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Esposa Abandonada

Cap 1

Nota de la autora:

Bienvenidas a todas! Nuevas y viejas lectoras... queria dejarle una advertencia sobre esta novela.

1- es una novela larga.

2-  se actualiza diariamente, solo me tomo un solo dia de descanso a la semana.

3- Mis novelas suelen dar giros inesperados, el desarrollo de la trama es rapido y lento, mis protagonistas pueden enamorartee, hacerte enojar, odiarlos y volverlos a amar. jaajaja asi son mis bebés.

4- 99% de mis lectoras estan felices con mi historia, por lo que les pedire por favor EVITEN COMENTARIOS INSULTANTES Y RESPETEN MI TRABAJO.

5- Solo diviertanse, si llegan a la ultima actualizacion genial, si se aburren y la dejan esta muy bien TAMBIEN, solo tengan paciencia porque con mis nuevas novelas NADA ES LO QUE PARECE.

 Si te quedas bienvenid@ y gracias por la oportunidad.

Capítulo 1

Testamento

Me escapé de la vida que llevaba, persiguiendo el sueño de ser libre y encontrar la felicidad a mi manera. Sin embargo, esta madrugada, la llamada del hospital interrumpió mi nueva vida con la noticia de la muerte de mi padre, de quien no sabía nada desde hacía más de tres años.

Él nunca fue bueno conmigo ni con mi madre. Su crueldad y desprecio llevaron a mi madre a la depresión y, finalmente, al suicidio, dejándome a merced de un hombre que me consideraba un estorbo simplemente por haber nacido mujer.

Soy la única hija de Robert Moore, y como tal, se espera que me haga cargo del cuerpo de mi padre y de todos los trámites funerarios. Pero eso no es todo. Mientras me preparaba para salir de la cama, recibí una llamada del abogado de mi padre con la orden de presentarme en el aeropuerto en menos de una hora, pues enviarían a alguien por mí. A los dieciocho años, escapé de casa sin usar redes sociales, cambié mi apellido al de mi madre, cursé la universidad y trabajé para pagar mi propia renta, todo para no aparecer en el radar de mi padre. Ahora resulta que fue en vano, ya que tenían mi número de teléfono y sabían dónde encontrarme. Ahora me veo obligada a hacer algo que nunca quise: sepultar al último miembro de mi familia.

Resignada y con cierto sentimiento de culpa en mi corazón, me preparé para abandonar la ciudad y cumplir con mi obligación de hija para despedir a mi padre.

Tal y como dijo el abogado, me esperaron en el aeropuerto, en un avión privado con azafata y un hombre corpulento que me ayudó a subir, pero que no me dirigió la palabra. Cuatro años huyendo para que, finalmente, el destino me alcanzara y me arrastrara a la ciudad que solo me ha dado sufrimiento.

Dos horas después, descendí del avión y reconocí al abogado de mi padre junto al auto que estaba a unos metros y me dirigí a él, tendiéndole mi mano a modo de saludo.

—Señorita Moore, lamento verla en estas circunstancias. —Sí, claro. La llevaré a su casa, y una vez allí, tendremos una conversación que no podemos dejar para después.

Apenas amanecía y necesitaba un café antes de ocuparme de todos los trámites que me retenían en esa maldita ciudad para volver a la normalidad de mi vida.

—¿Qué es tan importante que no puede esperar? —pregunté al hombre que había trabajado para mi padre desde que tengo memoria.

El abogado me abrió la puerta del vehículo y entró después de mí, manteniéndose en silencio. El auto arrancó y nos movimos por la ciudad hasta llegar al lugar que un día llamé hogar. Entré al despacho de Robert y me senté en su sillón de cuero.

Todo lucía exactamente igual.

—Espéreme un momento, por favor. Le traerán una bebida caliente en un momento. —Se fue y me dejó sola.

No debería perder tiempo aquí; debería estar en camino al hospital para terminar con todo esto de una vez por todas. Pero no, aquí estoy, esperando al abogado que se fue no sé a dónde, sintiéndome como una intrusa en este lugar.

