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Isabella Y La Luz Del Reino

Capítulo 1: El Susurro del Bosque

El sol se filtraba a través de las hojas de los árboles, creando un mosaico de luces y sombras en el suelo del bosque. Isabella, una joven princesa de catorce años, caminaba por el sendero, disfrutando del aire fresco y del canto de los pájaros. Su larga cabellera dorada ondeaba con la brisa, y su vestido de lino blanco se movía suavemente mientras avanzaba.

—Isabella, ¡espera! —gritó su amiga Clara, corriendo tras ella con una canasta de flores silvestres en la mano.

Isabella se detuvo y giró, sonriendo a su amiga. Clara tenía una energía contagiosa que siempre iluminaba sus días.

—¿Qué pasa, Clara? —preguntó Isabella, mientras su mirada se perdía en el espesor del bosque.

—Estaba buscando estas flores para la corona que planeo hacerte. ¡Mira qué hermosas son! —dijo Clara, levantando la canasta con orgullo.

—Son preciosas. Pero, ¿no crees que deberíamos regresar al castillo? Mi padre está preocupado por mi ausencia —Isabella miró hacia el camino que conducía de vuelta a casa.

Clara frunció el ceño, claramente no dispuesta a dejar que la diversión terminara.

—Un poco más, Isabella. Solo un poco más. He oído rumores sobre un lugar encantado más adelante. Dicen que hay un lago donde los unicornios vienen a beber. ¡Imagina que pudiéramos ver uno!

La idea hizo que Isabella se sintiera intrigada. Aunque sabía que debía ser prudente, la emoción de la aventura la envolvía.

—Está bien, solo un poco más. Pero no podemos alejarnos demasiado —dijo Isabella, sintiendo el tirón de la curiosidad.

Las dos amigas se adentraron más en el bosque, riendo y charlando sobre su vida en el castillo. Sin embargo, a medida que se adentraban, un suave susurro comenzó a llenar el aire.

—¿Escuchas eso? —preguntó Isabella, deteniéndose en seco.

Clara frunció el ceño y se quedó en silencio. El susurro parecía venir de todas partes y de ninguna a la vez.

—Es como si el bosque estuviera hablando —murmuró Clara, con los ojos abiertos de par en par.

El sonido era un eco suave, casi melódico, que parecía llamarlas. Isabella sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero también una extraña atracción hacia la fuente del sonido.

—Vamos a investigar —dijo Isabella, tomando la mano de Clara.

Las dos se adentraron en el bosque, siguiendo el susurro. Cada paso las llevaba más lejos del sendero conocido. Las sombras se alargaban mientras el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos dorados y púrpuras.

—Isabella, no me gusta esto. Deberíamos regresar —dijo Clara, con un tono de preocupación creciente.

—Solo un momento más. Estoy segura de que es solo el viento —Isabella intentó tranquilizarla, aunque en el fondo también sentía una punzada de inquietud.

Finalmente, llegaron a un claro. El susurro se intensificó, resonando en el aire como si el bosque estuviera vivo. En el centro del claro, había un árbol inmenso, con raíces que se extendían como serpientes por el suelo.

—¿Qué es esto? —preguntó Clara, mirando con asombro.

Isabella se acercó al árbol, tocando su corteza rugosa. En ese instante, una luz suave comenzó a emanar del árbol, iluminando el claro. Isabella retrocedió, sorprendida.

—¿Qué está pasando? —murmuró Clara, mirando a su alrededor.

Justo entonces, una figura diminuta emergió de la luz. Era un hada, con alas brillantes que reflejaban los colores del arcoíris. Su expresión era serena y sabia.

—Bienvenidas, jóvenes aventureras. Soy Luna, el hada madrina del bosque —dijo la criatura con una voz suave y melodiosa.

Isabella y Clara intercambiaron miradas de asombro y emoción.

—¿Un hada? —exclamó Clara, con la boca abierta—. Esto es increíble.

Luna sonrió, moviendo sus alas delicadamente.

