En los albores del mundo, las criaturas del orbe danzaban en una armoniosa y frágil sinfonía, un equilibrio tan delicado que pronto se desharía.
Desde las profundidades de la tierra, una entidad horrenda emergió, fruto de la insensata ambición humana por alcanzar la inmortalidad. Esta abominación, nacida del capricho y la desesperación, se volvió contra su creador, devorándolo con furia inusitada.
Con insaciable sed de sangre, esta especie extinguió a la humanidad, llevando al mundo al borde del colapso. Mas, la vida no podía prosperar en tal penumbra; Su voracidad y ansia de poder eran tan desmedidas, que se volvieron insostenibles incluso para ellos mismos.
Hoy, los vampiros, oscuros señores, se erigen como pilares de la civilización y la tecnología, prosperando a costa de las especies más débiles, que esclavizan para saciar sus más bajos instintos.
Sin embargo, incluso entre las opulencias acostumbradas por la alta sociedad, esta noche no era común entre los vampiros, pues se celebraba una fecha de gran importancia: El natalicio de Killian, miembro más joven de la familia más poderosa. Killian alcanzaba los ciento once años, una cifra que, entre los mortales, sería extraordinaria, pero que para los inmortales era un susurro en la eternidad. Aún en su juventud, su presencia era notoria.
Con ojos de ámbar y un género secundario que lo marcaba como omega, Killian destacaba entre los suyos. En un mundo de ojos rojos como el vino derramado, su mirada casi humana era un misterio palpable.
La cena de celebración muy exótica y lujosa había concluido al cabo de unas horas que pasaron como agua derramada en el desierto y llegaba la hora de los regalos. Sentado en su trono, el joven de cabellos dorados desvelaba los presentes, ninguno de los cuales lograba encender su ánimo. Entre ellos, un diario. ¿Qué menester tendría él con un diario?
Para lanzarlo por la ventana, no. Pero bueno, como no quería ser maleducado, sonreía.
—Gracias.—Respondió con una sonrisa forzada.
Entre los invitados, su primo Rick se asomó con una sonrisa maliciosa.
—Primo querido, ¿adivina qué te he traído hoy?~ —Preguntó con un tono de emoción burlesca.
Aquel moreno alto y musculoso era un primo lejano de Killian. Solían jugar juntos de niños, pero ahora Rick se había convertido en un aventurero que, con la riqueza de su familia, exploraba criaturas inferiores en los rincones más rebuscados del mundo, satisfaciendo sus necesidades sin importarle el sufrimiento causado. Rick era, sin dudas, un vampiro hecho y derecho, un alfa que podía poner de rodillas a cualquier criatura sin el menor esfuerzo.
Sin embargo, Killian parecía más intrigado por el regalo que le traían, mientras de cruzaba de piernas en su trono de cumpleaños. Invitando a Rick a continuar su discurso con una mirada.
—En mi último viaje, encontré una especie que creíamos extinta hace cientos de años.— Comenzó con un tono de la más pura excitación.
Rick tomó el micrófono para que todos lo escucharan, mientras las grandes puertas de caoba se abrían para dar paso a una enorme jaula cubierta con una tela roja de seda.
—Una especie que se mantuvo oculta de todos, menos de mí.— Comentó Rck con orgullo, su voz grave causaba escalofríos de excitación entre los invitados, que expectantes, veían cómo los esclavos de Rick arrastraban la jaula hasta dejarla frente a Killian.
—¿Mhm?—Murmuró Killian.
El rubio arqueó una ceja al ver cómo Rick hacía todo un espectáculo, llevándose todas las miradas que normalmente debían darle a él, pero se abstuvo de reclamar por el simple hecho de que su curiosidad era más grande que sus deseos de atención. Todos los vampiros conocían al moreno; Él era uno de los pocos que salía de su zona de confort para embarcarse en aventuras, viajando por todos lados. A veces, otros vampiros le pedían que trajera especies de lugares lejanos, y le pagaban generosamente.
—Y hoy te he traído el regalo más increíble que tendrás en tu corta vida.—Exclamó con orgullo Rick, mostrando su pecho inflado de la emoción por su nueva adquisición.
Para todos los que lo conocían, era de esperar que Rick se pavoneara de sus logros, cosa que a veces hacía que Killian rodara los ojos ante el comportamiento único de su primo.
—Tú siempre me das los regalos más curiosos y originales, adelante, a ver si me sorprendes como el año pasado —Le retó Killian, mirando expectante, al igual que todos los invitados.
