Autor; Oronguin-sensei
Título: Héroe Sistemático
Capítulo 1: El Despertar del Nuevo Mundo.
La primera luz del amanecer se filtraba a través de las rendijas de la humilde cabaña, donde un joven de no más de veinte años yacía en un lecho de paja. Su nombre era Daniel Fernández, y en su vida pasada había sido un estudiante de ciencias de la computación en un mundo muy diferente. Aquel universo había sido una maraña de código y algoritmos, pero el destino le había otorgado una segunda oportunidad en un lugar tan antiguo y mágico como el tiempo mismo.
El joven se despertó con una sensación de desorientación, notando que su entorno era completamente ajeno. Las paredes de la cabaña estaban construidas de madera sin tratar, y el aire olía a tierra y paja. Se levantó, tambaleándose, y observó su reflejo en un viejo espejo de madera: la imagen que veía era la de un campesino, con el rostro joven y un cuerpo delgado, cubierto con ropas sencillas pero funcionales.
—¿Dónde estoy? —murmuró, rascándose la cabeza mientras intentaba recordar cómo había llegado allí.
Sus recuerdos del mundo antiguo parecían desvanecerse lentamente, dejando solo una vaga sensación de familiaridad con el entorno. Una notificación parpadeó ante sus ojos, como si un panel de interfaz digital estuviera suspendido en el aire, pero no podía tocarlo. Era el sistema, el cual había sido parte de su reencarnación. Un panel de estadísticas y habilidades apareció en su mente, mostrándole su estado actual:
Nombre: Daniel Fernández
Clase: Campesino
Habilidades Iniciales: Recolección, Agricultura, Minería
Puntos de Experiencia: 0
Misión Principal: Unirse al ejército del reino y convertirse en caballero.
—¿Un sistema? ¿Un juego? —se preguntó, mirando a su alrededor con incredulidad.
Sin embargo, no había tiempo para reflexionar. El día a día de un campesino no esperaba a nadie. Daniel se vistió con la ropa sencilla que había en el rincón de la habitación y salió al exterior. El cielo estaba despejado y el sol apenas comenzaba a elevarse sobre las colinas. El campo se extendía ante él, con campos de trigo dorado y pequeños caminos de tierra que se perdían en el horizonte.
El primer desafío fue encontrar algo de trabajo. Daniel se dirigió al pueblo cercano, donde los residentes parecían ser amables pero también recelosos de los forasteros. Se acercó a una mujer mayor que estaba trabajando en un jardín.
—Disculpe, señora. Soy nuevo en el área y estoy buscando trabajo. —dijo con una sonrisa amistosa.
La mujer lo miró de arriba abajo, evaluándolo antes de responder.
—Si buscas trabajo, joven, puedes empezar por ayudarme con la cosecha. El pago no es mucho, pero te dará algo de experiencia.
Daniel aceptó el trabajo sin dudar. Pasó el día bajo el sol, recogiendo vegetales y aprendiendo sobre la vida rural. Con cada tarea completada, sentía que el sistema le otorgaba puntos de experiencia, y sus habilidades como campesino comenzaban a mejorar. Sin embargo, la misión principal que le había sido asignada seguía en su mente, como una voz persistente que lo llamaba.
La noche cayó rápidamente, y Daniel, cansado pero satisfecho con el progreso, se dirigió a la posada local para descansar. La posada era un lugar modesto pero acogedor, y Daniel encontró una cama en la que recostarse. Mientras trataba de conciliar el sueño, una conversación en la sala común llamó su atención.
—¿Has oído hablar de la princesa Lyra? —dijo un hombre de mediana edad a otro.
—Sí, es una mujer hermosa pero temida. Dicen que su corazón está tan frío como el hielo, y su belleza es su mayor arma —respondió el otro, con un tono de respeto y temor.
Daniel frunció el ceño. La mención de una princesa le llamó la atención. En su antiguo mundo, había leído muchas historias sobre princesas y caballeros, pero esta era diferente. Se preguntó qué papel podría desempeñar en la vida de esta misteriosa princesa Lyra y cómo podría afectar su misión.
Al día siguiente, mientras terminaba su trabajo en el campo, Daniel decidió que tenía que aprender más sobre la princesa y el reino. La idea de unirse al ejército y convertirse en caballero parecía cada vez más real. Necesitaba mejorar sus habilidades y prepararse para lo que le esperaba.
