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Sueños De Amor

Capitulo I Ridiculez

"¿A qué hora llega nuestra niña?", pregunto Isamel Suárez, un hombre mayor de cabello blanco y mirada cansada, desde hace treinta años trabaja en la mansión Méndez como el chef de la familia.

"A las cinco viejo, ya ansío ver a mi hija, tenemos tres años alejados de ella, es la primera vez que estamos tanto tiempo sin verla", respondió Miranda Nova, ella se desempeñaba como personal de limpieza de la mansión Méndez.

Ambos habían dedicado toda su vida a trabajar para los Méndez, quienes eran la familia más importante, adinerada e influyente del país, los señores Méndez eran personas sencillas y de buen corazón, siempre dispuestos a ayudar a los demás, gracias a ellos la hija de los Suárez se había ganado una beca y había ido a estudiar al extranjero. Por agradecimiento los Suárez habían dedicado su vida a esa familia, a pesar de que muchas veces eran tratados con desprecio por el hijo de la familia, Sergio Méndez, un hombre de veintisiete años, engreído, déspota, mujeriego y sin sentimientos. Se cree el dueño del mundo solo por tener dinero.

"¿Ustedes dos que tanto hablan?", dijo Sergio entrando a la cocina.

"Estamos felices, hoy llaga nuestra hija y estamos emocionados por verla", respondió Miranda sonriendo.

"Como sea, ¿dónde están mis padres?", pregunto tan déspota como siempre.

"Los señores salieron a uno de sus centros de caridad, señor", respondió Miranda, sería.

"Nunca van a cambiar, siempre haciendo caridad con esos... En fin díganles cuando los vean que necesito hablar con ellos.", ordeno Sergio antes de salir de la cocina.

Ismael y Miranda se vieron por unos segundos antes de continuar con su trabajo, debían dejar todo listo, para poder ir a buscar a su hija sin problema alguno.

Por otro lado, Sergio salió de la casa de mal humor, en realidad a él le importaba muy poco lo que sus padres hicieran, de igual manera ellos nunca estuvieron presentes en su vida, siempre fue más importante su caridad que el apoyo a su propio hijo y para muestra un botón, la hija de la servidumbre gozaba de beneficios, porque según ella se había ganado una beca de estudios, pero estaba seguro de que esa carrera la habían pagado sus padres.

📱"Luciano está noche nos vemos en el bar de siempre, busca unas amiguitas", dijo Sergio a su mejor amigo a quien llamó mientras conducía su auto.

📱"Dalo por hecho, tengo un par de pollitas que te dejarán con la boca abierta", respondió Luciano desde su oficina.

📱"Hasta la noche entonces", dijo Sergio colgando la llamada, conociendo a su amigo seguramente estaba tratando de conquistar a su secretaria.

Siguió conduciendo hasta que llegó a la empresa de sus padres, ellos eran diseñadores de moda, uno se los mejores del país y aunque Sergio era un desastre en su vida privada, en lo laboral era otra historia. Reconocido a nivel mundial como un hombre de negocios exitoso, uno de los solteros más codiciados y uno de los hombres más ricos del mundo. Al entrar a la empresa su impresionante aura, su manera de caminar tan imponente, su mirada fría, su porte elegante, sus pasos firmes y decididos, llamaban la atención de los presentes. Sergio resaltaba en cualquier lugar al que entraba, pues sus ojos negros y mirada fría lo hacían lucir misterioso y atractivo al mismo tiempo, su cabello bien peinado y sin un solo mechón fuera de orden llamaba la atención de las féminas, su rostro varonil, hacía que muchas quisieran acariciarlo, su cuerpo bien trabajado y sus labios sensuales incitaban a ser besados, en fin él era un hombre que gustaría a cualquier mujer y él lo sabía.

"Señor aquí tiene su agenda, como ve tiene una junta en cinco minutos.", dijo Ingrid la asistente de Sergio.

"¿Por qué me hace entrega de la agenda?, se supone que usted es quien la maneja", pregunto Sergio confundido.

"Lo siento señor, pero acabo de pasar mi carta de renuncia." Respondió la mujer molesta.

