La vida de Samanta se había transformado en una completa rutina, levantarse a las 6:30 de la mañana, hacerle el desayuno a su hijo Arturo de 6 años, preparar la lonchera. Luego dejarlo en el colegio, para irse rápidamente a su trabajo en el Consorcio de Abogados Santibañez y Asociados. Mientras su marido Robert, arquitecto, se ocupa de levantarlo, para que se cepille los dientes y vestirlo con el uniforme escolar (que ya Samanta habia dejado preparado la noche anterior), él desayuna y sale dando un beso al niño y dejándole otro, en la mejilla a su esposa, sin ninguna emoción, saliendo apresurado a su trabajo, dejándole a ella la mayoría de las responsabilidades del hogar. Tienen 6 años de casados, la rutina ya los agobia.
En las tardes, ella también se encarga de recoger al niño del colegio, una vez a la semana lo lleva al psicólogo, al llegar a casa, se ocupa de que se bañe y haga sus tareas, debe ayudarlo y supervisarlo en sus deberes escolares, de suerte que cuenta con la Señora Míriam, una señora de 54 años, quien la ayuda con la limpieza y el orden de la casa, en la tarde, antes de irse, le deja la cena preparada, pues el horario de trabajo de la buena mujer en el hogar, es de 9 a 6 pm. Samanta suspira, cuando Míriam se va, recibe una llamada de Robert, que como siempre, (casi una costumbre), le avisa que llegará tarde en la noche:
- Amor, lo siento, debo quedarme en la oficina, ya sabes, estamos haciendo el proyecto de un centro comercial, y tenemos que hacer algunos cambios por exigencia del cliente, lo siento en verdad, pero debo quedarme hasta tarde. ¿Lo entiendes verdad?-
Samanta vuelve a tomar aire profundamente y exhala, antes de responder:
-Si, Robert, entiendo. Te dejo la cena en la nevera, puedes calentarla en el microondas si llegas con hambre. ¿O prefieres que te espere para cenar juntos?-
-¡No, no, Sam, no hace falta! No te preocupes. Ya sabes que cuando nos quedamos tarde pedimos comida para cenar aquí, para todo el equipo. No me esperes despierta, cena y duerme, dale un beso al niño de mi parte- se apresura en responder Robert. Samanta, asiente:
- Si cariño, no hay problema, espero terminen pronto ese proyecto, prometiste a Arturo que en las vacaciones de verano iríamos juntos a la casa de la playa, recuerda que él está muy ilusionado con eso, no lo vuelvas a dejar con la ilusión, como el año pasado- continúa reclamando:
-Espero, que esta vez si hayas podido acabar con las modificaciones y ampliación de la piscina, de la vieja casa de tus padres, ya tienes prometiéndolo desde hace 3 años, desde que tus padres fallecieron. Aunque la psicóloga dijo que todo el problema de Arturo, de los amigos imaginarios y lo retraído de su comportamiento, vienen de la casa que era de los abuelos- inconforme Samanta comenta.
- Era una sorpresa, pero ya la nueva piscina está casi lista, te prometo que la disfrutaremos juntos en las vacaciones. Del problema de Arturo, no le des mucha importancia, todos los niños tienen amigos imaginarios, eso de seguro le pasará, hablamos en casa de eso, ahora estoy ocupado, besos- rápidamente responde Robert, sin mucho interés, para luego apresurarse en colgar y evitar discusiones telefónicas inútiles.
Samanta se queda un rato pensativa, mirando el celular ¿Desde cuándo, Robert no cena con ellos en casa?. ¿Desde hace varios años?, ¿tal vez 3, 4, 5 años? Para ser sincera, ya tampoco la toca mucho, ni siquiera recuerda cuándo fue la última vez que lo hicieron, ¿tal vez dos meses, o quizás tres?. Casi nunca la busca, siempre está trabajando. Y cuando lo hacen, no hay emoción, no hay chispa, ya hasta piensa que tampoco ninguno de los dos sienten placer, nunca ha experimentado un orgasmo con él. Es como, llegar, darse dos besos sin pasión, para luego subirse encima de ella, sin mucha firmeza, algunos movimientos rápidos, termina, se dan las buenas noches para luego, darse la espalda. No se preocupa si ella siente satisfacción. Lo hacen como una cosa más que hay que hacer en el matrimonio, por compromiso, para sencillamente "cumplir".
