Sara contemplaba el oscuro bosque. Sentada sobre una gran roca, imaginando cosas extraordinarias que sabía, nunca iba a experimentar.
Cómo se encontraba perdida en lo más recóndito de su mente, intentando escapar de una realidad a la que tarde o temprano debía regresar. No escucho los pasos, de varias personas que se acercaban por detrás de ella.
Fue el golpe recibido en la cabeza lo que la devolvió a la realidad, cuando el fuerte dolor que sintió le nublo la vista, haciéndole caer de cara al suelo.
- así que aquí estabas, asquerosa bruja - María. Hija del capitán de la policía del pueblo. La miraba desde arriba sosteniendo un bate ensangrentado en sus manos - levántate, Porque te voy a matar - Sara solo pudo ver como la chica bajaba del bate directo hacia su cabeza, con la intención de golpearla otra vez.
- espera un segundo - dijo otro chico levantando la mano para detener la acción - tengo una idea - con terror Sara escucho como ambos se alejaban. Hablando en voz baja.
Mientras esperaba a que ellos decidieran como moriría. Solo pudo pensar en el hecho de que iba a desaparecer igual que su hermana. Quizás sus padres pensarían que se había escapado con algún chico, eso era lo más común en su pueblo.
La sangre comenzó a escurrir por su cabello, mojando el suelo a su alrededor. Trato de levantarse, pero le fue imposible mover un solo músculo, por el simple hecho de respirar le resultaba insoportable.
Cerro los ojos con fuerza y espero que el dolor pasara. Los pasos se volvieron a escuchar, junto con las voces de sus atacantes. Sintió como era levantada del suelo y trasladada por la fría espesura del bosque.
El frío era cada vez más fuerte y eso le puso los pelos de punta - debe estar por aquí - dijo el chico que acompañaba a María - allí nadie la va a encontrar.
- espero que tengas razón - María caminaba a su lado, sin dejar de mirar a su alrededor. Nunca antes se habían adentrado tanto en el bosque y le preocupo que pudieran perderse.
Pero antes de que su inquietud creciera, llegaron a un claro, donde se alzaba una pequeña casa de madera que parecía abandonada.
Las ventanas estaban rotas, la madera de los pisos levantados y el techo se veía a punto de caerse por causa de la humedad que se filtraba por las grietas en la madera. Solo la puerta se veía en buenas condiciones. Con su picaporte de cobre bien pulido y un precioso número 1000 en su centro.
- aquí nadie la encontrará, además ya no importa - dijo el chico depositando a Sara en el suelo de la entrada - parece que ya está muerta.
Sara se había desmayado por el dolor. Pero como estaba cubierta de sangre y con el rostro pálido. Su aspecto se parecía más a la de una persona muerta.
- deberíamos regresar - María tomo la mano del chico y dándole una última mirada al cuerpo inerte de Sara, lo guío por el camino por donde habían venido.
No tardaron en darse cuenta de que estaban perdidos. Pues estuvieron caminando durante horas sin llegar a ningún lugar.
María no se quiso dar por vencida y siguió moviéndose hasta que sus piernas comenzaron a doler.
El remordimiento de haber abandonado a Sara, en aquellas condiciones, comenzaba a desestabilizar su mente tranquila, haciéndola imaginar que todo aquello era su castigo por su mal proceder. Sin embargo, no dijo nada y a pesar del dolor que comenzaba a subir por su cadera, continuo moviéndose. Hasta que el cansancio le gano y cayó rendida junto a un gran árbol.
- me rindo - miró a su compañero que venía con la cabeza gacha, arrastrando los pies.
- que tal si descansamos un poco - el chico se sentó a su lado y cerrando los ojos se quedó dormido casi al instante.
María lo imitó, pero a diferencia de él. Solo consiguió que su cerebro le mostrará una y otra vez, el rostro sangrante de Sara.
Cuando no pudo dormirse. se levantó para contemplar el lugar donde se encontraban. Era exactamente igual a todos los demás lugares por los que habían pasado cuando intentaban regresar.
- Sara, ven con nosotros. Te ayudaremos - un escalofrío recorrió su espalda cuando una voz salida de la nada hablo detrás de ella - Sara debes seguirnos - Miró en todas direcciones buscando a la persona que hablaba. Pero le fue imposible encontrarla.
