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Corazón De Dragón

Mi nueva realidad

—¡Terminen con ella!, nos pagaron muy bien por este trabajo—

En la esquina más profunda de aquel pabellón, se encontraban cinco mujeres, dándole fin a una sexta.

Ángela siempre fue demasiado ingenua con los que tenía a su alrededor, por esa razón fue traicionada de la peor manera. Casada con un hombre rico y muy poderoso, teniendo ella también varias empresas y dinero a su nombre, decidió confiar en la persona equivocada. Fue acusada de malversación de bienes y terminó recluida en la cárcel, a pesar de todo el esfuerzo que puso su esposo en intentar ayudarla, nada fue suficiente, su propia familia quería terminar con ella y su amado esposo, murió horas antes.

Justo este era el momento en qué mantenían su cabeza bajo el agua para poder acabar con ella.

Agachada y con todo el rostro bajo el agua fría y sucia, decidió por fin respirar y no poner más resistencia, aunque no sabía que su esposo había muerto ya, simplemente sintió que no había más por que vivir, si su vida terminaría de esta forma, no le quedaba más opción que dejar actuar al destino. Su línea de vida terminó, dejando caer su muy ligero cuerpo y llenando de líquido sus pulmones; ahogada, recluida y traicionada, fue como ella terminó.

—¿Lo entendiste?, harás lo que se te dijo y no abrirás la boca demás—

En una habitación grande, tan espaciosa que más bien parecía un salón antiguo, por el tipo de decoraciones en su interior.

Mirando a su alrededor, confundida por lo que estaba pasando, giraba su cabeza de izquierda a derecha y viceversa. Sin comprender lo que sucedía, asintió ante las palabras de la mujer frente a ella.

—Llévenla a su habitación y cuiden la puerta, tiene prohibido salir, se irá hasta que vengan por ella— la voz fuerte y fría de la mujer adulta, ordenó.

Caminando por un lugar desconocido, simplemente siguiendo los pasos de quienes iban frente a ella, una joven de aspecto pálido, caminaba con elegancia, precisión y firmeza, aparentemente el cuerpo se movía solo, pues definitivamente la mente dentro del cuerpo, no podía siquiera procesar lo que estaba sucediendo.

—«Es un sueño, no puede ser de otra forma»— para sus interiores habló y de manera disimulada, pellizcó con fuerza su brazo derecho, confirmando que no era un sueño, sino más bien su nueva realidad.

Una distancia considerable había sido caminada, cuando por fin toparon con una puerta grande, color blanco. La abrieron y la instaron para entrar.

—Me encargaré de traerle la cena princesa, trate de comer muy bien, nuestro futuro depende de usted y su sacrificio— la uniformada al costado derecho de la puerta, informó y jaló la puerta para cerrarla y ponerle llave por fuera.

Había salido de una prisión para al parecer llegar a otra, —“la vida puede ser tan cruel, como para tener el mismo final dos veces”— pensó con amargura.

Fijó su mirada en aquel interior y vio detenidamente cada centímetro, quería entender su nueva realidad. Al ser creyente fiel de mundos fantásticos a pesar de ser una empresaria y esposa exitosa, siempre le pareció increíble poder entrar a mundos completamente diferentes, en lo que con su imaginación podía creer y crear lo que ella quisiera.

Una habitación simple, color blanco y espaciosa, tanto que le pareció sospechoso que no hubiese más que una simple cama y un buró, al que se dirigió con la misma elegancia que la caracterizaba en su vida pasada. Apenas dio unos cuantos pasos y pudo ver en el espejo frente a ella, estaba una joven de tal vez unos 19 años, todo en ella cambió de repente, de ser castaña pasó a ser albina y claro que sus ojos cafés, se transformaron en unos hermosos ojos azul cielo, piel pálida y parecía enfermiza, pues los huesos casi podían notarse por sobre su piel, sin embargo lo que más le agradaba, era el hecho de tener orejas puntiagudas, exactamente como lo imaginó algunas veces como terrenal. Era una elfa y al parecer de la realeza.

—«¿Quién eres y que te han hecho?»— esperaba tal vez recibir una respuesta, aunque esto no sucedió en el instante.

Tocó cada parte de su nuevo rostro y sonrió, era hermosa, pero si pulía un poco el cascarón, su belleza florecería aún más. Siguió explorando el gran espacio y pronto se encontró con cientos de libros, parecían no haber sido leídos nunca, ya que las pastas estaban completamente limpias, libres de suciedad o algún indicio de uso. Decidió tomar uno, quiso intentar leerlo, pero cayó de sus manos cuando éstas se dirigieron a sostener sus sienes por un fuerte dolor de cabeza, ocasionado por los recuerdos de la antigua ocupante del cuerpo.

