Capítulo 1
Era un día nublado en la universidad de St. Andrew, en Escocia, nuestra protagonista Beatriz después de la clase de ciencias políticas, se escaparía del edificio para ir a practicar su pasatiempo favorito, la fotografía.
En cuanto escucho al profesor decir que se podían retirar, salió corriendo del aula para tomar su bicicleta y su mochila con su equipo fotográfico e ir a la playa. Tenía un sentido de urgencia de seguir con su sesión ya comenzada el día anterior, era su segundo semestre en aquella universidad. Su mejor amiga y roomie se llamaba Kenia, ella venía de Manchester cerca de Londres, casi nunca podia acompañarla ya que trabajaba en las tardes en la biblioteca para pagar sus estudios.
Sin más demora Beatriz llegó a la playa para poder seguir buscando la belleza de aquella isla, antigua y mística. A sus escasos 19 años, y siendo la hermana de en medio sus sueños eran sin duda alcanzables, nada podía detenerla. Estaba tomando fotografías, cuando de pronto unos caballos se cruzaron en su camino, le fascinó especialmente el de color negro azabache era sin duda un majestuoso equino. Sin pensarlo se acercó para fotografiarlo, el ejemplar sin problema se dejó admirar.
—Eres sin duda lo más bello que he visto en esta playa.—expresaba Beatriz mientras acariciaba al caballo.
El caballo se alejó cuando escucho un silbato especial, tal parecía que estaba entrenado. Ella decidió seguirlo para asegurarse que era llamado por su dueño, llegó hasta donde se había escuchado aquel sonido. Se sorprendió al ver que el caballo pertenecía a un set de filmación.
—Solo puede estar personal autorizado en esta área.—dijo la voz de un joven, Beatriz se giró para ver de quien se trataba. Pero aquel chico se quedó paralizado por la belleza frente a sus ojos.
—Lo lamento, no sabía que estaban filmando.—respondió Beatriz, pero aquel joven se había quedado perplejo no podía dejar de observarla.—¿Estás bien?.—preguntó Beatriz para romper el silencio incómodo
—Lo siento supuse que eras una paparazzi o de la prensa, lo digo por la cámara.—respondió aquel joven extraño, aunque Beatriz también pudo observar con gran detalle aquel joven atractivo, y por su acento dedujo que no era inglés
—No, solo estoy divirtiéndome. Me voy ahora.—dijo Beatriz
—Espera ¿Cómo te llamas?.—preguntaba aquel joven apuesto
Beatriz solo le sonrió y le dijo adiós con su mano, desde que ella llegó a Escocia jamás había intimado con alguien, ni siquiera con su roomie, tenía que mantener un perfil bajo. Por su seguridad.
—Trevor, ¿Dónde estás?.—lo buscaba Ben el padre del joven aquel
—Aquí estoy papá.—respondió Trevor y corrió devuelta al set
Su padre era un actor famoso y consolidado dentro de la industria, tenia varios premios de la academia por su trayectoria la cual era impecable. Estaban en Escocia grabando una serie que tendría varias temporadas, así que su estancia en aquel país sería por varios meses o tal vez años.
—No te vayas lejos, no conoces los alrededores además si quieres ser actor en el futuro, deberás prestar atención y aprender de todo esto.—le decía Ben
—Solo trataba de ayudar al staff.—respondió Trevor
—Está bien, olvidé comentarte que estoy esperando la respuesta del decano de la universidad local, como ya comenzó el semestre, tal vez te haga repetir el último que estudiaste allá en Nueva York.—le comentaba Ben
—¿Estás bromeando?.—preguntó Trevor
—No, aquí son distintos a nosotros los norteamericanos. Ya que no hay opción repetirás, no me gustaría que dejaras de estudiar, aunque estoy seguro que en el futuro serás tan famoso como yo.—respondió Ben
—De acuerdo no objetaré.—dijo Trevor, continuó ayudando al staff mientras su padre y sus compañeros grababan las escenas, que por cierto estaban por estrenarse en la primera temporada de la serie.
