Azahara.
Hola, mi nombre es Azahara, os voy a contar mi historia, espero que la disfrutéis tanto como ya la he vivido.
Me considero una chica aventurera, no hay nada más apasionante que vivir sin planear que vas a hacer en cada momento. Por eso un día sin más decidí coger un avión y hacerle una visita a mis amigas, ellas no sabían nada, llevaban tiempo pidiendo que fuera a visitarlas y me quedará unos días con ellas, no me sentía en mi mejor momento, algo en mí me decía que iba a ver cambios en mi vida, en mi forma de ser, algo extraño iba a pasar y que mejor estar rodeada de unas amigas que aunque están lejos sabes que siempre puedes contar con ellas.
Lo primero que hago al bajar del avión es llamar a mis amigas.
- Hola Nataly ¿estáis en casa? -
- Sí, hoy decidimos tener una noche tranquila, ¿por qué lo preguntas? -
- No, por nada, solo por saber, sabes que soy un poco cotilla. -
- Y tú, ¿dónde estás? -
- Salí a dar una vuelta, hace una noche muy bonita y quería respirar un poco de aire fresco.-
- Azahara, se te oye muy mal, cuando llegues a casa me llamas si quieres por videollamada y hablamos un rato. -
- Vale, hasta luego. -
Tras colgar la llamada entre risas pare un taxi, a la hora de subir un hombre alto, de compresión fuerte, pelo negro y un aroma a menta mezclado con gel de afeitado, nunca antes había percibido un olor como el de él, se acercó a mí, no dijo nada, solo me miró y de su garganta pude oír como salía un gruñido muy bajo, pero intenso, tanto que se me erizo el cuerpo, no pude ver sus ojos, pero seguro eran fríos como el hielo, miré a los lados para ver si alguien más lo había oído, cuando volví la vista para verlo de nuevo ya no estaba por ningún lado, lo que sentí en mi cuerpo al percibir su aroma no era normal.
Respiré profundamente para poner mis ideas en orden nuevamente, el taxi aún estaba esperando a que subiera, guardé mi maleta en el maletero y me subí, le di la dirección a donde me dirigía y sin decir nada arrancó el coche y lo puso en marcha.
Pasada casi una hora llegue a la puerta de la casa de mis amigas, estaba deseando ver la cara que pondrían cuando me vieran allí, solo esperaba que no les molestará, sino todo lo contrario.
Llamo a la puerta, no han pasado ni un minuto cuando Ariadna abre la puerta y la oigo pegar un chillido, Nataly al escucharla sale corriendo a donde estamos.
- ¿Qué pasa Ariadna, por qué gritas? -
- Será por la impresión de verme aquí. -
- ¿Azahara?, ¿qué haces tú aquí?, ¿cuando has llegado?, ¿por qué no nos has dicho nada? hubiéramos ido a por ti al aeropuerto. - su abrazo fue tan fuerte que me faltaba el aire.
- Aparta, que yo también quiero abrázala. -
- ¿Aprenderás a hacer las preguntas de una en una alguna vez?. - le pregunté mientras abrazaba a Ariadna.
- Mejor pasa y nos cuentas todo. -
Estando dentro deje la maleta a un lado y nos sentamos en un sofá, estaban ansiosas por saber que hacía allí.
*Es la primera vez que escribo por aquí, aunque ya subí dos microrrelatos que estaban en el cajón del olvido, espero que os guste el viaje tan inesperado que va a tener Azahara. Gracias por leerme 😊*
Azahara.
Una vez que Nataly se calló un poco y por fin dejó de chillar porque estoy con ellas decidí explicar el porqué había viajado.
- Estoy aquí para pasar un tiempo con vosotras, después de la insistencia de que viniera, tomé la decisión y aquí estoy, no os dije nada para daros una sorpresa. -
- Y tanto que no las has dado, ¿Vas a estar mucho tiempo? - Nataly se veía feliz porque estuviera con ellas.
- Claro que se va a quedar un tiempo, tanto que no dejaremos que se marche nunca más. - Ariadna me volvió a abrazar.
No estaba muy segura si el hacer el viaje sería buena idea, sabía que venían cambios, pero también sabía que ellas me podrían ayudar, aunque mis padres y mi hermano en un principio se negaron, después de insistir mucho por fin se dieron cuentan de que tenía razón, aquí es donde supuestamente se encontraba el hombre que me amaría por el resto de la vida, un amor limpio, puro y duradero, o el hombre que me rechazara y no quisiera saber nada de mí.
- No sé cuánto voy a quedarme, pero espero que el tiempo que esté aquí lo pasemos bien, desde que decidisteis vivir aquí no os he vuelto a ver y eso que somos amigas desde chicas, pero siempre contamos una con las otras para todo. - les dedica una sonrisa que llevaba tiempo guardando para ellas.
- La distancia nunca ha sido un impedimento para nosotras, siempre hemos estado juntas. - Nataly se acercó a nosotras.
- Desde el colegio hemos estado juntas y nadie nos va a separar jamás. - Ariadna nos abrazó a las dos.
Las tres sabíamos que nuestro futuro era más complicado que otras mujeres humanas, éramos diferentes, pero eso no nos importaba lo más mínimo, estábamos orgullosas de ser lo que éramos y ninguna cambiaría su vida por mucho problema que conllevaría a ser lo que éramos.
Estuvimos por horas hablando, nos reímos, lloramos, nos contamos cosas que por teléfono no se podían decir.
En algún momento de la noche todas caímos dormidas cada una en un sofá.
Fui la primera en despertar, sin hacer ruido preparé el desayuno que les gustaban, era el que hacía mi madre siempre que ellas se quedaban a dormir en mi casa.