Samanta acuesta a Arturo dándole su respectivo beso de buenas noches, luego de leerle un cuento infantil, se va a su habitación, acostada sobre su almohada con la mirada perdida, comienza a recordar cuando conoció a Robert, hace 6 años, ella estaba recién graduada con 22 años, no era la mejor de su promoción, sin embargo se graduó en el tiempo estipulado; era abogada y, asistía al Lic. Walter Peterson, socio y amigo de su padre, Ernesto Santibañez Ortiz. Ella pertenece a una acaudalada familia, con un emporio de empresas internacionales de productos electrónicos de informática. Ella acompañaba a Peterson a la Empresa de Arquitectos Fuentealba y Asociados, donde Robert es socio, siendo hijo de Raúl Fuentealba, el socio mayorista. Esa firma tenía problemas, por una demanda, debido a un edificio que se derrumbó y las familias demandaron a esa empresa, no hubo muertos en el derrumbe, porque aún no había sido ocupado, pero la construcción se hizo en una zona de terreno poco estable, sin estudio suficiente de suelos, solo porque se trataba de un terreno barato. El bufete del amigo de su padre, tenía los mejores abogados, ellos eran los abogados defensores. A pesar de que no los castigaron con cárcel, sí tuvieron que indemnizar a las víctimas, por lo cual se fueron a la bancarrota, demasiadas deudas con los bancos...
Ella recuerda, que al conocerlo, Robert le pareció agradable, era un hombre de 30 años, alto de cabellos dorados y ojos verdes, pero ella tenía novio: Leonel Vignali Wyeth, un guapo hijo de italiano y norteamericana de ojos grises y cabellos negros como la noche, algo ondulados, continuaron juntos hasta la universidad, eran amigos desde la infancia, él le llevaba 2 años de edad, sus madres: Susan y Lucía eran amigas, siempre bromeaban sobre hacer que sus hijos se casaran de adultos, sus familias vivían en la misma selecta urbanización de clase alta, eran vecinos, por lo que ellos se veían como hermanos, o al menos para ella era así. Sin embargo, Leonel siempre estuvo enamorado de ella, se hicieron novios desde el tercer año de la universidad, ella estudiaba leyes y a él le faltaba poco para terminar medicina. Samanta tenía una hermana mayor, Herminia le llevaba 10 años, se casó muy joven por amor, se lleva muy bien con ella, a pesar de la diferencia de edad, es su hermana, amiga y mejor confidente.
Leonel era el mejor de su promoción, se graduó suma cum laude. Ella lo amaba con locura, tenían el mejor sexo, hasta que, al conocer a Robert, este comenzó a interponerse de forma insistente, pero siempre ella lo rechazaba, pues de verdad amaba a Leonel. Por más que Robert insistíera, siempre chocaba con la negativa de ella, además de la diferencia de edad, 8 años, que ella en ese tiempo, lo veía como "muy viejo", porque ella tenía tan solo 22 años.
Hasta que unos meses después, aquella fatídica noche. En la fiesta de fin de año de la Empresa de su padre. Recibió aquellas horribles fotos en su celular, enviadas por un desconocido; en ellas Leonel era el protagonista, durmiendo desnudo en una cama de hotel, con otra mujer, una pelirroja. Su mundo se vino abajo, corre hasta el balcón del salón, recuerda a su hermana que se acercaba de inmediato al verla llorando...
Leonel era el protagonista, durmiendo desnudo en una cama de hotel, con otra mujer, una pelirroja. Su mundo se vino abajo, corre hasta el balcón del salón, recuerda a su hermana que se acercaba de inmediato al verla llorando:
-Sam ¿Qué tienes? ¿Pasó algo? ¿Por qué Leonel no ha llegado? ¿Por qué lloras? ¿Es porque Leonel no ha llegado de Barcelona?- preguntó preocupada Herminia
-¡Mira!- solo dice eso, mostrando las fotos en su celular.