Volvió después de un momento con un maletín y se sentó frente a mí, sacando un documento.

—Le voy a pedir que sea breve y deje de quitarme tiempo. ¿Qué es lo que quiere decirme?

Ahora recordaba por qué mi padre y este hombre se llevaban tan bien. La seriedad en su rostro y la mínima pizca de empatía del abogado se asemejaban a las de mi padre.

—Bien, como abogado de su padre y albacea, tengo que leerle el testamento del señor Robert Moore para dar por finalizado mi trabajo, y así usted puede ocuparse de sus tareas.

Primero me explicó todo lo que debía saber respecto a la enfermedad y muerte de mi padre, y luego comenzó con la lectura del testamento. Me pidió que firmara y, una vez finalizadas las firmas requeridas, me tendió su mano y se marchó.

Me puse de pie frotándome las sienes, y dos golpes suaves en la puerta me recordaron que en esa casa había empleados que se quedarían sin trabajo.

—Adelante —dije, y Matilde, la mujer que se había hecho cargo de esa casa desde que era una niña, ingresó con una bandeja con café y lágrimas en los ojos. ¿Lloraba porque se había quedado sin empleo o por mi padre? Como sea, no iba a preguntar.

Dejó la taza delante de mí y se quedó inmóvil, mirándome como si yo fuera algún tipo de fantasma o algo así. Parecía que quería decir algo; veía la duda en ella.

—Siéntate, Matilde. Parece que te vas a desmayar. —No solo parecía que se iba a desmayar, estaba sorprendida.

—Estoy bien de pie, señorita Samantha. ¿Necesita algo más?

—Sí, que te sientes —señalé el asiento frente a mí— porque tenemos que hablar.

Matilde obedeció y con las manos tomó el borde del delantal, que estrujaba nerviosamente. Su mirada no estaba en mí, solo miraba sus manos, esperando a que le dijera lo que ya sabía.

—¿Por cuánto tiempo trabajaste en esta casa al servicio de mi padre?

Me indignaba saber que trabajó allí por más de veinticinco años y que mi padre no la haya contratado formalmente. Estar allí solo me daría dolores de cabeza.

Después de prometerles una buena indemnización a ella y a los demás sirvientes en la misma situación que Matilde, abordé el auto que me trajo a casa para dirigirme al hospital.

Solo me tomó una hora hacer los arreglos para el funeral, firmar los documentos del hospital y reconocer el cuerpo de mi padre, que apenas observé. En pocas horas, hice un cambio de ropa, llegué al cementerio y me despedí de una vez y para siempre de mi padre.

Desde mi hogar en Texas, asumiré mis responsabilidades. No pienso cambiar mi estilo de vida ni quiero que se sepa quién soy, especialmente porque la familia de mi novio es complicada. Llevo una vida bastante buena en Austin y lo que dejé atrás quiero que permanezca allí, sin interferir en mi vida actual. Soy Samantha Williams, la mejor repostera de la región y dueña de mi destino.

Cap 2

Repitan conmigo: Los autores no son esclavos de los Lectores, ellos tienen una vida, tiempos ocupados en familias, tratamientos medicos y otros trabajos. jajajaja

Hola mis chicas! me siento un poquito mejor y hoy estare subiendoles los capitulos que les debo!

Cap 2

Mi boda con Derek

Mi mejor amiga está más emocionada que yo, y eso que la que está a punto de casarse no es ella. Estoy frente al espejo, observándome con una mezcla de nervios y emoción. Adoro mi vestido de novia, un diseño sencillo pero elegante que refleja mi personalidad; es de encaje delicado, con una suave caída que acaricia el suelo, y un escote en forma de corazón que resalta mis clavículas. Mi cabello está recogido en un moño bajo, adornado con pequeñas flores blancas que combinan perfectamente con el velo que cae suavemente sobre mis hombros. Mi maquillaje es natural, resaltando mis ojos y dándome un aire de dulzura que contrasta con los sentimientos encontrados que me invaden.

