NovelToon NovelToon

Héroes Silenciosos: La Odisea De Los Guerreros Del Deporte

El despertar de un campeón

La ciudad de Tokio se despertaba lentamente, como si estuviera sacudiendo el sueño de una noche de verano. El sol comenzaba a asomarse por el horizonte, pintando el cielo de tonos rosados y naranjas. En un pequeño apartamento en el barrio de Shibuya, un joven llamado Kaito se despertaba con un sueño recurrente: correr, correr sin parar, con el viento en su cabello y el sol en su rostro.

Kaito se levantó de la cama, se estiró y se dirigió al espejo. Se miró fijamente, como si estuviera buscando algo en sus ojos. Tenía 17 años, pero su mirada parecía más madura, como si hubiera vivido mil vidas. Se acordó de su padre, un famoso atleta que había muerto en un accidente de tráfico cuando Kaito era solo un niño. Se acordó de su madre, que había trabajado día y noche para criarle solo.

Kaito se vistió rápidamente y salió del apartamento. La ciudad ya estaba en movimiento, con gente corriendo de un lado a otro. Se dirigió al parque de la ciudad, donde solía correr todos los días. Mientras corría, sentía que su padre estaba con él, animándole a seguir adelante.

De repente, se detuvo en seco. Vio a una chica corriendo hacia él, con una sonrisa en su rostro. Era Akira, su mejor amiga desde la infancia. Akira era una atleta talentosa, y Kaito siempre había sentido una admiración secreta por ella.

"¡Kaito! ¡Espera!", gritó Akira.

Kaito se dio la vuelta, sonriendo. "¿Qué pasa, Akira?"

"¿Quieres unirte al equipo de atletismo de la escuela?", preguntó Akira, sin aliento.

Kaito dudó por un momento. No sabía si estaba listo para competir de nuevo. Pero algo en su interior le empujaba a decir sí.

"Sí, me uniré", dijo finalmente.

Akira sonrió, y Kaito supo que su vida estaba a punto de cambiar para siempre.

La emoción burbujeante en el aire se sentía palpable mientras Akira y Kaito comenzaron a correr juntos hacia la escuela. El eco de sus pasos resonaba sobre el pavimento, creando una especie de ritmo que parecía sincronizar con el latido de sus corazones. Akira hablaba sin parar, descreyendo la ilusión de que el equipo de atletismo era solo una fiesta de velocidad y competición. Para Kaito, la idea de unirse era a la vez liberadora y aterradora.

"Vas a amar esto", decía Akira mientras, con su energía contagiosa, ella trazaba planes sobre las carreras, los entrenamientos y las competiciones. "Hay tanto talento en el equipo. Vas a encontrar tu lugar allí".

Kaito la escuchaba, pero su mente divagaba. Recordó aquellas tardes en las que corría solo en el parque, donde cada zancada lo acercaba a la simplicidad de los momentos compartidos con su padre, ese refugio de felicidad. Si bien el pasado lo atormentaba, la idea de crear nuevos recuerdos con su mejor amiga empezaba a echar raíces en su corazón.

Al llegar a la escuela, se encontraron con el resto del equipo en un area del campo. Chicos y chicas de diferentes edades se estaban estirando, riendo y compartiendo anécdotas sobre sus pasadas competencias. El ambiente era vibrante, y Kaito sintió por primera vez que quizás este lugar podría convertirse en su nueva familia.

"¡Kaito! ¡Únete aquí!", llamo un chico alto con el pelo desordenado, señalándole un espacio junto a él. Kaito se acercó, sintiéndose un poco nervioso, pero Akira lo empujó suavemente, animándole a dar ese primer paso.

Mientras se unía a los estiramientos, Kaito se sintió rodeado de un susurro de aceptación. "Esto es solo el comienzo", pensó, mientras miraba a su alrededor, sintiendo que cada soplo del viento traía consigo una nueva oportunidad, una nueva meta que perseguir.

El entrenador llegó, un hombre de voz firme pero amable, y empezó a hablar sobre la temporada. "Cada uno de ustedes tiene un propósito aquí", empezó. "Ya sea mejorar sus marcas personales, trabajar en equipo o simplemente disfrutar del deporte. Lo importante es que den lo mejor de sí mismos y que se apoyen mutuamente".

