NovelToon NovelToon

Blanca Como La Nieve

Capítulo 1 El despertar

Estaba en la ducha y mi móvil no paraba de sonar. Al salir el grito de mi madre desde la planta baja me asustó.

—¡Samara, Lina ya está aquí! —

Vi en la pantalla de mi móvil que mi amiga era la que no paraba de llamarme.

Lina era muy impuntual pero precisamente hoy que yo me retrasé le dio por llegar a su hora.

—¡Dile que bajo en 5 minutos! —le contesté a mi madre gritando a todo pulmón.

—Menos gritar y más arreglarse,

princesita— me dijo mi amiga entrando en mi habitación.

—Nunca eres puntual, ¿qué te ha dado hoy? —le pregunté poniéndome unos vaqueros y una blusa blanca de tirantes.

—Hoy ,querida amiga, vamos a ir a la ciudad con más tíos buenos por metro cuadrado del país. ¿Que digo del país?, ¡del mundo!. —

—Estás loca—

Lina llevaba hablando de ir a visitar a su prima Crystal varios meses. Le prometí que cuando terminara mi tesis iríamos así que ahora me tocaba cumplir.

Mi amiga podía ser un poco intensa. Bueno, que digo un poco, podía ser muy intensa, pero tenía un corazón enorme. Ella estaba muy unida a su prima. Crystal había estado varias veces en nuestro pueblo y era muy distinta a Lina. A parte del físico, Lina era morena, alta, ojos azules y Crystal era

rubia, más bajita y ojos verdes; tenían un carácter muy diferente. Lina era un torbellino que iba dejando huella allá por donde pasaba mientras que Crystal era más tranquila, no era tan impulsiva. Crystal se parecía más a mí y pensaba que mi vida hubiera sido más aburrida si mi amiga de la infancia hubiera sido Crystal en vez de Lina. Seguro que no tendría la cicatriz de la rodilla de cuando nos montamos las dos en mi bici, se me enganchó el abrigo en la rueda y chocamos contra un árbol.

Tampoco me hubiera partido un diente al chocar con una pared cuando íbamos huyendo de unos niños a los que Lina les había pinchado las ruedas de la bici, o me hubiera atrevido a enrollarme con Simon Henkel después de emborracharme porque Lina adulteró el ponche de la fiesta de fin de curso.

—Ya estás guapísima, ¡vámonos ya! —

—Vale, vale— me puse un poco de rimel en las pestañas y cogí mi bolso.

Ya tenía la maleta abajo preparada. Me despedí de mi madre y me monté en el coche de mi amiga rumbo a ciudad Amatista, la ciudad de moda del momento y hogar de la prima de Lina.

Llegamos a la hora de la cena así que paramos en un restaurante japonés para comer sushi antes de llegar al bar donde habíamos quedado con Crystal para tomar copas. En nuestro pueblo no había mucha variedad gastronómica así que quería aprovechar para deleitar mi paladar con nuevos sabores.

A las 22 horas estábamos entrando en el bar.

El ambiente estaba cargado con un aroma dulzón pero no era desagradable. Pequeños cubículos con bancos encastrados y mesas cuadradas se repartían a lo largo de las paredes. En medio, una pista de baile con parejas contoneándose al ritmo de la música. Al fondo estaba la barra y en el lateral los servicios. Crystal ya estaba allí, sentada en uno de los cubículos con una morena que suponía que era su amiga.

—¡Ey, hola!, ¿todo bien en el viaje? — la rubia se levantó y nos plantó dos besos en las mejillas a cada una.

—Sí, todo perfecto— respondí.

—Os presento a mi amiga Tessa. —

La morena hizo un gesto con la mano en señal de saludo.

—¿Tequila?—, preguntó mi amiga señalando la botella que se encontraba en la mesa junto con varios vasos de chupito.

—¡Tequila! — gritaron Tessa y Crystal llenando los vasos y dándonos uno a cada una.

—¡ Por unos días llenos de folladas con tíos buenos! —

—¡Lina! —le recriminé intentando aguantar la risa.

—Vaaale. Por unos días llenos de sexo con chicos guapos. ¿Mejor? —

—Eres incorregible–

—Estoy contigo Crystal. Salud— brindé con la rubia y me bebí el líquido transparente de una vez.

