El reino de Greenwich, era un reino de gran extensión y muchas riquezas naturales. Su gente no poseía magia, pero eran excelentes guerreros, tanto hombres como mujeres. Eran entrenados desde niños para formar parte del ejército de cada territorio, y los que tenían suerte y pasaban las pruebas, se les daba la oportunidad de formar parte del ejército real.
En ese reino, reinaba el Rey Cillian. Quien era manipulado por la corte real, permitiendo que casi la mitad de los nobles y ministros realizarán o tuvieran negocios turbios, ilegales, y que eran manejados bajo la nariz y aprobación del Rey.
Los que más sufrían con esto eran los plebeyos. La poca comida era desviada de las zonas necesitadas hacia las zonas pudientes. Los más débiles, mujeres y niños, eran secuestrados para venderlos como esclavos de diferente índole. Así como había extracción y contrabando de los minerales del Reino. Afectando a su gente en más de un sentido.
Ya habían sucedido dos rebeliones pero no lograban quitarle la corona al actual Rey, ya que tenía el apoyo de nobles importantes, como el Archiduque Ríos de la zona fronteriza al sur del Reino.
La familia real comprendía además del Rey, de dos princesas, ambas hijas del actual Rey. La primera princesa Artemis, la hija mayor de su majestad, y a la que declaró como Princesa heredera, y la segunda Princesa Ana, ambas hijas de la Concubina favorita del Rey. Ya que la emperatriz era infertil y murió sin poder dejarle un heredero. El Rey intento tener hijos varones con sus otras concubinas, pero desgraciadamente, los varones nacian muertos o las concubinas perdían los embarazos en el segundo trimestre.
Por esta razón, el Rey nombró como su heredera a la primera Princesa Artemis, con la intención de que está al casarse con alguien del agrado del rey, poder coronar al esposo como Rey de Greenwich. Entregando el poder a un hombre de su confianza.
Esto no le gustaba para nada a la Princesa Artemis. Quien estuvo en desacuerdo con la forma de reinar de su padre desde que tenía uso de razón y quería poder hacer algo por su Reino. Por lo que, desde pequeña manifestó su deseo de pertenecer al ejército real y llegar a un puesto importante.
A medida que creció lo logró. Era conocida como una Generala sanguinaria en el campo de batalla. Aunque otros veían a una delicada flor en ella, debido a su piel canela, su cabello rojizo, y ojos rojos característica principal de la familia real, tanto su padre como su hermana tenían ese color de ojos. Teniendo una estatura promedio. La Generala no dudaba en usar cualquier desventaja de su enemigo para someterlo. Sus soldados le temian y respetaban. Siendo una soldado que actuaba, y luego preguntaba.
Desde hace años tanto ella como su hermana, sabían lo que sufría la gente del Reino. Así que ambas hermanas habían decidido hacer algo para ayudar al pueblo.
Cuando Artemis supo que lo de ser Princesa Heredera solo era una fachada para entregarle la corona al máximo aliado del Rey, intento renunciar pero su padre no lo permitió.
Así pasaron varios años, al frente del ejército, realizando misiones en beneficio de la corona, y ayudando al pueblo en lo que podía. Su hermana logro hacerse un nombre en cuanto a los números. Ya que llevaba junto a su madre, los libros y tareas que debía realizar la emperatriz, ya ausente del palacio para ese momento.
Cuando su madre supo que el Rey había comprometido a su hija mayor y heredera con el Archiduque Ríos, tomó la decisión de llevarse a su hija menor al campo, lejos del Rey. Y converso con Artemis pidiéndole perdón por no ayudarla.
- Yo puedo defenderme, madre. Cuida a mi hermanita Ana. Cuando sea el momento, les aviso y nos reuniremos de nuevo. - le dijo Artemis a su madre.
Está asintió y se llevó a Ana, a su mansión en el campo. Allí, Ana de 16 años, comenzó a llevar los libros y negocios de la mansión de su madre. Y a compartir la responsabilidad que derivaban del manejo de la mansión con su madre.
Al pasar el tiempo, Artemis se hizo un nombre como Generala del ejército real, y recibió la lealtad de los oficiales y soldados, así como de algunos nobles con influencia en la corte. Cuál fue su sorpresa cuando le propusieron un plan dónde sacarían al actual Rey y colocarían a alguien que hiciera las cosas bien, y le propusieron subirla al trono sin condiciones. Solo debía trabajar en conjunto con ellos para arreglar las fallas del Reino y darle beneficios a los plebeyos, y por supuesto a ellos. Debían destronar al Rey pero evitando una guerra entre su gente que no llevaría a nada, pero para eso necesitaban aliados.
