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Venus

En otro mundo, Alfreimr

«Hace un tiempo llegué a este mundo. Reencarné en un cuerpo débil y me hice medianamente fuerte. Ahora estoy aventurándome por este mundo, queriendo descubrir más sobre el y cumplir con algunos de mis sueños infantiles».

—¿Por qué el señor Elios permitió que un humano se quede en Alfreimr? —Orien volteó los ojos con pereza, ya había llegado hace un mes y los elfos seguían molestando con esos comentarios. Pero tampoco los culpaba, los humanos habían hecho cosas horribles, tenían bien merecido que los elfos y las demás razas los odiaran. Se encontraba en una terraza del palacio real.

«¿Dónde se metió Happy ahora?», Orien buscaba con la mirada a su dragón, quien se había vuelto muy travieso últimamente. Y también había crecido un poco más, ya podía lanzar un poco de fuego, era poco pero, era algo.

Orien seguía sorprendiéndose con las maravillas de Alfreimr. Las cascadas que levitaban en el aire, la vida silvestre de allí, las flores y todo… era el perfecto mundo de fantasía que un autor describiría en sus libros. Había unas flores gigantes cerca del palacio del rey, llegaban hasta la ventana de la habitación de Orien, le sorprendía el color de estas, un rosado y con las puntas de los pétalos amarillos.

Orien en ese poco tiempo se había acercado a una elfo de allí, era muy joven, con la altura de una niña de unos siete años. Con la ayuda de ella pudo ir a algunas zonas de Alfreimr, ¿Quién podría estar encerrado en un palacio todo el tiempo? El nombre de esta elfo era, Zura.

La puesta de sol era todavía más hermosa en Alfreimr que en Goren, el cielo se pintaba de unos colores hermosísimos, rosado, amarillo, naranja, colores cálidos que poco a poco se volvían fríos… oscureciendo de esta manera, con el firmamento con sus dos lunas, las cuales aportaban su propia personalidad a tal obra maestra, ¡bendito sean los dioses!, quienes crearon algo tan bello para la vista.

Orien regresó a su habitación, se sorprendió cuando Happy entró por la ventana quedándose atorado en esta, Orien carcajeó al ver esto.

—Te dije que dejaras de comer, ¿Cómo pudiste crecer tan rápido? —Orien se acercó a la ventana cuando se calmó un poco, intentó ayudar a su dragón.

El pequeño dragón dejaba salir sonidos de queja, Orien lo sostuvo del cuello intentó hacerlo entrar, pero, esto fue imposible, más bien Happy comenzó a llorar.

—No te jalé tan fuerte, exagerado —Orien miró al dragón mientras ponía una mano debajo de su mandíbula. —Creo que dormirás afuera. —El dragón estaba por hacer otro sonido de queja, sin embargo, Orien lo interrumpió. —O haz ejercicio para que puedas pasar por la ventana.

Después de eso Orien regresó a la cama, dejando a Happy atorado en la ventana. Al día siguiente Orien se despertó al sentir los rayos de sol encima de su piel. Se dio un baño, se vistió con las prendas características de Alfreimr, las cuales parecían hojas por la textura y el color verde. Una camisa fina transparente de color verde suculenta, esta camisa caía largo casi llegando a las rodillas y unos pantalones anchos en los pies de color esmeralda. (Happy seguía en la ventana)

Orien iba bajando las escaleras cuando de la nada el castillo comenzó a agitarse, Orien se sostuvo del muro. Luego de unos segundos, volvió la calma. Al igual que Orien, todos los elfos se encontraban sorprendidos por el suceso reciente.

—¿Un temblor?

—Tiene que bajar —La voz de uno de los guardias hizo que Orien se asustara. El elfo había llegado desde atrás silenciosamente.

—Ah, sí —Comentó Orien mientras continuaba bajando los escalones. Entonces nuevamente el palacio volvió a temblar. ¿Qué estaba pasando?, se preguntaba Orien.

Cuando Orien llegó abajo, algunas flores gigantes yacían tumbadas en el suelo, las hadas volaban aterradas y hasta una casa hecha con árboles había caído desde una gran altura.