Kaito sintió un cosquilleo de inspiración al escuchar esas palabras. En ese momento, recordó a su padre, con su espíritu indomable, y cómo siempre había animado a todos a superarse. Sabía que a partir de hoy, no solo correría por él, sino también por su padre y todo lo que había significado para él.

Cuando sonó el silbato para comenzar la primera práctica, Kaito sintió que su vida se llenaba de propósito. Corrió junto a sus compañeros, cada paso una afirmación de su decisión de avanzar, de abrirse al mundo. Y así, bajo el brillante sol de la mañana, la apacible ciudad de Tokio se convirtió en el escenario de su nueva aventura, donde los lazos de la amistad y la determinación le impulsarían hacia metas que ni siquiera había imaginado.

...

Mientras la práctica de atletismo continuaba, Kaito no pudo evitar distraerse. Sus ojos se deslizaban hacia una figura que se movía con gracia y elegancia en el área cercana a la pista. Allí estaba Haruka, la chica que había robado su corazón en silencio desde hace años. Su cabello largo y ondulado brillaba bajo la luz del sol matutino, pareciendo un halo radiante que la envolvía. Cada movimiento que hacía era preciso y sincero, como si su cuerpo estuviese hecho de seda. Era la estrella del equipo de gimnasia artística y patinaje sobre hielo, y siempre regresaba de las competiciones internacionales con medallas de oro colgando sobre su pecho como testigos de su talento.

Kaito observaba cada giro, cada salto y cada sonrisa de Haruka. Era la imagen perfecta de la perfección femenina; su encanto cautivaba a todos a su alrededor. Cuando sonreía, era como si el mundo entero se iluminara, y Kaito sentía que su corazón latía más rápido, como si esa misma luz iluminara su interno. Pero había un abismo entre ellos, uno que parecía imposible de atravesar.

—¡Kaito! ¿Estás ahí? —preguntó Akira, interrumpiendo sus pensamientos.

Él se giró hacia ella, dándose cuenta de que su amiga había estado observando su distracción.

—¿Qué? Oh, nada, solo... estaba pensando —respondió, tratando de desviar su mirada hacia el equipo.

Akira frunció el ceño y siguió su mirada. Rápidamente comprendió a quién estaba mirando.

—Haruka, ¿verdad? —dijo, con una pizca de complicidad en su voz.

Kaito dio un rápido asentimiento, sus mejillas sintiéndose ardientes por la vergüenza que le ocasionaba ser descubierto.

—Es impresionante, lo sé —dijo Akira, recostándose un poco—. Pero no puedes quedarte ahí paralizado. Tienes que hablarle un día, Kaito.

La idea le provocó un agradable cosquilleo, pero también un miedo abrumador.

—No sé, Akira. Ella... ella es Haruka. ¿Qué puedo ofrecerle yo? No soy más que un chico que corre en la pista. Además, ella siempre está rodeada de personas que son mejores que yo en todo.

Akira lo miró con desaprobación.

—Por favor, Kaito, no hables así de ti mismo. Tienes talento, y estás aquí porque deseas mejorar. Deja de compararte con los demás. Cada uno tiene su propio camino. Aprovecha esto, no solo por el atletismo, sino también porque podrías hacer amigos, incluso conocer a más personas como ella.

Kaito suspiró, sintiendo una mezcla de frustración y determinación. Tanto él como Akira sintieron la vibración de los ánimos en la práctica. Haruka terminó de hacer algún ejercicio de suelo, y al levantarse, se detuvo un momento para mirarlos en la distancia. Un rayo de sol iluminó su rostro. Entonces, como si sintiera la energía de Kaito, le sonrió.

—¡Vamos, Kaito! ¡Concéntrate! —dijo Akira, clarificando la voz con un toque de urgencia.

Las palabras de Akira resonaron en su mente mientras él intentaba no perderse en sus pensamientos sobre Haruka. Decidido, se dijo a sí mismo que tenía que dar el paso, aunque el camino hacia Haruka estaba lleno de dudas.

El entrenador terminó la práctica, y los miembros del equipo se dispersaron. Kaito tenía una ligera oportunidad de acercarse a Haruka. Hasta entonces, ella había sido la imagen de seguridades y triunfos; un faro brillante en un mundo lleno de incertidumbres.

