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Mi Historia Entre Tus Manos

Revelaciones

El campus universitario brillaba bajo el sol de septiembre, y los estudiantes se apresuraban de un lado a otro, emocionados por el inicio de un nuevo semestre. Emma se detuvo frente a la cafetería, mirando el bullicio de la vida universitaria con una mezcla de anticipación y nerviosismo. Ella, una joven de ojos verdes y cabello castaño que caía en suaves ondas hasta sus hombros, llevaba puesto un suéter azul marino que resaltaba el brillo de sus ojos.

Al entrar en la cafetería, buscó con la mirada a sus amigas. Al fondo, en una mesa cerca de las ventanas, vio a Clara y a Sofía, que levantaron la mano para llamarla. Emma sonrió y se dirigió hacia ellas.

-¡Emma!- exclamó Clara, una joven de cabello rubio corto y ojos azules- ¡Al fin llegas! Estábamos hablando de tu primo Ethan. ¿Lo has visto últimamente?

Emma sintió un leve rubor en sus mejillas. Ethan, a quien siempre había considerado un hermano más que un primo (aunque en realidad no era ninguna de las dos cosas) había comenzado a ocupar sus pensamientos de una manera diferente últimamente.

-Sí, lo vi ayer- respondió Emma mientras se sentaba- Compartimos una clase, así que lo veo bastante por aquí.

Sofía, una chica de cabello negro y ojos marrones profundos, la miró con una sonrisa traviesa.

-Debes estar feliz de tener a alguien conocido en el campus. Además, no podemos dejar de decirlo, Ethan es increíblemente guapo. ¿No lo crees?- indagó.

Emma se mordió el labio, incómoda. No podía negar que Ethan había cambiado. Su estatura había aumentado, su cuerpo se había tonificado, y su rostro tenía una estructura más definida, con una mandíbula fuerte y unos ojos marrones que parecían brillar con una intensidad especial. Pero era extraño sentir esa atracción hacia alguien que siempre había considerado parte de su familia.

-Supongo que sí- dijo finalmente- Pero lo conozco desde siempre. Para mí, sigue siendo Ethan.

Clara rió y negó con la cabeza.

-Emma, querida, deberías empezar a verlo con otros ojos. Creo que muchas chicas en el campus ya lo hacen- sugirió.

La conversación se desvió hacia otros temas, pero el comentario de Clara quedó grabado en la mente de Emma. Esa tarde, mientras caminaba hacia su clase de biología, sus pensamientos se dirigieron nuevamente a Ethan. ¿Era realmente posible que lo viera de manera diferente solo porque sus amigas lo mencionaban? ¿O había algo más profundo en sus sentimientos?

Decidida a no darle más vueltas al asunto, Emma entró al aula y se concentró en la clase. Sin embargo, al salir, casi choca con Ethan, que estaba esperándola fuera.

-¡Ethan!- exclamó, sorprendida- ¿Qué haces aquí?

Ethan, con su cabello castaño oscuro ligeramente despeinado y su sonrisa fácil, levantó una ceja.

-Pensé en invitarte a cenar. Hace tiempo que no pasamos tiempo juntos, solo nosotros dos- le dijo.

Emma sintió un nudo en el estómago. Pasar tiempo con Ethan siempre había sido algo natural, pero ahora se sentía diferente. No quería que él notara sus nervios, así que asintió con una sonrisa.

-Me encantaría. ¿A dónde vamos?

Ethan la llevó a un pequeño restaurante italiano cerca del campus. Se sentaron en una mesa junto a una ventana, y pronto se vieron inmersos en una conversación animada. Emma no se sorprendió de lo fácil que era hablar con él, a pesar de sus recientes confusos sentimientos.

-¿Cómo van tus clases?- preguntó Ethan mientras comía un trozo de pizza.

-Bien, aunque biología está siendo más difícil de lo que esperaba- respondió Emma- ¿Y tú? ¿Cómo va tu segundo año?

Emma y Ethan tenían la misma edad, pero él había resultado muy inteligente, por esa razón había saltado un año en la universidad.

Ethan sonrió y se encogió de hombros.

