La niebla se arrastraba por el bosque, envolviendo todo en un manto opaco y húmedo. Sentía el frío calar hasta mis huesos mientras seguía a Nyx, cada paso resonando en el silencio ominoso que nos rodeaba. La atracción que sentía por ella había superado cualquier límite razonable, llevándome a este lugar desconocido y peligroso.
De repente, a lo lejos vi una caballa con aspecto tenebroso, avance hacia ella, con la sangre helada. Me detuve en seco, mi corazón latiendo con fuerza mientras la adrenalina inundaba mis sentidos. Con el aliento entrecortado, avancé hacia la cabaña, cada paso ahora pesado y tembloroso.
Al llegar a la cabaña en medio del bosque, la visión que encontré fue un espectáculo de horror y fascinación. Nyx estaba en el centro, rodeada de una serie de objetos grotescos y siniestros, herramientas de tortura, y el brillo tenue de la sangre en el suelo. La escena era tan perturbadora como fascinante, atrapándome entre el miedo y una atracción macabra.
En la oscuridad de sus ojos, encontré un reflejo de mi propia alma. Un abismo sin fondo donde el amor y la locura se entrelazaban como dos serpientes en un baile mortal. Su sonrisa, un velo que ocultaba el infierno que ardía dentro de ella.
¿Cómo pude no saber que aquel encuentro cambiaría mi destino para siempre? Que aquella mujer, con su encanto y su mirada, me sumergiría en un mundo de pasión y terror? ¿Amor? No, algo más. Algo que desafiaba la razón y la moral. Algo que me haría cuestionar mi propia humanidad.
Recuerdo el momento en que me miré en el espejo y no me reconocí. Mis ojos, que una vez brillaban con vida y esperanza, ahora estaban vacíos y oscuros. La sangre seca en mis manos parecía un recordatorio cruel de lo que había hecho.
No podía creer que hubiera llegado a este punto. Me sentía como si hubiera perdido el control, como si una fuerza oscura hubiera tomado el timón de mi vida. La influencia de ella había sido como un veneno, destruyendo mi alma y consumiendo mi humanidad.
Me sentí como un extraño en mi propio cuerpo, un monstruo que había tomado el control de mi mente. La realidad me golpeó como un martillo: era capaz de cosas que nunca hubiera imaginado. La oscuridad me había consumido, y no sabía si podía encontrar el camino de regreso.
Me pregunto, ¿cómo llegué a este punto? ¿Cómo pude permitir que las cosas llegaran tan lejos? La respuesta es simple: Ella. Ella fue la chispa que encendió la llama de la oscuridad en mi interior. Y ahora, no sé si puedo apagarla.
...Advertencia de Contenido ...
Este libro contiene temas y escenas que pueden ser perturbadores o desencadenantes para algunos lectores. La narrativa explora aspectos oscuros de la psicología humana, como relaciones tóxicas, manipulación emocional, abuso psicológico, y la interacción entre la obsesión, el amor y la violencia. A lo largo de las páginas, se incluyen descripciones gráficas de violencia, tortura, asesinatos, y contenido de índole sexual explícito, además de elementos relacionados con la salud mental, el comportamiento antisocial y conductas criminales.
Se recomienda discreción a los lectores, especialmente aquellos que puedan ser sensibles a los temas mencionados. El propósito de la historia es narrar una exploración psicológica profunda, por lo que no debe interpretarse como una glorificación de las acciones o actitudes de los personajes. Este libro está destinado a un público adulto que busca una experiencia literaria intensa y desafiante.
Aviso: Si en algún momento sientes que el contenido es demasiado perturbador, te invitamos a cuidar tu bienestar emocional y tomar pausas cuando sea necesario.
... Jasper Brooks...
La mañana del lunes me envolvía en una calma inquietante mientras cruzaba el campus. Los estudiantes se apresuraban hacia sus clases, ajenos al peso que sentía en el aire, ese clima espeso que ha marcado las últimas semanas. El otoño había llegado con su manto de humedad, y el cielo, perpetuamente gris, parecía apretar el alma.
