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El Retorno De La Princesa.

Cap 1

En el imperio Viton, una joven desapareció drásticamente dejando a su familia sumida en la desidia, esta joven lleva por nombre Elena y es la hija favorita del emperador. 

Los días tras su desaparición en el imperio reinaba la oscuridad, nadie sabía de ella y era como si hubiera sido tragada por la tierra, guardias iban y venían en todas las dirección, aunque era evidente que nunca salió de su palacio y sus hermanas se lavaron las manos, nadie la había visto algo que resulta increíble para su padre.

Muchos sirvientes murieron tras los intensos interrogatorios que no arrojaron nada incluida la doncella personal de la princesa, aunque esta última solo dijo antes de morir ¡Ellas pagarán lo que hicieron! quienes la interrogaron nunca supieron a quienes se refería aunque el emperador tenía una leve idea.

Días antes había llegado una carta del imperio vecino Ceviel y en este acordaban una visita para establecer un matrimonio y entre sus cuatro hijas la que seguramente sería seleccionada sería Elena, siendo ella la mayor y quien tiene mejores dotes en arte, música además de ser buena en las artes marciales, ella era el combo completo. Para el emperador es lógico que de estar muerta su hija, una sola persona no sería capaz de hacerlo.

Recibió la visita de cada una de las madres de sus hijas incluida la emperatriz que es madre de Martha, está chica ya está en edad de casarse y debió ser la escogida pero el emperador no estuvo de acuerdo.

Elena tiene una belleza incomparable con el resto, su larga cabellera dorada que heredó de su madre la hace especial, acompañada de sus ojos verdes y sus largas pestañas, además de las finas facies en su rostro que heredó de su padre la hacen ser la más hermosa de sus hijas, hasta pudiera decirse que del imperio entero, el emperador sabía que podría tener una buena vida en Ceviel, al casarme con el sexto principe de ese imperio y así lograr mantener la paz.

El emperador no era tonto ante la envidia que generaba en su hermanas aunque nunca pensó que algo malo sucediera, intento consolar a la madre de esta aunque era difícil, el tambien sufre en silencio.

Elena de dieciocho años en su niñez fue excluida por sus hermanas, la excusa que usaban las madres de las niñas es que ella era muy grande para jugar con ellas, siendo solo mayor por cuatro años de la más pequeña. Su madre entendió he intento consolar a su hija diciendo que esperara que crecieran que todo mejoraría, sin embargo, en la adolescencia fue peor, pese a eso Elena no le dio importancia, no las necesitaba y solo se dedico a lo suyo.

La relación con sus dos hermanos era un tanto diferente, por eso los acompañaba al área de entrenamiento interesándose en eso, con el permiso de su padre quien no era capaz de negarle nada ya no solo era espectadora sino que también participaba en los entrenamientos volviéndose una mas.

No le gustaban las fiestas de té ya que siempre se volvía el tema de conversación por su forma absurda de llevar la vida, no era una joven delicada sino que a los ojos de las demás jóvenes y hasta de algunas mujeres mayores se comportaba como un chico.

A Elena eso realmente no le importaba, ella podía ser lo que quisiera al tener el apoyo de su padre, este siempre decía que sí a lo que ella pidiera aunque fuera mal visto por el resto.

En algunas reuniones el emperador recibía quejas sobre esto y con voz imponente solo mandaba a callar a quien decía lo que no quería escuchar, así poco a poco las quejas cesaron.

Pero, la envidia del palacio era algo que aunque había intentado eliminar había sido imposible, sus hermanas odiaban a Elena aún sin tener razón para eso.

El emperador siendo consciente de esto sabía que sus hijas estarían involucradas en su desaparición de Elena al igual que las madres de estas, por lo que consolar a Roxana su concubina es primordial.

Los siguientes días él no la dejó sola, salía por momentos a cumplir con sus obligaciones y regresaba, la emperatriz intentó alejarlo pero él no era capaz, Roxana estaba sola y él es consciente de esto.

Además se encarga de presionar en la búsqueda de Elena, pese a eso, seguía sin recibir respuestas satisfactorias. 

*****

En la montaña Girón al Este del imperio una joven con su rostro lleno de marcas y quemaduras yace con sus ojos cerrados sobre una cama. Su cabello que una vez fue dorado se ve totalmente opaco y sin brillo.

Un hombre de aproximadamente cuarenta años, de cabello largo negro, poca barba y  usando un traje blanco, se encuentra sentado a su lado mientras revisa su pulso.

Lágrimas comienzan a correr de los ojos de aquella joven, mientras que su respiración se acelera.

Este la suelta, se levanta solo para mirarla y la ve detenerse, al revisarla nota su respiración se detuvo al igual que su pulso.

