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El Legado De AKVY: La Profecía De Poseidón

Capítulo 1: Las aventuras de Liz

Hace mucho tiempo, en una ciudad como cualquier otra, existió un grupo de amigos bastante peculiar. La singularidad de su círculo radicaba en su diversidad: una sirena-bruja, un vampiro, un dragón, un lobo, un semidiós y una humana, todos conviviendo en armonía. La vida parecía fluir tranquilamente para ellos, hasta que un día, Liz Asiria, la sirena-bruja, descubrió algo que lo cambiaría todo.

Esa tarde, Liz, con el corazón latiendo con fuerza, decidió enviar un mensaje al grupo que compartía con sus amigos:

“Hola, ¿hay alguien ahí?” escribió, tratando de mantener la calma mientras sus dedos temblaban levemente.

Sirius fue el primero en responder: “¿Qué sucede?”

“Estoy aquí,” añadió Demian, seguido rápidamente por Melissa, quien saludó con un “Hola, Liz”.

Liz respiró hondo antes de continuar: “Necesito decirles algo importante.”

Kai, siempre atento, preguntó con curiosidad: “¿Qué pasó?”

“¿De qué se trata?” añadió Basil, preocupado.

Liz dudó por un momento, pero finalmente se armó de valor: “Bueno... Verán, hace un rato, al salir de la universidad, fui al arrecife.”

“Ajá,” comentó Melissa, animándola a seguir.

“¿Qué tiene de extraño?” preguntó Sirius, captando la tensión en el aire.

“¿Qué viste?” inquirió Demian, inquieto por la pausa en el relato.

Sin decir más, Liz envió una imagen al grupo. En la fotografía, bajo el resplandor del sol que se filtraba a través del agua, se veía una misteriosa puerta incrustada en el arrecife de coral.

La imagen que Liz envió al grupo mostraba una puerta tallada directamente en el arrecife de coral, fusionándose casi de manera orgánica con la vida marina que la rodeaba. La puerta, desgastada por el tiempo y las corrientes oceánicas, estaba adornada con intrincados patrones que parecían representar antiguas criaturas marinas y ondas que se desvanecían en la superficie rocosa del arrecife. El color del coral, una mezcla de tonos rosados y naranjas, se entrelazaba con la piedra de la puerta, creando una ilusión de que la estructura había sido esculpida por la misma naturaleza.

Los bordes de la puerta estaban cubiertos de pequeñas algas y crustáceos, dando la impresión de que llevaba siglos oculta bajo el mar. A pesar de estar en el fondo del océano, un débil resplandor azul emanaba de las grietas de la puerta, como si algo al otro lado emitiera una luz suave y misteriosa. El sol que se filtraba desde la superficie del agua iluminaba la escena, haciendo brillar las partículas suspendidas en el agua y resaltando aún más los detalles ocultos en la puerta.

En el centro de la puerta, donde normalmente habría un pomo o cerradura, había un símbolo en forma de concha marina, casi imperceptible, como si la puerta estuviera esperando ser descubierta y abierta por alguien que entendiera su significado.

“¿Una puerta? ¿Es en serio, Liz?” exclamó Basil, incrédulo.

Liz sintió cómo sus manos se apretaban contra su teléfono. “¡Esa puerta no estaba ahí antes, Basil!” insistió, su tono cargado de emoción.

“¡Bueno, bueno! Cálmate, cariño,” respondió Basil con un guiño juguetón, intentando aliviar la tensión.

“¿Cuál es el punto de esto?” intervino Kai, aún confuso por la situación.

Liz tomó un profundo respiro antes de continuar: “Es que cuando me acerqué, sentí que algo me arrastraba... apenas pude escapar. Alcancé a tomar una foto para mostrarles que no estoy mintiendo.” Su voz temblaba al recordar la experiencia, sintiendo una mezcla de miedo y alivio.

Melissa no tardó en mostrar su apoyo: “Sabes que te creo, Liz. No necesitabas arriesgarte de esa manera.”

“Estoy de acuerdo con Melissa,” añadió Sirius, con un tono protector. “No debiste arriesgarte, mi frágil pececito.”

“¡No soy frágil, Sirius!” respondió Liz con un destello de indignación.

Demian, incapaz de contenerse, estalló: “¡Ya cállense todos! Y tú, Sirius, si vuelves a ofender a mi preciosa Liz, lo pagarás muy caro.”

