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Entre Dos Mundos

Encuentro en la tierra

El planeta Tierra, con sus vastos océanos, frondosos bosques y montañas imponentes, se veía diferente a cualquier otro que Derick hubiera explorado. Desde su nave oculta en la órbita, el azul del planeta era hipnotizante. Derick, un joven científico de Zaloria, un planeta conocido por sus avances tecnológicos, estaba en una misión de exploración científica. Su objetivo era estudiar la biodiversidad y la posible existencia de vida inteligente en la Tierra. Zaloria había estado en paz durante siglos, centrada en el desarrollo y la comprensión del universo.

Lisa, en cambio, provenía de Athara, un planeta sumido en la guerra. Sus cielos, alguna vez brillantes y llenos de esperanza, ahora estaban oscurecidos por el humo de la destrucción. Lisa había huido de la guerra civil que devastaba su hogar. Sus padres, ambos líderes en la resistencia, habían sido capturados, y ella apenas había escapado con vida. Su nave, vieja y maltrecha, apenas había aguantado el viaje interestelar hasta la Tierra.

Derick aterrizó en la Tierra en un claro del bosque, cerca de un pequeño pueblo llamado Silverwood. Era un lugar tranquilo, alejado de las grandes ciudades y perfecto para llevar a cabo su misión sin ser detectado. Ajustó su disfraz humano, un dispositivo que alteraba su apariencia para parecerse a un joven humano, y salió de su nave para comenzar su exploración.

El bosque que rodeaba Silverwood estaba lleno de vida. Derick avanzó con paso seguro, fascinado por la diversidad de flora y fauna. Cada planta, cada insecto, parecía una pieza de un rompecabezas biológico que ansiaba descifrar. Con su equipo portátil, tomaba muestras y realizaba análisis inmediatos. Los resultados se transmitían automáticamente a su base de datos en Zaloria.

En uno de sus recorridos, se encontró con un ciervo que lo miró con curiosidad antes de alejarse. Derick sonrió ante la simplicidad y la belleza del encuentro. A pesar de la tranquilidad del bosque, siempre estaba atento. No quería ser descubierto, especialmente por los humanos, cuya tecnología y cultura todavía eran en gran parte desconocidas para él.

Mientras tanto, Lisa aterrizaba su nave a pocos kilómetros de distancia. Su llegada no fue tan serena como la de Derick. La nave se estrelló con fuerza en el claro, dañando aún más sus ya precarios sistemas. Salió tambaleándose, su dispositivo de camuflaje parpadeando mientras luchaba por mantener su forma humana. Las heridas y el agotamiento la dominaban, pero la determinación de sobrevivir la impulsaba a seguir adelante.

A medida que Derick se adentraba más en el bosque, se encontró con una serie de huellas extrañas. Intrigado, las siguió hasta llegar a un claro donde una nave había dejado una marca visible en el suelo. Se acercó con cautela, sabiendo que podría ser peligroso. Al inspeccionar los alrededores, escuchó un gemido. Se giró rápidamente y vio a una joven, claramente herida, tambaleándose hacia él.

Lisa, al borde del colapso, apenas podía mantenerse en pie. Cuando vio a Derick, su instinto fue de desconfianza, pero no tenía fuerzas para huir. Derick, sorprendido de encontrar a alguien en este lugar aislado, se acercó con cautela.

—¿Estás bien? —preguntó Derick, tratando de sonar amigable.

Lisa lo miró con desconfianza, pero vio la preocupación genuina en sus ojos. Asintió débilmente antes de colapsar. Derick reaccionó rápidamente, atrapándola antes de que cayera al suelo.

—Necesitas ayuda —dijo Derick, más para sí mismo que para Lisa. Sabía que tenía que llevarla a su nave para brindarle asistencia médica.

Con cuidado, llevó a Lisa a su nave y la colocó en una camilla. Activó el escáner médico de la nave, que rápidamente diagnosticó sus heridas y comenzó a tratarlas. Mientras esperaba, Derick se preguntó quién era esta joven y qué hacía en medio del bosque.