Por la noche ya en la completa soledad de su habitación, Trevor practicaba su pasión más grande, el dibujo. Trataba de plasmar en sus hojas a la joven que había conocido en la playa, su mirada sin duda era algo divino, tenía facciones únicas y refinadas. Su actuar era de una señorita de sociedad, suponía que era hija de un conde o un lord, ya que en la gran Bretaña aún existía esas formalidades. Sin embargo, dudo que fuera alguien local su acento se escuchaba diferente. Se desveló aunque no logro replicar el hermoso rostro de aquella misteriosa joven.
La mañana siguiente estaba Beatriz y su roomie desayunando, estaba tan concentrada viendo las fotografías que había tomado de ese majestuoso caballo, que no estaba poniendo atención a lo que Kenia le estaba platicando.
—Beatriz, ¿sigues aquí?.—preguntó Kenia
—Si, lo siento estaba revisando. ¿Qué te parece?.—preguntó Beatriz mientras le mostraba la fotografía
—Sin duda es majestuoso, ¿cómo lograste ese color en el cielo? Además no es común encontrarlos en plena playa. ¿Cómo sucedió?.—preguntó Kenia
—No lo sé así se capturó la imagen, descubrí que están grabando una película o una serie en ese lugar, el caballo pertenecía a ellos. Solo que un joven me hizo saber que estaba prohibido acercarse. Me alejé de inmediato.—respondió Beatriz
—¿y el joven era guapo?.—preguntó Kenia
—Mentiría si te digo que no le preste atención, pero quién evita admirar esos ojos azules tan profundos como el océano. Además tenía una boca realmente sensual, que te invita a besarlo.—respondió Beatriz como si tuviera la experiencia de haber besado antes a un chico
—De acuerdo, sin duda alguna si te impactó. Y si vamos de nuevo a merodear allá, no se tal vez lo volvamos a encontrar, así podrás saber si es el joven de tus sueños.—sugería Kenia mientras le daba un sorbo a su te.
—No como crees, vamos a quedar como un par de locas obsesivas. Tal vez lo hagamos sentir perseguido si vuelve a verme, no definitivamente yo estoy fuera. Además tengo demasiada tarea que entregar, me voy a dedicar el fin de semana a ponerme al día.—decía Beatriz
—Bien lo intenté, bueno señorita prepararé todo para ir a la lavandería. Hoy cocinaré yo.—dijo Kenia mientras levantaba su plato de la mesa, para ponerse a asear la cocina antes de irse
Beatriz no podía dejar de mirar sus fotografías, pero también era inevitable no sentir curiosidad por aquel joven. Sobre todo por verlo una vez más, pero ella sí creía en el destino y si lo volvía a encontrar sería una señal.
Así pasaron los días, Beatriz seguía su rutina en la universidad. Mientras Trevor seguía trabajando como el asistente de su padre durante las filmaciones, aún el decano no le daba una respuesta a Ben.
—¿Qué tiene mi padre?.—preguntó Trevor
—Esta furioso porque aún no le dan una respuesta sobre tu ingreso en la universidad St. Andrew. Le expliqué que si necesitabas, podías tomar clases con maestro particular pero lo rechazó.—respondió Jerry su representante
—Hablaré con él Jerry déjalo en mis manos.—dijo Trevor y de inmediato dejó las cosas que traía en sus manos para ir a hablar con su padre
—Ya te lo dijo Jerry, ¿verdad?.—preguntó Ben mientras se arrancaba la barba falsa que usaba para su personaje
—Si, creo que un tutor privado podría ayudarme.—respondió Trevor
—De ninguna manera, esta serie va para largo. Está teniendo un rating inimaginable, así que quiero que te acepte que obtengas un título. Si hoy no recibo una respuesta, mañana iré hasta la oficina del decano para hablar de nuevo con él a primera hora.—decía Ben mientras se calmaba
Durante la tarde recibió la llamada tan ansiada del decano Winston, habían conseguido un lugar para Trevor en la carrera de leyes. A su mail le habían enviado su horario de clases y las clases extra curriculares que podía tomar.
