Era solo una apuesta. En la escuela había sido transferida una nueva alumna, su apariencia no era la gran cosa, cabello castaño, ojos marrones y piel morena. Ella no tenía nada de especial.
Ella se sentó al fondo justo al lado de la ventana y durante toda la clase pareció estar en su propio mundo, sin notar la realidad. Yo no me fijé tanto en ella, no tenía pensado mezclarme con alguien así, pues yo era alguien bastante admirado por todos, tenía que estar con los que eran de mi nivel.
Me había reunido con los chicos en la azotea de la escuela, había algunas tiendas de campaña ahí que usábamos como el lugar para comer el almuerzo.
Ellos estaban juntos, dos de ellos competían en un juego y los otros dos miraban atentos.
—¡Mierda! —Jonathan había perdido y pude ver la desilusión en su rostro. Talvez se sentía mal por haber perdido el dinero apostado. —Toma. —Le entregó el dinero a Lucas, quien era alguien flaco, alto y con el cabello rubio rizado.
Me acerqué a ellos sentándome al lado de Lucas, él me rodeó con su brazo.
—El más guapo, todas las chicas se mueren por ti. —Él sonrió mientras me decía eso. —¿Qué opinan de la nueva alumna transferida?
Su pregunta me sorprendió, él no era el tipo de persona que se interesaba en los demás, él y yo éramos parecidos en ese punto. Siempre mirábamos hacia delante.
—Es normal, no tiene nada de genial. —Comentó Jonathan.
—Si tuviera pechos talvez me fijaría un poco en ella. —Ese era Chris. Él medía un metro setenta, tenía el pelo muy oscuro y sus ojos eran azules.
—Es plana. —Dijo Evan y yo le miré curioso. Él era un tipo que le encantaba las mujeres con caderas marcadas, buenas curvas y obviamente pechos grandes.
Y luego sentí como todos me observaron esperando mi respuesta.
—No me interesa. —Respondí sinceramente.
—¿Cuánto tiempo creen que pase antes de llevarla a la cama? Yo no daría un mes. —Lucas sonrió de lado mientras alzaba ambas cejas.
—Si quieres acostarte con ella, hazlo y ya. —Dijo Chris metiéndose una galleta Oréo a la boca.
—Así no sería divertido. Lo haremos al azar y al que le toque deberá coquetear con la chica nueva y llevársela a la cama. Obviamente, debe mostrar pruebas.
Cuando escuché su propuesta intenté levantarme e inventar una excusa para zafarme de la situación pero, Lucas me impidió hacerlo.
—Siempre que hacemos apuestas no quieres participar, eres aburrido. —Asentí sonriendo, era claramente una provocación y yo no caería en eso.
—Nunca te he visto acostándote con una chica. —Me molestó escuchar a Evan decir eso. Pero era mi culpa, ni siquiera sé como acabé rodeado de personas como ellos, y lo peor era que me acostumbré tanto a ellos que me sentía como una mierda si me viera inferior a ellos.
—No nos mires con esa cara. Si no es lo que pensamos, entonces, participa en el juego. —Bufé asintiendo molesto y ellos sonrieron victoriosos.
Al final yo perdí, ellos sabían que yo era pésimo en piedra papel y tijeras.
—Te explico lo que debes hacer. Es fácil, la seduces, te la coges y lo grabas para mostrarnos. —Justo ahí llegaba mi límite, negué rápidamente con la cabeza.
—Puedo intentar lo de seducirla pero, no me acostaré con ella y menos la grabaré. ¿Hacían esto antes? —Ellos se quedaron en silencio y me levanté molesto.
—Está bien, no te vayas. Bajaré la intensidad, haz que ella se te confiese. —Lucas dijo y yo acepté a regañadientes, era mejor que la mierda de antes.
Estaba en el salón de clases meditando como sería la manera correcta de acercarme a ella. Pues parecía tan metida en su mundo que la realidad se veía inexistente para ella. La miré por mucho tiempo, demasiado del que debía.
Cuando la campana sonó mientras todos iban saliendo, la vi buscando algo desesperadamente. Y fue el momento perfecto para acercarme y lo hice de ese modo.
—¿Necesitas ayuda? —Me ignoró. No sabía como reaccionar pues, era la primera vez que alguien pasaba de mi de esa manera. Yo era alguien al que nadie podía ignorar. —¿Qué buscas?
