El mundo había cambiado, pero Ethan aún se despertaba cada día en su pequeño refugio en el corazón de Nueva York, un apartamento que parecía un santuario en medio del caos de una ciudad que nunca dormía. Las paredes estaban adornadas con fotografías enmarcadas, cada una capturando momentos de una vida que ahora se sentía lejana, como si perteneciera a un extraño. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando el polvo que danzaba en el aire, creando un espectáculo efímero que le recordaba la fragilidad del tiempo.
Era un día como cualquier otro, o al menos eso pensaba. Ethan se estiró en la cama, sintiendo la suavidad de las sábanas contra su piel, un pequeño consuelo en su rutina diaria. Se levantó, se duchó y se preparó para enfrentar el día. La rutina era su ancla en un mundo que se sentía cada vez más inestable, un ciclo que lo mantenía a flote en un mar de incertidumbre.
Mientras preparaba su café, el aroma envolvente llenó la cocina, evocando recuerdos de momentos pasados: las risas compartidas con amigos en una cafetería, las mañanas tranquilas de los domingos. Cada sorbo le recordaba que, a pesar de la monotonía, había habido un tiempo en que la vida era vibrante y llena de posibilidades. Miró por la ventana, observando la ciudad que estaba viva, como siempre, con el bullicio de los coches y las voces de la gente que pasaba. Pero había algo en el aire, una tensión sutil que no podía identificar, como un presagio de lo que estaba por venir.
Mientras se vestía, su mente divagaba. Recordaba cómo, en los últimos años, la tecnología había avanzado a pasos agigantados. La realidad aumentada, la inteligencia artificial, y los dispositivos que parecían leer la mente. Todo había cambiado, pero él se sentía atrapado en una rutina monótona, como un actor en una obra que había olvidado sus líneas. La vida se había vuelto predecible, y eso le inquietaba.
De repente, un estruendo resonó en la distancia. Ethan frunció el ceño y se acercó a la ventana. Un grupo de personas miraba hacia arriba, sus rostros reflejaban confusión y miedo. Sin previo aviso, la ciudad se sumió en la oscuridad. Las luces de los edificios se apagaron, y el sonido de los coches se desvaneció. Un apagón. Un escalofrío recorrió su espalda. La electricidad era el pulso de la ciudad, y ahora, ese pulso había cesado.
Se acercó a su dispositivo, un pequeño gadget que siempre llevaba consigo, su conexión con el mundo. Pero al encenderlo, la pantalla parpadeó y un mensaje críptico apareció: "La realidad no es lo que parece". Ethan se quedó paralizado, el corazón latiendo con fuerza en su pecho. ¿Qué significaba eso? ¿Era una broma? ¿Un error del sistema? Con el apagón, la ciudad se había transformado en un lugar extraño y desconocido. Las sombras se alargaban, y el silencio era abrumador. Sintió una mezcla de curiosidad y miedo.
Decidió salir a la calle, atraído por la necesidad de entender lo que estaba sucediendo. Se puso una chaqueta y salió de su apartamento, cerrando la puerta tras de sí. Al pisar la acera, se dio cuenta de que no era el único que había salido. La gente se agrupaba, murmurando entre sí, buscando respuestas en los rostros de los demás. Ethan se unió a ellos, sintiendo la energía colectiva de la incertidumbre. Las luces de emergencia parpadeaban en la distancia, pero la mayoría de la ciudad estaba sumida en la oscuridad.
"¿Qué ha pasado?", preguntó una mujer a su lado, su voz temblorosa. Ethan encogió los hombros, incapaz de ofrecer una respuesta. La atmósfera era tensa, como si todos estuvieran esperando que algo sucediera. De repente, un grito resonó en la distancia, y todos se volvieron hacia la fuente del sonido. Un hombre corría hacia ellos, su rostro pálido y sus ojos desorbitados. "¡Es un ataque! ¡La red ha caído!", gritó, y la multitud se dispersó en un instante, el pánico apoderándose de ellos.
Ethan sintió que su corazón se aceleraba. ¿Un ataque? ¿Qué significaba eso? La paranoia se apoderó de su mente mientras buscaba un lugar seguro. Se adentró en una calle lateral, donde las sombras parecían más densas. La oscuridad lo envolvía, y el mensaje en su dispositivo resonaba en su mente. "La realidad no es lo que parece". ¿Era posible que todo lo que conocía estuviera a punto de cambiar?