—Ves papá, todo con calma y tranquilidad se resuelve.—decía Trevor
—Bueno, tienes suerte hay un lugar en Arte, tu favorito, pero vaya también tiene esgrima. Te puede ayudar en un futuro con algunos personajes.—dijo Ben
—Tomaré las dos, esgrima y arte. Además tendré el tiempo para todo, aquí no tengo amigos.—dijo Trevor
—No tengo duda que los tendrás, ya me imagino cuando te inviten un té. Ingleses.—se burlaba Ben
Trevor se sentía emocionado por su nueva vida en St. Andrew, esperaba realmente hacer amigos y sobre todo comenzar a hacer sus pinturas o dibujos de manera profesional.
Dos días después ya estaba listo para recomenzar su carrera universitaria pero en el segundo semestre, las clases eran buenas y lo mantenían concentrado, después de la tercera hora, tendría su clase de esgrima y después de arte. Después de una hora, ansiaba aprender más sobre pintura, dibujo y arte. Llego a su clase, colocó sus herramientas y su caballete, nadie hablaba con nadie.
—Sea bienvenido señor Richardson es inusual que entren alumnos semanas después de haber iniciado las clases. Es usted un joven afortunado, espero valore eso. Soy su profesor de arte Baltasar Craig, bien comencemos. Señorita Beatriz por favor coloque al centro lo que dibujaremos hoy.—daba la instrucción el profesor
Beatriz se levantó de su asiento, para tomar una pequeña escultura que le habían prestado en la biblioteca. Trevor estaba realmente sorprendido, ahí estaba ella la chica de la playa, tal parece compartirían la misma clase, para él era una hermosa coincidencia. Se veía tan hermosa con su atuendo tan europeo, realmente era preciosa. Ninguna mujer había provocado tanto en su persona.
Ella también lo reconoció en el momento, le regalo de nuevo una sonrisa y agito su mano para decirle hola. Los demás compañeros se sorprendieron al ver que se conocían, Beatriz no socializaba con nadie, es por eso que les sorprendió bastante a cada uno de los presentes, que ella tuviera un conocido dentro de la universidad.
—Si que eres afortunado, de todas las chicas lindas en St Andrew conoces a la más bella, le apodamos la pequeña duquesa por su comportamiento tan altivo. No habla con nadie y tampoco se relaciona, solo con su roomie. Bienvenido soy Marti de Hanover.—se presentaba su compañero de al lado
—Soy Trevor, vengo de Nueva York.—respondió
—Genial un yankee, esperemos que no te matemos del aburrimiento. Cualquier cosa yo te puedo asesorar.—decía Marti
—Menos plática señor Hanover.—lo reprendía el profesor
Minutos después Trevor dibujaba, pero a la vez no perdía de vista a su compañera. La pequeña duquesa, el que no socializará confirmaba aún más que era alguien que provenía de una familia de una posición alta, siendo hija de un conde o algo similar.
—¿Ella de dónde es?.—preguntó Trevor
—La pequeña Duquesa, nadie sabe solo sabemos que se llama Beatriz de Teck, yo apuesto que viene de Alemania. Pero nadie sabe su verdadero origen, como no se involucra con nosotros. Nunca lo sabremos, por cierto no te desgastes en buscarla en redes sociales no tiene, es como si no existiera.—respondió Marti
Beatriz estaba concentrada en su labor, pero Trevor no dejaba de observarla. Se sentía más intrigado, quería saber más y más de ella, no dejaría pasar la oportunidad para acercarse.
Capítulo 2
Durante varios días Trevor desde la distancia admiraba y observaba a Beatriz, esperaba ansioso las clases de arte para poder verla y tal vez cortar un poco la distancia con ella.
Beatriz siempre le regalaba una sonrisa, pero hasta ahí. En los pasillos de la universidad era poco frecuente que coincidieran, o en clases normales ya que pertenecían a dos carreras distintas.
El profesor Baltasar tenía una actividad en mente, le habían asignado organizar la obra escolar de otoño. Este año pensó en retomar una de las historias más emblemáticas de William Shakespeare. Les comenzó a explicar a su clase sobre la organización de dicha actividad.