Sonriendo, desabotonó el botón de su saco y, agarrando la seda, descubrió con violencia la jaula iluminada, dejando a la vista de todos una mujer cuervo que trataba de soltarse de las cadenas que la aprisionaban. Era impresionante como le habían quitado las garras y cortado las plumas, y aún así su mirada permanecía desafiante mientras su aroma silvestre invadía la estancia, un aroma seductor innato en ella.
Finalmente se reveló el misterio, la criatura era majestuosa, tan hermosa que incluso el omega que no era gran fan de esclavizar seres se sorprendiera. Ya que de hecho, esta sería su primera criatura. Ya tenía esclavizados a algunos de sus familiares, quienes le complacían en sus caprichos, con eso tenía suficiente, aunque una ayudita más no vendría mal. Era un buen regalo.
—Wow... Esto sí que no me lo esperaba—Comentó Killian y parpadeó sorprendido —Eres increíble, Rick. A veces me pregunto por qué no tienes un zoológico con todas estas cosas.
Rick sonrió de oreja a oreja, presentando aquel trofeo obtenido de las profundidades del Amazonas como el mayor logro obtenido a la fecha, los espectadores estaban encantados.
—¿No es encantador el aroma de esta bolsa de sangre?, puedes usarla para lo que quieras, además, son muy resistentes a las torturas. Puedes aporrearlas y siempre se levantarán.—Rick comentó con una sonrisa maliciosa, sacando una navaja con la que cortó el hombro de la mujer que luchaba por liberarse con todas sus fuerzas.
Esta era Niki, a quien la habían despojado de su dignidad, vistiendo su cuerpo con ropas de seda e hilos de oro que dejaban ver sus atributos. Aquellos senos redondos resaltaban a través de la escasa tela que la cubría. El dulce aroma provocaba un sobre estímulo en los invitados, que miraban envidiosos aquella muestra de un festín envidiable.
—¿Y adivina qué? Su especie está muy bien dotada por si te aburres del sadismo.—Comentó Rick con una sonrisa, parecía haber encontrado un buen juguete para su primo más pequeño.
Sin pensarlo demasiado Rick levantó la tela que cubría la entrepierna de la mujer amordazada de mirada salvaje, con ojos de un intenso color lila, como si sus ojos fueran dos amatistas pulidos. Era un cuervo albino. Sus preciosas alas habían sido cortadas en un patrón que le impedía volar. Su cabello ondulado y tornasol era enigmático a la vista.
—Gracias por este regalo, primo, te lo agradezco mucho. Déjamela en mi habitación y me encargaré de ella.—Respondió Killian sonriendo genuinamente.
Obviamente, esta demostración pública ayudaría a Rick a conseguir clientes, quienes harían cualquier cosa por obtener criaturas poco comunes. Ya algunos vampiros se acercaban al moreno para pedirle que la próxima vez que encontrara una criatura majestuosa les avisara.
—Al parecer, esto te está promocionando como aventurero, siempre tan astuto.—Murmuró Killian y sonrió, cortando el trozo de tarta que tenía en su plato y llevándoselo a la boca.
La tarta estaba deliciosa, era de las favoritas de Killian, de frambuesa. Seguramente os estaríais preguntando qué hace un vampiro comiendo algo que no es sangre, pero a algunos les gusta variar de alimentos.
—¿Seguimos con la celebración?—Le pregunto Killian a su primo con ironía.
Rick asintió orgulloso mientras sus sirvientes alejaban de los ojos del público aquella majestuosa y bien dotada obra de la creación.
Los presentes sonreían, orgullosos de haber sido testigos de aquel espectáculo del que seguramente habría muchos rumores y miradas envidiosas más tarde.
El resto de los obsequios, aunque impresionantes, como joyas raras y telas hechas de los mejores materiales, no podían competir con la novedad y la provocación del esclavo presentado por Rick.
Los vampiros de alta sociedad se codeaban entre ellos, saboreando la sangre de alta calidad servida en el banquete, pero ninguna era tan tentadora como la que habían olido en el regalo de Rick.
Haciendo que Rick narrara sus aventuras, contando cómo había exterminado a los más rebeldes miembros de la tribu y cómo había violado a los más atractivos por mero morbo mientras lloraban las muertes de sus seres queridos.