Se imaginó que tal vez Sara se había despertado y le estaba jugando una broma. Cómo venganza por lo que le había hecho.
- sigue mi voz - las palabras eran pronunciadas en susurros.
- ¿dónde estás? - María siguió la voz hasta unos arbustos gemelos, que al separarlos. Revelaron la imagen de la misma casa de madera donde habían dejado a Sara horas antes. Solo que en la entrada, no había ningún cuerpo.
- Mateo despierta - corrió hacia el chico y comenzó a moverlo para despertarlo - regresamos a la casa. Despierta tonto
- ¿qué sucede? - el chico abrió los ojos alarmado levantándose de golpe. miró a su alrededor - ¿dónde estamos? - todo su cuerpo dolía, pero lo ignoro al ver el rostro pálido de María.
Ella no dijo nada más, solo señaló los arbustos, esperando que el entendiera que algo grave sucedía.
El chico se acercó a los arbustos para encontrarse con la imagen de la casa - eso es imposible - miró a María, esperando que ella se riera y le gritara que todo era una broma, pero está estaba cada vez más pálida por el miedo. Por qué a diferencia de Mateo, ella continuaba escuchando los susurros.
- algo está mal - fue todo lo que dijo antes de ver como Mateo caminaba hacia la casa. Corrió hacia él y tomo su brazo para detenerlo - ¿a dónde vas? - el chico pareció no escucharla. - Mateo detente - él siguió caminando como si nada. Parecía que había entrado en trance.
Sus ojos se habían vuelto vidriosos, y su rostro no reflejaba ninguna emoción, como si de un muñeco se tratase, caminaba de forma mecánica.
María lo siguió de cerca, sin saber qué hacer. Lo vio abrir la puerta de casa y entrar en ella sin siquiera mirarla, cuando le suplico que se detuviera.
Asustada por quedarse sola. María no lo pensó demasiado. Siguió a Mateo al interior de la casa. Imaginando que vería en su interior suciedad y animales indeseables
Por el contrario. Lo que encontraron allí, los dejo sin palabras.
Sara abrió los ojos lentamente, el dolor de cabeza había disminuido lo suficiente para permitirle, hacer algunos movimientos para ver a su alrededor. Todo se encontraba en completa oscuridad. Pero ella sabía exactamente donde estaba.
En otras ocasiones había corrido hacia ese mismo paraje en busca de refugio, lejos de su triste vida. Vida donde no era nadie importante y donde todos la pisoteaban sin piedad, incluso sus padres la culpaban de la desaparición de su hermana Emma.
Cómo pudo se puso en pie, examinó el lugar. La casa seguía igual a como la recordaba de tiempo atrás. Hasta la puerta era la misma, con su madera brillante y su picaporte reluciente como si acabarán de limpiarlo.
Solo el número del centro de la placa se veía diferente, pues ella recordaba que la última vez que había visto aquella puerta, el número era otro.
Nunca había sentido la tentación de cruzar aquella puerta, pues no le veía sentido a invadir un lugar que estaba abandonado. Pero cuando escucho una voz familiar llamándola desde el interior de la casa el deseo por entrar en ella. Creció con fuerza.
- ven conmigo Sara, yo puedo protegerte - la voz de Emma se escuchó fuerte y clara - puedo salvarte Sara. Solo tienes que entrar a la casa.
- ¡Emma! - abrió la puerta de la casa sin pensar, desesperada por encontrar a su hermana - ¿dónde estás? - miró a su alrededor pero lo que vió la dejo muda de la impresión.
El interior de la casa, era muy diferente a como se podría esperar. Las paredes eran blancas y estaban limpias, los techos altos y con una gran lampara en su centro. Cuatro sillas de madera bien pulida, rodeaban una gran mesa de comedor. donde se veía una preciosa vajilla de porcelana dispuesta para la comida.
- esto está raro - Sara olvidó por un segundo que buscaba a su hermana y se acercó a contemplar un gran cuadro en la pared. donde se podía ver el dibujo de una casa abandonada en medio de un gran bosque. El cuadro se veía sombrío y no combinaba con el estilo del comedor donde se encontraba.
