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Amor A Primera Vista

Capitulo 1: El Destino Nos Juntó

Era una tarde de primavera en la bulliciosa estación de tren de la ciudad. Clara había terminado un largo día en la universidad y, como siempre, se dirigía a casa, perdida en sus pensamientos y con la mente llena de preocupaciones sobre sus exámenes finales. La estación estaba abarrotada de gente que, como ella, solo deseaba llegar a su destino lo antes posible.

Mientras esperaba el tren, Clara se apoyó en una columna y sacó un libro de su mochila, tratando de encontrar algo de paz en la lectura. De repente, una ráfaga de aire y un sonido familiar anunciaron la llegada del tren. Al levantar la vista, sus ojos se encontraron con los de un joven parado en el andén opuesto. Su mirada era intensa, profunda, y por un breve instante, Clara sintió que el tiempo se detenía.

Daniel, por su parte, había tenido un día agitado en el trabajo. Decidió tomar el tren a última hora para evitar el tráfico. No esperaba encontrar nada fuera de lo común en su rutinaria travesía, pero cuando sus ojos se cruzaron con los de Clara, sintió una conexión instantánea, como si el destino hubiera decidido unir sus caminos.

Clara se sintió extrañamente atraída por aquel desconocido y, sin poder evitarlo, se encontró sonriendo ligeramente. Para su sorpresa, él le devolvió la sonrisa.

—Hola —dijo Clara, más para sí misma que para él, consciente de que la distancia y el ruido hacían imposible que él la oyera.

Daniel, notando que ella había dicho algo, le hizo un gesto con la mano, indicándole que no había escuchado.

—Perdona, no te he oído —dijo él, alzando un poco la voz.

Clara dudó un segundo, pero decidió acercarse al borde del andén.

—Dije "hola" —repitió, sintiéndose un poco tonta pero a la vez emocionada.

—Hola —respondió Daniel, sonriendo más ampliamente—. ¿Vienes seguido por aquí?

Clara se rió ante lo cliché de la pregunta, pero la calidez en su mirada la animó a seguir.

—Sí, es mi ruta diaria. ¿Y tú?

—Yo también —mintió Daniel, sin saber exactamente por qué—. Trabajo cerca de aquí.

Antes de que pudieran continuar, el tren de Clara llegó y las puertas se abrieron. Con un suspiro de resignación, ella subió al tren, mirando una última vez al joven desconocido.

—¡Espera! —dijo Daniel repentinamente, mientras las puertas comenzaban a cerrarse—. ¿Cómo te llamas?

Clara sonrió y, justo antes de que las puertas se cerraran por completo, gritó:

—¡Clara! ¿Y tú?

—¡Daniel! —respondió él, apenas a tiempo.

El tren comenzó a moverse, y Clara observó a Daniel quedarse en el andén, contemplando cómo el tren se alejaba. Ambos sabían en el fondo de sus corazones que ese encuentro no había sido casual. El destino, en su misteriosa forma, había puesto en marcha una serie de eventos que cambiarían sus vidas para siempre.

Mientras el tren avanzaba y la estación quedaba atrás, Clara no pudo evitar pensar en los ojos del joven y en lo que podría haber sido. Lo que ninguno de los dos sabía en ese momento era que sus caminos volverían a cruzarse, y que aquella conexión instantánea era solo el comienzo de una historia de amor que desafiaría todas las expectativas.

Capitulo 2: Miradas Que Hablan

La semana siguiente, Clara no podía dejar de pensar en Daniel. La intensidad de su mirada y la conexión instantánea que sintió con él eran algo que nunca antes había experimentado. Cada día, se encontraba anticipando el viaje en tren, esperando volver a verlo.

Un miércoles por la tarde, mientras Clara se dirigía a la estación, su corazón comenzó a latir más rápido. Al llegar, buscó con la mirada entre la multitud. Allí estaba, de pie en el mismo andén donde lo había visto por primera vez. Daniel también la vio y una sonrisa iluminó su rostro.

Clara caminó hacia él con determinación, sintiéndose extrañamente nerviosa pero emocionada.

—Hola, Daniel —dijo, deteniéndose a unos pasos de él.

—Hola, Clara —respondió él, su sonrisa tan brillante como la recordaba—. ¿Cómo estás?

—Bien, gracias. ¿Y tú?

—Bien también. He estado esperando este momento desde que te vi la semana pasada.

Clara sonrió, sintiendo una calidez que se extendía desde su corazón.

—Yo también. No he dejado de pensar en ti.

—Qué coincidencia. Yo tampoco he podido dejar de pensar en ti —dijo Daniel, sus ojos fijándose en los de Clara.

El tren de Clara llegó, pero esta vez, ella no se apresuró a subir. En su lugar, ambos se quedaron en el andén, mirándose a los ojos, dejando que sus miradas hablasen por ellos.

—¿Te gustaría tomar un café conmigo algún día? —preguntó Daniel, rompiendo el silencio.

Clara asintió, sintiendo que este era solo el comienzo de algo especial.

—Me encantaría. ¿Qué tal ahora? Mi tren se acaba de ir —dijo con una sonrisa traviesa.

Daniel se rió y asintió.

—Perfecto. Conozco un lugar cerca de aquí.

Caminaron juntos fuera de la estación, sus pasos sincronizados como si siempre hubieran estado destinados a caminar uno al lado del otro. Encontraron una pequeña cafetería en una esquina tranquila y se sentaron en una mesa junto a la ventana.

—Así que, Clara, ¿qué estudias? —preguntó Daniel, rompiendo el hielo.