Y llegamos a la misión que nos atañe.
Sabiendo que su compromiso con el Archiduque Ríos sería anunciado en los próximos días, tomó la decisión de tomar la misión que le encomendó su mismo padre, el Rey, de viajar al Reino Rubí a firmar un tratado de paz con ese reino, y así usar la misión para matar dos pájaros de un tiro, destronar al Rey Cillian y al mismo tiempo evitar su compromiso con el Archiduque Ríos.
Ella lo vio como una oportunidad para buscar ayuda y solucionar su problema. Su plan era convencer al príncipe del Reino Rubí de casarse con ella a cambio del tratado de paz, y de esa manera ganar un aliento en su plan de tomar el trono. Se lamento mucho cuando se enteró que él principe estaba casado y su esposa, la princesa Cassandra, esperaba un bebé. Sobretodo porque se notaba a leguas que el Principe estaba muy enamorado de ella, y le era fiel.
"Yo quiero un hombre así de enamorado y fiel para mí", pensó en su momento la Princesa Artemis.
Pero luego observo al General de ejército real del Reino Rubí. Era un joven plebeyo, por lo que pudo investigar, que había logrado ganarse a pulso el título de General del ejército real. Ella interactuo brevemente con él, y le gusto su forma de ser.
Así que su plan cambio al B, perdería su pureza con quién ella escogiera, y también ganaría un aliado en el proceso, y escogió a Sir Gabriel. Ahora sería cosa de convencerlo en ayudarla en su plan de tomar el trono de su padre.
**********
El General actual del ejército del Reino Rubí, Sir Gabriel, era amigo de la infancia del Príncipe heredero del Reino. Era una joven de cabellos claros, piel palida y ojos azúl cielo. Aunque era parte de la plebe, se descubrió que es portador de magia de agua. Cuando su magia se activaba, sus ojos cambiaban a un azul intenso y opaco como oceanos profundos e interminables.
Se ganó su puesto por mérito propio. Era un excelente líder, temido y respetuoso de su enemigo. Primero investigaba a su enemigo para poner saber sus puntos vulnerables, y luego vencerlos. Sus estrategias ayudaron a su ejército a ganar las batallas, por lo que era considerado un excelente estratega militar.
Se sorprendió cuando el Príncipe heredero Brahim le pidió ser el lider de la escolta de la comisión de nobles y sabios que irían al reino de Greenwich a fortalecer el tratado de paz entre ambos reinos. Él estuvo presente cuando el Principe y la Generala del Reino contrario negociaban para firmar el tratado, colocando algunas condiciones para el mismo.
Posterior a eso se enteró por el Príncipe que la Princesa Artemis buscaba ayuda para no casarse por obligación en su reino, aunque Brahim había comenzado a investigar y aunque parecía que era un reino próspero, su gente no vivía en buenas condiciones. Así que era necesario ir personalmente e investigar que sucedia en realidad en ese reino y cuales eran los planes reales de la Generala, aprovechando que dejarían entrar a los nobles de su reino.
Así que el principe le pidió a su General ir a investigar, y tener cuidado con la Generala, ya que fue muy atrevida en su comportamiento hacia el Principe. Sir Gabriel estuvo de acuerdo en unirse, y luego de dejar su asuntos arreglados, ya que estaría largo tiempo alejado del Reino Rubí, emprendió la marcha con su escuadrón y la comisión de nobles.
El General recordaba haber visto a la Generala del Reino Greenwich. Era una mujer realmente hermosa. Con curvas en los lugares adecuados. Se sorprendió al verla vestida con uniforme, un pantalón oscuro ceñido, y un blusa oscura también ceñida a su cuerpo. Así como una armadura similar a la de los soldados, pero adaptada a su cuerpo. Le sorprendió mucho la forma extrovertida de actuar de la Princesa, y como los oficiales y soldados de su ejército le obedecían con respeto pero también le temian. Esto lo escucho y pudo observarlo en su interacción con ellos.
Así que ya de camino junto a la comisión de nobles y sabios, y junto a su escuadrón, se acercaban a caballo a la frontera del Reino para encontrarse con la Generala y su gente, y escoltarlos a su reino.
El General Gabriel nunca imagino la aventura que iniciaba en ese momento.
**********
El General del Reino Rubí, Sir Gabriel, se puso en camino a la frontera, donde lo esperaba la Generala del ejército del Reino Greenwich, la Princesa heredera Artemis.
Gabriel se había dado cuenta de que fue ella quien pidió que él estuviera presente en la comisión que iría a ese reino, a fortalecer los lazos entré ambos reinos y ayudar a mejorar la estabilidad interna del Reino.