Media hora despues y varios chupitos en el cuerpo, mi amiga se fue hacia la pista a darlo todo.

Estaba mirando como le hacía ojitos a un moreno enorme lleno de tatuajes cuando la primera ola de calor me atravesó.

No sabía que me pasaba pero estaba segura de que el alcohol no tenía nada que ver. Apreté mi agarre a la mesa cuando vino la segunda ola.

—¿Qué puñetas? — perdí el equilibrio y tuve que sentarme.

Lina seguía en la pista de baile refregando sus caderas con el tatuado mientras Crystal y Tessa estaban por detrás animándola como si les fuera la vida en ello.

De pronto empecé a sentir que algo en mi interior estaba luchando por salir. Empecé a notar que me axfisiaba y corrí hacia la salida lo más rápido que pude.

El aire fresco de la noche chocó contra mi piel caliente.Sentí la necesidad de huir, de escapar de ahí. Empecé a correr hacia un bosque que había cerca. Me metí entre sus grandes árboles y después de correr durante un buen rato llegué a un pequeño claro donde ya no pude más y caí al suelo. Fuera lo que fuese lo que tenía dentro estaba claro que quería salir y que lo iba a hacer en ese instante.

De un momento a otro noté como se iban partiendo todos mis huesos. Mis manos empezaron a alargarse y a transformarse en zarpas. Mi cuerpo se puso a cuatro patas y cuando no pude más con el intenso dolor todo se volvió negro.

Capítulo 2 El encuentro

Kai

Mi lobo llevaba todo el día inquieto. Llevaba un tiempo dejándolo salir muy poco porque tenía mucho trabajo y lo achacaba a eso. La manada Amatista había crecido mucho en los últimos años. No sólo era la manada más extensa y con más miembros del país, también nos habíamos convertido en la más moderna,eso hacía que mi trabajo se multiplicara y apenas tuviera tiempo para hacer rondas o sacar a mi lobo a correr.

Esta noche había hecho un hueco para acompañar a mis amigos, James y Luka en la ronda de vigilancia. La noche estaba tranquila. Hacía mucho tiempo que la guerra se había erradicado y no teníamos una amenaza real pero nos gustaba seguir con la tradición de las rondas y ser precavidos nunca estaba de más.

Seguimos la senda del río hasta lo más profundo del bosque.El lobo de James se acercó al río a beber agua. Era un gran lobo marrón de ojos azules. Su tamaño era debido a que era un beta. El lobo moteado de Luka le siguió y cuando fui yo a beber lo noté. Un ligero aroma a flores, jazmín, flor de naranjo... Olfateé para distinguir de donde provenía el débil aroma y salí corriendo en busca de su portadora. Sabía que la dueña de ese olor era mi compañera. Nunca me había sentido presionado por encontrarla. Tenía 28 años y a esa edad la mayoría de lobos están emparejados y con familia pero era como si supiera que en algún momento sucedería y ahora estaba como loco por conocerla.

'¡Kai! ¿Dónde vas?. ¿Qué pasa?' James me preguntó extrañado a través del enlace mental.

'Mi pareja está cerca' respondí acercándome cada vez más a la fuente de ese delicioso aroma.

'¡Vaya! ¡Enhorabuena! En ese caso tiraremos en la dirección opuesta para darte privacidad en el encuentro.'zona

Los lobos de James y Luka dieron la vuelta y se perdieron entre los árboles. Seguí corriendo persiguiendo el aroma hasta que llegué a un pequeño claro del bosque y allí estaba. Una loba blanca como la nieve estaba tumbada en el suelo. No se movía y eso me hizo entrar en pánico pero me alivió no ver sangre por ningún lado. Me acerqué y lamí su hocico y sus orejas. Ella se movió un poco y empezó a cambiar a su forma humana. Con un rápido movimiento puse mi cuerpo debajo de su cabeza para que no se golpeara con el suelo. Noté que su piel estaba muy caliente, demasiado y entonces me di cuenta. Estaba en celo. Me cambié rápidamente, la cogí en brazos y fui a por una de las múltiples camionetas que teníamos camufladas a lo largo del bosque con ropa, comida y combustible para una emergencia. Me puse un pantalón corto de deporte y a ella la cubrí con una camiseta tres veces mayor que su talla pero que hacía su función tapando lo que tenía que tapar del cuerpo de mi compañera.

