Valeria Ruiz, una joven de 19 años con una belleza dulce y natural. Su cabello largo y ondulado cae suavemente sobre sus hombros, enmarcando un rostro que irradia frescura. Sus ojos, grandes y brillantes, tienen un brillo especial que refleja su curiosidad por el mundo que la rodea. A menudo, se la puede ver observando a su alrededor, como si estuviera descubriendo cada pequeño detalle por primera vez.
Valeria tiene una personalidad alegre y soñadora. Le encanta leer novelas románticas y perderse en historias de amor perfectas, lo que alimenta su visión idealizada del amor. Su inocencia se manifiesta en su risa despreocupada y en la forma en que confía fácilmente en las personas, creyendo en lo mejor de cada uno.
Sin embargo, detrás de esa apariencia inocente hay una mente inquisitiva. Valeria siempre tiene preguntas sobre lo que la rodea; le fascinan las historias de vida de las personas y busca entender los matices de las relaciones humanas. Su curiosidad a veces la lleva a situaciones inesperadas, pero también le permite aprender rápidamente de sus experiencias.
Con un corazón lleno de sueños y esperanzas, Valeria se enfrenta al mundo con una mezcla de entusiasmo e ingenuidad, sin saber que su vida está a punto de dar un giro inesperado.
Punto de vista de Valeria
“Al fin llegó el día, hoy vendrá Andrés a hablar con mi papá y pedir mi mano”. Le dije a mi mejor amiga Sofía, mostrando con una sonrisa mi felicidad.
“Me alegra mucho por ti, sé lo importante que es Andrés para ti y que tu amor es sincero”. Respondió Sofía con una pizca de inseguridad en su voz.
“¿Qué pasa Sofía?, te noto preocupada”. Pregunte confundida.
“No es nada amiga, es solo que estoy cansada, anoche trabaje hasta tarde y está mañana me tocó madrugar para ayudar a mis padres en la granja”. La respuesta de Sofía tenía sentido, así que no quise seguir indagando.
“Siento mucho haberte sacado de tu descanso, pero ya estoy lista, ve y descansa y más tarde me escribes para ver cómo salieron las cosas”. Le dije a Sofía mirándola con empatía.
“Ok amiga, nos vemos más tarde, aunque creo que no tendrás tiempo para mí”. Dijo Sofía saliendo de mi habitación.
Sofía era mi única amiga en aquel lugar, en ese pueblo solo contaba con ella y se podría decir que con mi padre, quien a veces parecía que me odiaba y es que siempre me ha culpado del abandono de mi mamá, quien se marchó cuando yo tenía cinco años. Aleje esos pensamientos tristes de mi mente, en este momento lo importante era que el amor de mi vida iría por mí, nos casaríamos y seríamos felices por siempre.
Al quedar sola, me vi al espejo, llevaba un vestido floreado, ceñido al cuerpo en la parte de arriba, un cinturón que se ajustaba a mi cintura y la falda caía libremente a la altura de mis rodillas. Llevaba puestas unas zapatillas de tacón bajo. Mi cabello suelto caía sobre mis hombros. No acostumbraba a utilizar maquillaje, siempre andaba al natural, así que mi rostro se veía limpio y fresco.
Escuche que llamaban a la puerta de mi casa, salí a ver de quién se trataba, ilusionada pensando que era Andrés camine hasta la sala, encontrándome con mi padre hablando con un sujeto extraño. Este hombre apenas me vio se quedó mirándome de arriba abajo, eso me puso muy nerviosa, pues ese sujeto tenía una mirada intensa y oscura, se veía por encima que era un hombre de ciudad por la forma en la que iba vestido.
“¿Qué haces aquí?”. Me pregunto mi papá bastante molesto.
“Lo siento padre, pensé que era Andrés”. Respondí bajando la mirada. En mi pueblo las mujeres no podíamos contestar de manera altanera y mucho menos podíamos llevarle la contraria a nuestros padres. En pocas palabras era un pueblo de machistas, el único diferente era mi novio Andrés, él siempre me trataba bien y nunca quiso imponer sus pensamientos sobre mí.
“Lo siento señor Rizzo, por favor pase adelante”. Mi papá se veía muy amable con ese sujeto, el cual no dejaba de mirarme.
“No es una visita de cortesía, sabes a lo que vine”. Dijo el hombre con un aura fría a su alrededor.
“Lo sé señor, solo le pido que me dé algo más tiempo, le prometo que conseguiré su dinero”. Lorenzo mi papá se veía angustiado, yo no estaba entendiendo nada.
“Sabe que no suelo ir yo mismo por lo que es mío, está medida solo la tomo cuando siento que me están viendo la cara. Así que como sabe no me iré sin lo que me pertenece”. Respondió el tal señor Rizzo volteando a verme de nuevo.