-Lo usual. Mucho estudio, algunas fiestas. Pero me gusta.

Emma notó que los ojos de Ethan se iluminaban cuando hablaba de sus proyectos. Le resultaba atractivo ver esa pasión en él, y se reprendió mentalmente por dejar que esos pensamientos la distrajeran.

-¿Sabes? Clara y Sofía no paran de decir lo guapo que te has vuelto- soltó Emma, tratando de sonar casual.

Ethan rió, un sonido profundo y agradable.

-¿En serio? ¿Y tú qué opinas?

Emma sintió que sus mejillas se calentaban. ¿Qué debía responder a eso?

-Bueno, siempre has sido mi primo. Pero... supongo que han notado algo que yo no he visto- respondió intentando que no se notara su incomodidad.

Ethan la miró con una expresión que no pudo descifrar. Antes de que pudiera decir algo más, su teléfono sonó. Era un mensaje de su madre, Annia.

-Es mi mamá. Quiere saber si voy a casa este fin de semana- dijo Emma, agradecida por la distracción.

Ethan asintió y cambió de tema, pero Emma no pudo dejar de pensar en la manera en que la había mirado. ¿Había algo más en esos ojos marrones que solo afecto familiar?

Esa noche, al llegar a su dormitorio, Emma se tumbó en la cama y dejó que sus pensamientos la abrumaran. ¿Estaba realmente comenzando a ver a Ethan de una manera diferente? ¿O eran solo las palabras de sus amigas influyendo en su percepción?

Los días pasaron, y Emma trató de mantener su mente ocupada con los estudios. Sin embargo, cada vez que veía a Ethan, esos pensamientos volvían con más fuerza. Una tarde, mientras estudiaba en la biblioteca, Clara se le acercó con una sonrisa maliciosa.

-Emma, tengo que contarte algo. Ayer vi a Ethan en la fiesta de los Sigma, y estaba rodeado de chicas. ¡No podía creerlo!

Emma sintió una punzada de celos, pero se obligó a sonreír.

-Ethan siempre ha sido popular. No es sorpresa- replicó, Clara la miró con curiosidad.

-¿Estás segura de que no sientes nada por él?- indagó- Porque parece que te afecta más de lo que dices.

Emma suspiró, sintiéndose atrapada.

-No lo sé, Clara. Es complicado. Lo he visto como un hermano toda mi vida, y ahora... no sé qué pensar- terminó aceptando.

Clara la tomó de la mano con simpatía.

- Mira Emma, a veces las cosas cambian. Y eso está bien. Solo asegúrate de no perderte en el proceso- le aconsejó.

Esa noche, Emma decidió que necesitaba hablar con Ethan. Necesitaba aclarar sus sentimientos antes de que se convirtieran en algo más grande. Le envió un mensaje pidiéndole que se encontraran en su lugar favorito, un parque pequeño y tranquilo cerca del campus.

Cuando llegó, Ethan ya estaba allí, sentado en un banco bajo un roble. Emma se sentó a su lado y tomó una profunda respiración.

-Ethan, necesito hablar contigo de algo importante.

Ethan la miró, su expresión seria.

-Claro, Emma. ¿Qué pasa?

Emma jugó con sus manos, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

-Últimamente, he estado sintiendo cosas... diferentes. No sé cómo explicarlo, pero creo que te veo de una manera distinta. Y me asusta porque no quiero arruinar nuestra relación o complicar las cosas entre nuestras familias.

Ethan la escuchó en silencio, su mirada era intensa.

-Emma, yo también he estado sintiendo algo diferente. Pero no quería decir nada porque no quería ponerte incómoda o arruinar lo que tenemos.

Emma lo miró sorprendida.

-¿De verdad?

Ethan asintió y tomó su mano.

-Sí. Pero creo que necesitamos tiempo para entender lo que realmente sentimos y ver si esto es algo real o solo una fase.

Emma se sintió aliviada al escuchar sus palabras. Quizás no estaba sola en esto después de todo.

-Tienes razón. Tal vez solo necesitemos tiempo.

Ethan le dio una sonrisa tranquilizadora.