- ¡No, no puede ser! ¡Leonel, no pudo hacerte algo así! ¿Quién mandó esas fotos?- pregunta Herminia horrorizada.
-¡No lo sé, es de un teléfono desconocido!, ¿pero acaso importa? Me ha estado engañando Hermy, eso es lo que importa. ¡Y, yo como imbécil nunca me di cuenta!- con la cara de sufrimiento contesta Samanta, bañada en lágrimas, todo el maquillaje se había corrido.
-¡Claro que importa! Evidentemente, alguien quiere que te enteres y lo más probable es que busca separarlos- responde con mayor objetividad Herminia.
-¿Separarnos? ¡Claro que me voy a separar de ese maldito infiel! ¿Tú no lo harías si fuera tu esposo Julián?- grita Samanta.
-Sam, primero averigua quién mandó esas fotos, habla con él, no te vayas de impulsiva a terminar tu relación de tantos años- aconseja la hermana.
- Herminia, después de esto ¿Piensas que puedo seguir con Leonel? ¡No, y mil veces no! Evidentemente, fue esa mujercita la que envió las fotos, y obviamente quiere que termine con él. Pero, ¿sabes qué? ¡Le voy a dar el gusto. ¡Esta relación se acabó!- dice llorando Samanta. Herminia la abraza, mientras piensa que algo no anda bien... en las fotos Leonel tiene los ojos cerrados y la pelirroja está posando de lado, sin que se le vea bien la cara solo una sonrisa descarada, además está maquillada, en otras lo está besando en el pecho ¿quién después de sexo salvaje queda con lápiz labial?
Y sin pensarlo dos veces, Samanta decidió terminar con Leonel, sin aceptar ninguna explicación, pues para ella una imagen valía más que mil palabras...
Leonel llega a la fiesta, había manejado directo desde el aeropuerto, estaba en Barcelona en un Congreso, empieza a buscar a su novia, la consigue llorando en una terraza, abrazada a Herminia
-Sam, amor ¿Qué te pasa?- pregunta acercándose.
-¡Esto pasa!- le da una bofetada y le grita:
-¡No quiero volver a verte nunca más en mi vida, esto se acabó desde ya!- sale corriendo.
Leonel, se queda desconcertado sin entender qué estaba pasando. Cuando logra reaccionar, corre tras de ella y la alcanza en el estacionamiento, sosteniéndola por el brazo antes de que se monte en el auto, le exige:
-¡Sam, necesito me expliques lo que sucede, no entiendo nada!, ¿por qué reaccionas de esa manera?¿Qué hice?-
-¿No entiendes? ¿Te vas a hacer el tonto? La única idiota aquí fui yo. ¡Confié ciegamente en ti, y tú me has estado engañando!, ¡Nunca fuiste sincero conmigo, me mentiste!- le grita Samanta.
-Samanta, perdóname, nunca te dije la verdad, porque sabía que reaccionarías de esta manera, pero podemos buscar una solución, no tenemos por qué terminar, Sam, yo te amo, no quiero que nos separemos, podemos seguir juntos- Leonel, cree que ella se enteró de que él había aceptado una beca para irse a los Estados Unidos a estudiar una especialización médica.
Ambos hablan de temas distintos. Él piensa que ella termina la relación por la separación y la distancia del tiempo de sus estudios, porque se irá a otro país. Ella piensa en la infidelidad.
-¡Eres un maldito mentiroso, sueltame disfruta ahora tu libertad!- ella se sube al auto y se aleja dejándolo descorazonado, él quería proponerle esa noche matrimonio, llevaba el anillo en su bolsillo. Lo saca y lo mira con tristeza. ¿Realmente ella alguna vez lo amó?. Unas gruesas lágrimas recorren su rostro.
En ese momento, los celos, la desasón, la tristeza, la desilusión, le ganaron al amor.
No muy lejos de allí, desde el balcón, unos ojos verdes burlones, los observaba con un brillo de triunfo, era Robert, quien en ese momento llama por celular a una chica para agradecerle:
-¡Caro, por lo visto hiciste un gran trabajo!- dice sonriendo.