El ruido de voces la distrajo, de ver como dos diminutas figuras se desplazaban por la pintura saliendo del bosque y adentrándose en la casa.
- ella debe estar adentro - María miró a su novio y tuvo ganas de golpearlo por lento - vamos a ver y si no está, igual tenemos que refugiarnos en algún lugar para pasar la noche.
Mateo la miró sin contestar, no le gustaba la idea de pasar la noche en ese lugar, pero se encontraba agotado y solo quería dormir un poco antes de continuar con su regreso. No sabía porque había sido tan tonto como para ayudar a esa niña malcriada. Pero se arrepentía de haberla seguido hasta allí.
- bien, echemos un vistazo - sonrió sin ganas y abrió la puerta de la casa - las damas primero - espero a que María entrara y luego la siguió sin mucho ánimo.
- ¿que rayos? - la imagen del comedor los sorprendió a ambos. tanto chocaron entre ellos.
La puerta se cerró detrás de ellos. dejándolos encerrados en el lugar. Mateo trato de abrirla pero está no cedió.
- ¿que sucede porque no abres la puerta? - el miedo se apoderó de ellos, que quisieron abandonar la casa de inmediato, pero esto les fue imposible.
María busco otra salida y la imagen de otra puerta llamo su atención, está llevaba marcado el número 998 - vamos por allí - Mateo no muy convencido asintió y ambos corrieron hacia la puerta.
Sara miraba todo desde un rincón, oculta en un pequeño armario. Cuya puerta se camuflaba en las sombras.
salió del armario en cuanto la otra puerta se cerró. Con cuidado de no hacer demasiado ruido, corrió hacia la puerta principal, pero al igual que los otros, no logro abrirla.
miró las ventanas y pensó que esa podría ser una mejor opción de escape. Pero todas las que vió tenían rejas de metal.
corrió hacia la mesa y tomo uno de los cuchillos para tratar de romper la puerta. Pero descubrió que todo lo que había sobre la mesa era falso.
Desesperada comenzó a pensar que todo se trataba de una mala broma orquestada por las mismas personas que solían molestarla en su día a día.
- ya basta - grito tratando de llamar la atención de los implicados en la supuesta broma - dejenme salir. Por favor.
Gruesas lágrimas comenzaron a correr por su rostro. El dolor de cabeza de antes regreso con más fuerza y quiso gritar de impotencia - ¿por qué me hacen esto?
Cerro los ojos con fuerza y lloro con gran dolor, imaginando que ese era el final de todo.
- Sara no te rindas - la voz de su hermana volvió a escucharse - aún no termina, ellos van a pagar.
- Emma - Sara miró a su alrededor, buscando a su hermana - ¿donde estas? - con dificultad, se puso en pie y comenzó a caminar hacia la puerta que habían cruzado María y su novio minutos antes. Pues de allí. provenía la voz de su hermana - te extraño mucho, Emma. Por qué te fuiste.
- eso no importa, solo importa que pronto estaremos juntas - la voz se hacia cada vez más suave a medida que ella se acercaba a la puerta - entra pequeña, tu hermana te está esperando en el centro de la casa. Solo debes buscarla.
- está bien, ya voy por ti Emma - Sara había comenzado a marearse y sus pasos eran cada vez más torpes, pero no se rindió. abrió la puerta y entro en la habitación.
...****************...
Emma despertó de golpe, con una extraña sensación de miedo en el cuerpo. Miró a su alrededor y le tranquilizó ver que aún se encontraba en su pequeña y cómoda habitación.
Suspiro pensando que ya no podía seguir posponiendo las cosas por más tiempo, hacía poco había comenzado a prepararse para su escape y estaba lista para continuar con su viaje.
Miró a su compañero de habitación que continuaba dormido - eh tú. Despierta - con un ligero toque el chico abrió los ojos alerta.
- ¿ya es hora? - el chico se puso de pie y sin esperar respuesta se colgó la mochila al hombro - estoy listo.
Ambos tenían aspecto de no haber dormido bien en años y se notaba en su manera de moverse que estaban reventados de cansancio.
- entonces vámonos - Emma también se colgó una mochila al hombro y tomado su teléfono avanzó hacia la puerta que tenía el número 115 en su centro.
Marco un código en la puerta y ambos salieron de la habitación.
