No hacía mucho que mi madre y yo nos mudamos a esta ciudad, la habían promovido a Gerente. Casi inmediatamente me buscó una escuela.
Entré al aula un poco nerviosa. No me gustaba este cambio, había dejado todo en mi antiguo hogar.
— Buenos días, jovencita, puede presentarse al grupo.
— Si— mi voz titubeó un poco— Soy Ari Blanco, tengo 16 años, espero llevarme bien con todos ustedes.
— Muy bien Ari, puede sentarse— el maestro me indicó que me sentará al final de la hilera junto a la ventana.
Sentí la mirada de todos. Me senté en el lugar que el maestro me indicó. Cuando eres la nueva del salón todos te miran como un bicho raro y el estarse presentando a cada maestro que entraba a dar clases es bastante aburrido.
El timbre del recreo sonó. Todos salieron, era como alguien invisible y para mí eso era suficiente. Extrañaba a Eloisa, mi mejor amiga.
Salí del aula, mirando hacia todos lados, tratando de adivinar dónde estaban los baños de las chicas.
— Disculpa, ¿dónde están los baños de las niñas?— le pregunté a una chica bastante alta y muy bonita.
— A tu derecha, camina unos 50 metros y justo está ahí— me miró de pies a cabeza.
— Gracias— sonreí tratando de ser amable.
Caminé hacia donde ella me indicó, Pero lo que estaba ahí era el baño de los chicos.
Salieron dos chicos, muy guapos y con su uniforme impecable. Uno de ellos sobresalía. Mi corazón se agitó un poco, tenía una mirada fría.
¿Qué me pasa? Me quedé como una completa tonta paralizada viéndolo. Él me miró de reojos y siguió caminando.
Regresé al salón de clase. Me senté en mi silla y no interactué con nadie más.
Todos aquí son raros, arrogantes, estúpidos y egocéntricos. Se nota que aquí vienen chicas y chicos de la alta sociedad.
El primer día de clase en esa escuela llegó a su final. Quedé afuera de la escuela esperando a mi mamá. Ella me llamó, yo contesté el celular.
— Hija, no podré pasar por ti, ¿crees que puedes irte sola a casa? ¿Perdón, si?
— Está bien— colgué la llamada.
Empecé a caminar. Me puse mis auriculares e iba escogiendo la música en mi celular, cuando choqué con alguien.
— Perdón— mis ojos se encontraron con los ojos del chico que había chocado. Era el chico guapo del baño.
— Eres medio tonta. Es la segunda del día— me enojé un poco.
— Pues no soy la única tonta, tú tampoco te fijaste.
— Tú, una don nadie me dice tonto. No sabes quién soy, verdad, ¿es un chiste?.
— No sé quién eres y no me interesa, niñito. — continué mi camino a mi casa.
Parece que mi último año en la secundaria será un desastre. Llegué a casa. Me fui a mi cuarto. Sentía una tristeza, me puse a llorar. Llamé a mi mejor amiga, estuve platicando con ella unos treinta minutos hasta que mi madre llegó a casa.
— Ari, ya estás en casa— salí del cuarto— ¿cómo te fue? ¿que te pareció el colegio? En ese colegio asisten solo los hijos de los ministros, doctores, abogados. Mi jefe fue quien me recomendó. Su hijo estudia ahí.
— Me fue bien. Aunque creo que ese no es mi entorno. Todos son unos presumidos, quiero regresar a mi antigua casa.
— Ari, ya lo hablamos. está es una gran oportunidad para que nos superemos. Haz conexiones en ese colegio.
— Está bien madre. Solo que extraño a Eloisa.
—Te entiendo. Cuando tenga vacaciones, podemos ir a visitarla.
— Gracias mamá.
Cenamos juntas. Mi madre es mi todo. Ella se ha esforzado mucho por darme lo mejor, aunque en esa búsqueda de ella en salir adelante, he experimentado mucha soledad.
