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Destinada A Brillar

capitulo 1: Como todo empezo

Cielo Astrada, una joven de 23 años, destacaba no solo por su belleza y carisma, sino también por su inteligencia y brillante formación académica.

Como la mejor estudiante de su universidad, estaba cursando dos carreras simultáneamente: Derecho y Administración de Empresas. A pesar de su éxito y admiración pública, había un aspecto de su vida que pocos conocían: su verdadera identidad. Cielo era conocida por todos como una huérfana de origen humilde, pero en realidad venía de una familia poderosa y rica, ella no quería que nadie lo sepa, detestaria que su esfuerzo se vea empañado, quería triunfar por su cuenta en sus estudios.

Este secreto estaba bien guardado hasta que Matilde Romero, la astuta abuela de Gabriel Romero, lo descubrió.

El encuentro entre Cielo y Matilde ocurrió de manera fortuita. Durante una visita a la universidad en una conferencia donde Matilde quedó impresionada por la joven y decidió investigar más sobre ella, pero al investigarla vio algo raro, algo que le parecia sospechoso, interesandose más en ella, no paro y siguió buscando.

Al ser mujer de negocios, sabía cómo moverse, pero le fue difícil, igualmente supo de qué hilo tirar y encontró lo que quería, al conocer el secreto de Cielo, Matilde vio la oportunidad perfecta para asegurar el futuro de su familia. Determinada a casar a su nieto con una mujer de valor y potencial, Matilde obligó a Gabriel a casarse con Cielo, con la amenaza de desheredarlo si no lo hacía.

Aunque ella no le diría a nadie el porque, ya que consideraba que si Cielo no había hablado de su familia, sería por alguna razón y no se entrometería más en ello.

A pesar de la opulencia de los Romero, la boda fue un evento sencillo y privado, un reflejo de la frialdad de la relación. La ceremonia se llevó a cabo en una pequeña capilla, con solo unos pocos testigos presentes. No hubo una gran recepción ni celebraciones ostentosas, solo una breve ceremonia que dejó una impresión duradera en todos los presentes, dónde Gabriel le puso a Cielo un anillo que se veia caro, pero nisiquiera era de su talla, le quedaba grande, como recordandole que ella no le interesa y que esto es obligado.

El único recuerdo tangible de ese día fue una fotografía tomada durante la ceremonia. En la imagen, Cielo deslumbraba con una expresión de amor y felicidad pura, con su rostro iluminado por una sonrisa radiante. Gabriel, por otro lado, aparecía con una mirada fría y amenazante, reflejando la falta de emoción y la tensión que marcaba su relación desde el principio. El contraste entre ellos era evidente y doloroso, una clara indicación de la naturaleza desalentadora de su matrimonio, ya que, al final solo uno de los dos amaba, el otro estaba presente en físico, pero ausente en mente y corazón.

Cielo, en su inocencia y amor, esperaba que su dedicación y sumisión pudieran eventualmente ganarse el corazón de Gabriel. Sin embargo, desde el primer día, quedó claro que él no sentía nada por ella.

Para Gabriel, el matrimonio era simplemente un negocio, una forma de asegurar su herencia. Cielo, por su parte, ocultó su verdadero origen y su poder, adoptando el papel de una esposa sumisa en un intento de encontrar el amor.

Así comenzó la complicada vida matrimonial de Cielo y Gabriel. Ella, dispuesta a sacrificarse por amor y él, obligado a cumplir con un deber familiar, sin intención de comprometerse emocionalmente. La realidad de su situación estaba marcada por un profundo desequilibrio, con Cielo entregándose completamente mientras Gabriel permanecía distante y desapegado.

El futuro de Cielo parecía sombrío, atrapada en un matrimonio sin amor y lleno de secretos. Sin embargo, lo que nadie sabía era que dentro de ella yacía un poder inmenso, esperando ser descubierto. La joven que todos subestimaban estaba destinada a renacer de las cenizas de su desdichado matrimonio y mostrar al mundo su verdadero valor.

capitulo 2: La vida de Gabriel y el ultimátum hacia su nuevo destino

Gabriel Romero disfrutaba de su vida universitaria con una despreocupación característica. Como estudiante de Administración de Empresas, se movía con facilidad entre las élites de la universidad, rodeado de amigos y mujeres que admiraban su atractivo y carisma. A pesar de su fama de mujeriego, Gabriel había encontrado una compañía constante en Isabel, una joven que, a primera vista, parecía perfecta para él.

