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Ya No Soy Una Extra

Capítulo 1: ¿Quién soy?

El movimiento en las calles era como siempre, autos y personas que iban y venían. El sol estaba en la mitad de su camino, provocando un calor insoportable, el aire era seco y las personas chocaban a veces unas con otras.

Isabella esperaba escondida en un callejón, no le gustaba hacer las misiones en pleno día, pero no podía evitar cumplir esa. La chica mira su reloj, quien ella esperaba ya iba tarde y eso la ponía de muy mal humor, no soportaba la impuntualidad, esa persona lo sabía, así que si lo estaba haciendo, era a propósito, seguro para molestarla, más le valía tener una buena excusa.

Los minutos pasaban y no llegaba, ella se empezaba a sentir nerviosa, presentía que algo no estaba bien. Unos pasos suaves se sienten a su espalda y cuando se gira ve a quien ella buscaba, pero para su sorpresa, le apuntaba con un arma. Lo último que vio fue la sonrisa maliciosa de aquella persona, alguien en quien ella siempre confió y ahora le disparaba en el corazón.

La bala entra a su cuerpo y el dolor es inmediato. Isabella cae al frío pavimento y de su boca salen pequeños jadeos de agonía. Antes de cerrar sus ojos por última vez, mira a su asesino, quien la mira desde arriba, se agacha y le deja un beso en la frente.

Todo se vuelve oscuridad para la chica, la sensación de los labios de esa persona aún los sentía calientes en su cabeza. Isabella cae en un hueco sin fondo, pero de pronto alguien viene y le toma la mano, al bajar sus ojos ve una niña pequeña de cabellos rojos y ojos de igual color. La niña la invita a seguir caminando con ella, la va guiando en la penumbra hasta que siente cómo si una luz la acariciara. La pequeña le señala el camino ahora iluminado y le sonríe abiertamente.

Isabella sigue el camino, ahora sola, la luz la va bañando con sus rayos, gira su cuerpo en busca de la niña, pero a su espalda solo había una oscuridad que le provocaba una sensación de vacío. Continúa por el camino alumbrado hasta que es cegada por una luz, cierra sus ojos y cuando los abre nuevamente, estaba en una habitación adornada de forma sencilla, pero elegante, parecía el dormitorio de una niña, varias muñecas estaban dispersas en el suelo, libros, lapiceros y cuadernos sobre un escritorio de madera. Todo era muy confuso, se toca la cabeza y se percata de algo, sus manos eran distintas, pequeñas y delicadas, como las de una niña.

- ¿Qué diablos me pasó?- su voz sonaba distinta.

Se levanta de la cama, tenía una estatura baja, necesitaba un espejo y ve una puerta que daba a un cuarto de baño, camina descalza por instinto, entra, era como si su cuerpo conociera de memoria ese lugar, va hasta la encimera y se mira. En el reflejo de su rostro quien la observaba era la niña de antes, se lleva una mano al cabello y luego se acerca para observar sus llamativos ojos rojos como dos rubíes.

Desde el dormitorio se escucha una voz femenina que la llamaba preocupada. Isabella sin saber el porqué sabía quién era, sus ojos se humedecen y unas lágrimas se derraman por su joven rostro, no lloraba de tristeza, era otro sentimiento el que sentía su cuerpo, alegría.

- Isa, mamá está aquí, ¿dónde estás mi niña?

[Isa, ¿será que mi nombre es el mismo?] Se pregunta y la mujer la vuelve a llamar.

- Isabella, amor, estoy preocupada, no juegues así conmigo.

Eso confirmaba sus sospechas, su nombre era igual, pero seguía sin entender nada. La mujer llega hasta donde ella estaba y cuando la ve corre a abrazarla.

- ¡Ay, muchachita, sabes el susto que me diste!- la aprieta contra su pecho- ¿A ver, qué haces de pie? Vamos, el doctor dijo que debías descansar.