Dagny Åsen, criada como si no existiera dentro de su familia, la segunda princesa, pero aún así, despreciada por sus padres y hermana. Encerrada en la habitación más alejada, en la torre más alta del castillo. Nunca supo por qué no la quisieron, mucho menos lo quiso investigar, trató de vivir con simplicidad y no dio señales de existencia, hasta que un día la guerra entre elfos y dragones podía darse.

La forma que encontraron para seguir en paz, fue comprometer a los siguientes en la línea de sucesión y así comenzar una nueva era, en la que ambos bandos convivirían en armonía.

A pesar de no ser la hija mayor, decidieron que sería Dagny la que se casaría con el príncipe de los dragones. Los padres de ésta, no podían permitir entregar a su hija favorita a un hombre que ya contaba con tres concubinas, simplemente sabían que su vida se convertiría en un caos total, así que su plan fue sacrificar a la segunda, la odiada y no querida.

La hermosa princesa, solo aceptó la decisión de los reyes y no se opuso. De alguna forma tenía que salir de aquel lugar, fue una manera de tomar esa situación a su favor. Aunque no se sabía que pudo suceder para que Ángela utilizara su lugar y ahora era ella quien lidiaría con los sucesos próximos.

Inicio

A pesar del intenso dolor, los ojos de la albina brillaron como si hubiese visto lo más hermoso en el mundo. Siendo fan de las historias de fantasía, sus seres favoritos siempre fueron los dragones y ahora, justamente tendría la oportunidad de mirar a uno o tal vez más. No podía simplemente perder la grandiosa oportunidad de congeniar con aquellos seres, descritos como mágicos, feroces, poderosos y formidables, aunque en ese momento lamentaba no haber llegado en aquel bando, se daría a la tarea de investigar todo sobre ellos.

Volvió a tomar el libro que había dejado caer y se puso a leer, no sería el único y tampoco sabía cuándo es que irían por ella, así que utilizaría todo su tiempo en empaparse de historia, sobre el mundo de los dragones, ya que saber de los elfos no le importaba realmente, pues pronto dejaría su hogar y sería entregada a sus más grandes enemigos. Para ella sería lo mejor que pudiera pasar.

Leyó todo el día y noche, simplemente dormía un par de horas para no desvanecerse por completo y claro que comía todo lo que le llevaban, no podía permitirse volver a morir sin antes haber visto y tocado a un verdadero dragón.

Paso un día, luego dos, hasta que se cumplió una semana.

Se escuchó sonar la puerta y algunas personas uniformadas, entraron y se propusieron despertarla.

—¿Será buena idea despertarla?, deberíamos abducirla ahora mismo, así no hace ningún berrinche por no quererse ir a Athel— la voz juvenil de alguien propuso.

La albina estaba despierta desde que llegaron y entraron, no hizo ningún ruido para averiguar sobre el motivo que llevaba a esas personas visitar su habitación sin previo aviso.

Iniciaron un conjuro tal vez, se escuchaban palabras totalmente desconocidas par Dagny y enseguida la enredaron en una sabana.

—«Ahora, ¿qué es lo que pretenden hacer?. ¡No!, un momento, Athel es el reino draconiano. Ustedes sigan, no pondré objeción alguna»— al recordar de que se trataba, se relajó y solo esperaba con ansias el poder conocer aquel lugar maravilloso del que estuvo leyendo todo esté tiempo.

Así como la llevaban envuelta, la dejaron dentro de un carruaje y le indicaron al cochero y guardias a dónde debían llevarla.

No fue un día completo, pero si muchas horas en las que estuvo viajando de una manera tan incómoda, que no podía aguantar más, estaba dispuesta a descubrirse ante cualquiera que estuviese con ella dentro del carruaje y por fin comenzó a moverse. Cuando por fin pudo deshacerse de la sábana, pudo darse cuenta que su diminuta ilusión, era solo cosa de su imaginación. No había nadie ahí, simplemente eran el cochero, dos guardias y ella, lo supo porque estuvo mirando a través de la ventana.

—Como si me importara su amabilidad, yo no la tendré después de hacer lo que tengo pensado— en su rostro se mostró una hermosa sonrisa, que demostraba lo feliz que de verdad estaba por llegar a Athel y conocer a cierta persona, la única capaz de hacerse su aliada, pues al tener conocimiento de negocios, sabe perfectamente como manejar ciertos asuntos, con cierta persona.