"No la entiendo, pensé que estaba a gusto con su trabajo", comento Sergio indiferente.

"Como estar a gusto trabajando con un sujeto que después de estar conmigo ahora simplemente me ignora", respondió Ingrid indignada.

"Ya sabías los riesgos, no soy hombre de compromiso y si es lo que estabas buscando, entonces te deseo suerte", expreso Sergio agarrando la agenda e ignorando a Ingrid.

La mujer salió furiosa de la oficina de su ex jefe, fue una estúpida al pensar que podía hacer que un hombre con el corazón tan frío como un iceberg se enamorara de ella. Después de recoger sus pertenencias, Ingrid salió de la empresa bajo la mirada curiosa de sus compañeros.

Mientras tanto Sergio continuo con su trabajo como si nada, ahora tenía que buscar una sustituta para ese puesto y es que si bien Ingrid no era lo que él esperaba en la cama, su trabajo era otra cosa, sería difícil conseguir una asistente que lleve también sus asuntos como ella.

Sergio estaba perdido en sus pensamientos, cuando recibió una llamada de su mamá.

📱"La gran señora Ágata Marcano llamando a los pobres", dijo Sergio contestando el teléfono.

📱"Hola hijo, yo bien gracias y ¿tú?", respondió Ágata siendo irónica.

📱"Estoy ocupado madre, no tengo tiempo para perderlo en niñerías", respondió Sergio en un tono de voz distante.

📱"No voy a discutir contigo, te llamo para invitarte está noche a una cena familiar", dijo Ágata perdiendo la paciencia.

📱"¿Cuál sería el motivo de dicha cena?", pregunto Sergio despreocupado.

📱"Como sabes la hija de los Suárez y queremos recibirla de buena manera", respondió Ágata emocionada.

📱"Olvídalo, no iré a nada que tenga que ver con la servidumbre y si solo llamabas para esa ridiculez, entonces chao madre", Sergio colgó la llamada de muy mal humor, era inaudito que su mamá lo estuviera llamando para semejante estupidez, el ya tenía planes para esa noche y no los iba a arruinar yendo a recibir a una oportunista. Además lo que él recordaba de ella, era que no era nada agraciada y además le caía muy mal.

Capitulo II Primer enfrentamiento

En la casa de los Méndez, la atmósfera estaba cargada de emoción y nerviosismo mientras se organizaban los últimos detalles para recibir a la hija de los Suárez. Miranda no podía contener su ansiedad; cada día hablaba con su hija, pero nada se comparaba con el deseo de abrazarla nuevamente.

 "Debes estar muy feliz por el regreso de tu hija", comentó Ágata, observando a Miranda con una sonrisa cómplice.

"Así es, señora. La extraño tanto. No puedo esperar a tenerla aquí de nuevo", respondió Miranda mientras pulía el comedor, su mente llena de recuerdos.

"Tu hija es un verdadero tesoro. Cualquier familia estaría honrada de tenerla como nuera", dijo Ágata, dejando caer la frase con una media sonrisa que no pasó desapercibida para Miranda.

"Ella aún no piensa en eso, por lo que hemos hablado. Quiere concentrarse en su carrera y ayudarnos para que ya no tengamos que trabajar tanto", explicó Miranda, sin ocultar el orgullo en su voz.

"Sabes, nosotras las mujeres podemos cumplir nuestras metas y formar una familia al mismo tiempo. Quizás tu hija aún no ha encontrado el verdadero amor", explicó Ágata, dejando a Miranda sumida en sus pensamientos.

Una chispa de preocupación encendió en el pecho de Miranda; algo en la forma en que Ágata hablaba le hizo sospechar que tenía planes en mente. Alexa era su mayor tesoro, y estaba dispuesta a protegerla a toda costa. Finalmente, llegó la hora de la cena. La casa estaba vestida para la ocasión. Aunque Miranda prefería algo sencillo y acogedor, Ágata tenía otras intenciones. Su carácter fuerte y persistente siempre la llevaba a buscar lo que quería, sin importar las consecuencias. Había tenido una vida dura antes de casarse; había trabajado incansablemente para sobrevivir. La boda la transformó en una mujer fría y calculadora, capaz de mostrar una cara amable al mundo mientras ocultaba un lado oscuro.