Los invitados lo miraban como un héroe admirable que había limpiado una parte del mundo para ellos y les había traído regalos que podían comprar con gusto. Esas bolsas de sangre eran algo sin igual, la crueldad era su insignia para mostrar.
La noche transcurrió llena de anécdotas del fabuloso aventurero, a quien la mayoría admiraba por sus cualidades de caza. Y aunque la fiesta dejó de girar en torno a Killian se la pasaron muy bien en general, como los vampiros no tenían la necesidad de dormir, se quedaron hasta muy tarde.
Pero Killian decidió retirarse a su habitación para descansar. No es que estuviera agotado, pero le encantaba dormir.
Puede que no lo necesitara, pero nada era mejor que un pequeño desconectar de la realidad eterna. Pero se había olvidado totalmente del regalo de su primo, dado que, como hemos dicho, no le interesaban los esclavos; Sólo se había sorprendido porque no había visto a esa especie nunca.
Entró en su habitación y se quedó parado, viendo a su regalo encadenado, aún en la jaula.
—Espero que no seas muy ruidosa... Realmente quiero dormir.—Murmuró Killiam frunciendo la boca.
La esclava había estado tratando de quitarse las cadenas o al menos la mordaza durante horas, pero estaba atada, le fue imposible. Lastimosamente tenía frío y se cubría con sus alas. Sus garras arrancadas eran una molestia, mientras sus plumas, suaves como la seda, relucían a la luz de la luna.
Niki hablaba una lengua muy antigua, por ello no se entendía del todo lo que dijeran esos chupasangres, pero aprendía rápidamente que eran criaturas crueles y hostiles.
Killian abrió la jaula donde la chica estaba encerrada, quitándole la mordaza. No solo lo hizo por curiosidad de escuchar su voz y cómo hablaba, sino también porque sabía lo incómodo que podía ser llevar aquel artilugio durante tanto tiempo. También le cubrió con una manta para protegerla del frío.
— ¿Qué voy a hacer contigo? Tal vez podría darte a otra persona.—Pensó Killian en voz alta, creyendo que la chica no le entendía.
El problema de Killian era que no tenía intención de utilizar a la esclava y consideraba que sería mejor dársela a alguien que pudiera sacarle más provecho. Sin embargo, aún estaba reflexionando sobre ello. Tal vez le haría ver mal.
La ausencia de la mordaza además de las marcas dejaba al descubierto los dientes de la chica, sin colmillos, blancos y limpios, y su aliento olía a frutas silvestres. Sin embargo, su mirada, de un tono oscuro, irradiaba el odio que había desarrollado por su especie.
Ella no podía evitar recordar lo aterrador que había sido ver aquel monstruo que masacró a su aldea y secó cada gota de sangre de los guerreros con sus colmillos.
—"Bestia"—Dijo Niki con una voz aterciopelada, lo cual resultaba irónico, ya que todos sus intentos de intimidación, en la cultura de los vampiros, no eran más que una provocación seductora de un animal exótico.
— Ajam, di lo que quieras, como si me importara.—Respondió Killian sin entenderle— Solo no hagas mucho escándalo y pórtate bien. Tal vez así te dé una cama digna.
Dicho esto Killian tiró la mordaza con poco interés a un lado y se tumbó en su cama. No cerró la jaula porque era inútil; Después de todo, la chica estaba encadenada tan firmemente que resultaba aterrador, aunque en parte era gracias a las habilidades de su primo para capturar cosas, pobres criaturas.
Aunque para la mayoría de los vampiros aquella chica solo era vista como un animal, Killian encontraba extraño tratarla de esa manera. No era por empatía, simplemente no le resultaba tan natural.
— Genial, ahora no me podré vestir aquí.—Murmuró molesto.
Niki sin prestarle atencion del todo, comenzó a lamerse la herida hecha durante la exhibición con la poca movilidad que tenía, una herida que le dolía más que los moretones causados por las cadenas y creía que debía cubrir antes de que al vampiro se le antojara un snack.
La luz de la luna la bañaba permitiendole algo de visibilidad, pero mirar la luz de la luna la entristecía profundamente. No hace mucho, había estado feliz celebrando con su tribu durante la luna llena, y ahora estaba despojada de su identidad como mujer cuervo.
—"Que dolor en el trasero, los vampiros son idiotas, pero este es un idiota mas grande, se nota que es un ser vacío, no tienen vida"—Murmuró Niki en su lengua antigua, expresando su desdén hacia los vampiros y su situación actual, resentida por lo perdido.
