La chica pelirroja llevaba un rato agachada con los pies puestos sobre los bordes del inodoro y los lujosos zapatos de un gran diseñador en la mano intentando mantener el equilibrio para evitar que los sicarios del turco la encontraran. Había entrado a la parte VIP del baño de hombres de la famosa discoteca buscando refugio y rogaba porque aquel intento de escape le sirviera de algo.
Ese pedazo del local parecía cualquier cosa menos el baño de un centro nocturno, se veía más bien como el de una habitación de un hotel cinco estrellas y esa noche parecía ser su resguardo.
El lugar era todo blanco con revestimientos dorados en los bordes, muy pulcro y amplio, hasta se podría hacer una fiesta privada allí adentro, dos inodoros completamente independientes uno del otro, una gran meseta de mármol con dos lavamanos y un súper espejo delante, además de un buen gel para la limpieza de las manos y un dispensador con una fina crema de aloe vera por si a alguien le apetecía hidratarse la piel después de lavarla, para los VIP lo mejor, al final allí no podía entrar todo el mundo.
Desde su escondite ella escuchó la puerta del pasillo abrirse y pensó que había sido descubierta antes de que los inútiles de sus guardias la encontraran y todo su cuerpo se puso en alerta.
Se preparó para el encuentro lo mejor que pudo desde su posición agachada, ella sabía defenderse perfectamente, para eso llevaba años preparándose, pero contra cuatro hombres corpulentos, armados y con ganas de lucirse delante de su jefe estaba en desventaja, y no era que no pudiera con ellos y dejarlos KO, si no que al resolver el problema allí su padre terminaría enterándose y eso era un enredo peor.
Por eso le incomodaba bastante someterse la idea de que no debió escapar de los custodios de su padre que la cuidaban, no sin haber encontrado aún al topo que informaba a el turco y ahora rezaba porque supieran donde estaba pronto y sin armar escándalo en la familia.
Las risas de un hombre y una mujer la hicieron respirar tranquila y vio los lustrosos zapatos de él junto al cubículo en el que ella estaba escondida, vio también que él hacía un gesto agachándose un poco para ver si había alguien allí pero no lo suficiente como para verla y después escuchó su voz.
- Ahora vas a hacer todo lo que yo te ordene- le dijo a la mujer que estaba callada y a la chica escondida le subió por la espalda un escalofrío que la hizo estremecer.
Aquella voz era de esas que te mojaba solamente de escucharla y más si era dándote órdenes, era imponente, le recordó a la de su tío Jim mandando a sus hombres.
El único sueño húmedo que había tenido en su vida siendo una adolescente fue con aquella voz ordenándole hacer ciertas cosas, y aunque se moriría de la vergüenza si su tía se enteraba no tenía ningún sentimiento de culpa, su sueño no fue con el hombre, fue con su voz.
- Si te portas bien y cumples con todas mis ordenes te prometo que voy a hacer que sientas que mueres y resucitas en el mismo espacio de tiempo.
La mujer no contestó pero desde su posición la pelirroja vio el vestido que llevaba puesto caer al suelo.
Los gemidos pronto inundaron aquellas paredes y ella tuvo que tragar en seco intentando no caer de su posición.
- No me toques, no te he dado permiso para hacerlo, mantén las manos quietas.- aquella voz se escuchaba más profunda, exitada, y el sonido de la palma de mano del hombre dando contra lo que ella se imaginó era el trasero de la mujer rebotó en el baño.
- Por favor- gimiqueó ella y la chica se vio tentada a salir de su escondite para mirar que tanto le hacía que la tenía suplicando.
- Silencio- volvió a ordenarle- Si quieres seguir disfrutando mantente callada, y no te permito que te corras, si yo no lo ordeno no vas a terminar¿entendiste?
- Sí señor- habló entre gimiqueos y su voz temblaba como si temiera que le arrebataran el placer.
Otra vez se escuchó el sonido de la palma de la mano en el trasero y un lloriqueo por parte de ella le hizo imaginar cuanto lo estaba disfrutando.
- Eso, tienes que ser buena para recibir tu premio.
Por Dios, la chica escondida miró hacia arriba y también suplicó en silencio, un hombre como ese era el que ella necesitaba en su vida, uno que le ordenara y pusiera en su lugar a la mujer mandona que tenía dentro, uno que calmara en la cama al caudillo que le salía por los poros y que hacía que todos los chiquillos que se le acercaban se mearan literalmente en los pantalones cuando ella los enfrentaba o su padre aparecía frente a ellos.
Ella necesitaba un hombre como ese, que controlara su fiera interna y la hiciera disfrutar.
- Córrete ahora, es una orden y quiero oírte gritar.