—Bien, ahora sé que lo correcto sería someter a votación los papeles protagónicos, pero será una edición más actual de la versión de Romeo y Julieta. Me tomé la libertad de elegir a los personajes principales, para el papel de Romeo será Trevor Richardson.—anunció Baltasar
—Amigo felicidades, ahora veremos a quien va a elegir para Julieta.—decía Marti de una manera pícara
—Bien esto fue difícil, para el papel de Julieta será la señorita Molly Fábregas.—dijo Baltasar
Todos se sentían aliviados de no ser elegidos para los papeles protagónicos, Trevor no despegaba la vista de Beatriz, ella de inmediato lo notó y le sonrío de una manera más efusiva.
Para ser honesto, Trevor anhelaba que fuera elegida Beatriz para el papel de Julieta, se sentía decepcionado de que no hubiese sido así. Ya que eso podría hacer que se acercara a ella. A la vez se sintió como un verdadero tonto, ya que era más sencillo tomar valor y romper esa barrera entre ellos.
—Profesor, disculpe lo que diré. Pero yo no quiero participar en dicha obra, sé que es un clásico de la literatura. Pero honestamente no existe quien muera de amor por alguien en este tiempo, en resumen no me gusta Shakespeare, además estoy saturada con mi carrera.—contestó Molly, pero alguien más la interrumpió
—No es que se muera de amor literalmente, pero si metafóricamente. Si no puedes estar con el ser amado, algo dentro de ti muere para siempre. Me refiero a todo lo que le entregaste en la relación, además de que todo lo que eres o fuiste, al alejarse automáticamente muere. Ya no vuelves a sentir ese afecto con la misma intensidad por alguien más, o hay personas que prefieren aferrarse a su soledad porque quedan incapacitados para volver amar.—dijo Beatriz, era un pensamiento profundo Baltasar quedó perplejo al escucharla. Sin duda ella sería la perfecta protagonista
—Bien señorita Molly aceptó su rechazo, por otro lado Señorita Beatriz ¿le gustaría ser Julieta?.—preguntó el profesor
—No sé nada de actuación.—respondió Beatriz
—Por eso debemos practicar y aprender.—interrumpió Trevor, ella sonrió al escucharlo, él se ruborizaba
—Aceptó, lo tomaré como un reto.—respondió Beatriz
Trevor ahora si estaba feliz y entusiasmado, los ensayos serían después de clases. Sin duda omitirían los castillos y los vestuarios antiguos. Pero la esencia de la obra quedaría intacta, los trágicos amantes que preferían morir a ser separados.
Así que todos los días se reunían en el teatro del campus para ensayar, Beatriz y Trevor eran muy talentosos. Aunque aún no practicaban la escena del beso.
—Si mi padre se enterara de que estoy enamorada del hijo de su enemigo, nos separaría para siempre. Es tan injusto, ¿por que no puedo amarte en total libertad?¿Por qué debo renunciar a amarte?.—recitaba sus líneas Beatriz mientras tomaba las manos de Trevor
—Amada mía, nunca me perderás. Defenderé nuestro amor de quien sea, lucharé contra lo que sea. Por eso huyamos, lejos donde nadie pueda impedirnos vivir nuestro amor.—recitaba sus líneas Trevor, era tan notorio esa química entre ambos, a todos sus compañeros los tenían con la boca abierta
—Tienes razón, no hay otra solución. Iré contigo hasta el fin del mundo si es preciso.—dijo Beatriz y se acercó para hacer la escena del primer beso
Trevor sin esperarlo más colocó sus manos sobre el rostro de Beatriz y se acercó lentamente para unir sus labios con los de ella. Era algo indescriptible, como pasó de ser un beso actuado, a como se convirtió en uno de verdad lleno de pasión y deseo.
Jugueteaban con sus labios de una manera estrepitosa, Beatriz podía sentir como su corazón se aceleraba, habían olvidado por completo que estaban actuando, el jugueteo de sus labios, el intercambio de su aliento, era realmente adictivo. el la tomaba de su pequeña cintura y la repego a su cuerpo. Podían sentir su calor corporal, todos los presentes quedaron sorprendidos por ese gran primer beso.
