En medio de un gran estudio, se lleva a cabo una importante reunión, donde un muy elegante y atractivo hombre está sentando frente a un hermoso escritorio, este se mantiene serio y solo escucha a la mujer que tiene frente a él, una mujer sumamente hermosa y valiente, pues de otro modo no estaría ahí sentada frente a él, solicitando un trato.
Se pregunta a qué nivel de desesperación puede estar esa mujer, si dedujo que él era su única opción, quizás lo sea, pero nadie es tan valiente para presentarse directamente ante él e intentarlo. La cura puede ser mil veces peor que la enfermedad.
Después de escucharla, decide intervenir sin dar mayor importancia a la mujer, que, aunque puede ver la mirada intimidante de este hombre se mantiene firme, ya está ahí, no puede echarse para atrás. Tampoco es como tenga alguna otra salida
- Dime, ¿por qué te ayudaría? No hago favores por caridad y menos si no obtengo algo a cambio. Deberías saber que mis favores son muy costosos, pocas personas tienen la capacidad para pagarlos. – Pregunta el sin ninguna emoción en su voz, mantiene su postura totalmente fría, casi helada, el aura a su alrededor es de terror.
- Porque puede ser muy conveniente para ti – Le responde ella convencida. No puede dudar no ahora, ya dio el primer paso que es el más difícil ahora sea como sea va a lograr que este hombre la ayude, está segura que ella también puede serle de mucha utilidad si le da la oportunidad.
- ¡Oh!, ¿por qué me podría convenir a mí?, - Pregunta sin interés el hombre. – Como yo lo veo aquí la que está metida en un grave problema eres tú. – ahora está un poco interesado en esta mujer, pero lo oculta muy bien, puede ver como se mantiene firme, mirándolo a los ojos, no se siente ninguna duda en sus palabras, al contrario, parece tan segura de sí misma. Aun cuando puede ver que esta asustada, lo esconde lo mejor que puede.
- Es cierto, pero si me ayudas a lograr mi objetivo, pondré todo de mi parte para ayudarte a alcanzar los tuyos. – Es un ganar – ganar para ella, solo que tiene que convencerlo a él de que es así. Puede que en realidad lo que ella ofrece no se compare en nada a la ayuda que él le puede brindar, pero debe intentarlo.
El hombre la observa fijamente, esa mujer frente a él le está hablando de sus objetivos, ¿Qué puede saber ella de lo que el busca?, debe admitir que es muy osada, nadie en ese país se atrevería a proponerle algo así. Ahora esta curioso de lo siguiente que dirá.
- Interesante, y dime ¿cuáles crees tú que son mis objetivos? - Pregunta el un poco interesado sin quitar esa expresión seria de su rostro. Parece que esa mujer sabe más de lo que él cree. No sabe aún si eso puede ser bueno o malo, para ella claro está.
- Bueno no es un secreto para nadie, solo que nadie se atreve a decirlo. Pero sé que no puedes estar conforme sabiendo que el sea el heredero, ambos sabemos que no está capacitado para eso y que no se lo merece. – Sabe que lo que dice es cierto, que él lo acepte o no es otra cosa, se está jugando el todo por el todo. En este momento puede estar firmando su sentencia de muerte, pero igual ya no tiene nada más que perder y ese hombre es su única salvación.
- Vaya de verdad eres muy valiente para decirme eso, ¿no te da miedo enojarme a mi o a mi familia? – Astuta piensa el hombre y bastante valiente, ahora quiero ver hasta dónde puede llegar.
- El que no arriesga, no gana, y algo me dice que esto nos puede favorecer enormemente a ambos. – Alcanzo a ver un atisbó de emoción en los ojos del hombre frente a ella, cuando menciono al heredero, está segura que algo logro dentro de él.
- Bien, pronto tendrás una respuesta de mi parte. Ahora vete. – La despide el hombre manteniendo su postura fría y rostro inexpresivo llevándola a preguntarse si pudo lograr algo o no, aunque salir ilesa de ese lugar ya era un avance para ella.
- Estaré atenta, sé que tomara la mejor decisión. - Indica ella con seguridad.
- De eso no tenga la menor duda. – Aclara el de inmediato.
Una vez la mujer se ha marchado, entrar un hombre solemne preguntando con curiosidad, pues había oído todo y le parece muy extraño que su jefe haya recibido a esa mujer y que le haya hablado con tanta calma, pues, aunque sonaba serio y hasta enojado, él lo había visto hablara con otras personas y eso si era aterrador.
Beto observaba tranquilo a su jefe, pero se podía ver la curiosidad en sus ojos, así que Alessandro le dijo.
- Pregunta Beto, puedo ver las preguntas saliendo por tus poros.
- Señor, lo que esa mujer pide, ¿No es muy osado de su parte?
- Lo es, Beto tú que me conoces bien, ¿Qué crees que hare? – Pregunta con un brillo de emoción en sus ojos.
Beto se queda pensando por un momento, conoce a Alessandro desde que nació, pero, aun así, todavía no logra descifrar muchas cosas en la cabeza de ese muchacho.