La mujer era un poco mayor, su rostro se parecía mucho al de Isabella y conservaba su belleza, era alta, curvilínea, de cabello rojo, pero sus ojos eran de color púrpura intenso. Se cruza de brazos y la mira preocupada.

- Isabella James, ahora mismo te vas a la cama, deja de mirarme así- y la mujer levanta su mano, de la punta de sus dedos sale un brillo y cuando tocan a Isabella comienza a flotar, la mueve en el aire y la lleva volando hasta la cama, la deja sobre las blancas sábanas.- Ahora, duerme, en un rato vendré nuevamente.

Le pasa un vaso con agua y le da una pastillas que después de un rato de haberla tomado, comienza a bostezar y el sueño la vence. Cuando cierra sus ojos todo le va apareciendo como si de un sueño se tratase, eran los recuerdos de la Isabella anterior.

......................

Isabella James, en ese momento tenía trece años, era aún una niña; hija del barón Lucas James, quién había fallecido hacía diez años ya, y de Katherine James. La chica a penas había vivido con su padre, pero su madre, obligada por los abuelos de Isabella, se volvió a casar con el conde Richard Grant, un viudo con dos hijos de su matrimonio anterior, Liam Grant y Christal Grant.

La ahora familia Grant, era conocida por sus riquezas y por sus habilidades como magos y guerreros; desde el conde hasta llegar a Isabella y Christal, que eran las más pequeñas, se conocía que dominaban la magia y el arte de pelear.

Isabella era educada, inteligente y estudiosa, las niñas nobles de su edad la admiraban mucho y todas querían ser como ella. Tenía un gran don y poder para la magia, pero se había vuelto muy arrogante hasta el punto en el que, hacía unos días había tenido un accidente que la había dejado en coma por cuatro días. Su caballo se había desbocado, todo por ella no querer escuchar a su maestro de equitación.

La pequeña abre sus ojos de golpe y se sienta de nuevo en la cama, ahora sentía un gran dolor en su cabeza y no era precisamente por el golpe que el cuerpo tenía debido al accidente, estaba abrumada con todos los recuerdos que guardaba ese cuerpo.

- Espera, ¿Isabella James me llamó?- dice pensando en voz alta- Maldita sea, no sólo soy una niña, también estoy condenada al olvido y la muerte.

Rueda los ojos y vuelve a maldecir internamente, al escuchar su nombre completo y el de su hermanastra había recordado algo de su vida anterior, algo que la molestaba demasiado. Isabella antes de reencarnar, había sido una gran agente secreta perteneciente a una organización que nadie conocía a penas, pero que se encargaba de limpiar las ciudades de anomalías y problemas paranormales.

En su mundo existía la magia, sólo que muy pocos podían usarla, siendo ella una de las portadoras de ese don, y no era cualquier magia, Isabella era una bruja, una muy poderosa. Como agente que era, había sido entrenada en diversas esferas y se había preparado para trabajar encubierta en cualquier parte, de ahí que conociera de historia, economía, derecho, literatura, entre otras materias.

En una de las misiones que había trabajado, había tenido que fingir ser una estudiante de literatura; para eso había leído varios libros y novelas, entre ellos "En la flor de nuestro amor", una novela tonta que había tenido que discutir en el club de lectura en donde estaba su objetivo.

Christal Grant y Philips Klinger, los dos protagonistas de la novela en donde se enamoran perdidamente y después, juntos, derrotan a un dragón que sin razón aparente había atacado la ciudad en donde vivían; pero lo que pocos sabían era que quien los había salvado a ellos, había sido Isabella James, la hermana adoptiva de Christal. Isabella en la historia se había sacrificado por los protagonistas, muriendo entre las fauces del dragón.

- No pienso volver a morir, si estoy aquí es por una razón que tendré que averiguar después- piensa nuevamente en voz alta, una vieja costumbre que mantenía de su vida pasada- Bueno, aún falta mucho para que eso suceda, así que me encargaré de evitar que pase otra vez.

