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El Chico De Las Gafas

prólogo

Mis días en la escuela son una pesadilla. Todos se ríen, susurran y me señalan como si fuera un espectáculo. Hoy no es diferente.

Adrián caminaba con la cabeza gacha hacia las escaleras, intentando ignorar las miradas que le seguían como sombras. Justo entonces, Zero, el matón más temido de la escuela, lo observó desde lo alto. Su mirada era intensa, casi intimidante, como si pudiera atravesar el alma. Un escalofrío recorrió a Adrián.

Lo que me faltaba. Si este tipo se mete conmigo, estoy acabado.

Zero tenía una fama implacable: cualquiera que caía en su radar terminaba cambiándose de escuela.

—¿Por qué tardaste tanto? —preguntó Magnolia, su única amiga, al verlo llegar.

—¡Lo siento! —murmuró Adrián, echando una última mirada a Zero, que seguía observándolo con intensidad.

—¿Por qué te miraba así? Espero que no te metas en más problemas —susurró Magnolia, sujetándolo del brazo mientras lo arrastraba al salón.

—No lo sé.

—Siéntate junto a mí. —Magnolia sonrió, pero Adrián negó con la cabeza.

—Prefiero no hacerlo. No quiero que te molesten por mi culpa.

Magnolia frunció el ceño. Era su mejor amiga desde la infancia, pero Adrián temía que las burlas que recibía también la alcanzaran.

El timbre sonó, y los estudiantes comenzaron a sentarse. De repente, una botella de agua golpeó la cabeza de Adrián.

—¡Oye, pordiosero! —gritó uno de los chicos, riéndose con sus amigos.

—¡Idiota! ¿Qué demonios haces? —exclamó Magnolia furiosa.

—Estoy bien —mintió Adrián, sujetándose la cabeza adolorida mientras recogía sus gafas del suelo.

—Por lo menos no se rompieron... —dijo con una sonrisa forzada, intentando minimizar el momento. Magnolia lo miró con tristeza.

Al terminar la clase, Adrián caminaba por el pasillo cuando vio a Zero golpeando al chico que le había lanzado la botella. Su brutalidad era impresionante, pero lo que dejó a Adrián congelado fue el momento en que Zero volteó hacia él. Sus miradas se cruzaron, y Adrián sintió un nudo en el estómago.

Es mejor que me vaya antes de que me golpee también, pensó, alejándose apresuradamente.

Más tarde, Magnolia se acercó emocionada.

—¡Adrián! ¿Dónde estabas? Pensé que estabas en problemas.

—No, estoy bien.

Mientras hablaban, el chico que le gustaba a Magnolia pasó frente a ellos.

—¿No es bellísimo? —preguntó ella, sonrojándose.

—Es un patán. No entiendo cómo puede gustarte —respondió Adrián con desdén.

—Es lindo, tiene un buen cuerpo y es adinerado. ¿Cómo no me va a gustar? —dijo ella con una sonrisa soñadora.

—Lo que tú digas… —respondió Adrián mientras seguía caminando.

—Oye, ¿y a ti qué tipo de chica te gusta? —preguntó Magnolia, curiosa.

Adrián se detuvo.

—Te diré algo, pero prométeme que no se lo dirás a nadie.

—Claro, lo prometo.

Adrián tomó aire antes de hablar.

—Me gustan los chicos. Bueno, ya sabes a lo que me refiero.

Magnolia lo miró sorprendida, pero luego sonrió.

—Entonces, ¿eres gay?

—Sí... soy gay.

—Bueno, yo te quiero tal y como eres —dijo Magnolia abrazándolo.

—Gracias. Pero, por favor, no se lo digas a nadie.

—No te preocupes, es nuestro secreto.

Adrián sonrió por primera vez en mucho tiempo. Al menos con Magnolia podía ser él mismo.