—Las clases acabaron. —Me dijo con tono molesto y cansado. Recogió lo que le faltaba y entró todo a su mochila, salió con prisa dejándome como un estúpido parado allí.
Me quedé de ese modo por unos minutos pero, luego reaccioné dispuesto a irme y en ese momento el brillo de algo en el suelo llamó mi atención. Me agaché y lo tomé con los dedos, era un pendiente muy pequeño y con incrustaciones plateadas. Era hermoso, ¿Era de ella? Pregunté a la nada.
Lo metí en mi bolsillo y salí de ahí.
Entré a mi casa con la llave que siempre se guardaba bajo el masetero al lado de la puerta principal. Dentro me quité el uniforme vistiéndome con ropa casual y encendí la televisión para ver algún programa estúpido del momento.
Y lo que apareció fue un programa donde reunían a personajes conocidos de las redes sociales y los metían por un mes en una gran casa. Miré por algunos minutos ese programa pero, al final me aburrió y subí para tomar la siesta.
Mientras estaba acostado recordé la escena de antes, la manera en como ella me rechazó e ignoró, como me miró y luego como se fue sin ver ni siquiera en mi dirección. ¿Cómo era posible? ¿Acababan de ignorar al gran Ethan?
Di una vuelta molesto en la cama y cerré los ojos con pesar.
Esa mañana me tardé más tiempo arreglándome, peiné mi cabello negro y me puse mi arete en la perforación que tenía. Desayuné y luego fui a la escuela.
Con solamente llegar todas las chicas me miraban y algunas hasta me hicieron ojitos. Yo era guapo, todos en la escuela me elogiaban por ello y eso me hacía sentir bien, pues conseguía lo que quería con mi rostro.
Ser bendecido de esa forma, fue lo mejor que me pasó. Ellos me amaban, me admiraban, me deseaban.
Entré al salón acaparando la atención de mis compañeros de clase, Lucas vino hacia mi y pasó su brazo a mi alrededor.
—Oh, luces más guapo. ¿Te arreglaste para alguien? —Ese estúpido hizo que todos me vieran con ojos curiosos.
—No, para nada. Y deja de molestar. —Lo miré regañándole y él levantó sus manos mostrando que estábamos en paz. —¿Y el maestro?
—Creo que no vendrá hoy, escuché que tenía gripe. —Y Evan se levantó para ir a cerrar la puerta del salón. —Estamos solos. —Él dijo sonriendo de lado haciendo que algunas chicas se taparan el rostro avergonzadas.
Observé como todos me miraban, yo estaba sentado o más bien Lucas me hizo sentarme ahí. Ellos pensaban hacer un puesto de besos.
—No quiero, me da asco. —Lucas me miró confuso. —O sea hay hasta una gorda en el aula. Véndete tú. —Le sugerí a Lucas.
—Pues lo haré, ¿Cómo te daría asco besar a las mujeres? —Ellos volvían a dudar de mi sexualidad, eso me molestaba pero, no les dije nada.
—Hola chicos, ¿De que hablan? —Ella era Amy, era una rubia teñida y tenía un buen cuerpo.
—A Ethan le da asco besarse. —Se burló Lucas y yo no dije nada, éramos amigos, los amigos hacían bromas entre ellos.
—Supongo que depende. ¿Querían hacer un puesto de beso con Ethan? No sean estúpidos, me enojaría si hacen eso. —Ella me sostuvo el rostro con una mano y acercándose me dio un pico en los labios. Ella se apartó pero, la atraje de nuevo y esta vez la besé como se debía. Profundicé y metí mi lengua dentro de su boca. Escuché los gritos de los demás, emocionados por la escena. —Ethan… —Ella me miró sonrojada.
—Amigo, eso fue demasiado emocionante. —Evan me sostuvo de los hombros moviéndome. De hecho era la primera vez que hacía eso, besar a alguien sin estar emparejado. También me activó las hormonas, ya que, sentía mi corazón latir a tope y otra cosa que no era el corazón exactamente.
—Paren, deja de mirarla como si te la quisieras follar. —Lucas me dijo y yo lo miré confuso. Bueno, si sentía ganas de hacerlo.
—No tengo esa mirada. —Mentí mientras me relajaba en el asiento. Sentí que ella me seguía observando, así que, la llamé con la mano e hice que se sentara en mi mesa.