—He estado esperando que llegaran. El bosque necesita su ayuda. Una sombra oscura amenaza a Lumaria, y solo ustedes pueden traer de vuelta la luz.

Isabella sintió un escalofrío de emoción recorrer su cuerpo. Aunque era una princesa, siempre había soñado con aventuras, y ahora se le presentaba una oportunidad real.

—¿Qué debemos hacer? —preguntó Isabella, con determinación en su voz.

Luna se acercó, sus ojos brillando con intensidad.

—Deben encontrar el Corazón de la Magia, un artefacto antiguo que se esconde en el Reino Perdido. Sin él, Morgana, la bruja oscura, seguirá extendiendo su poder sobre Lumaria.

—¿Morgana? —preguntó Clara, con una mezcla de temor y curiosidad—. ¿Quién es ella?

—Una bruja que fue desterrada hace mucho tiempo, pero ahora ha regresado —explicó Luna—. Su magia oscura ha comenzado a consumir el bosque y a los seres que en él habitan.

—¿Y cómo podemos encontrar el Corazón de la Magia? —preguntó Isabella, sintiendo que su corazón latía con fuerza.

Luna sonrió, pero su mirada se tornó seria.

—El camino no será fácil. Deben emprender un viaje a través de peligros desconocidos y enfrentar sus propios miedos. Pero si tienen valor y trabajan juntas, podrán lograrlo.

Isabella miró a Clara, quien parecía nerviosa pero emocionada al mismo tiempo.

—¿Estás lista para esto? —preguntó Isabella.

Clara respiró hondo, asintiendo con determinación.

—Sí, lo estoy. Juntas, podemos hacerlo.

Luna asintió, satisfecha con su respuesta.

—Entonces, escuchen con atención. El primer paso es encontrar la Puerta del Bosque, que las llevará al Reino Perdido. Está oculta en el corazón del bosque, y solo aquellos con un corazón puro pueden hallarla.

Isabella sintió una mezcla de miedo y emoción. Sabía que su vida cambiaría para siempre, pero también sabía que tenía que intentarlo.

—¿Dónde está esa puerta? —preguntó Isabella.

Luna extendió su mano, señalando hacia un camino que se adentraba aún más en el bosque.

—Sigan ese sendero, y escuchen a su corazón. La Puerta del Bosque les revelará su ubicación. Ahora, deben irse antes de que la oscuridad los encuentre.

Isabella y Clara se miraron, y sin necesidad de palabras, supieron que estaban listas para la aventura que les esperaba. Tomaron una profunda respiración y comenzaron a caminar hacia el camino señalado.

—Isabella, ¿crees que podamos hacerlo? —preguntó Clara, con una pizca de duda en su voz.

—Sí, Clara. Juntas somos más fuertes. Vamos a salvar nuestro reino —respondió Isabella, con la determinación brillando en sus ojos.

Mientras avanzaban por el sendero, el susurro del bosque parecía guiarlas, llenando el aire con promesas de magia y aventura. A medida que se alejaban del claro y se adentraban en lo desconocido, tanto Isabella como Clara sabían que su vida nunca volvería a ser la misma. La luz del reino dependía de ellas, y estaban listas para enfrentarse a cualquier desafío que se les presentara.

Capítulo 2: La Puerta del Bosque

El sendero serpenteaba a través de árboles altos y frondosos, cada uno de ellos parecía susurrar secretos antiguos mientras Isabella y Clara avanzaban con cautela. La luz del sol se desvanecía lentamente, y la atmósfera se tornaba más densa, llenándose de un aire místico que las envolvía.

—Isabella, ¿estás segura de que esto es lo correcto? —preguntó Clara, mirando a su alrededor con nerviosismo. Las sombras se alargaban a su alrededor, creando formas inquietantes.

—Debemos seguir. Luna dijo que esta es la dirección correcta. Si encontramos la Puerta del Bosque, tal vez podamos descubrir cómo combatir a Morgana —respondió Isabella, apretando su mano con determinación.

—Sí, pero... ¿y si nos encontramos con algo peligroso? —Clara hizo una pausa, observando los arbustos que parecían moverse con la brisa—. Estoy empezando a pensar que quizás deberíamos haber regresado al castillo.