Sin embargo, esa noche, mientras revisaba su celular, un anuncio extraño captó su atención: Hechizo de amor: haz que todos te amen. Adrián dudó, pero terminó anotando la dirección. Algo en su interior le decía que ese anuncio podría cambiar su vida.

capítulo 1

Magnolia se acerca hablar con uno de los chicos populares ella estuvo mucho tiempo obsesionada con ese joven,

—¡hola!— dijo ella tímidamente, pero el la miro de arriba abajo con desprecio,

—¿ tú no eres la novia de ese perdedor de Adrián?— pregunto él con mamá cara,

—¡ no es asi!— negó rotundamente magnolia, es entonces cuando le dice que Adrián es gay que le gustan los chicos y no las mujeres que para ella era como una amiga mas,

—¿hablas enserio?— pregunto el riéndose sin parar,

—¡si pero no se lo digas a nadie por favor!—suplico magnolia,

—no te preocupes bella, no diré nada—el la besa y se va,

ella se sonroja pero se preocupa un poco, si Adrián se entero que le dijo su secreto a alguien se molestara con ella,

mientras zero camina por el patio de la escuela escucha que están burlándose de Adrian,

—no es de extrañar que sea una marica—dijo Estefano,

—por supuesto, que mujer se fijaría en un perdedor como el—respondió otro chico,

—¿de que hablan?—pregunto zero,

—de Adrian, su mejor amiga dijo que es gay—respondió Estefano,

—¿como saben si eso es cierto?—pregunto zero,

—porque su mejor amiga no mentiría—insistió Estefano,

entonces zero se fue a buscar a Adrián para hablar con el,

—¿porque se fue con tanta prisa?—pregunto un chicho,

Adrián estaba llegando a la escuela y todos estaban murmurando,

¿que es lo que tanto murmuran?, bueno me da igual que digan lo que quieran pensó Adrian,

—¡oye!—grito zero cuando vio a Adrian,

¿ahora que?, era lo único que me faltaba, no quiero que este loco me mate, entonces Adrián empezó a correr,

—¡espera no huyas!—grito zero al ver que salió corriendo,

Zero intento alcanzar a Adrián pero no puedo, Adrián es muy bueno huyendo,

¡cielos eso estuvo cerca!, Adrián recupera el aliento,

—¡es el marica!—dijo uno de los compañeros del salón,

—¿que dijiste?—pregunto Adrian,

uno de los compañeros lo empuja y cae al suelo,

—no lo toques, quizás te contagie lo gay—le dijo el chico que estaba junto al otro,

todos comenzaron a reírse y a burlarse de Adrian, comenzaron a gritarle que era asqueroso y repugnante,

esto no es posible, a la única persona que le dije sobre mi es a .....

—¡que están haciendo!—grito magnolia cuando vio a Adrián en el suelo,

—aléjate de él, lo gay es pegajoso—le dijeron a magnolia,

en ese momento ella se acerca para ayudarlo a levantarse del suelo,

—¿como pudiste?—pregunto con lágrimas en los ojos,

—¡yo no fui!—respondió magnolia,

—¡por supuesto que fuiste tú!, nadie más lo sabe—grito Adrian, un escalofrío subió por todo su cuerpo y se centra en su corazón,

Nunca se había sentido tan traicionado,

—¡fue sin querer por favor perdóname!—insistió magnolia,

Adrián solo se levantó del suelo y estaba mareado, aturdido y muy confundido,

—¡desaparece!—grito un compañero y le echo el cubo de la basura encima, ...

Todos comenzaron a reír y Adrián salió corriendo, se fue de la escuela y corrió sin para hasta su casa, en vuelto en lágrimas y oliendo mal, se arroja al suelo, por que tiene que ser asi, porque el mundo es tan cruel con las personas que solo quieren sentir amor, el se sentía solo y abandonado,

¿es pecado sentirse así?,

de repente el papel donde estaba anotada la dirección del brujo cae a sus pies,

¿mmm?...