Y así pasó otra gran parte del día, para Dagny se había hecho muy pesado, el tener que viajar así, sin siquiera poder salir a caminar un poco, pero sobretodo, la comida y agua que había estado comiendo en el camino, ya que lo encontró dentro del carruaje, estaban haciendo efecto y necesitaría ir al baño lo más pronto posible.

De un momento a otro, se sintió como el carruaje se detuvo, fue tanta la sorpresa que Dagny chocó contra la ventanilla que daba al frente del carruaje.

—¿Pero que carajos?— se le ocurrió gritar, se le olvidó por completo el hecho de que las personas afuera, creían que aún estaba inconsciente.

Pronto se escuchó como la puerta del carruaje se abrió de manera abrupta.

—Alteza, veo que ya está despierta— habló un hombre de edad madura, de más de 30 años.

—Fue por el fuerte freno del carruaje, ¿qué ocurrió?— era inteligente y pudo responder sin sospechas.

—Nos cruzamos con un árbol tirado, debemos moverlo para continuar, eso nos llevará algo de tiempo, solo espere para que continuemos con el viaje, aún falta para nuestro destino— con el ceño fruncido, le explicó

—Muy bien— se bajó del carruaje, casi empujando al hombre. —Haré un par de cosas mientras ustedes hacen esto— comenzó a caminar hacia una zona con matorrales y plantas algo grandes.

Los guardias vieron esto y uno de ellos apuntó su espada en contra de la chica. —Mejor regrese al carruaje, lo cerraremos con llave para que no pueda escapar— regañó

—¿Te atreves a alzar tu arma en contra de la única persona que puede salvarlos de perder la guerra en contra de los dragones?, no seas patético, además si quisiera huir, lo hubiera hecho sin que se den cuenta, ahora quita tu espada y déjame ir a hacer mis necesidades— su rostro blanco y terso, se había transformado en uno rojo y lleno de furia. Miró directamente al hombre y a éste no le quedó más opción que dejarla continuar, pues tenía razón, nadie más podría ocupar su lugar.

Los tres hombres comenzaron con la labor de mover el árbol, afortunadamente no era tan grande y tampoco obstruía todo el camino.

Mientras tanto, Dagny se tomó su tiempo para hacer lo que debía, jamás imaginó hacer algo como eso, siempre fue alguien de la alta sociedad y justo ahora estaba sentada ahí, haciendo sus necesidades y con miles de dudas del como debía limpiarse más adelante.

—Esta es tu vida ahora, acostúmbrate— se reprendió a si misma

Pasados largos minutos, la albina regresó y los hombres también estaban terminando lo que habían empezado. Subió al carruaje nuevamente y un par de minutos después, el camino continúo.

Pasaron otras cuatro horas para que por fin el carruaje volviera a detenerse.

—¿Hemos llegado?— preguntó desde dentro

—Falta muy poco, por favor cámbiese de ropa para que se vea presentable frente a quienes la presentaremos.

Uno de los guardias le entregó un vestido, zapatos adecuados y todo lo que necesitaba para estar presentable, pues por la manera en como la sacaron, apenas si llevaba un camisón lo suficientemente grande que cubría casi todo su cuerpo y si, estaba descalza.

Para recibir las cosas, salió del carruaje y por obra del destino, cerca se escuchaba correr agua, por lo que decidió irse a bañar, no pensaba presentar sus respetos a los reyes de Athel así como estaba, después de lo que había pasado.

—Me bañaré, espérenme aquí—

—La acompañaremos— al unísono hablaron los guardias

Dagny torció los ojos, por supuesto no le gustó para nada aquella insinuación. —Pasaré por alto que son un par de pervertidos y no haré nada cuando sea Reina, así que quédense en el lugar que están— con una sonrisa sarcástica y hablando entre dientes, les dijo.

Llegada

A los hombres no les quedó opción que hacer caso a lo que se les dijo, pues la mirada tan directa de Dagny, realmente daba miedo.

Dagny caminó unos 200 metros y se encontró con un pequeño claro, el lugar perfecto para meterse a lavar su cuerpo como pudiera. Se tomaría su tiempo para esto, así que se quitó la ropa ya estando dentro del agua, que aunque un poco fría, era reconfortante para ella. Nadó por un rato y después decidió salir para cambiarse y darle fin a ese largo viaje.

Regresó al carruaje totalmente transformada de como iba al principio y así el viaje siguió

—Nick, Nick, Nick…— los pensamientos fueron esfumados por alguien que le aventó agua fría a la cara.