Ella sostuvo con fuerza los zapatos en sus manos después de escucharlo y cerró los ojos y casi sintió los espasmos de un orgasmo recorrer su cuerpo, casi sintió que aquella orden la estaba recibiendo ella junto a las estocadas que se escuchaban al chocar un cuerpo contra el otro y tuvo que apretar los dientes para no acompañar los gritos de aquella mujer y ser descubierta mientras sentía que le faltaba el oxígeno dentro de aquel reducido cubículo.
Y por primera vez en su vida había sentido lo que era la envidia, envidia de la mujer que había recibido todo aquel placer en sus carnes, envidia por no ser ella la que hubiera recibido la palma de la mano de aquel hombre del que solamente conocía su voz dando contra su trasero, envidia por no ser ella la que cumpliera aquellas órdenes para así poder correrse contra la pelvis que golpeaba una y otra vez el centro de placer de aquella otra que gritaba como una posesa al recibir su liberación.
Si no tuviera los zapatos en la mano y estuviera sobre un inodoro, estaría haciendo algo que nunca en su vida había hecho, estaría tocándose.
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Hola a todas, aquí les dejo una nueva novela y un reto, a ver si alguien logra adivinar quienes son los personajes.
A ella la conocemos únicamente de nombre y a él lo conocemos muy pero que muy bien.
Un saludo a todas y espero que esta historia también les guste.
Lo has hecho muy bien guapa.- lo escuchó decir un momento después de que cesaran los gritos y los lloriqueos- ¿Ves que siempre hay que probar cosas nuevas?
- ¿Cuando repetimos?- le preguntó la mujer todavía con la respiración entrecortada, todavía no se recuperaba de uno y ya quería el otro.
- Cuando tú quieras.- le mintió, después de eso la evitaría como el diablo a la cruz, ni siquiera recordaba su nombre o cualquiera de las cosas que le había contado mientras bailaban y la convencía de venir con él al baño.
La chica desde el cubículo vio el vestido de la mujer ser levantado del suelo por la mano del hombre.
- Ven, te ayudo a vestir y me esperas en la pista para seguir bailando.- volvió a mentirle, cuando saliera de allí lo haría por la puerta del fondo de la discoteca para no volver a encontrarse con ella ni de casualidad, ya estaba satisfecho, era hora de irse a casa.
- Que tierno eres.- le dijo la mujer con una voz melosa que a la chica le causó repulsión al escucharla y se pegó al hombre para intentar besarlo.
- Nada de besos¿Recuerdas?- lo detuvo él antes de que la boca de ella lo tocara.
-¿Nada de besos?- gritó en su mente la chica sobre el inodoro- ¿Que mujer en su sano juicio acepta que un tipo que acaba de comérsela como él se la comió no la bese? A mi tiene que besarme hasta el último poro después de hacerme gritar de esa forma.- su mente echó a volar y se imaginó siendo devorada por alguien al que no le podía poner un rostro- Oye, que si recuerdas él es el que manda.- se obligó a recordar- Sí, esa es la guinda sobre el pastel, ese hombre tiene que ser mío.
Cuando escuchó el sonido de la puerta del baño indicando que la mujer salía ella se puso de pie sin hacer ruido y acostumbró a sus músculos a la posición y muy despacio abrió la puerta del cubículo.
- O Deus meus! (Oh Dios mío)- dijo para sí al ver a hombre parado frente al espejo, aquello se ponía cada vez mejor.
El hombre era un rubio con un pelo sobre lo largo pero con un corte perfecto, lo que lo hacía ver como un tipo rudo pero a la vez que se preocupa de su apariencia, no podía definir su edad pero a ella le pareció que tenía la perfecta, de tamaño competía con su padre o cualquiera de sus tíos y los músculos, eso casi hizo que a ella volvieran a mojársele las bragas, los músculos parecían no caber dentro de la camisa blanca que llevaba aún abierta al igual que su pantalón.
- Wow,¿Tú de dónde saliste?- casi gritó él al ver a la chica allí parada y ella le hizo un gesto señalando la puerta.
- Quiero que me folles así. - le ordenó sin más acá ni más allá, estaba acostumbrada a mandar.
- ¿Qué?- el hombre volvió a levantar la voz y ahora se giró y se puso frente a ella dejándole ver su pecho desnudo y un bóxer negro con faja blanca en la que claramente se leía "Levis" y la chica evocó los anuncios de la marca y sus modelos lo que la hizo morder su labio inferior- ¿Que te crees que soy un puto? - le reclamó- Además yo no follo niñas.
- Yo no soy una niña.- los zapatos que tenía en la mano cayeron al suelo y apretó los puños al dar dos pasos hacia él.
- ¿Cuando cumpliste dieciocho?¿Ayer?- se burló al ver la reacción de ella.
- No sabes quien soy yo ¿verdad?