Pero el momento fue interrumpido debido a que alguien intentó abrir la puerta, todos regresaron a sus asientos y Evan abrió la puerta.
—¿Qué estaban haciendo?
Era el director. Mierda, me giré hacia otra parte para no verlo directamente pero, escuché como se acercaba a mi. Estaba en problemas.
—Nada señor. —Dijo Evan mientras sentía como me miraba.
—¿Seguros? —Le escuché decir sintiendo su voz a centímetros de mí. Me giré y lo enfrenté. Como odiaba ver a ese hombre. —Ethan… tenemos que hablar. —No iba a hablar con ese hombre, así que, sonreí negando con la cabeza.
—No me apetece hablar con usted, director.
—¿Quieres tener una ficha en tus notas? —Todos observaron en silencio. Como si a mí me importaran esas notas de mierda. Subí los hombros y luego miré a otra parte ignorándolo. —Bien, entonces, hablaremos en la casa. —Mi sonrisa de triunfo se esfumó y observé como él sonreía por la victoria, ese maldito hombre. ¿En la casa? No podía ser.
Me levanté molesto y salí a hacer una llamada, sonó varias veces y después escuché la voz de mi madre al otro lado.
—Mamá, ¿Por qué ese hombre dijo que hablaría conmigo en la casa? —Ni siquiera di mucha explicación, de todas formas ella sabía a lo que me refería.
—Cálmate un poco, Ethan. Y ya tus cosas están en su casa. —¿Qué? Ni siquiera sabía que expresión estaba poniendo pero, juraría que era de sorpresa y enojo a la vez.
—¡Mamá! No iré, se puede quedar con mis cosas si es por mí. ¿Por qué permitiste esto? —Sentía un nudo en la garganta, me picaba esa zona.
—Él me reprochó diciendo que estaba impidiendo que no lo veas, hasta dijo que te metí ideas de odio. Además, yo también necesitaba mi tiempo, ¿Podrías esta vez escuchar a mamá?
Chasqueé la lengua. Entendía su punto, ella era joven, tenía el derecho de tener otra pareja y hasta tener otros hijos. Pero por alguna razón sentí como si me estuviera abandonando con ese hombre.
—¡Bien! —Y no esperé su respuesta, ya que, colgué el teléfono. Dentro de mí había una rabia, ella no me dijo nada, ¿Acaso no podía decidir? ¡Mierda!
—¿Estás bien? —Era Lucas, había momentos en los que si era útil para otra cosa que no fuera acostarse con medio mundo. Tampoco lo culpaba, en estos momentos explorar la sexualidad era lo mejor para algunos, follar con cualquiera sin ataduras era puro éxtasis.
—No lo sé, creo que no. —Me apoyé en las barras de hierro del balcón del edificio.
—¿Hablaste con tu mamá? —Él puso una mano sobre mi hombro.
—Sí… ella dijo que quería tener tiempo para ella. Me siento abandonado, supongo. —Sonreí sin muchas ganas y sentí como me daba palmadas en el hombro.
—Si no quieres ir con el director, puedes quedarte en mi casa. —Me ofreció pero, me negué.
—De todas formas me obligarán a ir. —Lo miré y él suspiró. —Intenta conseguirme un trabajo de medio tiempo, creo que es hora de independizarme.
—Oh, seguro, sin problemas. Sabes que somos amigos, siempre te apoyaré. —Lo miré sintiéndome extraño. —Deja de verme así, ¿O no me consideras como tu amigo?
—Es raro que te portes como un amigo, siempre estás molestándome. —Observé como hizo una expresión de dolor. —Pero te considero como mi mejor amigo. —Y eso hizo que mostrara una sonrisa.
—Ya no te joderé más, lo prometo. —Entonces él saltó a abrazarme. Recibí el abrazo y asentí mientras palmeaba su espalda.
Las demás horas fueron las más largas, me sentía nervioso, era la primera vez que iría a la casa de mi padre luego de la separación. Él abandonó a mi madre y a mí, solamente para ir a formar otra familia, y ahora se atrevía a querer mi afecto o atención, que egoísta.
No me fijé tanto en la chica nueva, de hecho, pasé de ella por completo. La campana sonó al fin y me levanté dispuesto a irme.