Sirius, sin inmutarse, replicó con sarcasmo: “Cuando quieras. Además, jamás la ofendí, solo es mi forma de expresar cariño, ¡tarado!”

Basil, intentando calmar los ánimos, intercedió: “Liz, por favor, continúa e ignora a estos tontos.”

Liz sonrió ligeramente ante la situación, pero rápidamente recuperó la seriedad: “Lo que quiero decir es que algo extraño está ocurriendo bajo el mar. ¿Alguno de ustedes me acompañaría esta noche, después de la universidad?”

Kai fue el primero en ofrecerse, aunque con una advertencia: “Por supuesto, pero no puedo mantenerme mucho tiempo en el agua...”

“Yo sí te acompañaré,” dijo Basil. “No tengo problema con eso. Hace muchísimo tiempo, viví en el mar, ¿recuerdas?”

Melissa se unió a la oferta: “Yo también puedo acompañarte, pero... tampoco resisto mucho tiempo dentro del agua, Liz.”

Liz sintió un cálido agradecimiento hacia sus amigos. “Gracias a todos. No se preocupen, la puerta no está tan lejos de la costa.”

Sirius, con una mezcla de entusiasmo y resignación, agregó: “Yo también iré contigo, pececito, aunque no me guste mucho el mar.”

“¡Te dije que dejes de llamarla así!” exclamó Demian, visiblemente molesto. “Igual me apunto a ir contigo, aunque no sé si sea buena idea.”

“Les agradezco mucho,” respondió Liz con una sonrisa que ocultaba su nerviosismo. “Les prometo que todo saldrá bien.”

El día en la universidad Gladius-B parecía arrastrarse con una lentitud exasperante. Las horas pasaban pesadamente, cada minuto cargado con la expectativa de lo que estaba por venir. Las aulas, normalmente vibrantes con la energía de los estudiantes, estaban llenas de una tensión silenciosa. Los murmullos de las conversaciones eran más suaves, los pasos en los pasillos más lentos, como si todos estuvieran atrapados en la anticipación de la noche que se acercaba.

Finalmente, cuando el sol comenzó a hundirse en el horizonte y las sombras se alargaron, las clases llegaron a su fin. El sonido de las campanas señalando el fin de la jornada fue recibido con alivio, pero también con un nerviosismo palpable. Los estudiantes, con rostros serios y miradas cargadas de determinación, se congregaron en la entrada principal de la universidad, una estructura imponente de piedra gris que ahora parecía un gigante vigilante en la penumbra.

Las luces amarillas de las farolas iluminaban tenuemente la escena, proyectando sombras que se mezclaban con la creciente oscuridad. Algunos estudiantes hablaban en voz baja, mientras otros revisaban nerviosamente sus mochilas, asegurándose de que todo estaba en orden para la travesía que les aguardaba. El aire estaba impregnado de un sentido de propósito, la certeza de que aquella noche no sería como las demás.

Conscientes de la importancia del momento, Liz y sus amigos se prepararon para emprender el viaje hacia el arrecife, sabiendo que lo que descubrirían bajo las olas podría cambiarlo todo. La luna ya asomaba tímidamente en el cielo, y bajo su pálido resplandor, se preparaban para dejar atrás la seguridad de Gladius-B y adentrarse en lo desconocido.

Capítulo 2: La puerta bajo el mar

El cielo comenzaba a oscurecer sobre la universidad Gladius-B, teñido de un fascinante tono azul profundo. A las 8:00 p.m., Liz, Melissa y Basil se encontraban ya en la entrada, esperando a los demás, aunque estos aún no habían llegado.

En la entrada de la puerta, Liz, Melissa y Basil ya estaban presentes. Faltaban los demás, pero el reloj marcaba las 8:00 p.m., y el cielo se veía fascinante.

Basil miró a su alrededor, frunciendo el ceño.- "¿Dónde está el resto?"

"No lo sé, voy a preguntarles,"- respondió Liz con una sonrisa. Sacó su teléfono y envió un mensaje a Demian: "¡Hola, Demian! Solo quería saber si ya vienes en camino o si ya no vendrás. Melissa, Basil y yo estamos al costado de la entrada."

Sin recibir respuesta de Demian, Liz decidió escribirle a Kai: "Kai, ya estamos esperando en la entrada. ¿Vienes?"