El sol, cuando se dejaba ver, filtraba sus rayos dorados entre los árboles como si intentara con desesperación aferrarse a la tierra antes de que el frío lo ahogara por completo. Pero esa mañana, el sol se sentía distante, y el campus, aunque lleno de vida, me parecía ajeno, como si yo caminara entre sombras que solo yo percibía.
Las hojas caídas crujían bajo mis pies mientras me acercaba a la cafetería, perdida entre los edificios de ladrillo rojo cubiertos de hiedra. Parecía como si el pasado se aferrara a las paredes de aquella universidad, mientras las estructuras modernas de vidrio y acero luchaban por imponerse, igual que las ideas que circulaban entre los estudiantes, atrapadas entre la tradición y lo nuevo.
Me uní a la interminable fila de la cafetería, saludando a algunos compañeros sin mucho entusiasmo. Mi mente estaba atrapada en "El Esclavo", el libro que había comenzado anoche. Algo en la historia resonaba conmigo de una forma que no lograba entender, pero me era imposible apartarlo de la cabeza.
—¿Qué haces? —Una voz familiar rompió mi concentración.
Zack, siempre ruidoso y despreocupado, me había sorprendido por detrás.
Zack era difícil de pasar por alto, su presencia siempre destacaba, no solo por su carisma, sino también por su apariencia.
Zack tiene una estatura imponente, aproximadamente un metro ochenta y cinco, con hombros anchos y una complexión atlética que deja ver que pasa bastante tiempo en el gimnasio. Su cabello rubio, siempre perfectamente desordenado, caía justo por encima de sus ojos azules, dándole un aire despreocupado pero a la vez atractivo. Solía llevar camisetas ajustadas que resaltaban su figura y jeans casuales, como los que tenía puestos hoy, junto a sus siempre impecables zapatillas blancas.
—Me asustaste —murmuré, bajando el libro—. Solo estaba leyendo.
Zack sonrió de esa manera que tiene, como si siempre estuviera listo para la próxima aventura, aunque yo sabía que detrás de esa fachada había algo más. Algo que compartíamos, aunque ninguno lo dijera en voz alta.
—Te he estado escribiendo sobre la fiesta de anoche. ¿No lo viste?
—Sabes que no me gusta salir los domingos. No sé cómo puedes estar tan fresco.
Él se rió.
—Después de un tiempo te acostumbras. Solo tienes que dejar que el caos te lleve.
Su risa era fácil, pero yo sentía el peso de sus palabras de una manera distinta. Zack siempre ha sido mi ancla, el que me mantenía conectado con la realidad, pero en los últimos meses, algo estaba cambiando.
La conversación fue rápida, una invitación a su casa más tarde, lejos del bullicio del campus. Acepté sin pensarlo mucho. Zack siempre era una opción segura, un escape de la monotonía y las crecientes dudas en mi cabeza.
Al tomar mi café, me distraje de nuevo con mi libro, caminando entre la multitud. No noté la figura que venía hacia mí hasta que choqué contra ella. El café se derramó por todos lados, y cuando alcé la mirada, mis ojos se encontraron con los de Nyx Frost.
Su presencia era electrizante. No de una manera cálida, sino fría, distante. Su mirada gris me atravesó como una cuchilla, y por un momento sentí como si estuviera desnudo ante ella, incapaz de ocultar nada.
—Lo siento —musité, intentando secar el desastre.
Nyx no se inmutó. Su rostro no mostró ninguna emoción visible, solo un destello de irritación en sus ojos, como si yo hubiera interrumpido algo mucho más importante que un simple café derramado.
—No importa —dijo, su voz suave pero cortante.
Me quedé quieto, observándola, incapaz de decir más. Algo en ella era profundamente perturbador, pero a la vez imposible de ignorar. Como un abismo al que no podía evitar asomarme.
—¿Qué estás leyendo? —preguntó de repente, sin verdadero interés en su voz, pero suficiente para mantenerme enganchado.
—Es solo un libro—respondí, mi voz sonando más débil de lo que pretendía.
Nyx apenas esbozó una sonrisa, pero sus ojos no reflejaban ninguna curiosidad. Solo frialdad.
—Interesante.