Isabella se detuvo y miró a su amiga, notando la preocupación en su rostro.

—Clara, recuerda que estamos juntas en esto. Si alguna vez nos encontramos en problemas, podemos apoyarnos mutuamente. Confía en mí —dijo Isabella con una sonrisa tranquilizadora.

Clara asintió, aunque todavía parecía un poco nerviosa. Continuaron caminando, y el susurro del bosque se volvió más fuerte, como si estuviera animándolas a seguir adelante.

De repente, un brillo tenue apareció a lo lejos, iluminando un área del bosque. Isabella sintió que su corazón latía más rápido.

—¿Ves eso? —preguntó, señalando hacia la luz.

—Sí, pero no estoy segura de si deberíamos acercarnos —Clara respondió, su voz aún temerosa.

—No podemos darle la espalda a la esperanza. Vamos a ver qué es —Isabella tomó la mano de Clara y comenzaron a caminar hacia la luz.

Al acercarse, se dieron cuenta de que la luz provenía de un círculo de piedras antiguas, cubiertas de musgo y flores silvestres. En el centro del círculo, había una puerta de madera tallada, decorada con intrincados grabados de hojas y flores.

—Esto... esto debe ser la Puerta del Bosque —dijo Isabella, asombrada.

—Es hermosa —respondió Clara, acercándose con cautela—. Pero, ¿cómo sabemos que es segura?

Isabella se acercó a la puerta, tocando la superficie de la madera con sus dedos. En ese instante, los grabados comenzaron a brillar suavemente.

—¿Ves eso? —dijo Isabella—. Creo que está respondiendo a nuestra presencia.

Clara miró el brillo con asombro, pero todavía se sentía insegura.

—Tal vez deberíamos esperar a Luna. Ella parece saber más sobre esto —sugirió Clara.

—No podemos esperar. La oscuridad se está extendiendo, y no sabemos cuánto tiempo tenemos —Isabella respiró hondo—. Voy a intentarlo.

Se acercó a la puerta y, con un leve empujón, la empujó hacia adentro. La puerta se abrió lentamente, revelando un pasaje oscuro que parecía extenderse infinitamente.

—Isabella, no estoy segura de que esto sea una buena idea —Clara dijo, retrocediendo un paso.

—Confía en mí, Clara. Debemos entrar. Juntas, somos más fuertes —Isabella hizo una pausa y luego añadió—. Si no lo hacemos, nunca sabremos lo que hay al otro lado.

Clara miró hacia la puerta abierta, luego a Isabella. Finalmente, asintió, aunque su expresión seguía siendo de inquietud.

—Está bien. Pero si algo va mal, prometeme que volveremos —dijo Clara, con la voz temblando ligeramente.

—Lo prometo —respondió Isabella, y juntas cruzaron el umbral.

El pasaje era oscuro y fresco, y a medida que avanzaban, el sonido del susurro del bosque se desvaneció, dejando un silencio pesado a su alrededor. Isabella iluminó el camino con su mano, y poco a poco, comenzaron a ver destellos de luz a medida que avanzaban.

—¿Qué es esto? —preguntó Clara, mirando a su alrededor—. Es como si estuviéramos en otro mundo.

—Parece que el bosque tiene secretos ocultos —respondió Isabella, sintiendo una mezcla de asombro y miedo.

Al final del pasaje, se encontraron en un claro que resplandecía en tonos dorados y plateados. En el centro, había un lago cristalino que reflejaba el cielo estrellado, a pesar de que aún era de día.

—Es hermoso... —susurró Clara, acercándose al borde del lago.

De repente, una figura emergió del agua. Era un hombre joven, con cabello oscuro y ojos brillantes. Se movía con gracia, como si estuviera danzando en el agua.

—Bienvenidas, viajantes —dijo el joven, su voz resonando en el aire como una melodía—. Soy Elys, el guardián de este lago. ¿Qué las trae a este lugar sagrado?

Isabella se sintió atraída por su presencia, pero también un poco desconcertada.