Se detuvo un momento, tratando de calmar su respiración. Necesitaba pensar con claridad. Mientras se apoyaba contra la pared de un edificio, su mente comenzó a divagar. Recordó las noticias sobre la creciente desconfianza en la tecnología, sobre cómo las personas habían comenzado a cuestionar la realidad que les presentaban. ¿Y si este apagón era solo el comienzo de algo más grande? ¿Y si la realidad que conocía era una ilusión?
Ethan sacó su dispositivo nuevamente, pero la pantalla seguía mostrando el mismo mensaje. "La realidad no es lo que parece". Se preguntó si había alguien más que pudiera ayudarlo a descifrarlo. Tal vez había otros como él, personas que también habían recibido el mensaje. Con determinación, decidió buscar respuestas. Salió de la calle lateral y se dirigió hacia el centro de la ciudad, donde las luces de emergencia parpadeaban como estrellas en la noche.
La multitud se había dispersado, pero aún quedaban grupos de personas, algunos tratando de comunicarse, otros simplemente esperando. Ethan se acercó a un grupo que discutía acaloradamente. "¿Alguien más ha recibido un mensaje extraño?", preguntó, su voz resonando en la oscuridad. Un hombre de cabello desordenado asintió, su expresión grave. "Yo también lo recibí. Pero no sé qué significa".
La incertidumbre se apoderó de ellos, y Ethan sintió que la conexión con los demás era su única esperanza. Mientras la noche avanzaba, se dio cuenta de que el apagón había desatado algo más que la oscuridad física. Había una sensación palpable de cambio en el aire, como si el mundo estuviera a punto de revelarle secretos que había estado ignorando. Y en ese momento, supo que su vida nunca volvería a ser la misma. La realidad estaba a punto de transformarse, y él estaba decidido a descubrir
Ethan se encontraba en un callejón oscuro, el aire frío de la noche le erizaba la piel. Había estado esperando durante más de una hora, su corazón latía con fuerza, no solo por la ansiedad, sino también por la emoción de lo que estaba a punto de suceder. Había tomado la decisión de unirse a "Los Verdaderos", un grupo clandestino que luchaba contra el sistema opresor que había tomado el control de su vida y de la de muchos otros. La idea de ser parte de algo más grande que él mismo le daba fuerzas.
De repente, una figura apareció en la penumbra. Era una mujer de cabello corto y oscuro, con una chaqueta de cuero que le daba un aire rebelde. Sus ojos brillaban con una intensidad que capturó la atención de Ethan al instante. Ella se acercó con confianza, y aunque no había intercambiado palabras, Ethan sintió que había algo especial en ella.
—Ethan, ¿verdad? —preguntó la mujer con una sonrisa que iluminó su rostro.
—Sí, soy yo. —respondió él, tratando de mantener la calma.
—Soy Lena. Bienvenido a "Los Verdaderos". —dijo ella, extendiendo la mano. Ethan la tomó, sintiendo una chispa de energía entre ellos.
Lena lo guió a través de un laberinto de calles y callejones, hasta llegar a un edificio abandonado. La entrada estaba oculta tras un viejo cartel de neón que apenas iluminaba el lugar. Al cruzar la puerta, Ethan se encontró en un espacio amplio y desordenado, lleno de pantallas de computadora, cables y un grupo de personas que parecían estar en plena actividad.
—Este es nuestro cuartel general —anunció Lena, con orgullo en su voz—. Aquí es donde planeamos nuestras acciones y compartimos información.
Ethan miró a su alrededor, sintiéndose abrumado por la energía del lugar. Había un aire de camaradería entre los miembros del grupo, todos parecían estar unidos por una causa común. Se dio cuenta de que había tomado la decisión correcta al unirse a ellos.
—¿Qué es lo que hacemos exactamente? —preguntó Ethan, mientras Lena lo guiaba hacia una mesa donde un grupo de personas discutía animadamente.
—Nosotros luchamos contra la corrupción y la injusticia. Exponemos la verdad que el gobierno quiere ocultar. —respondió Lena, con una pasión que resonaba en su voz—. Utilizamos la tecnología para hackear sistemas y revelar información que puede ayudar a la gente.
Ethan sintió una mezcla de admiración y nerviosismo. Nunca había sido un experto en tecnología, pero la idea de contribuir a una causa tan noble lo llenaba de determinación.
—¿Y cómo puedo ayudar? —preguntó, con un brillo de entusiasmo en sus ojos.
Lena sonrió, como si hubiera estado esperando esa pregunta. —Primero, necesitas conocer a los demás. Cada uno de nosotros tiene habilidades únicas. Algunos son hackers, otros son expertos en comunicación, y otros son estrategas. Juntos formamos un equipo formidable.