La habitación donde me preparo es pequeña pero acogedora, decorada con flores frescas que llenan el aire con su fragancia. A través de la ventana, puedo ver el jardín donde se celebrará la boda, decorado con luces tenues que cuelgan de los árboles, creando un ambiente mágico y romántico. Es una boda sencilla, solo con nuestros amigos más cercanos y la familia de Derek. Ellos tratan de poner buena cara, pero en el fondo sé que no están de acuerdo con esta unión. Esperaban más para su único hijo que la repostera del pueblo, alguien que consideraran a su altura. Sin embargo, yo no necesito más. Solo quiero ser feliz con el hombre que ha estado a mi lado desde que llegué aquí hace seis años.

—¡Te ves preciosa, Sam! Cuando Derek te vea, se sentirá el hombre más afortunado del mundo por tenerte como esposa. —Emily se abanica la cara con las manos, intentando no llorar. Su cabello rubio cae en suaves ondas sobre sus hombros, brillando bajo la luz natural que entra por la ventana. Sus ojos azules, generalmente llenos de energía y alegría, están ahora humedecidos por la emoción. Es mi madrina de bodas y ha sido mi roca desde que Derek me propuso matrimonio. Siempre está a mi lado, apoyándome y asegurándose de que cada detalle de este día sea perfecto. —Ya quiero verte con un enorme vientre esperando a tu primer bebé para que yo enloquezca y compre miles de cosas que seguramente no va a necesitar.

—Eso, si mi suegra no me mata de aquí al altar.

Emily suelta un largo suspiro y baja los brazos, harta de escuchar lo mismo de siempre. Sabe perfectamente que los padres de Derek no me quieren y lo han dejado claro en múltiples ocasiones. Desde el principio, esperaban que su único hijo se casara con una mujer adinerada, de una familia respetada, alguien que pudiera engrandecer aún más el nombre de los Johnson. Y aquí estoy yo, una simple repostera sin familia, dueña de una pequeña pastelería que apenas es reconocida fuera de nuestro pueblo. Pero no me importa lo que ellos piensen, porque estoy enamorada de Derek. Es por él que soporto su desprecio, porque su amor ha sido mi ancla desde que llegué a este lugar hace seis años. Es por él que sigo aquí, a pesar de lo mucho que me duele no ser aceptada. A veces me pregunto si algún día cambiarán de opinión, pero en el fondo sé que lo único que desean es que desaparezca de sus vidas. Por eso, evito este lugar siempre que puedo.

—Vas a casarte con su hijo, no con ellos. Vive el “felices para siempre” y olvídate de lo demás. No sé por qué te callas cosas tan importantes —dice, con un toque de reproche en la voz. Ella es la única que conoce la verdad sobre mi origen y la herencia que mantengo en secreto. —Apuesto que eso cerraría más de una boca.

—Ya soy dueña de una gran fortuna, casarme era lo único que quería y…

Pienso en la herencia de mi padre, en la fortuna que nunca mencioné. He llevado una vida sencilla, sin alardes, esperando el momento adecuado para confesarle todo a Derek, tal vez después de la boda.

—¿No entrarás en razón, verdad? —le pregunto, con un suspiro resignado. Ni de broma. Los padres de Derek son el epítome de la élite, personas que se consideran superiores a todo el mundo. Ellos creen que el dinero y el estatus social son las únicas cosas que realmente importan. Si hubiera revelado que tengo una fortuna considerable, ellos probablemente me habrían considerado "lo mejor", aunque solo por interés. No quise hacerlo antes, porque quería conocer su verdadera actitud, sin el filtro del dinero que tanto valoran.

El desprecio hacia mí es obvio en cada uno de sus gestos y palabras. Desde el primer día, han demostrado que no me aceptan porque no encajo en su imagen de perfección social. Para ellos, yo soy solo una repostera del pueblo, alguien que no merece estar en su círculo exclusivo. Derek, a pesar de compartir algunas de las actitudes de sus padres, ha sido diferente. Aunque también fue influenciado por sus creencias, me ha aceptado tal como soy, sin importar el estatus que tengo o no. Su amor ha sido genuino, y es lo que me ha mantenido a su lado a pesar de todo. Es una de las razones por las que sigo aquí, a pesar de la hostilidad y el rechazo que enfrentamos.

