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La Herencia Del Copiango 3: La Promesa

Prólogo

El silencio era tan marcado que lastimaba las sensibilidades de todos los que esperaban la decisión que tenía que tomar.

Independientemente de lo que decidiera, era imposible alejar de su mente la posibilidad de estar cometiendo un error.

Habían pasado 4 años en un abrir y cerrar de ojos y sabía que el dolor que había causado era mucho más grande que su orgullo magullado.

Esta es mi batalla... – dijo mirando a todos – no puedo dejar que más personas salgan lastimadas por mis malas decisiones...

Esto nos concierne a todos... – dijo una voz a su espalda y todos giraron a ver al hombre – una batalla de caciques lo cambia absolutamente todo... 

No encuentro otra manera de solucionarlo... – suspiró – si gano... ella podrá ser libre... es lo menos que puedo hacer por ella...

¿Y si pierdes...? – la voz fue un susurro 

Yo soy el que lo desafía... – dijo enderezando su espalda – ustedes van a estar a salvo... y solos pueden hacerse cargo hasta que elijan a otro cacique...

Sigo pensando que es mejor ir a la batalla... – temblaba de la bronca que sentía – somos fuertes...

¿Y cuánta gente de ambos lados van a morir? – trató de hacerle recapacitar – ellos son nuestra gente también...

Pero tú no eres solo nuestro cacique... – no pudo evitar abrazarlo con fuerza 

Y tú más que nadie sabe que tengo que hacerlo... – la abrazó con cariño – trataste de hacerme ver que estaba equivocado... y no quise escucharte...

Pero... – intervino nuevamente – ella ya fue repudiada por nuestro pueblo y por el suyo... fue vendida... le pertenece a ese hombre... no puedes pretender que sea tratada como una princesa... tiene un hijo con ese hombre... – lo miró fijo a los ojos - ¿o pretendes aceptarla de nuevo con el hijo de otro?

¿Y si lo hiciera...? – levantó el mentón desafiante 

Deberías enfrentar a las familias que quieran disputar ser cacique...

Se giró sobre sus talones y salió a la noche oscura. No quería pensar, pero el peso de todas sus acciones del pasado, le golpeaban con fuerza en el pecho.

Desde hacía 8 años que vivía en un infierno constante, justamente desde el día de la boda de los copiangos. Desde ese entonces fue como si viviera una vida paralela a la de su familia, todos continuaron con sus propias familias y eran felices, incluso Araí estaba comprometida y él se había quedado estancado en medio de todos sus pesares. Había sido realmente despiadado y se había endurecido tanto que todos le tenían terror.

Con 24 años era el cacique más joven de la historia de la aldea, desplazando a Luriel que lo había sido a los 28. Luego de perder a su hijo.

Padre e hijo compartían más de una circunstancia de vida y Luriel no podía dejar de preocuparse por él, porque notaba que se estaba alejando de todos ellos día tras día.

Siempre había querido que sus hijos tuvieran matrimonios por amor... pero eso se había vuelto imposible con Pitá y quizás tampoco sería real con Araí si sus sospechas fueran reales.

Se había perdido en su propia felicidad y había descuidado a sus hijos más indefensos, pero de una manera u otra haría lo necesario para poder ayudarlos a ser felices.

Nuevamente la aldea se vería azotada por intensos cambios a partir de la decisión de su hijo y a pesar de todo lo que pudieran esgrimir en contra de ellas, en su interior compartía sus intenciones. Sabía que él hubiera hecho exactamente lo mismo.

Había una promesa latente entre todos los que conformaban “La Familia Tecol”, no dejaban de luchar por ninguno de los que amaban, ni de defenderlos.

Todavía no tenía ni idea de todo lo que su hijo descubriría.

La promesa

8 años antes.

Cuando Itatí se había puesto en puntas de pie y lo había besado frente a toda la aldea, no pudo evitar sentir que el corazón le daba un vuelco. No quería estar con él, ni siquiera quería hablar con él, sin embargo, hacía un gesto tan significativo frente a todos. ¿Qué buscaba con hacerlo? Dar una imagen de dulce prometida... o tal vez demostrarle que podía disimular frente a todos. Pero las palabras del chaman habían calado hondo... pensar en el primer momento en que la había visto, pensar en el primer beso que le había dado, lo habían transportado a una semana atrás de su vida cuando ella lo había abordado mientras cortaba leña.