—Estamos buscando la Puerta del Bosque y el Corazón de la Magia. Necesitamos ayuda —dijo Isabella, sintiendo que debía ser honesta.

Elys sonrió, pero su mirada se tornó seria.

—El Corazón de la Magia es un artefacto poderoso, y solo aquellos que están destinados a encontrarlo pueden hacerlo. Deben demostrar su valía.

—¿Y cómo podemos demostrar nuestra valía? —preguntó Clara, mirándolo con curiosidad.

—Cada uno de ustedes debe enfrentar un desafío personal. Solo así podrán avanzar —respondió Elys, con un tono de voz suave pero firme.

Isabella sintió un nudo en el estómago. La idea de enfrentar un desafío la llenaba de inquietud.

—¿Qué tipo de desafíos? —preguntó, tratando de mantener la calma.

Elys se acercó al borde del lago, señalando el agua.

—Cada uno de ustedes debe sumergirse en el lago y enfrentar lo que más teme. Solo al hacerlo, podrán encontrar su fuerza interior y la verdad que llevan consigo.

Clara dio un paso atrás, claramente asustada.

—No quiero hacerlo. No sé si estoy lista para enfrentar mis miedos —dijo, su voz temblando.

—Clara, recuerda por qué estamos aquí. Si queremos salvar nuestro hogar, debemos ser valientes —Isabella la animó.

—Pero... ¿y si no puedo? —Clara preguntó, su mirada llena de inseguridad.

—Siempre puedes, Clara. Yo estaré contigo, y te prometo que no te dejaré caer. Juntas enfrentaremos esto —Isabella tomó la mano de su amiga, dándole confianza.

Elys observó con atención, sonriendo al ver la unión entre las dos amigas.

—La amistad es una fuerza poderosa. Si están listas, pueden comenzar.

Isabella respiró hondo y miró el lago. Las aguas eran tranquilas, pero sabía que se ocultaban sus propios temores.

—Vamos, Clara. Solo un paso a la vez —dijo Isabella, sintiendo que su corazón latía con fuerza.

Ambas se acercaron al borde del lago y, con un último vistazo entre sí, se sumergieron en el agua al mismo tiempo.

El agua era fría, pero a medida que se sumergían, sintieron una oleada de energía. De repente, la oscuridad los envolvió, y cada una se encontró en un lugar diferente, enfrentando sus propios miedos.

Isabella se halló en un bosque sombrío, donde los árboles eran altos y retorcidos. A su alrededor, las sombras parecían moverse, y la voz de Morgana resonó en el aire.

—¿De verdad crees que puedes salvar a Lumaria? —la voz de la bruja era burlona—. Eres solo una niña, y jamás podrás derrotarme.

Isabella sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero recordó las palabras de Luna. Debía ser valiente.

—No soy solo una niña. Soy una princesa, y tengo el poder de la luz en mí —respondió Isabella, con firmeza.

Las sombras se acercaron, formando figuras aterradoras. Isabella cerró los ojos y respiró hondo.

—¡No! —gritó, levantando su mano. Una luz brillante emanó de su ser, iluminando el bosque y disipando las sombras.

Cuando abrió los ojos, las sombras habían desaparecido, y se encontró de nuevo en el lago, junto a Clara.

—¿Lo lograste? —preguntó Clara, con los ojos llenos de asombro.

—Sí, pero ahora es tu turno. Tienes que enfrentar lo que más temes —dijo Isabella, dándole una sonrisa alentadora.

Clara asintió, pero su expresión era de duda.

—No sé si puedo... —murmuró, mirando el agua.

—Recuerda que no estás sola. Estoy contigo —Isabella le tomó la mano.

Clara respiró hondo y se sumergió de nuevo en el agua. El frío la envolvió, y de repente se encontró en una habitación oscura.

—¿Clara? —llamó, sintiendo el pánico apoderarse de ella.

—¿Qué quieres, Clara? —una voz familiar resonó en la oscuridad.

Clara giró y vio la figura de su madre, que la miraba con tristeza.