Entrando en la siguiente que estaba vacía.
- siguiente - cruzaron tres puertas más hasta que una de ellas no se cedió. - ¿listo? - Emma miró al chico, que asintió sin pensar - entonces vamos, debemos encontrar la llave.
María trató de abrir la puerta, pero está no cedió - Ábrete - comenzó a golpearla con furia desmedida, déjanos salir.
- basta María - Mateo la aparto de la puerta de un jalón - eso es inútil no ves que no quieren dejarnos salir.
El chico también había comenzado a perder los nervios, pero trataba de disimular el miedo que sentía.
- ¿qué hacemos? - María lo miró con los ojos inundados en lágrimas, pero esto a él no le causo nada en absoluto. ¿qué había pensado cuando se fijó en ella? - se preguntó mientras la veía llorar. Era una persona egoísta y malvada. A la que no le importaba lastimar a otros.
Y lo había arrastrado con ella. A él, que solo la había acompañado porque pensaba que era la mejor opción que podría escoger.
Soltó un suspiro y se acercó a la puerta, examino el número que tenía 997. Debajo de este número había una pequeña cerradura que se camuflaba en la madera. Y unas palabras que apenas se veían "búscame, estoy en la habitación"
Cómo si entendiera, Mateo comenzó a mirar a su alrededor, pero el lugar estaba completamente vacío. - ¿qué haces? - Mariana levantó la mirada un tanto molesta al ver que él no la consolaba. Lo vio buscar algo en el suelo y también ella comenzó a buscar como si supiera de qué se trataba.
Ambos buscaron por largo rato hasta que la puerta por donde habían entrado, se abrió tras ellos.
...****************...
Sara se quedó de piedra cuando se encontró de frente con la mirada de los otros dos chicos, que la miraban con asombro.
Quiso dar la vuelta, pero la puerta se cerró, dejándola encerrada en la habitación, con los chicos que habían intentado matarla.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando cruzo miradas con María que la miraba con odio - ¿así que eras tú? - mateo se interpuso entre ambas pues las intenciones de atacar de María.
- yo...- Sara quiso decir algo, pero el miedo le impedía pensar con claridad
- ¿sabes como abrir esta puerta? - Mateo la miró sin expresión alguna, se sentía cansado y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de salir de allí. Incluyendo dejar inconsciente a María para que dejara de armar tanto lío.
Sara negó con la cabeza - no lo sé - María quiso decir algo, pero Mateo le lanzo una mirada de advertencia para que se mantuviera callada.
- dice que debemos buscar una llave. Justo aquí, en esta habitación - explicó el chico señalando lo escrito en la puerta.
- llave ¿te refieres a esta? - Sara tocó la superficie de madera de la puerta y allí casi invisible se podía distinguir una pequeña llave de color marrón. Sara trató de tomarla, pero María fue más rápida y antes de que pudieran detenerla, abrió la puerta y entro en la siguiente habitación.
Segundos más tarde se escuchó un fuerte grito del otro lado de la puerta - María - Mateo corrió hacia la puerta que continuaba abierta y también entro, seguido por Sara que no quiso quedarse sola en ese lugar.
La siguiente habitación estaba oscura, y no había manera de saber como era el lugar, ni mucho menos donde se encontraba María.
- busca el interruptor de la luz - Mateo se pegó a la pared para moverse hacia donde se escuchaban los lamentos de María. Pero le resultó un tanto complicado, ya que cada pocos segundos sus manos se tocaba con algo viscoso. Sara por su parte, se sentía cada vez más asustada y no dejaba de retroceder hacia la puerta, por donde habían entrado.
De repente, el lugar se comenzó a llenar de una luz opaca. Dándoles una mejor visión del sitio. Tanto, Sara como Mateo contuvieron un grito de terror.
No se trataba de una habitación, sino más bien de algo semejante a un pantano.
- ayuda - María se encontraba en medio de unos animales similares a babosas, que comenzaban a subir por sus piernas.
- ¿por qué no se mueve? - Sara se preguntaba que le impedía salirse de allí, hasta que vio con horror, que detrás de María había otra criatura de mayor tamaño. Que la mantenía sujeta con una especie de cuerda viscosa semitransparente que salía directamente de su cuerpo.