A las siete de la noche, cuando Miranda escuchó el sonido del auto en la entrada, salió corriendo hacia la puerta. Después de cinco años viviendo en el extranjero y comunicándose solo por videollamadas, el momento tan esperado había llegado.

"¡Hija mía!, ¡al fin estás de vuelta!", exclamó Miranda al ver a Alexa bajar del coche.

"Mamá, te he extrañado tanto", respondió Alexa con un abrazo que parecía querer fusionarse.

"Estás hermosa, mi niña. Mírate, eres toda una mujer", dijo Miranda admirando cada detalle del cambio en su hija.

"No exageres, mamá. Solo he crecido un poco", contestó Alexa con modestia.

"Pero miren nada más, ¡la pequeña Alexa es toda una mujer!", intervino Ágata abrazando a Alexa con entusiasmo.

"Gracias, señora Ágata", respondió Alexa con una sonrisa genuina.

"No se queden ahí parados, por favor; pasemos a la casa", dijo Camilo Méndez, esposo de Ágata y padre de Sergio.

Camilo era un hombre educado y siempre mostraba una sonrisa cálida. Provenía de una familia adinerada conocida por sus diseños impecables y actividades altruistas. Desde pequeño le enseñaron valores como el respeto hacia los demás. Se había enamorado locamente de Ágata al primer vistazo y deseaba formar una familia grande con ella; pero las circunstancias lo habían impedido. Su hijo Sergio era su mayor preocupación; aunque lo amaba profundamente, sabía que no cumplía con sus expectativas.

"Gracias, señor Camilo", dijo Alexa mientras extendía su mano hacia él.

"Eres como una hija para mí. Te vi crecer y aunque estuviste fuera tanto tiempo, mi cariño hacia ti no ha cambiado", manifestó Camilo con sinceridad.

"Gracias, señor; ese cariño es mutuo", respondió Alexa devolviéndole la sonrisa.

Al entrar en la casa, risas y conversaciones llenaban el aire. Las maletas de Alexa fueron llevadas rápidamente a una habitación de invitados bajo las órdenes insistentes de Ágata quien deseaba hacerla sentir parte de su familia desde el primer momento.

"Señora, yo me puedo quedar en una de las habitaciones de los empleados", expresó Alexa modestamente al ver todo lo que estaban haciendo por ella

"Eres nuestra invitada, así que, te quedarás en una de esas habitaciones y no se discute", dijo Ágata imponente.

"Ok, señora. Igual les pido disculpas, pero esta noche saldré con unas amigas que llegaron conmigo y quedamos en ir a celebrar nuestro regreso a casa", dijo Alexa emocionada.

"¿Estás diciendo que llegarás tarde?", pregunto Miranda preocupada.

"No mamá, después de festejar me quedaré en casa de Irene, de hecho Lucia y yo nos quedaremos con Irene", explico Alexa.

"No pongas esa cara Miranda. Nuestra niña ha crecido y es normal que quiera divertirse", intervino Ismael queriendo aplacar la situación.

"Así es mamá, ya crecí y me puedo defender sola, además solo iremos mujeres y siempre hemos salido las tres y nos cuidamos la una a la otra", respondió Alexa con seguridad.

Mientras que Miranda asimilaba la situación, en el rostro de Ágata se dibujó una expresión de desacuerdo. Ella no quería que Alexa anduviera por la calle sola, no quería arriesgarse a que la joven se enamorara.

"Estoy de acuerdo con Miranda, la ciudad es muy peligrosa como para que una hermosa joven ande por ahí sola", intervino Ágata mirando a Alexa.

"Tranquilas, no me pasará nada, ahora si vayamos a cenar que muero de hambre", dijo Alexa yendo hacia la cocina.

Alexa estuvo hablando con sus padres un tiempo a solas, ella tenía una misión y era sacarlos de trabajar en esa casa, ya que sabía que no todo era amor y paz, pues Sergio Méndez era un engreído sin educación, él no se limitaba al momento de tratar mal al personal. Un recuerdo de cuando era niña

Pov

"Son unos inútiles, ¿quién es la encargada de planchar mis camisas?", grito Sergio bajando las escaleras.