Gabriel y su escuadrón de aproximadamente mil soldados, irían a ese reino, escoltando a los nobles y sabios que conformaban la comisión de paz, y a la Princesa Artemis y su gente, los cuales eran alrededor de quinientas personas, entre guardias, escoltas, y doncellas que la acompañaban a ella.
- Que bueno que ya llegó, Sir Gabriel - exclamó con una sonrisa ladina, la joven princesa. - me estaba aburriendo mucho aquí - señaló. La joven había estado entrenando con la espada con uno de sus subordinados, y ya lo había lastimado dos veces, rasguñando su brazo con la empuñadura de su espada. Todos alrededor veían la contienda y rezaban, aguantando la respiración. Y el pobre escolta, estaba intentando defenderse para no salir más lastimado, y no lastimar a la Princesa.
A la Princesa no le gustaba esperar. Odiaba que la dejaran esperando por largo tiempo. Y eso la podía irritable contra su misma gente.
Cuando escucharon caballos acercarse, y uno de sus guardias anuncio la llegada del General del Reino Rubí, vieron como la Generala se detenía y observaba la llegada de Sir Gabriel y su gente, con una sonrisa. Envaino su espada y dijo,
- Llevenlo con el médico - ordenó la Princesa.
- Cómo ordene, Alteza. - respondió uno de los escoltas, sacándo al guardia que entrenaba con ella de allí. Mientras el resto reiniciaba sus actividades, y daban las gracias al cielo por la llegada del General, y que no llego a mayores, como el día anterior, la lucha con la espada. El día anterior había dejado a un soldado sangrado y si no es por el sanador mágico del bando contrario (que había quedado allí con un contingente de soldados por seguridad) que regeneró la piel de la herida, curandola, se hubiera desangrado el pobre hombre. Todo porque la Generala estaba aburrida e irritada de esperar.
Al llegar al sitio, sir Gabriel bajo del caballo junto al resto e hicieron una reverencia.
- Disculpe la tardanza, Alteza, debía dejar todo en orden, al igual que los nobles que integran la comisión para que pudiéramos realizar el largo viaje a su reino. - explico Gabriel, algo incómodo por la forma en que la Princesa lo miraba.
- Entonces, salimos ya? Supongo? - pregunto la joven sonriendo.
- Descansemos hoy. Y mañana saldremos a primera hora del día, su Alteza. Le parece? - le solicito Gabriel a la Princesa.
Artemis lo observo con malicia. "Que guapo es, te conquistare, querido" pensó con una sonrisa ladina. Se divertiría durante el viaje.
- Está bien. Mañana partiremos. - dijo ella con una sonrisa, que a Gabriel no le gustó. Al parecer, la princesa tenía un plan alterno. Esperaba no fuera lo que estaba pensando.
Ya Artemis y su gente, tenían tiendas armadas donde dormían. Así que le correspondía a Sir Gabriel y su gente armar las de ellos.
Mientras, Gabriel observaba como sus hombres armaban las tiendas y supervisaba todo, Artemis se acercó por la espalda a él, y le susurro en el oído.
- Si quiere podemos compartir mi tienda, General. Tengo suficiente espacio. - y se alejó un poco observandolo con una sonrisa pícara, mientras él giraba y la miraba serio.
"Sera un viaje muy largo" pensó con un suspiro. Le costaría mantener a raya a la Princesa. Sobre todo porque a él, le gustaba la joven demasiado.
**********
Esa noche, todos en sus tiendas dormían, a excepción del turno de vigilancia, tanto de los guardias del Reino Rubí como del Reino Greenwich, en total veinte hombres en puntos estratégicos, vigilaban el perímetro.
Sir Gabriel decidió descansar para tomar el siguiente turno a media noche. Cuál es su sorpresa cuando fue despertado por la traviesa princesa.
Está estaba encima de él, besando su pecho desnudo y acariciando su abdomen y más abajo. Él enseguida reaccionó y se volteo dejando a la joven debajo de él, colocando una daga en su cuello, mientras la miraba furioso.
- No sabía que eras de esos a los que les gusta con agresividad. - le susurró la joven sosteniendo la mirada de Gabriel.
Gabriel la observo. Respiraba de manera agitada. Llevaba poca ropa, apenas una bata semitransparente que no cubría nada. Y como estaba sobre ella y entre sus piernas sintió su humedad en la piel. El General alzó una ceja, mirándola.
- Princesa, creo que el tiempo lejos de su reino le está afectando. Es mejor que regrese a su tienda y olvidemos esto. - dijo el joven General en voz baja, retirando su daga, y apartándose de sobre la joven.