—¡Kaito! —llamó Haruka, acercándose a él mientras sus compañeros se alejaban—. Me alegra verte aquí. ¿Te unes al equipo de atletismo?

Un sobresalto recorrió a Kaito, su corazón palpitó de emoción y nerviosismo.

—Sí... bueno, sí. Akira me convenció. Es lo que he querido hacer desde hace tiempo. Correr, ya sabes... eso.

Haruka rió suavemente, y ese sonido era como música para él.

—¡Eso es genial! No sé si lo sabes, pero hay un evento atlético en el que también estaré presente —dijo, su rostro iluminado por un entusiasmo genuino—. Sería genial ver a más amigos apoyando.

Kaito sintió que su estómago se revolvía. Como si el destino le estuviera guiando, el evento era la ocasión perfecta para que él se acercara más a Haruka.

—Sí, claro. Estaré allí —respondió, notando cómo la seguridad en su voz comenzaba a aumentar.

—¡Perfecto! Además, podría darme algunos consejos. He visto los vídeos de tus entrenamientos corriendo, y pienso que eres increíble. ¡Eres muy rápido!

Kaito, sorprendido, no encontró las palabras adecuadas para responder. Un halago venía de ella; parecía un sueño.

—Gracias... —gemía, sintiendo una calidez en su rostro.

Un grupo de chicas del equipo de Haruka se acercó y comenzaron a charlar con ella. Kaito sabía que no podía interrumpir, y la presión de hablar parecía aumentar con cada segundo.

—Bueno, tengo que... ir. ¡Buena suerte en el entrenamiento! —dijo, sintiendo la necesidad de alejarse antes de perder el control de los nervios.

—¡Hasta luego, Kaito! —dijo Haruka, sonriendo de nuevo.

Kaito se marcha, sintiendo la adrenalina recorrer su ser mientras se aleja.

—¿Lo viste? ¡Le hablas y no te desmayas! —exclamó Akira, acercándose a él.

—Sí, lo sé. Pero aún no sé cómo voy a acercarme. ¿Y si no le gusto?

Akira lo miró con confianza.

—Tú gustas, confía en mí. Siguieron hablando, y te ve a ti, no como un chico común, sino como alguien especial. Tienes que seguir corriendo, no solo físicamente, sino también en tus sentimientos. Solo atrévete.

Mientras Kaito pensaba en esas palabras, sintió algo nuevo en su interior. El atletismo por sí solo había comenzado a tomar forma como una parte de su vida, pero ahora, quizás, había espacio para un duelo de pasiones: su amor por el deporte y por Haruka.

Sabía que debía enfrentar sus miedos, dar ese salto arriesgado que requería tanto en la pista como en el corazón. Con cada paso, no solo estaba buscando alcanzar la meta en su carrera, sino también el camino hacia el alma de la chica que iluminaba sus días.

Y así, mientras el sol comenzaba a ocultarse detrás de los edificios, Kaito también se dio cuenta de que, aunque el camino sería largo y difícil, estaba listo para correr. No solo para alcanzar sus sueños en el atletismo, sino para finalmente revelar su amor secreto antes de que fuera demasiado tarde.

Un Paso Hacia Adelante

La semana siguiente, Kaito se sintió más impulsado a entrenar que nunca. Cada paso en la pista resonaba con un nuevo propósito: la posibilidad de cruzar caminos con Haruka no solo en la práctica, sino también en su vida personal. Sin embargo, a medida que avanzaba, una mezcla de emoción y ansiedad lo acompañaba como una sombra, especialmente mientras se preparaban para el evento atlético que había mencionado Haruka.

Los días pasaban, y Kaito se dedicaba a mejorar su velocidad y resistencia, pero cada vez que llegaba el momento de acercarse a Haruka, un nudo le oprimía el estómago. La mayoría de las veces, Haruka estaba rodeada de sus amigos, charlando animadamente y riendo despreocupadamente. A pesar de su impulso por acercarse, Kaito se forzaba a mantenerse al margen, observando desde la distancia como un espectador en un mundo que parecía no pertenecerle.

El día del evento llegó. La atmósfera estaba cargada de energía. Los atletas corrían por la pista, mientras los espectadores animaban a sus favoritos. Kaito se hizo un lugar en la línea de salida, sintiendo el latido acelerado de su corazón en sincronía con el ambiente vibrante. Después de unos minutos, vio a Haruka en el área de calentamiento, su figura elegante iluminada por el sol de la tarde. Ella lo notó y le sonrió de nuevo, un destello de alegría en su rostro que lo hizo sentir como si todo el universo se hubiera reducido a ese instante.