Isabel era dulce y encantadora, proveniente de una familia adinerada que se mezclaba bien con la sociedad de los Romero. Todos en la familia de Gabriel, excepto su abuela Matilde, la aprobaban como una buena pareja para él.

Isabel no solo compartía el estatus social de los Romero, sino que también tenía una personalidad tranquila y complaciente, algo que Gabriel apreciaba. Para él, su relación con Isabel era fácil y sin complicaciones. No había grandes exigencias ni expectativas de su parte, lo que le permitía seguir con su estilo de vida despreocupado. Gabriel se sentía cómodo y seguro con ella, y aunque no estaba profundamente enamorado, disfrutaba de su compañía y del respaldo que su relación le proporcionaba en el círculo social de la universidad.

Sin embargo, esta aparente tranquilidad fue sacudida cuando Matilde Romero, la formidable abuela de Gabriel, intervino con una noticia inesperada. En una reunión familiar privada, Matilde, conocida por su autoridad indiscutible en los asuntos de la familia y la empresa, hizo un anuncio que dejó a Gabriel atónito. Con su tono firme y una mirada que no admitía objeciones, Matilde le ordenó que debía casarse con Cielo Astrada, una joven de su universidad.

Cielo, una estudiante destacada conocida por su inteligencia y belleza, no era una extraña para Gabriel, aunque nunca habían tenido más que interacciones superficiales. Para él, Cielo siempre había sido una figura lejana, alguien que parecía demasiado perfecta y distante para su estilo de vida. La noticia de su abuela lo dejó perplejo y enojado. No solo le estaban pidiendo que rompiera con Isabel, una relación que le brindaba comodidad, sino que también lo estaban obligando a casarse con una mujer a la que apenas conocía.

Matilde no dejó espacio para negociaciones. Le dejó claro que si no aceptaba casarse con Cielo, perdería su herencia y cualquier posibilidad de controlar la empresa familiar. Este ultimátum fue un golpe bajo para Gabriel, quien se había acostumbrado a la vida de privilegios y riqueza. La idea de perder todo lo que consideraba suyo por derecho le resultaba intolerable.

Para Gabriel, la decisión de su abuela no tenía sentido. Isabel era una elección mucho más obvia: tenía el estatus social, el dinero y la aprobación de la mayoría de la familia. En cambio, Cielo, aunque respetada por sus méritos académicos, era vista como una huérfana sin conexiones aparentes. No podía entender por qué su abuela insistía en este matrimonio. Comenzó a sospechar que Cielo debía tener alguna carta oculta para haber logrado una posición tan favorable ante Matilde. Esto lo llevó a desconfiar profundamente de ella, viéndola como una manipuladora que había sabido jugar bien sus cartas para atrapar a su abuela.

La percepción de Gabriel sobre Cielo cambió drásticamente. Donde antes veía a una chica inteligente y reservada, ahora veía a una conspiradora astuta. No podía evitar sentir que ella había manipulado a su abuela para forzar este matrimonio, y esta idea lo enfurecía aún más. La veía como una amenaza a su libertad y una impostora que intentaba apoderarse de su vida y herencia.

Así, Gabriel se enfrentó a un dilema que amenazaba con alterar radicalmente su vida. Por un lado, estaba Isabel, la novia que encajaba perfectamente en su mundo, y por otro, Cielo, la mujer que su abuela había elegido para él por razones que él no podía comprender. Con una mezcla de rabia y resignación, Gabriel comenzó a aceptar la realidad de su situación, sintiéndose atrapado en una red de manipulaciones y secretos que aún no entendía del todo.

capitulo 3: La noche de Bodas

Gabriel Romero no era alguien que aceptara la derrota fácilmente, pero la decisión de su abuela Matilde lo había dejado sin opciones. La orden de casarse con Cielo Astrada, bajo la amenaza de perder su herencia, lo había obligado a tomar decisiones dolorosas y precipitadas. La más difícil de todas fue romper con Isabel, la joven con quien había compartido una relación cómoda y sin complicaciones. Gabriel sabía que Isabel no era el amor de su vida, pero su compañía le había proporcionado una estabilidad que ahora se veía forzado a abandonar, lo que lo encolerizaba porque nunca le habían dicho que hacer.

La conversación con Isabel fue una de las más difíciles que Gabriel había tenido. Al principio, ella no comprendió por qué él, de repente, estaba poniendo fin a su relación. Cuando finalmente le explicó la situación, la noticia la devastó o eso era ante los ojos de Gabriel.