Con el primer rayo de sol de la mañana siguiente, Daniel se dirigió hacia el cuartel del ejército del reino, donde esperaban nuevos reclutas. Su corazón latía con emoción y nerviosismo mientras se acercaba a la entrada. Sabía que el camino sería arduo, pero también entendía que cada paso lo acercaría a su objetivo final: proteger y enamorar a la enigmática princesa Lyra, y encontrar su lugar en este nuevo y fascinante mundo.
Capítulo 2: La Entrada al Cuartel
El cuartel del ejército del reino era un imponente complejo de piedra, situado en el borde de la ciudad fortificada. Desde la distancia, se podía ver la muralla que rodeaba la fortaleza, alta y robusta, con torres de vigilancia que se alzaban como centinelas implacables sobre el horizonte. El bullicio de los soldados entrenando y el sonido de los metales chocando se mezclaban con el eco de los gritos de órdenes.
Daniel se acercó a la entrada principal, sintiendo un cóctel de nervios y emoción en el estómago. La gran puerta de hierro estaba custodiada por dos guardias de aspecto severo, que inspeccionaban a todos los recién llegados con miradas críticas.
—¿Qué deseas? —preguntó uno de los guardias, con voz grave.
—Quiero unirme al ejército —respondió Daniel con firmeza, tratando de mantener la calma.
El guardia lo miró de arriba abajo, evaluando su apariencia. A diferencia de los soldados experimentados, Daniel llevaba las ropas simples de un campesino y no tenía ninguna señal de entrenamiento militar. Sin embargo, su determinación era palpable.
—¿Tienes alguna experiencia previa en combate? —preguntó el guardia, arqueando una ceja.
—No, pero estoy dispuesto a aprender y a dar lo mejor de mí —respondió Daniel, tratando de proyectar confianza.
El guardia asintió lentamente y, tras un breve intercambio de miradas con su compañero, dijo:
—Muy bien, entra. Tendrás que pasar por un periodo de prueba para demostrar que eres apto.
Daniel agradeció y cruzó la puerta, sintiendo el peso de la responsabilidad y el desafío que le esperaba. Dentro del cuartel, se encontró en un patio amplio, donde los soldados entrenaban bajo la supervisión de oficiales. El lugar estaba lleno de actividad, con soldados corriendo, entrenando con espadas y practicando tácticas en grupos.
Un hombre corpulento, vestido con una armadura de plata que reflejaba la luz del sol, se acercó a él. Era el comandante del cuartel, un hombre de rostro severo pero con una mirada que transmitía autoridad y sabiduría.
—¿Eres el nuevo recluta? —preguntó el comandante con voz grave.
—Sí, señor. Mi nombre es Daniel Fernández —respondió Daniel, tratando de sonar seguro.
—Bien, Daniel. Te someterás a una serie de pruebas para evaluar tu potencial. Aquí, no importa de dónde vienes, solo lo que eres capaz de hacer. Ven conmigo.
El comandante condujo a Daniel a una zona de entrenamiento más tranquila, donde se encontraban varios caballos y equipo de combate. Daniel miró los arneses y las espadas con admiración, sintiendo una oleada de emoción ante la perspectiva de finalmente comenzar su entrenamiento.
La primera prueba consistió en un recorrido de agilidad en el que Daniel tuvo que demostrar su rapidez y coordinación. A pesar de no tener una formación militar previa, sus reflejos mejoraron rápidamente gracias a la adiestrada observación del entorno y su motivación.
—No está mal para un principiante —comentó el comandante, evaluando el desempeño de Daniel con una mezcla de sorpresa y aprobación—. Ahora, la siguiente prueba es el combate cuerpo a cuerpo. Deberás enfrentarte a uno de nuestros mejores soldados.
Daniel tragó saliva. El combate cuerpo a cuerpo era algo que nunca había experimentado antes, y el temor se mezclaba con la determinación. El soldado al que enfrentaría era un hombre alto y musculoso, que se acercó con una sonrisa segura.
El combate comenzó con una serie de movimientos rápidos y precisos. Aunque Daniel intentó seguir el ritmo del soldado, sus movimientos eran torpes al principio. Sin embargo, con cada golpe que recibía, se levantaba con más determinación y aprendía a anticipar los movimientos del oponente. Su agilidad y resistencia se convirtieron en sus mejores aliados, permitiéndole esquivar los golpes y encontrar oportunidades para contraatacar.
