El sonido de las campanadas del instituto resonó con fuerza en todo el lugar, anunciando a todos los estudiantes la salida de clases.
Los timbres en los pasillos tintinearon con la dulce melodía de despedida, alegrando a todos los jóvenes alumnos, quienes daban por terminado un pesado día de trabajo educativo, pero sobre todo porque las vacaciones de invierno comenzaban.
-Hoy mi hermano menor celebra sus 18 años, me dijo que invitará a tres amigas ¿Qué dicen, se anotan?- Una mujer de veinte y tantos años yacía de pie sobre la terraza del edificio principal del instituto, viendo a los estudiantes dirigirse a la puerta principal de este.
Ella y otra de las jóvenes que estaba a su lado vestía con el uniforme de educadora, en cuanto a la otra joven, vestía con una bata blanca que llegaba hasta sus rodillas.
Era la doctora del instituto, encargada de curar a los niños.
-Claro, el joven Li es un chico encantador y bien portado, por supuesto que iré, además, fue mi estudiante hace un año.- Respondió la otra chica vestida como profesora, animada por la invitación.
-¿Y tú, Flora? ¿Te apuntas?- Le pregunto animada la profesora que hablo primero a la joven doctora, mirándola con grandes expectativas.
La chica sonrió y empujando sus gafas hacia atrás, no pudo evitar soltar un suspiro.
-Primero iré a la biblioteca a por unos libros y luego las alcanzo. También tengo que comprar un regalo para el chico, era uno de los más atendidos cuando estaba en el instituto.- Respondió Flora con una sonrisa casual, soltando una risita.
Las dos chicas no pudieron evitar reírse también -Un niño travieso.- Dijeron las tres al unísono.
Flora agitó sus manos hacia sus amigas al verlas irse, despidiéndose hasta la hora que llegara la fiesta.
Al perderlas de vista, dio media vuelta y caminó con dirección a la biblioteca del Instituto mientras tarareaba una canción. Se sentía de buen humor.
Bajo la luz tenue del atardecer, ingresó al lugar, dirigiéndose directamente hacia la zona de libros médicos. Necesitaba algunas indicaciones sobre como tratar a sus estudiantes más sensibles.
Entre tantos libros, sus ojos buscaron los que le parecieron más importantes, encontrando entre ellos algunos bastante satisfactorios. Finalmente, sus ojos cayeron sobre un libro de color negro que tenía escrito en su lomo algunas palabras poco entendibles.
Se veía extremadamente viejo.
-'Por él, cumplo mil tareas'- Leyó con un susurro, un tanto intrigada por el título, no pudo evitar extender la mano y tomarlo, viendo varios grabados sobre la gruesa capa que tenía por cubierta.
Encontrando algo bonitos aquellos dibujos, abrió el libro, tan solo para que una luz cegadora la rodeará, haciéndola desaparecer del lugar.
Los libros que Flora había sostenido en sus brazos hace unos momentos cayeron al suelo con descuido, y el libro de color negro floto en el aire por unos segundos antes de cerrarse de golpe y desaparecer.
No dejó un solo rastro de haber estado allí.
Cuando Flora abrió los ojos, un gigantesco bosque apareció a su vista, dejándola completamente aturdida. Su boca se abrió de par en par y sus párpados temblaron.
No tenía ni la mínima idea de dónde se encontraba.
"Nombre de la participante: Flora Chang. Edad: 23 años. Especialidad: Doctora. Compatibilidad con el libro: 79.5%" De repente, una voz sonó en la cabeza de Flora, sorprendiendola hasta el punto de soltar un grito.
Se puso de pie, asustada. Sus ojos buscaron en los alrededores, sin embargo, no había nadie más que ella en este desolado lugar repleto de árboles frondosos.
Encontrar ayuda aquí sería imposible.
"La participante es la más compatible con el libro hasta ahora, la novela seguirá su curso. Por favor, le pido a la participante dar inicio a la tarea." La voz volvió a sonar en la cabeza de Flora, haciendo que su rostro se pusiera pálido.
-¿Iniciar la tarea?¡¿De qué demonios me hablas?! ¡Necesito que alguien me explique donde estoy y que hago aquí!- Exclamo en un grito la joven, apretando los dientes después.
"Mi nombre es Tao Tao, mi trabajo aquí es indicarte las tareas que tienes que realizar en la novela. Tal y como mencioné antes, eres la participante que el libro ha elegido para jugar el papel de protagonista secundaria femenina en esta novela."