- asqueroso - Sara trato de abrir nuevamente la puerta, pero está se había quedado en blanco y no había rastro de la pequeña cerradura, ni de su llave.
- cuidado - Mateo trato de acercarse a María, pero también fue capturado por la babosa gigante. Que ahora extendía sus tentáculos semitransparentes hacia los pies de Sara.
Ella consiguió esquivarlo por muy poco, cayendo al húmedo suelo, las babosas más pequeñas comenzaron a arrastrarse hacia ella. Sara examinó rápidamente el lugar, buscando otra salida. Y vio con horror como más babosas emergen del agua de pantano.
Quiso gritar, pero nuevamente la voz de su hermana la animó a ser valiente - no temas Sara, busca la puerta.
-¿cuál puerta? - ya se estaba cansando de eso y solo quiso darse por vencida. El dolor en su cabeza no desaparecía y cada vez era más fuerte. Levantó los ojos hacia los dos chicos que continuaban pidiendo ayuda a gritos. Y entonces la vio, una puerta violeta con el número 996 - ¿cómo se supone que voy a llegar hasta allí?
Su respiración se agitó y su cerebro se puso a trabajar, buscando la manera de acercarse a la puerta sin ser atrapada.
- listo lo tengo - no sabía si su hermana la escuchaba o no, aun así, le pidió que la guiara hacia la salida.
Corrió con todas sus fuerzas, esquivando a las babosas que trataban de subirse a sus zapatos y cruzando sin ningún cuidado junto a María y Mateo que la miraron alejarse con rumbo a la salida.
- no vas a ayudarnos - grito María histérica al ver como sin ningún esfuerzo, Sara abría la puerta. Una luz cegadora atravesó la entrada que se acababa de abrir, iluminando todo el lugar como un gran sol. las babosas comenzaron a retroceder de vuelta al agua, para refugiarse.
Sara tuvo que cubrirse el rostro. Pues la luz era tan brillante que incluso con los ojos cerrados, le era imposible estar de pie allí.
Una vez libre Mateo corrió hacia ella y la aparto, cerrando la puerta de golpe.
El lugar volvió a quedar semi - oscuro y por fin Sara pudo abrir los ojos, que dolían por la exposición a la luz - no vallamos por allí.
- ¿y entonces por dónde? - María se acercó a ellos con los brazos cruzados, y cara de poker - no ves que esa es la única salida que tenemos, es que no ves que esas cosas pueden regresar en cualquier momento.
- si, pero...- Mateo quiso discutir con ella, pero Sara que ya no soportaba más el dolor de cabeza, lo detuvo.
- que tal si buscamos otra puerta - molestos por no poder discutir en paz Mateo y María asintieron y comenzaron a buscar. mientras buscaban la salida evitaron a toda costa ser atrapados nuevamente por las pequeñas babosas que volvían a salir del agua
- allí está - por fin Sara encontró el número que buscaba, la puerta número 995, era verde como el agua del pantano, y en su superficie estaba pintada la imagen de la criatura gigante que los había atacado cuando entraron a la habitación.
Trataron de abrirla, pero está no tenía picaporte. Solo una ranura dónde debían colocar algo dentro.
- eso es asqueroso - grito María asqueada al entender de que se trataba.
Los otros dos la miraron confundidos - hay que ver lo tontos que son. No es obvio lo que hay que hacer.
Los chicos continuaron en silencio sin entender nada.
- olvídenlo - María comenzó a buscar algo en el suelo. Y Sara la imitó sin saber que buscaba en realidad.
-¿qué buscan?- Mateo noto que nuevamente se acercaban las babosas y el pánico lo atrapó. Comenzó a desesperarse y entonces lo vio, una babosa exactamente igual a la gigante, pero está era más pequeña -oooh- fue allí que lo entendio.
Corrió hacia la babosa y tomándola entre sus manos, la estampó contra la puerta y está se desintegró, convirtiéndose en una masa viscosa que se deslizó hacia la ranura y fue absorbida por esta. La puerta se abrió, pero justo la babosa gigante apareció furiosa, dispuesta a matar a los asesinos de su bebé.
- corran, rápido - Mateo tiro de las chicas y juntos cruzaron la puerta.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play