— Wow... Esto sí que no me lo esperaba.— Respondió Killian quien parpadeó sorprendido al ver la reacción de la mujer cuervo dentro de la jaula. Era extraño no entender nada pero escuchar ese sonido tan lindo.
— Dime, chica, ¿te vas a portar bien?–Preguntó inclinando la cabeza, evaluando cómo respondería ella. Aunque dudaba que le entendiera.
El trato que recibiría dependería de su respuesta; Si cooperaba, soltaría una de las cadenas y le proporcionaría una cama en su habitación, donde había camas de sobra. Pero si se negaba, la dejaría tal como estaba. Su destino estaba en sus manos.
Sin embargo, la mujer cuervo ladeó la cabeza sin entender del todo lo que le decían, tratando de morder las cadenas con frustración.
—"¡No te entiendo, estúpido chupa-todo! ¡Es increíble que creas que yo puedo procesar todo tu idioma! ¿Eres retrasado? ¿No ves que acabo de llegar?"—Exclamó Niki refunfuñando mientras buscaba una posición más cómoda dentro de la jaula.
Killian se llevó la mano a la cara, pensando en lo difícil que sería comunicarse con ella, su voz sonaba como el canto de un pajarito, pero no le valía de nada si no podía entenderle.
— ¿Cómo se supone que me voy a comunicar con esta cosa?—Reclamó en voz alta con frustración—Vaya trabajo difícil me has dado, primo...
Sin una mejor idea, pocos segundos después, le sacó el dedo medio como gesto de ofensa.
— Lo que sea, me rindo contigo.—Suspiró desganado
Alzó una ceja como si le dijera "¿En serio, eso es lo mejor que tienes?" y le respondió sacándole la lengua, aunque no pudo levantar los brazos debido a las cadenas.
"Qué chupa-todo más estúpido. Tienen agua en lugar de cerebro, es como un pez plato....Si como un pez gato, aunque son más agradables, pero los pez plato son taaaaan aburridooooos." —Dijo Niki rodando los ojos, estaba resentida y a la defensiva— "Tienes una casa horrible y un terrible estilo de ropa, tienes más ropa que cuerpo. Tu cuerpo no respira bien con tanta basura."
— Eh... ¿qué?—Preguntó el rubio confundido.
Killian intentó entender lo que había dicho, parpadeando varias veces, pero no lograba descifrar nada con esa conjugación tan peculiar. La mujer cuervo parecía estar decidida a frustrarlo con su lenguaje.
— Sabes qué, me voy a dormir. Jódete.—Sentenció enojado Killian.
Decidió finalmente, dándole la espalda y dejándola sola en la jaula, pero la observó de reojo.
Killian parpadeó sorprendido cuando la mujer cuervo le sacó la lengua de nuevo y trató de quitarse las cadenas con los dientes apenas se dio la vuelta, haciendo mucho ruido.
—"¡¿Por qué no puedo quitarme estas cosas?!"—Reclamó Niki completamente irritada.
Sin importarle nada comenzó a moverse violentamente de un lado a otro, estresada al estar en una jaula. Killian soltó un largo suspiro.
— Por mucho que me gustaría que te fueras de mi vista, daría mala imagen.—Comentó pensando en voz alta con un suspiro aún más largo.
A Killian le gustaba estar solo en su habitación, tener su espacio. Esa era la razón por la que nunca había tenido un esclavo; Además, le daban un poco de pena saber que probablemente la había pasado muy mal desde que la capturaron.
Era obvio el odio que la mujer cuervo tenía hacia los vampiros. Se notó cuando la miró por primera vez; Seguramente no dudaría en intentar matarlo. Incluso si no tenía forma de hacerlo.
— Pero, ¿Sabes que?, no te preocupes, en unos días te devolveré a Rick.— Dijo Killian en un gesto despreocupado.
Y aunque habían pocas palabras que ella comprendía, una a la que más le tenía miedo era el nombre con el que se referían a la bestia que extinguió a su raza, por ello la mujer cuervo comenzó a negar efusivamente y dijo, molesta y un poco asustada:
—"¡¿EL AWEAWE?! ¡NO, NO, NO, NO, NO! ¡NO QUIERO! ¡DEJARME IR! ¡SUÉLTAME!"—Exclamó Niki, pero su voz sonaba hasta tierna.