Yo no me atrevía a irme de la sala, ya que estaba esperando a Andrés, pero ese sujeto me daba mucho miedo, su mira inquisitiva me estaba haciendo sentir terror.
Voltee la mirada y me senté cerca de la ventana, desde ese punto podía ver si mi novio llegaba, el corazón me latía con la ilusión de mi primer amor, de mi primera ilusión, soñando con una vida junto a él. El tiempo seguía pasando y no había señas de Andrés. Empecé a preocuparme por su tardanza, pues él siempre era puntual cuando se trataba de mí. Perdida en mis pensamientos no prestaba atención mi padre y al hombre desconocido que estaba con él.
Una voz fuerte me trajo de nuevo a la realidad, mi papá estaba de rodillas suplicando, mientras ese sujeto estaba de pie con un aire de suficiencia mirando con desprecio a mi papá.
Corrí a su ayuda, aunque Lorenzo nunca fue el mejor padre del mundo, era mi papá y lo único que tenía en el mundo.
“¿Qué cree que está haciendo?”. Mire al ese sujeto fríamente.
“Valeria vete a tu habitación, no compliques más las cosas”. Ordeno, mi papá, dándome una mirada de advertencia.
“Asi es niña, vete a tu habitación. No querrás que esto se ponga peor”. Dijo el extraño mirándome fijamente.
“Señor Rizzo, mire a su alrededor. Aquí no hay nada de valor. Soy un hombre sin riquezas, que perdió el dinero que usted le prestó”. Explico mi padre dejándome sorprendida ante aquella revelación.
“Yo si veo algo muy valioso aquí”. Dijo el hombre mirándome fijamente. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral y en este momento me arrepenti de haber intervenido en esa discusión.
Andrés Castañeda, un joven carismático de 21 años que irradia confianza. Con un cabello castaño oscuro y unos ojos intensos que parecen esconder secretos, Andrés tiene una presencia magnética que atrae la atención de quienes lo rodean. Su sonrisa encantadora y su risa contagiosa hacen que sea fácil conectar con él, pero hay algo en su mirada que sugiere una profundidad emocional que pocos logran alcanzar.
Andrés es apasionado y ambicioso, siempre persiguiendo sus sueños con tenacidad. Sin embargo, esta determinación a veces se convierte en una obsesión, lo que le lleva a descuidar las relaciones más cercanas. Aunque es cariñoso y atento con Valeria, su naturaleza competitiva puede hacer que se sienta distante cuando se enfrenta a desafíos personales.
Punto de vista de Andrés
Se suponía que hoy iría a casa de mi amada Valeria a pedir su mano, ella había sido mi novia desde hace un año y sentía que era mi mundo entero, pero también sentía que si me quedaba aquí en este miserable pueblo; nunca avanzaría. Así que me tocó escoger entre la oportunidad de salir adelante y lograr lo que siempre había querido, o me quedaba en este pueblucho y me casaba con Valeria y viviría como el resto de los hombres de aquí, con una hermosa mujer, sin futuro y trabajando día a día para sobrevivir.
Imaginar mi vida así me lleno de valor y me hizo tomar la decisión más difícil de todas, pero sabía que si lograba mis metas podía volver por mi amada Valeria. Sin pensar en las consecuencias, salí de aquel lugar, sin decirle a mi novia, sabía que si iba con ella nunca podría dejarla.
Estaba en la estación de autobuses cuando me encontré con Sofía, la mejor amiga de Valeria, ella muchacha nunca me cayó bien. Siempre pensé que ella no era la buena amiga que decía.
“Hola Andrés, ¿Qué haces aquí?”. Me pregunto mirando mi maleta.
“¿Acaso no es obvio, o te lo explico con manzanas?” le respondí con sarcasmo.
“¡Uy!, pero que genio, solo se me hace extraño verte aquí, pues Valeria te espera en su casa muy feliz”. Dijo ella haciendo un gesto irónico.
“¿ En serio?, soy un bastardo, pero tengo que irme, aquí nunca le podré dar la vida que ella merece”. Le explique a Sofía esperando su aprobación.
“Me parece una buena idea, mi amiga merece que la saquen de este horrible lugar. Se corazón espero que vuelvas pronto y con tus sueños realizados”. Respondió Sofía con una sonrisa que parecía sincera.
“Entrega esta carta a mi querida Valeria y por favor dime qué me espere, que voy a volver por ella.”. Le dije a Sofía confiando enteramente en ella. Se que soy un estúpido por hacer esto. Pero Sofía siempre ha estado al lado de Valeria y aunque a mí no me caiga bien, eso no quiere decir que es una mala persona.
Sin decir nada más subí a autobús que me llevaría a empezar una nueva vida y a cumplir mis sueños.