Justo en ese momento, Kai apareció. -"Hola chicos, disculpen la tardanza, estaba atrapado en una actividad de clase," -dijo, rascándose la cabeza con una sonrisa apenada.- "Liz, apenas me llegó tu mensaje, disculpa por no avisar antes."

"No te preocupes, Kai. Gracias por venir."- respondió Liz, aliviada.

Melissa miró a su alrededor, inquieta.- "¿Dónde estarán Sirius y Demian? Ya están tardando."

Basil sacó su teléfono para enviar un mensaje a Sirius: "¿Dónde estás? Ya es tarde."

Sirius respondió rápidamente: "Lo siento, ya voy. Me entretuve con un imbécil que me encontré en el camino."

Basil suspiró y volvió a escribir rápidamente: "¡Déjate de juegos y apresúrate!" - Y con otro suspiró miro a Liz mientras le decia: "Dice Sirius que ya no tarda."

"Gracias, Basil."- dijo Liz con una sonrisa.

El teléfono de Liz sonó de repente. Era Demian: "Disculpa, ya voy en camino. Tuve un problema con un idiota que se cree superior."

"No te preocupes, Demian. Aquí te esperamos. Ya solo faltan tú y Sirius."- contestó Liz.

A lo lejos, vieron dos figuras acercándose mientras discutían y se empujaban. Eran Demian y Sirius, quienes llegaron a la entrada peleando.

"Una disculpa a todos, pero me topé con alguien muy lento en el camino." - comentó Sirius, con evidente irritación.

"Yo también lo siento."- dijo Demian con voz tensa.- "me distraje con un animal callejero."

"¿A quién llamaste animal?"- replicó Sirius, encarándolo.

"¿A quién llamaste lento?"- respondió Demian, desafiante.

La tensión era palpable, y ambos se miraban con furia, ignorando a los demás.

Liz dio un paso al frente, preocupada.- "¡Por favor, cálmense!"

Sirius fue el primero en bajar la mirada.- "Disculpa, Liz."

"Lo siento, Liz." -murmuró también Demian, apaciguando su enojo.

Liz sonrió, aliviada.- "No se preocupen. Me alegra que todos estén aquí. Creo que ahora ya podemos irnos."

Poco después, se encontraban en la costa del arrecife. Liz señaló hacia adelante. - "Es por ahí. ¿Todos saben nadar? Olvidé preguntarlo antes."

"Por supuesto." -respondieron la mayoría, aunque Sirius vaciló.

"Yo... No sé hacerlo muy bien."- admitió, rascándose la cabeza con nerviosismo.

Demian no pudo evitar reírse.' "¿Un perro que no sabe nadar? Eso sí es nuevo."

"¿A quién llamaste perro? ¿Quieres pelear ahora mismo?" - replicó Sirius, encarándolo de nuevo.

Liz intervino antes de que la situación escalara.- "Por favor, mantengan la calma. Y Sirius, no te preocupes, yo te ayudaré a nadar."

Sirius sonrió, satisfecho. - "Al final, he ganado."

Demian apretó los puños, pero se contuvo, mientras los demás intercambiaban miradas incómodas.

Liz se acercó a Sirius y le extendió la mano.- "Vamos, dame la mano."

Sirius la tomó con una sonrisa.- "Por supuesto, pececito."

Demian miró la escena con una mezcla de frustración y celos, pero no dijo nada. Liz, decidida, se dirigió al grupo. -"Antes de bajar, les daré la habilidad de respirar bajo el agua por un tiempo."

Con su permiso, todos empezaron a descender poco a poco, siguiendo a Liz. Finalmente, llegaron a una puerta en el fondo del mar.

"Este es el lugar." -dijo Liz, señalando la puerta. -"Solo no se acerquen mucho. Iremos poco a poco."

Basil observó la puerta con asombro. - "Esto se ve impresionante."

"¿Quién irá primero?" - preguntó Kai, algo nervioso.

"Tal vez Sirius podría ofrecerse."- sugirió Demian, con una sonrisa socarrona.

"¿Y por qué no te ofreces tú?"- replicó Sirius, molesto.

"Yo iré primero."- intervino Melissa, decidida.

Liz negó con la cabeza. -"No, Mel. Yo iré, porque fui quien tuvo la curiosidad en primer lugar."

"Entonces te acompañaré."- dijo Basil firmemente.- "No pienso dejar que te acerques tú sola."

Liz sonrió, agradecida. -"Estaré bien. Solo manténganse cerca."