—Disculpe alteza, ¿me decía?— habló

—He terminado, ya podemos irnos. ¿Debo preocuparme por algo?—

—No es nada, sigamos— se sacudió un poco y subió a su caballo.

Aquel hombre de aspecto varonil y joven, había ido a traer un poco de agua al claro, era para que su señor se pudiera lavar la cara, pero cuando estaba volviendo, pudo ver cómo una hermosa mujer llegaba al lugar y se metía a nadar, decidió esperar hasta el final y jamás se arrepentirá de haber recibido por ello un buen regaño, incluso aquella agua en el rostro.

—»Es hermosa«— continuó recordando lo que sus ojos habían visto, en su rostro se formó una gran sonrisa, que claramente, su acompañante pudo notar.

Por otra parte, Dagny había terminado el recorrido de su largo viaje, le avisaron que debía bajar y así lo hizo.

—Está es la princesa del reino élfico, la entregamos como se prometió— el cochero habló

—Me presento, mi nombre es…— estaba haciendo una reverencia, pero fue interrumpida por una de las mujeres que fue por ella.

—Muy bien, nos la llevamos, recuerden decirle a sus reyes que tienen una ceremonia a la cual asistir en dos semanas, los ancianos darán su bendición y después de eso se planeará la boda—

Con esto, la mujer se fue directo a su carruaje al igual que los que acompañaron a Dagny hasta aquel lugar, sin darle tanta importancia al hecho de que tenían frente ellos a un integrante de la realeza.

—Tu irás en ese carruaje, es el más adecuado para la gente como tu— señaló otra de las mujeres y se subió igualmente al carruaje donde estaba la otra mujer.

Dagny sin decir nada, subió al carruaje que le designaron, por el olor, pudo darse cuenta que era el que utilizaban para hacer mandados o incluso en el que transportaban la basura.

—Recuerda el plan, al final tienes experiencia haciendo grandes negocios y cerrando tratos— suspiró profundamente.

—Pobre tonta, si cree que le obedeceré, está muy equivocada. Fue una humillación que la familia Sound fuera tratada de esta manera, somos altos mandos y me envían a servirle a alguien como esa basura—

—Digo lo mismo, simplemente no entiendo porque la reina nos hace esto, seguramente está teniendo problemas de la cabeza—

—De cualquier forma, a mi ya me pagaron muy bien para hacerle la vida imposible a esta mujer, la concubina Umeko está furiosa por su llegada—

—A mí también me pagó por adelantado la concubina Chiara, ella está igual que las otras dos, se imaginaban subir al trono, pues era lo esperado, pero tuvieron que hablar sobre la estúpida colaboración para mantener la paz—

Una plática amena, se daba entre las dos mujeres, pensando que era totalmente privada, sin embargo jamás imaginaron que Dagny las podría escuchar, ya que con el paso de los días, descubrió que además de ser una elfa real, también contaba con ciertos dones de curación, velocidad, oído y vista avanzados. Su alcance puede ser de muchos metros, lo comprobó al escuchar muchas conversaciones dentro del castillo donde la tenían, también pudo ver lo que hacían otras personas a cientos de metros de distancia.

—Será más difícil de lo que esperaba, aunque no es la primera adversidad en mi existencia— su resignación no llegaría pronto, en su vida anterior tuvo que lidiar con este tipo de gente, pero pudo controlar cada situación, eso continuará así, mientras nadie domine su mente.

Intentando no escuchar más la conversación ajena, decidió mirar por aquella puerta casi a punto de caerse del carruaje. El lugar era bonito, tal y como se describían en los libros o incluso mucho más, no obstante, al cruzar un arco hecho de flores rojas, pudo notar que de un segundo a otro, habían llegado a una ciudad, pues se veían infinidad de construcciones, sus ojos quedaron maravillados por lo que veían, no fue hasta que alguien la tomó de la manga del vestido que salió de su asombro.

—Lady, debe bajar de este carruaje, hemos llegado y debe parecer que llegó en el carruaje que vienen sus doncellas— habló el cochero

Sin nada que decir, Dagny solo hizo caso a lo que le dijeron y se subió para poder aparentar que la gente de Athel hacía bien su trabajo.

Fueron solo minutos los que pasaron para que llegaran hasta las puertas del castillo principal, un lugar hermoso, casi en su totalidad dorado, con tonos plateados y blancos, una enorme construcción de al menos unos cuatro pisos, con muchísimas habitaciones, salas y otros lugares.

—Baje, debe saludar a sus majestades y ni se atreva a preguntar por el príncipe, él no quiere conocerla ni tratar con usted— habló la segunda doncella, de nombre Giss.

—Entiendo— asintió

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