Le dolía su rechazo y era consciente que también él la había lastimado con sus condiciones para el compromiso. Aun así, extrañaba sentirla entre sus brazos.

Cuando terminó la ceremonia, ella se alejó rápidamente de su lado y él no intentó retenerla, se lo había prometido, pero siguió mirando todo el resto de la noche las flores celestes trenzadas en su cabellera negra. La veía hablar y sonreír con la mujer que la cuidaba, la que sabía que no lo apreciaba ni en lo más mínimo.

Cuando Luriel se acercó y le dijo que se encargara de acompañar a Itatí y a su familia hasta la aldea y que se quedara a cargo de atenderlos, volvió a mirarla... luego vio como su padre se acercaba al padre de Itatí y hablaban mientras ambos se giraban a mirarlo y asentían, seguramente le estaba diciendo que Pïtá quedaba a cargo en la aldea.

Le prestó atención a ella por si hacia algún tipo de reacción, pero solo la vio asentir y bajar la vista. No lo miró en ningún momento, ni siquiera cuando se acercó porque todos comenzaron a despedirse...

Che romoirûta... (Los acompaño...) – dijo mientras le daba el brazo a Itatí para que lo tomara

Ani rejepy'apy cherehe... Aháta che ru ndive.  (No te preocupes por mi... voy con mi padre) – contestó sin mirarlo

No escuchó respuesta y notó que ni siquiera se movió un centímetro, así que no le quedó otra opción más que levantar la vista avergonzada. El aire melancólico que tenía desde que había descubierto quien era lo dejaba más atractivo, era un joven tan varonil, tan imponente con su tamaño y su altivez, su melena que flotaba cada vez que una brisa lo envolvía le daba un misticismo aún más especial. 

Le miró a los ojos y luego a la boca, un rictus duro en su expresión le indicaba que no estaba dispuesto a concederle esa petición.

Pitá cuando la escuchó sintió una angustia desesperante, ella le cerraba todas las posibilidades de estrechar un vínculo. No sabía cómo acercarse nuevamente a ella... y la verdad era que moría por abrazarla y besarla.

Nde ha'e che novia... (Eres mi prometida...) – dijo con voz ronca – Ha'ekuéra omaña hína ñanderehe... (nos están mirando...)

Tal vez hubiera sido mejor que se lo pidiera por favor, pero fue lo que le salió en ese momento y el tono duro no era nada más que una fachada que se ponía con ella. Sin embargo, la imposición que le hizo fue efectiva porque, ella bajo la vista y se tomó del brazo.

Caminaban por el sendero sin alejarse mucho de los demás, pero con la distancia suficiente como para que no los pudieran oír fácilmente.

Estas tan hermosa que sería capaz de raptarte en este mismo momento – dijo en español sin mirarla – ya que no quieres charlar conmigo, va a ser mejor que siga hablando en esta lengua, por lo menos así sé que no me contestas porque no puedes y no porque no quieres hacerlo...

Katuete che insulta nde jepokuaaháicha... (Seguramente me estas insultando como ya es tu costumbre...) – dijo triste – Aikuaa ijapu hague ndéve mávapa che... ha katu ndajapúi ndéve umi hembýva rehe... (sé que te mentí sobre quien era... pero no te mentí en lo demás...)

Ndaikuaái reguerekópa problema ne mandu'ápe, ha katu noroñe'ẽi heta umi árape... (No sé si tienes problema con tu memoria, pero no hablamos mucho en esos días...) – dijo sarcástico – Reheja chéve apoko nde rete rehe ha rohetũ ha ro’u... ha reñekompromete che ryvy ndive... (dejaste que yo tocara tu cuerpo y te besara y te saboreara... y estabas comprometida con mi hermano...)

Che amombe'úma ndéve... (Ya te expliqué...)– dijo comenzando a llorar – ha nde che tortura meme... (y me sigues torturando...)

Ko'ágã nde ha'e che novia... (Ahora eres mi prometida...) – se detuvo y la obligó a detenerse estirándole del brazo - ¿Rejotopa hína ñemiháme ambuépe...? (¿te estas encontrando a escondidas con otro...?)