Liz se acercó lentamente a la puerta, pero de repente, un susurro misterioso la detuvo en seco.

"Necesitamos tu ayuda, hija de Poseidón. Por favor, acércate más."

El mensaje la estremeció, ya que solo ella y Basil lo escucharon.

"No deberías acercarte, Liz." -advirtió Basil.- "Eso suena peligroso. Además, tú no eres la hija de Poseidón."

Liz asintió, nerviosa. -"Lo sé, pero ¿y si realmente están en peligro y solo yo puedo ayudarlos? Además, Poseidón era mi bisabuelo..."

Los demás quedaron desconcertados por la conversación entre Liz y Basil, sin entender a qué se referían.

El agua se tornó en un torbellino violento, girando a su alrededor con una fuerza abrumadora, una corriente de agua comenzó a succionar a Liz hacia la puerta. Liz luchaba por mantenerse firme, su cola de sirena estaba temblando con el esfuerzo de resistir la atracción de la corriente. Sentía cómo el agua la envolvía, tirando de ella sin piedad hacia la puerta que ahora se había convertido en un remolino voraz.

"¡Ahhh! ¡Es demasiado fuerte!" - gritó Liz, tratando de resistir. - "¡Basil, no puedo mantenerme firme!" - dijo gritando, su voz apenas audible sobre el rugido del agua.

Basil, que estaba justo a su lado, extendió su mano hacia ella, logrando atraparla por la muñeca. - "¡Te tengo, Liz!"- exclamó Basil, agarrándola con fuerza.- "¡No te soltaré, Cariño! ¡Resiste!"

"¡Rápido, vamos a rescatarlos!" - gritó Kai, nadando hacia ellos, seguido por los demás.

Pero el torbellino era imparable, y la fuerza del agua los arrastró sin que pudieran hacer nada. Ambos fueron levantados del suelo, sus cuerpos girando en el aire antes de ser tragados por la fuerza implacable del remolino. El mundo a su alrededor se desvaneció en un caos de burbujas y oscuridad, mientras eran succionados hacia la puerta con una velocidad vertiginosa.

Liz sintió cómo la presión del agua la envolvía, comprimiéndola por todos lados, y su mente se nublaba con la confusión y el terror. Intentó aferrarse con más fuerza a la mano de Basil, pero la corriente era demasiado poderosa. Sus dedos se deslizaron, y por un momento, sintió el vacío al perder el contacto con él.

"¡Basil!"- gritó, su voz ahogada por el agua, mientras su cuerpo era lanzado hacia adelante a una velocidad descontrolada. Pero antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, Basil la alcanzó nuevamente, envolviendo su brazo alrededor de ella con desesperación.

"¡Estoy aquí, Liz! ¡No te soltaré!" - gritó Basil, su voz vibrante de determinación.

El torbellino los engulló completamente, lanzándolos hacia las profundidades. Liz y Basil fueron los primeros en ser absorbidos por la puerta, desapareciendo en la oscuridad, con el remolino arrastrándolos sin posibilidad de resistirse.

Detrás de ellos, Kai, Melissa, Sirius y Demian también eran barridos por la corriente. Kai intentaba nadar hacia Liz y Basil, pero el torbellino lo golpeó con una fuerza tal que sintió como si su cuerpo fuese a ser desgarrado. Melissa gritaba con desesperación, intentando alcanzar a alguien, a cualquiera, mientras el agua la envolvía y la arrastraba junto a los demás. Sirius y Demian, en su intento de luchar contra la corriente, se vieron atrapados en un remolino de burbujas y sombras, sin poder hacer nada más que dejarse llevar.

"¡Vamos a morir!" - sollozó Melissa, aterrorizada.

La puerta, ahora un vórtice oscuro y aterrador, los absorbió uno a uno, como si el mismo océano los reclamara para un destino desconocido. Todo se tornó en oscuridad mientras eran tragados, y la única sensación que quedaba era la del agua envolviéndolos, arrastrándolos hacia lo desconocido, donde el tiempo y el espacio parecían perderse en el abismo.

Cuando la fuerza del torbellino finalmente los liberó, Liz y Basil emergieron del otro lado, jadeando y desorientados. Lo que encontraron al despertar en ese nuevo lugar sería un misterio que tendrían que enfrentar juntos, sin saber si los demás habían logrado atravesar la puerta con ellos.

Capítulo 3: ¿En dónde estamos?