De nuevo aquel hombre con sus agujas que coloca en lugares específicos logró hacerla regresar, tres veces ha sentido que la pierde pero su vocación le impide dejarla.

—¿Realmente quieres morir?—lanza aquella pregunta al aire luego de estabilizarla nuevamente.

Hace tres días Javier, un médico salió de su hogar y consultorio en la montaña Girón en busca de provisiones, y en su regreso tras detenerse a tomar un poco de agua en el río encontró lo que supuso en su momento era un cadáver, el estado de aquel cuerpo era irreconocible aunque al revisar su pulso allí estaba. 

Alrededor de esta había gran cantidad de trozos de madera, era difícil suponer lo que había pasado, lo único seguro era que continuaba viva y debía salvarla.

La tomó en sus brazos y la llevó hasta el carruaje.

Aunque en ese momento sintió que ella quería vivir, ahora no está tan seguro de eso, aquella chica se debilita cada vez más.

—No me importa revivirte una vez más, pero debes poner de tu parte y ayudarme, no puedo hacerlo solo —dicho esto camino hacia la puerta dejándola sola.

Cap 2

Lo que él no sabía es que Elena en aquella inconsciencia estaba reviviendo todo lo que pasó.

Recordar cómo fue engañada, drogada y llevada a la habitación de una de sus hermanas, como la ataron y amordazaron para evitar que gritara, jugaron a destrozar su rostro en pocos minutos, partieron sus dedos, para luego solo meterla en un baúl para sacarla del palacio.

Aunque pensó que su tortura había acabado, cuando abrieron el baúl estaba en una pequeña habitación y frente a ella dos asquerosos hombres. Su corazón es capaz de sentir aquel dolor aún y no logra resistirlo.

“Quiero vivir, ¡Por favor! No me dejes morir” —no recuerda cómo llegó al río, pero eso no importa, lo que hicieron sus hermanas deben pagarlo. —”debo hacer que paguen, ayudame” —pensaba aunque no era capaz de emitir sonido.

Javier sentado en las escaleras fuera de la cabaña donde vivía pensaba en una forma de ayudar a la chica, su rostro fue completamente marcado, y sus dedos quebrados por lo que sabe que quien lo hizo realmente la odiaba.

“No tengo forma de ayudarla, aún quedarán marcas evidentes en su rostro, esas quemaduras fueron lo peor”.

—¡Maestro! —este se levantó de golpe al escucharlo, en la distancia venía Juan su discipulo, un joven de veinte años, de cabello negro y ojos marrones, que mide 180 cm, este había partido hace días en busca de una planta necesaria.

—Juan.

—Maestro, la encontré —este llegó frente a Javier y le entregó la planta que requerían —fue difícil pero lo logré.

—Me alegro, puedes guardarla.

Tras la llegada de Juan este le ayuda a Javier en el cuidado de la joven, aún no sabían quien era, sin embargo, Juan estuvo un tiempo fuera de la montaña y se enteró de la desaparición de la princesa y la incesante búsqueda que se realiza.

Javier al recordar el cabello de la joven y el color de los ojos que es lo único que queda sin daño se imagina que puede ser ella.

Quiso notificarlo al emperador pero al recordar el estado en el que está y el daño aparte que recibió, además del hecho de estar inconsciente le hizo reconsiderarlo, esa chica moriría antes de pisar el palacio de nuevo en este estado.

Las convulsiones o ataques de Elena cesaron, por lo que no tuvo que reanimarla nuevamente aunque aún no despertaba.

Javier continuó atendiendo pacientes que llegaban cada cierto tiempo, era de los mejores médicos y en casos graves siempre lo buscaban a él, sin embargo, la estadía de la chica en su cabaña se mantenía en secreto.

Habían pasado dos meses y la búsqueda de la princesa continuaba, el emperador era presionado a realizar los ritos funerarios aún sin cadáver pero él no quería hacerlo.

La visita del príncipe para organizar el compromiso se había realizado pero en lugar de Elena él tuvo que conformarse con Martha, ella sería enviada seis meses después al imperio para completar el matrimonio.

No se fue feliz con este acuerdo pero Elena había desaparecido debía conformarse, él en realidad la quería a ella.

Javier diariamente revisaba a la chica en la cama y vio gran mejoría, sus respiraciones aceleradas se detuvieron aunque podía notar en ella el dolor que ocasionan sus heridas.

Se tomó el atrevimiento y espera que ella no se diera cuenta y no lo odie de darle un medicamento, no para el dolor sino para algo que crecía en ella, él sabía que eso solo podría generarle más dolor en cuanto despertara y es un secreto que se llevará a la tumba.