Trevor se detuvo, sin duda se había precipitado. Tal vez lo había echado todo a perder con Beatriz, si lo abofeteaba sería poco por su evidente atrevimiento. La miró fijamente, ella estaba ruborizada y le regaló una dulce sonrisa
—Jóvenes es todo por hoy, ya solo nos quedan un ensayo más para el gran día. Felicidades eso fue, vamos vayan a sus dormitorios.—decía Baltasar, no tenía palabras que decirles
Beatriz salió de inmediato del teatro, subió a su bicicleta y fue directo a la biblioteca para hablar con Kenia, segundos después llegó a su destino.
—¿Qué haces aquí? No estabas en el ensayo.—preguntó Kenia mientras seguía ordenando los libros devueltos
—Todo se ha salido de control, hoy tuve mi primer beso.—respondió Beatriz
—De verdad, pero no cuenta porque es actuado. Cuando sea apasionado y sientas ese fuego que te recorre toda, además sientas como tu pulso se acelera, es ahí donde te darás cuenta que es un primer beso.—decía Kenia
—No, no entiendes Trevor me beso de esa manera. Me tomó de la cintura y sentí ese deseo, mi pulso se aceleró hasta podía sentir los latidos de su corazón. El no estaba actuando, y yo le correspondí.—le decía Beatriz, su roomie tenía la boca abierta
—No puedo creerlo, es el destino. Que valiente es, enfrente de toda su clase de arte e incluso frente al profesor. La verdad que le hago una ovación de pie.—decía Kenia riéndose por la situación
—Dudo que esa haya sido su intención, o tal vez sea su experiencia con las chicas que él besa de esa manera. Mientras yo estoy aquí creándome un escenario distinto, por ser inexperta.—quería encontrar una respuesta lógica a ese bello momento, que la hiciera poner los pies de nuevo sobre la tierra
—Beatriz, simplemente velo como lo que es, tu primer beso. No todos los días se tiene la oportunidad de besar al chico más guapo de todo la universidad.—decía Kenia para animarla, Beatriz sonrió solo de recordar.
Pero camino a su casa Trevor y Marti conversaban sobre lo sucedido, obvio su compañero no tenía la delicadeza o prudencia para expresar lo que pudo observar
—Ese beso amigo, wow. En verdad que nos hiciste acalorarnos a todos en el auditorio, eres mi héroe besaste a la chica inalcanzable de la escuela y ella te correspondió. En verdad soy tu admirador.—decía Marti
—Basta, ella debe estar pensando lo peor de mí, tal vez que hasta soy un oportunista, después de presentar la obra tal vez ahora si no vuelva ni si quiera a mirarme.—ese era el miedo más gran de Trevor el rechazo de Beatriz
—De qué hablas amigo, ella te correspondió. Al contrario deberías tener un detalle, regalarle una flor o chocolates algo que le guste.—le aconsejaba Marti
—En todos estos días nuestras conversaciones han sido muy pocas y solo sobre la obra. Ella siempre ha puesto una barrera entre nosotros, es como si no quisiera interactuar o conocer a nadie, y ahí voy yo a brincarme su muro.—respondía Trevor
—Tal vez, pero tú acabas de romper ese muro. Créeme cómprale la flor más bonita y ella te abrirá su corazón.—insistía Marti mientras le palmeaba el hombro
El último día de ensayo había sido suspendido porque darían mantenimiento al auditorio, entonces el profesor se sentía confiado de que todo saldría bien el día del estreno.
Después llegó el gran día, en los vestidores Beatriz estaba terminando de perfeccionar su maquillaje. En ese momento llegó Trevor para entregarle una rosa roja.
—Beatriz yo…—iba a disculparse cuando ella lo interrumpió
—Es hermosa, me gustó el beso y para ser sincera me gustas tú.—dijo Beatriz directamente sin darle oportunidad de disculparse
—Listos todos a sus lugares.—entró el profesor para interrumpirlos, Trevor estaba sin palabras nadie lo había preparado para lo que acababa de escuchar
—Te veo en el estacionamiento cuando termine la función.—dijo Beatriz
Ella tenía un espíritu fuerte y apasionado, Trevor había iniciado el fuego de su hoguera, ella ya no podía dejar de pensar en el después de ese primer beso. Y sabía que como buen hombre le estaba costando dar el primer paso, así que había decidido darle el empujón.