Sin embargo, el pendiente se cayó de mi bolsillo y rodó por el suelo, se me había olvidado quitarlo de mi pantalón. Iba a recogerlo cuando unas manos delicadas, delgadas y con las uñas algo largas lo tomó. Levanté la vista y ella miró el pendiente y luego a mí, como esperando una explicación.
—Esto es mío. —Dijo poniéndose de pie y yo también hice lo mismo. Era bajita como de un metro cincuenta o algo, estando cerca podía ver algunas pecas en su rostro, no eran tan marcadas, al parecer intentó taparlas con maquillaje.
—Lo encontré por casualidad ayer. Te lo iba devolver. —Le dije viéndola fijamente. Pero ella volvió a ignorarme y se fue dejándome parado allí. Dios… ¿No sabía dar las gracias?
—Vas horrible con la apuesta. —Chris me palmeó en el hombro suspirando. —Te quedan tres días.
Cierto, ellos me dijeron que debía lograr enamorarla en una semana, y lo lograría si fuera como las demás chicas que había conocido. Porque con solo decir un hola, ellas se ofrecían pero, la chica nueva tenía un muro que me impedía acercarme a ella. Ni siquiera me permitía conversar con ella y de cierta manera, eso se me hizo atractivo y sentí la necesidad de enamorarla sí o sí.
—Lo voy a lograr, ¿Olvidas quien soy? —Le sonreí y le palmeé el hombro antes de salir.
Tomé el autobús, en el trayecto me la pasé escuchando música a través de mis auriculares. IU, sonaba fuertemente en mis oídos. Me encantaba esa canción de ella «Love wins all».
Suspiré mientras estaba frente a esa puerta de roble. Me impresionó lo grande que era la casa, había llegado allí gracias a la dirección que mi mamá me compartió por mensaje. No tenía el número de ese hombre en contacto.
—¿No vas a entrar? —Me pegué un susto y miré a mi lado. Era la chica nueva, verla allí hizo que tuviera un mal presentimiento. ¿Sería la hija de mi madrastra? Ay no, eso sería una pesadilla horrible. —No te había visto en esta zona antes, ¿Vivirás aquí ahora? —Me sorprendió su actitud amigable.
—¿Eh? Sí, mi padre… —Ella sonrió.
—¿Es el director? Vaya, que salado estás. Suerte con tu nueva familia, supongo. —Ella se fue y observé como entraba en la casa de al lado, suspiré contento. Pero me sentía raro, ¿Tenía doble personalidad?
Toqué el timbre y la puerta se abrió rápidamente, había una mujer bajita vestida con un vestido floral en forma de campana. Ella me sonrió ampliamente.
—Bienvenido, hijo. —Lo último hizo que dentro de mí me hirviera la sangre y entrara sin saludarla. —¿Quieres ver tu nueva habitación? Tu hermano y yo la decoramos para ti. Busqué en internet las cosas que le gustaban a los chicos de tu edad… —La frené.
—No seas amable conmigo, tú no eres mi madre y yo tampoco tu hijo. No somos nada. —Le dije y me senté en el sofá abruptamente.
—Está bien, no te llamaré así. Mi nombre es Sonia. —Ella se sentó a mí lado y eso me hizo sentir algo incómodo.
—Entiendo. —Le dije sin ganas.
—¿No tienes hambre? —Me incómoda más, ella me estaba tratando demasiado bien, así que me dio mala espina.
—No… muéstrame mi habitación. —Comenté algo cansado y ella se levantó emocionada. La seguí subiendo las escaleras.
—Aquí está, espero que te guste. —Asentí aburrido. Cuando abrí la puerta quedé petrificado, era demasiado grande y además había una pantalla enorme y una consola de juegos. ¿Me quería comprar con esto? ¡Lo logró! Espera, ¡No!
Me acerqué a la consola de juegos, era de último modelo, quise comprarlas antes pero, no me alcanzaba el dinero. ¿Así que ese era su plan? Hacerme caer en la tentación. ¡Ahhh!
—¿No te gustan? Si no los quieres puedo venderlos por internet y comprar otra cosa para ti.
—¡Los quiero! —Mierda, caí como pendejo. Ella sonrió.
—Bueno, te dejo para que conozcas más tu habitación. Si quieres conocer otra parte de la casa, no dudes en explorar.
Asentí y ella se fue cerrando con cuidado la puerta.
Me senté en la cama sintiéndola muy cómoda. Escuché como tocaron la puerta, pensaba que era ella otra vez, así que, fui a abrir la puerta. Aunque ni siquiera estaba cerrada.