Después de ser arrastrados por la fuerza de la puerta, Liz y Basil emergieron en una playa desierta, tumbados sobre la arena húmeda y fría. El sonido del oleaje fue lo primero que Liz escuchó, seguido por la sensación de la arena pegándose a su piel mojada. Se levantó lentamente, sacudiéndose el agua y tratando de recuperar el aliento.

"¿Qué sucedió?"-preguntó, mirando a su alrededor con confusión.

Basil, que se incorporaba a su lado, intentó calmarla.- "Creo que el remolino nos arrastró hacia afuera, pero estoy seguro de que atravesamos la puerta."-dijo, inspeccionando el horizonte.

Liz frunció el ceño, mirando la vasta extensión de tierra firme que se extendía frente a ellos. -"Yo también estoy segura de eso, pero... estamos en tierra firme." -murmuró, desconcertada.

"Esto es muy extraño."-admitió Basil, observando con cautela el entorno desconocido.

"Demasiado."-asintió Liz, una sombra de preocupación nublando su rostro. -"¿Pero qué sucedió con los demás?"

Basil la abrazó, envolviéndola con sus brazos en un intento de consolarla. -"Tranquila, querida Liz. Seguro que están bien."

Liz se aferró a él, sus emociones a flor de piel. -"Eso espero, porque me sentiría muy culpable si algo les sucediera."

En ese momento, escucharon el sonido de pasos apresurados y voces familiares. Giraron para ver al resto del grupo apareciendo en la playa, jadeando y tosiendo tras su propia batalla con el remolino.

"¿Dónde rayos estamos?"-exclamó Kai, su tono cargado de frustración.

Sirius, que se sacudía el agua de la cara, tosió varias veces antes de hablar. -"¡Cof! ¡Cof! Por eso no me gusta mucho el mar."-dijo con voz ronca.

Demian no pudo evitar soltar una carcajada. -"¡Jajaja! Sí, es verdad que hay perros que no saben nadar."

Sirius, irritado, lo fulminó con la mirada. -"Eres un... ¡Cof, cof!"-tosió nuevamente, incapaz de responder con claridad.

"¿Están todos bien?:-preguntó Melissa, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie faltara.

Kai señaló con la cabeza hacia la dirección donde estaban Liz y Basil.- "Miren por allá, Liz y Basil."-dijo, notando que estaban abrazados con ternura.

Demian apretó los dientes, su ceño fruncido con molestia.- "Ese... no pierde el tiempo."-murmuró con un tono de celos.

Sirius, con una sonrisa pícara, corrió hacia ellos. -"¡Basil, hermano! ¡Qué considerado eres!" -exclamó, alzando una ceja.

Basil lo miró, irritado por la interrupción. -"Sirius..." - dijo, con un tono de advertencia.

"¡Qué bien que todos están aquí!" -dijo Liz con alivio, soltando un suspiro profundo.- "Estaba preocupada por ustedes."

"Todos estamos aquí" -confirmó Kai, mirando a su alrededor, -"pero ¿dónde rayos es "aquí"?" -Se detuvo para observar la costa, dándose cuenta de que estaban en un lugar completamente diferente al de antes.

Todo era extraño. No era la costa en la que estaban hace un rato, y ahora, de manera desconcertante, el sol brillaba alto en el cielo, a pesar de que momentos antes había sido de noche.

Demian señaló hacia el sol. -"¿No se les hace extraño que aquí ya sea de día?"

Melissa asintió, mirando con incredulidad. -"Es cierto. Cuando entramos al arrecife era de noche, y ahora estamos en plena luz del día."

Liz observó el entorno, tratando de hacer sentido de lo que veía. -"Creo que ya no estamos en Freshber."-dijo con un tono pensativo.

Basil asintió, compartiendo su incertidumbre.-"Pienso lo mismo."

"¿Dónde rayos estamos?"-repitió Kai, esta vez con más inquietud.

Sirius suspiró, su tono reflejando su preocupación. -"Creo que tendremos que averiguarlo."

Liz, sintiéndose inquieta, miró hacia el mar. -"Necesito ver si la puerta que nos arrastró sigue ahí o, de lo contrario, ¿cómo regresaremos a casa?"

"¡Te acompaño!"-se ofreció Basil, con un destello de preocupación en sus ojos.

Liz negó con la cabeza, mostrando una sonrisa tranquilizadora. -"No es necesario, será rápido. Si la encuentro, les avisaré para que regresemos."

