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EL APRENDIZ DE LA MUERTE

PROLOGO

Haniel Estrada estaba sentado en la pequeña oficina del detective James, rodeado de archivos y papeles desordenados que cubrían cada centímetro de la mesa de trabajo. La oficina estaba llena de libros de criminología y psicología, y un cuadro de un famoso detective colgaba en la pared, observando con seriedad a los dos hombres que trabajaban allí. El olor a libros viejos y a café recién hecho llenaba el aire, y el sonido de la lluvia que caía fuera de la ventana creaba un ritmo constante que parecía calmar los nervios de Haniel.

Era un joven de 22 años, con cabello negro ondulado y ojos negros profundos que parecían ver más allá de la superficie de las cosas. Su rostro era serio y reservado, pero sus ojos brillaban con una intensidad que revelaba su pasión por el trabajo. Haniel había estado trabajando con el detective James durante un año, y habían desarrollado una gran confianza entre sí.

"¿Qué te parece, Haniel?" preguntó el detective James, un hombre de mediana edad con barba gris y una pipa entre los dientes, mientras miraba el archivo que tenía en frente.

Haniel se inclinó hacia adelante, sus manos entrelazadas mientras pensaba en el caso. "Sí, señor. Estoy seguro de que podemos encontrar una pista", dijo con convicción.

El detective James sonrió, y sus ojos se arrugaron en las esquinas. "Me gusta tu confianza, Haniel. Eres un buen aprendiz".

Mientras hablaban, Haniel no podía evitar pensar en su vida como aprendiz del detective. Había empezado hacía un año, después de terminar la universidad, y había sido una experiencia intensa y gratificante. Pero en los últimos meses, su vida había cambiado drásticamente. Su madre había sido diagnosticada con cáncer, y Haniel había estado luchando para lidiar con la noticia.

La enfermedad de su madre lo había afectado profundamente. Se sentía culpable por no haber pasado más tiempo con ella cuando era más joven, y ahora se daba cuenta de que la vida era demasiado corta. Haniel se preguntaba constantemente si estaba haciendo lo suficiente para ayudarla, si estaba siendo un buen hijo. La incertidumbre y el miedo lo acompañaban en cada momento, y a veces se sentía abrumado por la situación.

De repente, el detective James recibió un correo electrónico en su computadora. Su expresión cambió de curiosidad a sorpresa y luego a horror. "Haniel, ven a ver esto", dijo el detective James, su voz baja y seria.

Haniel se acercó a la computadora y vio la imagen de una joven de unos 17 años, con la piel pálida y fría. Su cuerpo estaba desnudo, extendido en el suelo en una posición de ángel, con los brazos y piernas abiertas. Sus ojos estaban cerrados, como si estuviera durmiendo, pero su expresión era de paz. Tenía el cabello largo y oscuro, extendido alrededor de su cabeza como una aureola. La luz de la imagen era tenue, como si hubiera sido tomada en una habitación oscura.

Lo que más llamaba la atención era la posición del cuerpo, como si hubiera sido colocada allí con cuidado y precisión. No había señales de lucha o violencia, solo una paz macabra. Debajo de la imagen, había una nota escrita: "Tantos crímenes que ocurren día tras día, tantos asesinatos que ocurren en esta sociedad echada a perder... muertes sin sentido por peleas maritales, por un asalto, por una enfermedad, por un accidente... pero no hemos de entender que la muerte es una maravilla si sabemos cómo aprovecharla y disfrutar de ella".

Haniel sintió un escalofrío al leer las palabras del asesino. Era como si se estuviera riendo de ellos, desafiándolos a encontrarlo.

Después de una larga jornada de investigación, Haniel regresó a su departamento, un espacio acogedor en el centro de la ciudad. Al abrir la puerta, fue recibido por su fiel compañero, un Pastor belga malinois de color café llamado Max. El perro lo saludó con entusiasmo, moviendo su cola y lamiendo su mano. Haniel sonrió y acarició a Max, sintiendo un momento de paz después de un día intenso.