Sacudo la cabeza, negando con suavidad. Nuestra conversación se interrumpe cuando llaman a la puerta, y Eliot entra con una gran sonrisa al verme a mí y a su novia. Es el mejor amigo de Derek, siempre amable conmigo desde el día que nos conocimos.

—¡Mis chicas! —exclama con una amplia sonrisa, mientras besa a Emily en los labios. —Se ven muy hermosas.

Eliot, el mejor amigo de Derek, es la personificación de la alegría y el buen humor. Alto y corpulento, su presencia es inconfundible. Lleva un elegante traje de padrino que destaca por su perfección. Un esmoquin negro con chaleco a juego, una camisa blanca impecable y una corbata negra que contrasta perfectamente con el resto de su atuendo. Sus preciosos ojos azules brillan con entusiasmo, y el cabello negro perfectamente peinado completa su imagen sofisticada. No hay duda de que su apariencia añade un toque especial a la ocasión y mi mejor amiga esta tan enamorada de el... sonla pareja perfecta.

—Tú no te ves nada mal tampoco. Ya quiero ver a mi amiga en un vestido más hermoso que el mío. ¡Qué demonios esperas para proponérselo! —se sorprende por mi queja con una sonrisa, mientras se rasca el cuello, nervioso ante la mención de la palabra “boda”. —Ya deja de darle tantas vueltas, o convenceré a mi amiga de que te demande por hacerle perder cinco años de su tiempo.

Emily se ríe ante mi broma a Eliot, y él parece a punto de desmayarse con la amenaza juguetona. Son tan adorables juntos que paso por alto el hecho de que Eliot todavía no ha dado ese gran paso.

—Hablaremos de mi boda con Emily después de que tú te cases con Derek. Y si sobrevives al primer aniversario, le haré la mejor propuesta del mundo, haciendo que la de mi mejor amigo parezca ridícula en comparación —le guiña un ojo a Emily, que se entusiasma con las palabras del hombre que ama. —Ahora tenemos que bajar, porque siento que Derek se va a morir de nervios si te demoras un minuto más.

Asiento feliz, apartando de mi mente todo lo que me mortifica, y abandono la habitación con una sonrisa, descendiendo las escaleras junto a mis padrinos. El sonido de mis tacones resonando en el mármol se mezcla con el suave murmullo de los invitados que esperan abajo.

La familia Johnson es la más acaudalada de la región; son dueños de prácticamente todo, y esa riqueza les ha conferido una arrogancia desmedida, casi palpable en el aire. Eliot, siempre tan atento, se ofreció a llevarme al altar y ocupar el puesto junto a Derek después, ya que no tengo familia. Es un gesto noble que me conmueve, aunque sé que no tiene el mismo significado para los Johnson.

Mientras camino por el único pasillo que se ha dispuesto para esta boda, no puedo evitar notar las miradas que recibo de los invitados de alta alcurnia. Mujeres elegantemente vestidas con trajes de diseñador y joyas que brillan con un resplandor opulento, hombres con trajes hechos a medida, todos ellos luciendo una expresión de superioridad, como si mi presencia fuera una mancha en la perfección de este evento. Susurros y miradas de reojo me rodean, juzgándome, midiendo mi valor en términos de riqueza y linaje, algo que siempre he tenido y he tenido hasta ahora lo he sabido esconder . Algunos de ellos, con sonrisas forzadas, apenas ocultan su desdén.

Pero yo los ignoro. Mi mirada permanece fija al frente, donde Derek me espera, su sonrisa cálida y sincera siendo todo lo que necesito para borrar cualquier duda o temor. Él es el hombre que a partir de hoy será mi compañero para el resto de mi vida, y ese pensamiento me llena de una felicidad que eclipsa cualquier cosa que pueda ocurrir a mi alrededor.

