en un joven de aspecto delicado y elegante, un joven que a simple vista formaba parte de la realeza, vistiendo un conjunto negro que resaltaba su pálida piel sin vida, y cubierto con un manto blanco que escondía su delgado cuerpo.
"¿Hasta cuando harás esto?, ¿tampoco me dejarás en paz en esta vida?", con su mirada fija en la bebida, el alfa se dispuso a beber de ella, pero fue detenido por una delicada mano cuyos delgados dedos cubrían el vaso de cristal.
"Es malo beber demasiado", pronunció el joven con voz sedosa.
"¿Dices que me hará daño?", habló el alfa levantándose del sofá.
Se puso de pie frente al joven y bebió todo el contenido del vaso sin dejar una sola gota.
"Beber esto me da la sensación de calidez de la que me has privado, ya que no puedo sentir el calor de un cuerpo porque así lo has decidido", con el sonido del vaso de cristal cayendo sobre el piso, el alfa caminó hacia el piso superior.
"... Emmett", llamó el joven, "Me tienes a mí"
Mirando esa fría figura presente que no tenía vida, el alfa empezó a reír con fuerza.
"Ja ja ja ja, ¿qué diferencia hay entre no sentir nada, y estar contigo?"
"Lo que yo deseo, es sentir vida, no un cuerpo helado que no tiene pulso", añadió el alfa subiendo por las escaleras.
"Y mi mayor deseo es que me dejes ser libre, no eres nada mío, así que desaparece de una vez", dijo por último y desapareció en el piso superior.
Solo en la planta baja, Yeisan no dejó de mirar al alfa hasta que ya no fue visible.
"... Soy tu esposo, es mi deber cuidarte", murmuró.
Como todas las mañanas, Emmett sentía la presencia del ser durmiendo a su lado, a pesar de no tener el peso de un cuerpo normal, la cama se sentía llena.
Y al abrir los ojos, lo primero que capturaba su vista eran los dos objetos brillantes que colgaban de una cadena en el cuello del joven.
Era irónico, una alianza que se había roto hace siglos mostraba su encadenamiento con ese par de anillos.
Ese par de anillos que el joven dormido a su lado cuidaba con anhelo.
Aquel joven que mantenía los ojos cerrados, acostado como si durmiera a pesar de no tener esa capacidad, pretendiendo ser normal, Yeisan.
Apartando la vista de Yeisan, Emmett se levantó de la cama.
Se paró frente al espejo del baño y contempló su reflejo, ya había visto ese rostro demasiados años, pero en lugar de sentirse cansado, le recordaba que estaba vivo.
"Aun así, sería mejor no recordar nada, ¿no crees?"
Frente al espejo, el único reflejo que se mostraba era el de Emmett, aunque Yeisan se encontraba detrás de él.
"¿A qué hora llegarás a casa?", preguntó Yeisan en su lugar.
"¿Por qué?, ¿morirás si esperas demasiado?", soltando una pequeña risa, Emmett se dirigió al compartimiento de la ducha.
Este comportamiento hacia él ya era natural, Yeisan se quedó de pie frente al espejo, más no se podía ver nada, no había visto su rostro en varios años y había olvidado su propio aspecto.
Y ya sea llamado crueldad o justicia, Emmett se deshizo de todo rastro de su imagen hace tiempo, no quedaba ni una sola fotografía que le recordara como era.
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Yeisan conocía muy bien cada rincón de esta casa, al pasar los siglos, esta casa siempre ha permanecido en el mismo lugar.
Cada estación cambiaba, las cosas se deterioraban, pero esta casa siempre se había mantenido firme por más que hayan sucedido cambios.
Uno de los tesoros más preciados de Yeisan, era su pequeño jardín de rosas amarillas, unas hermosas rosas que perduraban junto a él.
"Se ven tan bonitas como siempre", sonrió Yeisan viendo su pequeño jardín.
Eran hermosas, Yeisan envidiaba sus brillantes colores llenos de vida, le recordaban que él mismo no pertenecía a este mundo.
Como aquel joven omega del cual Emmett llegó acompañado la noche anterior, se veía lleno de vida, con un ligero rubor en sus mejillas, una piel tonificada que resaltaba su juventud y que seguramente estaba lleno de calidez.
"Lo siento, pero no puedo dejarte"
Sabía que era egoísta, lo aprendió en todos estos años, pero no podía permitir que nadie se acercara a Emmett, porque era su esposo, su alfa.
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Aunque Emmett se lo había prohibido varias veces, Yeisan ya se encontraba frente a la empresa del alfa.
Se deslizaba con ligereza entre las personas, antes le resultaba desagradable, pero ahora no le importaba atravesar a las personas que pasaban por su camino.
No pretendía ser desobediente, solo quería asegurarse de que nada se saliera fuera de su control.