Se sentó al lado de ella, y trato de calmarse. En verdad, cuando se desperto estaba agitado porque estaba teniendo un sueño húmedo, y el toque de la princesa lo excitó. "Gracias a Dios no había ido más abajo" pensó. No quería un incidente entre los reinos por culpa de él y aún estaban en la zona fronteriza del Reino Rubí.
Artemis se quedó un momento acostada observando a Sir Gabriel, que intentaba calmarse. Ella sonrió, dándose cuenta que no le era indiferente.
- Gabriel...- susurro ella, llamándolo por su nombre por primera vez.
Él se sorprendió y volteo a mirarla acostada a su lado. Era cierto. La bata era semitransparente, su cuerpo prácticamente estaba desnudo ante él. Tenía busto mediano, que tal vez podría tomar cada uno abarcandolo con sus manos, su cintura pequeña, y sus caderas anchas, veía su cuerpo definido por el ejercicio continúo. Gabriel contuvo la respiración, tomó una capa que estaba a su lado pero sin apartar la vista del hermoso cuerpo de la la joven y cubrió a la Princesa con ella.
- Regrese a su tienda, Alteza. Por favor. - Casi suplico Gabriel en voz baja.
Artemis dejo de sonreír y suspiro. Le costaría un poco más de lo que pensó conquistarlo. Sin decir nada, se levantó devolviéndole la capa a Gabriel, y en la entrada de la tienda tomó la capa con que había llegado, se la puso y salió.
Gabriel soltó la respiración contenida. Nunca creyó que una princesa se le insinuaria así. Era una mujer extremadamente hermosa. De piel canela, muy suave, con su hermoso cabello rojizo brillante y en ondas, y en ese momento le caía suelto por su espalda, y sus ojos color rubí, característico de la familia real en greenwich. Y su actitud extrovertida, le estaba gustando mucho. Tal vez demasiado. Tocó su parte inferior. Lamentablemente tendría que hacerse cargo de ese problema que le había dejado la Princesa.
Al salir de la tienda, miro a su alrededor tratando de ver a sus guardias de ese turno. "bonita vigilancia, que dejaron pasar a la Princesa a mi tienda" pensó irritado. Ya los castigaría. Se metió entre los arbustos a hacer lo suyo.
Mientras tanto, la Princesa en su tienda conversaba en voz baja con su doncella.
- No entiendo. Me saco de su tienda. Nunca me había pasado eso. Que un hombre no aceptara mis avances. - explico dolida la princesa a su doncella, Karina. Ambas estaban acostadas. La joven doncella ni se había dado cuenta que su señorita había salido de la tienda, hasta que regreso, asustandola.
- Su Alteza, debe entender que el General no es un noble interesado como los que usted conoce. Es alguien que lucha en batalla. Cómo usted. Respeta a su enemigo y no se aprovecha de él. Tal vez la vio frágil y por eso no hizo nada. Si en verdad quiere conquistarlo, utilice otros métodos. - le sugirió la doncella en voz baja, bostezando.
La princesa lo pensó un momento. Si, era buena idea. Tal vez una lucha amistosa, solo de entrenamiento. Lo pensaría.
- Gracias, Karina. Descansa. - susurró la princesa, mientras cerraba los ojos y pensaba en Gabriel. Su cuerpo fuerte y definido. Era una belleza de hombre, con su cabello claro, su tez pálida, y sus ojos azules. Ese abdomen de cuadritos. Se mordió el labio inferior. Lo deseaba, pensó apretando sus piernas inquieta.
Intento pensar en otra cosa para distraerse, y después de un rato se quedó dormida.
**********
Al día siguiente partieron muy temprano hacia Greenwich.
La Princesa Artemis iba delante a caballo. Su doncella iba en el carruaje que llevaban por si acaso la Princesa quería descansar en el camino. También llevaban carretas donde iban algunas provisiones para el viaje.
Luego de un rato Sir Gabriel se unió a ella al frente del grupo.
- ¿Cómo se siente, Alteza? - pregunto cortés Sir Gabriel.
Artemis lo miro. "Que guapo" pensó mordiendose el labio inferior sin poder evitarlo. Gesto que no pasó desapercibido para Gabriel, que se agitó al verla. No sabía porque lo afectaba tanto la Princesa.
- Bien. Gracias por preguntar. - respondió con una sonrisa traviesa la princesa.
Gabriel la miro recordando la noche anterior.
- Sobre anoche... - comenzó a decir Gabriel pero Artemis no lo dejo terminar.
- No sucedió nada. No sé preocupe. No mencionemos eso de nuevo. - expresó la Princesa poniéndose sería, para luego presionar a su caballo a galope para que se adelantará, dejando atrás a Gabriel.