Flora palmeo su bata blanca y se tomo su tiempo para procesar toda aquella información tan extraña y ligeramente ridícula ¿Estaba en otro mundo?¿Un libro de fantasía o algo así?
Mientras ella pensaba en ello, la voz continuó.
"La participante está obligada a terminar todas las tareas con éxito, sino, podría recibir una sanción y no será enviada de regreso a su mundo. En cuánto a lo demás, si la participante cumple satisfactoriamente todas las tareas, con menos de cinco sanciones, será enviada de regreso a su mundo cuando termine..."
Flora soltó un grito al escuchar esas palabras -¡Espera! ¡¿Qué quieres decir con eso?!- Exclamó conmocionada, su corazón comenzó a latir con fuerza, oyendo esas palabras una y otra vez en su cabeza.
¿No podría regresar a su mundo?¿Obligada a cumplir las tareas para lograr regresar? ¡Esto es extorsión!
"La participante está entrando en un estado de nerviosismo, le pido se tranquilice. No es tan difícil como se escucha." Dijo aquella voz en un tono frío.
Flora tomó en cuenta el consejo y soltó un suspiro, inhalando y exhalando con suavidad para tranquilizarse. Cerró los ojos por unos segundos.
Ya más tranquila, pregunto -Déjame ver si entiendo, si logro terminar las tareas, podré volver a mi mundo, pero si no lo logró, no podré regresar. Además no puedo recibir más de cinco sanciones...- No pudo evitar pensar muy seriamente en eso.
Había más contras que pros, de eso estaba muy segura.
"La participante está en lo correcto." Respondió aquella voz con un tono alegre.
Flora suspiro y se resignó en silencio, ni siquiera podía negarse a participar pues estaba obligada a esto ¡Qué cruel era el destino!
-Esta bien, da inicio a la novela, ya no quiero escuchar tu voz.- Dijo Flora con resentimiento, enojada con el ser que la trajo a este extraño mundo de fantasías, que además, se veía antiguo.
"Gracias a la participante por aceptar. Ahora la introducción: La jugadora es la protagonista secundaria de la novela, cuyo nombre es Flora Chang, la segunda nieta del médico imperial, doctor del Emperador y la Emperatriz viuda..."
"Además, la participante es la hermana menor de la protagonista principal, ambas hijas del mismo padre. En cuanto a sus madres, tu eres la verdadera heredera, pues has nacido de la esposa principal y la protagonista de una concubina."
Flora escuchó atentamente con una expresión neutral, al menos se alegraba de poder conservar su nombre y apariencia.
"La protagonista secundaria tiene una muy mala relación con la protagonista principal, por lo tanto, es la villana de la novela, impidiendo que viva felizmente al lado del protagonista por celos y envidia, o al menos, eso es lo que parece ¡ATENCIÓN A LA JUGADORA, LA PRIMERA TAREA: CONOCE AL PROTAGONISTA!"
Flora sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar esas palabras, una luz igual de cegadora a la que la trajo aquí apareció sobre ella, cubriéndola por completo.
Al momento siguiente, la luz desapareció, dejando a la vista a Flora, quien vestía completamente diferente de antes.
Un vestido de color blanco como la nieve cubría su cuerpo en casi su totalidad, pues lo único a la vista eran sus manos pálidas y cuello pálido. Varias cintas doradas caían de su cintura, decorando el vestido.
Dos horquillas con forma de loto blanco sostenían su largo cabello, que antes llegaba hasta sus hombros, en una cola de caballo alta, y sin embargo, llegaba hasta sus glúteos. El largo de su cabello se había triplicado.
Flora vio que en su cabello negro habían varias mechones de color blanco, como si fuesen canas, su ceño se frunció, parecería una abuela.
Dos zapatillas planas cubrían sus pies y su cuerpo desprendía un suave olor a hierbas frescas. En sus manos yacía una canasta repleta con hierbas medicinales algo familiares para Flora.
También había cúrcuma, raíces y hojas que servían para las mezclas.
Flora estaba segura de que así vestían las doctoras en la edad media, si así se podía llamar.
Entonces ¿Estaba en algún libro antiguo de fantasía?
-Antiguo, pero elegante, tienen buen gusto...- Susurro Flora con una sonrisa, encontrando hermoso el vestido, pues sus hombros, brazos, piernas y parte de su cuello estaban cubiertas.
Era muy conservador, ideal para ella.
"La jugadora tiene que decir 'comienza la tarea' cada vez que está a punto de empezar, solo de esa manera logrará recibir las indicaciones cifradas por el sistema."