El sujeta el papel,

¿será que es buena idea?, bueno no sé si sea real o no, estoy cansado de todo este trato quizás si lo intento,

él se levanta y va a darse un baño,

antes de salir y mira su celular, tenía muchos mensajes de magnolia,

No quiero saber más nada con ella, pensé que era mí mejor amiga pero estaba tan equivocado,

Le manda un mensaje a su tía y le dice que volverá tarde, y así va en busca del brujo para que le haga el hechizo de amor,

¡Bueno según la dirección!, no está tan lejos el lugar solo espero que no salga tanto dinero, no tengo mucho pensó mientras mira su billetera,

Sigue su camino hasta llegar a la extraña tienda,

—¿hola?—dijo cuando entro a la extraña tienda,

—¡hola bienvenido joven!—respondió el anciano,

—¿qué te trae por aquí?—le pregunto el anciano,

—vine por su anuncio, necesito un hechizo de amor, ya que todos me odian—respondió apretando el puño,

—bien, debes entregarme algo que siempre lleves contigo—respondió el anciano y extendió su mano,

Adrián pensó mucho y lo único que se le cruzó por su cabeza son sus gafas,

—solo tengo mis gafas—se lo entrega,

—bien esto sirve—el voltea y se va con las gafas de Adrian,

lo pone en el altar de afrodita y procede hacer el hechizo de amor con las instrucciones adecuadas,

Después de 40 minutos Adrián ya se estaba sintiendo inquieto,

Se está tardando mucho,¿será mucho trabajo?, no entiendo nada sobre la magia, pero imagino que debe ser mucho trabajo, quizás deba sentarme y seguir esperando, todo esto me pone inquieto, ¿será que de verdad podré gustarle a alguien?, espero que si

—ya está jovencito, ten—el le entrega sus gafas,

—¿es todo?, ¿ahora que debo hacer?—pregunto Adrian,

—el hechizo comenzará hacer efecto mañana por la mañana—respondió el brujo,

—¡genial!, ¿cuánto dinero debo darle?—pregunto Adrian,

—no te preocupes va por cuenta de la casa—dijo el brujo,

—no, por favor insisto—él saca el dinero de su billetera y se lo entrego,

—ten este es el número del lugar llama si tienes algún problema—le entrega una tarjeta y se va, a dentro,

Entonces Adrián se va muy feliz y lleno de ilusiones, ahora todos lo amarán y no será marginado como antes,

¡Ahora tendré un nuevo comienzo!, podré por fin disfrutar de la escuela sin que me peguen o me insulten y lo mejor de todo que ya no voy a tener que sentirme avergonzado sobre quien soy y hasta quizás consigo novio y uno muy wapo,

Adrián llega a la casa y su tía no estaba,

Bueno cuando tenga novio ya no voy a cenar solo, pensó y se preparó la cena y fue a dormir feliz, ya que al otro día los lentes comenzarán hacer efecto,

Cuando un pequeño rayo de luz da en sus ojos se le asoma a los ojos se levanta gritando,

¡hoy es el día!, por fin ya nadie me molestará podré tener una vida tranquila sin que nadie me acose ni moleste, gustarán de mí, y me dejarán en paz, la vida es buena pensó Adrian

capitulo 2

El amanecer llegó y, con él, una pequeña ráfaga de luz atravesó la ventana de Adrián, bañando su rostro. La luz le quemó un poco los ojos y se despertó con una sensación extraña en el pecho. Abrió los ojos lentamente, todavía aturdido, pero en su interior había algo diferente, algo que no podía identificar. Los eventos de la noche anterior seguían rondando en su mente, como si no pudieran irse, como si, en medio de esa oscuridad, una sombra de tristeza lo envolviera.

Se levantó de la cama, se estiró y, al mirarse en el espejo, notó que algo había cambiado en su rostro. Su expresión no estaba marcada por la angustia y el cansancio de antes. Aunque su mirada seguía siendo la misma, había una chispa de algo nuevo, algo que no lograba comprender.

El hechizo… El hechizo debía haber comenzado a hacer efecto, pensó. Recordó la noche anterior, cuando había entregado sus gafas al brujo y cómo, entre la incertidumbre y el dolor, había decidido seguir adelante con la idea de que todo podría cambiar. "Hoy será el día en que todo se arregle", se dijo a sí mismo mientras se dirigía al baño.