—Estudio literatura. Siempre he amado los libros y las historias. ¿Y tú?

—Trabajo en marketing, pero en mi tiempo libre, me encanta pintar.

Clara se sorprendió gratamente.

—No lo habría adivinado. Me encantaría ver tus pinturas algún día.

—Sería un honor mostrártelas —respondió Daniel, sintiendo una conexión aún más fuerte con ella.

Mientras hablaban, el tiempo parecía detenerse. Sus miradas se cruzaban constantemente, y cada vez que lo hacían, sentían que sus almas se comunicaban en un lenguaje silencioso pero profundo.

Clara y Daniel pasaron horas en aquella cafetería, compartiendo historias, sueños y risas. Cuando finalmente se dieron cuenta de que la tarde se había convertido en noche, ambos se sintieron un poco tristes por tener que despedirse, pero también llenos de esperanza por lo que el futuro les deparaba.

—Ha sido una tarde increíble, Clara —dijo Daniel mientras salían de la cafetería.

—Sí, lo ha sido. Gracias por invitarme.

—Nos vemos mañana en la estación —dijo él, más como una afirmación que como una pregunta.

Clara asintió, sintiendo una alegría indescriptible.

—Nos vemos mañana, Daniel.

Ambos se despidieron con una última mirada que lo decía todo. A veces, no se necesitan palabras para comunicar los sentimientos más profundos. Sus miradas hablaban por ellos, prometiendo un futuro lleno de posibilidades y aventuras compartidas.

Capitulo 3: El Comienzo De Todo

La llegada de la primavera en la ciudad trajo consigo un aire renovado y una sensación de esperanza para Clara y Daniel. Después de su primer encuentro en la cafetería, decidieron mantener el contacto y, poco a poco, sus encuentros se convirtieron en una parte esperada de sus rutinas. Cada momento compartido fortalecía el vínculo que habían comenzado a construir.

Una tarde de sábado, Clara y Daniel decidieron explorar un mercado al aire libre que se instalaba en el centro de la ciudad. Era un lugar vibrante, lleno de colores y aromas, y ambos se sentían emocionados por la oportunidad de conocer más el uno del otro en un entorno diferente.

—¿Qué te parece si empezamos por los puestos de comida? —sugirió Daniel, señalando una fila de coloridas carpas.

—¡Me parece genial! —respondió Clara, con una sonrisa entusiasta—. Estoy ansiosa por probar algo nuevo.

Caminaron entre los puestos, deteniéndose en cada uno para admirar las ofertas. Daniel la observó mientras ella se detenía para oler las flores frescas y probar muestras de quesos artesanales. Había algo encantador en la forma en que Clara se sumergía en las pequeñas cosas.

—Tienes una forma única de disfrutar de las cosas —comentó Daniel—. Es refrescante ver cómo te entusiasmas por cada detalle.

—Y tú, tienes una forma de hacer que todo sea más divertido —respondió Clara, riendo—. Gracias por acompañarme hoy. No suelo hacer cosas así tan a menudo.

—Me alegra que hayas aceptado mi invitación. A veces, las mejores experiencias surgen de las cosas más simples —dijo Daniel, tomando la mano de Clara de manera natural.

La conexión entre ellos se sentía más fuerte que nunca. A medida que avanzaban, su conversación fluía con facilidad, y cada tema parecía llevar a una risa compartida o a una reflexión profunda. Daniel la llevó a un puesto de artesanías donde Clara se detuvo fascinada por una pintura de paisajes en acuarela.

—¿Te gusta? —preguntó Daniel, observando la expresión de admiración en su rostro.

—Es preciosa. Me encantaría tener una en mi apartamento. ¿Tú pintas, verdad?

—Sí, en mis ratos libres. Pero nunca he hecho algo así. Esta pintura tiene una belleza especial —dijo Daniel, con un brillo de orgullo en sus ojos.

Mientras caminaban por el mercado, Clara y Daniel se encontraron con un puesto de fotos antiguas. Miraron las imágenes en blanco y negro, y Clara le preguntó a Daniel sobre su vida y sus recuerdos.

—Siempre he vivido en esta ciudad. Mi familia tiene una pequeña galería de arte —le explicó—. Es un lugar lleno de historia y recuerdos.

—Eso suena fascinante. Me encantaría conocer más sobre eso —dijo Clara, sintiendo un creciente interés en la vida de Daniel.

La tarde pasó rápidamente, y antes de que se dieran cuenta, el sol comenzaba a ponerse. Decidieron tomar un descanso en una pequeña plaza cercana, donde se sentaron en un banco y observaron la gente pasar.

—Hoy ha sido perfecto —dijo Clara, sintiendo una mezcla de satisfacción y tristeza por la proximidad del final del día.

—Lo ha sido —asintió Daniel—. Siento que hemos compartido algo muy especial.

Clara lo miró y vio en sus ojos una sinceridad que la hizo sonreír.

—Sí, definitivamente ha sido el comienzo de algo increíble.

Daniel tomó la mano de Clara nuevamente, esta vez de una forma más significativa.

—Estoy ansioso por ver qué más nos depara el futuro —dijo.

Clara apretó suavemente su mano.

—Yo también. Siento que este es solo el principio de una gran aventura.

Con la promesa de muchos más momentos juntos, ambos se despidieron con un abrazo cálido, sintiendo que su historia apenas comenzaba. Lo que había empezado como un simple encuentro en la estación de tren ahora se estaba transformando en un capítulo lleno de posibilidades y promesas.

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