—Ayuda… —Dentro de esa casa había dos pequeños elfos. Los guardias que venían detrás de Orien, se apresuraron a socorrer a los elfos.

Orien alzó la vista al cielo, divisando a Elios llegando en su alfombra voladora. Cuando descendió frente a Orien, este pudo observar el rostro preocupado del anciano.

—¿Qué está sucediendo? —Orien preguntó rápidamente. Elios primeramente dejó salir un suspiro y luego miró a Orien.

—La magia se ha debilitado más que antes, Alfreimr es mantenida gracias a ella. —Dijo Elios, estaba preocupado, su rostro lo expresaba de esta manera.

La tierra volvió a retumbar, algunas flores cayeron levantando el polvo del suelo. Elios intentó retener los daños con su magia, levantó un muro de raíces gigantes. También otros elfos protegían con su magia las casas para que no cayeran.

Y el temblor permaneció por unos treinta minutos, cuando la tierra se calmó el suelo estaba fracturado, con grietas. Algunos pequeños elfos recibieron heridas, pero, nada grave. Orien alzó la vista al cielo, encontrando a esta de color gris y entonces, pequeñas gotas comenzaron a descender, unas cuantas de ella chocando contra el rostro de Orien.

Zura

—El temblor de ayer fue brutal —Zura estaba sentada en el pasto verdoso, junto a ella se encontraba Orien acostado observando el firmamento, la cual estaba de color rosado. Ambos habían ido a la colina más alta de Alfreimr, la vista era la mejor en ese punto.

—Sí, el viejo dijo que iría a rezar en el jardín de los santos. —Orien comentó refiriéndose a Elios. Zura asintió mientras sonreía débilmente.

—Ojalá la magia vuelva a estar como antes, no quiero que Alfreimr se convierta en polvo —La voz de Zura sonaba débil, estaba al borde de las lágrimas. Ella era muy joven, aquello la había afectado demasiado. «Bueno, nadie quiere que su país sea destruido», Orien reflexionó comprendiendo la preocupación de la elfo. —Por cierto, eres de Goren, ¿no?

Orien asintió en respuesta.

—Guau, yo quiero ir a Goren como Mir, digo, la princesa. Quiero conocer al príncipe y a los emperadores —Orien suspiró recordando la silueta de Darién y los demás. Pero debía seguir adelante, había tantas cosas por descubrir en este mundo; nuevos lugares por conocer, nuevas amistades y aprender mas sobre la magia.

Entonces una ráfaga de viento cruzó encima de Orien, la presión lo empujó hacia atrás. Un grupo de elfos había llegado a la montaña.

—¿Qué están haciendo? —Zura miró al grupo con molestia. Orien se puso de pie sacudiendo su ropa, luego movió los hombros hacia atrás varias veces.

—Eres la elfo sin padres, ¿no? No te metas en eso. —Un elfo alto dijo, era rubio con ojos esmeralda. Él tenía una posición de ataque, en su mano derecha sostenía una gran espada desvainada.

—¿Qué quieren? —Orien preguntó con una mirada bastante seria. El elfo alto sonrió de lado.

—Hace poco llegaste a Alfreimr, eres un maldito humano y ese viejo te permitió alojarte en el palacio. —El elfo agitó su espada, Orien esquivó el corte, dejando que esta rozara la punta de su cabello, rompiendo el flujo del aire. —No tienes derecho de estar aquí, raza inferior.

Orien desenvainó la espada que Darién le había obsequiado —forjada por la elfo Mir— hizo un corte rápido, haciendo que el grupo de elfos retrocediera.

—Supongo que estás dispuesto a morir. —Orien embistió a gran velocidad, el elfo lo detuvo con sus espadas, ambos objetos chocaron produciendo un sonido metálico y algunas chispas.

—Los humanos son tan estúpidos. Formación. —El grupo de elfos rodeó a Orien, uno de los elfos hizo aparecer un gran círculo mágico en el suelo, Orien bajó la vista y luego chasqueó la lengua.

—¡Déjenlo! —Zura intentó intervenir en la batalla pero, un elfo con un libro flotante, la ató con unas enredaderas.