-¡Querido, ya sabes cómo me gusta que me agradezcas!- responde ladina del otro lado del teléfono, continúe explicando los sucesos previos:
-Ni te imaginas lo que tuve que hacer, para que esos tontos que celebraban, no se qué, en ese congreso médico, de este fin de semana en Barcelona, pudieran dejar el bar de tapas. Además, tuve que pagarle a un mesonero para que le pusiera la droga en la bebida al tontuelo del noviecito fiel; ¡Cayó redondito!, cuando se estaban por ir, llegué para decirles que yo me ocuparía de ese, todos ebrios aceptaron gustosos, pues unas chicas de la vida alegre (a quienes le pagué una buena pasta) se fueron con cada uno de los amigos. Así que me debes eso también- con una risa descarada continúa:
-En el hotel, me fui con él a su habitación, y allí lo desnudé y tomé las fotos que me pediste, desnuditos abrazaditos, claro que me puse una peluca y mi cara no se ve completa, usé un buen maquillaje, de eso me aseguré, esas fotos se las envié esta misma noche a la noviecita. ¿Todo salió como querías?- termina de relatar los acontecimientos burlonamente, la mujer pelinegra.
-¡Por supuesto, todo salió a pedir de boca, mejor imposible! Ya se separaron, por lo que pude observar, así que mi camino queda libre, mi empresa no se hundirá en la bancarrota, con el apoyo del patrimonio de los Santibañez ja,ja, ja - rie a carcajadas Robert.
- Recuerda que me prometiste, que será por corto tiempo, después serás solo mío- advierte la mujer.
-¡Claro!, ¡Sabes bien que no siento nada por ella!- responde el farsante hombre.
- Y tú sabes mejor que nadie, cuánto detesto a Samanta Santibañez y su vida perfecta, solo con verla infeliz, me entra un fresquito de satisfacción. Pero, me molesta pensar que vas a casarte con ella- responde con celos Carolina, cambiando el tono de voz a consentida.
-Tranquilízate, deja los celos, despues de todo seguiremos siendo socios y algo más, eres como a mi me gustan las mujeres, mi sumisa- responde tratando de mantenerla bajo su manto de manipulación.
Del otro lado del teléfono, otra mujer escuchaba la conversación, que la muy confiada de Carolina había puesto en altavoz, mientras se pintaba las uñas. Era Patricia Espinoza, la compañera de habitación de Carolina Villalón, quien escuchaba atentamente esa conversación y no dudó en grabarla, era la forma perfecta para convencer a Carolina de que se acueste con ella. Cada quien buscando sus intereses particulares. Al final, todos se enredan en sus propias trampas.
Carolina era una supuesta amiga de Samanta de la preparatoria. La envidia y el resentimiento, junto con la sed de venganza, corroen el alma de Carolina, primero quizo quitarle a Leonel pero, él jamás le prestó atención. Luego por intermedio de Gladys Fuentealba, conoció a su hijo: Robert. Hizo con ellos un trato para separar a la tonta de Samanta de Leonel y, dejarle el camino libre a Robert. No obstante, Carolina en el proceso, se enamoró de Robert y, de su violenta forma de ser, le quedó gustando ser una sumisa, le gustaba ser poseída de forma brutal. Ahora, piensa en la mejor forma, de dejar a Samanta, sin un centavo. Samanta terminó la universidad, mientras que a ella la expulsaron, por aquel examen maldito, que quizo robar para pasar la materia y así poder mantener su beca, no contaba con ser descubierta y expulsada.
De aquel acuerdo entre los dos canallas, nada supo Samanta.
Al pasar las semanas, Samanta comenzó a tener nauseas y vómitos, fue al ginecólogo, y como lo sospechaba, lo mas temible había sucedido, aquella vez que lo hizo con Leonel, en más de una ocasión y a la última, ya no les quedaban preservativos y, aún así, lo siguieron hiciendo; fue esa misma noche, cuando recibió la llamada de su padre, porque su abuelita estaba hospitalizada, no pudo tomar la pildora del día después; luego su abuela empeora, y olvidó por completo el asunto del anticonceptivo; ella amaba a su abuela como a una madre, pues había quedado sin madre desde la infancia. La madre había fallecido de cáncer de senos, cuando Samanta, apenas tenía 10 años. Desafortunadamente, la abuela falleció también a las 7 semanas.