Se quitó el abrigo y se dirigió a la cocina para prepararse un café. Justo cuando estaba a punto de sentarse en el sofá, su teléfono sonó. Era su hermana menor, Sofía.

"Haniel, necesito hablar contigo", dijo Sofía, su voz temblorosa.

Haniel se puso alerta. "¿Qué pasa, Sofía? ¿Estás bien?"

Sofía respiró profundamente antes de responder. "Mamá... ha tenido una decaída. El cáncer... es terminal".

Haniel se sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago. Había sabido que su madre estaba enferma, pero no había esperado que las cosas tomaran un giro tan grave tan pronto.

"¿Qué puedo hacer?", preguntó Haniel, sintiendo una mezcla de tristeza y desesperación.

Sofía lloró al otro lado de la línea. "Necesito que estés aquí conmigo, Haniel. Por favor, ven a casa".

Haniel asintió, aunque sabía que Sofía no podía verlo. "Estoy en camino", dijo. "No te preocupes, hermana. Estaré allí para ti y para mamá".

Haniel salió de su departamento, seguido de cerca por Max, su fiel compañero. Subieron al auto y se dirigieron a casa de su madre, que estaba ubicada en las afueras de la ciudad. El sol comenzaba a ponerse con un brillo anaranjado sobre la ciudad. Mientras manejaba, Haniel recibió un mensaje SMS en su teléfono. Lo miró con curiosidad y frunció el ceño al leer el texto.

"Hola Haniel, te va a interesar lo que te voy a decir. Deberías ir a la ubicación que te estoy proporcionando. Ahí vas a encontrar algo maravilloso. Pero ves pronto, no vaya a ser que otro detective lo encuentre primero. Ah, no espera... Tú no eres detective aún, verdad. Aprendiz".

Haniel se sintió intrigado y un poco molesto. ¿Quién podría estar enviándole mensajes anónimos? Y ¿qué podría ser lo que querían que encontrara? Miró la ubicación que le habían proporcionado y vio que estaba cerca de su destino actual. Decidió que podría hacer un pequeño desvío para investigar.

Finalmente, llegó a la casa de su madre, una pequeña vivienda de una sola planta, con paredes de estuco blanco y un techo de tejas rojas. El jardín delantero estaba bien cuidado, con flores y arbustos que su madre había plantado con amor. Haniel estacionó su auto en la entrada y se bajó, seguido de Max. La puerta principal de la casa se abrió, y Sofía salió a recibirlo, con lágrimas en los ojos.

"Haniel, gracias por venir", dijo Sofía.

Haniel la abrazó y miró hacia adentro de la casa. "¿Cómo está mamá?"

Sofía se secó las lágrimas. "Está... está muy mal. El médico dice que no tiene mucho tiempo".

La casa de su madre estaba decorada con fotos familiares y recuerdos de sus viajes. El salón estaba amueblado con un sofá y dos sillones, y había una mesa de comedor en un rincón. La cocina estaba al lado, con una ventana que daba al jardín trasero. Haniel se dirigió hacia el dormitorio de su madre, donde la encontró acostada, con un tubo de oxígeno en la nariz y una manta sobre sus piernas. Su rostro estaba pálido y demacrado, pero sonrió débilmente al ver a su hijo.

Haniel se sentó en la cama y tomó la mano de su madre. "Mamá, estoy aquí", dijo. "No te preocupes, voy a estar contigo todo el tiempo".

Su madre lo miró con ojos llenos de amor y gratitud. "Gracias, hijo mío", dijo. "Estoy tan orgullosa de ti".

Haniel sintió un nudo en la garganta. No quería perder a su madre. No quería que ella sufriera más. Pero sabía que no podía hacer nada para cambiar el curso de la enfermedad. Solo podía estar allí para ella, y hacer que los últimos días de su vida fueran lo más cómodos y felices posible.