Reikuaápa ndaiporiha ambue... (Sabes que no hay nadie más...)

Ndaikuaai... (No lo sé...) – dijo acercándose aún más a su rostro – ha jepe ajerure ndéve tekopotĩ... ikatu gueteri rejapo opa mba’e rejapova’ekue chendive ha ndarekói va’erãmo’ã prueba... (y aunque te exija pureza... igual puedes hacer todo lo que hiciste conmigo y yo no tendría ninguna prueba...)

¿Añetehápe piko reimo'ã ajapotaha ambue tapicha ndive? (¿De verdad crees que yo lo haría con cualquier otro?) – no pudo evitar la tristeza en su voz -  Upévare romenda rire nde avei cheakusáta peteĩ mba'ére.... (entonces después de casarnos también me vas a acusar de lo mismo...)

Romenda rire reikota chendive... (Después de casarnos vas a vivir conmigo...) – contestó confundido – Plus reimeva'erã pe aldea opavave chekuaahápe... (además vas a estar en la aldea donde todos me conocen...)

Ikatu rejuhúta ambue excusa chetrata vai haguã... (Igual vas a encontrar otra excusa para tratarme mal...) – lo miraba desafiándolo

Che convence... (Convénceme...) – dijo mientras que la tomó de la nuca y la acercó a su rostro, como si quisiera besarla, pero solo rozándola – Ndahasyiete va’erãmo’ã rekonvense haĝua remoĩramo ne akãme, porque... (sería muy fácil de convencer si te lo propusieras, porque...) – dudo – che aroviaségui peẽme  (porque quiero creerte)

Reñekonvenséta... ha katu ajapo gueteri ndéve peteĩ promesa... (Te vas a convencer solo... pero igual te hago una promesa...) – lo vio sorprenderse y quedar a la expectativa - Araka’eve ndahejamo’ãi voluntariamente ambue opoko cherehe... (jamás voy a dejar voluntariamente, que otro me toque...)

Pitá inspiró profundamente mientras procesaba esas palabras. Ningún guaraní de espíritu noble, sería capaz de ultrajar a una mujer, porque eso sería la condena a muerte por el pueblo, no obstante que lo expresara de esa manera le indicaba que por lo menos había algún tipo de lazo entre ambos.

Pitá volvió a soltarla, pero ninguno de los dos bajó la mirada.

Ndachemotĩmo'ãi... (No voy a avergonzarte...) – dijo Itatí – Che ha'éta pe tembireko iporãvéva ikatúva reiporavo... (voy a ser la mejor esposa que puedas elegir...) – lo vio pestañear más rápido – ha katu aikotevẽ avei rehechauka chéve reikoseha peteĩ ména digno. (pero yo también necesito que me muestres que quieres ser un esposo digno.)

¿Mba'épa reipotáta ajapo ahechauka haguã ndéve?. (¿Qué quieres que haga para demostrártelo?) – la voz de Pitá sonaba extraña

Ani reheja che insulta hikuái... (No dejes que me ultrajen...)

Ndaipóri kuimba'e noñanimái opoko nderehe... (Ningún hombre se atrevería a tocarte...) – comenzó a explicarse

Kuña ha jepokuaa ikatu avei ombopochy... (Las mujeres y las costumbres también pueden ultrajar...) – lo interrumpió

¿Reipotápa aipe'a pe condición de pureza? (¿Quieres que retire la condición de pureza?) – levantó la voz, incrédulo

Ndaikuaái... upéva odepende pe peẽ pehecháva indignación ramo... (No lo sé... eso depende de lo que consideres un ultraje...)

Itatí no esperó respuesta, comenzó a andar y unos pocos segundos después, Pitá la alcanzó y le tomó la mano sin decirle nada. Caminaron así... solo las manos en contacto, pero para Itatí ese gesto silencioso, representaba la manera más simple de sellar su promesa.

Se había enamorado de él, sabia como se sentían esos brazos fuertes cuando la apretaban contra su pecho, sabia como se sentía su boca húmeda en muchas partes de su propio cuerpo... también sabía cuál era exactamente su sabor, él mismo le había enseñado a tocarlo y saborearlo. Ella era consciente que eso precisamente era lo que lo atormentaba.