Lisa despertó varias horas después, sintiéndose mucho mejor. Miró a su alrededor, confundida al principio, pero luego recordó al joven que la había ayudado. Se incorporó lentamente y vio a Derick sentado cerca, mirando una pantalla de la nave.

—¿Dónde estoy? —preguntó Lisa, su voz aún débil.

Derick se giró y sonrió al verla despierta.

—Estás en mi nave. Te encontré herida en el bosque y te traje aquí para tratarte. Me llamo Derick.

—Soy Lisa —dijo ella, intentando sentarse más cómodamente—. Gracias por ayudarme.

—No hay de qué. ¿Qué te pasó? —preguntó Derick, curioso.

Lisa dudó por un momento, sin saber cuánto revelar. Decidió contarle la verdad, al menos en parte.

—Estoy escapando de una guerra en mi planeta. Mi nave apenas logró llegar a la Tierra —dijo ella, evitando detalles específicos.

Derick asintió, comprendiendo su situación hasta cierto punto. No era raro que hubiera conflictos en otros planetas, aunque Zaloria había estado en paz durante mucho tiempo.

—Bueno, estás a salvo aquí por ahora. Puedes quedarte en mi nave hasta que te recuperes completamente —ofreció Derick.

Lisa agradeció su amabilidad y decidió aceptar su oferta. No tenía otro lugar a donde ir, y necesitaba tiempo para planear sus próximos pasos.

Durante los días siguientes, Lisa comenzó a recuperar sus fuerzas. Derick se mantenía ocupado con sus estudios, pero siempre se aseguraba de que Lisa tuviera todo lo que necesitaba. A medida que pasaban más tiempo juntos, comenzaron a conocerse mejor. Derick le hablaba de su misión científica y de Zaloria, mientras que Lisa compartía algunas historias sobre Athara y la guerra que la había llevado a huir.

Una tarde, mientras Lisa descansaba en la nave, Derick decidió llevar a cabo una expedición más extensa. Se adentró en el bosque, fascinado por la variedad de especies que encontraba. En un claro, descubrió una colonia de hormigas que trabajaban juntas para construir un puente sobre un pequeño arroyo. Observó con asombro la complejidad y la organización de las pequeñas criaturas.

Mientras tanto, Lisa exploraba la nave de Derick. La tecnología zaloriana era avanzada, mucho más que la de su propio planeta. Encontró una sala de comunicaciones y, aunque sabía que no debía, no pudo resistir la tentación de intentar contactar con alguien en Athara. La pantalla mostró interferencias y, tras varios intentos, logró establecer una conexión débil.

—¿Hola? ¿Alguien me escucha? —preguntó Lisa, con la esperanza de que alguien respondiera.

Unos segundos después, una voz familiar contestó.

—Lisa, ¿eres tú? —era la voz de su madre, debilitada pero inconfundible.

Lisa sintió un nudo en la garganta.

—Mamá, estoy bien. Estoy en la Tierra. ¿Cómo están todos? —preguntó, tratando de contener las lágrimas.

La conexión se cortó abruptamente antes de que su madre pudiera responder. Lisa se quedó mirando la pantalla, desesperada por volver a escuchar la voz de su madre. Sabía que debía ser cautelosa, pero la necesidad de saber sobre su familia era más fuerte que su prudencia.

Mientras tanto, Derick continuaba su exploración. Encontró un pequeño arroyo y decidió seguirlo. El agua era clara y fresca, y se sintió tentado a tomar una muestra para analizar. Mientras llenaba un frasco con agua, escuchó un ruido a lo lejos. Se giró y vio a un grupo de excursionistas acercándose.

Rápidamente, guardó su equipo y adoptó una postura relajada, tratando de no levantar sospechas. Los excursionistas pasaron junto a él, saludándolo amigablemente. Derick les devolvió el saludo y continuó su camino, aliviado de no haber sido descubierto.

Al regresar a la nave, encontró a Lisa esperando en la entrada.

—Derick, necesito hablar contigo —dijo ella, con una expresión preocupada en el rostro.

—¿Qué sucede? —preguntó Derick, notando su inquietud.