Al recordar su muerte, un odio inmensurable se apodera de ella, quizás nunca sabría por qué la habían traicionado de esa forma, pero jamás olvidaría ese hecho. Ésta vez tendría mucho cuidado y no confiaría tan fácil, a partir de ese momento su destino sería otro y ella se encargaría de cambiarlo.

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Hola 👋 chic@s:

Aquí estamos nuevamente, otra aventura que vivir, más enemigos que derrotar y el amor que no faltará, aunque nuestra protra tendrá un triángulo amoroso y otras cosas más, así que no se la pierdan.

Mua mua 😚❤️

Capítulo 2: El grimorio

Alguien toca suave y bajo a la puerta, Isabella no sabía quién pudiera ser, hacía poco unas doncellas habían entrado para ayudarla a bañarse y darle la cena; su madre también había vuelto a pasar, ya estaba más calmada, pero se había tenido que ir lo cual había puesto un poco triste a Isabella.

En los recuerdos que tenía, la condesa amaba mucho a la chica, pero se la pasaba viajando, en ese mundo las mujeres también podían trabajar y tener títulos o negocios, aunque los padres aún podían decidir con quién casarlas; su madre era alguien importante, tenía negocios en varias ciudades, pero a veces requerían su presencia o la del conde y no le quedaba más opción que irse y dejar a Isabella bajo el cuidado de sus doncellas o de su institutriz.

Cuando Isabella había visto a su madre después del accidente se había sentido feliz y había llorado porque no la veía desde hacía meses, al parecer, cuando había caído en coma le habían avisado y por eso estaba ahora con su hija. Quizás no era la madre de ella realmente, pero su cuerpo la quería mucho y no podía evitarlo.

Vuelven a tocar sacando de sus pensamientos a la chica y con pereza se levanta para abrir la puerta. Una niña como de su edad le sonríe del otro lado; largo cabello gris, ojos azules como un cielo despejado, y una tez tan pálida como delicada, realmente el nombre le sentaba perfectamente, Christal la miraba como esperando que la dejara pasar.

- Adelante, pasa- dice sin ganas Isabella.

- ¡Oh, Isa, estaba muy preocupada por ti! Le pedí a papá que me dejara verte y me dijo que ya no había problema y que estabas despierta.

Christal se sienta en un sofá que había en la habitación con total confianza y le habla despreocupadamente sin notar que Isabella no le prestaba atención. La pelirroja regresa a la cama y se tapa casi completa, de verdad no quería lidiar con la chica, no le parecía mala, pero su nivel de sociabilidad estaba bajo en esos momentos.

- Isa, mira, te traje chocolates, papá los trajo de su viaje con mamá- Christal se levanta y camina hasta su lado, le pone los chocolates sobre la mesita de noche y le sonríe.- ¿Cuándo te mejores ya podremos jugar a las escondidas?- Isabella se comenzaba a sentir ansiosa y le responde cortante.

- Christal, en vez de andar jugando, deberías estudiar más, creo que estás siendo negligente con tus clases.- Christal la mira interrogante.

- Negligente ¿qué significa eso Isa? Realmente eres muy inteligente.

Isabella rueda los ojos, no podía creerlo, ignorando a la chica, toma uno de los bombones y lo abre para luego comerlo. Era chocolate con leche y dentro tenía una crema de maní deliciosa. Hace un pequeño gesto de satisfacción al probarlo.

- Te lo dije, mira, prueba éste, tiene algo verde dentro, está muy raro pero sabe bien.

- Christal, por favor, te agradezco los chocolates, pero ¿te puedes ir?- la albina la mira triste y asiente.

- Vale, nos vemos luego entonces.

- Sí, sí, lo que digas, pero déjame, por favor.- Da la vuelta y se marcha con la cabeza baja.

- Finalmente, sola pero no entiendo ¿cómo fue posible que la tonta de Christal engañara a todos haciéndoles creer que era la heroína?- se pregunta Isabella.

