Sofía Fuentes tiene 21 años, soy delgada, tengo el cabello largo y de color negro, ojos marrones y viene de una familia humilde, estudia para ser una gran abogada.

Andrew Palacios tiene 22 años, contextura normal, cabello negro, ojos marrones, alto, proviene de una familia adinerada y es el Ceo joven de la empresa más importante del país.

Sara Bombardi tiene 27 años, es hermosa tiene el cabello corto, blanca, proviene de una familia adinerada.

Sebas Álvarez tiene 22 años es alto, cabello negro, moreno, es policía, humilde, ama a los animales, además es muy cotizado por las chicas.

Valeria tiene 21 años, es hermosa tiene cabello corto, es blanca y alta, estudia derecho y proviene de una familia humilde, es la mejor amiga de la protagonista.

Dario Ríos tiene 27 años, es alto y delgado, es ingeniero y soltero....

Ryan Pretrof tiene 19 años es hermoso tiene cabello negro, trigueño, modelo y jugador de béisbol, es muy cotizado por las mujeres, por ser uno de los modelos más influyentes del país.

Lorena Fuentes es prima de la protagonista tiene 27 años es hermosa, delgada, cabello negro, es diseñadora de moda, tiene muchos amigos....

Samanta Jara es prima de la protagonista tiene 19 años, delgada cabello negro, ojos marrones, blanca con pecas, estudia enfermería, es de familia humilde.

Nota:

Queridos lectores por favor tengan paciencia, me estoy esforzando mucho para redactar esta historia, que va a estar basada en la vida de Sofía Fuentes, una joven con un gran futuro profesional con una vida aparentemente estable, se encuentra en un momento crucial cuando conoce a Andrew, un hombre carismático y aparentemente perfecto. Cautivada por su encanto, Sofía se sumerge rápidamente en una relación que parece ser el comienzo de un cuento de Hadas.

Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, Sofía comienza a notar pequeñas incongruencias en el comportamiento de Andrew. Sutiles mentiras, manipulaciones y una creciente necesidad de control empiezan a erosionar la confianza que Sofía había depositado en él. Confundida y abrumada, Sofía se encuentra atrapada en una telaraña emocional de la que le cuesta trabajo liberarse.

En medio de esta oscuridad, Sofía debe encontrar la fuerza y la valentía necesarias para enfrentar la situación. Se ve obligada a desafiar sus propios miedos, cuestionar las verdades que le han sido impuestas y redescubrir su sentido de identidad. Este viaje de sanación se convierte en una lucha por recuperar el control de su vida y darse cuenta de lo que merece.

A través de esta trama, el libro explora temas profundos como el abuso emocional, la salud mental y la resiliencia humana. Sofía se enfrenta a un desafío que pone a prueba su fortaleza, pero que también le brinda la oportunidad de encontrar la luz en medio de las sombras, de perdonar y volverse a enamorar.

Es una historia que invita a los lectores a reflexionar sobre la importancia de la salud mental, la valentía para enfrentar nuestros miedos y la capacidad de sanar y renacer nuevamente como ave fénix.

Soy Sofía Fuentes, una estudiante universitaria de 21 años, y hoy es uno de esos días normales en mi rutina. Me levanto temprano, emocionada por ir a la universidad y ver a mi mejor amiga, Valeria. Mientras me alisto, no puedo evitar sentir esa mezcla de nervios y anticipación que siempre me embarga cuando voy a clases.

Valeria y yo nos conocemos desde la escuela secundaria y, a pesar de que ambas hemos tenido nuestras propias luchas y momentos difíciles, siempre hemos logrado apoyarnos mutuamente. Cuando estamos juntas, es como si nada más importara; nuestras risas y complicidad logran borrar cualquier rastro de preocupación o tristeza.

Al llegar al campus, me encuentro con el típico panorama: estudiantes rezagados, algunos bostezando mientras tratan de mantener los ojos abiertos, y la profesora de turno intentando captar nuestra atención sin mucho éxito. Es una rutina que me desconcierta a veces, pues no logro entender cómo algunos de mis compañeros parecen tan desinteresados en las clases. Pero, de alguna manera, Valeria y yo encontramos la forma de sacarle el jugo a cada materia, incluso a aquellas que parecen más aburridas.

Cuando por fin suena el timbre que anuncia el final de la jornada, siento un inmenso alivio. Corro hacia la parada del autobús, ansiosa por llegar a casa y poder relajarme. Durante el trayecto de regreso, me permito desconectarme un poco, escuchando música en mis auriculares y observando el paisaje urbano a través de la ventana.