- Vamos, despertad, que no estoy aquí para ver cómo os pasáis el día durmiendo, es fin de semana y pienso pasarlo bien desde primera hora. - levante un poco la voz para que me escucharán y despertarán, ellas eran las más dormilonas.
- Como echaba de menos el despertar tan cariñoso que nos das. - dijo Ariadna con ironía.
- ¿No puedes ser más sutil a la hora de despertarnos?, te oímos igual si no pegas esas voces. - Nataly se dio la vuelta en el sofá para seguir durmiendo.
Al ver que no se levantaban me tiré encima de Nataly, Ariadna se levantó y se tiró encima de mí, todas empezamos a reírnos y acabamos en el suelo.
El desayuno fue tranquilo, ellas hablaban de donde podíamos ir.
El móvil de Ariadna sonó interrumpiendo sus planes, fue a atender la llamada, cuando volvió traía una sonrisa que se reflejaba hasta en sus ojos.
- Chicas, para esta noche tenemos plan, se me olvidó que estábamos invitadas a la fiesta de Helen. -
- Perfecto, pero tendremos que salir a comprar algo de ropa - Nataly nos guiñó un ojo, amabas sabíamos lo que eso quería decir.
- ¿No le importará a Helen que yo vaya?. - eran amigas de ella, yo solo sabía lo que ellas me contaban.
- Para nada, es más, está deseando conocerte. - bebió un sorbo de café. - después de comer iremos de compras, tenemos que estar guapísimas, quizás está noche triunfemos. -
- Que así sea. - contestamos Nataly y yo a la misma vez, las tres levantamos las tazas de café para hacer un brindis.
Azahara.
La mañana la pasamos tranquilas en casa, guarde la ropa, coloque mis cosas en la habitación que prepararon para mí. Una vez todo hecho, decidimos salir a comer fuera, ya que después tendríamos que ir a comprarnos algo para la fiesta.
Después de dar un montón de vueltas, porque no sabían a qué tienda entrar, eligieron una que tenían todo lo que ellas estaban buscando, se probaron varios vestidos cada una hasta que escogieron el que les quedaba perfecto.
- Azahara, ¿tú no vas a comprar ninguno?. - Nataly se sentó a mi lado, parecía cansada.
- Al colocar la ropa vi que tenía algunos que podría ponerme para esta noche, así que no compraré ninguno. -
- ¿Cómo que no vas a comprarte ninguno?, eso no te lo crees ni tú, mira todos lo que te he preparado para que te los pruebes. - señaló un perchero donde había varios vestidos. - de aquí no nos iremos hasta que compres uno. - dicho esto se sentó cómodamente al lado de Nataly.
- Será mejor que escojas uno, no me quiero pasar la tarde aquí y llegar tarde a la fiesta. - Ariadna también se acomodó en el sofá de la tienda.
Me levanté sin ganas y me probé los vestidos, decidí llevarme uno de color verde agua, sin tirantes y corto, ya que la fiesta no era formal.
- Ya podemos irnos cuando queráis, ya llevo el vestido y los zapatos. -
- Perfecto, ahora toca buscar el antifaz que usaremos.-
- ¿La fiesta es de máscaras?. - pregunté con curiosidad.
- Sí, pensé que os lo había dicho. -
- Pues ese dato se te olvidó bonita. - parecía que a Nataly no le hiciera gracia esa información.
- Que más da de que sea la fiesta, la cuestión es pasarlo bien. - me enganché en el brazo de cada una y fuimos a buscar el antifaz.
Una vez que teníamos los antifaces, antes de llegar a casa para prepararnos nos paramos a tomar algo fresco, no es que hiciera mucho calor, pero yo al menos necesitaba refrescar mi garganta.
Llegamos a casa, teníamos dos horas para prepararnos así que no nos podíamos entretener mucho. Estando ya listas llamamos a un taxi, ya que no llevaríamos el coche por si bebíamos alcohol.
Antes de bajar, nos ponemos los antifaces, el de Nataly era de color rojo, al igual que su vestido, Ariadna lo llevaba de color azul, también conjunto al vestido, y el mío era de color plata con una pluma verde agua.
Al bajarnos me quedé sorprendida al ver la casa, era grande, las paredes blancas con cristaleras, el camino que llevaba a la entrada era de piedras, se podría decir que en vez de una casa parecía más un castillo.
Dos hombres vestidos con traje negro y el antifaz del mismo color nos dio paso, el interior era precioso, no estaba decorado en excesivo, pero si con mucho gusto y clase.
La fiesta se celebraba en el jardín. Helen al vernos se acerca para saludarnos.
- Bienvenidas, estáis preciosas, - nos dio dos besos a cada una. - tú debes de ser Azahara, me han hablado mucho de ti, tenía muchas ganas de conocerte, me alegro de que estés aquí. -
- Gracias por invitarnos, te ves muy bonita, también me han hablado de ti, espero que lo que te hayan dicho sea todo bueno. - me reí mirando a mis amigas.
- Nunca diríamos nada malo, te queremos como a una hermana y lo sabes. - la voz de Ariadna era dulce, sabía que nunca dirían nada malo de mi, como yo nunca podría decir nada malo de ellas.
- Y yo a vosotras. - les dediqué una sonrisa.
- Espero que lo paséis bien, las bebidas están en esa barra, la comida en las mesas, y los tíos buenos en cualquier lado donde miréis. - tras ese comentario todas no reímos.
Dicho esto Helen se fue a saludar a los demás invitados, nosotras fuimos por algo de beber, la noche solo había comenzado.
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