EL DESCUBRIMIENTO

Haniel entró en el dormitorio de su madre, seguido de cerca por Max. Su madre estaba acostada en la cama, con un tubo de oxígeno en la nariz y una manta sobre sus piernas. El olor a medicación y a enfermedad llenaba el aire, y Haniel se sintió un nudo en la garganta. Su rostro estaba pálido y demacrado, pero sonrió débilmente al ver a su hijo. La luz del sol que se filtraba por la ventana iluminaba su rostro, destacando las arrugas y las ojeras que la enfermedad había dejado en su piel.

"Haniel, mi amor", dijo su madre, con una voz débil que parecía venir de muy lejos. "Me alegra que hayas venido". Haniel se acercó a la cama y tomó la mano de su madre, sintiendo la fragilidad de sus huesos y la frialdad de su piel. La mano de su madre estaba tan delgada y débil que parecía que se podría romper en cualquier momento.

"Mamá, ¿cómo estás?" preguntó Haniel, tratando de contener las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. Su madre respiró profundamente antes de responder, y Haniel pudo ver el esfuerzo que le costaba hablar. "El cáncer ha llegado a un punto crítico, Haniel. No hay manera de detenerlo. Me queda poco tiempo". Haniel sintió un golpe en el estómago, como si hubiera recibido un puñetazo. No quería perder a su madre. No quería que ella sufriera más.

"No, mamá. Por favor, no digas eso", dijo Haniel, tratando de sonar calmado, pero su voz temblaba de emoción. Su madre sonrió de nuevo, y Haniel vio la tristeza en sus ojos. "Lo siento, mi amor. Pero debes ser fuerte. Tienes que seguir adelante sin mí". Haniel asintió, tratando de ser fuerte, pero en su interior, estaba desmoronándose. La idea de perder a su madre era demasiado para él.

Su madre continuó hablando, su voz débil pero llena de emoción. "Haniel, tengo que hablar contigo sobre algo importante. Como sabes, mi tiempo se está acabando y debo asegurarme de que estés preparado para lo que viene". Haniel asintió, sintiendo un nudo en la garganta. "Quiero que te hagas cargo de tu hermana menor, Sofía. Ella no tiene a nadie más que tú. Prométeme que cuidarás de ella y la protegerás". Haniel asintió de nuevo, sintiendo una sensación de responsabilidad que nunca había sentido antes.

Su madre continuó hablando, su voz llena de tristeza. "Recuerdas a tu padre, ¿verdad? ¿Cómo lo abandonamos debido a su manera de ser? Era un hombre violento y alcohólico, y siempre hablaba sobre la muerte y los asesinos en serie. Era su pasión, y nos daba miedo". Haniel asintió, recordando los momentos difíciles que habían pasado con su padre. La forma en que su padre los había tratado, la forma en que había hablado sobre la muerte y la violencia. Era un tema que Haniel prefería no recordar.

"Después de que nos fuimos de él, recibimos la noticia de que había muerto. Fue un alivio para nosotros, pero también fue triste. Nunca pudimos entender por qué era así". Haniel la miró, sintiendo una mezcla de emociones. "Mamá, ¿por qué me estás contando esto ahora?" Su madre lo miró con ojos tristes. "Porque quiero que recuerdes de dónde vienes, Haniel. Quiero que recuerdes que tienes una hermana que depende de ti y que debes protegerla. Y quiero que recuerdes que, aunque tu padre era un hombre extraño, tú no eres como él. Tú eres fuerte y capaz, y puedo confiar en ti". Haniel sintió un nudo en la garganta, pero asintió, sintiendo una sensación de determinación. "Lo haré, mamá. Me cuidaré de Sofía y la protegeré. Lo prometo".

Después de despedirse de su madre, Haniel se sintió abrumado por la emoción. Se sentía responsable de cuidar a Sofía y protegerla, pero también se sentía triste por la situación de su madre. La idea de perderla era demasiado para él. Decidió ir a la ubicación que le habían enviado por SMS. No sabía qué esperar, pero sentía que debía investigar.