—¡Dije que no te metieras! —El elfo alto gritó mirando en la dirección donde se encontraba Zura. Orien se alejó e hizo otro corte rápido, hiriendo la mejilla derecha del elfo.

—Me subestimas, no deberías bajar la guardia.

—No te eleves tan arriba por solo hacerme una pequeña herida. —Volvieron a chocar las espadas, Orien sonrió mientras encendía la espada en llamas, el elfo se alejó rápidamente al sentir el calor. —¿Mago de fuego?

—¿Sorprendido? —Orien le mostró el dedo de en medio mientras sonreía. Los otros elfos intentaron retener a Orien dentro del circulo mágico. «No es un patrón común, está tardando en accionar. Tengo un mal presentimiento, debo salir rápido de esa formación».

—¿A dónde crees que vas? —Una elfo disparó una flecha a gran velocidad, a penas Orien pudo esquivarla gracias a su magia eléctrica, aún así recibió daño en el hombro.

«Esta estúpida me está complicando las cosas», Orien saltó hacia atrás pero, un elfo bloqueó su paso levantando un muro de tierra frente a él.

—Maldición —Orien cambió la postura, embozó una sonrisa mientras de él emanaba una niebla de color dorada. —Veamos si pueden detenerme ahora.

La velocidad de Orien aumentó, llegó frente a la elfo de flechas sorprendiendo a esta con una fuerte patada lateral en el estómago. La elfo salió volando, ella chocó contra un árbol gigante haciendo grietas en este.

—¡Terra! —El elfo mago de tierra envolvió a Orien en una bola enorme. Sin embargo, Orien rompió la esfera con un gran rayo, este descendió del cielo impactando con fuerza en la bola. Los trozos volaron en el aire, el elfo alto se protegió desviando las rocas con su magia de aire.

Orien salió de la formación, los elfos miraron a Orien molestos.

—Maldito humano —El elfo que había atado a Zura, lanzó unas enredaderas para capturar a Orien pero, este las cortó con su espada.

—¡No te creas genial! —El elfo alto fingió usar magia de aire, sin embargo, unas flechas de hielo aparecieron encima de Orien, quien rápidamente las esquivó.

—Me recuerdas a alguien; y no me creo genial, lo soy —Orien tajó con la espada encendida en fuego, el elfo elevó un muro de hielo pero, las llamas de Orien la derritieron, impactando así al elfo y quemando un lado de su cara.

—¡Ahhh!

—Vas a pagar por esto —La elfo intentó lanzar una flecha mientras sus piernas tambaleaban pero, Orien la ignoró, mirando fijamente al elfo de las enredaderas.

—Está bien, nos rendimos —los demás elfos lo miraron sorprendidos.

—No perderé ante un humano… —El elfo alto escupió sangre. Orien guardó su espada y el otro elfo liberó a Zura.

—Se lo tienen merecido —Zura dijo al cruzar al lado del elfo de hielo.

—Eres una desgraciada, ojalá los dioses te maldigan. Los humanos jamás serán amigos de los elfos, un día de estos verás la realidad —el elfo de hielo decía mientras escupía sangre, siguió balbuceando pero, Orien y Zura ya se habían alejado.

—No debieron atacarte, no hiciste nada. —La pequeña elfo estaba molesta por lo sucedido. Ambos estaban cruzando en mitad de los árboles y flores que decoraban la montaña.

—Es normal que sientan odio hacia a mí y a los humanos en general, hay muchos humanos que han matado y esclavizado a los suyos. —Era obvio que no todos los humanos eran racistas con las demás razas, pero, el grupo que era más notorio eran esas escorias. Los elfos eran seres tranquilos pero, si agredían a uno de ellos, todos unían sus fuerzas para derrotar al enemigo.

—Yo no te odio, jamás te odiaré —Orien asintió, luego cambió de tema.

—¿Cuál es tu edad? —Orien preguntó algo curioso, pues la elfo era pequeña como una niña pero, hablaba de cierta forma con madurez y su voz no era chillona.

—Catorce —Orien abrió los ojos sorprendido, la altura de Zura era como la de una niña de siete u ocho años, era demasiada enana.