Con esa decisión, Liz se adentró en el agua, sus pensamientos enredados mientras nadaba más y más lejos de la costa. Cada brazada la alejaba del grupo, hasta que finalmente encontró la puerta. Sin embargo, esta puerta era diferente de la anterior, pero había algo en ella que le indicaba que era la que los había traído a este lugar.

"¡Al fin te encontré!" - murmuró para sí misma, sintiendo una extraña mezcla de alivio y aprensión. Al acercarse más, intentó abrirla, pero la puerta no cedió.

"¿Y ahora qué se supone que haga?" -se preguntó, con la desesperación comenzando a surgir en su voz. -"¿Cómo volveremos a casa?"

De repente, una voz misteriosa resonó a lo lejos, como un eco en el agua.

"Al fin estás aquí, hija de Poseidón."

Liz se sobresaltó, buscando con la mirada el origen de la voz. -"¿Quién eres? ¿Dónde estás? ¿Qué es este lugar?"

"Necesitamos tu ayuda para restaurar este mundo."- dijo la voz, su tono solemne.

"No lo entiendo." - respondió Liz, sintiendo un nudo en el estómago.

"Ya no estás en tu ciudad y mucho menos en tu mundo. Ahora te encuentras en otro mundo y necesitamos tu ayuda. Solo tú puedes salvarnos."

Liz quedó atónita por un momento.- "¿En otro mundo?" - repitió, sin poder creer lo que escuchaba. -"¿Salvarlos de qué?"

La voz se suavizó un poco antes de continuar. -"Bienvenida al mundo de Akvy. Busca refugio, yo me contactaré contigo después. Al costado de la puerta, bajo la roca, hay una bolsa con monedas de oro. Las necesitarás hasta que llegue el momento de presentarme."

"¡Espera! ¿A dónde debo ir? ¿Y qué hay en Akvy?" - preguntó Liz con urgencia, pero la voz se desvaneció, dejando solo el eco de su último mensaje.

Confundida y desorientada, Liz hizo lo único que podía hacer. Buscó bajo la roca y encontró la bolsa llena de monedas de oro, tal como la voz había indicado. Con la bolsa en mano, nadó de regreso a la costa, donde sus amigos la esperaban ansiosos.

"¿Qué sucedió, Liz? ¿Estás bien?" - preguntó Melissa, al ver la expresión perturbada en su rostro.

"¿La encontraste?" - dijo Kai, mirando sorpresivo la bolsa que Liz llevaba.

"¿Qué es lo que llevas cargando?"- añadió Demian, con curiosidad.

Liz asintió, aunque su expresión reflejaba más preguntas que respuestas. -"Encontré la puerta, pero estaba cerrada." -dijo, su voz cargada de frustración.- "Una voz me habló, la misma que me llamó antes de que nos jalaran adentro."

Basil se acercó más, su preocupación evidente. -"¿Quién era y qué quería esta vez?"

"Dijo que necesitaba ayuda y que nos volveríamos a ver." -explicó Liz.- "También dijo que tomara esta bolsa con monedas de oro, que las necesitaría para sobrevivir hasta que nos encontráramos."

Sirius, siempre rápido para ofrecer ayuda, extendió su mano. -"Déjame ayudarte, pececito. Parece muy pesado."

Liz le sonrió, agradecida. -"Gracias, Sirius." - Hizo una pausa antes de agregar.- "También dijo que estamos en un mundo llamado Akvy."

Todos quedaron en un silencio impactante, procesando la revelación.

"Esto debe ser una broma, ¿verdad?" - murmuró Kai, con un rastro de incredulidad en su voz.

"¡No puede ser!" - exclamó Basil, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. -"¿Qué clase de mundo es este?"

Demian frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. -"¿Quién habita aquí?"

Liz respiró hondo, su resolución fortaleciéndose. -"Me temo que eso lo tendremos que averiguar."

Después de la conversación, el grupo decidió no quedarse en la costa. Comenzaron a caminar por un sendero que se adentraba en un espeso bosque. El sendero era estrecho y serpenteaba entre árboles altos y frondosos, cuyas ramas casi bloqueaban la luz del sol. A medida que avanzaban, el aire se volvía más denso y húmedo, y el sonido de la vida silvestre se intensificaba a su alrededor, sumergiéndolos en la misteriosa atmósfera de este nuevo mundo llamado Akvy.

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