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La Última Promesa

Prólogo: La Última Promesa

Agosto 6, solamente hacen falta 3 días para mi cumpleaños. Fragmentos del pasado se hacen presente en mi memoria siempre que está fecha se aproxima, no puedo evitar tratar de recordar lo que ocurrió ese día. Me percato de la hora y debo darme prisa a entrar al Instituto, mientras ingreso, mi ya tormentosa mente trae recuerdos y en mi cabeza escucho a mi madre, esa voz parece como si eternamente fuese a quedarse grabada en mi memoria; _ Que débil eres, debí haberme desecho de toda responsabilidad hacia ti el primer día en que supe de tu existencia.

   Si ella supiera lo doloroso que es cargar con esto, con sus palabras hirientes, con sus decepciones y con esa laguna en mi cabeza. Hice de todo, intente cientos de formas para recordar lo sucedido aquel día, más es imposible recordar con claridad.

   Iris detesto la vida a la que me condenaste, llevas muerta 5 años, pero aun así te sigues haciendo presente en mi vida. Desearía volver el tiempo atrás,  desearía cambiarlo todo pero es imposible.  Seguir sonriendo y fingiendo que todo marcha bien se ha vuelto una actuación diaria, nadie sabe lo difícil que es sostener esta máscara.

_¿Otra vez con los pensamientos entre las nubes Querida? -se acerca a mi y susurra-. oh cierto tu mente es, ¿Cómo es que lo dices? ¿una laguna? JAJAJA.-lanza una risa burlona y se va.-

  Thomás Walker, ¿acaso no hay más chicas en el Instituto y por eso ese chico no se cansa de molestar? Siempre que habla es para molestar. Hago como si sus palabras no me hubieran afectado en lo absoluto y sigo caminando por los anchos pasillos del Instituto al cual acababa de llegar nuevamente tarde, todo por no poder dormirme a la hora que debo, el insomnio empeora, la ansiedad me consume. Odio ser como soy.

_Alice espera! - exclama a gran voz Kira, mi "Mejor Amiga"- 

  ¿Enserio? ¿Mejor Amiga, acabo de decir eso? -sonrio- que tonta soy, para ella solo soy una tonta que escucha todas y cada una de sus idioteces, desde hace casi 2 años. Maldigo el día en que por no aceptar sentarme junto al tonto de Roko, acepte sentarme al lado de esta niña mimada e interesada.

  _Hola Kira, ¿cómo estás? - Le pregunto con una sonrisa en mi rostro, aunque por dentro mis deseos por desaparecer aumentan-.

 _Estoy super bién Alice, sabes que siempre estoy bien. Para mí no hay...

_Días malos, si Kira lo sé ja, ja, ja. - Me adelanto a completar su estúpida respuesta, la cual me la sé perfectamente de memoria-. Se sujeta a mi brazo y empezamos a caminar hacia mi salón de clases que para mi desgracia está en el tercer piso.

    Mientras escucho los nombres de los diversos chicos a los que Kira rechazó y a las chicas que venció el fin de semana, me pongo a pensar y de manera inmediata mi mente deja de prestar atención a sus palabras y solamente veo sus labios moverse sin entender o escuchar palabra alguna que salga de su boca. Me veo inmersa en mis pensamientos buscando la razón por la cuál sigo dejando que está chica sea "mi mejor amiga" y creo que la razón por la que jamás me atrevo a decirle nada malo es para que no se aleje, no tengo amigas y a pesar de que Kira sea una maldita perra presumida, su presencia hace menos solitaria mi existencia. Creo que el pasar tanto tiempo sóla y sin alguien con quién hablar, ha provocado que deje entrar a cualquier idiota en mi vida.

   A veces soportamos y estamos al lado de personas a las que nisiquiera le importamos, sólo para no sentirnos sólos. Ojalá algún día sepa lidiar con este vacío que siento, ojalá algún día la culpa deje de atormentarme y ojalá algún día pueda ser felíz.

Capítulo 1: Algo de mi Pasado

Cinco años antes:

   Me llamo Alice Emmeline Anderson, tengo 17 años y vivo con mi madre Iris. Mi padre era un taxista y desgraciadamente falleció en un accidente automovilístico, cuándo yo tenía 7 años. Desde entonces mi madre y yo quedamos solas, supuestamente dependiendo una de la otra. Bueno, ojalá fuera así pero no, dejé de depender de mi madre el día en que se lanzó por completo a la bebida. Actualmente recuerdo vagamente el rostro de mi padre, sólo queda en mi mente grabado a la perfección las palabras de mi madre, ella solía mencionar en su momento de embriaguez acerca de que él era un buen hombre y que ninguno de los dos merecían la vida que fueron obligados a vivir por mi causa. Tiempo después de la muerte de papá, mamá comenzaba a tratarme mal y así fue empeorando con el pasar de los años, llevo 7 años soportando sus maltratos tanto físicos cómo verbales. 