Y entonces, sin más, se dio la vuelta y se marchó. Me quedé allí, en medio del pasillo, con el corazón latiendo descontrolado. Fue un encuentro breve, pero algo en su presencia me dejó una marca, algo que no podía sacudirme.
Las horas siguientes fueron un borrón. No podía dejar de pensar en ella. En su mirada. En esa sonrisa casi ausente que parecía más un desafío que un gesto amable. ¿Quién era realmente Nyx Frost? Y, más importante aún, ¿por qué me afectaba tanto?
Al final del día, Zack me estaba esperando fuera de la universidad. Subí a su coche, y mientras conducíamos, decidí contarle lo que había pasado.
—Hoy choqué con Nyx Frost —dije, tratando de sonar despreocupado, aunque mi mente seguía repasando el encuentro.
Zack frunció el ceño, su expresión cambiando rápidamente de curiosidad a preocupación.
—Ten cuidado con ella, Jasper. Esa chica no es normal. He oído cosas... malas.
—¿Como qué?
Zack negó con la cabeza, como si no quisiera dar detalles.
—Solo ten cuidado. A veces, las personas que parecen fascinantes al principio son las que pueden destruirte. No quiero verte atrapado en algo que no puedas manejar.
Sus palabras se quedaron flotando en el aire, llenando el coche de una inquietud que no desapareció el resto del camino. Y mientras jugábamos videojuegos esa tarde, su advertencia seguía resonando en mi mente, entrelazándose con los recuerdos de esos ojos grises que me habían escrutado más allá de lo que estaba dispuesto a admitir.
...Jasper Brooks ...
Estaba muy cansado, el día anterior en la casa de Zack habíamos terminado muy tarde de jugar videojuegos, tan tarde que tuve que quedarme a dormir en su casa.
—Vamos Jasper, reacciona. —dijo Zack mientras me sacudía.
—No estoy acostumbrado a dormir tan tarde, ¿Que esperabas? —dije mientras nos adentrabamos al campus.
—Al menos valió la pena, tenía tiempo que no nos juntábamos después de clases. —dijo en un todo divertido.
—Si bueno, hemos estado muy ocupados, la universidad es fatal, debería ser ilegal ir a la escuela —dije con un poco de fastidio
—Bueno, no deberías quejarte, si pudieras vivirías en el campus. —dijo riéndose
—Ja-ja que gracioso —dije sarcásticamente
—Lo soy —dijo sonriendo —¿Qué te toca?
—Filosofia.
—Agh, que aburrido, bueno me iré a mi clase, que está por comenzar, nos vemos en el descanso —dijo mientras se alejaba.
Al llegar al aula me senté y me recosté sobre mis brazos, joder en realidad si estaba muy cansado. La clase de filosofía siempre había sido mi favorita. El profesor Harris tenía una manera única de hacer que los temas más abstractos y complejos cobraran vida. Aquel día, sin embargo, algo más captó mi atención. Nyx Frost, sentada en la última fila, estaba leyendo un libro que no pude reconocer a simple vista.
El profesor Harris se aclaró la garganta, llamando la atención de todos.
—Bien, clase, tenemos un proyecto grupal para este trimestre. Quiero que analicen diferentes teorías filosóficas y presenten sus conclusiones. Sera en parejas que hare yo.
Los murmullos llenaron el aula. Siempre había una mezcla de expectación y temor cuando se trataba de asignaciones en grupo. Yo solo esperaba que me tocara con alguien con quien pudiera trabajar bien.
—Jasper Brooks —anunció el profesor —estarás emparejado con... Nyx Frost.
Un silencio pesado cayó sobre la clase. Sentí muchas miradas sorprendidas sobre mí. Miré hacia el fondo del aula, donde Nyx levantó lentamente la mirada de su libro y me miró fijamente. Su expresión era impasible, como si ya supiera que esto iba a suceder.
—Y recuerden —continuó el profesor Harris, sin notar la tensión en el aire —quiero que trabajen juntos para profundizar en el tema. No solo busquen información superficial. Exploren, cuestionen y debatan.