-Lo que sea que pase, Emma, siempre seremos amigos. Y eso nunca cambiará.

Emma asintió, sintiéndose un poco más ligera. Aunque sus sentimientos seguían siendo confusos, sabía que no estaba sola en esto. Y eso era suficiente por ahora.

Confusiones y consejos

El sol de octubre empezaba a teñir de colores cálidos las hojas de los árboles en el campus universitario. Emma caminaba hacia su clase de literatura, sus pensamientos se encontraban atrapados en una maraña de emociones que no se sentía capaz de desenredar. Las confesiones entre ella y Ethan del otro día habían dejado su mente envuelta en un constante torbellino. La muchacha había comprendido que a él le pasaba prácticamente lo mismo que a ella, y según habían quedado iban a dejar que el tiempo les ayudara a desenmarañar todo aquello que sentían y los tenía tan confundidos a ambos.

Emma, estaba predispuesta a cumplir con eso, pero cada vez que veía a Ethan rodeado por otras chicas, especialmente aquellas que parecían disfrutar de su compañía más de lo que ella podía soportar, una punzada de celos le atravesaba el corazón.

Ese día cuando llegó a su clase se esmeró por prestar atención y dar todo de si para sacar aquella materia, esa clase era la que compartía con Ethan, pero sus pensamientos no estaban en la poesía romántica que se discutía ese día. En lugar de eso, su mirada y su atención se desviaban hacia Ethan, quien se notaba muy cómodo charlando y riendo con una chica de la misma clase, Emma no pudo evitar ver la mano de la chica pelirroja descansando casualmente sobre el brazo de él, y cuando la muchacha se inclinó hacia Ethan para susurrar sabría Dios que cosa en su oído, Emma sintió el ahora familiar nudo de celos apretándose en su estómago.

Al salir de clase lo hizo con todo él mal humor a flor de piel, y se dirigió a la cafetería donde Clara y Sofía ya la esperaban. Clara levantó la vista y sonrió.

-¡Emma! ¿Todo bien? Pareces un poco ¿enojada?-le preguntó.

-¿Enojada?- comentó Sofía, mirando a su amiga que se sentaba claramente fastidiada- Yo diría que estás furiosa, nena

Emma se dejó caer en la silla y suspiró.

-No sé qué hacer, chicas. No puedo dejar de pensar en Ethan. Y cada vez que lo veo con otra chica, me siento fatal.

Sofía, siempre la pragmática, levantó una ceja.

-Eso suena a celos, Emma. Y los celos suelen indicar que tienes sentimientos más profundos de lo que has admitido- le dijo.

Clara asintió, con una expresión pensativa.

-¿Le has dicho cómo te sientes?- preguntó.

Emma negó con la cabeza.

-No puedo- respondió- No quiero arruinar lo que tenemos. Pero verlo con otras chicas me está volviendo loca.

Clara se inclinó hacia adelante, su expresión seria.

-Emma, a veces tenemos que arriesgarnos para obtener lo que realmente queremos. Si no hablas con él, nunca sabrás si él siente lo mismo.

Sofía intervino con un tono más práctico.

-O podrías intentar mantener tus opciones abiertas. Salir con otros chicos, distraerte un poco. Eso podría ayudarte a aclarar tus sentimientos- aconsejó.

Emma miró a sus amigas, sintiéndose aún más confundida. Ambas tenían razón en sus propios términos, pero sus consejos solo añadían más incertidumbre a su situación.

-No sé qué hacer- murmuró con cansancio- Y esto está afectando todo. Ni siquiera puedo concentrarme en mis estudios.

Clara la miró con preocupación.

-Mira, cariño- le dijo tomando su mano- Lo que sea que decidas, asegúrate de que es lo mejor para ti. No te dejes llevar solo por lo que crees que los demás quieren.

Luego de eso, ambas muchachas cambiaron de tem logrando distraer a su amiga al menos por unos minutos.

Esa misma tarde, en la biblioteca, Emma intentó estudiar, pero sus pensamientos seguían volviendo a Ethan, sus pensamientos la llevaban a recordar . No podía concentrarse, y el resultado fue que apenas logró avanzar en su lectura. Al día siguiente, en su clase de biología, la profesora le llamó la atención por no prestar atención.