La voz volvió a sonar, tomando seriedad en su tono.
-Comienza la tarea.- Repitió Flora con un suspiro, viendo cómo delante de sus ojos, una pequeña mariposa aparecía de la nada, volando en dirección recta.
No era una mariposa normal en lo más mínimo. Flora, ya no tan sorprendida, la siguió en silencio, esperando no encontrarse con alguna bestia salvaje.
Flora no estaba segura de cuánto tiempo caminó, pero el hambre golpeó su estómago, por lo que optó detenerse a buscar algunas frutas que pudiesen aliviar un poco su hambre.
Solo deseaba de todo corazón que las manzanas se pudiesen comer en este mundo tan extraño.
En cuanto a la mariposa, la esperó pacientemente cada vez que se detenía.
La noche cayó y Flora tuvo que hacer una pequeña antorcha para poder iluminar un poco su camino, solo Dios sabía lo difícil que había sido para ella lograr encender las llamas.
Delante de ella, la mariposa volaba con suavidad, sus alas se habían vuelto un poco más grandes y estas brillaban en la noche oscura, como dos pequeños arcoíris.
Ese efecto Flora sólo lo había visto en el mar, cuando las olas reventaban en la arena y la luz de la luna las iluminaba. Era hermosa.
Al cabo de una hora, la mariposa se detuvo justo sobre un montón de tierra, y desapareciendo casi al instante, dejó a Flora desconcertada.
-¡Espera, se supone que me llevarías con el protagonista! ¿Porqué nos detuvimos aquí?- Cuestiono Flora con los dientes apretados, siempre había sido tranquila y muy paciente, pero esta vez, sentía que no tenía ninguna de las dos.
No hubo respuesta, confundiendo cada vez más a Flora. Enojada, pateó la tierra donde la mariposa había estado hace unos segundos, viendo, por accidente, un trozo de tela negra.
Siendo de noche y solo iluminada por la pequeña antorcha, Flora no lograba ver bien aquello, sin embargo, con su mano libre apartó la tierra, viendo como la tela se extendía cada vez más.
Al cabo de unos minutos, Flora se dio cuenta de algo, había un cuerpo enterrado en este lugar.
Su instinto de doctora se activó, no le importo si era el protagonista o no, la necesidad de ayudar brotó de su corazón.
Cuando Flora logró desenterrar el rostro del hombre, sonrió pues, se dio cuenta de que éste aun respiraba, difícilmente, pero lo hacía, lo cuál era aliviante y también, admirable.
Ella se apresuró a desenterrar la parte superior del cuerpo ajeno, tirando de él desde las axilas lo sacó del lugar con algo de esfuerzo ¡El tipo pesaba mucho!
Cansada, soltó un suspiro, cayendo exhausta al lado del tipo, sonriendo con victoria.
Sin embargo, se entristeció en el momento en que vio su vestido, que hace unas horas era blanco volverse café por la suciedad ¡Un vestido tan hermoso se había echado a perder!
Sintió la necesidad de llorar.
Dejando de lado esos pensamientos, saco un pañuelo de su canasta, limpiando con él el rostro del tipo, viendo lo increíblemente atractivo que era, sus ojos se iluminaron y dos corazones parecieron brillar en ellos.
-Creo que me enamoré ¡El amor de mi vida!- Exclamo encantada la chica, acariciando las mejillas del tipo con delicadeza.
"Primera tarea completada ¡Felicidades a la participante, has hecho un avance! ¡Segunda tarea disponible: Salva al protagonista!" La voz en su cabeza la hizo volver a la realidad, arruinando su momento.
Las cejas de Flora se arrugaron ¿Segunda tarea, tan rápido? Ni siquiera la dejaron respirar.
-¡Ya me caes mal! Comienza la tarea.- Exclamó enojada la chica, lanzando el pañuelo al suelo. Se puso de pie y se cruzó de brazos, pensando en cómo salvar al protagonista principal.
-Ya puedo imaginar que tu me matarás al final ¿No? Si no lo haces tu, lo hará tu amante.- Dijo Flora, mirando el rostro fruncido del tipo, sus dientes se apretaron, molesta con el hombre, sin embargo, viendo ese rostro tan hermoso, no pudo enojarse con él.
-¿Me lo puedo quedar?- Pregunto en voz alta, tan solo para no recibir respuesta. Hizo un puchero entristecida.