En la novela Christal era descrita como alguien alegre y sociable, también se narraban varios sucesos en los que ella había salvado a personas de morir y los ciudadanos la veían como alguien valiente. Por sus características había logrado llamar la atención del rey y la reina, por lo que en un acuerdo con el conde, le habían presentado al príncipe, Philips Klinger y el amor había surgido sólo.

Isabella se recuesta y prueba otro chocolate, realmente estaban deliciosos. Alguien vuelve a tocar, y ella irritada rueda los ojos, no quería volver a levantarse así que desde la cama manda a pasar.

- Con permiso- Era una chica bonita, de cabellos y ojos marrones, radiaba tranquilidad y belleza.

- ¡Oh, Luna, eres tú!- se alegra de verla, por lo que Isabella recordaba de la historia, y por las memorias de su cuerpo, Luna era la institutriz que la cuidaba y enseñaba, era muy ingeniosa, aunque a veces podía ser algo misteriosa, solía aparecer de la nada y sorprender a Isabella.

- ¿No crees que deberías salir ya de esa cama? Llevas varios días sin preocuparte por tus estudios- Isabella asiente.

- Mañana temprano nos podemos ver, aunque...- piensa por un momento- Luna, ¿sabes dónde puedo encontrar un grimorio?- la morena la mira curiosa.

- Sí, creo que tengo uno que te puede ser de utilidad, fue un regalo de una amiga, una poderosa bruja, pero te advierto, si no tienes el don, no vas a poder usarlo, de hecho, sólo una bruja real puede entender lo que dice, ¿para qué quieres algo así?- se cruza de brazos.

- Digamos que tengo un buen presentimiento y quiero hacer una prueba. ¿Y cómo es posible que tengas algo así, Luna, incluso conocer una bruja poderosa?- por lo que sabía de la novela, en ese mundo sucedía lo mismo que en el suyo, las brujas eran muy raras debido al poder que tenían, en el pasado las habían eliminado poco a poco por la envidia y el odio de otros seres logrando que existieran cada vez menos.

- Estás muy preguntona tú, a demás de conversadora. El grimorio me lo dejó para cuidarlo y dárselo a quién realmente lo mereciera, mi amiga sabe que viajo mucho y existía la posibilidad de encontrar alguien con el don que fuese merecedor de los conocimientos que ahí se guardan.

Luna se acerca y de entre las sombras hace aparecer un libro grande, Isabella se asombra por cómo hizo para manifestar el grimorio. Su cubierta era negra, un pentagrama sobresalía y en letras doradas Isabella podía leer el nombre.

- "El Gran libro de los Hechizos". Qué interesante el nombre- Luna la mira de forma burlona y se le acerca.

- ¿Sabías que nunca supe cómo se llamaba el libro?- se aleja y se ríe- parece que esta traviesa guarda un secreto, supongo que cuando sea el momento me lo dirás. Toma, creo que con el simple hecho de que pudiste leer el nombre, te hace alguien merecedor, no necesito verte usándolo, para saberlo.

Luna le coloca el grimorio sobre la mesita de noche, le deja un beso en la cabeza, Isabella le sonríe y cierra los ojos, pero cuando los abre, la chica ya no estaba. Era muy rara su institutriz, pero se veía que la quería mucho.

Con cuidado toma el libro y al momento unas cosquillas en su piel se hacen presentes, podía sentir el poder que guardaba aquel viejo objeto. Lo coloca sobre sus piernas y comienza a leer y hojearlo, habían demasiados hechizos que no se conocía. En su vida anterior tenía uno, pero no era ni la mitad de éste, se sabía varios hechizos poderosos y los utilizaba cuando eran necesarios en su trabajo, aunque realmente empleaba más las armas. La chica hace un cálculo y suspira, para poder aprenderse tantos hechizos tendrían que pasar años, sabía que debía ser diligente con su estudio y preparación, más aún frente al futuro que le podía esperar si ella no cambiaba varias cosas, y una de ellas era su estado físico. Se mira sus flacuchos brazos y niega con la cabeza.