El general se quedó sorprendido por la repentina seriedad de la Princesa al recordarle lo ocurrido el día anterior. Pero no le dió importancia, y no pensó más en eso.
Ese día casi en la noche, llegaron al primer punto para acampar. Lamentablemente, aún estaban lejos de algún pueblo fronterizo con su país vecino, el cual debían atravesar para llegar al Reino de Greenwich.
Luego de colocar las tiendas, algunos soldados se dispusieron a cocinar. Mientras la joven princesa y su doncella, Karina, estaban sentadas aisladas del grupo solo observando. La Generala, ya había supervisado a sus soldados en turno de vigilancia, y ahora se tomaba un descanso.
Los guardias de un lado y de otro, mantenían vigilancia en el perímetro.
De pronto, Artemis observo que varios guardias se organizaban para practicar un poco la espada. Vio la primera práctica y sonrió, levantadose.
- ¿Qué hará, Alteza? - pregunto Karina alarmada al verla caminar en dirección a los guardias. No es que no la haya visto luchar antes, pero aún así se inquietaba.
- Tranquila, Karina. Ya verás. - dijo sonriendo.
La Princesa hablo con los soldados y como eran del Reino rubí la dejaron participar por respeto. Mientras los soldados contrarios sonreían porque no sabían con quién se habían metido. Y comenzó la primera batalla de entrenamiento.
**********
El General Gabriel supervisaba el perímetro y que todo estuviera bien. Y aparte de eso hablaba con su hombre de confianza, Sir Carlos, para que cuando él se fuera a descansar, estuviera pendiente de que nada, absolutamente nadie, entrará a su tienda a importunarlo.
- ¿A quién le tienes miedo, amigo? - Pregunto Carlos, su segundo al mando, con la confianza que le daba ser su amigo desde la infancia.
- A nadie. Solo asegúrate que nadie, ni siquiera la Princesa entre a mi tienda. ¿Entendido? - Carlos sonrió pero asintió. Conocía a Gabriel y le haría la vida imposible si no obedecía sus órdenes. A los pobres guardias de la noche anterior, los tenía de un lado a otro y no los había dejado dormir para nada. Pero aún Gabriel no le decía que había sucedido la noche anterior para que esté así. Aunque con su afirmación de hace un momento se lo suponía.
- Así que le tienes miedo a la Princesa. - Carlos afirmó más que preguntar.
- No digas tonterías. Y ya, vamos a cenar. - cuándo iban de regreso, escucharon un alboroto y se apresuraron. Cual fue su sorpresa al ver a la Princesa teniendo un combate de espada con uno de sus soldados. Y había uno herido que sus compañeros lo estaban atendiendo. Mientras ambos bandos vitoreaban a uno y a otro.
Gabriel se quedó sorprendido, pero no se movió. Y Carlos a su lado, vio la reacción de su amigo y pensó, "En verdad le gusta la princesa ".
- ¿Qué hago general? - pregunto Carlos con una sonrisa, mientras veía de uno a otro.
Luego de pensarlo, respondió
- No hagas nada. Veamos que pasa. Y estemos atentos. - explico haciendo una seña para que sacarán al hombre herido en el brazo, y lo llevarán con el sanador.
Y se quedaron observando el combate. Hasta que la Princesa desarmo a su contrincante hiriendolo en el brazo. En ese momento, Gabriel le ordenó a Carlos que interviniera.
- Ya terminó el entrenamiento. Todos a descansar que mañana temprano saldremos. Vamos a sus tiendas y a sus puestos de vigilancia. - ordenó en voz alta Carlos mientras caminaba hacia ellos.
Gabriel se quedó en su sitio observando a Artemis, como sonreía, mientras respiraba agitada y se limpiaba el sudor de su hermoso rostro con una mano, mientras la otra sostenía su espada. Ella se dió cuenta que Gabriel la miraba, y camino hacia él mientras sacudía un poco su espada y la envainaba.
- Espero no se haya molestado porque estoy entrenando con sus hombres, General - exclamó Artemis con una sonrisa ladina.
Gabriel la miro, al estar cerca, podía ver el sudor correr por su pecho y adentro del escote del uniforme que llevaba. Eso hizo que tuviera de regreso un problema más abajo.
- Para nada. Es bueno que entrenen por si hay una batalla más adelante. - explico él con voz pausada y sería.
Ella lo miró.
- Que bueno. - y siguió caminando hacia el bosque. Él se extraño y le dijo,
- ¿Adónde cree que va, Alteza?. - y caminó hacia ella.