—No eres suficiente. Siempre has sido un fracaso —la voz le dolía como una herida abierta.

—¡No! —gritó Clara, sintiendo que su corazón se rompía—. ¡No es cierto! Soy más fuerte de lo que piensas.

Las sombras comenzaron a cerrarse alrededor de ella, pero Clara recordó la luz que Isabella había mostrado. Cerró los ojos y se concentró.

—¡Soy valiente! ¡Soy capaz! —gritó, y una luz brillante emanó de su interior, iluminando el espacio oscuro y disipando las sombras.

Cuando Clara abrió los ojos, se encontraba de nuevo en el lago, con Isabella a su lado.

—Lo hiciste, Clara. ¡Eres increíble! —Isabella la abrazó con fuerza.

Clara sonrió, sintiendo una nueva confianza florecer en su interior.

—Lo logramos juntas —dijo Clara, sintiendo que el miedo se desvanecía.

Elys apareció frente a ellas, sonriendo con aprobación.

—Han demostrado su valía y enfrentado sus miedos. Ahora son dignas de buscar el Corazón de la Magia. La puerta se abrirá para ustedes.

Isabella y Clara se miraron, sintiendo una mezcla de asombro y determinación.

—¿Qué debemos hacer ahora? —preguntó Isabella.

Elys señaló el lago con un gesto.

—Regresen a la Puerta del Bosque y sigan el camino que se les revelará. El Corazón de la Magia las espera, pero deben estar preparadas para enfrentar a Morgana.

Ambas amigas asintieron, sintiendo que la verdadera aventura apenas comenzaba. Con un último vistazo al lago mágico y al guardián que les había guiado, se dieron la vuelta y comenzaron su camino de regreso hacia la puerta.

—Esto es solo el comienzo, Clara. Juntas, podemos enfrentar cualquier desafío —dijo Isabella, llena de confianza.

—Sí, juntas somos más fuertes —respondió Clara, con una sonrisa brillante en el rostro.

Mientras caminaban, el sendero se iluminaba a su paso, y el bosque parecía susurrar palabras de aliento. La luz del reino estaba en sus manos, y sabían que estaban destinadas a cumplir su misión.

Capítulo 3: La Revelación del Corazón

Isabella y Clara salieron del claro del lago y se encontraron nuevamente en el pasaje oscuro que conducía a la Puerta del Bosque. La atmósfera era diferente, más ligera, como si la luz que habían encontrado en el lago hubiera dejado una huella en el aire.

—No puedo creer que lo hayamos logrado —dijo Clara, sonriendo mientras caminaban—. Enfrenté mi miedo y descubrí que soy más fuerte de lo que pensaba.

—Tú lo hiciste, Clara. Te vi brillar. Ahora, tenemos que encontrar el Corazón de la Magia y detener a Morgana —respondió Isabella, sintiendo que la determinación crecía dentro de ella.

Al llegar a la Puerta del Bosque, las piedras antiguas que la rodeaban parecían brillar con una luz suave. Isabella tocó la madera de la puerta y sintió una energía familiar.

—¿Estás lista? —preguntó Isabella, mirando a Clara.

Clara asintió, con una mezcla de nervios y emoción.

—Sí, estoy lista. Vamos a hacerlo.

Con un empujón suave, la puerta se abrió, revelando un sendero iluminado por una luz dorada. A medida que avanzaban, el bosque se tornaba más vibrante, con colores vivos y sonidos de la naturaleza que parecían cantar.

—Esto es hermoso —dijo Clara, mirando a su alrededor—. ¿Crees que el Corazón de la Magia estará cerca?

—Luna dijo que está en el corazón del Reino Perdido. Debemos estar cerca —respondió Isabella, manteniendo la mirada fija en el camino.

A medida que caminaban, comenzaron a notar una serie de símbolos tallados en los árboles a su alrededor. Eran figuras de criaturas mágicas y escenas de batallas antiguas.

—Mira esos símbolos. ¿Qué crees que significan? —preguntó Clara, deteniéndose para examinar uno de los árboles más cercanos.