Después de todo, debía permanecer al tanto de las personas que aparecían en la vida de Emmett.
El hecho de que Emmett tratase con diferentes omegas cada cierto tiempo, le era irrelevante aunque le molestaba, porque sabía que no significaban nada, pero tenía la preocupación de que en algún momento, ese alguien importante volviera a aparecer en sus vidas.
Era debido a ello que cada cierto tiempo, Yeisan acudía a la empresa del alfa para revisar a cada persona nueva que entraba al edificio.
Como los otros días, no hubo ningún inconveniente, así que por último, se deslizó hasta la oficina de Emmett para poder verlo por un momento.
Emmett era el único en este edificio que podía verlo, por lo que se deshizo por completo de su presencia para no ser notado por el alfa.
Cuando llegó a la oficina, se puso cerca de las grandes ventanas y observó a su querido alfa, Emmett trabajaba como de costumbre, pasando cada documento con cuidado después de revisarlo meticulosamente.
Era una vista que le agradaba, pensó que si pudiera, lo ayudaría para aligerar su trabajo, o le traería un pequeño refrigerio para poder cuidarlo, pero no podía hacerlo porque le estaba prohibido, además, cualquiera se asustaría si viera los documentos flotar por la oficina.
Mientras trabajaba, Emmett se detuvo por un momento y volteó a ver hacia la gran ventana, era como si hubiera notado su presencia.
Preocupado por ser descubierto, Yeisan se deslizó fuera de la ventana para así poder camuflarse con el viento, fue en ese momento que la asistente de Emmett entró a la oficina distrayendo la atención del alfa para continuar con su trabajo.
Yeisan miró una vez más a su alfa y se alejó del edificio.
De camino a casa, no se olvidó de revisar a cada persona que pasaba junto a él, por suerte, hoy no vio ese rostro que era su calvario.
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"Tienes muy mala suerte, todos terminan escapando de ti, ¿o será que estás maldito?"
"No podría decirse de otra manera"
"Vaya, no lo decía en serio, pero sería bueno que buscaras ayuda"
"Ja ja ja, no serviría de nada"
Como ya era recurrente, Emmett acudía a uno de los clubes privados al terminar su jornada.
Era conocido como un tipo sin suerte a los ojos de sus amigos, ya que todos sabían que cualquier omega o beta que se acercaba a Emmett, terminaba huyendo.
"No lo entiendo, alguien como tú no puede tener problemas para conseguir una pareja", mencionó su amigo.
"Es la historia de mi vida", respondió Emmett bebiendo una copa de vino.
"No nos contagiarás tu mala suerte, ¿verdad?", preguntó el otro frotándose el brazo con escalofríos.
"Ja ja ja, créeme que si pudiera, lo haría", contestó Emmett.
Esa mala suerte que tenía un nombre, era el peso que llevaría consigo para siempre.
Una maldición que lo seguía desde que Yeisan se cruzó en su vida, parte de su maldición era encontrarse una y otra vez con sus familiares y viejos amigos, verlos envejecer, morir, y volver a encontrarse con ellos nuevamente.
Al ser un humano, él también perecería junto a ellos, pero volvería cada vez con sus recuerdos intactos, y Yeisan siempre estaría a su lado.
"¿No te quedarás a descansar?, has trabajado mucho estos días"
"Descansaría si dejaras de seguirme"
Era fin de semana, los días anteriores, Emmett había regresado muy tarde a casa debido al trabajo y sus salidas nocturnas.
Yeisan sabía que su preocupación no significaba nada para el alfa, pero quería tener ese derecho de preocuparse por él.
Temprano por la mañana, Emmett se alistó para salir de la casa, aunque fuera un alfa, tenía un cuerpo humano que necesitaba descansar, pero el alfa prefería salir de la casa que permanecer al lado de Yeisan, y este lo sabía.
Ya listo para salir, Emmett tomó las llaves de su auto, pero se detuvo al ver a Yeisan siguiéndole.
"Ja, siempre haces lo que quieres"
"... Lo siento, es que..."
"Lo sé, soy de tu propiedad, ¿no es así?"
Sin decir nada, Yeisan siguió al alfa hasta dentro del auto, se sentó en la parte trasera y esperó a que el auto partiera.
La vida a través de la ventanilla pasaba rápidamente.
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Luego de estacionar el auto, Emmett caminaba por las calles con las miradas de los transeúntes puestas sobre él, por detrás, Yeisan lo seguía muy de cerca con la mirada hostil hacia esas personas.
Caminaba paso a paso detrás del alfa, aunque le resultaba más fácil deslizarse, trataba de sentirse normal al seguir los pasos de Emmett.
Con todas las miradas de esas personas dirigidas a su alfa, Yeisan acercó su mano con cuidado a la mano de Emmett, quería tomar su mano.
