-Capítulo 3: Revelaciones y Amenazas*
Los días siguientes transcurrieron en una mezcla de paz y tensión para Pablo y Keylin en San Javier. La calma de la pequeña ciudad les permitía reconectar con viejos amigos y explorar nuevos rincones juntos. Sin embargo, bajo esa aparente tranquilidad, se cernía una sombra del pasado que amenazaba con empañar su presente.
Una tarde soleada, Pablo y Keylin decidieron pasear por el parque, disfrutando del verde vibrante y el aire fresco. Se detuvieron frente a un pequeño estanque, donde los recuerdos de infancia se entrelazaban con la realidad del momento presente.
"Pablo," comenzó Keylin, su voz llevando un peso que Pablo no pudo ignorar. "Hay algo que necesito contarte."
Él la miró con atención, preocupado por la seriedad en su expresión.
"Cuando me mudé a la ciudad," continuó Keylin, "conocí a alguien. Al principio, todo fue como un cuento de hadas, pero luego las cosas cambiaron. Se volvió... controlador, abusivo."
Pablo apretó su mano con suavidad. "Keylin..."
"Era difícil darme cuenta de la toxicidad de la relación," confesó ella con un suspiro. "Pero finalmente encontré la fuerza para dejarlo atrás y buscar una nueva vida aquí."
Pablo la abrazó con ternura, sintiendo una mezcla de amor y dolor por lo que Keylin había pasado en silencio. "Estoy aquí para ti, Keylin. Siempre."
La confesión de Keylin marcó un punto de inflexión en su relación. A medida que los días pasaban, ambos compartieron más sobre sus experiencias, fortaleciendo su vínculo con cada palabra compartida.
Sin embargo, la paz se vio interrumpida cuando el exnovio de Keylin descubrió su paradero en San Javier. Mensajes amenazantes comenzaron a llegar, llenos de promesas de venganza y miedo.
Una noche, mientras disfrutaban de una cena en la casa de Pablo, el teléfono de Keylin vibró con insistencia. Ella lo miró con ojos llenos de temor y mostró el mensaje a Pablo.
"Él sabe que estoy aquí," dijo Keylin con voz temblorosa. "Dice que vendrá por mí."
Pablo apretó los puños con determinación. "No dejaré que te haga daño, Keylin. Vamos a la policía."
Juntos fueron a denunciar las amenazas, encontrando apoyo y promesas de protección por parte de las autoridades locales. Sin embargo, Pablo sabía que debían estar preparados para cualquier eventualidad.
De regreso a casa, mientras Keylin dormía en la habitación de invitados, Pablo se sentó en la sala, con la guitarra en las manos, dejando que la música calmara sus pensamientos tumultuosos.
Al día siguiente, se reunió con Laura, Mario y Luis para discutir la situación. La determinación en sus ojos era evidente mientras planeaban cómo proteger a Keylin y mantenerla a salvo del peligro que se avecinaba.
"Estamos contigo en esto," aseguró Laura, reflejando la determinación del grupo.
Pablo asintió con gratitud hacia sus amigos. Sabía que juntos podrían enfrentar lo que sea que estuviera por venir.
Mientras el sol se ocultaba en el horizonte de San Javier, Pablo miró a Keylin, quien reía con sus amigos. A pesar de las amenazas y los desafíos, una sensación de esperanza y amor llenaba su corazón. Estaba decidido a proteger a Keylin, sin importar el costo.