—Te ves más hermosa que un ángel, mi amor —dice Derek cuando finalmente llego a su lado, su sonrisa ampliándose mientras toma mi mano.

Sonreímos juntos durante toda la ceremonia, intercambiamos votos y nos besamos delante de todos, sellando nuestra unión de una manera que se siente casi mágica.

Sí, soy la mujer más feliz del mundo, y quiero que eso se note. No me importa que no me quieran aquí, ni ser una huérfana sin familia en el día más importante de mi vida. Solo disfruto del hombre que no suelta mis labios y de las pocas personas que aplauden con genuina alegría por nosotros.

—Te amo —susurro, sintiendo cómo el amor fluye entre nosotros.

—Yo más —me responde Derek, apretando mi mano cuando el sacerdote nos indica que podemos irnos a celebrar.

Como mencioné antes, la boda es bastante íntima. Nos movemos al jardín decorado con velas y flores blancas en todos los rincones, un escenario que parece sacado de un cuento de hadas. Derek decide que solo nosotros dos nos sentaremos en la mesa principal, evitando así cualquier incomodidad para mí. Aunque no lo diga, sé que lo hace para que no me sienta mal por no tener una sola figura familiar a mi lado, y por eso lo amo aún más.

A pesar de todo, me siento feliz y completa con él. Derek ha sido mi roca, mi apoyo incondicional desde que nos conocimos hace seis años. Mientras brindamos y compartimos la cena, la alegría de estar finalmente casados nos envuelve. Nuestros amigos en común y los pocos familiares que nos muestran apoyo se acercan para felicitarnos y brindar por nuestra felicidad. Entre risas y anécdotas compartidas, siento la calidez y el amor que nos rodea. Agradezco a Emilie y Eliot, nuestros padrinos de boda, por estar a nuestro lado y hacer este día aún más especial.

La música suave y las risas llenan el aire mientras disfrutamos de la compañía de nuestros seres queridos. La noche avanza con bailes y momentos de complicidad entre Derek y yo, sellando así el inicio de nuestro camino juntos como pareja. Cada mirada, cada gesto, refleja la promesa de un futuro lleno de amor y complicidad.

La fiesta termina y los invitados se retiran a sus hogares. Me quito los zapatos que me están matando y, antes de entrar a la casa, Derek me alza en brazos y entra conmigo, sacándome risas cuando me llena la cara de besos hasta que entramos a la alcoba que ocuparemos solo por hoy. Nos besamos una vez cerrada la puerta, pero somos interrumpidos por Margaret, mi suegra, que entra sin permiso y me abofetea, desconcertándome. No entiendo qué le pasa ni por qué me golpea con tanta fuerza.

—¡Te volviste loca, mamá! ¿Qué demonios te pasa? —Derek me deja detrás de su espalda para protegerme de su madre, que parece fuera de sí. El ardor en mi mejilla se intensifica y las lágrimas comienzan a brotar, fruto del dolor y la humillación de haber sido golpeada por primera vez en mi vida. Mi corazón late desbocado, ahogado por la angustia y la confusión. —No puedes entrar así a mi habitación y golpear a mi esposa. ¡Discúlpate! —Le exige a su madre, su voz cargada de furia y desesperación.

Pero Margaret, lejos de ceder, se abalanza hacia mí una vez más, sus ojos ardiendo con un odio visceral. ¿A qué familia he venido a parar?

—Tu esposa no es más que una zorra aprovechada que se casó contigo solo por nuestra fortuna. —Su voz rezuma veneno, y su mirada me atraviesa con desprecio. —Acabo de escuchar de su propia boca lo que es un hecho indiscutible, y lo peor de todo es que no puedes divorciarte de aquí a tres años o la mitad de todo lo nuestro le pertenecerá a esta cualquiera.

Las palabras se enredan en mi mente. No entiendo nada. ¿Qué está diciendo? Yo nunca he mencionado nada de lo que esta mujer afirma. Derek, aún tratando de sacarla de la habitación, lucha contra su propio desconcierto, mientras Margaret señala con un dedo acusador algo que no había notado antes: unas pequeñas cámaras discretamente instaladas en las esquinas de la habitación.