-Tengo que cumplir muchas tareas por él, pero no puede ser mío ¿Qué tipo de chantaje es este?- Se quejó con molestia, luego se puso en cuclillas al lado de él -Bien, primero buscaré una manera de ponerte caliente y ayudarte a respirar mejor.
Flora comenzó a trabajar, usando sus entrenamientos de la preparatoria construyó una pequeña tienda con ramas secas que encontró cerca y algunas hojas de gran tamaño.
Al menos los ayudaría a cubrirse un poco del frio de la noche. Estando segura de que se guardaba un poco el calor, encendió una fogata para no sufrir de frío.
Cuánto más avanzaba la noche, más fría se volvía, ella lo sintió claramente.
Gracias a la fogata, Flora logró hacer la medicina para el joven, sin embargo, usó el único método que conocía, la medicina tradicional.
Media hora después, Flora miró el pequeño cuenco en su mano y luego la canasta de medicamentos, casi todos se habían usado. Increíblemente, casi todos eran parte de la receta que ella conocía.
La chica bajó la mirada hacia el rostro del protagonista, pensando seriamente en cómo darle de beber el líquido.
Intento dárselo directamente empinando el cuenco, pero al hacerlo, la medicina se regó. El hombre no podía tragar.
De repente, el rostro de Flora se iluminó cuando una sonrisa lasciva apareció en su rostro.
"Sinvergüenza." Un tono de asco sonó en su cabeza, talvez por el pensamiento indebido de Flora.
-Déjame hacer mi trabajo a mi manera.- Dijo la chica chasqueando a lengua, bebió un sorbo de la medicina y se acercó al rostro del joven.
Pellizcando la nariz del protagonista, le abrió la boca, expulsando el líquido dentro de la boca del joven cuando unió sus labios con los de él.
Flora repitió el mismo procedimiento hasta terminar todo el medicamento.
Una gran sonrisa apareció en su hermoso rostro cuando sintió que la respiración del protagonista se normalizaba, respirando con suavidad y fluidez. Suspiro aliviada.
"Segunda tarea completa." Esta vez, no dio una tarea de inmediato.
Flora suspiro con alivio al no escuchar ninguna tarea de más. Se sentó en el suelo, respirando con cansancio, estaba exhausta tanto física como mentalmente.
Y sin querer se quedó dormida, sin darse cuenta de que los ojos del protagonista se abrieron. Una luz fría apareció en sus ojos verdes, sin embargo, aquellos ojos no eran de humano, sino, de reptil.
El joven se sentó, dejando que dos enormes alas negras aparecieran detrás de su espalda, brillando con escamas parecidas a piedras preciosas.
Él levanto su mano con suavidad, viendo las largas garras que tenía por uñas -Me ayudó a recuperar un poco de mi vitalidad...- Susurro con frialdad, entrecerrando sus hermosos ojos hacia esta desconocida humana.
Su largo cabello negro azabache colgaba detrás de su espalda, esparciendose sobre sus alas negras.
Unos segundos después, las alas y las garras desaparecieron, sus ojos también volvieron a la normalidad, dejando ese color verde esmeralda solo en la iris y un color negro en las pupilas.
Él se quedó quieto, mirando el hermoso rostro de Flora, murmuró -Se parece a Mary, sin embargo, sus esencias son muy distintas. Además...- Él llevo sus dedos a sus labios, acariciando ese lugar con un extraño sentimiento en su corazón.
-La vitalidad que obtuve fue de sus labios...- Una sonrisa apareció en su rostro, encontrando aquello interesante.
El hombre volvió a acostarse en su posición original, pues los sonidos en la distancia le indicaban algo. Venían por él.
A un kilómetro de allí, un gran grupo de soldados se movía de un lado a otro, buscando por distintos lugares a su Cuarto Príncipe.
-¡Encuentren a Su Alteza el Cuarto Príncipe cueste lo que cueste!- Una voz fría resonó en el bosque, haciendo que los soldados se movieran cada vez más rápido.
¡Encontrar a Su Alteza era lo primordial!
Entre la penumbra, un grupo de soldados se dirigió al lugar donde Flora yacía dormida, y aunque su sueño siempre había sido ligero, estaba tan cansada que no escuchó a los hombres aproximarse.
Y sobre todo, no vio como estos pusieron un incienso justo al lado de la tienda, haciendo que ella cayera inconsciente.
Solo afectaba a los humanos.
-Avisen al General Tong que hemos encontrado a Su alteza.- Ordenó el líder del escuadrón, enviando rápidamente a uno de sus soldados en busca de su General.