- Con razón nadie se fijaba en ti, Isabella, si eras un hueso.

La chica no iba a esperar al día siguiente para comenzar a estudiar, lo haría en ese mismo momento, busca al inicio del grimorio y lee con cuidado. La noche había pasado, Isabella sin darse cuenta se había quedado dormida y alguien le había colocado el libro nuevamente en la mesita y la había arropado. Cuando abre sus ojos al día siguiente se percata de ese detalle y se pregunta quién habría sido.

Unas doncellas entran a ayudarla a vestirse y prepararse, Luna la esperaba ya en el estudio para comenzar con las clases de ese día.  En su camino por los pasillos iba mirando todo curiosa, ve un jardín y como le quedaba tiempo, sale a observar también el lugar por fuera, hasta que se topa con alguien. Un chico más alto que ella, ojos azules y cabellos rubios, sus ropas eran muy elegantes, llevaba una capa y una especie de armadura, al verla le regala una sonrisa y camina hasta ella.

- Ayer me contaron que ya habías despertado. Mira que te he dicho que tengas cuidado montando- quién le hablaba era Liam Grant, su hermanastro.

- Liam, no te preocupes, no lo volveré a hacer, tendré más cuidado para la próxima.

- Más te vale, por cierto, mañana hay una fiesta en el palacio y Christal es demasiado inmadura para ir, ¿quieres ser mi acompañante? Es el cumpleaños del príncipe, a demás viene el joven emperador de Gevil, será el invitado especial.

- Vale, iré contigo, supongo que es bueno hacer nuevos amigos, disculpa, Liam, pero me debo ir, Luna me espera para mis clases y no quiero llegar tarde.

Liam sin que ella lo esperara se acerca y le besa la frente, el gesto la toma por sorpresa, se queda paralizada por unos segundos y cuando vuelve en sí, Liam la miraba. El beso se había sentido muy extraño, le había traído un mal recuerdo a la mente, mueve su cabeza a los lados, como si se tratara de sacudir esas ideas y le sonríe de vuelta al chico.

- Nos vemos después, Liam.

Isabella se da la vuelta y se marcha. Como por instinto sabía dónde quedaban las cosas, su cuerpo seguía caminando hasta que llega a su estudio personal. Abre la puerta y Luna la recibe, ambas hacen una reverencia y se sientan.

- No deberías acostarte tarde estudiando, si quieres hacemos un espacio en el horario para que aprendas los hechizos.

Isabella se sorprende ¿acaso Luna era adivina? la mira con curiosidad y la morena se ríe. Le hace unas cosquillas y le habla.

- Tú no eres la única que guarda secretos.

Le guiña un ojo. Era como si Luna conociera su pasado y algo más, debía descubrir qué sabía su institutriz, pero antes necesitaba conocerla mejor, quizás en el futuro pudiera combatirse en una buena aliada.

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Hola 👋 chic@s:

Imagino que quién ya conoce a Luna sabe qué no es cualquier institutriz y qué clase de secretos guarda 🤫 Para aquellos que no lo saben, un grimorio es un libro de conocimiento mágico; en algunas culturas es conocido por servir de ayuda a las brujas, pues contenían hechizos, y éste que aparece en la imagen lo creé con una IA especialmente para la historia, los hechizos van a aparecer escritos en latín, después sabrán el porqué de ésta elección mía.

Como ven, ya conocimos a la "protagonista" original de la historia de Isabella y a su encantador hermanastro. En el próximo capítulo conoceremos a otros personajes importantes también.

Espero que lo poco que han visto les esté gustando, trataré de actualizar aunque sea una vez al día para no dejarl@s esperando tanto. Sin más, adiós.