Haniel salió de la casa de su madre y se subió al coche, con Max a su lado. El sol comenzaba a ponerse, proyectando una luz dorada sobre la ciudad. Haniel condujo por las calles tranquilas, sintiendo una mezcla de emociones. La tristeza y la ansiedad se mezclaban en su mente, mientras pensaba en la conversación que había tenido con su madre.

Mientras conducía, Haniel notó que el tráfico era ligero, y las calles estaban casi vacías. La ciudad parecía estar en un estado de calma, como si estuviera esperando algo. Haniel siguió adelante, su mente enfocada en la ubicación que le habían enviado por SMS.

Después de unos minutos de conducir, Haniel llegó a un barrio más alejado de la ciudad. Las casas eran más antiguas y estaban en mal estado, con jardines descuidados y ventanas rotas. La calle estaba llena de baches y grietas, y el asfalto estaba agrietado. Haniel siguió adelante, su coche rebotando sobre los baches.

Finalmente, Haniel llegó a la dirección que le habían enviado. La casa estaba al final de la calle, rodeada de árboles altos y maleza. La puerta principal estaba abierta, y el interior estaba oscuro y silencioso. Haniel se sintió un escalofrío en la espalda al ver la casa. Algo no parecía estar bien.

Haniel salió del coche y se acercó a la casa, con Max a su lado. La casa parecía estar abandonada, y el aire estaba lleno de un olor a moho y descomposición. Haniel se cubrió la nariz con la camisa y siguió adelante, su corazón latiendo con fuerza.

La casa estaba en silencio, solo roto por el crujido de las tablas del piso bajo sus pies. Haniel se movió con cautela, su mirada escaneando cada rincón. Llegó a una escalera que bajaba al sótano. Haniel se detuvo, sintiendo un presentimiento. Algo no estaba bien.

Bajó los escalones lentamente, su corazón latiendo con fuerza. El aire en el sótano era frío y húmedo. Haniel se estremeció. Y entonces, la vio. La mujer joven colgaba de la pared, su cuerpo en posición de ángel. Los brazos extendidos hacia arriba, las piernas abiertas en forma de X. La piel estaba pálida y fría, los ojos cerrados como si estuviera durmiendo.

Haniel se quedó helado, su mente incapaz de procesar lo que estaba viendo. La sangre se había coagulado en la pared, formando un charco oscuro en el suelo. La boca de la mujer estaba abierta, como si hubiera gritado en el momento de su muerte. Haniel sintió un nudo en la garganta, y su estómago se revolvió. No podía creer lo que estaba viendo.

Justo cuando Haniel estaba tratando de procesar lo que había visto, escuchó el sonido de un coche patrulla que se acercaba. Un guardia nocturno había visto a Haniel entrar en la casa y había llamado a la policía. Haniel sabía que pronto llegaría la policía y que tendría que explicar lo que había sucedido. Sacó su teléfono y llamó al detective James, su mentor, para que acudiera a la escena. "James, soy Haniel. Estoy en una casa abandonada en la calle... Hay un cuerpo aquí. Necesito que vengas lo antes posible". La voz de James sonó seria al otro lado de la línea. "Estoy en camino, Haniel. No toques nada hasta que llegue". Haniel asintió, aunque sabía que James no podía verlo. Se quedó esperando, su mirada fija en el cuerpo de la mujer joven. La oscuridad de la casa parecía estar cerrándose sobre él, y el silencio era opresivo. Haniel sabía que pronto tendría que enfrentar la realidad de lo que había visto.