Cuando el General Tong escucho la noticia, se apresuró al lugar y bajando del caballo, revisó a su maestro, viendo que este tenía los ojos cerrados y parecía estar dormido, soltó un pesado suspiro de alivio, efectivamente era Su Cuarto Príncipe.
Sus ojos recorrieron los alrededores, viendo el agujero que había sido escarbado, el vestido sucio de la chica y sus manos lastimadas.
Además, Su Alteza también parecía haber sido tratado. La canasta con hierbas medicinales estaba medio vacía justo al lado de la chica, por lo tanto, supo lo que había pasado, o al menos se hizo una idea aproximada de ello.
-Lleven a Su alteza al carruaje y también a la chica.- Ordeno el hombre con voz profunda, pensado seriamente en quien podría ser la mujer desconocida.
-No es necesario.- Una voz extremadamente fría sonó desde un lado, haciendo que el General Tong se estremeciera, viendo como el hombre que parecía dormido se levantaba como un muerto viviente.
Era espeluznante.
El hombre se puso en cuclillas, levantando a la chica en sus brazos, salió de la tienda improvisada. Fue extremadamente cuidadoso al sostenerla, y sin mirar a nadie, agitó una de sus manos, haciendo que de repente una puerta negra apareciera delante de él.
-Prepárate para el castigo.- Le dijo al General Tong, mirándolo de reojo con sus ojos indiferentes.
Al momento siguiente, su figura desapareció en la extraña puerta negra.
El General Tong se estremeció al escuchar las palabras del Cuarto Príncipe, su rostro se puso pálido y se preparó mentalmente para lo que le tocaría después.
Probablemente sufriría mucho dolor.
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Cuando Flora abrió los ojos, la luz del sol la golpeó con fuerza, sus cejas se fruncieron con disgusto.
Estaba tan acostumbrada a los medicamentos que aquel incienso no la afectó a como debería, tan solo la hizo dormir dos horas. Pero debería agradecerle al culpable, le ayudó a dormir muy bien.
¿Donde estaba? Se sentó al borde de la cama suave, mirando con ojos entrecerrados la habitación de decoración sencilla, pero elegante, muy de acorde con sus gustos personales.
Ella estaba por ponerse de pie cuando escuchó un par de voces venir desde afuera de la habitación, ellas ni siquiera se molestaron en tocar la puerta cuando la abrieron, ya que creían que Flora estaría dormida.
Sin embargo, a diferencia de lo esperado, vieron a la joven sentada en la cama con el rostro limpio y un vestido blanco como la nieve, resaltando aún más su increíble belleza.
Flora tampoco supo cuando el sistema cambió su ropa, pero se alegraba por ello.
Sus cejas se fruncieron -¿Su Maestro nunca les enseñó cómo tocar la puerta?- Cuestiono con un tono tranquilo y perezoso, talvez porque acababa de despertar.
-Mi nombre es Flora Chang, segunda nieta del Doctor Imperial Chang, quiero que me lleven con mi abuelo.- Dijo ella con un tono autoritario y dominante, poniéndose de pie, mirando con ojos tranquilos a las dos mujeres.
Una sonrisa cálida apareció en su hermoso rostro.
-Lo siento, pero no es algo que nosotras podamos hacer, además ¿Como puede probar que él sea realmente su abuelo? El doctor Chang no es alguien a quien pueda llamar cualquiera.- Se burlo con desprecio la sirvienta más joven, sonriendo con saña a Flora.
Había visto al Cuarto Príncipe dejarla aquí personalmente, así que no pudo evitar sentirse envidiosa.
La expresión de Flora no cambió, su mano se movió suavemente hacia su cintura, sacando un pequeño colgante con forma de pez Koi de su bolsillo y lo mostró ante las dos sirvientas.
Las expresiones de las mujeres cambiaron y palidecieron casi al instante. Ambas cayeron de rodillas delante de Flora sin poder evitarlo.
Después de todo, el estado del Doctor Imperial estaba solo un escalón por debajo de los Príncipes. Además, el Emperador y la Emperatriz viuda le tenían una alta estima.
Y una de ellas ya había ofendido a su nieta menor, quien se suponía, era la nieta favorita del Doctor Imperial.
-¡Ahora mismo!- Exclamaron ambas al mismo tiempo, antes de salir corriendo fuera de la habitación, sin esperar toparse con el General Tong, quien venía justamente a ver si Flora había despertado para llevarla ante el Cuarto Príncipe.