—¿No deberías ser un poco más alta? Sin ofender —Orien se apresuró a decir lo último, en un intento de no incomodar con la pregunta.

—No voy a crecer más o si sucede por milagro, solamente aumentaría unos dos centímetros o tres. Soy híbrido de elfo y enano. —Orien asintió comprendiendo la razón de su enanismo. —Antes vivía con mis padres, en la aldea de los enanos pero, fuimos atacados por algunos demonios y ellos fallecieron. El rey Mirzen me halló perdida en un bosque cerca del territorio de los enanos, y me trajo a Alfreimr.

—Guau, has pasado por mucho.

—Sí, por ello me quiero volver una mago bastante fuerte, lo haré por mis padres que están en las estrellas, para que todas las noches brillen muchísimo más, al verme no rendirme ante nada.

—Ellos estarían orgullosos de ti —Zura asintió mientras embozaba una sonrisa.

—¿Puedo viajar contigo? Escuché que no vas a quedarte mucho tiempo aquí, ¿En serio serás un aventurero? —Zura preguntó mirando a Orien con algo de emoción, tanto así que sus ojos estaban brillando.

—Sí, me gusta investigar y descubrir más sobre el mundo. Quiero extender mis fronteras. —Orien explicó brevemente. —Puedes acompañarme pero, deberás volverte fuerte, o sino podrías morir. Quien sabe cuantos peligros habrá allá fuera.

—Gracias, me esforzaré mucho. —Ella saltó algo emocionada. —Se usar magia de agua pero, no soy tan buena en ello. Apenas puedo hacer una esfera pequeña de agua, así que, no puedo defenderme con ello.

—Hum, conozco a una buen mago del elemento agua, aunque será difícil comunicarse con ella. Vive en el reino Glassus, creo que será mi siguiente parada.

Zura asintió. Mientras iban bajando el sol comenzaba a desaparecer en el horizonte dejando el cielo de un color anaranjado y rojo. Ambos apresuraron el paso, pues algunas plantas de Alfreimr despertaban en la noche, quien no tuviera suerte podría ser devorado por una de estas.

Happy

Orien se encontraba entrenando en el patio del palacio, el suelo era verde, parecido a una gran hoja. Algunos soldados elfos observaban todo, mientras que otros practicaban esgrima.

«997, 998, 999, 1000», Orien se detuvo un momento de las lagartijas, acostándose en el piso para tomar aire mejor, posicionándose boca arriba y respirando agitadamente.

—Es fuerte, escuché que derrotó al grupo de Gaal. Eran cuatro contra uno —Un guardia le comentó a su compañero, el otro arrugó las cejas y volvió a dirigir su mirada a Orien, quien seguía en la posición de antes.

—Talvez Gaal no hizo la formación de manera adecuada, además, ellos son demasiados egocéntricos. —El guardia se burló de la derrota de los jóvenes elfos, quienes aún seguían aprendiendo en la escuela de magia. —Espera… creo que él es un graduado en la academia de Goren.

—¿Qué?, ¿Hablas en serio? —Su compañero asintió varias veces. —Ey, una pelea entre él y tú, ¿Le ganarías?

—No conozco sus habilidades pero, si es combate cuerpo a cuerpo podría incluso matarlo.

Por otro lado, Orien había dejado la sala cuando descansó por completo, regresó a su habitación y tomó un baño refrescante.

«¿Dónde quedaba la biblioteca de este palacio?», Orien recorría los enormes pasillos luminosos, el sol revotaba en las ventanas de cristal, traspasando el color rojo al suelo. Algunos guardias lo miraban con desprecio pero, Orien ignoró aquello. No quería meterse en problemas ahora.

Orien abrió una puerta al azar, encontrándose con una habitación vacía con unos pocos cuadros decorando la pared, él arrugó las cejas al sentir el frío ambiente. Salió de ahí cerrando nuevamente las puertas.

—Ey, espera. ¿Sabes dónde queda la biblioteca? —El elfo miró a Orien de manera hostil.