- Si le soy sincero. No lo se. – Responde Beto a lo que Alessandro sonríe.
- Que te digo Beto, ni yo mismo lo sé, esa mujer tiene algo muy interesante. – Dice Alessandro mientras toma de su trago. Beto está muy sorprendido hay alguien en el mundo que puede hacer sonreír a su jefe y que además lo desconcierta, ahora esa joven se ha ganado su respeto.
Alessandro vuelve a ver la información que tiene de ella Aria Alcázar, hija de Enrique y Berta Alcázar, su madre se encuentra muy enferma y necesita urgentemente un tratamiento extremadamente costoso, Enrique trabaja como guardia de seguridad, pero por su edad, hace un mes fue despedido y no ha podido encontrar otro trabajo, Aria, estudia administración y negocios, mientras trabaja medio tiempo en una cafetería, lo que no le alcanza para sostener los gastos de la casa, mucho menos para pagar los costos del hospital y tratamiento de su madre.
- Interesante. – Menciona Alessandro en la soledad de su estudio, hacia tantos años que su vida no tenía algo tan llamativo, como la visita de esa mujer hace dos días.
Mientras Alessandro sigue leyendo detenidamente los documentos en sus manos, afuera un hombre esperaba nervioso que esa joven saliera, siempre pensó que era mala idea, pero no pudo detenerla, además es consciente de que, aunque el plan es supremamente arriesgado, es la mejor opción en este momento por no decir que la única.
De pronto una sonrisa genuina sale de sus labios, por lo menos salió ilesa de ese lugar.
- Hija estaba muy preocupado, pensé que cualquier cosa te podía pasar allá adentro y yo no podía hacer nada por ti. – Menciona Triste Enrique.
- Querido tito. – Como le dice de cariño desde siempre. – No te preocupes, por ahora Sali intacta de allí y eso ya es ganancia para nosotros, sé que fui muy osada con mi propuesta, pero sé que le dejé la duda, ahora solo debemos esperar. Pero algo me dice que esta visita fue muy productiva. – Sonríe con seguridad, pues si su propuesta no le hubiera interesado, aunque sea un poco, está segura de que Alessandro la hubiera sacado volando de ese lugar, en estos años se tomó la tarea de investigar muy bien cada paso de los Castillo y está segura de que, aunque Alessandro no lo haya admitido ella le puede resolver su más grande problema en este momento.
- Hija, ¿tu estas segura que ese hombre no sabrá quién eres en realidad?, ¿eres consciente que, si por alguna razón se llega a enterar, puede que no vivamos para contarlo? – Cuestiona muy preocupado Enrique, él sabe el tipo de persona que es Alessandro y jamás perdonaría un engaño, eso es seguro.
- Tito lo sé, soy consciente del gran riesgo que estamos corriendo, pero dime ¿Qué es lo peor que puede pasar?, ya no tengo nada que perder, en este punto si no puedo salvar a mamá, ya nada tiene sentido, además no hay forma de que el descubra la verdad, hemos cubierto muy bien todas las huellas. – Suspira con pesar Isabella, si hasta ahora Guillermo Castillo no ha podido descubrirlo, es porque no queda ninguna pista que los pueda delatar si no fuera así lo más probable es que ya estuvieran muertos de verdad, al igual que los demás.
Un triste suspiro sale de Isabella, mismo que acompaña Enrique mientras van de regreso a casa, recordar lo sucedido es algo muy triste para ambos ese día cada uno de ellos perdió personas muy valiosas, ahora solo pueden intentar descubrir la verdad para vengarlos, ese es el más grande deseo de Isabella y aunque para Enrique es lo mismo, él no quiere que ella termine muerta también, eso ya sería el golpe final para ese hombre.
- Hija, ¿y si buscamos otra manera?, podemos conseguir el dinero del tratamiento de otra forma. Olvidemos lo demás, tu madre, tú y yo estamos vivos, quizás lo mejor es que sigamos adelante – Sugiere nuevamente Enrique, él sabe lo que puede pasar si Alessandro se entera de la verdad, además que nada garantiza que los Castillo descubran todo si se acercan demasiado.
- Tito no podemos hacer eso, sería como fallarles, sabes que no solo quiero salvar a mamá, aunque en este momento es la prioridad, también es mi mejor oportunidad para acercarme lo suficiente a esa familia y descubrir la verdad, no puedo renunciar, menos ahora que estoy más cerca que nunca de nuestros objetivos. – Se mantiene firme Isabella, ya no es momento de retroceder, para ella ya las cartas están sobre la mesa, aunque decidiera detenerse ahora, ya llamo la atención de Alessandro y una vez dentro del radar de ese hombre es imposible salir, todo el país sabe lo que puede significar ser amigo o enemigo de él y ella ya está decidida a ser su aliada, la pregunta es, ¿Alessandro también querrá ser su aliado?