Lisa le contó sobre la llamada que había hecho y cómo había logrado contactar brevemente a su madre. Derick la escuchó con atención, comprendiendo su necesidad de saber sobre su familia.

—Lo entiendo, Lisa. Pero tenemos que ser muy cuidadosos. No sabemos quién podría estar escuchando o rastreando nuestras comunicaciones —dijo Derick, con tono serio.

Lisa asintió, sabiendo que tenía razón.

—Lo sé. Solo... necesitaba saber que están bien —dijo ella, con voz temblorosa.

Derick le dio un apretón en el hombro, tratando de reconfortarla.

—Encontraremos la manera de mantenernos a salvo y ayudarte a mantener contacto con tu familia. Pero debemos hacerlo de manera segura —dijo él, con determinación.

Esa noche, Derick y Lisa se sentaron juntos en la nave, observando el cielo estrellado a través de una ventana. El silencio del bosque era tranquilizador, y ambos encontraron consuelo en la compañía del otro.

—¿Cómo era tu vida en Zaloria? —preguntó Lisa, rompiendo el silencio.

Derick sonrió, recordando su hogar.

Ocultos entre humanos

A medida que Lisa se recuperaba completamente de sus heridas, la decisión de Derick y Lisa de integrarse en la comunidad de Silverwood se volvía más urgente. Sabían que estar ocultos en una nave en medio del bosque no era una solución sostenible a largo plazo. Acordaron que, para pasar desapercibidos y protegerse de posibles amenazas, debían mezclarse con los humanos y vivir entre ellos.

Lisa había pasado horas frente al espejo, practicando sus expresiones y gestos humanos. Derick había hecho lo mismo, estudiando las costumbres y comportamientos de los humanos para evitar levantar sospechas. Decidieron crear identidades falsas utilizando la tecnología avanzada de Zaloria, que les permitía forjar documentos y registros con facilidad.

Derick asumió la identidad de un estudiante de intercambio de Europa, específicamente de un pequeño país ficticio llamado Zaloria. Utilizó sus habilidades científicas para crear una historia convincente sobre su origen y su razón para estar en Silverwood. Lisa, por otro lado, se hizo pasar por la hija de una familia local que había perdido a sus padres en un accidente. Con su tecnología, falsificaron certificados de nacimiento, documentos escolares y otros registros necesarios para integrarse en la sociedad humana.

El primer día de escuela de Derick fue una experiencia completamente nueva. Aunque había estudiado mucho sobre los humanos, estar en medio de ellos era diferente. Lisa le había advertido sobre las costumbres y comportamientos humanos, pero aun así, se sentía fuera de lugar. El edificio de la escuela secundaria de Silverwood era grande y bullicioso, con estudiantes yendo y viniendo, hablando y riendo. Derick se sentía como un pez fuera del agua, pero trataba de mantener la calma.

Entró en la escuela y fue recibido por la directora, la Sra. Anderson, una mujer amable pero estricta. La Sra. Anderson le dio la bienvenida y le mostró el lugar.

—Bienvenido a Silverwood, Derick. Esperamos que disfrutes tu tiempo aquí —dijo la Sra. Anderson con una sonrisa.

—Gracias, Sra. Anderson. Estoy emocionado por estar aquí —respondió Derick, tratando de sonar natural.

La Sra. Anderson le entregó un horario de clases y lo guió hasta su primera clase. Mientras caminaban por los pasillos, Derick observaba a los otros estudiantes, tratando de captar todos los detalles de su comportamiento. Sabía que cada gesto, cada palabra, importaba para mantener su disfraz.

Lisa, mientras tanto, se inscribió en la misma escuela. Aunque estaba nerviosa, se sentía más segura sabiendo que Derick estaba allí. Ambos se apoyaban mutuamente, lo que les ayudaba a sobrellevar la situación. Al entrar en la escuela, fue recibida por la secretaria, la Sra. Mills, quien le entregó su horario y le explicó algunas normas básicas de la escuela.