Escuchaba sus quejidos y su verborrea incoherente, dándome a conocer que el tiempo se me estaba acabando.

Conduje cómo un piloto de fórmula uno para llegar a mi penthouse en uno de los barrios más exclusivos de Ciudad Amatista. La mayor parte del tiempo me quedaba en una cabaña que había construido mi padre a las afueras del bosque. Era mucho más acogedora y tranquila que el penthouse pero ahora me pillaba en la otra cara del bosque y necesitaba un sitio para llevar a mi pareja lo más cerca posible.

Dejé la furgoneta aparcada en la puerta y subí con mi pareja en los brazos.

—¿Quién eres tú?, ¿Por qué hueles tan bien? —el ascensor llegó a la última planta. Habíamos llegado a casa.

Mi mate parecía un cervatillo deslumbrado en la carretera. Su respiración era rápida y podía oír como el corazón se le iba a salir del pecho. Se quedó pegada a una pared aferrándose al dobladillo de la camiseta xl que le había puesto.

—Me llamó Kai y soy tu mate, no voy a hacerte daño— puse las palmas de mis manos arriba en son de paz.

—¿Mi qué? — su voz sonaba confusa —¡Oh, por dios, otra vez no! —

Su piel se volvió rosada, su respiración se aceleró aún más. Se tambaleó hacia adelante y corrí hacia ella para evitar que se cayera.

—¿Qué me está pasando? —su voz sonó desesperada y supe que no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo.

—Estás entrando en celo—

—¿Qué? —su piel estaba ardiendo y ella parecía más confundida aún.

—¿Cómo te llamas? —

—Samara—contestó con un hilo de voz.

—Bien, Samara eres una loba y estás entrando en celo. Yo soy tu mate, tu pareja destinada y estoy —no me dio tiempo a decir nada más cuando ella se apoderó de mis labios.

Sus labios eran dulces, un manjar del que nunca me iba a cansar de saborear. Mi lengua se hizo paso entre sus labios y buscó la suya para empezar una danza sin fin y adueñarse de cada rincón de su boca.

Estaba extasiado. Mis manos moldearon su figura por encima de la camiseta hasta que llegaron a su precioso culo. No pude evitar subir la tela y hundir mis dedos en esa redondeces tan perfectas. Ella jadeó y de pronto me di cuenta que yo estaba entrando en celo también.

Le pasaba a la mayoría de parejas. Cuando uno entraba en celo arrastraba al otro para que pudieran aparearse. Al fin y al cabo era nuestra parte animal la que entrabas en celo para procrear y continuar con la especie. Nuestra parte racional quedaba en un segundo plano en estos días, latente esperando su momento para volver a dominar la situación.

Yo no podía dejarme dominar por mi animal. Acababa de encontrar a mi pareja, ella estaba actuando dominada por su loba y me odiaría si nuestra primera vez fuera de esta manera. Tenía que controlar a mi lobo.

—Samara estás ardiendo, vamos a darte un baño de agua fría — la tomé de la cintura para guiará hasta el baño.

Gruñó en señal de protesta y saltó encima de mí poniendo sus piernas alrededor de mi cintura.

—Haz que pare—susurró en mi oído refregándose contra mi pelvis.

—Tenemos que quitarte esa calentura, vamos al baño— me dirigí hacia el baño con ella en brazos. La senté en la encimera del lavabo y abrí el agua de la ducha. Cuando me giré ella ya se había quitado la camiseta y estaba totalmente desnuda. Mi lobo arañaba por salir. Tuve que hacer acopio de la poca cordura que quedaba en mí para no tirarme encima de ella y hacerla mía en cada una de las posturas que estaban pasando por mi mente.

—Céntrate Kai—me recriminé a mí mismo.

Me acerqué a ella para agarrarle la mano y así tirar de ella y meterla en la ducha pero fue más rápida y me atrapó entre sus piernas.

—No debemos. Estás en celo y no me perdonaría nunca que me recriminaras que te hice mía por primera vez sin estar en todos tus sentidos. —

Puso su mano en mi pecho y pasó sus uñas por mis abdominales.