-Emma, ¿puedes repetir lo que acabo de decir?

Emma levantó la vista, perdida.

-Lo siento, profesora. No estaba prestando atención- se disculpó la muchacha avergonzada.

La profesora frunció el ceño.

-Cuando termine la clase necesito que te quedes unos minutos- pidió la profesora, Emma asintió.

La clase continuó su curso natural, y tal como su profesora le había pedido, al terminar la clase Emma esperó a que sus compañeros salieran del aula y se acercó al escritorio de la señora Smith.

-Señora Smith- dijo la muchacha para llamar la atención de su profesora, la mujer levantó la cabeza y le hizo una seña para que tomara asiento.

-¿Qué es lo que te está pasando, Emma?- le preguntó con tono suave- Esto no es propio de ti- agregó.

-Yo... lo siento mucho, señora Smith- se disculpó la muchacha apenada- Es que ultimamente me está costando concentrarme- explicó.

-Ok, Emma- dijo la mujer siendo condescendiente- Por favor asegúrate de ponerte al día. No quiero verte fallar.

Emma asintió, sintiéndose aún más frustrada. Al llegar a casa esa tarde, su madre, notó su abatimiento.

-Emma, cariño- le dijo- ¿todo está bien? Pareces muy distraída últimamente.

Emma se dejó caer en el sofá, agotada.

-Estoy bien, mamá- respondió- Solo son muchas cosas en la universidad.

Annia se sentó a su lado, mirándola con preocupación, ella conocía tan bien a su hija que sabía que algo le ocurría. Desde varios dias atrás había notado que la muchacha vivaz, ocurrente, bromista y segura de si misma se había vuelto retraída, distante y silenciosa. Así que se propuso averiguar qué era lo que estaba ocurriendo con ella.

-Sabes que puedes hablar conmigo, ¿verdad?- le dijo- Si hay algo que te preocupa, quiero ayudarte.

Emma dudó por un momento, pero finalmente decidió abrirse, al menos en parte.

-Hay alguien... alguien en quien no puedo dejar de pensar- confesó- Y eso está afectando todo. Mis estudios, mi concentración. No sé qué hacer, mamá.

Annia tomó la mano de su hija, dándole un apretón reconfortante.

-El amor puede ser complicado, Emma- dijo Annia, pero Emma negó con la cabeza, ya que no estaba segura de poder admitir que lo que sentía era amor.

-Yo no sé si es amor, mamá- le dijo con la tristeza vívida en su mirada.

-¿Sabes?- dijo Annia- a veces, lo mejor es ser sincera con tus sentimientos, y contigo misma.

-Lo entiendo, pero¿ que hago mamá?- indagó la muchacha.

- Primero reconoce lo que te pasa con él- le dijo- y luego habla con esa persona. No guardes todo dentro de ti, hija.

Emma miró a su madre, sintiendo una mezcla de alivio y temor. No podía decirle a Annia que el chico en cuestión era Ethan, pero su consejo era claro.

-Gracias, mamá. Lo pensaré.

Esa noche, mientras intentaba dormir, las palabras de su madre resonaban en su mente. Hablar con Ethan parecía tanto aterrador como necesario. Decidida, le envió un mensaje pidiéndole que se encontraran al día siguiente.

Decepciones y decisiones

Emma siempre había considerado a Ethan como familia. Sus recuerdos de la infancia y la adolescencia estaban llenos de momentos en los que él había estado allí para ella, protegiéndola y cuidándola como un verdadero hermano mayor. Dos de esos momentos se destacaban claramente en su memoria, recordándole por qué sus sentimientos por él eran tan profundos y complejos.

Tenían diez años, y como era habitual, sus familias habían organizado un picnic en el parque local. Los adultos conversaban animadamente bajo un gran roble, mientras que Emma y Ethan jugaban al escondite con otros niños.

Emma se había escondido detrás de un arbusto espeso, riendo en silencio mientras escuchaba a Ethan contando en voz alta. De repente, sintió un leve cosquilleo en la pierna. Miró hacia abajo y vio una abeja grande y peluda arrastrándose por su tobillo. Se quedó paralizada, el miedo apoderándose de ella.