Al final de la prueba, aunque Daniel no logró derrotar al soldado, el comandante observó con interés.
—Tienes un buen sentido de la lucha y un espíritu fuerte. Eso es algo que no se aprende en libros. Sin embargo, necesitarás más entrenamiento y disciplina para alcanzar el nivel de un caballero —dijo el comandante, asintiendo con aprobación.
Daniel asintió con gratitud, consciente de que había dado el primer paso hacia su meta. La jornada de entrenamiento continuó, y a medida que pasaban los días, Daniel empezó a adaptarse a la vida en el cuartel. Cada mañana, se levantaba antes del amanecer para entrenar y perfeccionar sus habilidades. Se convirtió en un aprendiz dedicado, ansioso por aprender de los mejores.
Pero en sus momentos de descanso, su mente siempre volvía a la misteriosa princesa Lyra. Había escuchado rumores sobre ella en la posada y entre los soldados: una mujer de extraordinaria belleza y poder, pero también de un carácter despiadado. A pesar de las advertencias, algo en la forma en que hablaban de ella despertó la curiosidad de Daniel. Sentía que había algo más detrás de su fachada fría y temida, y estaba decidido a descubrirlo.
Una noche, mientras caminaba por el patio del cuartel bajo las estrellas, Daniel vio una figura que se destacaba entre las sombras. Era un joven soldado que hablaba en voz baja con un grupo de compañeros. El tema de su conversación era inconfundible: la princesa Lyra.
—Dicen que tiene un corazón helado y que solo se preocupa por el poder —decía uno de los soldados—. Pero hay rumores de que incluso los más cercanos a ella no comprenden del todo su verdadero yo.
El corazón de Daniel latió con más fuerza. Sabía que para proteger a la princesa y ganarse su afecto, tendría que comprender los secretos que guardaba. Y para hacerlo, primero debía ganarse el respeto de todos en el cuartel y demostrar que tenía lo necesario para convertirse en un caballero.
La determinación se apoderó de él con renovada fuerza.
Capítulo 3: El Primer Encuentro
La mañana en el cuartel comenzó como cualquier otra, con el sol saliendo sobre el horizonte y el patio lleno de la actividad constante de entrenamiento. Daniel, ahora acostumbrado a la rutina, se dedicaba a perfeccionar sus habilidades bajo la atenta mirada de los instructores. El esfuerzo y la disciplina estaban comenzando a dar frutos; su agilidad y técnica mejoraban cada día, y ya empezaba a ganar el respeto de sus compañeros.
Sin embargo, su mente no estaba completamente enfocada en el entrenamiento. La figura de la princesa Lyra seguía ocupando sus pensamientos, como una sombra intrigante que se negaba a desvanecerse. Había escuchado más rumores sobre ella, y todos eran contradictorios: algunos decían que era cruel y despiadada, mientras que otros insinuaban que había una tristeza oculta tras su imponente fachada.
Una tarde, mientras Daniel se tomaba un breve descanso, uno de los veteranos del cuartel, un hombre llamado Ser Geraint, se acercó a él. Ser Geraint era un caballero experimentado conocido por su sabiduría y su habilidad en combate. Su presencia imponía respeto, y su mirada amable escondía una mente aguda.
—He oído que estás interesado en convertirte en caballero —dijo Ser Geraint, con un tono que no admitía réplica.
—Sí, señor. Es mi mayor deseo —respondió Daniel, levantando la vista.
—Bien. Para ser un buen caballero, debes entender no solo el arte del combate, sino también el mundo que te rodea. ¿Sabes algo sobre la princesa Lyra?
Daniel se sorprendió por la pregunta. Había intentado mantener sus intereses en secreto, pero parecía que su curiosidad no había pasado desapercibida.
—He escuchado rumores, señor. Pero no sé mucho más.
Ser Geraint asintió lentamente.
—La princesa Lyra es un enigma para muchos. La gente la teme y la respeta, pero pocos conocen su verdadero yo. Ella juega un papel crucial en el reino, y sus decisiones afectan a todos. Si deseas protegerla y quizás ganarte su favor, tendrás que comprender más sobre ella.