Punto de vista de Sofía.
Después de salir de la choza era donde vivía Valeria, decidí pasar por la estación de autobuses. Mis padres llegarían ese día de la ciudad y los fui a recoger por si traían algo de valor.
En la distancia una figura conocida llamo mi atención, me acerqué a saludar a Andrés quien estaba sentado esperando algo. Cuando estuve lo suficientemente cerca pude darme cuenta que el llevaba una maleta y su mirada estaba fija en un punto. Lo saludé queriendo saber que hacía en ese lugar. Nunca imaginé la respuesta que me daría, el muy cobarde se iría sin decirle nada a la ilusa de Valeria. Aunque ella era mi amiga, el saber que su amado se iría me daba un aire fresco en el corazón, y es que Valeria siempre se sintió más que los demás.
Andrés me entrego una carta y me dejó un mensaje para la estúpida de Valeria, obviamente acepte entregarle la carta a la tonta, pero mis intenciones eran otras. Vi subir a Andrés al autobús y una sonrisa de triunfo se dibujó en mi rostro, ya quería ver la cara de Valeria cuando supiera que su amado la había abandonado. Obviamente metería el dedo en la yaga, para que el dolor fuera más intenso.
Después de ver marcha el autobús y estar segura que el idiota de Andrés no se iba a arrepentir, fui a la casa se Valeria, después de dejar a mis padres quienes habían llegado al rato de que Andrés partiera.
Llegue a casa se Valeria y vi a un apuesto hombre salir de esa choza, era el sujeto más guapo y varonil que mis ojos jamás habían visto, era obvio que venía de la ciudad. Quería saber quién era, así que me acerque para saciar mi curiosidad.
“Hola guapo, ¿acaso estás perdido?”. Le pregunté coqueteando.
El sujeto ni volteo a verme, hizo como si yo no estuviera ahí subiendo a su vehículo y marchándose sin decir nada.
Molesta entre a casa se Valeria y encontré a su papá sentado en el sofá con los dedos entrelazados en su cabello y a la boba se Valeria en un rincón llorando como estúpida.
“Perdon por interrumpir, pero necesito decirte algo valeria”. Dije mirando a Valeria.
“¿Tienes noticias de Andrés?”. Pregunto ella con un brillo de esperanza en sus ojos.
“Andrés, Andrés, siempre Andrés. Tenemos asuntos más importantes aquí en este momento que ese muchacho faltó de carácter que solo quiere acostarse contigo”. Grito el señor Lorenzo furioso.
“Pues Andrés no es nada de eso que está diciendo papá, él va a venir y pedirá mi mano”. Dijo Valeria con la voz temblorosa y llena de esperanza.
“Lo siento Valeria, vengo de la estación de autobuses. Fui a buscar a mis padres que llegaron hoy, y ahí encontré a Andrés, el muy cobarde se fue y te dejo. Me pidió que te dijera que no lo esperaras, ya que no iba a volver.” Hice una pausa para regodearme en la mirada de sufrimiento e incredulidad de Valeria. “Tambien dijo que él no se quedaría en este pueblo con una mujer como tú, tan insignificante y sin ningún tipo de ambición. Lo siento amiga, no quería decirte nada se esto, pero tenía que hacerlo, no quiero que sigas ilusionada con un hombre que no vale nada. Vi como Valeria corrió a su habitación sin poder disimular mi sonrisa, misma que Lorenzo vio con complicidad.
Leonardo Rizzo, un hombre de 27 años que irradia poder y confianza. Su presencia es innegable; con una estatura imponente y una postura erguida, se mueve por el mundo con la seguridad de alguien que ha alcanzado el éxito. Su cabello oscuro está siempre perfectamente peinado, y su rostro, angular y bien definido, está adornado con una barba bien cuidada que acentúa su masculinidad.
Como empresario exitoso, Leonardo ha construido un imperio a base de decisiones frías y calculadas. Su vestimenta refleja su estatus: trajes a medida que resaltan su figura atlética, siempre en colores oscuros que transmiten seriedad y determinación. Sin embargo, detrás de esa fachada de éxito se oculta un hombre sin corazón, que ha aprendido a desconectar sus emociones para sobrevivir en un mundo despiadado.
Su carácter fuerte y dominante a menudo intimida a quienes lo rodean. Leonardo es conocido por ser implacable en los negocios, y su ambición desmedida lo ha llevado a sacrificar relaciones personales en favor de su carrera. A pesar de su exterior duro, hay momentos fugaces en los que se vislumbra una vulnerabilidad oculta, especialmente cuando se encuentra con Valeria. La atracción entre ellos es intensa e inesperada; ella representa todo lo que él ha perdido de vista en su búsqueda por el éxito.