Mua Mua 😚❤️

Capítulo 3: Nuevos aprendizajes

La clase con Luna había sido realmente interesante, ese día le enseñaba sobre geografía, Isabella estaba aprendiendo sobre el lugar dónde vivía ahora, cómo era su distribución y qué reinos lo conformaban. Kliomis, el mundo en dónde estaba, tenía varios continentes; el suyo era Gevil, era el continente en donde se encontraban los humanos, los magos, los vampiros, los licántropos, entre otras criaturas. También estaba Nirile, el continente vecino en donde vivían las hadas, los demonios, los ángeles, los elfos y más seres mágicos.

Luna le cuenta que ella venía de ese continente, entonces Isabella se preguntaba qué clase de ser era la chica, no tenía alas, ni cuernos, sus ojos eran normales y no le veía ninguna cola. La morena se percata de la cara curiosa de la niña.

- No te lo diré, en otro momento tú lo descubrirás, así que no te rompas la cabeza pensando.

- Vaya ¿segura que no eres adivina, pareciera que siempre me leyeras la mente?- Luna niega y se ríe.

- Mejor vayamos al patio para que practiques esos hechizos, yo mientras me sentaré a tomar el sol.

Isabella se ríe, su institutriz sí que sabía cómo divertirse. Se levantan y caminan hasta el jardín trasero, la pelirroja hace aparecer el grimorio y Luna le sonríe.

- Parece que ya empiezas a usarlo como se debe. Estaré por allá mientras entrenas.

Isabella dice que sí con la cabeza, Luna se va hasta unos asientos reclinables similares a unas tumbonas y ella se concentra mirando el libro. Busca por dónde se había quedado y comienza a recitar el conjuro.

- Serenum caelum, serenum caelum, fac nomen meum reflexum- pronuncia las palabras y en el cielo se forman varias nubes, después de un rato se podía leer su nombre en él.

- ¡Wow, Isa, eres increíble!- Christal se acerca curiosa y mira arriba- pero ¿cómo aprendiste eso? Ese libro no dice nada.- La albina intenta mirar lo que decía el grimorio, pero le era imposible.

- Es un libro especial, Christal ¿ya terminaste tus lecciones?- la chica la mira y asiente.

- Sí, vine a buscarte, quería jugar contigo.

- Lo siento, pero como vez estoy ocupada. En otro momento será.- Christal hace un puchero y sus ojos se humedecen, patea el suelo y la mira triste.

- Siempre me dices eso, Isa, nunca quieres jugar conmigo.- Luna había visto todo, va hasta donde estaban las chicas y trata de intervenir.

- Señorita Christal, venga por acá, su hermana está ocupada ahora, le voy a mostrar algo que seguro le gusta- Luna mueve su mano y de entre las sombras aparecen varias figuras, parecían personas, pero sus ojos estaban sin expresión.- Juegue con ellos.

La albina salta de alegría y toma de las manos a las muñecas mágicas y se va con ellas olvidando la rabieta que iba a empezar hacía sólo unos segundos. Isabella rueda los ojos, no entendía cómo esa chica había sido una heroína.

Más tarde ese día, después de bañarse, unas doncellas la llaman, era la hora de la cena y el conde había pedido que todos estuvieran presentes. Se pone un lindo vestido azul, una diadema de flores y pendientes dorados, una bonita imagen le responde en su reflejo y sonríe.

Sus hermanastros ya estaban esperando en el salón, Isabella se sienta junto a Liam, que sonríe cuando la ve llegar. Christal se veía entretenida con los cubiertos, Isabella la mira e inclina la cabeza hacia la derecha tratando de descifrar a la albina; Liam se da cuenta y comienza a reír.

- A veces yo también me pregunto qué pasa por su mente, pero igual la quiero.- Isabella deja de mirar a la chica y gira su cabeza quedando frente a frente con la de él. Sus ojos esa noche parecían más oscuros, de un azul intenso.

- Sí, espero que con el tiempo madure un poco.- Liam sólo la mira, poniendo un poco incomoda a Isabella.