A todos les había gustado la obra, transmitían el amor apasionado entre los protagonistas y también su gran deseo de estar juntos. En el público estaba Ben el padre de Trevor, ya no tenía dudas de que su hijo tendría éxito y que seguiría sus pasos como Actor le espera a un futuro brillante
Cuando terminó la función, Beatriz caminó hasta el estacionamiento para tomar su bicicleta, pero también para esperar a Trevor. Llevaba cinco minutos ahí en medio del estacionamiento, llegó a suponer que no iría a su encuentro. Monto su bicicleta para marcharse porque ya era noche, cuando de pronto Trevor llegó corriendo a su encuentro.
—Disculpa la tardanza, ¿ya te ibas?.—preguntó Trevor
—Si, pensé que no llegarías.—respondió Beatriz mientras bajaba de nuevo de la bicicleta
—Después de lo que me confesaste hoy, no faltaría por nada a nuestro encuentro.—respondió Trevor
Beatriz se acercó a él para tomar su mano, lentamente se insinuó para replicar su primer beso. Él la tomó de la cintura y la acercó a su cuerpo, esta vez el beso fue distinto. El jugueteo apasionado de sus labios y la entrega que había en ellos, hacía claro que se pertenecían.
Duraron unos segundos unidos, podían sentir como sus corazones latían al mismo ritmo. Él la besaba y acariciaba, no solo en su rostro también la estrujaba, para así sentir su figura delgada pero muy bien proporcionada. Ademas el sabor de sus labios eran dulces y suaves, no había nadie en ese momento que pudiera arruinar su encuentro. Beatriz rodeaba el cuello de Trevor con sus brazos, sentía una corriente eléctrica que los recorría de pies a cabeza a ambos.
Capítulo 3
⚠️En este capítulo, tiene contenido erótico, etc. No aptos para personas susceptibles a ellos. Si no crees adecuada la lectura estás en libertad de omitirla.⚠️
Esa misma noche de la obra, Trevor volvió al auditorio su padre lo estaba esperando, al verlo corrió deprisa hacia el antes de que lo cuestionara, aún así fue cuestionado.
—¿A dónde fuiste?.—preguntó Ben
—Fui a entregarle a mi compañera de clase sus cosas que olvidó.—respondió Trevor
—Necesito que seas prudente y no cometas tonterías las chicas son peligrosas, escúchame bien, en un descuido por vivir o experimentar el momento pueden terminar con todos sus planes a futuro. No solo los tuyos, también los de ella. Así que no quiero que vayas a echar a perder tu vida con una inglesa, hay tiempo para todo.—decía Ben
—Tranquilo, jamás haría algo para perjudicar la vida de una mujer o la mía. Confía en mí, soy responsable.—respondió Trevor
—No espero menos de ti, ahora debemos irnos ya no quiero firmar autógrafos.—dijo Ben, obviamente todos lo reconocían y ahora los compañeros de Trevor sabían que era hijo de un actor de fama mundial
Mientras estaba en su cama, Trevor no podía dejar de pensar en Beatriz. Era hermosa, sensual y provocaba en él una pasión desbordada. Pero por primera vez en su vida, no era solo un interés sexual. A sus escasos 20 años había salido con chicas del mundo de los actores y actrices, sin embargo solo habían sido relaciones vacías, satisfacer el deseo. Tenía pensamientos apasionados sobre Beatriz y él, fantaseaba con poder recorrer cada centímetro de su delicada y suave piel con sus labios.
En cuanto a Beatriz le sucedía lo mismo que a Trevor, se estaba volviendo adicta a sus besos. Quería más y más de él, en ese momento descubrió que todo lo que estaba sucediendo, era porque el amor estaba llamando a su vida. Ella tenía otro tipo de educación, había luchado para poder ir a la universidad lejos de su familia y su país, pero no podía reprimir lo que era, una mujer que tenía ciertas necesidades no solo físicas, también emocionales.
Ambos sentían ese deseo y esa pasión, era emocionante para Beatriz poder explorar todas esas nuevas experiencias. Después del fin de semana, debía volver como siempre a la universidad. En el pasillo que la llevaba hasta el aula, estaba esperándola Trevor.