- Ni me interesa, ya te dije, no fo llo ni ñas, además, no me interesa ninguna mujer en específico, así que no te sientas aludida.
- ¿No sabes quien es mi padre?- trató de intimidarlo otra vez o acaso interesarlo un poco al saber de su dinero.
- Ya te dije que no me importa.¿Qué va a hacer tu papito?¿Va a ordenarle a mi polla que se pare para ti?
Ella lo miró vencida.
- No, es verdad, mi padre lo primero que haría sería contártela si se entera que yo estuve presente mientras tú tenías sexo.
Al escucharla decir eso el hombre se tomó su tiempo para mirar bien a aquella chiquilla, era bella, con una de esas bellezas raras que no se ven todos los días y que destaca allá a donde sea que vaya, pelirroja de un tono que a las claras se veía que no era pintado y los ojos azules.
¿Qué locura retorcida llevó a la naturaleza a hacer un conjunto como aquel en el cuerpo de una mujer?¿Acaso no le bastó con la belleza inigualable que le dio a su rostro? El joven pensaba mientras la escaneaba, el rojo y el azul son colores que hacen que todos miren en esa dirección, y juntos son una combinación perfecta, como de perfecta se veía ella y para rematar llevaba el pelo ajustado en lo que suponía era una larga trenza al estilo Lara Croft y un vestido de infarto.
- Ahí tienes otra razón para no acercarme a ti.- le contestó después de su análisis- No te ofendas, eres muy hermosa pero te ves peligrosa, sin contar que eres pelirroja, las pelirrojas y yo como que no las tenemos todas.
En ese momento se escucharon voces detrás de la puerta del baño en un idioma que él no comprendía.
- Mierda me encontraron.- se quejó ella- Lamento mucho haberte metido en esto, pero creo que ese fue tu último polvo.
- ¿Qué?- él no comprendía.
- Que esos que están afuera creo que vienen a matarme y a ti por extensión, mis guardaespaldas no llegaron a tiempo.- ella podría hacer resistencia y defenderse para dar tiempo a que sus hombres llegaran, pero él no estaba en los planes y lo complicaba todo.
- No.- le dijo el hombre y al momento en que se abrió la puerta la tomó por los hombros y la obligó a ponerse de rodillas a la altura de su pantalón abierto.
- Oye imbecil-escuchó la voz de un hombre que se notaba que lejos de hablar inglés lo machacada y él giró la cabeza.
- ¿Será que puedo tener mi mamada en paz?- le reclamó con la mandíbula apretada.
- Buscamos a una pelirroja- le dijo como si no le importara lo que había escuchado y él bajó la vista hacia la chica que tenía frente a su bóxer.
- Esta que tengo aquí es rubia pero igual si aparece tu pelirroja las podemos juntar y hacer un trío.- el hombre lo miró con odio- Ahora lárgate y dejame terminar, pagué mucho por esto.
Las miradas de los dos hombres se sostuvieron por un momento y el intruso salió dando un portazo.
- Oh Dios, tienes que hacerlo.- las manos de la chica se apretaron en el trasero del hombre e intentó restregar su cara contra él.
- Oye¿Qué haces? Estuve cerca de que me mataran por tu culpa hace un momento y ahora pretendes violarme.
- Por favor, casi no me aguanto cuando te escuché hablar así, te necesito.
- Ya te dije que no y levántate. - la tomó de un brazo y la ayudó a subir hasta ponerla de pie.
- Déjame al menos tocar ese pecho.
La mano de ella se movió rápidamente y se deslizó sobre la piel del hombre y él se estremeció, su toque era cálido, tanto que no tuvo ganas de separarla.
Señorita.
La voz de otro hombre los sacó a ambos de una ensoñación en la que no se habían dado cuenta que habían caído ni cuanto tiempo estuvieron en ella y juntos giraron la cabeza para ver a una muralla de carne vestida de negro cerca de la puerta.
- Sigues siendo el más oportuno del mundo.- se quejó ella al sentir interrumpido su momento de éxtasis, tocar la piel de aquel desconocido era un verdadero placer sin contar que las manos de él estaban en su cintura.
- Y usted una insensata.- le respondió aunque enseguida supo que hablar había sido un error.
- No me retes Dom, sabes que puedo ponerte en tu sitio cuando gustes y sin ningún tipo de ayuda.- le contestó apretando el puño contra el pecho desnudo de Renato.
El hombre frente a ella la miraba extrañado, aquella ya no era la chiquilla que rogaba sexo duro hacía un momento, esta era una mujer que daba órdenes y exigía que fueran cumplidas y vio de reojo como el guardaespaldas también ajustaba sus puños al lado del cuerpo.
- ¿Quién es usted?- le preguntó a él mirando por encima de la chica y cuando fue a contestar la voz de ella se escuchó primero.