ARI BLANCO
Soy Ari Blanco, una chica de 16 años que cursa el 11mo grado, el último año de la secundaria. Me trasladé a una nueva ciudad a mitad de año, esto porque promovieron a mi madre. Siempre hemos sido las dos contra el mundo, no conozco a mi padre, y mi madre no habla de él. Mi nuevo colegio es hermoso, Pero no me gusta mucho. Me siento fuera de lugar.
Mi alarma sonó. Tomé el celular. Miré la hora. Me levanté y fui a darme un baño. Mi mamá me llamaba y me apuraba.
— Mamá, tranquila. Apenas son las 6 de la mañana, tenemos tiempo.
— Amor, tengo que estar muy temprano en el trabajo. Debo dar el ejemplo como la Gerente. ¿Crees que puedes ir y venir del colegio sola?
— Si mamá. No te preocupes por mí.
Mi madre tomó las llaves del auto y salió de la casa un poco apurada. Ella es así, siempre ha sido así. He tenido que madurar a mi corta edad, aprendí a cocinar con tan solo 9 años. He aquí donde Eloísa tomó un papel importante en mi vida, ella era mi vecina y con ella mitigaba mi soledad.
Tomé un poco de leche del refrigerador y me serví un poco. Salí de la casa. Empecé a caminar, me tomó unos cuarenta minutos llegar a la escuela. Aún me daba un poco de miedo tomar el autobús, no sabía qué tomar y dónde bajar.
Llegué un poco sudada. Entré a clase casi a las completas. Esta vez observé a cada uno de mis compañeros. Realmente no quería estar aquí. Celulares de marcas, mochilas, cuadernos, hasta los lapiceros se veían distintos a los míos. Caminé a mi asiento, y dirigí mi mirada hacia la ventana. Había un grupo que salía a la cancha para hacer deportes. Ahí estaba él, el mismo chico con el cual había chocado el día anterior.
En un instante él miró hacia la ventana y nuestras miradas chocaron, aparté la vista y me puse un poco nerviosa. Es la primera vez que alguien me gusta. ¿Cómo se llama? Mi cerebro no dejaba de pensar en eso.
Llegó el recreo.
— Hola— una chica de mi clase me habló.
— Hola— le respondí.
— Tengo curiosidad de algo— ella me miró de pies a cabeza— ¿Cuál es tu apellido? No recuerdo cuando te presentaste ayer
— Blanco. Soy Ari Blanco.
— No conozco a nadie con ese apellido. ¿Tus padres que hacen?
— Mi mamá es Gerente de una empresa.
— ¿Gerente? entonces solo es una empleada más— sentí como mi estómago se revolvía. Sentí enojo por como me estaba despreciando.
— Así es mi mamá es una empleada más. ¿Cuál es el problema?
— Ninguno— Ella se retiró. Ni siquiera me dio su nombre.
Salí del salon con mi mochila y fui a la cancha de fútbol. Me senté bajo un árbol a ver a los chicos jugar. Es increíble como juegan, parecen profesionales. Saqué mi celular, me puse los auriculares y me puse a escuchar música. Cerré mis ojos y me recosté al árbol. Solo sentí un golpe en la cara, abrí los ojos rápidos y me toqué la cara de inmediato. Me puse a llorar del dolor.
— Perdón, no fue mi intención— una voz que se me hacía conocida— si quieres vamos a la enfermería.
Levanto la mirada y era él.
— No quiero ir a ningún lado. Acaso no ves donde van a tirar la pelota. Eres un estúpido o que.
— Eres una mal educada. Vine a disculparme y llevarte a la enfermería. No fue mi intención.
El chico tomó el balón y lo devolvió a la cancha.
— Te pegué fuerte. En serio perdón. No llores, vamos a la enfermería.
— Si me pegaste fuerte. ¿Qué crees que fue un algodón el que chocó con mi cara?
El timbre de fin de recreo sonó.
— Vamos, ¿A qué salón vas?
— 11mo B. Ve primero. Yo voy sola— él dejó de insistir y se fue.
Me levanté y busqué la enfermería. Pedí al maestro guía retirarme a mi casa porque me dolía la cabeza. Él llamó a mi mamá y mi mamá le dijo que podía irme sola a casa.