- Necesito un favor tuyo para mañana, como llegué hace poco de la academia, no he tenido tiempo a comprarle un presente al príncipe, ¿crees que puedas comprarle algo por mí?

- Sí, no hay problema, así aprovecho y veo si encuentro algo para mí.

- Perfecto- Liam le sonríe cálidamente- puedes buscarle una espada o una daga, cualquier arma puede funcionar, al príncipe le gusta combatir y entrena mucho.

La chica asiente y le sonríe de vuelta, el chico tenía algo que la hacía relajarse. Los dos voltean sus miradas a la puerta cuando entra el conde Richard y su madre. El conde era un hombre alto y apuesto, lo que más resaltaba de su apariencia eran sus ojos azules y su cabello gris, Christal era una copia de su padre, la diferencia era que el hombre desprendía seguridad y elegancia.

Los tres se levantan y le hacen una reverencia, Christal es la última en hacerlo, no se había percatado de la presencia de los condes, era como si la chica viviera en su propio mundo, a Isabella le daba un poco de gracia. El conde se sienta en la cabecera de la mesa y la condesa a su lado.

- Isabella, me alegra verte bien, tú madre estuvo muy preocupada, tanto que vinimos al momento- Richard le habla de forma fría y distante- aunque tú profesor de equitación me comentó que fue por tú propia imprudencia.- Isabella mantiene su cabeza en alto, se imaginaba que la regañaría y acepta el sermón.

- Disculpe, conde, no volverá a pasar, fue un comportamiento inmaduro de mi parte.

- Está bien, mi niña. Querido, no seas duro con ella, Isa a partir de ahora escucha bien lo que tú maestro te diga- Isabella asiente y aprovecha para pedirle algo a los condes.

- Si me permiten, quisiera comenzar a entrenar también en combate, nunca se sabe cuándo pueda ser necesario.- Los condes la miran extrañados.

- Isa ¿qué hablas, cómo que pelear? Somos damas nobles, una cosa es aprender un poco de magia, pero combate...- Christal la mira interrogante.

- ¿Quieres aprender a pelear? Eso no lo esperaba, pero lo apruebo, siempre y cuando no dejes de lado tus estudios principales.

- Gracias, conde, me esforzaré el doble.

- Pero papá, no puedes, ahora Isa querrá jugar menos conmigo.

- Christal, aprende un poco de Isabella, no todo es jugar.- La regaña y la chica baja la cabeza y comienza a llorar.- Si no sabes comportarte en la mesa, no dejaré que nos acompañes más hasta que tus modales mejoren.

La chica trata de aguantar sus lágrimas, Katherine la consuela, aunque sabía que a veces Christal se comportaba como una bebé pequeña, pero no quería que se sintiera triste. Isabella y Liam se miran de forma cómplice, era como si estuvieran pensando lo mismo, los dos niegan con sus cabezas y continúan comiendo.

Después de un rato la albina se calma y el resto de la noche pasa tranquilo, Liam les cuenta sobre su vida en la academia y les pide permiso a los condes para que Isabella fuera con él al cumpleaños del príncipe, Christal iba a decir algo, pero el conde le dedica una miraba amenazante y la chica se mantiene callada, después acepta que Isabella acompañara a Liam y alega que ambos eran perfectos para representar a los Grant.

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Hola 👋 chic@s:

Díganme ¿qué tal el conde, aunque la condesa también es muy bonita? Lo sé, Christal es medio tonta, puede que sea una niña aún, pero ya debería tener un poco de responsabilidad, ella e Isabella tienen la misma edad, independientemente de que ésta Isabella sea una adulta en el cuerpo de una niña, hay cosas de las que uno con trece años ya se conoce.

En éste capítulo también quise que aprendieran un poco de la historia, por así llamarlo, de éste mundo que he creado.

Espero les esté gustando todo. Voy a subir dos capítulos juntos, así que pueden que no pasen un fin de semana aburrido 😉

Mua mua 😚❤️

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