Punto de vista de Leonardo
Llegue a este pueblo de mala muerte a buscar a un sujeto que me debe una gran suma de dinero. Soy dueño de muchos casinos en el país, las personas que suelen visitar las instalaciones de mi negocio siempre son personas de alto nivel. Aún no entiendo como un pobre diablo que vive en un sitio así pudo tener acceso a las instalaciones de uno de mis casinos.
Muy pocas veces iba yo mismo a cobrar deudas, para eso tenía a mi gente de confianza, pero este sujeto estaba siendo un verdadero dolor de cabeza, ya que se había escapado varias veces.
Llame a la puerta y para mí sorpresa el tipo fue quien abrió, estaba sorprendido al verme en eso que el llamaba casa. Estaba por partirle la cara cuando vi a un ángel salir de una habitación, iba vestida con un vestido floreado que le quedaba espectacular. No podía quitar la vista de tan hermosa mujer, algo dentro de mi se despertó y unas ganas enormes de llevarmela se instalaron en mi cabeza.
Estaba perdido en la belleza de la joven, hasta que nombró a un tal Andrés. Volví a la realidad y confronte al ladrón de Lorenzo. Vi que la muchacha se sentó cerca de una ventana y fue entonces que me pude centrarme en la conversación con Lorenzo.
“Solo quiero mi dinero, así que ve a buscarlo”. dije con frialdad.
“Lo siento mucho señor Rizzo, pero como le dije hace rato no lo tengo”. Respondió el sujeto retándome.
“Mira sabandija, quiero mi dinero y si no obtengo hoy mismo le diré a mis hombres que te partan las piernas y hagan con tu hija lo que ellos deseen”. Lo amenacé con la hermosa joven que estaba en la ventana con la mirada perdida.
“No me haga nada señor, mire ella no vale nada, pero puedo dársela en garantía”. Respondió el sujeto haciéndome enojar aún más.
Iba a partirle la cara por lo que acababa de decir, pero la joven se interpuso y sin una pizca de miedo en sus ojos se enfrentó a mí para defender a ese sujeto que acababa de regalármela.
“Como ve no tengo nada de valor aquí?”. Dijo el perdedor.
“Yo veo algo muy valioso aquí”. Respondí sin poder quitar la vista de la muchacha.
Lorenzo envió a su hija a la habitación, mientras que conversábamos. Sabía esto que pretendía hacer no estaba bien, pero igual él vendería a su hija al mejor postor, así que era mejor que yo me quedara con ella a cambio de la deuda de su padre.
“Mañana vengo por ella, te daré esta noche para que consigas el dinero”. Le dije a Lorenzo antes de salir de aquel tétrico lugar. En las afueras de la casa una muchacha que no me inspiro mucha confianza empezó a coquetear conmigo, odiaba a las resbalosas y este era una de ellas. Sin detenerme a mirarla, subí a mi auto y salí de aquella propiedad.
“¿Está seguro de lo que está haciendo, señor?”. Pregunto Maicol, mi mano derecha.
“Si lo estoy. Desde hace mucho tiempo no me interesaba una mujer tanto como me interesó esa muchacha”. Respondí con seguridad.
“Sabe que esto es lo mismo que pagar por compañía y eso a usted nunca le ha gustado”. Comento Maicol mirándome.
“Ya tome una decisión y es mi última palabra, mañana vengo por mi pago y no quiero que nadie comenté esto”. Di una orden para después distraerme con mi teléfono. Realmente no quería que nadie me juzgara por lo que estaba haciendo, ya yo mismo estaba mal con mi comportamiento.
Esa noche no pude pegar el ojo, pase la noche en vela recordando los azules de la muchacha que estaba comprando.
Al día siguiente salimos temprano a la horrible choza donde vivía Lorenzo con su hija. Estaba nervioso, pero contaba con que las cosas no se salieran de control.
“Señor Rizzo, por favor pase”. Dijo el desagradable de Lorenzo a penas me vio.
“No tengo tiempo. ¿Donde esta la muchacha?”. Respondí de manera fria temiendo que este sujeto haya hecho algo durante la noche.
“Ella saldrá en breve, solo está terminando de arreglarse un poco”. Contesto Lorenzo mostrando una sonrisa hipócrita.
“Vaya por ella, tengo cosas que hacer”. Lorenzo asintió con la cabeza y fue en busca de su hija.
No tardaron mucho en salir de la habitación, ella se veía muy mal, sus ojos estaban apagados, no tenían el mismo brillo del día anterior, su mirada era de rabia y odio. Me sentí culpable al saber que seguramente estaba así por mi culpa, por mi terquedad de quererla como forma de pago. La estaba tratando como si ella fuera una mercancía y yo estaba pagando por ella.
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