-¡Ethan!- gritó, con la voz temblorosa.

Ethan dejó de contar y corrió hacia el sonido de su voz, empujando las ramas del arbusto.

-¿Emma? ¿Qué pasa?

Emma señaló la abeja, sus ojos llenos de lágrimas.

-¡Hay una abeja en mi pierna!

Ethan no dudó ni un segundo. Se arrodilló junto a ella y, con una calma impresionante para su edad, usó una ramita para alejar cuidadosamente la abeja.

-Tranquila, Emma. Ya se fue.

Emma exhaló, sintiendo el alivio recorrer su cuerpo. Se lanzó a los brazos de Ethan, abrazándolo con fuerza.

-Gracias, Ethan. Pensé que me iba a picar.

Ethan le dio unas palmaditas en la espalda, sonriendo.

-No te preocupes, Emma. Siempre estaré aquí para protegerte.

Otra vez, cuando tenían catorce años y estaban pasando las vacaciones de verano en una cabaña cerca del lago. Una tarde, mientras exploraban el bosque cercano, una tormenta de verano se desató repentinamente. Los truenos retumbaban y la lluvia caía en cortinas densas, dificultando la visibilidad.

Emma, empapada y temblando de miedo, miró a Ethan con ojos desorbitados.

-¿Qué hacemos? No sé cómo regresar a la cabaña.

Ethan, empapado también, pero tratando de mantener la calma, tomó la mano de Emma con firmeza.

-Vamos a buscar refugio primero. Hay una cueva cerca del lago. Recuerdo haberla visto antes.

Corrieron juntos a través del bosque, sus pies chapoteando en el barro. Ethan no soltó la mano de Emma ni por un momento, guiándola a través de los árboles hasta que encontraron la cueva. Se apresuraron a entrar, resguardándose de la tormenta.

Emma, con el corazón todavía acelerado, se abrazó a sí misma para calentarse.

-Tengo miedo, Ethan.

Ethan se sentó a su lado y la rodeó con un brazo, tratando de transmitirle su propia tranquilidad.

-Estamos bien, Emma. La tormenta pasará pronto, y luego podremos regresar. Solo tenemos que esperar un poco.

Emma asintió, recostándose contra él. La sensación de seguridad que le daba estar junto a Ethan la calmó lentamente.

-Gracias por estar aquí, Ethan. Siempre sabes cómo hacerme sentir mejor.

Ethan sonrió, apretándola suavemente.

-Siempre estaré aquí para ti, Emma. No importa qué pase.

La tormenta eventualmente pasó, y, fiel a sus palabras, Ethan guió a Emma de regreso a la cabaña, asegurándose de que estuviera a salvo. Esa noche, mientras se secaban y tomaban chocolate caliente, Emma se dio cuenta de que había algo especial en la protección que Ethan le ofrecía. No era solo un instinto fraternal; había un vínculo profundo y duradero que los unía.

Y ni hablar de la noche de su graduación, esa en la que Mike había intentado algo más que besarla y Ethan apareció de repente para defenderla y llevarla a casa.

Esos momentos de la infancia y adolescencia se quedaron grabados en el corazón de Emma, recordándole siempre por qué Ethan era tan importante para ella.

-Hey, estás a salvo ahora- recordo Emma que él le dijo con su voz llena de ternura y comprensión mientras secaba las lágrimas de sus mejillas, esa misma noche.

-Siempre estás ahí para mi- le había dicho ella. Él sonrió.

-Siempre lo estaré, Emma- le dijo y sin pensarlo demasiado salvó la distancia que había entre ellos y la abrazó buscando consolarla.

Cuando él se alejó, ella tuvo la sensación de que algo le faltaba, ella iba a pedirle que no se alejara, pero se arrepintió y agachó la cabeza. Entonces él, le levantó la barbilla con suavidad y mientras los ojos de Emma lo miraban con una inmensa mezcla de sensaciones, él la besó.