—Pasillo recto, segunda esquina, cuarta habitación —El elfo se alejó dejando a Orien confuso con la indicación dada.

Orien siguió las instrucciones como entendía, caminó primeramente recto como había dicho el elfo. El silencio formaba un ambiente tranquilo pero, inquietante al mismo tiempo. Orien empujó la puerta imaginando que no se había equivocado, y tal como lo pensó no se equivocó.

Ante la vista de Orien se extendían estanterías llenas de libros, el olor de las hojas viejas llegaba a la nariz de él. El único mueble en la habitación era un escritorio donde se podía estudiar esos preciosos tesoros. Orien examinó la habitación por completo, se acercó a la primera estantería, esta tenía muchos libros que eran clásicos en el reino Goren, por lo tanto, Orien ya los había leído. Quería algo nuevo, así que, siguió buscando en las otras estanterías.

Orien sintió curiosidad al ver un libro con la carátula oscura, examinó el lomo sin encontrar el título de la obra. Abrió el libro queriendo descubrir más pero, se sorprendió al hallar todas las páginas en blanco. Orien suspiró, volviendo a poner el libro en su lugar.

Y así siguió el resto del día, estudiando libros en una de las mejores bibliotecas, Alfreimr era conocida por sus conocimientos sobre la magia y los poderosos que algunos elfos podían ser, hasta llegar a ser considerados deidades por unos fieles religiosos.

Cuando Orien regresó a su habitación, ya las lunas estaban resplandecientes en el firmamento, una irradiando luz azul y la otra agregando su toque romántico en un rosa pálido. Ya estaba por irse a la cama cuando escuchó que llamaban a la puerta.

—Señor Elios —Orien saludó al elfo mayor, quien iba vestido en una larga túnica blanca con decoraciones de flores en la parte inferior. Su largo cabello grisáceo iba recogido, adornado con una pinza brillante.

—¿Estabas durmiendo? —Orien negó en respuesta. —Necesito un favor de tu parte. Algunos de los elfos que fueron a Goren no han regresado aún, por ello hace falta personal en la escuela mágica. ¿No quieres ser maestro?

Orien miró a Elios un momento sin decir nada, al parecer estaba procesando lo que acababa de decir el anciano. Elios alzó las cejas esperando una respuesta.

—¿Eh? —después del gran silencio, eso fue lo primero que Orien pudo modular. Elios soltó una carcajada, luego movió la mano demostrando que Orien no debía aceptar en ese momento y lo volvió a decir en palabras.

—Tómate tu tiempo, no hay prisa. Ya me voy. —Orien asintió todavía embobado por la sorpresa reciente.

Orien se acostó en la cama de manera horizontal, dejando su cabeza suspendida casi tocando el suelo. Entonces, se asustó al ver a Happy atorado en la ventana y cayó al suelo, recibió el impacto con sus brazos.

—¿Qué haces ahí?, no puede ser —Orien comenzó a reírse al pensar que Happy no había logrado salir de ese atasco. —Espera, ya te ayudo.

Orien se paró, yendo a ayudar a su dragón. Happy hizo un puchero enojado porque Orien lo había olvidado. Él rascó las orejas de Happy poniéndolo feliz rápidamente.

—Te dije que dejaras de comer, gordo. —Orien empujó con una pierna el hombro de Happy, este comenzó a chillar. —Haz silencio, ¿Quieres despertar a todos?

Orien regañó a su dragón, quien clavó los ojos púrpuras fijamente en Orien, una mirada angelical, profunda y con cierto toque de suavidad.

Cuando Orien al fin pudo desatorar a Happy, suspiró mientras sonreía. Por otro lado, Happy había caído estampándose con el suelo. Orien saltó desde la ventana y cayó justo al lado de su dragón.

—Mierda… eso dolió mucho, ¿Estás bien?

—Sí —Orien giró lentamente para ver al dragón, quien también lo veía fijamente. Orien negó con la cabeza, pensando que talvez lo que escuchó sería parte de su imaginación. Últimamente estaba algo raro. —¿No sabías que los dragones hablaban?

—¡Ahhh! —todo Alfreimr pudo escuchar el grito de Orien.

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