Samanta va saliendo de la clínica, con las lágrimas rodando por sus mejillas, se consigue con Robert, quien convenientemente estaba allí, chocan uno contra otro, a ella se le cae el ultrasonido, en ese entonces tenía solo 7 semanas de embarazo y, para colmo, eran gemelos. Él como todo un caballero, la acompañó al cafetin de la clínica, él le dice que estaba allí buscando unos resultados de exámenes que se había hecho. Ella confiesa como tonta, que va a abortar, pero él se lo impide, y fue allí, de la nada que le propone matrimonio y que asumirá la paternidad, siempre y cuando no le diga nada a Leonel. Ella solo dice que lo pensará.
De allí va en busca de su hermana para pedirle consejos. Sin embargo, en su casa se enteró sin querer, de que no era hija de Lucía. Había escuchado a escondidas, una conversación entre su padre y Herminia, enterándose de que su padre había engañado también a su madre, no podía confiar en ellos tampoco. No les dijo nada, salió de allí corriendo. Estaba destruida, muchos eventos desafortunados acontecieron: el fallecimiento de la abuela, la traición de Leonel, el embarazo, la traición de su padre...
Y así, luego de pensarlo mucho y analizarlo poco, una vez que el embarazo estaba avanzando, aceptó la propuesta, terminando casada con Robert; un hombre a quien nunca amó pero, que prometió sería para él, una buena esposa para que sus hijos tuvieran una familia completa y "feliz".
A pesar de los consejos de su hermana para que no hiciera esa locura, se dejó arrastrar por la ira, quería que Leonel sintiera, una cucharada de su propia traición, como forma de una estúpida venganza. Sin considerar, que quien al final perdería, sería definitivamente, ella misma.
Hay que reconocer, que no fue muy sensata, los celos la obnubilaron por completo, ya que si lo hubiese analizado mejor, ella con su profesión y el apoyo de su padre y hermana, podía haber echado adelante sola con sus hijos. Pero, el odio por la traición y la desesperación por el embarazo, le ganó nuevamente, a la razón. Y eso lo supo aprovechar Robert, quien veía en el dinero de los Santibañez, su tabla de salvación para salir de las deudas con los Bancos y, superar la bancarrota de su empresa familiar, todo eso fue planificado por su madre Gladys Fuentealba, una desagradable mujer, que en el pasado cubrió todas las fechorías de su marido, eran unos depravados, tanto ella como Raul Fuentealba, desde su juventud; y todavía, de vez en cuando, necesitan de mucha adrenalina.
De esa familia, proviene Robert, quien en una ocasión cuando era niño, vio a sus padres llevar a una adolescente a casa, la convirtieron en su su niñera, tendria 15 años, una noche le dieron algo en la limonada, la joven quedó dormida. Él tenía 7 años, se había hecho el dormido, luego se escondió y los siguió al sótano, donde el padre y la madre violaban a la joven inconsciente por la droga, y luego ellos tenían sexo, cuando la niña iba a despertar, la golpearon tanto que la dejaron nuevamente inconsciente. Robert de niño, subió rápido las escaleras hasta su habitación, el corazón le latía muy rápido por lo observado, no supo qué pasó con su niñera Greta, nunca regresó a casa, aunque siempre la esperó, pues le había escondido su peluche favorito...
Siempre hubo diferentes niñeras, que desfilaban por su casa, generalmente eran adolescentes de clase humilde que iban y venían de aquella casa del Puerto. Fue en ese entonces. Cuando comenzaron las múltiples reconstrucciones en casa, sobre todo de aquel sótano. Sus padres escucharon cuando Robert corría, así que cerraron el acceso visible, desde casa al sótano. Hasta que Robert creció, y le pareció normal el sexo con violencia, y así se hizo adicto al BDSM, hasta la fecha, no obstante, su adicción la escondía muy bien, de su esposa Samanta.
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