Todos esos momentos recurrentes hicieron que aún estando entre sueños, Emma tomara una importante decisión. Hablaría con Ethan y le diría todo lo que sentía, así que primero le envió un mensaje para pedirle encontrarse al día siguiente, pero sentía tanta ansiedad que sin pensarlo dos veces salió de la cama, se vistió y salió por la ventana de su habitación para ir hasta el cuarto que Ethan ocupaba en el campus.

Eran cerca de las doce de la noche cuando la muchacha bajó de un taxi, y caminó por los senderos iluminados del lugar hasta que estuvo frente al edificio donde el joven se quedaba. Al principio parecía que el miedo le ganaría, pero tomando valor respiró profundamente e ingresó al edificio, caminó lentamente por los pasillos, encontró algunas puertas abiertas, se cruzó con algunos chicos que conocía por ser compañeros de Ethan, pero no detuvo su andar hasta que llegó frente a la puerta de la habitación.

Le pareció extraño que la puerta se encontrara entre abierta, supuso que seguramente Ethan estuviera con alguno de sus compañeros o con su mejor amigo, así que entró sin tocar. Al hacerlo escuchó murmullos que venían del cuarto de Ethan, caminó con sigilo hasta alli y la escena que vio la dejó paralizada. Ethan y la pelirroja de la clase de literatura estaban en medio de la habitación, besándose apasionadamente. La muchacha, con su cabello pelirrojo cayendo en cascada sobre sus hombros, tenía los brazos alrededor del cuello de Ethan, mientras él la sujetaba por la cintura, acercándola más a él.

Emma sintió que el mundo se derrumbaba a su alrededor. La imagen de Ethan, la persona en quien había confiado y por quien había comenzado a desarrollar sentimientos profundos, besando a otra chica, era demasiado dolorosa de soportar. Se quedó allí, inmóvil, incapaz de apartar la vista, con el corazón hecho pedazos.

Finalmente, encontró la fuerza para retroceder lentamente, asegurándose de no hacer ruido. Se alejó de la puerta y salió corriendo del edificio, las lágrimas comenzaron a nublar su visión. Corrió hasta llegar a un pequeño parque cercano, donde se dejó caer en un banco, sollozando incontrolablemente.

Cuando se sintió con un poco de calma, tomó un taxi y regresó a su casa. Una vez en su habitación, Emma se tumbó en la cama, mirando el techo mientras las lágrimas seguían rodando por sus mejillas. Pensó en todas las veces que Ethan la había protegido y cuidado, y cómo esos momentos ahora parecían tan lejanos. La imagen de Ethan y la pelirroja seguía invadiendo su mente, y cada vez que cerraba los ojos, la veía con más claridad.

-¿Qué voy a hacer?- susurró al vacío, sintiendo el peso de la traición y la confusión sobre sus hombros.

La mañana siguiente, Ethan se despertó con una resaca emocional, recordando vagamente la noche anterior con la pelirroja. Al revisar su teléfono, encontró un mensaje de Emma, enviado alrededor de las ocho de la noche anterior.

"Necesito hablar contigo. Es importante."- decía.

Su corazón se aceleró. Algo en el tono del mensaje le hizo sentirse inquieto. Marcó su número rápidamente, pero después de varios tonos, la llamada se fue al buzón de voz. Intentó de nuevo, pero no hubo respuesta. La preocupación comenzó a invadirlo. Sin saber qué más hacer, decidió llamar a su tía Annia. Tal vez ella sabría algo.

-Hola, cariño- respondió Annia, con ternura.

-Tía Annia, ¿sabes dónde está Emma? No contesta mis llamadas.- dijo él.

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que Annia respondiera.

-Ethan, deberías darte prisa. Estamos en el aeropuerto. Emma se va- respondió Annia.

El mundo de Ethan se detuvo por un momento.

-¿Qué? ¿Por qué? ¿A dónde va?- preguntó desconcertado.

-Se va a estudiar al extranjero- respondió Annia, ignorando la impotencia que el joven del otro lado de la línea estaba sintiendo- Pero si te apuras, tal vez puedas alcanzarla antes de que se vaya- agregó y sin dudarlo salió rápidamente luego de tomar las llaves de su coche para dirigirse al aeropuerto.

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