Mientras Lena lo presentaba a los demás miembros del grupo, Ethan se dio cuenta de que había personas de diferentes edades y orígenes. Todos compartían una historia similar: habían sido afectados por el sistema y habían decidido no quedarse de brazos cruzados.
—Este es Marco, nuestro experto en ciberseguridad —dijo Lena, señalando a un hombre de mediana edad con gafas—. Y ella es clara, nuestra especialista en redes sociales.
Ethan se sintió cada vez más emocionado. La diversidad del grupo le daba esperanza. Sabía que juntos podrían hacer una diferencia.
Después de las presentaciones, Lena llevó a Ethan a una sala más pequeña, donde había una pizarra llena de notas y diagramas. —Aquí es donde planeamos nuestras próximas acciones. —dijo, señalando la pizarra—. Estamos trabajando en un proyecto para exponer la corrupción en el gobierno local. Necesitamos a alguien que pueda ayudar a recopilar información.
Ethan se sintió abrumado, pero también emocionado. —¿Qué tipo de información? —preguntó, tratando de entender mejor su papel.
—Queremos descubrir cómo se están malversando los fondos públicos. Hay rumores de que están desviando dinero destinado a servicios esenciales. Si podemos probarlo, podríamos hacer que la gente se levante y exija cambios. —explicó Lena, su voz llena de determinación.
Ethan asintió, sintiendo que su corazón latía con fuerza. Era un desafío, pero estaba listo para enfrentarlo. —¿Cómo empezamos? —preguntó, decidido a contribuir.
Lena sonrió, y por un momento, Ethan sintió que había encontrado su lugar en el mundo. —Primero, necesitamos que te familiarices con nuestras herramientas. Te enseñaré a usar algunos programas de hacking y cómo navegar por la red oscura. Es un mundo complicado, pero estoy segura de que lo harás bien.
A medida que pasaban las horas, Ethan se sumergió en el trabajo. Lena le mostró cómo utilizar diferentes herramientas y le explicó los conceptos básicos del hacking ético. La forma en que ella hablaba, con tanta pasión y conocimiento, lo inspiraba a aprender más.
Mientras trabajaban juntos, Ethan no podía evitar sentirse atraído por Lena. Su carisma y determinación eran contagiosos. A medida que compartían risas y anécdotas, la conexión entre ellos se hacía más fuerte. Sin embargo, Ethan sabía que había un tiempo y un lugar para todo, y en ese momento, su enfoque debía estar en la misión.
Finalmente, después de horas de trabajo, Lena se detuvo y miró a Ethan. —Estoy impresionada. Tienes un gran potencial. —dijo, sonriendo—. Estoy feliz de que te hayas unido a nosotros.
Ethan sintió una oleada de orgullo. —Gracias, Lena. Estoy emocionado de ser parte de esto.
—Y nosotros estamos emocionados de tenerte. —respondió ella, con una mirada que hizo que el corazón de Ethan se acelerara.
A medida que la noche avanzaba, Ethan se dio cuenta de que había encontrado algo que había estado buscando durante mucho tiempo: un propósito. "Los Verdaderos" no solo eran un grupo clandestino; eran una familia unida por la lucha por la justicia. Y con Lena a su lado, estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se presentara.
La resistencia había comenzado, y Ethan estaba decidido a ser parte de ella.
Ethan se encontraba en el cuartel general de "Los Verdaderos", rodeado de pantallas parpadeantes y murmullos de conspiración. La energía en el aire era palpable, y su corazón latía con fuerza, no solo por la emoción de ser parte de algo más grande, sino también por la inquietante revelación que había escuchado esa noche. Mientras Lena le mostraba cómo utilizar las herramientas de hacking, un grupo de miembros se reunió en torno a una mesa, sus rostros serios y concentrados.
—Escuchen, todos —dijo Marco, el experto en ciberseguridad, interrumpiendo el murmullo—. Hemos descubierto algo que cambia las reglas del juego. La Tierra no es lo que creemos. Es una simulación creada por extraterrestres para estudiar a la humanidad.
Ethan sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. Miró a Lena, quien mantenía una expresión de asombro y determinación. La idea era tan absurda como aterradora, pero había algo en la forma en que Marco lo decía que lo hacía parecer real.
—¿Cómo es posible? —preguntó clara, la especialista en redes sociales, con incredulidad en su voz.
—Utilizan computadoras cuánticas para manipular la realidad —continuó Marco—. Cada vez que intentamos descubrir la verdad, ellos ajustan la simulación para mantenernos en la oscuridad.