Señor, su abuelo lo está esperando en la mansión. – Le recuerda Beto a Alessandro, quien está concentrado con unos documentos sobre el nuevo proyecto de su empresa, así que había olvidado que su abuelo lo había citado ese día. Es consciente de lo que quiere hablar con él por eso lo había evitado lo más posible, pero ya no tiene caso, lo mejor es salir de eso de una vez.
- Beto dile a Pedro que prepare el auto saldré en un minuto. – Ordena sin ni siquiera levantar la cabeza.
- Si señor. – Dicho esto Beto sale para cumplir las órdenes de Alessandro, mientras este termina de revisar los documentos para levantarse, tomar su saco y salir rumbo a la mansión Castillo.
El recorrido es tranquilo, mientras Alessandro se pierde en sus pensamientos pensando en esa mujer, que tuvo el valor de pararse frente a él con una petición tan peculiar y original.
- Pedro, ¿Qué hay de Aria? – Pregunta antes de bajar del auto al llegar a la mansión.
- Señor hoy era su día de descanso, así que estuvo todo el día en el hospital cuidando de su madre. Mientras el señor Ernesto iba a su casa para recoger cosas y llevarle comida.
- Ya veo, mantén la vigilancia de cerca, pero sin que sean vistos, ¿entendido? – Indica Alessandro.
- Así será señor. – Responde de inmediato Pedro, pero está un poco intrigado por el particular interés que tiene Alessandro por esa joven, hasta el momento es a la primera persona a la que le dedica tanto de su preciado tiempo.
Alessandro se baja para observar la gran mansión al frente suyo, desde que tiene memoria ese lugar ha sido tan grande e imponente, pero de igual forma vacío y triste, desde que su madre murió, no tuvo un solo recuerdo feliz en ese lugar, es por eso que apenas tuvo la oportunidad se fue de allí, no había nada que lo atara a ese lugar.
- Bienvenido Joven Alex. – Lo saluda respetuoso el mayordomo de la mansión, el señor Walter que lleva toda su vida al servicio de la familia Castillo, especialmente de Federico Castillo, abuelo de Alessandro.
- Buenas noches Walter, ¿el abuelo? – Pregunta Alessandro, con su acostumbrado tono de voz.
- En la sala joven, justamente lo están esperando. – Responde Walter apenado.
- ¿Están? – Es lo único que pregunta Alessandro, pero el señor Walter no le da respuesta, aunque tampoco es necesario, ya se imagina a quien se refiere Walter y solo puede suspirar, mantener la calma es algo que el no conoce, pero con su abuelo hace su mejor intento, al final de cuentas es el hombre que lo crio y cuido de él cuándo su madre falleció.
- Buenas noches, saludo al entrar a la sala, donde inmediatamente una elegante mujer al verlo se levanta para recibirlo.
- Alessandro que gusto verte, que maravillosa sorpresa. – Sonríe Irene, como si Alessandro no supiera que no es ninguna sorpresa, que su abuelo en compañía de esa mujer que tiene al frente lo planearon, pero qué sentido tendría discutir.
- Irene, también es un gusto. – Le devuelve el saludo Alessandro desinteresadamente. – Abuelo si me hubieras dicho que tenías visitas y estabas ocupado, hubiera venido en otro momento. – Añade mientras pasa a sentarse sin la más mínima cortesía
- Muchacho que grosero, deberías estar feliz de ver a Irene, ya sé que, por estar siempre trabajando, no te tomas un tiempo para salir con amigos como Irene. – Regaña Federico a su nieto.
- Abuelo, no empieces que no tengo tiempo, me dijiste que me necesitabas urgente, si no es así, debo irme, aún tengo asuntos que arreglar. – Menciona con molestia Alessandro.
- Eres es un desconsiderado, bueno ya que estas aquí y que Irene nos acompaña también te diré, te casaras con ella, ya hablé con su padre y está de acuerdo. – Declara sin más Federico a lo que Irene sonríe, pues es una asidua enamorada de Alessandro desde siempre, además entrar a la familia Castillo es un sueño para ella.
- Alessandro sé que, aunque nos conocemos desde hace años, nunca hemos compartido lo suficiente, pero te aseguro que seré una buena esposa, además de que mi familia también será un apoyo para ti. – Sonríe cariñosa Irene, mostrándose un poco apenada por la situación.
- No lo hare. – Responde tranquilo Alessandro, a lo que tanto Federico como Irene lo observan con atención. Ahí estaba Alessandro hablando con total calma, como si no le importara para nada el tema o de hecho como si no fuera de su matrimonio de lo que se está hablando en ese momento.
- ¿Qué dijiste? – Grita Federico, levantándose del mueble. Mientras Irene lo sostiene.
- Abuelo, sabes que te respeto y lo siento mucho Irene, pero no puedo casarme contigo. – Se mantiene firme Alessandro.
- Dame una razón para negarte. – Grita Federico, ese nieto suyo es tan terco.
- La razón es muy sencilla, ya estoy casado. – Anuncia Alessandro.
- ¿Qué? – Gritan al tiempo Federico e Irene.
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