"Disculpe joven, esa labor fue mía", respondió Miranda viendo a Sergio.

"Eres una incompetente, ¿acaso no sabes que está camisa vale el sueldo tuyo de un mes?, ¿ahora dime cómo harás para pagar esto?", continuo gritando Sergio mientras lanzaba la camisa al piso.

Está escena fue vista por Alexa, quien al ver cómo maltrataban a su mamá intervino, sintiendo una gran ira e impotencia.

"Si no te gusta como mi mamá plancha tu camisa, entonces deberías considerar hacerlo tú mismo", grito la pequeña Alexa pisando la camisa de Sergio.

"¿Qué haces mocosa impertinente?, ya verás, pagarás caro está ofensa", dijo Sergio rojo de la ira.

"No te tengo miedo, mocoso malcriado, cuando quieras te lo demuestro". Grito Alexa furiosa.

Los gritos llamaron la atención de Ágata quien se hizo presente en cuestión de segundos.

¿Qué está pasando aquí?", pregunto Ágata asombrada por la escena.

"Disculpe señora, Alexa es solo una niña y no sabe lo que hace". Dijo Miranda bajando la mirada.

"Quiero que esta gente salga de mi casa, ahora mismo", ordeno Sergio indignado.

"Aquí nadie se va a ir. Miranda llevé a su hija a la cocina mientras yo me encargo de mi hijo", respondió Ágata con prudencia.

Fin del recuerdo.

Esa fue la primera vez que Alexa se enfrentó a ese mal educado de Sergio, desde aquel día ellos no volvieron a llevarse bien.

Capitulo III La discoteca

Alexa fue con sus amigas a una discoteca, el lugar era ruidoso así como a ellas les gustaba. Fueron recibidas por un juego de luces de colores que parpadeaba al son de la música. Paredes decoradas con arte moderno que le daban un toque de sofisticación. Un enorme bar donde los bartenders preparaban cócteles exóticos. En la pista de baile estaban las personas disfrutando, moviéndose al ritmo de la música, misma que envolvía sus cuerpos.

Las tres se dirigieron a un espacio más tranquilo,. equipado con cómodos sofás, donde se podían relajar y hablar entre ellas. Era un ambiente festivo lleno de risas y un DJs que animaba con sus sorprendentes mezclas.

"¡Este lugar es increíble!", exclamó Lucia, animada.

"Sabía que te iba a gustar, lo busque por internet y decía que era un lugar único en la ciudad", expreso Alexa moviéndose al son de la música.

"Pidamos algo de tomar, ya quiero probar las exquisiteces que preparan los barmans", comento Irene animada.

"Mejor vayamos a la pista a drenar el estrés", respondió Alexa quien no se quedaba quieta.

Para complacer a su amiga Irene y Lucia fueron a la pista de baile junto a Alexa, quien no estaba disfrutando el tener que volver a la mansión Méndez, imaginar que podía toparse nuevamente con el engreído de Sergio le revolvía el estómago. Ya en la pista de baile, empezó a sonar una canción con un ritmo sensual, las chicas empezaron a moverse sin pudor alguno, dejando salir toda la sensualidad que había en ellas. Reían, se movían olvidando todo a su alrededor celebrando sus logros y el próximo éxito de un plan que tenían en mente.

Mientras las tres se divertían sin prestar atención a su alrededor, unos ojos oscuros y fríos se habían posado en las tres chicas, especialmente en la castaña que se movía de manera muy sensual. Desde su posición no podía ver bien el rostro de la joven, lo que si distinguía perfectamente era ese cuerpo tan bien trabajado que tenía.

"¿Conoces a esas chicas?", le pregunto Sergio a Luciano, quien estaba entretenido con una de las mujeres que había invitado ese día.

"¿De quienes estás hablando?", respondió el hombre dejando de lado a la mujer a su lado.

"Esas tres que están en la pista", dijo Sergio intrigado.

"Nunca antes las había visto, pero no están nada mal, esa castaña se mueve como las diosas", expreso Luciano con ojos de lujuria.

"Lo siento amigo, yo la vi primero", respondió Sergio mirando fijamente a Alexa.