  En su momento juro que intente ayudarla. Recuerdo que cuándo tenía 15 entré a escondidas a su habitación que es en dónde guardaba unas botellas de color azul que contenía al parecer un tipo de alcohol muy fuerte las cuáles noce en dónde las compraba. Recuerdo muy bien haber tomado 3 de las 6 botellas que habían sobre su mesa de noche y las arrojé a la basura. Cuándo fui al cuarto para buscar las demás botellas, ella se encontraba allí y no tengo idea de cómo ni en que momento llegó tan rápido. Me preguntó por las botellas y me agarró de ambos brazos y acercó mis manos a su nariz, ella percibió el fuerte olor a alcohol en mis manos pues una de las botellas estaba ya gastada y había derramado un poco afuera. Recuerdo perfectamente cómo sus ojos se encendieron, su frente se arrugó y definitivamente estaba molesta. No supe responder ni decir absolutamente nada, en el segundo en el que pestañee mi madre me dio un golpe en la cara, fue tan fuerte que caí al suelo. Me tomó del brazo y arrastró afuera de su habitación, sus uñas se clavaban en mi piel y dolía. 

 _¿¡Qué Carajos te he dicho sobre entrar a mi habitación Emma!? -su rostro se ponía rojo cuándo me gritaba-.

  A pesar de querer explicarle mis intenciones, no escuchó y me golpeó. Creo que fue la primera ves que me golpeó tan fuertemente. Me había dejado marcas en la espalda y había quemado mi mano. 

    Sólo tenía 15 años cuándo decidí buscar empleo, tenía la idea de marcharme y no verla jamás, pero era una niña a los ojos de muchos y no podría llegar lejos. Mi madre solía trabajar limpiando en un bar que está a dos calles de nuestra casa, pero ya no quiso hacerlo ya que su vicio y falta de ganas la empezaron a ganar. Cuándo ella decidió no ir más, me vi obligada a pensar en que sería de nosotras. Fui al bar justo en el horario en que mi madre solía ir y estaba decidida a implorar por empleo si fuera necesario.

   Una hermosa pareja eran las dueñas del lugar. Ana y Clarice llevaban 10 años juntas y luego de un tiempo de casadas decidieron invertir y abrir su propio bar, un lugar en dónde todos son libres de ir con quién gusten sin ser juzgados. Ambas no dudaron al contratarme, adaptaron mis horarios para que yo no deje mis estudios. Jamás lo hubiera creído. Con el pasar del tiempo me gané por completo su confianza. Creo que fueron de las primeras y en ese momento únicas amigas reales que tenía, desde que yo era una niña jamás había tenido una amiga. 

  Siempre me trataron bien y ayudaron en lo que podían. Trabajaba allí después de salir de la escuela, apenas dejaba mis cosas en casa y ya iba al trabajo por lo que llegaba cerca de las 01.00 a.m de la madrugada  de nuevo a casa. A mamá no le importaba siempre y cuándo pague las facturas y le dé dinero para que se ahogue en alcohol.  

   Pasaba el tiempo y todo marchaba bien al menos en el trabajo, mis jefas aumentaban lo que ganaba y eso me aliviaba. Lo mantenía en secreto para evitar que mi madre se quiera aprovechar.

   Ha pasado el tiempo y mañana es mi cumpleaños número 17, al parecer lloverá, lo escuché de unos ancianos en el parque así que será el cumpleaños perfecto, ya que adoro la lluvia y el extraño olor a tierra mojada. No me interesa recibir obsequios, de hecho creo que no me interesa ya que nunca he recibido uno, bueno en realidad si recuerdo que en mi séptimo cumpleaños papá me obsequió una pintura en la cuál estaba pintada una hermosa y a la vez extraña rosa negra. Extraña ya que sus espinas no eran de color verde sino de un extraño color carmesí, él sabía cuánto me gustaban las flores y decidió darme el mejor regalo de todos. Un regalo que atesoraria por siempre. Llegado las 00.00 a.m el calendario marcaba agosto 9 y un terrible sonido se oyó, un escalofríos recorrio mi cuerpo ya que el trueno me tomó por sorpresa. De la nada fue cómo si el cielo se hubiera abierto y asi comenzó a llover. Amaneció y ahora sólo es la llovizna y el viento frío los que quedan, estos juntos crean una excelente combinación. 