- Al arroyo a asearme un poco. Estoy algo sudada. - explico ella en voz alta sin voltearse, y sin importarle, si alguien más la escuchaba. Los soldados a su mando estaban acostumbrados. Los soldados del bando contrario que escucharon, se sorprendieron que fuera sola.
Afortunadamente, cerca había un pequeño arroyo, que era de dónde estaban trayendo agua para beber y cocinar. Y los soldados habían ido por turnos a asearse.
- No puede ir sola. - dijo sorprendido Gabriel.
- Puedo defenderme, General. No se preocupe. - dijo sería Artemis. Y entonces se detuvo y se volteó hacia él. - Si quiere acompañarme para cuidarme, es bienvenido Sir Gabriel. - le manifestó con una sonrisa traviesa.
A Gabriel se le seco la boca, y se sonrojo. "Que descarada" pensó.
Pero igual cuando la vio perderse en el bosque, se apresuró a alcanzarla. No la dejaría sola en el bosque, en la oscuridad, aún cuando supiera defenderse.
**********
Gabriel estaba a una distancia prudencial de Artemis. Mientras está se estaba quitando la armadura y la ropa que llevaba. Y poco a poco mojaba su cuerpo y lo limpiaba lo mejor posible.
Cuando terminó se colocó solo su ropa, que consistía en una camisa sencilla y una pantalón cenido.
Y al girar para comenzar a caminar, se dió cuenta que Gabriel la observaba. La camisa se pegaba a su torso debido a la humedad de su piel. Ella sonrió. Y siguió caminando como si nada.
- Vamos, General? - le pregunto cuando paso a su lado y él quedó estático.
Gabriel no dijo nada, solo se límito a seguirla. Sin embargo, cuando faltaban unos pasos para salir del bosque, él la tomó del brazo y jalandola hacia si, la acorraló contra el tronco de un árbol.
Se miraron por un momento, y entonces Gabriel sin poder contenerse más, la besó con furia, estrechandola contra su cuerpo, mientras acariciaba su espalda y caderas, como si fuera necesario para mantenerse con vida.
Artemis primero se sorprendió de su reacción, y de la furia con que besaba sus labios y acariciaba su cuerpo. Pero luego le correspondió, dejando invadir su boca con la lengua ajena. Y acariciando su espalda y enredando su dedos en sus cabellos. Cuando las acciones de Gabriel iban a llegar más allá, algo lo alerto dentro de él de alejarse o se metería en problemas. Se detuvo de golpe y solo la mantuvo abrazada a su cuerpo, mientras intentaba calmarse. Y ella lo abrazaba con fuerza, mientras no entendía cómo y porque se había detenido.
Él se alejó dandole la espalda.
- ¿Qué sucede? - le pregunto consternada ella con la voz entrecortada, tratando de calmarse para entender porque él se alejaba.
Con un suspiro y soltándo el aire lentamente, Gabriel dijo,
- Siento mi comportamiento, Alteza. No volverá a suceder. Me mantendré alejado de usted. Que descanse. - Y sin voltear a verla, se alejó saliendo rápidamente del bosque dejando a la princesa apoyada en el tronco del árbol desconcertada y deseando más de ese hombre. Una lágrima corrió por su mejilla. Nunca la habían rechazado de esta manera.
Respiro profundo. Y luego salió rápidamente del bosque y directo a su tienda sin siquiera cenar.
Sus escoltas la vieron, toda sonrojada y con el rostro triste y cabizbajo , y se preguntaron que había pasado. Ya que nunca habían visto a su Generala de esa manera. Ella era una mujer fuerte y capaz de derrotar a un ejército entero ella sola, si era necesario. Era la primera vez que la veían tan vulnerable.
Carlos que estaba cerca, había observado a su amigo, Gabriel, salir de casi el mismo sitio de donde había salido la sonrojada Princesa. "¿Que habría pasado allí?" pensó.
**********
Pasaron los días, y Gabriel cumplió su promesa. Se mantuvo alejado de la Princesa Artemis. E hizo que Carlos vigilará su tienda, para que él pudiera dormir un rato en las noches. No sabía de lo que sería capaz si se quedaba a solas con la princesa. La deseaba tanto o más que la primera vez que la vio.
Por su parte, Artemis intentaba seguir con su actividades normales e intentaba acercarse a Gabriel. Por lo menos para conversar pero él siempre huía de ella, la ignoraba, lo que hizo que la joven se sintiera triste, cambiando drásticamente su forma de ser, inclusive trato de tener un combate con espada con él, para por lo menos acercarse a él de esa manera. Pero él se negó, diciendo que no causaría un incidente con su reino si la lastimaba.