Al mirarse en el espejo, no veía nada más que la misma persona que siempre había sido, pero con una ligera sensación de esperanza, aunque velada por la tristeza. Aunque algo había cambiado, algo dentro de él seguía atrapado en el recuerdo de lo que sucedió con Magnolia. Ella, su amiga, la única persona en la que había confiado, lo había traicionado de una manera tan dolorosa que aún le costaba creerlo. ¿Cómo podía haberle hecho eso? ¿Cómo podía haberse alineado con aquellos chicos que lo humillaban? ¿Era todo solo un juego para ella? Se sentó en la orilla de la cama, con la mente llena de preguntas que no tenían respuesta.

Un suspiro pesado salió de su pecho, pero decidió no dejar que esos pensamientos lo detuvieran. Miró su teléfono y vio varios mensajes de Magnolia, pero los ignoró. No quería saber nada de ella. Estaba dolido, demasiado herido para escuchar sus excusas. Aunque el hechizo lo había hecho sentir diferente, su corazón seguía siendo el mismo, y la traición de Magnolia seguía ardiendo como una herida abierta.

Salió de la casa y se dirigió a la escuela, aún con la esperanza de que algo cambiara, aunque una parte de él sabía que, por mucho que el hechizo hiciera que las personas lo vieran de otra manera, su interior seguiría siendo el mismo. La escuela lo esperaba con su cruel rutina: las risas, los murmullos, los chicos populares, y la mirada de todos hacia él. Pero algo parecía diferente, como si el aire mismo estuviera más ligero.

Al llegar a la escuela, sintió que los ojos de todos se volvían hacia él. Al principio pensó que era una casualidad, pero mientras caminaba hacia su clase, notó que la gente lo observaba más de lo habitual. Algunas chicas lo miraban con una sonrisa, y algunos chicos incluso lo saludaban con un gesto amistoso, lo que le pareció extraño. ¿Qué está pasando? pensó, confundido.

Cuando entró al salón, lo primero que notó fue la actitud de sus compañeros. Ya no se reían de él, ya no lo miraban con desdén. Al contrario, algunos incluso parecían interesados en hablar con él. Al principio pensó que era solo una ilusión, pero cuando se sentó en su lugar, notó que un par de chicas se acercaron, sonriendo.

—Hola, Adrián —dijo una de ellas, una chica que nunca le había dirigido la palabra antes—. ¿Cómo estás?

Adrián se quedó callado, sorprendido por la amabilidad de la chica. No estaba acostumbrado a eso. De hecho, era tan extraño que por un momento no supo cómo responder. La chica parecía interesada en él, pero sus pensamientos seguían atrapados en Magnolia, en lo que ella le había hecho. ¿Cómo podía sentirse feliz cuando el dolor por su traición seguía vivo dentro de él?

—Bien, gracias —respondió, intentando forzar una sonrisa.

Las chicas continuaron hablándole, pero Adrián apenas las escuchaba. No podía evitar pensar en Magnolia, en lo que había sucedido. La traición de su amiga seguía pesando en su pecho, como una carga que no podía soltar, aunque las personas a su alrededor comenzaran a verlo de manera diferente.

Mientras tanto, en el pasillo, Magnolia pasaba cerca de él. Sus ojos se encontraron brevemente, pero en ese momento, algo en su expresión cambió. Parecía que quería acercarse, pero se detuvo. Los murmullos de sus amigas, que estaban a su lado, la hicieron dudar. ¿Debería hablar con él? se preguntaba, pero el miedo la paralizaba. Sabía que había cometido un error, pero no encontraba la manera de enmendarlo.

Adrián, por su parte, sintió esa mirada y, por un momento, pensó en acercarse, pero el dolor lo detuvo. Ya no quería que ella lo viera con lástima, ni con esos ojos llenos de arrepentimiento. Ya no quería más excusas. No podía olvidar lo que había hecho, y no importaba cuántos chicos populares lo miraran ahora, el vacío que sentía por dentro era el mismo.

Al final, el hechizo de amor no cambió nada. Aunque las personas comenzaban a verlo con otros ojos, Adrián sabía que la verdadera transformación debía venir de él mismo. No podía esperar que un hechizo lo salvara de su tristeza, ni de la culpa que sentía por haber confiado en Magnolia.

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