    Miro al reloj y me alisto para ir a la escuela. El tiempo allí pasa rápido y en un abrir y cerrar de ojos noto que ya casi son las seis de la tarde. Acabo de salir de ahí, cada día allí es una tortura, los demás jóvenes de mi clase siempre están burlándose de mí, al parecer me he vuelto la bufona de la clase. Jamás podré entender como los problemas de algunos es la diversión de otros. Siempre se burlan de mí, ni siquiera recuerdo la razón de porque es que comenzó todo esto. 

   Se lo comenté a mi madre en una ocasión y bueno tal vez si le hubiera contado mis problemas escolares a una planta hubiera obtenido mejor respuesta que la suya. Recuerdo que cuando le comenté por primera vez que los demás chicos se burlaban de mí ella solamente me miro y dijo:

  _El primer día de clases te dije no los molestes y al parecer eso jamás lo entendiste niña, si te molestan es porque algo habrás hecho. - Me miro con el desprecio que solo podía ver en sus ojos y luego volvió a sumergirse en el alcohol, su única puerta a una realidad mejorada, eso decía ella.

   Mientras regresaba a casa pensando todo esto, recordé que debía darme prisa. Estudié mucho y al fin conseguí mejorar mis calificaciones, quería que mi madre lo vea y que tal vez, solo tal vez pueda dejar de ver la decepción en sus ojos al mirarme a la cara. A lo lejos veo mi casa, podía verla mientras caminaba. No lo había notado antes o tal vez si y lo dejé pasar pero mi casa no es como las demás casas de este vecindario, sus ventanas con rejas gruesas, el color sin vida con el que había sido pintado e incluso las plantas allí todas media muertas, eso no parecía un hogar. ¿Es esta la prisión a dónde fui condenada a vivir el resto de mis días? ¿Acaso siempre se vería así? ¿Cómo una prisión para almas desdichadas?.

   Por fin, llegué y el asqueroso olor a alcohol llega a la puerta, ni siquiera podría distinguir la bebida. Abro la puerta y veo a mi madre sentada en su sofá favorito, un sofá no muy grande de color celeste y con manchas de sepa Dios lo que sea. Veo a mamá y voy hacia ella con una sonrisa sincera y esperanza en el corazón. Pero ella al verme se levanta tambaleante y camina a su habitación evitando así todo contacto conmigo. Sin embargo decido seguirla a su cuarto y entro un momento después de ella y con gran entusiasmo le digo:

 _Mamá mira mis calificaciones mejoraron, yo creo qu…

 _¡Haz silencio Emma! ¿Que necesidad tienes de alardear? ¡¿además que quieres?!.¡Acaso quieres que te aplauda! -grita mi madre y me toma del brazo de manera brusca para sacarme de su habitación-. 

   Trate de decirle algo, pero las palabras se quedaron a medio camino y no pude decir nada.

  _Te lo dije miles de veces Emma, no me molestes cuando entro a mi habitación. Déjame en paz, no me interesa en lo más mínimo lo que te suceda, arreglátelas tu misma niña. -luego de decir todo eso me empujó afuera de su habitación y cerró la puerta muy fuerte-.

Capítulo 2

Luego de que mi madre me sacara como a un maldito perro de su habitación, sentí que algo en mi se habia quebrado. Sentí que mis ojos se llenaron de lágrimas y las contuve, pero era demasiado. Sentí como que algo en mi interior lentamente se quebraba, la decepción y el dolor se apoderaban poco a poco de mí, las últimas esperanzas que mi corazón guardaba y todo lo que me hacía amarla y tenerla como el centro de mi mundo, se desvaneció. Todos los sentimientos de amor que tenía hacia mi madre simplemente se destruyeron o apagaron, así de fácil, así de rápido; como cuando destruyes ese enorme castillo de naipes, asi de rápido se destruyeron mis sentimientos hacia mi madre. Creo que esta última acción de mi madre fue el punto límite, fue lo último que necesitaba ver y sentir para así abrir los ojos por completo. Aún me pregunto ¿porqué aguanté tanto tiempo?.