Mi decisión

Ambas parejas recién casadas tenían sus cabañas preparadas para su noche de bodas. Las habían acondicionado con todo lo que podrían necesitar, incluyendo ropas sexys para las novias que había sido un regalo de Ken para ambas.

Cuando había llegado a la casa unos días antes, los había abrazado a Karaí y a Guaci con tanta fuerza y por tanto tiempo que todos se preocuparon.

Por mi culpa casi desato una desgracia... – sollozaba  

Tu nos has protegido toda nuestra vida... – le contestó Karai – no tienes la culpa por lo que pasó

Además, todo salió bien... – Guaci sonreía encantadoramente – tenías que haberlo visto a Iván cuando lo supo... lo tomó tan natural...

Yo estaba aterrado... – se entrometió Iván riendo – de pronto estaba mi suegro desnudo desangrándose... no es algo fácil de olvidar...

Ni que lo digas... – agregó Ken – ya vi tu costura... – no pudo evitar hacer un gesto de desaprobación con la boca – no sirves para cirujano estético, pero para emergencia te contrataría sin dudar

Nooo – negó con las manos – basta de medicina para mí... lo mío son las leyes... y esta bella mujer... – le sonreía a Guaci

Eres muy inteligente... – y susurrándole en el oído a Guaci agregó – y muy lindo... ¿Dónde lo encostraste?

Lo acosé en un bar... – dijo susurrándole también – lo desnudé a los pocos minutos de conocerlo...

¿Segura que no eres mi hija...? – le contestó riendo – eres salvaje “mi gatita”

Éramos tus hijos... – Karai no dejaba de reír también – y renunciaste...

Ustedes me cambiaron por ese grandulón... – señalaba a Luriel que los contemplaba abrazando a Anahí con dulzura – perdí a mi mujer y a mis hijos en un abrir y cerrar de ojos – se hacia el ofendido –

Pero ganaste una familia completa...- la voz de Mario resonó mientras que entraba acompañando del brazo a Antonio y lo vio asentir emocionado – además somos los 3 únicos hombres que hemos visto al famoso Cacique Luriel desnudo... – vio como su yerno se avergonzaba completamente ante la risa de todos – eso nos hace especiales en esta tierra...

Perdón... pero ahora somos 4 los que lo hemos visto así... – dijo Iván riéndose y haciéndole señas a Luriel que no se enojara.

Sigan avergonzando a mi marido – amenazó Anahí – y les hecho una maldición para que no tengan nunca más una erección... ¡y saben que soy muy efectiva!

 Mi Karai no dijo nada... – saltó a defenderlo Camila y recién entonces Ken la vio

Muy bella y valiente para enfrentar a la bruja de su suegra – le asintió a Karai como gesto de aprobación - ¿Por qué hay tantas bellas mujeres en esta tierra?

Heyyy – reclamó Mario – los hombres también somos muy bellos... 

Ustedes van a ser siempre los más bellos de todos – dijo Guaci mientras que abrazaba emocionada a Antonio – gracias por venir abuelito... sé que no es fácil

Vendría arrastrándome por cualquiera de ustedes... – les señaló un sillón donde quería que lo sentaran – pensé que no llegaría a conocer a mis tataranietos... pero ahora voy a hacer un esfuerzo por esperarlos...

Tienes que venir a vivir al pueblo... – dijo Anahí acercándose también a abrazarlo – así podemos cuidarte...

Tengo que cuidar a Pitá... – dijo rechazando la propuesta – con Raúl nos hacemos buena compañía... Ken siempre me visita... pero no me vendría mal que mis bisnietos me visitaran más seguido...

¿Y qué pasa conmigo...? – reclamó Anahí – yo soy tu única nieta... y no dices que me extrañas...

Yo sería inmensamente feliz si fueran todos a vivir conmigo... – dijo riendo – hay espacio suficiente... pero entiendo que no lo puedan hacer... así que los voy disfrutando uno a uno cuando van a estudiar...

No quiero competencia... – dijo Pitá que hasta ese momento no había hablado – me toca ser el mimado... porque acá todos me ignoran...

Pues vamos a tener que reforzar la seguridad en la casa – dijo riendo Antonio – las jovencitas se van a trepar por los muros...

¿Qué quieres decir abuelo...? – dijo Karai riendo - ¿yo soy feo? Porque nunca acosaron tu casa por mí...