Los ojos verdes de Elena por fin se abrieron después de casi tres meses de dormir, algo que casi se vuelve eterno.

Llevo las manos a su rostro que estaba cubierto con vendas.

—No te muevas —escucho a Javier que se acercó a ella y se sobresalto.

Intento hablar pero no pudo hacerlo.

—Espera un momento, llevas mucho tiempo en ese lugar, debes tener cuidado. —Elena asintió y Javier la ayudo a sentarse, corrió un banco para sentarse frente a ella y le agarro la muñeca para chequear el pulso. —Estas mejor, pero… creo que aún no es momento.

—Pa… Para… que…

—Tu rostro, aún no se recupera por completo. —Javier miró al suelo —aunque siendo sincero no creo que eso pase.

Elena, al recordar todo lo que hicieron con ella solo pudo pensar “Lo lograron” querían destruirla y volverla miserable y asi fue, ¿Que clase de vida puede tener con ese rostro? Realmente ningúna, lo único que puede hacer es convertirse en sirvienta e intentar matarlas, aunque con ese rostro es seguro que lo logré entrar por las puertas del palacio. Por lo que llegar a su padre será mucho más difícil.

“Malditas” gra… gracias…

—Igual intentaré arreglarlo lo más que pueda, me conocen como el médico milagroso tus dedos están mejor pero no puedo eliminar por completo las lesiones del rostro —Este se levantó y salió de la habitación, Elena pudo notar la frustración en sus palabras.

Tras su salida entró Juan.

—Por fin despiertas —al mirar que Elena quería levantarse se acercó rápidamente agarrándola del brazo —déjame ayudarte, es seguro que no podrás estar de pie tanto tiempo.

Tal y como dijo Juan en pocos minutos y solo tras dar tres pasos se mareo y tuvo que regresar a la cama.

—No debes presionarte, llevas mucho tiempo en cama.

—¿Cuán… to… tiem… po…? —preguntó con dificultad.

—Casi tres meses, así que debes ir con calma.

“Tres meses perdidos, soy su propia sangre ¿Por qué tenían que tratarme así? Solo quería llevarme bien con ellas”

Elena se siente tonta, aunque conoce a sus hermanas esa sola pequeña muestra de cariño que le dieron fue suficiente para creer en ellas, sin imaginarse que solo la querían muerta.

“Las mataré a todas pero primero las haré sufrir”

En sus ojos solo había odio y dolor, confío solo una vez y la destruyeron.

“Les quitaré cada cosa que amen, en algún momento regresaré bañada en gloria y ustedes serán solo basura”

Cap 3

Elena con ayuda de Juan comenzó a caminar por la cabaña, sus piernas entumecidas en cuatro días ya estaban un poco mejor, ya podía emitir palabras sin dificultad y las vendas de su rostro ya no estaban aún así no se animaba a verse, sabía que le dolería como nunca ver su aspecto.

Tenía quemaduras en sus mejillas y largas cicatrices en todo el rostro, además una que bajaba desde la parte izquierda de la frente hasta la mejilla derecha, aún así, lo que más le dolía aparte de todo fue lo que vivió con los dos asquerosos, parece que a ellos ni les importo como se veía ni la sangre en su rostro, su misión era destruirla mucho más y lo lograron.

Aún intenta recordar lo que sucedió luego, pero lo último que recuerda es al segundo hombre sobre ella y luego solo oscuridad.

Javier veía de a poco el progreso de Elena, al paso de tres semanas ya caminaba normalmente, en ocasiones solo se quedaba pérdida mirando a la nada y aun seguía sin mirarse en un espejo.

—Maestro —le dice Juan sentado a su lado en la entrada de la cabaña, frente a ellos Elena sentada en un kiosko, perdida en sus pensamientos una vez más —podemos buscar un cadáver fresco, alguien común y que no tenga familia.

—¿Qué dices? —Javier se giró para mirarlo, Juan hizo lo mismo.

—Sé que le preocupa lo que ella siente en relación a su rostro, usted sabe de aquel método…

—Estás loco, eso es muy peligroso.

—¿Qué método? —Elena tenía agudos sus oídos, los entrenamientos ayudaban a eso por lo que escuchaba aquella discusión y caminaba hacia ellos —¿Hay alguna forma de ayudarme?

—¡No! —Javier se levantó —este chico sólo habla tonterías —dicho esto se giró entrando a la cabaña.

—¿Cuál es la forma?

—Cambio de rostro —Elena lo miraba incrédula —tu rostro fue destruido y no hay forma de recuperarlo, con un cadáver que aún esté fresco es posible.

—¿Realmente eso existe?