Al llegar a mi hogar, me encuentro con un ambiente tranquilo. Mis dos hermanos andan cada uno por su lado, inmersos en sus propias actividades. Aunque no solemos expresar abiertamente nuestros sentimientos, sé que nos queremos mucho. Más bien, somos una familia reservada y, a veces, hasta un poco fría. Pero, en el fondo, sabemos que podemos contar el uno con el otro.

Después de almorzar, me retiro a mi habitación para hacer mis tareas y escuchar música. Me encanta este momento de soledad, en el que puedo sumergirme en mis pensamientos sin interrupciones. Sin embargo, mientras reviso mi lista de reproducción, me tropiezo con una canción que me recuerda a mi antigua relación amorosa. Una ola de tristeza me embarga, pero trato de no dejar que esos recuerdos me consuman.

Decido cambiar de canal y, en su lugar, me pongo a ver una película de terror. Me gusta la sensación de adrenalina y el escape que me brindan este tipo de cintas. Aunque, para mi sorpresa, termino cambiando a una película romántica, lo que nuevamente aviva esos sentimientos de nostalgia.

Pero no permito que ese estado de ánimo me dure mucho, pues mañana será el último día de la semana y me iré de viaje con mi familia a visitar a mis abuelos en Londres. La emoción por este viaje me llena de energía y me hace olvidar, al menos temporalmente, los altibajos emocionales del día.

Al amanecer, los rayos del sol se filtran por mi ventana, despertándome con un sentimiento de anticipación. Bajo al comedor y veo a toda mi familia reunida, listos para iniciar un nuevo día lleno de posibilidades. Esta vez, siento que nada podrá empañar mi buen humor.

Mi día empezó con un delicioso desayuno en casa de mis abuelos, quienes después me pidieron acompañarlos a visitar el pequeño pueblo cercano a su hogar. Al llegar, me emocionó ver la gran festividad que se estaba llevando a cabo. La cantidad de gente paseando feliz, disfrutando de los juegos y, sobre todo, el hermoso paisaje que me rodeaba, con el cielo azul y la variedad de comidas típicas, me llenaron de alegría.

Poco después, llegaron mis primas Lorena y Samanta, quienes traían una gran noticia: ¡nuestro grupo favorito iba a dar un concierto esa misma noche en la ciudad! Emocionados, decidimos regresar a la casa de mis abuelos, pero para nuestra sorpresa, nos informaron que esa sería una "noche familiar" y que no podríamos salir. Decepcionados, aceptamos que tendríamos que esperar hasta el día siguiente para ir al pueblo y asistir al concierto.

La noche transcurrió entre risas y juegos con toda la familia, y a la mañana siguiente, mi prima Lorena me contó que iríamos a ver a Sebas, nuestro mejor amigo. Mientras caminábamos, nos encontramos con Ricky, un amigo en común, quien estaba sentado en su auto blanco. Ricky era un chico guapo de una familia de clase media, y se unió a nosotras para charlar y tomar algunos tragos.

Poco después, llegó Alex, el mejor amigo de Ricky, en su Mercedes negro, y se sumó a nuestro grupo. Pasamos un rato agradable hablando y riendo, recordando los viejos tiempos. Luego, se acercaron otros cuatro amigos de Ricky, y el ambiente se volvió un poco incómodo. Nosotras queríamos irnos, pero Ricky, que ya había bebido bastante, no quería dejarnos ir. Finalmente, accedimos a ir con ellos a un bar llamado Rogely, que era como una discoteca muy animada.

En el bar, nos unimos a los amigos de Ricky, y como iba a haber un concierto esa noche, mis primas y yo queríamos irnos. Sin embargo, uno de los amigos de Ricky le quitó el celular a Lorena, diciéndonos que no nos dejaría ir hasta que volviéramos. Fuimos al baño a discutir qué hacer, y cuando regresamos, nos pusimos a bailar un rato. En eso, uno de los amigos de Ricky me pidió mi número de teléfono, a lo que le pregunté su edad y nombre, pero no logro recordarlo debido a los efectos del alcohol.

Finalmente, logramos escapar de ahí y volver a la casa de mis abuelos, donde todos estaban conversando. Nosotras nos fuimos a almorzar y luego a dormir, para poder despertar a tiempo e ir al concierto de nuestra banda favorita. Al llegar, la multitud era enorme y, en un momento, me separé de mis primas. Caminando sola, me encontré con mi mejor amiga Julia, quien me contó que estaba embarazada. Mientras hablábamos, sentí que alguien me jalaba el brazo, y era el mismo amigo de Ricky, que me invitó a bailar, pero mi amiga Julia me advirtió que me alejara de él y de sus malas compañías, por ende rechace su invitación a bailar.

Sintiéndome un poco mal por haber bebido desde temprano, decidí regresar a la casa de mis abuelos, donde me dormí, poniendo fin a este día lleno de emociones, encuentros y algunas complicaciones.