"Es frío"
Pero al oír la queja del alfa por su cercanía, Yeisan apartó su mano de inmediato.
Llegaron a un salón privado en donde los amigos de Emmett ya lo esperaban, por supuesto, Yeisan los conocía muy bien, los había visto innumerables veces.
No resultaban un peligro, puesto que estas personas no recordaban sus vidas pasadas, ya que si lo hicieran, Yeisan estaba seguro de que lo odiarían, al igual que en el pasado.
Los temas de conversación de este grupo de amigos, eran simples, lo molesto era que siempre trataban de encontrar una pareja para Emmett.
"Si esto continúa así, te quedarás solo toda tu vida", mencionó uno de sus amigos.
"Es verdad, ¿qué pensarían tus padres de todo esto?", cuestionó el otro amigo.
En medio de su conversación, los platillos empezaron a llegar a la mesa.
Un delicioso desayuno fue servido.
Ante las preguntas de sus amigos, Emmett sonrió con tranquilidad.
"Bueno, estoy seguro de que mis padres se preocuparían demasiado, ¿qué padre no quiere ver a su hijo feliz?"
Oír mencionar a los padres de Emmett, hizo que el corazón de Yeisan se sintiera incómodo, en su mente, los rostros llenos de odio de los padres de Emmett no dejaban de reproducirse.
Con calma, Yeisan fue a sentarse al sofá cerca de la ventana.
"Tal vez el problema sea que eres demasiado exigente", continuó el amigo con la conversación.
"Si querer la compañía de alguien es tener exigencias, entonces lo soy", sonrió Emmett.
"Compartir una cena, salir juntos tomados de la mano, dormir juntos sintiendo la calidez del otro, esas son mis exigencias, pero al parecer son cosas difíciles de conseguir para mí", mientras enunciaba esas palabras, la mirada de Emmett estaba dirigida hacia la ventana.
Cada palabra cayó como una daga en el corazón de Yeisan, porque esas cosas tan simples, era algo que no podía ofrecerle.
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Cerca del atardecer, Emmett condujo de vuelta a la casa.
"¿No bajarás?", preguntó Yeisan al notar que el alfa no salió del auto.
"Aunque no puedan verte, no pretendo que estés cerca de ellos", dijo Emmett por último antes de partir nuevamente.
Al lugar al que iba Emmett, Yeisan no era bienvenido, lo sabía perfectamente, el alfa no le permitía estar cerca de sus padres aunque ellos no lo recordaban.
Las luces de la casa siempre permanecían encendidas, como Yeisan deambulaba por el lugar, era preferible dejar las luces encendidas en caso de que alguien viera un fantasma andante.
Esto se hizo como precaución debido al grupo de guardaespaldas que trabajaban en la casa, un grupo pequeño que habitaba en el edificio delantero de la propiedad.
Cada cierto tiempo, el ama de llaves de la familia de Emmett acudía a la casa para limpiarla, dejaba unas cuantas guarniciones y no volvía sino hasta que Emmett lo pidiera.
Esto también debido a Yeisan.
Como pronto anochecería, Emmett se quedaría a cenar en la casa de sus padres.
"Compartir una cena", susurró Yeisan.
Aunque escuchaba esas palabras de Emmett cada vez, no podía evitar que lo afectaran, después de todo, era normal para las personas compartir entre ellos, pero no para él.
Lo intentó varias veces, y a pesar de la siempre respuesta negativa de Emmett, Yeisan se dispuso a preparar una ligera cena antes de la llegada del alfa.
Tomó con cuidado los utensilios de la cocina sin provocar sonido alguno.
"Sabes que no servirá de nada"
"Aun así, quiero intentarlo"
"¿Cuántos rechazos más puedes soportar?, ¿o es que acaso te pusiste una meta para los rechazos?"
"Tú no lo entiendes"
"Te he visto el tiempo suficiente para saber como funciona esto, eres tan divertido, sabes perfectamente que hagas lo que hagas, sean los años que sean, nunca conseguirás que te ame"
Ante la jocosa voz, Yeisan ya no respondió y se detuvo, porque esa era la verdad.
"Oh, vamos, no te detengas, esto es algo que añoro ver", se burló el dueño de la jocosa voz.
El dueño de esa voz era alguien a quien conoció en el momento en que terminó su vida, era alguien que siempre aparecía frente a él y le recordaba que nunca tendría el amor de Emmett.
Observándolo con una gran sonrisa, la figura tomó la forma de un hombre delgado que vestía una túnica roja.
"Hola querido Yeisan", saludó.
Este ser de otro mundo apareció después de su muerte para ofrecerle otra oportunidad, solo que Yeisan no imaginó que resultaría de esta manera.
Un ser engañoso, Kisho.
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