—¡Kaito! ¡Te vi correr! —gritó ella, mientras se acercaba tras terminar su calentamiento. Su voz era melodiosa, y la infusión de confianza la hacía parecer aún más radiante.

—Gracias, Haruka —respondió él, tratando de no dejar que su nerviosismo se apoderara de él—. Estoy un poco nervioso.

—Eso es normal. ¡Pero recuerda que estoy aquí! Puedes hacerlo —dijo Haruka, ofreciéndole una mirada alentadora que hizo que su corazón diera un salto.

A pesar de sus palabras, Kaito sentía que la presión aumentaba. No era solo una carrera; era una oportunidad para demostrarle a Haruka que él podía ser alguien digno de su atención. Mientras los competidores se alineaban, el presentador anunció la categoría de su carrera, y cada palabra se sentía como un tamborileo en su pecho.

El silbato sonó, y Kaito se lanzó a la pista, sintiendo cómo el aire vibraba a su alrededor. Cada zancada lo acercaba a la meta, al mismo tiempo que trataba de mantener la imagen de Haruka en su mente. Corrió con todas sus fuerzas, sintiendo cómo la adrenalina alimentaba cada músculo, empujándolo hacia adelante.

Al cruzar la línea de meta, primero se sintió abrumado por la fatiga. Pero al mirar hacia atrás y ver su tiempo, sonrió: había logrado un récord personal. En medio del caos de la carrera, Kaito buscó a Haruka en la multitud, encontrándola entre los aplaudidores, sus ojos brillando de emoción.

—¡Lo hiciste, Kaito! —gritó ella, corriendo hacia él con una energía contagiosa. Las palabras de apoyo resonaron en su corazón, haciendo que la fatiga se desvaneciera por completo.

—Gracias, Haruka. No podría haberlo hecho sin tu apoyo —respondió, sintiendo que su confianza crecía con cada palabra.

—Y me encantó tu estilo de carrera —dijo, un destello atrevido en su mirada—. ¡Eres increíble!

Un grupo de amigos se acercó, pero la conexión entre Kaito y Haruka seguía presente, como un hilo invisible que los unía. Kaito sintió que cada segundo que pasaba a su lado cogía valor. Se hizo la promesa de que, al final del día, hablaría con ella de forma más personal. La ansiedad dio lugar a una determinación renovada.

Mientras la competencia continuaba, se tomó un momento para aquilatar lo que había logrado. Había enfrentado sus miedos en la pista, y ahora era momento de enfrentar otro desafío: sus sentimientos.

Cuando finalmente llegó a esa conclusión, volvió a encontrar a Haruka, ahora rodeada de su equipo. Se acercó a ella, sintiendo que el momento estaba por llegar, una oportunidad que no quería dejar pasar.

—Haruka, ¿te gustaría ir a celebrar la victoria después de la competencia? Solo nosotros, tal vez podríamos... conocernos un poco mejor —sugirió Kaito, sintiendo como se le encogía el estómago, pero decidido a ser honesto.

Haruka lo miró sorprendida, una mezcla de sorpresa y entusiasmo brillando en su rostro.

—¡Me encantaría, Kaito! Ha sido un día increíble, y definitivamente quiero celebrar. ¿Te parece si nos encontramos cerca de la cafetería después de que termine todo?

Un suspiro de alivio se escapó de los labios de Kaito, pero, más importante aún, una luz de esperanza iluminó su interior. Había dado un paso significativo no solo hacia su pasión por el deporte, sino también hacia el corazón de la chica que había admirado en silencio por tanto tiempo.

—Perfecto. Entonces, ¡nos vemos! —dijo, sintiendo una oleada de felicidad mientras se separaban.

A medida que la competencia continuaba, Kaito se sentía diferente. No solo había corrido hacia la meta; había comenzado a correr hacia algo mucho más importante: su futuro, su amistad, y su posibilidad de amor con Haruka. La pista no solo era un campo de entrenamiento, sino el inicio de un camino que estaba ansioso por explorar, paso a paso, corazón a corazón.

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play