Ethan se sintió abrumado. La idea de que su vida, sus decisiones, todo lo que conocía, pudiera ser parte de un experimento alienígena era difícil de procesar. Sin embargo, había algo más que lo inquietaba: el líder del grupo, un hombre llamado David, había desaparecido. Marco continuó hablando, pero Ethan no podía dejar de pensar en eso.
—David ha estado investigando esta teoría durante meses —dijo Marco, su voz llena de preocupación—. Pero hace tres días, dejó de comunicarse. Creemos que ha sido capturado por los alienígenas.
Lena se giró hacia Ethan, sus ojos brillando con determinación. —Tenemos que encontrarlo. Si David tiene información sobre cómo funcionan las computadoras cuánticas, podría ser nuestra única oportunidad de entender cómo salir de esta simulación.
Ethan sintió un escalofrío recorrer su espalda. La idea de enfrentarse a extraterrestres era aterradora, pero también sabía que no podían dejar a David atrás. —¿Cómo planeamos rescatarlo? —preguntó, su voz firme.
—Necesitamos un plan —respondió Marco—. He estado rastreando señales inusuales en la red. Creo que hay un lugar donde podrían tenerlo. Es un antiguo laboratorio de investigación, abandonado desde hace años, pero parece que ha sido reactivado.
Lena asintió, su mirada fija en Ethan. —Tú has aprendido rápido. Necesitamos que uses tus habilidades para infiltrarte en el sistema de seguridad del laboratorio. Si podemos acceder a sus cámaras, podremos ver si David está allí y cómo podemos sacarlo.
Ethan sintió una mezcla de miedo y emoción. Era un desafío monumental, pero la idea de rescatar a David lo llenaba de determinación. —Estoy dentro. ¿Cuándo partimos?
—Mañana al amanecer —dijo Marco—. Necesitamos prepararnos y asegurarnos de que tenemos todo lo que necesitamos. Este no será un paseo por el parque.
Ethan pasó la noche revisando los planes y preparándose mentalmente para la misión. Mientras trabajaba junto a Lena, la conexión entre ellos se hacía más fuerte. Ella le enseñó a usar herramientas de hacking más avanzadas, y cada vez que sus manos se rozaban, una chispa de energía recorría su cuerpo.
—Ethan, tienes un talento natural para esto —dijo Lena, sonriendo mientras revisaban los esquemas del laboratorio—. Estoy segura de que serás una gran adición al equipo.
—Gracias, Lena. No podría hacerlo sin tu ayuda —respondió él, sintiendo que su corazón latía más rápido.
La noche pasó rápidamente, y antes de que se dieran cuenta, el amanecer llegó. El grupo se reunió en el cuartel general, listos para partir. Marco revisó el equipo y les explicó el plan.
—Nos dividiremos en dos grupos. Uno se encargará de distraer a la seguridad mientras el otro se infiltra en el laboratorio. Ethan, tú irás con Lena. Ella te guiará a través del sistema de seguridad.
Ethan asintió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción. Sabía que era un momento crucial, no solo para él, sino para todos los que luchaban contra el sistema opresor.
El viaje hacia el laboratorio fue tenso. Mientras se acercaban, Ethan no podía evitar pensar en David y en lo que podría estar pasando. ¿Estaría bien? ¿Tendría alguna forma de comunicarse con ellos? La incertidumbre lo consumía.
Al llegar al laboratorio, el grupo se dividió. Ethan y Lena se deslizaron por la entrada trasera, evitando las cámaras de seguridad. El corazón de Ethan latía con fuerza mientras Lena lo guiaba a través de los pasillos oscuros.
—Aquí es donde deberías poder acceder al sistema —dijo Lena, señalando una puerta con un panel de control—. Necesito que hackees esto para que podamos ver las cámaras.
Ethan se acercó al panel, sintiendo la presión del momento. Con manos temblorosas, comenzó a trabajar, recordando todo lo que Lena le había enseñado. La pantalla parpadeó y, finalmente, logró acceder al sistema.
Las cámaras se encendieron, mostrando imágenes de los pasillos del laboratorio. Ethan sintió un nudo en el estómago al ver a David, sentado en una silla, con una expresión de preocupación en su rostro.
—¡Lo tenemos! —exclamó Lena, su voz llena de alivio—. Ahora necesitamos un plan para sacarlo de ahí.
Ethan sabía que el tiempo era esencial. Con la información que habían obtenido, estaban un paso más cerca de rescatar a David y descubrir la verdad sobre la simulación. Pero también sabían que el verdadero desafío apenas comenzaba. La lucha por la libertad y la verdad estaba en sus manos, y estaban listos para enfrentarse a lo desconocido.
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