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NUNCA REGRESARE A SER ESA MUJER, QUE PUEDEN ENGAÑAR

ELLAS DESEAN MI MUERTE PARA SALVAR A MI HERMANA. 1

Durante las calurosas vacaciones de verano de julio, las carreteras asfaltadas exudaban un penetrante olor al asfalto bajo el calor abrasador del sol, como si se estuvieran derritiendo.

El aire sobre el suelo brillaba a medida que el aire caliente se evaporaba bajo el calor. Parecía como si al subir el calor fuera un reflejo de lo que pasaba por las calles.

En un día tan soleado como este, la calle estaba muy tranquila. Incluso el tráfico era bajo. Todos estaban en lugares más frescos para evitar el calor.

Suri estaba vestido con una camisa blanca que había visto días mejores y un par de pantalones de traje sin brillo, ni hablar de los zapatos de piso, que ya estaban en sus últimos días de utilidad; ella solo era una mujer. Más de tantas que corrían hacia el segundo hospital popular.

Suri tenía su pelo pegado, a su rostro cansado, pegado por el sudor que caía desde su frente y por las sienes de la cabeza. El pelo ya mostraba hebras de color blanco. Su camisa blanca estaba mojada por el sudor y la hacía sentir incómoda. Pero Suri no tenía tiempo para preocuparse por todo eso. Agarró con fuerza su bolso, donde se encontraban 100.000 dólares. Los necesitaba tanto para salvar la vida de su hermana ahora mismo. Su madre, Mariana DuPont, la buscó y llorando le suplicó o, más bien, le ordenó que tenía que conseguir 200 mil dólares para pagar el tratamiento de su hermana. Ella solo podía obedecer como siempre lo había estado haciendo desde que había sido pequeña.

Vendió todas sus pertenencias y con mucho esfuerzo reunió esa suma de dinero. La operación de su hermana mayor costó 200.000 dólares. Tendría que encontrar una manera de reunir los 100.000 dólares restantes.

Se dirigió directamente a la sala donde se encontraba la habitación de su hermana Haydée y, cuando las manos de Suri tocaron el pomo de la puerta, escuchó la conversación entre su madre y su hermana en la habitación.

—Mamá, todo fue culpa de Suri. Si no fuera por ella, Charles no se habría divorciado de mí.—Esa era la voz de Haydée, la hermana de Suri.

—Deja de llorar, ya he disciplinado a Suri, ya no tienes por qué sufrir por lo que pasó —dijo Mariana, la madre de Suri, mientras sostenía la cabeza de su hija mayor, Haydée, con el corazón dolorido de solo recordar todo lo que había sufrido por el divorcio.

Suri, que estaba parada afuera de la habitación, estaba conmocionada de que su hermana era tan descarada y había olvidado la verdadera razón de su divorcio. ¿Acaso su hermana no había tenido una aventura que resultó en el divorcio de Charles? Pero, ¿qué tenía que ver esto con ella?

Al pensar en Charles, Suri sintió un poco de tristeza.

Charles era el novio de Suri. Sin embargo, Haydée quedó embarazada del hijo de Charles, lo sedujo y después hizo un gran drama diciendo que él la había obligado, así que ahora tenían que casarse. Mariana reprendió a Suri por este hecho. Dijo a Suri que ella tenía muy malas intenciones y era una pequeña perra sin conciencia, ya que no solo le arrebató el novio a su propia hermana, sino que después, por culpa de ella, su hermana perdió al bebé, cuando la verdad era que jamás estuvo embarazada de ningún hijo de Charles.

Finalmente, Suri abandonó la relación con Charles y les permitió estar juntos. No podía más con la presión de su madre y los golpes que recibía por parte de las dos. Era muy cansado, iba a trabajar llena de moretes y marcas todos los días.

—Mamá, Charles se divorció de mí. Mi hijo tampoco está a mi lado y he contraído esta enfermedad. ¿Qué debo hacer? Mamá, no deseo morir. No he cumplido con mi devoción como hija para ti. «Realmente no deseo morir».