— Profesor, me voy a quedar. Solo necesito una pastilla para el dolor de cabeza.
Regresé a la enfermería. La enfermera me dió una medicina para el dolor de cabeza.
— ¿Me puedo recostar un rato mientras la medicina hace efecto?
— Si no hay problema.
Quedé ahí hasta que finalizaron las clases, me había quedado dormida.
— Así que al final viniste— Abrí los ojos.
Me levanté de inmediato. Tomé mi mochila.
— ¿Qué haces aquí?
— Fui a ver si estabas en tu salón, Pero no te vi. Y me siento un poco culpable— él sonrió.
— Ya estoy bien. Gracias por preocuparte, Pero ya estoy bien.
— Me llamo Álvaro Grubstein, 11mo A.
— Ok. Ari Blanco. Ya sabes en qué grado estoy.
— Eres nueva. No te había visto antes— No podía creer que no recordara que ayer si nos vimos cuando el salía del baño. No causé ninguna impresión en él.
— Si soy nueva.
— ¿Tienes novio?
— No— Me empecé a poner nerviosa, en aquella enfermería solo estábamos él y yo. Ayer él fue algo grosero y hoy está preguntando si tengo novio.
— Voy a tener una fiesta de cumpleaños en dos semanas, puedes venir. Dame tu número y te envío la ubicación— Le di mi número.
— Me voy. Llegaré tarde a mi casa.
Salí casi corriendo de ahí. Mi estómago parecía que era una montaña rusa. Mis manos estaban congeladas.
Llegué a casa.
Alvaro Grubstein. Creo que me gusta.
ARI BLANCO
Había pasado una semana desde que empecé mis clases. No hacía nada, ni salía al recreo para evitar hablar o sentir las miradas de desprecio de los demás. Quería mantener un perfil bajo en lo que quedaba del año.
A veces, podía observar a Álvaro desde la ventana y él se había vuelto ese amor secreto. La única vez que platicamos fue por el balonazo que me dio en la cara.
Un día como cualquier otro, me senté en mi lugar y en la hora de recreo me ponía a ver a Álvaro desde la ventana, a él le gustaba jugar fútbol. Para mí, él brillaba en el centro de esa cancha.
— ¿A quién ves tanto, Ari? — me giré un poco asustada, evidenciándome que me gusta alguien.
— No veo a alguien en particular— salí del salón.
Era la misma chica que había preguntado por mi apellido. Que ganas de molestar. Caminé un poco por los pasillos y llegué sin querer a la cancha. Me detuve a verlo.
El timbre sonó.
Álvaro salía de la cancha todo sudado. Se dirigía hasta donde estaba.
— Hola Ari.
— Hola Álvaro— las chicas empezaron a ver y a murmurar. Solo bajé la mirada.
— Recuerda que este fin de semana es mi cumple, ¿Vendrás?
— Aún no lo sé. Tengo que pedir permiso a mi mamá.
— ¿Permiso? Okay. Entonces pídelo. Nos vemos— él salió corriendo cuando uno de sus amigos lo llamó.
¿Por qué se sorprende que pida permiso? Si somos menores de edad. No entiendo a esta gente.
Terminando las clases, Álvaro se acercó.
— Hola de nuevo.
— Hola— él me sonrió.
— ¿Quieres que te lleve a tu casa?
— No te preocupes, puedo ir sola.
— Okay— él sacó su celular y se puso a escribir— revisa tu celular, te envío un mensaje. Ahí está la ubicación de donde será mi cumple, no faltes— tocó la punta de mi nariz.
— Está bien— sentía mis mejillas arder.
Álvaro se marchó.
— Ari detente ahí— era la pesada chica que siempre me buscaba como molestar— no te Quiero cerca de mi Álvaro.
— ¿Mi Álvaro? Lo siento no sabía que ustedes estaban en una relación.
— Aunque no lo creas lo estamos. Su familia y la mía son amigas.
— ¿Cómo te llamas? He querido preguntarte eso.