—No te preocupes, Lisa. Te acostumbrarás rápidamente. Todos aquí son muy amigables —dijo la Sra. Mills con una sonrisa.

Lisa sonrió en respuesta, agradecida por la amabilidad. Al igual que Derick, se sintió abrumada por el bullicio de la escuela, pero estaba decidida a encajar.

Durante los primeros días, Derick y Lisa se esforzaron por adaptarse. Hicieron amigos y participaron en actividades escolares, tratando de mezclarse lo mejor posible. Derick se destacó en ciencias y matemáticas, mientras que Lisa mostró habilidades excepcionales en deportes y artes. Sus talentos naturales los ayudaron a ganar la aceptación de sus compañeros, pero también atrajeron atención no deseada.

Uno de los estudiantes más populares de la escuela, Jake, comenzó a sospechar de ellos. Jake era el típico matón de la escuela, siempre buscando a quién intimidar. Sus habilidades sobresalientes y su comportamiento a veces extraño levantaron cejas.

Un día, mientras Derick estaba en su casillero, Jake y su grupo de amigos se acercaron. Jake, con una sonrisa burlona en el rostro, empujó a Derick contra la taquilla.

—Oye, Derick, ¿de dónde vienes realmente? —preguntó Jake con desdén.

Derick mantuvo la calma, recordando las advertencias de Lisa. Sabía que tenía que manejar la situación con cuidado.

—Soy de Europa. Un pequeño país llamado Zaloria —dijo, utilizando la misma historia que habían creado.

Jake lo miró con escepticismo, su sonrisa burlona desapareciendo.

—Nunca he oído hablar de Zaloria. ¿No será que estás escondiendo algo? —insistió Jake, tratando de intimidar a Derick.

Antes de que Derick pudiera responder, Lisa apareció en ese momento y se interpuso entre Derick y Jake.

—Déjalo en paz, Jake. Todos sabemos que te encanta hacerte el importante, pero no tienes derecho a acosar a Derick —dijo ella con firmeza, mirando directamente a los ojos de Jake.

Jake se retiró, murmurando algo bajo su aliento. Derick y Lisa sabían que tenían que ser más cuidadosos. Cualquier desliz podía revelar su verdadera identidad. A pesar de estos desafíos, encontraron momentos de alegría y conexión con sus nuevos amigos humanos.

Sarah, una chica amable y curiosa, se hizo amiga de Lisa y Derick. Ella sospechaba que había algo diferente en ellos, pero en lugar de juzgarlos, se mostró comprensiva y solidaria. Un día, mientras caminaban juntos por el bosque después de la escuela, Sarah decidió hablar con Derick.

—Sé que no vienes de Europa, Derick. Tu acento es muy peculiar, pero no te preocupes, no le diré a nadie —le dijo Sarah con una sonrisa, mirando a Derick con curiosidad.

Derick se sintió aliviado por su comprensión. Sabía que Sarah era de confianza, pero también comprendía la importancia de mantener su secreto.

—Gracias, Sarah. Significa mucho para nosotros —respondió Derick con sinceridad.

Sarah se convirtió en una aliada invaluable. Les enseñó más sobre la cultura humana y les ayudó a evitar situaciones peligrosas. Con su ayuda, Derick y Lisa comenzaron a sentirse más seguros en su nueva vida. Sarah les mostraba los lugares más seguros para practicar sus habilidades extraterrestres sin ser vistos, y les daba consejos sobre cómo comportarse en situaciones sociales humanas.

Una tarde, después de la escuela, Sarah los llevó a su lugar favorito en el bosque. Era un claro tranquilo, rodeado de altos árboles y lleno de flores silvestres. El sonido de un arroyo cercano y el canto de los pájaros creaban una atmósfera pacífica.

—Este es mi lugar secreto —dijo Sarah, sentándose en una roca grande—. Vengo aquí cuando necesito pensar o simplemente alejarme de todo.

Derick y Lisa se sentaron junto a ella, agradecidos por la tranquilidad del lugar. Habían encontrado un refugio en el bosque y en la amistad de Sarah.

—Es hermoso aquí —dijo Lisa, respirando profundamente el aire fresco del bosque.