Mi cuerpo se congela. ¿Qué es lo que he dicho que pudo haber desatado semejante ira en esta mujer? ¿Qué ha escuchado para que se atreva a destrozar el único día en que debería sentirme la mujer más feliz del mundo?

Cap 3

Él, no era tan diferente después de todo. 

Cap 3 

Margaret se planta en la habitación con una postura rígida, como si su sola presencia pudiera doblegarme. Sus ojos, dos pozos oscuros de odio, me perforan con una furia contenida que amenaza con desbordarse en cualquier momento. Su mano tiembla levemente, como si no pudiera decidir entre golpearme de nuevo o simplemente arrancarme de la vida de su hijo. La tensión en el aire es sofocante, y me siento pequeña frente a su abrumadora presencia.

—Sé que no le agrado, señora Johnson, pero no invente cosas ni me trate así. Siempre la he tratado con respeto a usted y a su esposo. —Mi voz tiembla, pero me esfuerzo por mantenerme firme, intentando defenderme de las acusaciones.

Margaret suelta una risa llena de desprecio, una carcajada que retumba en la habitación, amplificando mi vulnerabilidad. Sus dedos se cierran sobre el brazo de Derek, como si quisiera asegurarse de que no se me escape, de que no se escape de su influencia.

—No juegues a la digna conmigo. No eres más que una ramera oportunista. —Sus palabras son veneno puro, y cada sílaba me duele como un golpe. Tira de Derek, sacándolo de la habitación con una autoridad que no deja lugar a dudas sobre quién tiene el control. La sigo, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho, intentando entender qué está pasando.

Margaret enciende una laptop con una sonrisa cruel en el rostro.

La grabación de mi preparación antes de la boda se reproduce en la pantalla, y mis palabras, que en su momento fueron inofensivas, ahora suenan condenatorias en el contexto que Margaret ha creado.

—Vas a casarte con su hijo, no con ellos. Vive el “felices para siempre” y olvida lo demás. No sé por qué te callas cosas tan importantes. Apuesto a que eso cerraría más de una boca.

—Ya soy dueña de una gran fortuna, casarme era lo único que quería y…

Han malinterpretado todo.

Derek está al lado de su madre, y por un instante, veo en su rostro una sombra de la misma frialdad que caracteriza a su madre. Aunque siempre me ha aceptado como soy, noto ahora una grieta en su confianza, una semilla de duda plantada por las mentiras de su familia. Ese desdén, que hasta ahora había sido sutil, se revela de manera devastadora, y me golpea con una fuerza que no esperaba. Intento buscar su mirada, desesperada por ver algo del hombre que amo, pero solo encuentro una máscara impenetrable.

Mi esposo no me mira, no busca mis ojos, y sé que en su mente ya ha tomado una decisión. Su madre lo ha atrapado en su red, y cualquier intento mío de explicarme sería inútil.

Él se coloca frente a mí, su rostro endurecido por una furia contenida. Toma mi mentón con fuerza, obligándome a mirarlo a los ojos, esos ojos verdes que ahora me parecen desconocidos.

—Tres años. Solo serán tres años de absoluta soledad y desprecio, porque eres una maldita mentirosa arribista y jamás debería haberme casado contigo. Mi madre tuvo razón todo el tiempo, y tú lo único que has hecho fue engatusarme. Haré que te lamentes cada día por eso.

Sus palabras me destrozan, me siento traicionada de una manera que jamás hubiera imaginado. Las lágrimas que intento contener se derraman libremente, y él se da la vuelta, dejándome sola con Margaret, cuya sonrisa de satisfacción me produce náuseas.

—Te haré la vida un infierno hasta que te divorcies de mi hijo, zorra interesada.

La miro, mi mente luchando por encontrar una salida, por aferrarse a algo de esperanza. No puedo aceptar que esto sea el final, no después de todo lo que hemos pasado juntos. Derek tiene que entender, tiene que escucharme. No es justo, merezco al menos una oportunidad para explicar.