Poco después, llegó el detective James, su mentor. James observó la escena y luego miró a Haniel. "Haniel, esto es... esto es muy similar a lo que vimos en el correo electrónico", dijo finalmente. "La posición del cuerpo, la sangre... todo apunta a que se trata del mismo hombre". Haniel asintió, sintiendo un escalofrío en la espalda. "Sí, creo que tienes razón. Esto es un juego macabro, y nosotros somos los jugadores". James lo miró con una mirada seria. "Exacto, Haniel. Este asesino quiere involucrarnos en su juego. Quiere que nosotros seamos parte de su espectáculo". Haniel se sintió un nudo en la garganta. "¿Qué vamos a hacer?" James se encogió de hombros. "Vamos a seguir las pistas, vamos a investigar. Pero tenemos que estar preparados para lo peor. Este asesino no se detendrá hasta que haya logrado su objetivo". Haniel asintió, sintiendo una determinación que nunca había sentido antes. Estaba listo para enfrentar al asesino, para detenerlo antes de que fuera demasiado tarde. Pero mientras miraba el cuerpo de la mujer joven, no pudo evitar sentir que ya era demasiado tarde para ella. Y que él y James estaban en grave peligro.

LA TRAGEDIA

Haniel regresó a casa de su madre, su mente aún procesando lo que había visto en la casa abandonada. Quería hablar con su hermana Sofía sobre la situación de su madre, que estaba luchando contra el cáncer.

Sofía, una adolescente de 15 años, lo recibió con una sonrisa triste. "Hey, hermano", dijo. "¿Cómo estás?"

Haniel se sentó en el sofá junto a ella. "Estoy bien, hermana. Pero quería hablar contigo sobre mamá".

Sofía asintió. "Sí, claro. ¿Qué pasa?"

Haniel tomó su mano. "Mamá está muy enferma, Sofía. El cáncer es muy agresivo. Pero debes ser fuerte, hermana. No podemos perder la esperanza".

Sofía asintió, lágrimas en los ojos. "Lo sé, hermano. Estoy tratando de ser fuerte. Pero es difícil".

Haniel la abrazó. "Lo sé, hermana. Pero no estás sola. Estoy aquí para ti. Y nunca te dejaré sola".

Al día siguiente, Haniel recibió una llamada de la policía. "Haniel, necesitamos hablar contigo", dijo la voz al otro lado de la línea.

Haniel se sintió un escalofrío. "¿Qué pasa?"

"El detective James ha muerto", dijo la voz. "Fue encontrado muerto en su casa, con la garganta rajada".

Haniel se quedó sin aliento. "¿Qué? ¿Cómo?"

"No lo sabemos", dijo la voz. "Pero hay algo más. Había una carta dirigida a ti en la escena del crimen".

Haniel se sintió un golpe en el estómago. "¿Qué dice la carta?"

"No podemos decirlo por teléfono", dijo la voz. "Pero necesitamos que vengas a la comisaría a hablar con el nuevo detective a cargo del caso".

Haniel asintió, aunque la voz no podía verlo. "Estoy en camino".

Cuando llegó a la comisaría, Haniel conoció al nuevo detective, un hombre llamado detective Rodríguez. Era un hombre alto y delgado, con una mirada seria.

"Haniel, gracias por venir", dijo el detective Rodríguez. "Sabemos que eras cercano al detective James, y queremos que sepas que estamos haciendo todo lo posible para encontrar al responsable de su muerte".

Haniel asintió. "Gracias. Quiero ayudar en lo que pueda".

El detective Rodríguez lo miró sorprendido. "¿Quieres ser mi ayudante?"

Haniel asintió de nuevo. "Sí, quiero ayudar a encontrar al responsable de la muerte del detective James y de la mujer en la casa abandonada".

El detective Rodríguez asintió. "Muy bien, Haniel. Eres mi ayudante ahora. Vamos a trabajar juntos para resolver este caso".

Haniel se sintió un golpe de adrenalina. Estaba listo para trabajar en el caso y encontrar al responsable de las muertes.

"¿Dónde empezamos?", preguntó Haniel.

"Empezamos por la carta que te enviaron", dijo el detective Rodríguez. "¿Puedes mostrármela?"