—Por favor—suplicó —hazme tuya, haz que pare este calor. —

Conseguí tirar de ella y meterla bajo el agua fría. Chilló por el cambio de temperatura y poco a poco fue tranquilizándose.

—¿Estás mejor?—pregunté envolviéndola en una toalla.

—Creo que sí —contestó tímidamente sin mirarme.

La acompañé hasta la cama y cuando iba a darle algo de ropa mía para que se pusiera ,la primera ola de calor de mi celo me golpeó. Corrí hasta la ducha y me metí debajo del chorro de agua fría. Por muy fría que estuviera el agua era incapaz de enfriar mi calentura. Empecé a relajarme un poco cuando la segunda ola me atravesó y supe que iba a ser casi imposible que me resistiera.

Salí del baño con una toalla cubriendo mi parte inferior, esperando que Samara se hubiera dormido y tuviéramos unas horas de descanso de esta lucha carnal pero no,mi pareja estaba bien despierta y su piel estaba enrojecida por su alta temperatura.

—Kai, te necesito— susurró extendiendo la mano hacia mí.

Tiró de mi mano e hizo que me acostara a su lado. El aroma de su excitación era exquisito, estaba por toda la habitación y me nublaba todavía más la mente.

En un movimiento rápido se puso a horcajadas encima de mí.

—Por favor—volvió a suplicarme con voz desesperada —hazme tuya y haz que pare este calor.

—¿Estás segura? —la poca cordura que me quedaba se había agotado ya y solo quería saber que ella deseaba igual que yo lo que iba a pasar.

—No he estado más segura de algo en mi vida.¡Hazme tuya ya ,Kai!¡haz que pare este calor!—

La giré dejándola inmovilizada debajo de mi cuerpo. Me lancé a su boca como un náufrago a un salvavidas mientras mis manos iban explorando cada centímetro de su piel.

No quería que nuestra primera vez fuera así pero los dos estábamos en celo y ya no había marcha atrás.Mi raciocinio se esfumó y mis instintos se apoderaron de mí dando rienda suelta a nuestra pasión.

Estar dentro de mi pareja era estar en el cielo y acabamos los dos con un espectacular orgasmo.

Estaba exhausto, como si acabara de correr una maratón y en una especue de nube de felicidad como si me hubiera tomado la última droga de diseño.

No, definitivamente esto no era igual al sexo que había tenido antes. Ella era mi mate, mi pareja destinada, a la que ya quería e iba a amar y proteger por el resto de mi vida. 

Capítulo 3 El celo

Samara

Me desperté con otra ola de calor y con todo el cuerpo sudado.

Miré a mi alrededor y vi que estaba en una habitación que no conocía. ¿Cómo leches llegué aquí?. Algo se movió a mi lado y al mirar vi a un hombre tumbado boca arriba. La sabana le tapaba de la cintura para abajo afortunadamente. Era, literalmente, un dios griego. Labios gruesos y rosados, cejas definidas, pelo rubio algo largo,piel dorada, músculos tonificados, tableta de chocolate y esa v que se perdía debajo de la sábana.¡ Dios !como deseaba echar un vistazo debajo de esa sábana. ¿Pero qué puñetas me pasaba? Yo no era así.

Me moví hasta sentarme en la cama y me di cuenta de que estaba desnuda. En esos momentos vinieron a mi mente imágenes de lo que había pasado hacía unas horas. Yo ,como gata en celo ,refregándome con el rubio y pidiéndole que me hiciera suya. La cara sonriente de él entre mis ¡Kai! Se llama Kai, recordé.

También vinieron a mi mente imágenes de mí transformándome en loba, una loba blanca. Luego todo se volvió negro y al despertar estaba con Kai, que me decía que era su pareja, su ¿mate?, ¿será una nueva forma de ligar?. Otra ola de calor me atravesó y me retorcí en la cama sin querer hacer ruido para que el rubio no se despertara.

Salí de la cama y me fui a la puerta donde suponía estaría el baño. Acerté y me metí debajo de la ducha abriendo el agua fría. El agua estaba helada pero mi cuerpo seguía ardiendo. Entonces recuerdo que Kai dijo que estaba en celo, ¿en celo cómo un animal? . Si fuera así suponía que el frío podría aliviar algo pero no haría que se fuera del todo el malestar.