Esto conllevo a que la princesa comenzará a molestarle todo lo que hacían sus subalternos. Y comenzó a darle más trabajo del que ya tenían los soldados, comenzó a querer ir un poquito más allá de donde debían acampar, y a sabotearle el trabajo de vigilancia que estaba haciendo Gabriel con su escuadrón, dando órdenes contradictorias, hasta que el General se harto, y tuvo que hablar con la princesa.
Gabriel escuchaba quejas, tanto del bando de la princesa como de su bando, acerca de la actitud agresiva e irritable que tenía la princesa para con todos, hasta su doncella había pagado su mal humor.
Ya había pasado un mes de viaje y aún faltaban algunas semanas más para llegar al reino de Greenwich. Y Gabriel no estaba dispuesto a seguir tolerando la actitud de la princesa hacia su subalternos. Claro que reconocía que él había tenido la culpa en parte pero ella no tenía por qué desquitarse con nadie así que decidió hablar con ella.
Ese día acamparon en la tarde contradiciendo lo que quería la princesa, que era seguir avanzando hasta el anochecer. Y tomó el segundo turno a medianoche como acostumbraba, intentó descansar pero le era difícil porque sabía lo que tenía que hacer. Ya había hablado con Carlos para que tomará el turno que supuestamente él haría, y él iría directo a la tienda de la princesa a conversar con ella.
Pero nunca se imaginó que esa conversación iba a terminar de una manera diferente.
**********
Gabriel entro sigiloso en la tienda evadiendo a los escoltas de la Princesa, que estaban en la entrada.
Vio a la doncella, Karina, a un lado, y a la princesa del otro lado de la tienda, ambas dormidas.
Se acercó con cuidado a la doncella y le tapó la boca para que no gritara. Esta se despertó, sorprendida, y no pudo gritar, pero al reconocerlo se quedó tranquila. Él le hizo señas que saliera de la tienda y lo dejará solo con la princesa. La joven asintió y se retiró sigilosa de la tienda. Lo hizo porque sabía que su señorita se había enamorado del joven general, y tal vez pudieran arreglar las cosas en ese momento. Y así cambiará su actitud con la gente a su alrededor, inclusive con ella.
Gabriel al quedarse solo, se acercó a dónde estaba acostada durmiendo la Princesa. Y por un momento se olvidó a que había ido allí. Se sentó a su lado, y con sumo cuidado, apartó un mechón de cabello de su rostro. El contraste del color rojizo de su cabello con el color canela de su piel, lo atraía demasiado. Acaricio suavemente la piel de su rostro.
Y de repente ella se comenzó a mover, y respiro profundo, abriendo los ojos poco a poco. Y encontrándose con la mirada de Gabriel. Se quedaron unos instantes mirándose el uno al otro. Hasta que fue Artemis quien halo hacia si a Gabriel, abrazándolo por el cuello y tumbandolo sobre ella.
Artemis lo besó apasionadamente, sin darle oportunidad a nada. Gabriel se sorprendió primero y luego correspondió, acomodándose sobre ella. Ella hizo que ambos girarán para quedar ella encima de él, incorporándose un poco para quitarse la fina bata que llevaba puesta.
- Princesa... - trato de detenerla Gabriel. Ella le coloco un dedo sobre los labios. Mientras Gabriel miraba su busto perfecto ante sus ojos.
- No me rechaces de nuevo. No lo soportaría. Por favor...- le suplico ella acercando su rostro para darle un beso.
Y fue entonces que él reaccionó, entendiendo que ya no podía apartarse de ella. La abrazó, volviendo a girar para quedar encima de ella y besarla con pasión. Ella correspondió.
Esa noche ambos se entregaron en cuerpo y alma. Y contrario a lo que él pensó inicialmente de la Princesa, por lo descarada y atrevida que ella era con él, Artemis le había entregado su primera vez. Eso inicialmente lo lleno de culpa. Pero ella le dijo que no lo hiciera. Que ella se había entregado voluntariamente. Porque se había enamorado de él desde un principio.
Pasaron toda la noche, entregándose el uno al otro. Y amanecieron juntos, abrazados.
El primero en despertar fue él.
Se quedó mirando el rostro perfecto de su princesa. Si, era suya. Y de nadie más, pensó Gabriel. No sabía cómo lo haría, pero la haría su esposa, y tendría muchos hijos con ella, por lo menos cinco.
Artemis comenzó a despertar, estirándose, rozando con su cuerpo el cuerpo ajeno, que reaccionó a ella y la abrazo. Ella sonrió y se acurrucó en su pecho.
- ¿Cómo estás, mi general? - pregunto con los ojos cerrados pero acariciando su pecho.
El acarició su espalda y hasta abajo a su cadera levantando su pierna y colocándola sobre la cadera propia. Ella jadeó al sentirlo entrar.