—Sí, es uno de los pocos lugares donde realmente puedo ser yo misma —respondió Sarah—. Y creo que ustedes también pueden ser ustedes mismos aquí.

Derick y Lisa compartieron una mirada. Sabían que Sarah tenía razón. Este claro en el bosque se había convertido en un santuario para ellos, un lugar donde podían ser ellos mismos sin temor a ser descubiertos.

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Mientras Derick y Lisa se adaptaban a su nueva vida en Silverwood, sus habilidades naturales comenzaron a atraer la atención de sus compañeros y profesores. Derick, con su mente científica y su pasión por el conocimiento, se destacó rápidamente en clases de ciencias y matemáticas. Sus preguntas inquisitivas y sus soluciones creativas a los problemas desafiaron a sus profesores y compañeros.

El Sr. Thompson, el profesor de ciencias, quedó impresionado por las habilidades de Derick.

—Derick, tu conocimiento y comprensión de estos temas es extraordinario. ¿Dónde aprendiste todo esto? —preguntó el Sr. Thompson un día después de clase.

Derick sonrió, recordando sus estudios en Zaloria.

—Siempre he tenido una pasión por la ciencia. Mis padres son científicos, así que supongo que lo llevo en la sangre —respondió, manteniendo su historia ficticia.

El Sr. Thompson asintió, satisfecho con la respuesta. Derick sabía que tenía que ser cuidadoso al compartir detalles sobre su pasado.

Lisa, por otro lado, se destacó en deportes y artes. Se unió al equipo de atletismo y rápidamente se convirtió en una de las corredoras más rápidas. Su velocidad y agilidad impresionaron a sus compañeros y entrenadores. También mostró un talento natural para el dibujo y la pintura, lo que la llevó a unirse al club de arte.

La Sra. Jenkins, la profesora de arte, quedó asombrada por las habilidades de Lisa.

—Lisa, tus dibujos son maravillosos. Tienes un talento increíble. ¿Has considerado seguir una carrera en arte? —preguntó la Sra. Jenkins, admirando uno de los dibujos de Lisa.

Lisa sonrió, agradecida por el elogio.

—Me encanta dibujar y pintar. Es una forma de expresarme y olvidar mis problemas por un rato —respondió.

A medida que Derick y Lisa se integraban más en la comunidad escolar, también comenzaron a formar lazos más profundos con sus amigos humanos. Sarah, en particular, se convirtió en una amiga cercana y confidente. Pasaban mucho tiempo juntos, ya sea estudiando, explorando el bosque o simplemente hablando.

Una tarde, mientras caminaban por el bosque, Sarah les habló sobre una tradición.

Descubrimientos y peligros

El verano llegó a Silverwood, trayendo consigo días largos y cálidos. Derick y Lisa ya estaban bastante integrados en la comunidad y la escuela, pero las apariencias no podían durar para siempre. Sabían que la verdadera prueba de su adaptación sería enfrentar los desafíos que venían con la creciente curiosidad de algunos habitantes del pueblo. Sin embargo, una amenaza mucho más grande se cernía sobre ellos, algo que aún no podían prever.

Derick pasaba muchas de sus tardes en el laboratorio de ciencias de la escuela, realizando experimentos y tomando notas detalladas. La ciencia humana, aunque menos avanzada que la de Zaloria, tenía sus propios encantos y misterios. Un día, mientras analizaba muestras de suelo del bosque, descubrió algo que llamó su atención: una bacteria desconocida que tenía propiedades regenerativas sorprendentes. Intrigado, comenzó a investigar más a fondo, sin saber que su descubrimiento traería consecuencias imprevistas.

Lisa, por su parte, pasaba más tiempo con Sarah y sus otros amigos, disfrutando de las actividades al aire libre. Se había unido al equipo de atletismo y había demostrado ser una corredora excepcional. Sus entrenadores estaban impresionados por su velocidad y resistencia, y sus compañeros de equipo la admiraban. Sin embargo, a veces sentía una melancolía profunda al recordar los días felices en Athara antes de la guerra. Derick y Sarah eran su principal apoyo en esos momentos, y su amistad se fortalecía con cada día que pasaba.