—Si, aunque tiene riesgo. —Juan se levantó —es una opción, sin embargo, el maestro ya dijo que no.

Elena quedó con aquella espina en su cabeza, había una forma y solo necesitaban un cadáver, una mujer sin familia y que su muerte sea reciente.

No volvieron a hablar de aquel tema por una semana, sin embargo, la visita apresurada de un hombre con una mujer en sus brazos podría ser la solución.

“Max” —pensó Elena al verlo desde afuera a través de la venta. Es un hombre alto, de cabello negro largo, su barbilla es bien definida y sus ojos azules, aún con su hanfu puesto se musculoso.

—Ayudela, usted es el médico milagroso y el único capaz de sanarla. —dijo el hombre al dejarla sobre la cama, Javier se sentó a su lado a chequear el pulso. Elena podía verle el rostro a Javier y la preocupación que tenía. —Ella no puede morir.

—¿Hace cuánto tiempo está enferma?

—No lo sé —este comenzó a caminar de un lado al otro intentando recordar —creo que hace cinco meses, solo tosía y el médico de la familia dijo que sanaría.

—¿Le recetó algún medicamento?

—No, pero hace meses empeoró y el médico le envió esto… —le entrego una receta que reviso— sin embargo, en lugar de mejorar se deterioró más, ya no lograba levantarse de la cama y me vi obligado a buscarlo a usted.

Javier se levantó, se giró hacia el hombre que se detuvo.

—¿Se recuperará?

—La verdad es poco probable que eso pase, ella está envenenada y no es algo nuevo, ese veneno tiene acción lenta por lo que estoy seguro que tuvieron que darle una pequeña cantidad por mucho tiempo, sus órganos están dañados. —Max tenía sus ojos abiertos a más no poder, llegó hasta ese lugar tan lejano solo para que su esposa fuera sanada y por lo que dice Javier será imposible —de haber venido antes pudiera haber hecho algo, pero ahora no hay nada que hacer.

Max se fue hacia Javier a quien agarró de la ropa —debes salvarla, tú eres el médico milagroso y eso lo que busco, un milagro. Por favor, salva a mi esposa. —aquel hombre que se ve rudo, parece un niño suplicando a Javier —no puedes dejarla morir.

—¡Lo siento! —Max miró a su esposa, quien había abierto sus ojos y lo miraba con una sonrisa, ella entendió lo que quiso decir Javier.

—Max — dijo con dificultad y él se sentó a su lado tomándole la mano entre las suyas. —Todo estará bien, debí escucharte, yo sé que es mi culpa, creí en ellos al ser tu familia.

—Te dije que querían dañarte, debí irme contigo hace mucho tiempo. Perdoname.

—No es tu culpa, Max, te amo.

Javier salió de aquella habitación, realmente aunque lo intentará nada podría hacer, el veneno había penetrado profundamente cada órgano de aquella mujer.

Elena se había alejado, ver Max solo le dio una idea de la cual se arrepintió, no escucho lo que dijo Javier así que no sabe la gravedad en la que está esa mujer.

Recordó a Max quien es el segundo hijo del duque Ruiz quien tiene veinticinco años, es un hijo legítimo al ser hijo de la esposa legal aunque esta falleció a los años de este haber nacido, lo que le permitió a su padre casarse nuevamente, está dio a luz dos hijos, aún así Max es quien recibirá el título de su padre cosa que molesta a esta mujer.

Max sufrió muchos agravios entre esos el matrimonio que no pidió. Los primeros dos años de matrimonio se mantuvo alejado de ella al pensar que era una ficha que puso su madrastra a su lado, sin embargo, poco a poco se dejó llevar y ambos se amaron.

Con el pasar de los meses los ataques hacia Max cesaron, poco se iban a imaginar que el foco pasaría a Andrea, el temor de la madrastra a que está quedará embarazada la llevó a darle medicamentos abortistas en exceso dejándola completamente estéril, esto lo supieron tiempo después tras un chequeo médico.

Aunque ese debía ser el momento para irse y olvidarse de todos, Max no quería perder, ver qué aquella mujer le robó la oportunidad de ser padre le dolió y quería luchar.

Todo se detuvo hasta hace unos meses que su padre enfermo, eso parece ser lo que llevó a su madrastra a darles muerte, sabe del amor que tiene Max hacia su esposa y ella es un blanco fácil, a pesar de todo lo malo bastaban solo dos palabras bonitas para que bebiera cualquier cosa que le dieran.

Max dentro de aquella habitación lloraba a un lado de su esposa, quien lo abrazaba con una sonrisa, ella sabía que moriría aún así no tenía dolor, tomaron malas decisiones que los llevaron a este momento.

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