-¿Qué demonios sucede con ustedes?- Grito enojado el General Tong, su humor no era bueno, pues a primera hora de la mañana recibió 50 palos en la espalda como castigo.
Y ciertamente se lo merecía, sino fuese por la chica que el Cuarto Príncipe trajo con él, probablemente hubiese muerto.
Además, Su Alteza lo había enviado a buscar a la joven para conversar con ella.
Las sirvientas hicieron una reverencia, deteniendo de golpe su andar, sus ojos mostraban miedo cuando dijeron -¡La señorita tiene el colgante blanco del Pez Koi! ¡También dice que es la Segunda Nieta del Doctor Imperial Chang!
La sirvienta más joven rompió en llanto, pues ella fue la primera en ofender a la joven.
El General Tong frunció el ceño al escuchar esas palabras y justo cuando estaba por hablar, la voz de Flora vino desde la puerta -¿Es necesario tanto alboroto por un simple colgante?
Marcos Tong no pudo evitar mirar a la chica con gran atención.
Los ojos de la joven eran de un extraño color rojizo, como un par de rubíes, ese color único de ojos pertenecía a la familia Chang. Su largo cabello negro tenía muchos mechones blancos que la hacian lucir misteriosa y elegante, tal como la esposa del Doctor Imperial.
Su piel era pálida, con un toque lechoso y sus labios eran de un color rojo natural que combinaba perfectamente con el color de sus ojos.
Sin una sola pizca de maquillaje, la mujer poseía una apariencia incomparablemente hermosa difícilmente encontrada en esta época.
-Su Alteza desea verla.- Dijo el hombre con frialdad, pues aunque la mujer era toda una belleza, no le encontró mucha diferencia.
Para él, las mujeres y los hombres eran iguales, un simple trozo de carne andante.
-Qué casualidad, yo también quiero verlo. Ya extraño su hermoso rostro.- Expreso Flora, sonriendo elegantemente, sus ojos rubíes miraron en un dirección determinada.
Solo ella podía ver la hermosa mariposa blanca volar en dirección a aquel hombre.
Su tercer tarea: Obtener el favor del protagonista.
Flora no estaba segura de cómo sería la personalidad del joven, pero esperaba que no fuese mala. Sino, su tarea se volvería complicada.
-Sigame.- Dijo Mario Tong con frialdad, sintiéndose disgustado por el descaro de la mujer. Guió a Flora hasta el patio del Cuarto Príncipe.
La chica se mostró increíblemente tranquila mientras avanzaba, a pesar de estar en el Palacio Imperial, no sentía presión en lo más mínimo.
"El Sistema a creado a este personaje con una personalidad fría y alienada, es un artista Marcial excelente y en algún momento fue un General del Ejército Imperial. Sus tácticas militares son impredecibles para el país y su forma de comandar es impecable..."
Flora escuchó muy atentamente la información proporcionada por la voz en su cabeza, al ser del protagonista, ese hombre tan apuesto, no pudo evitar prestar atención.
"Hay algo más que deberías saber, el sistema creo al protagonista con un ligero problema en su cuerpo, sin embargo, se podría decir que es un tipo de bendición. Cada luna llena su cuerpo cambia y se convierte en algo muy distinto, pero cada vez que eso sucede, sufre..."
"Además, eso le ha creado problemas de comunicación hacia las personas y normalmente no sale. También se ha vuelto alguien muy peligroso."
"Oh, y el protagonista es un ser de fantasía, recuerda no relacionarte mucho con él." Dijo la voz antes de quedarse en completo silencio.
¿Un ligero problema en su cuerpo?¿Qué tipo de problema? El ceño de Flora se frunció en confusión.
Flora fue llevada hasta el otro extremo del patio, en un jardín apartado de los demás jardines. El lugar no tenía más que un pequeño bosque de bambú donde uno podría perderse con gran facilidad.
Además, las plantas medicinales era muy frecuentes y entre ellas las que más abundaban eran las que se utilizaban para relajar los nervios.
-Su Alteza, la Señorita está aquí.- Dijo Mario, el General Tong arrodillado sobre una rodilla delante de la puerta de la habitación.
-Bien, retírate.- Una voz profunda vino desde el interior de la habitación, llamando la atención de Flora.
Esa voz era tan profunda y especial, resultando terriblemente sexy con un mal que llamaba a la tentación. Recordando ese increíble rostro, sumado a esa voz tan varonil, Flora sintió sus orejas arder.
-Como ordené.- Expreso el General Tong con respeto.
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