Algo en ella se le hizo conocido, pero no sabía que. Dejando ese pensamiento de lado envío bebidas para las tres. Quería halagarlas y al mismo tiempo dejar una buena impresión de él.

Desde su posición podía observar todo lo que estaba pasando. Las jóvenes volvieron a su lugar, reservado solo para gente exclusiva: vio cuando ellas se sentaron, cuando el mesero llevo las bebidas y cuando la castaña lo rechazo, haciéndole una seña con el dedo medio.

Sergio estaba indignado por la actitud de la mujer, eso solo le daba la razón y él la conocía. Vio al mesero caminar con las bebidas de vuelta a su mesa.

"Disculpe señor, pero la señorita le manda a decir que aceptaba nada de desconocidos", explico el muchacho un poco nervioso.

"Dime lo que realmente dijo y no te preocupes de que tú no tienes la culpa", contesto Sergio queriendo saber que había dicho exactamente la castaña.

El mesero empezó a recordar cada palabra y relato lo ocurrido.

Pov

"Señoritas, buenas noches. Aquí les traigo un obsequio del señor Méndez", dijo el mesero amablemente.

"¡Uyyy que éxito!", exclamó Lucia aplaudiendo.

"Esta es nuestra noche de suerte", respondió Irene queriendo agarrar una de las copas.

"Queridas, nosotras no aceptaremos nada de ese hombre. Por favor joven dígale al señor Méndez que gracias, pero nosotras podemos pagar nuestras propias bebidas", manifestó Alexa con mucha seguridad.

"Señorita, disculpe que insista, pero es el señor Méndez, ¿acaso no sabe que él es...?", el joven intento explicar quién era Sergio; sin embargo, Alexa no lo dejo terminar.

"Sé quién es el señor Méndez: un arrogante, grosero, déspota, sinvergüenza, mujeriego, engreído, ¡ah!, y un idiota. Creo que eso es todo", respondió Alexa volteando al lugar donde estaba Sergio mostrándole su dedo medio.

Fin del recuerdo.

Sergio sonrió ante la actitud de Alexa, nunca ninguna mujer lo había tratado así, bueno hubo una que le decía esas cosas en la cara, pero era imposible que fuera la misma, ya que la hija de la sirvienta era una muchacha sin gracia y está que estaba frente a él era todo menos una X en la vida.

"Ja, ja, ja parece que te rebotaron", se burló Luciano riendo a carcajadas.

"Así que quieres jugar al gato y al ratón, vamos a ver cuánto te dura ese porte de mujer digna", comento Sergio ignorando las palabras de su amigo.

"Deja las bebidas aquí y te puedes retirar", dijo Luciano librando al mesero de la responsabilidad.

"Ahora vengo", dijo Sergio levantándose rápidamente.

Luciano vio extrañado como Sergio salía a toda prisa en dirección a los baños, por inercia miró al área donde se encontraban las tres chicas notando que la castaña no estaba con ellas. Sonriendo, Luciano pensó que al fin se le había hecho a su amigo, así que siguió su faena con la mujer que tenía al lado.

Por otro lado, Sergio siguió a Alexa hasta el baño de mujeres, pagando a los de seguridad para que nadie entrara, él quería saber cuál era el problema de esta mujer con él, ya que lo había dejado en ridículo ante su amigo.

"Hola preciosa", saludo Sergio con voz sexy.

"¿Qué demonios haces tú aquí?", pregunto Alexa con cara de disgusto.

"Solo quería saber ¿cuál era tu problema?", pregunto Sergio levantando una ceja.

"Señor Méndez, le pido por favor salga del baño", respondió Alexa con una mirada fría.

"¿Por qué no aceptaste las bebidas?", pregunto Sergio con una media sonrisa.

"Mira Sergio, déjate de juegos, tú y yo nunca nos hemos llevado bien, así que mejor regresa con tus amigos", respondió Alexa cansada de la situación.

"Ahora me tuteas, vamos avanzando", contesto él mirando a Alexa fijamente.

Sergio miraba a Alexa tratando de recordar donde la había visto antes, era obvio que ella lo recordaba a él, pero él a ella no.

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