—Parece que cuentan una historia —dijo Isabella, acercándose a observar—. Quizás son relatos de los héroes que vinieron antes que nosotras.

—¿Crees que nos están guiando? —Clara sonrió, sintiendo una chispa de esperanza.

—Tal vez. Si seguimos adelante, quizás descubramos más —Isabella tomó la mano de Clara y continuaron caminando.

Después de unos minutos, llegaron a un claro amplio, donde un pedestal de piedra se erguía en el centro. En la cima del pedestal, había un objeto brillante que emitía una luz radiante: el Corazón de la Magia.

—¡Mira! —exclamó Clara, apuntando hacia el objeto—. ¡Está ahí!

Isabella sintió una oleada de emoción. Se acercaron al pedestal, y a medida que se acercaban, la luz se intensificaba.

—Es hermoso —dijo Isabella, maravillada por el resplandor del Corazón—. Pero... algo no se siente bien.

Clara frunció el ceño, sintiendo una ligera inquietud.

—¿Qué quieres decir? —preguntó.

—Siento que este lugar está demasiado tranquilo. Como si algo estuviera a punto de suceder —Isabella respondió, buscando en su interior cualquier indicio de peligro.

Justo en ese momento, una risa resonó en el aire, oscura y burlona. Isabella y Clara se giraron rápidamente, y allí estaba Morgana, la bruja oscura, con una sonrisa maliciosa en su rostro.

—Bienvenidas, chicas —dijo Morgana, cruzando los brazos—. He estado esperando su llegada.

—¿Tú? —preguntó Clara, dando un paso atrás—. ¿Qué haces aquí?

—Vine a asegurarme de que no puedan llevarse el Corazón de la Magia —Morgana respondió, sus ojos brillando con un fuego maligno—. Este poder es mío, y nunca lo dejaré ir.

Isabella sintió que su corazón se aceleraba. Tenía que actuar rápido.

—¡No te dejaremos llevarlo! —exclamó, tratando de no dejar que el miedo la dominara.

—¿Y qué piensas hacer? —Morgana rió, su voz resonando como un eco—. Eres solo una niña, y Clara... bueno, ya vi lo que eres capaz de hacer.

—¡No somos solo niñas! —gritó Clara, sintiendo que la rabia comenzaba a surgir dentro de ella—. Somos guerreras de Lumaria.

—¿Guerreras? —Morgana se burló—. No me hagas reír. Ustedes no pueden ni siquiera enfrentarse a sus propios miedos.

Isabella recordó el desafío que habían superado en el lago. La luz que habían encontrado en su interior era su mayor fortaleza.

—No te tememos, Morgana. Juntas, somos más fuertes que tú —dijo Isabella, su voz resonando con confianza.

Morgana frunció el ceño, pero su sonrisa no se desvaneció.

—¿De verdad creen que pueden derrotarme? He estado esperando este momento durante siglos. ¡El Corazón de la Magia es mío!

Con un movimiento de su mano, creó una sombra oscura que se extendió rápidamente hacia Isabella y Clara. Las chicas retrocedieron, sintiendo el frío de la oscuridad.

—¡Clara, no! —gritó Isabella, viendo cómo la sombra se abalanzaba hacia su amiga.

Clara cerró los ojos, recordando la luz que había encontrado dentro de ella. Cuando la sombra la tocó, Clara levantó su mano y gritó:

—¡NO! ¡Soy más fuerte que esto!

Una luz brillante emergió de su corazón y se expandió, disipando la sombra que la rodeaba.

—¡Eso es! —gritó Isabella, sintiendo que su propia luz se unía a la de Clara—. ¡Juntas podemos hacerlo!

Las dos chicas levantaron sus manos, y una luz resplandeciente se unió entre ellas. Morgana, sorprendida por el poder que emanaba de las chicas, retrocedió.

—¿Qué está pasando? —exclamó, sintiendo que su poder se debilitaba.

—Estamos unidas, Morgana. Tu oscuridad no puede vencer nuestra luz —dijo Isabella, sintiendo que la confianza en su interior crecía.