—Suerte con eso, señora Johnson. —Mi voz suena débil, pero logro mantener la cabeza en alto mientras me alejo, dejando que el padre de Derek se haga cargo de la situación.

Regreso al pequeño apartamento que he llamado hogar durante tantos años, y el silencio aquí es un eco constante de mi tristeza. Desempaco mi ropa de cama con movimientos automáticos, mi mente atrapada en una tormenta de dolor y confusión. Las lágrimas caen sin cesar, arrastrando mi maquillaje y mezclándose con el dolor que siento por la injusticia de la situación. Derek ni siquiera me dio la oportunidad de explicarle que lo que escuchó estaba completamente malinterpretado. La angustia me ahoga al pensar en el vacío que dejo en mi corazón y en la desesperación de estar sola en este momento.

Llamo a Emilie, mi amiga de toda la vida, y le cuento, entre sollozos, lo que ha sucedido. Cuando cuelgo, me siento un poco más ligera, aunque el peso de la traición y la tristeza sigue presionando sobre mí.

Minutos después, Emilie llega con una botella de tequila y una expresión de preocupación en su rostro. Entra rápidamente, me abraza y nuestras lágrimas se mezclan mientras compartimos el dolor.

—Es tu culpa por no decirle quién eres, cariño —dice Emilie, con un tono de frustración. Me aprieta en un abrazo reconfortante. — ¿Por qué no le dijiste la verdad en el momento en que te golpeó? Deberías haberle gritado a esa maldita bruja la verdad, para que se diera cuenta de lo equivocada que está.

Pensaba contarle a Derek la verdad después de nuestra luna de miel. Pero ahora, con su creencia ciega en las acusaciones de su madre, me doy cuenta de que su amor no era tan fuerte como pensaba. Me duele ver que confía más en la versión de su madre que en mis palabras. Mi corazón se quiebra al comprender que mi intento de demostrar mi inocencia ahora parece en vano.

—¿Para qué? —respondo con voz quebrada. — ¿No se suponía que me amaba? ¿Creyendo en palabras malinterpretadas sin darme una oportunidad de explicarme? No puedo permitir que esto termine así. Si nuestro matrimonio llega a su fin, le demostraré que está equivocado, y espero que entienda el dolor que estoy sintiendo en este momento. Quiero que sienta la misma angustia y tristeza que me atormenta.

Emilie no tiene palabras que decir, pero su silencio confirma lo que ya sabemos. Nos sentamos juntas, bebiendo tequila en silencio, con el peso del dolor y la traición llenando el aire a nuestro alrededor.

...

Tres años después.

Continúo trabajando en mi pastelería, que no solo ha prosperado en esta ciudad, sino que también se ha expandido a otras localidades, como es propio de una Moore. Este éxito me ha mantenido ocupada, me ha distraído en los momentos interminables de soledad que he experimentado. Vivo en una mansión enorme, adornada con los lujos que la familia Johnson adora, pero a pesar de compartir este techo con Derek, la soledad y el vacío son mis únicas compañías.

La casa está llena vacios de un matrimonio que nunca se ha sentido realmente como mío. Derek nunca me ha dado la oportunidad de explicarme, y su madre, más que una simple huésped habitual, parece una residente permanente. Ella se adueña de cada rincón, saboteando cualquier intento de que Derek y yo tengamos un momento a solas para hablar. Su presencia constante y su actitud hostil solo sirven para intensificar el aislamiento y la tristeza que me embargan día tras día.

Organizo la mesa esperando a mi esposo. Hoy es nuestro tercer aniversario y he preparado su plato favorito con la esperanza de que, por fin, podamos sentarnos a hablar, ya que su madre no está aquí con su intervención venenosa. A medida que el tiempo avanza, mi esperanza se desvanece. Las horas pasan y él aún no ha llegado. Mi corazón se encoje de tristeza al darme cuenta de que si no está en casa, es porque su madre ha encontrado una nueva excusa para mantenerlo alejado. La señora Johnson, se especializa en encontrar motivos para separarnos, desde desmayos hasta jaquecas, y hoy me pregunto qué invento habrá planeado para mantener a su hijo lejos de mí.