  Iris sólo Iris, así la llamaría de ahora en adelante, solamente es la mujer que me parió. Si pudiese contarle esto a alguien tal vez no me sentiría tan cargada y sola, pero no tengo a nadie y el contar estás cosas sería muy difícil. Si tan sólo tuviese alguien en quién confiar plenamente cómo una amiga, un amigo o incluso una mascota, harían de mi existencia menos despreciable. No puedo confiar por completo en nadie, por más que lo intente me cuesta hacerlo. Me guarde tantas cosas, cosas horribles me pasaron y nisiquiera en esos momentos Iris estuvo para apoyarme, ojalá mi querido padre estuviera vivo en lugar de ella, desearía que ella hubiese muerto en aquel accidente y no él. 

   Mientras me encontraba pensando todo esto, sentada tras la puerta del cuarto de Iris me doy cuenta de la hora. Corro a mi habitación y estando allí me apresuro a tomar mi ropa limpia para ir a bañarme, tengo turno doble está noche en el Bar ya que al fin dejaré de estar trabajando solo como la actúal lava platos ya que hoy es mi primer día como mesera y debo darme prisa. Entro a darme una ducha, tomo la esponja y el jabón para así empezar a lavar cada parte de mi cuerpo, pero  en un momento toco mi muslo izquierdo y logró sentir la cicatriz, esa maldita marca con la que he nacido y la cuál me atormenta desde que tengo memoria, está vez la toqué con mis manos y no con la esponja. No logro sacar eso de mi mente, nisiquiera se que es pero atormenta de ves en cuándo mi mente. Golpeo con fuerza la pared del baño y empiezo a sentir mi corazón latir más rápido, siento como si me estuviese ahogando, como si en cualquier momento fuese a caer, el dolor empieza a inundar mi corazón e incluso me mareo. Gritos sólo escucho mis gritos y esa voz desagradable en mi mente, el olor a sangre me envuelve nuevamente y me quedo allí arrodillada en el baño ante los recuerdos de un pasado del cuál nisiquiera sabía que tenía. Controlo las voces en mi cabeza y trato de regresar al presente pero me cuesta, mi mente y mi cuerpo el cuál está completamente desnudo, sólo recuerdan esa maldita masacre. 

 _Necesito calmarme -me repito una y otra vez mientras intento ponerme de pie- Poco a poco me recupero, creí que el momento que hasta hace unos momentos pase con Iris era todo lo que pasaría, pero me equivoque. Mi cuerpo se encargará de recordarme lo sucedido en esa vida siempre. Lo que sucedió aquel día no lo puedo olvidar, es cómo si estuviera maldita. ¿Acaso mi maldición es cargar con recuerdos de otra vida.?

   Con mi corazón aún algo pesado me termino de duchar, me seco y rápidamente me visto y salgo de la habitación. Paso por la habitación de Iris y veo la puerta abierta, me pregunto dónde estará y rápidamente me respondo a mi misma, sólo salió a buscar en la nevera algo de beber, ¿donde más iria? -Al pasar por la cocina la veo bebiendo tal y como lo suponía. Me avergüenza que sea mi madre, me avergüenzo de ser su hija.

 _¿A dónde vas Emma? -La escucho decir mientras se acerca a mi lentamente, a pesar de su estado y de ser como es, siempre me parecerá una de las mujeres más bellas. No sólo digo esto porque Iris sea mi madre, pero sus ojos cafés van a la perfección con su cabellera rojiza y  esa perfecta marca de nacimiento sobre su ojo derecho, la hace ver misteriosa y aún así bella. Ojalá pudiera ser alguien distinta pero no lo es. Nisiquiera es capas de demostrar amor hacía ella misma.

 _Voy al trabajo ya lo sabes. -Le respondo en tono frío y distante. ¿Porque? ¿Porque no puedo ser más ruda con ella, cuando ella ha sido una de las personas que siempre me ha despreciado?. Me doy la vueltay sin agregar más me dirijo al Bar.

   Suspiro y miro al cielo, falta poco para que empiece a anochecer y estoy llegando tarde. Debí haber traído una chaqueta ya que el aire está cambiando y siento escalofríos al sentir el viento, aúnque siendo sincera no me importa, porque amo sentir el viento frío aunque me de escalofríos a veces y adoro la lluvia. Si me protejo de la lluvia o incluso del viento es sólo para no enfermar, ya que si enfermo nadie cuidaria de mi Y podría perder mi empleo. Sé que Ana y Clarice me aprecian pero no podría abusar de su confianza nunca. 

   Deseo que la noche termine rápido, para mí es un día más como cualquier otro, nadie sabe que hoy cumplo años. Tampoco podrían saberlo ya que no le veo sentido decirlo a todos. Ana me ha preguntado varias veces pero siempre consigo la manera de librarme de responder.

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