— Anne Mackenzie, la futura esposa de Álvaro Grubstein. Así que, deja de coquetear con él.
— Yo no he coqueteado con él, así que puedes estar tranquila — puso su dedo en mi frente y lo empujó.
— Más te vale — sonrió y pasó dándome en el hombro con su hombro.
Hija de su p... Quien le coquetea a ese, él es quien me habla primero. No soporto este maldito colegio. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Salí del colegio llena de rabia, llorando. Debo admitir que soy una llorona.
Caminé un poco. Un auto de color negro se detuvo. Realmente me asusté.
— Ari, sube— era Álvaro, no sabía que el ya conducía auto.
Él al verme llorar se bajó del auto. Yo miré hacia todos lados buscando a Anne, no quería tener más problemas con ella. No me gusta pelear menos que me molesten. Empecé a caminar más rápido. Alvaro me siguió y se puso enfrente.
— No me sigas. Quítate, quiero llegar a mi casa.
— ¿Que te sucede? ¿Por qué lloras?
— No quiero meterte en problemas con tu novia. Quiero llevar lo que queda del año en paz.
—¿Cuál novia?
— Anne Mackenzie. Ella.
— Ella. Mmm... Ella no es mi novia— puso una cara sería— ¿Ella te dijo algo?
— Que era tu futura esposa. Sabes, yo soy nueva aquí, y la verdad es que no me interesa si ella y tú son novios.
— Ella no es mi novia. En cambio, tú si me gustas— me quedé con la boca abierta.
Esto no puede ser real.
— ¿Hoy es día de los inocentes? No digas esas cosas tan fácilmente.
— ¿Por qué no puedes creer que me gustas?— Él tomó mis manos. Mis ojos se abrieron como platos. Jalé mis manos y salí corriendo.
Hui de la situación. Sí, soy una cobarde. Nunca había tenido novio, es la primera vez que me gusta alguien. Es la primera vez que alguien me dice que le gusto.
Llegué a mi casa y me encerré en mi cuarto. Mi corazón parecía un tamborcito.
Mi celular sonó. Era él.
💌 Corriste rápido, puede ser que seas una atleta en el futuro. Mañana te veo en la hora de recreo en la azotea del colegio.
No respondí. Llevé mis manos a mi boca, sonreí y suspiré unas diez veces. Todo esto es una experiencia nueva, Pero tenía dudas. ¿Por qué yo? Habiendo tantas chicas guapas y adineradas en el colegio, porque se fija en alguien tan sencilla. ¿Y si me está jugando una broma?
Llamé a Eloisa y le conté lo que estaba pasando.
— Amiga, no pierdes nada con probar. Si te gusta date una oportunidad. Mañana te llamo para que me cuentes. Te extraño mi Ari, el Cole se siente diferente.
— Yo también te extraño Eloi, en vacaciones iré a visitarte.
— Estudiemos la misma carrera cuando vayamos a la universidad.
— Es una promesa — sonreí. Cada vez que hablaba con ella, me daba ese valor.
Al día siguiente.
Llegó la hora del recreo. Dude un poco si debía ir o no. Más porque Anne estaba en el mismo salón y me tiraba unas miradas fulminantes.
💌Te estoy esperando — era Álvaro, mordí mis labios, tomé valor y fui a la azotea.
Ahí estaba él sentado en el piso.
— Hola— me saludó.
— Hola— tartamudee.
— Wao, estoy un poco nervioso— él sonrió— ayer dije algo que parece que te tomó por sorpresa y pido perdón por eso, no tuve tacto.
— Sí, está bien.
— ¿Quieres salir conmigo?
— Ehhh— lo miré fijo a sus ojos, mordí mis labios del nervio, mi estómago empezó a temblar. Él se acercó y me dio mi primer beso.
Caí rendida a sus labios. Mi primer beso a los 16 años. Bajé la mirada. Quedé muda.
— Perdón. No esperé una respuesta, me emocioné un poco.
— Si— respondí sin hacer contacto visual.
Alvaro me abrazó. En ese momento solo éramos dos jóvenes de 16 años viviendo una bonita experiencia.
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