- Mi novio.- dijo y el rubio abrió los ojos como platos.
- ¿Su padre sabe que tiene novio?- el guardia regresó la mirada a la pelirroja y una sonrisa de te tengo atrapada se vio en el rostro del hombre.
- No- contestó rápidamente- Como tampoco sabe que ustedes me perdieron de vista y los turcos me encontraron primero y en su propio territorio, que vergüenza Dom.- le dijo cruzando las manos sobre su pecho- Mi novio me salva con una mamada y ustedes llegan tarde a la escena.- el guardia se puso rojo y el rubio no supo si de la vergüenza o de la impotencia- A mi padre le encantará saber que sus enemigos llegaron a estar dentro de esta discoteca y que casi atrapan a su niña, créeme, eso va a tener más relevancia que la noticia de mi noviazgo.
- Señorita.- volvió a decir.
- Ya te advertí que no me retes Dom, sabes bien quien soy y lo que es peor, sabes lo que seré y ni ahora ni mañana voy a cortarme un pelo para dejarle claro a ti o otro cualquiera que a mi me tienen que respetar les guste o no.
Ella caminó amenazante un poco hacia el hombre de negro y el retrocedió dos pasos mientras el rubio la miraba con la boca abierta sin poder decir ni mu de la escena que estaba presenciando.
- Es el momento que decidas Dom, le cuentas tú a mi padre, le cuento yo o hacemos como si nada de esto sucedió y todos felices.
El hombre apretó la mandíbula y los nudillos de sus manos se pusieron blancos pero no dijo nada.
- Esa es la decisión más acertada Dom, me alegro de que la hayas tomado, ahora sal de aquí que voy a despedirme de mi novio.
El guardia miró al rubio con ganas de destriparlo pero se contuvo.
- La espero afuera señorita, no tarde.
Se dio la vuelta en el mismo lugar y salió por la misma puerta que había entrado un rato antes.
- ¿En qué estábamos?- le dijo ella mirándolo como si allí no hubiera pasado nada.
- En que yo te decía que no voy a acostarme contigo ni ahora ni nunca y menos después de ver como un tipo de mi tamaño y con un arma debajo del brazo se cagó en los pantalones porque tú le hablaste.
- Pero tú no eres ese, eso precisamente es lo que quiero que tú me hagas sentir, esa sensación de ser mandada por alguien y que me haga obedecerle.
- No, ya te dije que no, ni aunque intentes intimidarme como lo hiciste con él.
- Si te dejas intimidar así ya no me sirves.
- Pues escuchame bien niña.- se pegó a ella y la arrastró hasta aprisionarla contra la pared- No me vas a intimidar y tampoco te voy a follar, tú no me das órdenes, aquí el de las órdenes soy yo, mantente lejos de mi y vamos a vivir todos más tranquilos.
- Sí señor.- le dijo sumisa al sentir como su cuerpo se estremecía con la voz de aquel hombre tan cerca de ella, era la primera vez que le sucedía algo como eso, ella había nacido para dar órdenes, ella era la hija de su padre, la que tomaría su lugar aún cuando a algunos no les gustara por ser una mujer.
- No juegues con mi mente niña.- le reclamó apretando la mandíbula al notar que algo crecía dentro de sus pantalones y no era precisamente que el bóxer perdiera el elástico.
- Sofía, me llamo Sofía y ya te dije que no soy una niña, soy una mujer acostumbrada a tener todo lo que quiere más tarde o más temprano.
- Yo no soy un juguete que papi te trae de regalo para tenerte contenta.
- Yo no acostumbro a que me traigan regalos, lo que quiero lo consigo por mi propio esfuerzo y eso me pone más feliz.
- Aléjate de mi.- volvió a repetirle y se separó de ella y comenzó a cerrar su camisa.
- Vamos a hacer una cosa, si nos volvemos a encontrar intentaremos que no sea en un baño y que tú no estés dentro de otra.
Él la miró mientras arreglaba la camisa dentro del pantalón y después lo cerraba para ajustar su cinturón.
- Dime al menos como te llamas, yo te dije mi nombre.
- Renato, me llamo Renato.
- Pues Renato, nos vemos por ahí.- y sin que él lo esperara lo besó en los labios tomándolo por sorpresa- Yo sí quiero besos, y muchos.
Le hizo un guiño y se fue sin mirar atrás.
- Quiero saber quién es, de donde viene y a donde va.- le habló al hombre que esperaba del otro lado de la puerta.
- Creí que era su novio señorita.- le contestó con sarcasmo.
- Y lo es Dom, pero no me gustan las sorpresas.
Y como si fuera una reina caminó hacia la salida de la discoteca seguida por el guardia y dos más que se le juntaron en el camino.
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