Con un grito unificado, las chicas canalizaron su luz hacia Morgana. La bruja oscura se tambaleó, sintiendo el poder que la rodeaba.

—¡No! —gritó, levantando sus manos para protegerse—. ¡Esto no puede estar sucediendo!

La luz de Isabella y Clara creció, envolviendo a Morgana y llenando el claro con un brillo radiante. La oscuridad comenzó a disiparse, y Morgana se dio cuenta de que estaba perdiendo poder.

—¡No puede ser! ¡El Corazón de la Magia es mío! —gritó, pero su voz se desvanecía con la luz.

Finalmente, con un último destello, la luz envolvió a Morgana, y un grito resonante se escuchó mientras la bruja desaparecía, llevada por la luz.

Isabella y Clara se quedaron en el claro, respirando pesadamente y sintiendo una mezcla de alivio y asombro.

—Lo hicimos... —dijo Clara, mirando a Isabella con incredulidad.

—Sí, lo hicimos —respondió Isabella, sintiendo que su corazón latía con fuerza—. Y el Corazón de la Magia... ¡es nuestro!

Se acercaron al pedestal, donde el Corazón de la Magia seguía brillando con intensidad. Isabella extendió su mano y, con un toque suave, tomó el objeto brillante.

—Es hermoso —dijo Clara, admirando el resplandor del Corazón—. ¿Qué hacemos ahora?

—Debemos llevarlo de regreso a Lumaria. Es nuestra única oportunidad para restaurar la luz y proteger nuestro hogar —dijo Isabella, sintiendo que el Corazón emanaba una energía reconfortante.

Mientras sostenía el Corazón, una oleada de poder recorrió su cuerpo. Las imágenes de los árboles tallados y el bosque comenzaron a cobrar vida en su mente.

—¡Mira! —exclamó Clara, señalando hacia el pedestal—. Los símbolos están brillando.

Isabella observó cómo los símbolos comenzaban a iluminarse, formando un camino que se extendía hacia el horizonte.

—Parece que el bosque nos está guiando —dijo Isabella, sintiendo una nueva esperanza.

—Debemos seguir ese camino —sugirió Clara, llena de determinación.

Con el Corazón de la Magia en sus manos, Isabella y Clara comenzaron a caminar hacia el sendero iluminado, sintiendo que una nueva aventura las esperaba. Juntas, habían enfrentado sus miedos y habían vencido a la oscuridad. Ahora, estaban listas para regresar a Lumaria y restaurar la luz en su hogar.

Mientras avanzaban por el sendero, la luz del Corazón brillaba intensamente, llenando el aire con una energía mágica. Las sombras del bosque se disiparon, y el sol comenzó a brillar a través del dosel de los árboles, iluminando su camino.

—Estamos más cerca de casa —dijo Clara, sintiendo que su corazón latía con emoción.

—Sí, y cuando lleguemos, todos sabrán que la luz ha vuelto a Lumaria —respondió Isabella, sintiendo que el Corazón de la Magia la conectaba con su reino.

A medida que caminaban, el bosque parecía cobrar vida a su alrededor. Los animales salían de sus escondites, y los árboles susurraban palabras de aliento. Isabella y Clara sentían que su viaje estaba a punto de llegar a su clímax.

Finalmente, al salir del bosque, se encontraron ante un vasto campo que conducía a las puertas del castillo. A lo lejos, podían ver las torres del castillo de Lumaria, brillando bajo la luz del sol.

—¡Mira! —exclamó Clara, señalando hacia el castillo—. ¡Estamos casi allí!

Isabella sintió una oleada de emoción y alivio. Habían superado tantos desafíos, y ahora estaban a punto de regresar a casa.

—Vamos, Clara. ¡Es hora de que Lumaria vuelva a brillar! —dijo Isabella, apretando el Corazón de la Magia con fuerza.

Juntas, corrieron hacia el castillo, sintiendo que su destino las esperaba. La luz del Corazón de la Magia brillaba intensamente, y sabían que estaban listas para enfrentar lo que viniera. Su hogar, su reino, y su futuro dependían de ellas.

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