Isabel, que siempre había sido comprensiva y dulce, no pudo contener las lágrimas. Gabriel, a pesar de su aparente indiferencia, sintió una punzada de culpa y tristeza. Sabía que estaba destruyendo cualquier posibilidad de un futuro con ella, y esa realidad le pesaba más de lo que esperaba.

Isabel, con el "corazón roto", decidió irse al extranjero, buscando alejarse de la situación y empezar de nuevo. Verla partir fue un golpe para Gabriel, quien se quedó solo, sintiendo el vacío de su partida.

La boda con Cielo fue un evento sencillo y privado, muy diferente a lo que Gabriel había imaginado para su matrimonio. No hubo grandes celebraciones ni fastuosos banquetes. Solo una pequeña ceremonia, marcada por la presencia de su abuela y unos pocos familiares cercanos. Matilde, con su habitual firmeza, se aseguró de que todo se llevara a cabo según sus términos, sin permitir que Gabriel mostrara siquiera un indicio de oposición.

El único recuerdo tangible de la boda fue una foto, una imagen que capturaba perfectamente la disparidad entre los sentimientos de los recién casados. En ella, Cielo deslumbraba amor y felicidad, con una sonrisa radiante que iluminaba su rostro. En contraste, Gabriel aparecía con una expresión fría y amenazante, sus ojos reflejaban una mezcla de frustración y resignación. La imagen se convirtió en un símbolo de lo que su matrimonio representaba: una unión forzada y desprovista de amor genuino.

Esa noche, la tensión y el resentimiento que Gabriel había acumulado encontraron una salida en el alcohol. Durante la recepción íntima, comenzó a beber copas de vino una tras otra, tratando de ahogar sus pensamientos y emociones.

A medida que la noche avanzaba, Gabriel se sintió cada vez más abrumado por la situación. El peso de las expectativas de su abuela, la pérdida de Isabel y el desprecio que sentía hacia Cielo lo llevaron a buscar consuelo en el alcohol.

Cuando finalmente se retiraron a la habitación nupcial, Gabriel estaba visiblemente borracho. Cielo, aún con su sonrisa amable, intentó mantener la calma, pero Gabriel se comportó de manera errática. La tensión en el ambiente era palpable, y Cielo, aunque preocupada, trató de manejar la situación con la mayor gracia posible. Sin embargo, en su estado de embriaguez, Gabriel dejó salir su frustración de una manera inesperada. En un arrebato impulsivo, se acercó a Cielo y, sin mediar palabras, la besó.

Lo que comenzó como un gesto impulsivo y casi agresivo se transformó en algo más. Gabriel, atrapado en una mezcla de emociones confusas y el efecto del alcohol, continuó avanzando. Cielo, sorprendida y confundida, inicialmente se resistió, pero pronto cedió ante la situación. Aquella noche, consumaron su matrimonio de una manera que ni él ni ella habían anticipado. Fue un momento cargado de una extraña combinación de pasión y desesperación, un reflejo del torbellino emocional en el que ambos estaban inmersos, pero al ser la primera vez de Cielo, Gabriel sin saber tomo de una manera brusca su virginidad, ella no chisto porque no quería hacerlo enojar, ella se había enamorado de él desde que lo vio dando una exposición y diversas veces en la universidad, pensó que este hombre era muy inteligente y guapo, por eso se había metido en todo este lío, cuando la abuela Matilde se lo propuso lo acepto, ya que nunca se había sentido de esa manera con nadie, pensó que poco a poco él también la aceptaría, entonces se entregó a él esa noche para ser suya.

A la mañana siguiente, Gabriel se despertó con una resaca terrible y un sentimiento de arrepentimiento. El acto de la noche anterior lo dejó sintiéndose aún más atrapado y confundido. Había cruzado una línea que nunca pensó que cruzaría y ahora, enfrentaba las consecuencias de sus acciones, Mientras observaba a Cielo dormir a su lado, no pudo evitar notar la mancha de sangre en la cama, luego paso a sentirse aún más resentido. Para él, ella seguía siendo la causa de su situación, y esa percepción lo llevó a reafirmar su decisión de mantenerse distante y frío.

Así, el matrimonio de Gabriel y Cielo comenzó en una nota compleja y contradictoria. Gabriel, envuelto en sus propios demonios internos y prejuicios, se negó a ver más allá de sus propios sentimientos, mientras que Cielo, con la esperanza de un futuro mejor, intentó adaptarse a una situación que nunca imaginó. Ambos estaban atrapados en una unión que parecía destinada al conflicto, con un camino incierto por delante.

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