Un caluroso día de julio, Silverwood organizó una feria de verano en el parque central del pueblo. Había puestos de comida, juegos, música y atracciones para todos. Derick y Lisa decidieron asistir, deseando experimentar más de la cultura humana. Lisa se encontró con Sarah cerca de la entrada, y juntas se dirigieron a uno de los puestos de juegos, riendo y disfrutando del ambiente festivo.

Derick, mientras tanto, se sintió atraído por una carpa de exhibiciones científicas. Al entrar, vio varios experimentos y demostraciones interesantes. Se detuvo en un puesto que mostraba una maqueta de un volcán en erupción, y comenzó a conversar con el encargado, un hombre mayor llamado Sr. Williams.

—Es fascinante cómo se puede simular una erupción volcánica con productos caseros —dijo Derick, observando atentamente la demostración.

—Así es, joven. La ciencia es sorprendente y está al alcance de todos. ¿Te interesa la vulcanología? —preguntó el Sr. Williams.

—En realidad, me interesa todo tipo de ciencia. La vulcanología es solo una de mis áreas de interés —respondió Derick con una sonrisa.

El Sr. Williams quedó impresionado por el entusiasmo de Derick y comenzó a hablarle sobre otros experimentos y descubrimientos científicos. Derick escuchaba con atención, disfrutando de la conversación.

Mientras tanto, Lisa y Sarah estaban probando suerte en los juegos de feria. Lisa, con su agilidad y precisión, ganó varios premios, lo que atrajo la atención de algunos espectadores. Jake, el matón de la escuela, las vio desde lejos y decidió acercarse. Aunque había dejado de acosar a Derick y Lisa después del enfrentamiento en la escuela, todavía sentía una envidia y resentimiento hacia ellos.

—Parece que eres buena en todo, Lisa. ¿Algún truco especial que quieras compartir? —dijo Jake con tono sarcástico.

Lisa lo miró con desdén, recordando su promesa de no dejarse intimidar.

—Solo práctica y dedicación, Jake. Algo que deberías intentar alguna vez —respondió Lisa con frialdad.

Jake se encogió de hombros y se alejó, claramente molesto por la respuesta de Lisa. Sarah sonrió, orgullosa de su amiga.

—Eres increíble, Lisa. No dejes que tipos como Jake te afecten —dijo Sarah, dándole un abrazo.

Mientras la feria continuaba, Derick decidió reunirse con Lisa y Sarah. Encontró a las chicas cerca de un puesto de algodón de azúcar y se unió a ellas.

—¡Hey, Derick! ¿Qué tal la exhibición científica? —preguntó Lisa, ofreciéndole un trozo de algodón de azúcar.

—Fue muy interesante. Conocí a un hombre llamado Sr. Williams. Tiene un gran conocimiento de la ciencia —respondió Derick, tomando el algodón de azúcar.

Pasaron el resto de la tarde explorando la feria, probando diferentes comidas y participando en varios juegos. Derick y Lisa disfrutaron de la experiencia, sintiéndose más conectados con la vida humana. Sin embargo, no todo iba a ser tan sencillo.

Esa noche, mientras regresaban a sus hogares temporales, Derick y Lisa notaron algo extraño. Un hombre vestido de negro los seguía a distancia. Decidieron separarse para despistarlo, y mientras Derick se dirigía a su casa, Lisa tomó un desvío hacia el bosque. El hombre los siguió durante un rato, pero eventualmente pareció perder el interés y se desvió.

Lisa corrió por el bosque hasta llegar a la nave de Derick. Estaba asustada, pero sabía que tenía que mantener la calma. Cuando Derick llegó poco después, discutieron lo que había sucedido.

—Ese hombre no parecía ser un simple curioso. Creo que podría estar relacionado con algo más grande —dijo Derick, preocupándose por su seguridad.

—Debemos ser más cuidadosos. Si alguien nos está vigilando, no podemos permitirnos cometer errores —respondió Lisa.