Daniel asintió, sabiendo que las palabras de Ser Geraint eran sabias. Su mentor continuó.
—Hoy, se celebra un evento importante en el castillo: un torneo en honor a la llegada de un emisario extranjero. La princesa estará presente, y es una buena oportunidad para observarla. Pero recuerda, no te acerques demasiado. Los guardias son estrictos y cualquier movimiento sospechoso será castigado.
El corazón de Daniel se aceleró ante la perspectiva de ver a la princesa por primera vez. Agradeció a Ser Geraint y se preparó para el evento. Con la esperanza de hacer una buena impresión, se vistió con el uniforme de entrenamiento más presentable que tenía y se dirigió hacia el castillo.
Al llegar, se encontró con una multitud de nobles y soldados que habían venido a presenciar el torneo. La atmósfera estaba cargada de anticipación y excitación. El gran salón del castillo estaba decorado con banderines y luces brillantes, y el escenario estaba preparado para el torneo. Daniel se mezcló entre la multitud, observando atentamente.
Finalmente, la puerta principal se abrió, y un grupo de guardias escoltó a la princesa Lyra hacia el salón. Daniel sintió una oleada de asombro al ver a la princesa por primera vez. Lyra era una figura deslumbrante, vestida con un vestido de seda azul profundo que resaltaba su elegancia y gracia. Su cabello dorado caía en ondas suaves sobre sus hombros, y sus ojos, de un verde intenso, parecían observar el mundo con una mezcla de desdén y curiosidad.
La princesa se sentó en un trono elevado al borde del escenario, observando el torneo con una expresión impasible. Daniel se dio cuenta de que su presencia dominaba la sala; incluso el bullicio se calmó al entrar ella. La belleza y el aura de autoridad que emanaba eran innegables.
A medida que el torneo comenzaba, Daniel observó cómo los competidores luchaban con destreza y habilidad. Sin embargo, sus ojos no podían separarse de la figura de Lyra. La princesa parecía distraída, a veces murmurando algo a su lado. Su mirada se cruzó con la de Daniel durante un breve instante, y él sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en su mirada que le decía que no todo era lo que parecía.
El torneo continuó con varios eventos, y Daniel trató de no parecer demasiado interesado en la princesa. Sin embargo, sus pensamientos estaban en ella, tratando de descifrar el misterio que la rodeaba. Observó con atención la forma en que interactuaba con los demás, la manera en que mantenía una distancia elegante pero fría.
Finalmente, el torneo llegó a su fin, y los nobles comenzaron a dispersarse. Daniel se encontró en un rincón del castillo, aún tratando de procesar lo que había visto. Mientras caminaba hacia la salida, sintió una presencia a sus espaldas. Se dio la vuelta y vio a una figura encapuchada que se acercaba sigilosamente.
—Eres el joven recluta que estaba observando el torneo, ¿verdad? —preguntó la figura en voz baja.
Daniel se sorprendió y se adelantó un paso.
—Sí, soy yo. ¿Quién eres?
La figura se descubrió la cabeza, revelando a una mujer de rasgos elegantes y ojos oscuros que reflejaban la luz de las antorchas.
—Mi nombre es Eveline. Soy una de las sirvientes del castillo y he visto tu interés en la princesa —dijo la mujer con una voz suave pero firme—. Si realmente deseas conocer a la princesa Lyra y ayudarla, debes saber que no es una tarea sencilla. Ella es… complicada, y sus motivos están envueltos en misterio.
Daniel se inclinó ligeramente, mostrando respeto.
—Quiero entenderla y protegerla. Hay algo en ella que me llama, y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para cumplir con mi misión.
Eveline lo miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.
—Entonces debes prepararte. Lo que buscas no será fácil de alcanzar. La princesa no es solo una figura de poder, sino también alguien que lleva un peso muy grande sobre sus hombros. Pero ten cuidado, hay quienes no quieren que su verdadero yo sea conocido.
Con esas palabras enigmáticas, Eveline se despidió, dejando a Daniel con más preguntas que respuestas. Sabía que el camino por delante sería arduo y lleno de desafíos, pero la visión de la princesa Lyra y el deseo de comprenderla y protegerla seguían siendo su guía.
Daniel regresó al cuartel con la mente agitada pero resuelta.
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