Ceno sola a la luz de las velas, el aroma del plato que preparé para él se mezcla con el vacío que siento en el corazón. Cada minuto que pasa sin su llegada refuerza la soledad que me acompaña, y la tristeza de estar sola en una noche que debería ser especial se apodera de mí. A las diez de la noche, escucho las llaves chocar con la mesita del recibidor, interrumpiendo el silencio que se ha convertido en mi única compañía.

—Pensé que no volverías. Eso sí que es nuevo. —No sé para qué demonios me quejo, si de todos modos subirá la escalera y se encerrará en su habitación. — ¿Podemos hablar?

Niega con la cabeza, como si esas dos palabras fueran todo lo que estuviera dispuesto a darme. Literalmente no hemos mantenido una conversación de más de dos minutos en estos tres años.

—No puedo, tengo que irme. —Dios, amo tanto a este hombre y el dolor que siento al ver cómo mi amor termina por destruir mi dignidad es insoportable.

Las lágrimas comienzan a acumularse y el nudo en mi garganta se hace cada vez más grande.

—No te vayas, no hoy, Derek. Te he estado esperando por horas con la cena y preparé tu plato favorito. Necesitamos hablar, cariño. ¿Cuánto más tengo que suplicarte? ¿No entiendes que te amo y que solo quiero estar a tu lado? Hoy es un día especial para los dos, te casaste conmigo con la promesa de amarme y acopañarme, nos casamos enamorados, Derek.

Me gano la ignorada del siglo. OTRA VEZ.

Sonríe sacudiendo la cabeza y me deja sola subiendo la escalera. Minutos después, baja de nuevo, dejando atrás su traje a medida. Volverá a salir, dejándome aquí sola con la daga clavada en el pecho. No me mira y sigue su camino hacia la salida, pero digo las palabras que tengo atoradas en la garganta antes de que atraviese la puerta.

—Hoy es nuestro tercer aniversario de casados, ¿sabes? Y he vivido aquí sola el primer año, el segundo casi no apareciste por la casa y este último, nada más me has ignorado como si no existiera, negándome la oportunidad de explicarte cómo fueron las cosas el día de nuestra boda. Tenemos que arreglar nuestro matrimonio antes de que tomemos medidas drasticas. — Trato de que mi voz suene firme, de que escuche lo que tengo que decir.

Se ríe en mi cara y saca su móvil, teclea la pantalla, y en el mismo momento en que lo guarda en el bolsillo de sus vaqueros llega una notificación al mío. La transferencia a mi cuenta bancaria de cincuenta mil dólares por parte de mi esposo le entierra una apuñalada más a este estúpido corazón que no hace otra cosa más que quererlo.

—¿Por qué me das dinero que no necesito? — Pregunto con la voz rota, mientras las lágrimas acumuladas empiezan a deslizarse por mi rostro.

Él se vuelve, molesto, y me encara.

— ¿Qué? ¿No era por mi dinero que te casaste conmigo y así ser la poseedora de una gran fortuna? Déjame en paz, Samantha, no quiero hablar contigo de nada y menos hoy, porque esta fecha es el recordatorio de lo mucho que me equivoqué contigo.

—¿No lo entiendes, verdad? —Suspiro, sintiendo cómo mi alma se desmorona. — Vete detrás de tu madre, pero guarda estas palabras en tu cabeza cuando te digo que jamás me casé contigo por dinero.

Mis lágrimas caen sin poderlo evitar, arruinando el maquillaje con el que me esforcé por verme más bonita. Todo en vano. Derek se da vuelta nuevamente y se va, dando un fuerte portazo que me aturde y me resigna al mismo tiempo.

Se va dejandome el corazón destrozado y me digo  mi misma que ya ha sido suficiente. Mi padre debe estar revolcandose en su tumba al dejar que pisoteen mi dignidad.

Holis!!!

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