Decidieron reforzar las medidas de seguridad en su nave y limitar sus actividades en público. Sabían que estar ocultos entre los humanos no sería suficiente si alguien los estaba siguiendo activamente.

Los días pasaron y, aunque mantuvieron un perfil bajo, Derick y Lisa continuaron con sus actividades normales en la escuela. Sin embargo, la presencia del hombre de negro siempre estaba en el fondo de sus mentes. Decidieron investigar discretamente, utilizando la tecnología de Zaloria para obtener información sobre él.

Derick utilizó un pequeño dispositivo de rastreo que había desarrollado para seguir al hombre. Lisa, por su parte, empleó sus habilidades en hacking para acceder a cámaras de seguridad y bases de datos locales. Descubrieron que el hombre trabajaba para una organización privada de seguridad, que a menudo se contrataba para investigaciones secretas y protección de altos mandos. La organización tenía conexiones con agencias gubernamentales, lo que les preocupaba aún más.

Una noche, mientras revisaban la información que habían recopilado, Derick y Lisa decidieron que necesitaban saber más sobre los verdaderos motivos del hombre. Derick sugirió que deberían seguirlo hasta su base de operaciones.

—Es arriesgado, pero necesitamos respuestas. Si sabemos lo que buscan, podemos planear mejor nuestra defensa —dijo Derick, con determinación.

Lisa asintió, sabiendo que era un riesgo necesario.

—De acuerdo. Hagámoslo. Pero debemos ser extremadamente cuidadosos. Cualquier error podría costarnos mucho —respondió Lisa.

La noche siguiente, utilizando sus habilidades de camuflaje y sigilo, Derick y Lisa siguieron al hombre de negro hasta un edificio discreto en las afueras de Silverwood. Se ocultaron en las sombras y utilizaron un dispositivo para interceptar las comunicaciones del hombre.

—No hay duda, señor. Los he estado vigilando. Son diferentes, pero aún no tengo pruebas concluyentes —dijo el hombre por su comunicador.

—Sigue observándolos. No hagas nada hasta que tengamos más información. No podemos permitirnos un error —respondió una voz autoritaria al otro lado de la línea.

Derick y Lisa intercambiaron miradas preocupadas. Sabían que estaban en peligro y que debían actuar rápidamente.

Regresaron a su nave y comenzaron a planear su siguiente movimiento. Decidieron que necesitaban fortalecer sus defensas y preparar una posible huida si las cosas se complicaban. Derick utilizó su conocimiento científico para mejorar el sistema de camuflaje de la nave, haciéndola casi invisible a los radares y dispositivos de rastreo humanos. Lisa, por su parte, reforzó la seguridad digital, asegurándose de que sus comunicaciones fueran completamente seguras.

Mientras tanto, en la escuela, las cosas parecían continuar con normalidad. Sin embargo, Derick y Lisa no podían sacudirse la sensación de ser observados. Jake, el matón de la escuela, parecía haber redoblado sus esfuerzos para intimidarlos, aunque no parecía tener conexión con el hombre de negro.

Un día, durante una clase de ciencias, el Sr. Thompson pidió a los estudiantes que formaran equipos para un proyecto de investigación. Derick y Lisa decidieron trabajar juntos, como siempre. Sarah, notando su inquietud, se unió a ellos.

—¿Todo está bien? Los he notado un poco tensos últimamente —preguntó Sarah con preocupación.

Derick y Lisa intercambiaron una mirada antes de responder.

—Solo hemos estado ocupados con muchas cosas. Pero estamos bien, Sarah. Gracias por preocuparte —dijo Lisa, tratando de sonar convincente.

Sarah asintió, aunque no parecía completamente convencida.

—Si necesitan algo, solo díganmelo. Estoy aquí para ustedes —dijo Sarah con una sonrisa.

El proyecto de investigación les dio una excusa para pasar más tiempo juntos y discutir sus planes sin levantar sospechas. Decidieron que, además de fortalecer sus defensas, debían encontrar una manera de exponer la organización que los estaba vigilando.

La noche antes de presentar su proyecto, Derick

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