- Muy bien - respondió Gabriel en un susurro mientras besaba su cuello y volvía a llevarla a las estrellas.
**********
Luego, de ese día procuraron que nadie se diera cuenta de sus encuentros.
Gabriel siguió tomando el turno de media noche, pero quien lo cumplía era su segundo al mando y mejor amigo, Carlos.
- Me debes muchas, amigo. - advirtió Carlos gruñón.
- Y te las pagaré con creces, amigo. De verdad. Gracias - aseguro Gabriel sonriendo.
Habían tenido que avisar en el reino de tránsito que ellos iban cruzando, y su destino era el reino vecino de Greenwich. Para que supieran que un escuadrón del Reino rubí, estaba en tránsito por la zona, acompañando a la Princesa heredera de ese Reino a llegar segura a su destino.
A medida que se acercaban a la frontera, tanto la Princesa Artemis como Sir Gabriel, se ponían ansiosos.
Artemis le había contado a Gabriel que su padre quería casarla con un archiduque que era un pilar fundamental en el Reino. Sin su apoyo, perderían el apoyo de más de la mitad de los nobles. Y eso podría provocar una rebelión. Ella no quería casarse. Nunca se imagino casada o teniendo una pareja, hasta que llegó Gabriel a su vida.
Ella siempre se había imaginado, como una importante comandante del ejército real. Y había logrado su sueño, hasta ahora que su padre insistía en el matrimonio con él Archiduque Ríos.
Artemis inclusive le había dicho a su padre, que era mejor que lo casará con su hermana, un año menor que ella. Ahora Ana tenía 19 años. Ella si aceptaría a un hombre mayor como el Archiduque. Hasta la había escuchado decir, hace mucho tiempo, que el hombre se veía interesante. Pero su padre está obstinado en su decisión que es con su hija mayor y heredera.
Hasta había pensado, si era que su padre quería que el Archiduque fuera quien lo sucediera en vez de ella, y por eso su insistencia en querer casarla con ese hombre.
Según lo que había investigado, podría ser cierto. Pero su padre era muy capaz de hacer algo así, ya que no había tenido hijos con su emperatriz, que era infértil, había muerto hace unos años. Y las dos hijas que tenía eran de su concubina favorita, Lady Raquel. La mayor y declarada heredera, la primera Princesa Artemis, y la segunda Princesa de nombre Ana, que vivía en el campo junto a su madre, que busco alejarla de su padre.
Gabriel al saber todo esto no dejaría que lastimarán a la Princesa. La joven se estaba ganado su corazón. Había vuelto a ser una joven extrovertida, traviesa y descarada pero jovial con todos, luego de arreglar sus "diferencias" con Gabriel.
Y ese mes fue el más feliz en la vida de ambos.
Hasta que llegaron al Reino Greenwich, y el ejército apostado en la frontera los recibió.
- Bienvenida, Su Alteza la primera Princesa y General de ejército real, Princesa Artemis. - dijeron el grupo de hombres a una sola voz. Sorprendiendo al escuadrón del Reino rubí.
El capitán de ese escuadrón se acercó a la Princesa.
- Su Alteza, el rey pidió que la llevemos urgente al palacio. Es un asunto de interés para usted. - informo el capitán de ese escuadrón.
- ¿Sabían que veníamos? - pregunto Artemis extrañada.
- No, mi Generala. Tenemos tres semanas esperando aquí en la frontera su llegada. - informo el capitán haciendo una reverencia.
Artemis se sorprendió por eso. Su padre estaba muy apurado por casarla. Lamentaba era no poder estar más con Gabriel. En su reino todos a su alrededor estarían muy pendientes de ella y de lo que hacía. Y si cometía un error, no dudarían en acusarla delante de su padre y perdería la ventaja que tenía.
- Bien, Capitán. Este es el General del ejército del Reino Rubí, escoltando a la comisión de nobles y sabios que nos ayudarán en el reino. Que sus hombres se queden escoltandolos y usted y algunos de sus hombres y mis guardias, me escoltaran hasta el palacio. - ordenó Artemis
- Muy bien, su Alteza. - el hombre se movió a dar sus órdenes.
Artemis se giró y miró a Gabriel que estaba a cierta distancia de ella. Parecía que con la vista le decía que quería hablar con él.
Artemis ordenó que un grupo se preparará para acompañarla.
Carlos se acercó y le dijo en voz baja a su amigo,
- Ve y habla con ella. Tal vez es la última vez que lo puedas hacer. - le sugirió dandole dos palmadas en el hombro a su amigo.
**********
Download MangaToon APP on App Store and Google Play