Cuando la clase terminó, recogí mis cosas y me dirigí hacia Nyx. Ella estaba guardando su libro en su mochila, moviéndose con una precisión casi mecánica.
—Hola, Nyx —dije, tratando de sonar casual —Parece que seremos compañeros de proyecto.
—Eso parece —respondió sin levantar la vista.
—Pensé que podríamos empezar a trabajar en mi casa. Es un lugar tranquilo y mis padres no molestan mucho —sugerí, esperando que aceptara.
Nyx finalmente levantó la mirada y me miró directamente a los ojos.
—Está bien —dijo con voz suave pero firme —Dame tu dirección y estaré allí a las cuatro.
Le di mi dirección y ella asintió antes de salir del aula, dejándome con una extraña mezcla de emoción y aprensión.
Más tarde, durante el descanso, me dirigí a la cafetería donde Zack ya estaba sentado, esperándome con una bandeja llena de comida. Me acerqué a él y me dejé caer en la silla frente a él.
—¿Qué pasa, Jasper? Pareces haber visto un fantasma. —bromeó Zack, mordiendo su sándwich.
—¿Recuerdas tus advertencias sobre no acercarme a Nyx? —empecé, abriendo mi refresco.
—Sí, claro. ¿Qué pasa con eso?
—En mi clase de filosofia el profesor Harris me emparejó con ella —dije, tratando de sonar casual, aunque sabía que no podría ocultar mi emoción.
Zack dejó de masticar y me miró fijamente. —¿Con Nyx Frost? ¿La chica de la que te advertí? ¡Wow! Eso sí que es interesante.
—Sí, es... intrigante —respondí, revolviendo mi ensalada sin mucho interés.
Zack se inclinó hacia adelante, bajando la voz. —¿Y cómo te sientes al respecto? Quiero decir, ella es... diferente.
—Lo sé —dije, suspirando —Hay algo en ella que no puedo descifrar. Es como si cada palabra que dice tuviera un significado oculto.
—Eso suena profundo —dijo Zack, levantando una ceja —¿Y ya hablaste con ella sobre el proyecto?
—Sí, vamos a trabajar en mi casa esta tarde.
—¡Wow, te estás moviendo rápido! —Zack rió. —Pero en serio, ten cuidado. Ella tiene esa aura que dice 'no te acerques demasiado'.
—Lo sé -admití. —Pero eso es lo que la hace tan fascinante. Es como un rompecabezas que quiero resolver.
Zack me miró con seriedad por un momento. —Solo prométeme que mantendrás los ojos abiertos. No dejes que esa fascinación te ciegue.
—Lo prometo —dije, aunque una parte de mí sabía que ya estaba demasiado intrigado como para mantener mi distancia.
Terminamos nuestro almuerzo hablando de temas más ligeros, pero en el fondo de mi mente, Nyx ocupaba cada pensamiento. ¿Qué secretos guardaba? ¿Qué encontraría al trabajar con ella?
Habíamos acordado trabajar en mi casa. Mis padres, siempre acogedores, estaban encantados de tener visitas, aunque no conocieran a Nyx. Mientras esperaba en la sala, podía escuchar el murmullo de sus voces en la cocina, preparando bocadillos para nosotros.
El timbre sonó. Me levanté rápidamente y fui a abrir la puerta. Ahí estaba ella, con su andar seguro y elegante, llevando un libro bajo el brazo. Sus ojos grises brillaban con una intensidad que me dejó sin aliento.
—Hola, Nyx —dije, tratando de mantener la compostura. —Pasa, por favor.
—Hola, Jasper —respondió con una voz que era un susurro y una orden al mismo tiempo. Entró y observó a su alrededor, tomando nota de cada detalle. Nos dirigimos a mi habitación, un espacio acogedor con libros apilados en el escritorio y posters en las paredes.
—Pensé que podríamos empezar con el análisis del mito de la caverna de Platón —sugerí, sacando mis notas.
Ella me miró fijamente, como si pudiera ver a través de mí. —Interesante elección —dijo —Pero dime, ¿crees que alguna vez podemos realmente salir de nuestra propia caverna?