En la sala, Haydée abrazó a Mariana y lloró. Ella era muy joven y tenía un futuro brillante por delante.  Haydée realmente no quería morir.

Mariana se sintió profundamente conmovida cuando escuchó la intención de su hija mayor de ser filial con ella a pesar de estar gravemente enferma.

Mariana le dio una palma dita en la espalda a Haydée y dijo: —No. Mamá no permitirá que te pase nada. Debido a Suri, esa desdichada niña, mamá ya ha pagado los gastos para ti. «Cuando tengamos 200.000 dólares, te recuperarás pronto».

Poco después de que Haydée se divorciara de Charles, tuvo insuficiencia renal y necesitó un trasplante de riñón inmediato.

Sin embargo, Suri sabía muy bien que Haydée tenía la culpa en este matrimonio, ya que había tenido una aventura extramatrimonial. Por lo tanto, abandonó el matrimonio sin recibir manutención ni compensación matrimonial. Ahora que había contraído esta enfermedad, como consecuencia de las infidelidades, no tenía medios para pagar sus facturas médicas. Era una mujer muy sucia y fría.

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ELLAS DESEAN MI MUERTE PARA SALVAR A MI HERMANA. 2

Aunque Suri estaba acostumbrada al favoritismo de su madre, no pudo evitar sentirse herida por esta conversación. Siempre fue lo mismo desde que eran pequeñas. A su hermana se le daba la ropa nueva, los libros nuevos, incluso la carne a la hora de comer; a ella no se le permitía ni siquiera tomar un baño con agua caliente, porque era un gasto que no se podía permitir.

La enviaron a trabajar desde los 14 años, y a su hermana la enviaron a estudiar; para nada nunca aprobó ninguna materia, solo se la pasó de novio en novio.

Su madre siempre la quiso más porque decía que era idéntica a ella y que Suri era la misma cara de su patético padre perdedor, pero aun así nunca abandonó a su papá.

Ahora ya tenía 40 años. Después de romper con Charles, nunca volvió a tener una relación. No era que no estuviera dispuesta, era porque su madre no se lo permitía.

A lo largo de los años, le había dado la mayor parte de sus ingresos a su madre, quien utilizó el dinero que había ganado para comprar una suite de 150 metros cuadrados para su hermana mayor. Ella tuvo que vivir en un apartamento alquilado de 50 metros cuadrados.

Ella pagaba todas las cuentas de la casa de sus padres. Cada vez que su hermana visitaba la casa de sus padres, ella llevaba algo, pero también se llevaba más cuando se iba.

A esa edad, todavía no estaba casada y los demás se burlaban de ella porque la dejaban en la estacada. Suri sabía que su madre no la dejaría casarse porque quería que siguiera dándole dinero para la casa. Ella era la que mantenía a su madre y a su hermana; por esa razón su madre nunca dejó que ningún hombre se acercara a ella.

Pero era su propia madre. Cada vez que planeaba asistir a una sesión de búsqueda de pareja, su madre armaba un escándalo y amenazaba con suicidarse. Suri no tenía otra opción. Se quedaba sola y solo veía cómo otras mujeres se casaban y tenían una familia.

Todos estos esfuerzos parecieron ser en vano cuando escuchó a su madre llamarla niña miserable. Especialmente después de enterarse de que Haydée le estaba echando toda la culpa de su relación extramatrimonial y divorcio, se aferró con fuerza al dinero que tenía en la mano. Por todo lo que escuché, no tenía ganas de dárselo a Haydée. Ya estaba cansada de siempre ser la que las salvaba de sus tonterías y que de todos modos la culparan de todos sus problemas cuando ellas eran las que se buscaban los problemas… Antes de que Suri se fuera, escuchó la última conversación que la dejó completamente desesperada.

—Mamá, no es tan fácil. ¿Qué pasa si no puedo encontrar un riñón compatible incluso después de que Suri haya recaudado el dinero? El médico dijo que, siempre que mi pariente más cercano pudiera donarme un riñón, la compatibilidad sería mejor y mi cuerpo no enfrentaría el rechazo tan fácilmente".