Haniel sacó la carta de su bolsillo y se la entregó al detective Rodríguez. El detective la leyó y frunció el ceño.

"Hola Haniel", leyó en voz alta. "¿Recibiste mi SMS?, ¿cómo te sentiste al ver a esa joven desnuda y colgada de la pared? Se que puede ser escalofriante, el detective James era un estorbo para los planes que tengo para ti. Si algún día quieres dejar de ser el aprendiz para convertirte en un verdadero detective, debes jugar conmigo. Compara los cadáveres de las dos chicas, la del correo electrónico y la de la casa abandonada, encuentra las similitudes. Pero corre, por qué sino lo haces rápido será muy tarde para una chica más. ¿Te crees lo suficientemente astuto para descubrir quién puede ser la próxima chica?"

El detective Rodríguez miró a Haniel con seriedad. "Este es un juego peligroso, Haniel. El asesino quiere que juegues con él, pero no podemos permitir que te pongas en riesgo".

Haniel se sintió un escalofrío. "No tengo opción, detective. Debo jugar si quiero encontrar al responsable de las muertes".

"Tenemos que comparar las imágenes de los dos cadáveres", dijo Haniel, su mente trabajando rápidamente. "La chica que descubrimos por correo electrónico y la chica que encontré en la casa abandonada".

El detective Rodríguez asintió. "Sí, es una buena idea. Veamos si podemos encontrar alguna similitud entre las dos escenas del crimen".

Haniel se levantó y se dirigió hacia la computadora de la que antes había usado el detective James. Buscó el correo electrónico y obtuvo la imagen de la chica muerta. Luego, se volvió hacia el detective Rodríguez.

"Por favor, ayúdame a conseguir a un forense que pueda explicarnos la posible causa de muerte y analizar la fotografía de la chica que encontré en la casa abandonada", dijo Haniel.

El detective Rodríguez asintió. "Ya voy a llamar a nuestro experto en forense. Mientras tanto, comencemos a analizar las imágenes y buscar cualquier similitud".

Haniel asintió y comenzó a estudiar las imágenes de los dos cadáveres. El detective Rodríguez se unió a él y juntos comenzaron a buscar cualquier pista que pudiera llevarlos al asesino.

Después de unos minutos, el forense llegó y comenzó a analizar la fotografía de la chica que Haniel había encontrado en la casa abandonada.

"La causa de muerte parece ser estrangulación", dijo el forense. "Pero hay algo extraño. La posición del cuerpo y la forma en que está colgada es muy similar a la de la chica del correo electrónico".

Haniel y el detective Rodríguez se miraron entre sí. Estaban en lo cierto, había una conexión entre las dos muertes. Pero ¿cuál era el propósito del asesino? ¿Y quién sería la próxima víctima?

El forense continuó analizando las evidencias y encontró más similitudes entre las dos víctimas. "Ambas chicas eran rubias", dijo. "Y según los análisis, les faltaba un pedazo de mechón de cabello en la misma zona de la cabeza".

Haniel y el detective Rodríguez se miraron entre sí, intrigados. "¿Y qué más?", preguntó Haniel.

El forense continuó. "También les faltaba la muela inferior derecha. Y... esto es muy extraño... los pezones de sus senos habían sido cortados".

El detective Rodríguez frunció el ceño. "Esto es muy sick. El asesino tiene un fetichismo con los senos y el cabello".

Haniel asintió. "Y hay algo más. Las dos chicas tenían aproximadamente la misma edad. 18 y 19 años".

El forense asintió. "Sí, es como si el asesino estuviera buscando una víctima específica. Una chica joven, rubia y con características físicas similares".

El detective Rodríguez se levantó de su silla. "Tenemos que encontrar al asesino antes de que mate de nuevo. Haniel, necesito que sigas investigando y encuentres cualquier pista que pueda llevarnos a él".

Haniel asintió. "Lo haré, detective. No descansaré hasta que encontremos al asesino y lo detengamos".

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