Porque tu fuiste siempre cortante – dijo Guaci y mirando a Camila agregó – te fue fiel desde antes de conocerte... – y volviéndose a mirar a su hermanito agregó – pero Pitá es todo lo contrario a Karai... tiene debilidad por las jóvenes bellas...

¿Te vas a cortar el cabello? – le preguntó curioso Ken mientras lo abrazaba con cariño – 

No... – dijo fuerte – soy indígena... y en esta familia estamos orgullosos de serlo...

El silencio se hizo profundo. Irupé y Luriel lo miraron emocionados. Tenía un orgullo que sus hermanos no habían tenido, amaban a su gente, amaban a la aldea, pero Pitá irradiaba algo ancestral, tal vez fuera su cuerpo tan trabajado y tan parecido a Luriel en todo.

¿Qué elegiste para estudiar? – Antonio lo miraba asombrado

Administración y economía – dijo serio – necesito aprender a administrar y hacer que la aldea sobreviva al avance de este mundo tan competitivo...

Muy buena elección – dijo Mario orgulloso – salud está cubierta con tus hermanos, educación y seguridad con los nuevos integrantes de la familia...

Como cacique tendrás que hacerte cargo también de mantener las tradiciones... – dijo Irupé emocionada – y con Itatí estoy segura que vamos a tener una buena sustituta de Amambay...

No quiero una Amambay para mí... – dijo Pitá – la adoro, pero no quiero alguien sumisa como ella – miró a su madre – yo quiero exactamente una guerrera como la Anahí y la Irupé de las leyendas...

Pues todos están consiguiendo lo que quieren... – dijo Luriel sonriendo – Guaci consiguió alguien que la proteja... – la vio sonreír emocionada – Karai consiguió una mujer admirable que lo compre – rieron todos y el asentía – y tu Kerana es más que una guerrera... es una diosa que desató todas las plagas sin quererlo.

Es Itatí papá... – le recriminó – nadie en su sano juicio se casaría con una Kerana

Pues yo siempre amé a una bruja roja...- dijo riendo – y tu abuela a un demonio de fuego... somos raros...

Pero fueron correspondidos... – no pudo evitar un tono triste en su voz

Te doy la misma posibilidad que le voy a dar a ella... – le dijo avanzando hacia su hijo y poniéndole la mano en su hombro – si no quieres casarte con ella, solo dímelo y le ofreceré a su padre un convenio entre ambas aldeas como si fuéramos familia...

De todas maneras, necesito una esposa en la aldea... – sonrió tratando de poner humor a la tensión del momento – tal vez me ocurra como a ti y el amor de mi vida aparezca después...

O tal vez solo debas tratar de enamorar a tu prometida... – dijo Guací – ella te conoció distinto, eras alegre... – no pudo evitar mirar al resto de las mujeres buscando apoyo

Al “Pitá alegre” – dijo Pitá con pesar – lo engañaron...

No seas tan estricto... – siguió insistiendo Guaci a pesar que ninguna de las demás decían nada

¿Estricto? – se escandalizó – si papá no hubiera despertado, Karaí posiblemente se hubiera casado con ella para mantener la paz de las aldeas... ¿y la hubiéramos compartido entre los dos?  ¿No querer traicionar a mi hermano me hace estricto?

Ella no sabía que eran hermanos... – dijo Camila con timidez

Pero sabía que yo no era su prometido... – respondió seco – ahora soy yo su prometido... ¿te parece bien que tenga romances con otro?

Se que ahora estas enojado – dijo Karai – pero los dos nos rechazábamos... nunca fue mi prometida...

Si eso es lo que sientes – dijo Anahí – no la puedes tomar como esposa... ambos son muy jóvenes... podrán encontrar otras parejas ... – miró a Luriel – habla con el padre de Itatí...

NO – Pitá se impuso – esa es mi decisión...

Entonces no la maltrates... – Anahí fue contundente – podrás ser el siguiente cacique... pero aún no lo eres... y tu padre te ha dado ejemplo de sobra como debe actuar un cacique para ser respetado y amado... y tu familia te ha enseñado como tratar a una mujer...

Ninguna de las mujeres que están ahora aquí – dijo mientras se dirigía a la puerta – hizo lo que ella me hizo a mi...

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