En los brazos de Mariana, Haydée dijo lastimeramente: —Si pudiera tener el riñón de un ser querido, lo más probable es que pudiera reducir mis gastos de tratamiento médico.

—No sería tan fácil encontrarlo, ¡algunas personas murieron antes de que llegara la oportunidad!

Mariana sabía muy bien que el dinero por sí solo no era suficiente para resolver su problema y permitirle seguir viviendo. Tenía que encontrar otras alternativas.

—¿Quieres que me haga el análisis de sangre?—preguntó Mariana con cierta vacilación.

Haydée negó con la cabeza una y otra vez. Su madre ya era mayor y su riñón definitivamente no estaba tan bien ni tan sano. Ya que le harían un trasplante, más le valía conseguir uno bueno. —Mamá, tú me diste a luz y me criaste, no puedo soportar que pases por el quirófano. Lo mismo para papá.

—Eso… —Mariana pensó por un momento, y sus ojos se iluminaron—. Cuando la desgraciada venga, le pediré que se haga el análisis de sangre. Es tu hermana biológica. ¡Estoy segura de que será adecuada!

—Suena bien, pero Suri puede que no esté de acuerdo. Después de todo, esto es un riñón. — Haydée tenía una mirada intrigante en sus ojos.

Por el bien de la supervivencia y como medida de precaución, nunca permitiría que Suri rechazara esto.

—Señorita DuPont,ha venido a ver a su hermana. ¿Por qué no entra? — Haydée y Mariana oyeron la voz de la enfermera en la puerta durante la conversación.

La expresión de Haydée cambió drásticamente. —Mamá… ¿Nuestra conversación anterior fue escuchada por Suri, esa miserable niña?

Sin decir palabra, Mariana se levantó y salió corriendo. Vio la espalda de Suri y gritó su nombre en voz alta.

Suri escuchó los gritos de su madre. Se negó a darse la vuelta o detenerse. Las lágrimas caían sin control. Estaba desconsolada.

Por amor a su madre y a su hermana, ni siquiera tenía una casa propia. Sin embargo, no solo querían hacerse con su dinero, sino también con su riñón.

Tal vez Mariana no entendiera del todo las palabras de Haydée, pero Suri sí. Cuanto más las comprendía, más las odiaba. Sentía que, aunque le debía algo a la familia DuPont, ¡ya se había sacrificado lo suficiente!

Tal vez el amor maternal era realmente “noble”. Al ver que la hija menor se había escapado, Mariana temió que la enfermedad de la hija mayor no se curara. Los pasos de Mariana se aceleraron, alcanzó a Suri y agarró ferozmente a Suri por el cabello hasta detenerla por completo.

—¡Miserable! Se nota que no tienes conciencia. Sabes que tu hermana está enferma de gravedad y aun así quieres dejarla que muera tirada en una cama sin ayudarla a que salga sana y salva de esta enfermedad.

Suri fue tirada por su madre en medio de la calle fuera del hospital, sin que a su madre le importara en lo más mínimo lo que pasara o quien las viera; lo único que quería era que esa hija suya no se fuera y las dejara sin el dinero para salvar a Haydée y sin el riñón que necesitaba.

Mariana sujetó muy fuerte a Suri sin dejarla moverse ni un centímetro, mientras la insultaba y timoneaba de su bolso para hacerse con el dinero.

Nunca escuchó el aviso de Suri,, que le decía que venía un auto, que tenían que moverse en medio de la carretera.

Suri empujó a su madre con todas sus fuerzas a la orilla, y su madre calló sobre la orilla de la calle. Entonces se escuchó un estruendo ensordecedor. Suri tenía tanto dolor que no podía hablar. Se obligó a abrir los ojos porque quería ver cómo estaba su madre.

Después de soltar la mano al ver el coche que se acercaba, Marian estaba realmente asustada. Al ver a su hija menor tirada en un charco de sangre, corrió hacia ella y le dijo: "Suri, tú… aún muerta, también serás algo bueno. Al menos puedes ayudar a tu hermana. ¡Haydée tendría tantos riñones como dinero!