Un aroma a chocolate y fresas inundó mis sentidos y solo quería devorar al dueño de tan exquisito olor.

Antes de que me girara Kai me abrazó por la espalda y besó mi cuello mandando una corriente eléctrica por todo mi cuerpo

-¿Otra ola de calor? - susurró en mi oído.

Estaba tan abrumada que no me salían las palabras y solo pude asentir.

Kai tomó mi barbilla con sus dedos y giró mi cuello hasta que nuestras bocas se juntaron en un apasionado beso. En ese preciso instante dejé de pensar .¡Ay madre, aquí vamos otra vez!

—¿Quieres que te ayude? — preguntó sensualmente mirándome a los ojos.

Si hubiera estado en mis cavales me hubiera muerto de la vergüenza pero en este estado de locura transitoria todo me daba igual.

—¿Cuánto tiempo va a durar esto?— pregunté agitada.Casi me costaba respirar.

—Unos cuatro dias— contestó él.

¡Genial!,esto era realmente genial.Estaba enfadada por sentirme así,por no comprender lo que me pasaba pero sobre todo estaba acalorada y excitada y cuando no pude más acepté la ayuda del rubio y acabamos sucumbiendo a la pasión.

Después de eso estuve dormitando un poco y cada vez que despertaba el horrible calor volvía.

Me gustaba el sexo, no era ninguna mojigata, pero esta sensación de no tener control sobre mí no me gustaba.

Pasé tres días y tres noches con el puñetero celo. Había momentos en los que estaba más lúcida pero otros era como si fuera una mera espectadora de mis propios actos. Y no, no voy a decir que no disfrutaba acostándome con el puto dios griego rubio porque estaba muy bueno y lo hacía muy bien, muy muy bien,pero no tener pleno control de mi cuerpo e ir rogando como gata en celo para que me montara iba en contra de mi naturaleza y eso hacía que tuviera una constante lucha interna que me tenía agotada mentalmente.Bueno ,la parte física también estaba agotada pero ya sabía el porqué.

Al cuarto día desperté, por fin, sin ninguna ola de calor. Todos los recuerdos de los acontecimientos de los días posteriores me estallaron en la cara. El rubio de mis tormentos estaba durmiendo boca abajo a mi lado con su pelo alborotado y dejándome a la vista su bronceada espalda. Tenía varios tatuajes en esa zona que lo hacían lucir más sexy si cabe. En el homoplato derecho una especie de lobo envuelto en llamas que le abarcaba parte del brazo, unas letras al final de su columna en lo que presuponía que era hebreo o alguna lengua antigua y una especie de dibujo tribal en el costado izquierdo.

Me levanté sin hacer ruido y abrí una de las puertas que había en la habitación. Era un vestidor y busqué algo de ropa que pudiera ponerme . Al final opté por una camiseta y unos boxers porque todo era ropa que suponía sería de Kai. Entré al baño para darme una ducha rápida y fui a la cocina, la que recordaba haber visto fugazmente en alguna de las pocas veces que habíamos salido de la habitación. Ni siquiera recordaba cuando había ingerido algo de comida por última vez.

Abrí los muebles y encontré cereales, harina, café y algunas cosas que podía utilizar. En la nevera había leche, fruta y yogures. Siempre me gustó cocinar, era algo que me relajaba y en esos momentos necesitaba eso. En poco tiempo tenía un gran plato lleno de tortitas con sirope, café recién hecho, cereales y fruta troceada. Estaba terminando de poner todo en la mesa cuando el delicioso aroma a chocolate y fresas invadió mis sentidos. ¿Porqué leches tenía que oler también?. Seguidamente Kai apareció por la puerta de la cocina recién duchado, con solo un pantalón corto de deporte puesto.

—Buenos días — dijo tímidamente mientras se sentaba en uno de los taburetes.

—Buenos días, no sabía si te gustaban las tortitas así que he sacado también cereales. —

—Sí, las tortitas me encantan—me dedicó una de sus preciosas sonrisas con sus hoyuelos .

—¿Café? —

—Sí, por favor. —

Empezamos a comer en completo silencio. Me sentía totalmente avergonzada de todo lo que había hecho y dicho en los días anteriores pero tenía demasiadas preguntas en mi cabeza como para seguir callada y sospechaba que el rubio tenía las respuestas.

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play