Bajé la vista viendo a un niño de unos siete años ahí. ¿Eh?
—Hola hermano. Mamá dijo que eras mi hermano mayor, ayudé ordenando tu habitación, ¿Te gusta?
—Ah, sí. —Vi como él escondía algo detrás de su espalda. —¿Qué tienes ahí?
—Mi tarea. —Sacó el cuaderno. —No lo entiendo y mamá está cocinando.
Extendí mi mano para ver y él me entregó el cuaderno. Le permití entrar y cerré la puerta, él era muy tranquilo, porque no se sentó hasta que le di permiso. Estaba bien educado y me sentí culpable por tratar mal a Sonia antes, se notaba que no era una mala persona. Y además, mis padres llevaban más de doce años separados, debería aprender a soltar el pasado.
Mi mente era la de un niño en ese entonces y talvez no comprendía la razón de la ruptura.
Pasé la tarde ayudando a Atan a estudiar, me sorprendió ver que su nombre era parecido al mío. Y después estrené la consola jugando con él, era muy bueno en los Batel Royals.
Después cené en la mesa con ellos, también mi papá estaba ahí pero, a él sí lo odiaba. Así que, se sintió un ambiente incómodo por un momento, sin embargo, después de probar la cena me relajé un poco.
Al día siguiente Sonia me despertó muy temprano para ir a la escuela. Me bañé y luego bajé a desayunar.
—Gracias, me voy. —Le hablé a Sonia más amable que ayer y ella me brindó una cálida sonrisa. No era tan malo tener una madrastra, si lo pensaba bien.
Salí de mi casa cerrando la puerta con cuidado, ahí estaba ella, parada esperando el autobús.
—¿Vas en autobús? —Pregunté. Ella me miró con incredulidad.
—No, voy en avión. —Ella chasqueó la lengua y luego volvió a ver la carretera.
—Es que pensé que irías en auto. —Dije.
—Me gusta el transporte público. —Yo arrugué mis cejas, ¿Hablaba en serio? —¿Por qué intentas buscarme conversación siempre?
Iba a responderle pero, su otra pregunta me dejó helado.
—¿Por la apuesta? —No sabía que contestar, me preguntaba como se había enterado, ¿Lo habría escuchado? —No pongas esa cara, ni que te cacharan cometiendo un crimen.
Ella suspiró y se arregló un mechón rebelde que golpeaba su rostro.
—Es muy obvio. Eres popular y todas andan detrás de ti, hasta la más hermosa del curso. Y además, nadie se interesaría en mi, a menos que fuera una apuesta o por mi dinero, dinero de mis padres. —Apuntó la casa con su pulgar por encima de su hombro, sin girarse.
—No te rebajes, eres hermosa. Lo digo en serio.
—Claro, te creo. Si quieres puedo ayudarte con tu apuesta, ¿De que se trata? —Ella pareció meditar un momento y luego dijo. —Oh, ¿Acostarte conmigo? Y supongo que debe haber prueba de ello, ¿No? —Ella parecía recordar algo, y eso me hizo sentir como una mierda.
—No, no podría hacerle eso a alguien, a ninguna chica le haría eso. —Puse mis manos en mis bolsillos y moviéndome a ambos lados dije. —Solamente, tengo que enamorarte en menos de una semana y hacer que me confieses tu amor. —Miré al suelo y luego la observé a ella. —Creo que jugar con los sentimientos de alguien, me hace igual de imbécil que aquellos que se acostaron con ellas y las grabaron.
Ella se veía sorprendida por mis palabras, dudó un momento. Talvez le resultaba difícil confiar en mis palabras y no la culpaba.
—Entonces… puedo ayudarte.
Negué rápidamente.
—No, no quiero hacer eso. Solamente, le daré el dinero a los chicos.
—Mierda… ¿En serio me querías enamorar?
¿Eh? Me sorprendí. Ella sonrió mientras alzaba la mano para detener el autobús. Subió y yo igual, se sentó al lado de la ventana mientras yo me sentaba en un asiento detrás suyo.
Y de camino a la escuela, no pude dejar de pensar en esa sonrisa, la tenía hermosa. ¿Por qué no lo había notado?, talvez era porque no la había visto sonreír. Me relajé y miré las rayas del asfalto por un rato.
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