Mariana sabía que ahora podría cobrar el seguro de vida de Suri y cobrar a la persona que golpeó a su hija menor, pues fue asesinada. Tenían que compensarla por el accidente.

Cuando escuchó las palabras de Mariana, Suri le lanzó una mirada mortal. ¡Antes de que llegara la ambulancia, su propia madre la llevó a la muerte!

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DE NUEVO CON LOS DUPONT

Hacía tanto calor que Suri se sentía como si estuviera en llamas, como si todo su cuerpo se estuviera quemando hasta convertirse en cenizas. ¿Qué le estaba pasando, no estaba muerta entonces, solo se había desmayado en el accidente; ya le habían quitado el riñón para esa perversa hermana que tenía?

No podía abrir los ojos de lo cansada que se sentía, no tenía fuerzas de lo enferma que estaba, tenía mucho frío y calor a la vez. Tenía la garganta muy inflamada y sentía mucha sed.

Después de una larga lucha, Suri finalmente abrió los ojos. No vio una sala blanca, ni luces brillantes, como las que hay en una sala de hospital; más bien vio algo que le recordó a su pasado, a ese pasado tan miserable y triste en el que vivía cuando era niña, una habitación antigua y familiar, muy pequeña donde apenas entraba una cama de 80 centímetros de ancho por 190 centímetros de largo y una silla.

Y esa lámpara oscura en el techo y las ventanas que estaban abiertas las recordó ahora mismo…

El accidente que vivió no fue hace un momento; fue 25 años después de este día. Eso quería decir que regresó al pasado, al día en que su madre provocó que ella enfermara terriblemente y no pudiera ir a inscribirse en la escuela superior para después ir a la universidad, todo para que comenzara a trabajar en la fábrica donde ella trabajaba, y ahí fue donde ella comenzó a quitarle todo el dinero para su hermana Haydée.

Por todos los cielos, ¿cómo sucedió esto? ¿Cómo puede estar en el día en que su madre planeó todo para que ella no se inscribiera en la escuela?

Habían pasado 25 años y ella estaba de nuevo en la casa de la familia DuPont. Suri de inmediato reaccionó y pensó: entonces ahora mismo debo tener 15 años; no puedo dejarme engañar de nuevo por esas dos mujeres, o terminaré de nuevo en sus manos y trabajando toda mi vida para ellas.

Ese año, la noche anterior a la fiebre de Suri, llovió a cántaros. Como era otoño, el clima era particularmente frío.

Suri recordó que se había cubierto con una manta antes de irse a dormir esa noche. Sin embargo, cuando se despertó ya se sentía mal; encontró toda la manta al final de la cama.

Mientras Suri recordaba vagamente que, cuando la lluvia era más fuerte en medio de la noche, alguien parecía haber entrado en su habitación.

Al final de la noche, Suri ya no estaba cubierta por la manta. Incluso la ventana que estaba al lado de la cama estaba abierta de par en par.

Si este no fuera el caso, Suri no se habría resfriado ni tenido fiebre.

En su vida anterior, Suri siempre creyó que alguien había entrado en su habitación. En cuanto a la ventana que se cerró antes de dormir y se abrió después, asumió que era una ilusión, que estaba demasiado enferma y confundida. Pero esta vez, Suri no pensó que ese fuera el caso.

“Anoche”, alguien debió haber estado en su habitación. No solo le había quitado la manta, sino que también había abierto la ventana intencionalmente. ¡El motivo era hacerla enfermar para que no pudiera inscribirse en la escuela antes del plazo límite!

Ahora estaba totalmente segura de que su madre planeó todo desde un principio para que ella nunca fuera a la esclavitud. Siempre fue su plan que trabajara, para ella y para su hermana, porque desde que comenzó a ganar dinero, su madre empezó a dejar de ir a la fábrica. Hasta sus compañeras le decían que tenía una hija muy buena que ya la estaba manteniendo y ella decía que estaba orgullosa de ella, cuando la verdad era que siempre había planeado tenerla como esclava para ella y Haydée.