Su pregunta me tomó por sorpresa. No era una pregunta típica de tarea. Había algo más profundo en su tono, algo que me retaba a pensar más allá de lo obvio.
—Supongo que depende de qué tan dispuesto estés a enfrentar la realidad —respondí después de un momento de reflexión.
Una leve sonrisa apareció en sus labios, casi imperceptible.
—Exactamente —murmuró, y se inclinó hacia adelante, acercándose más a mí. —La mayoría de las personas no están dispuestas a hacerlo. Prefieren la comodidad de las sombras.
—¿Y tú, Nyx? ¿Estás dispuesta a salir de las sombras? —Pregunté, intrigado.
—Las sombras son donde me siento más cómoda, Jasper. En ellas encuentro mi verdadera esencia —dijo, sus ojos clavados en los míos con una intensidad que me desarmaba.
—Pero eso suena... solitario —respondí.
—Tal vez lo es —dijo ella, su voz bajando un tono —pero la soledad puede ser una compañera interesante. Te permite ver el mundo sin distracciones.
En ese momento, mi madre asomó la cabeza por la puerta. —Jasper, cariño, traje algunos bocadillos para ti y tu amiga, —dijo con una sonrisa cálida.
—Gracias, mamá —respondí, un poco avergonzado. —Ella es Nyx Frost
—Encantada de conocerte, Nyx —dijo mi madre, dejando la bandeja sobre el escritorio —Si necesitan algo más, no duden en pedírmelo.
—Gracias, señora Brooks, —dijo Nyx cortésmente, pero su tono seguía siendo frío. Mi madre salió de la habitación y cerró la puerta detrás de ella.
—Tu madre parece muy amable —comentó Nyx, mirando los bocadillos sin mucha intención de comer.
—Sí, lo es. Mis padres siempre han sido muy acogedores —respondí, sintiendo la necesidad de justificar la calidez de mi hogar.
—Debe ser agradable tener una familia así —murmuró Nyx, casi para sí misma. —No todos tienen esa suerte. Muchas veces te arrebatan a tu familia.
—¿Cómo es tu familia, Nyx? —Pregunté, curioso.
Ella me miró con una expresión indescifrable. —Prefiero no hablar de ellos. No es relevante para nuestro proyecto, ¿verdad?
—Lo siento, no quería ser entrometido —me disculpé rápidamente.
—No te preocupes —dijo ella, cambiando de tema con la misma facilidad con la que cambiaba de página en un libro. —Hablemos de Platón. ¿Qué piensas sobre la idea de que la realidad que percibimos es solo una sombra de la verdadera realidad?
—Es fascinante —dije, agradecido por la oportunidad de volver a un terreno más seguro. —La idea de que estamos limitados por nuestras percepciones me hace pensar en cuántas cosas desconocemos.
—Exactamente —dijo Nyx, asintiendo. —Y es por eso que me gusta explorar las sombras. Porque allí, lejos de la luz cegadora de la 'realidad', puedes descubrir verdades que otros ni siquiera se atreven a imaginar.
La tarde pasó en un suspiro. Discutimos más que filosofía; hablamos de literatura, de la vida, de la muerte. Nyx tenía una perspectiva única sobre todo, una manera de ver el mundo que era tan atrayente como perturbadora. Cada vez que intentaba profundizar más en sus pensamientos, ella cambiaba de tema, manteniéndome siempre al borde de un descubrimiento.
Cuando empezaba a oscurecer Nyx cerró su cuaderno y me miró. —Es suficiente por hoy —dijo. —Nos veremos mañana.
La acompañé hasta la puerta. Mis padres estaban en la sala, viendo la televisión. —Espero verte de nuevo, Nyx —dijo mi padre con su habitual amabilidad.
—Gracias por recibirme —respondió ella con una leve inclinación de cabeza. Salió de la casa y la vi alejarse. Sentí que había algo en ella que debía descubrir, algo irresistiblemente atrayente.
Mientras regresaba a mi habitación, supe que mi vida estaba a punto de cambiar de maneras que no podía imaginar. Nyx Frost no era solo una compañera de clase; era una puerta a un mundo desconocido y aterrador.
Y yo estaba listo para cruzarla.
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