—Hola, extraño.—saludó Beatriz pero a la vez le sonrió
—Hola, hermosa Beatriz.—respondió Trevor en seguida se acercó para besarla una vez más
Beatriz lo abrazó para corresponder a sus dulces y apasionados besos, Trevor frotaba sus labios con los de ella de una manera seductora, era imposible no sentir como su cuerpo reaccionaba de una manera distinta cuando estaban cerca.
—¿me extrañaste?.—preguntó Trevor
—Si, bastante. Hasta pensé en ir a buscarte al lugar donde te vi la primera vez.—respondió Beatriz, se acercó para abrazarlo fuertemente, el acarició su cabello y al oído susurró unas palabras
—Te espero en el estacionamiento cuando terminen las clases, te llevaré a un lugar muy especial.—dijo Trevor, ella le sonrió y afirmó con el movimiento de su cabeza, le dio un beso más y continuó su camino
Marti había visto todo, se sentía feliz por su compañero y amigo. Beatriz y Trevor eran extranjeros era más que obvio que el destino los uniría. Ahora si la joven más misteriosa de la universidad, había derribado el muro.
Beatriz no podía concentrarse, le intrigaba saber a dónde la llevaría. Sin duda era una aventura, sin darse cuenta el tiempo corrió deprisa, al terminar las clases Trevor ya la esperaba al lado de su bicicleta. Él le había dicho a su padre que tomaría una clase especial y que su compañero Marti lo acompañaría a casa. Marti aceptó quedarse en la universidad por más tiempo en caso de que llegara su padre a preguntar por el, así podría decirle que Trevor ya se había adelantado. Beatriz llegó corriendo hasta Trevor, mientras recuperaba su aire. Acomodó su bicicleta.
—Tu manéjala y yo me siento en el cuadro de la bicicleta, ¿de acuerdo?.—preguntó Beatriz
—De acuerdo.—respondió Trevor
Él se montó sobre el asiento, y Beatriz se sentó en el cuadro, Trevor comenzó a pedalear. Durante el camino él se acercaba para besar su cuello y besar su oreja, ella se sonrojaba.
—¿A dónde vamos?.—preguntó Beatriz
—Es una sorpresa.—respondió Trevor
Unos metros después llegaron a la playa, mientras pedaleaba para subir la pendiente. Se pudo observar una roca de diferentes colores.
—No traje mi cámara fotográfica.—dijo Beatriz
—Te prometo que no será la única vez que vengamos aquí.—respondió Trevor
Llegaron, Trevor se estacionó y ayudó bajar a Beatriz, él volvió a besarla. La tomó de la mano y comenzaron a caminar hacia la roca. Era un lugar totalmente solitario, Beatriz le encantaba encontrar lugares así.
—¿Cómo descubriste este lugar?.—preguntó Beatriz
—Necesitaba un lugar para poder venir a estar solo, me costó mucho dejar todo atrás en mi país. Mi hogar, mi escuela y mis amigos había momentos en que sentía no poder mas, y venía aquí a calmar mi ansiedad. Pero también sabía que encontraría a alguien.—respondió Trevor
—Eres tan sensible, me gusta. Todo aquí es perfecto, y está roca es única.—expresaba Beatriz
—La llaman la roca Buddo, pero siempre está sola. Además quería aprovechar el lugar para que hablemos.—dijo Trevor mientras Beatriz exploraba la roca, en eso encontró una especie de peldaños entre la maravilla natural
—Se que debes estar confundido por mi atrevida y abrupta confesión, pero todo lo que dije aquella noche es verdad. Me gustas, nunca había conocido a alguien que me hiciera vibrar y tú sin duda lo haces. Se que aún nos falta convivir y que tal vez hay cosas que no conocemos uno del otro. Pero también estoy segura es de que no puedo apartarte ni un segundo de mis pensamientos.—respondió Beatriz
—Debo confesar que no me lo esperaba, nuestros compañeros de clase, me hicieron comentarios, de que eres.—decía Trevor pero hizo una pausa para encontrar las palabras adecuadas
—La pequeña duquesa, lo sé ellos dedujeron que soy altiva e introvertida porque no me merecen en la universidad, solo quiero esforzarme y conseguir lo que vine hacer. No fue fácil para mí estar aquí, lejos de mi hogar y mi familia para conseguir un poco de independencia. Debo decirte que soy solo una mujer joven que está parada frente a un chico guapo, pidiéndole que la ame. No sé si sea amor a primera vista, pero algo me atrae a ti. Sin duda quiero vivirlo.—dijo Beatriz, él se acercó a ella para tomarla de las manos
—Vivámoslo.—aceptó Trevor
—Solo una cosa más, no me preguntes sobre mi familia. Por favor, quiero ser para ti simplemente Beatriz. ¿Me lo prometes?.—preguntó mientras se abrazaba a su pecho
—Te lo prometo.—respondió Trevor
El acomodó el cabello de Beatriz para poder besarla apasionadamente, la empujó contra la roca para poder saciarse de sus besos con desenfreno, Beatriz le acariciaba el cabello. Trevor no pudo contenerse y con su mano comenzó a acariciar sus senos sobre su blusa. La respiración de Beatriz se agitaba y su pulso se sentía en sus labios, con su otra mano Trevor le acariciaba los glúteos, los besos eran más y más ardientes.