Incluso para poder llevar más dinero cuando Haydée pidió más, Suri estudió en la escuela nocturna y así pudo aprender inglés y tradujo documentos y trabajos, aparte de su trabajo de día. Siempre buscando un empleo mejor para ganar más, sin poder tener un centavo para ella.

Pudo ser rica, de tanto que trabajó, pero todo fue para esas dos, que al final la mataron.

En esta vida estudiará tanto como quiera. No las ayudará con nada.

—Mamá, Suri está enferma, ¿está bien que la dejemos sola?

—Está bien. Tu hermana es muy fuerte y está acostumbrada a una vida dura. Una enfermedad tan leve no le costará la vida. Además, al día siguiente empezará la escuela. Menos mal que está enferma, así no podrá matricularse en la escuela.

Lo dicho estaba planeado por mi madre para que no fuera a la escuela desde el principio. Suri estaba escuchando a su hermana y a su madre.

Para Mariana lo primordial eran todas las cosas que necesitaba su hija mayor; solo ella importaba en su vida: un vestido nuevo, un libro, zapatos, incluso la mejor comida; ni siquiera su hija o su esposo; solo su hija mayor era la que importaba.

Era tan bonita que esperaba que un día consiguiera un marido guapo y rico que la sacase de la pobreza en la que vivía. Esa era su esperanza, por eso la trataba bien, para que nunca la fuera a dejar tirada en esa casa pobre el día en que lograra irse con una familia rica.

—Mamá, esta sandía es muy dulce. Dale un mordisco. Ven, come un poco, pero solo un poco porque sabes que me encanta y no me gusta compartirla… —Satisfecho con lo que había oído, Haydée sonrió y le dio a Mariana un bocado de sandía.

Cuando escuchó el diálogo entre madre e hija, Suri, que tenía fiebre alta, finalmente supo dónde estaba. Ya no tenía duda alguna; regresó a vivir con su madre y su hermana, esas dos mujeres amorosas. No sabía si era una bendición regresar o una maldición. Pero lo que sí tenía claro era que se dedicaría a salir adelante, hacer todo lo posible para que nadie la detenga como lo hicieron en el pasado y sacar una carrera y ser una mujer que demostrara lo inteligente que es y capaz.

Tendrá que superar los problemas de la falta de dinero, es verdad, y una madre y hermana tan envidiosas y malvadas, también; pero eso será algo que tendrá que resolver con el tiempo.

Ahora tiene que encontrar un poco de medicamento para ponerse bien para ir a inscribirse el día de mañana a la escuela.

No quiere que se repita la historia y termine sin poder ir a la escuela por culpa de una fiebre alta.

Justo cuando Marina y Haydée estaban pasando un momento feliz juntos, hubo un fuerte estallido que los dejó atónitos a ambos.

—¿Suri, Suri?— El rostro de Haydée, que sostenía y comía felizmente la mitad de la sandía, se puso rígido. Se sentía extremadamente incómoda mientras sostenía la cuchara y no sabía si seguir sosteniéndola o dejarla.

Al ver la mitad de la sandía en la mano de Haydée, Suri se rio para sí misma.

Haydée fue malcriada por su madre. Desde muy pequeña, fue autoritaria y egoísta. Haydée tenía la costumbre de comer sandía: le gustaba sostener la mitad de la sandía y comérsela con una cuchara ella sola. Era algo normal; no le gustaba que nadie tomara sus cosas; hacía tremendo escándalo.

Pero eran los años 80 y su situación económica no era tan buena, así que cada vez que Mariana compraba sandías, le decía a Suri y Haydée que solo había comprado la mitad de la fruta.

Indicando que era solo para Haydée.

Suri no recordaba haber podido comer una sola vez fruta en esa casa. Solo podía probar un poco de comida fuera cuando su padre la sacaba a escondidas y le compraba un poco de dulces a escondidas de Mariana.

Su padre, siempre segado por las mentiras de su madre, espera que en esta vida abra los ojos y no crea tanto en esta mujer.

O también se alejará de él.

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