Trevor desabotonó la blusa de Beatriz para poder tocarla, su piel era muy blanca y la forma de sus senos eran perfectos, con su lengua lamía los pezones. Beatriz estaba disfrutando mucho de esa experiencia, totalmente nueva para ella. Trevor metía la mano entre su falda, deslizándola por las piernas de Beatriz mientras la besaba en la boca. Estaba a punto de llegar a su zona íntima para acariciarla, cuando un perro se les acercó interrumpiéndolos con sus ladridos, Beatriz sin más espera abotonó su blusa y acomodó su falda. Hasta ellos llegó el dueño del perro.
—Lo siento, Max es muy inoportuno.—dijo aquel señor
—No se preocupe estábamos explorando la roca.—respondió Beatriz
—Si, yo vengo de Nueva York y nos sugirieron venir a conocerla.—respondió Trevor
—Bienvenidos, aquí es el lugar perfecto para ver la puesta del sol, claro cuando hay o para venir a meditar. Bien Max y yo los dejamos para que disfruten del paisaje. De nuevo una disculpa.—dijo el Señor y se marchó con su amigo peludo
Ambos se rieron de la situación, casi fueron atrapados infraganti. Trevor la abrazó y comenzó a besarla de nuevo para calmarla. Decidieron volver e ir a comprar algo para comer, tal vez conversar para conocerse más.
Trevor le contó toda su vida mientras disfrutaban del postre, Beatriz lo escuchaba con mucha atención. Hasta que tuvo que decirle que su padre no quería que él tuviera una relación seria, por los planes que tenía para el.
—Lo entiendo, aún somos jóvenes. A decir verdad nunca he estado en Nueva York.—dijo Beatriz
—Se que te gustaría, por cierto tu apellido ¿de qué país de la Unión Europea es?.—preguntó Trevor
—Si te refieres a De Teck, es de Bélgica, también del Reino Unido.—respondió Beatriz
—Entonces vienes de aquí mismo, pero tu acento no parece inglés.—decía Trevor
—Es porque no solo hablo inglés británico, también hablo francés y alemán.—respondió Beatriz
—¿por qué estás en clase de arte?.—preguntó Trevor
—Porque me gusta aprender más actividades, lo mío es la fotografía. Algún día te invitaré a que veas todas las fotografías que tengo.—respondió Beatriz
—Sin duda eres de lo que casi no hay, eres inteligente, educada y sobre todo enigmática. Debo confesar que estoy sintiendo un enorme amor por ti, estoy amándote con cada célula de mi cuerpo, es como si te conociera de vidas pasadas.—expresaba Trevor
—Lo mismo me sucede, siento que te he esperado toda mi vida.—respondió Beatriz
No era una simple fiebre de amor, sus almas se conectaban y sentían esa pertenencia, era algo más. Dicen que lo esencial es invisible a los ojos, eso ocurría con ellos. Aún no se conocían, pero su esencia los unía como si fueran uno solo.
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