Killian entendía el miedo de la mujer. Su primo podía ser un bastardo en muchos aspectos, pero tampoco había mucho que él pudiera hacer. Aún si era como llevarla al matadero, no iba a estar aguantando sus miradas de odio todo el día.
— ¿Tú, yo, trato? Tú buena, tú no ver Rick.—Dijo Killian acercándose a la jaula en un gesto arcaico.
Killian no podía creer que se estuviera rebajando a hablar de esa manera, solo porque la criatura no entendía nada. Tenía que simplificar tanto que le chirriaban los oídos al oír lo que él mismo decía.
La mujer cuervo no sabía exactamente qué le estaba diciendo, pero pensó que si se quedaba sin estorbar, no la llevarían de vuelta con aquel demonio moreno. Por ello se quedó muy quieta, temblando ligeramente por la adrenalina de encontrarse nuevamente con el creador de su trauma. Había decidido transformarse en una muñeca si con eso podía mantenerse lejos de Rick.
Y así pasaron dos días, todo parecía que había ido bien. Killian había ayudado a la mujer cuervo a entender mejor su lenguaje, enseñándole palabras pasó a paso, dándole libros ilustrados y muchas cosas más.
Había sido sencillo como ella no hacía mucho alboroto, le dejaba ciertas libertades: Le había dado una cama en la que dormir y le había quitado todas las cadenas menos una, por precaución. Desde que le había ofrecido el trato había estado tan dócil que hasta era agradable.
Aún así, dudaba que hacer, si ella se ganaba su total confianza, tal vez le quitaría las cadenas permanentemente. Pero por ahora, solo lo hacía a ratos para que la piel de ella no se dañara tanto por el roce con la cadena de hierro. Era un regalo muy costoso como para dejar que se dañe con algo tan feo como una cadena.
Niki había estado aprendiendo para desenvolverse mejor, aunque no hablaba mucho, aprendía en silencio, pero trataba de no moverse mucho para no molestar a Killian. No quería que la llevaran de vuelta con Rick.
Y ahora Killian acababa de entrar a su habitación con una bandeja llena de comida deliciosa, poniéndola en la mesilla de Niki por si tenía hambre. Ella había estado mirando el techo por horas, tendida en aquella lujosa cama que si bien era cómoda, la odiaba.
— ¿Por qué no te has movido nada estos días? No me digas que te has quedado paralítica.—Preguntó Killian con una curiosidad burlesca.
Y se acercó a la mujer cuervo, le dio un toque con su dedo índice en la mejilla, moviéndole la cabeza un poco mientras sonreía de una manera burlona. Realmente no sabía por qué estaba tan quieta; A veces parecía que le habían apretado el botón de pausa, ¿Por qué actuaba así?, era un misterio.
Niki lo miró con desagrado, considerándolo un niño pretencioso y sensible, probablemente débil entre los de su especie.
Desganada, simplemente dejó que la tocara. ¿De qué servía la vida si probablemente todos estaban muertos?, toda su sociedad, su vida, su futuro se había ido por el caño el día que Rick apareció en su vida y ahora no era más que el juguete de un niño mimado.
Molesta atrapó el dedo de Killian, mordiéndolo ligeramente y sintiendo lo blando y suave que era. Tocó con su lengua la punta del dedo del vampiro para ver si tenía algún sabor.
— Am...— Murmuró sorprendido e incómodo.
Para nada se esperaba que la chica hiciera eso. Killian miró, confundido, cuando ella se metió su dedo en la boca.
— No me comas, por favor... —Murmuró incómodo —Al menos de esa manera no.—Dijo más alto tratando de bromear— Es poco emocionante, además, ni siquiera me he arreglado. Esto es injusto.
Ella lo observó tranquila, lamiendo con calma su dedo y jugando con cuidado, como si estuviera masticando una pelota de juguete. Esto la relajaba un poco; Se sentía deprimida por su vida, pero más porque él sabía a agua y perfumes que la hacían estornudar.
— Creo que debería comprarte algún juguete para morder. No quiero que destroces mi dedo.—Pensó en voz alta y Killian rodó los ojos.
No le dolían las mordidas, pero era un comportamiento extraño. Normalmente no mordías los dedos de alguien que conocías hace dos días como si fueran gominolas. Pero tal vez es porque ella era un animal salvaje.
Estaba a punto de hacer un movimiento cuando alguien tocó la puerta y la abrió. Killian se giró para identificar a la persona que acababa de entrar en su cuarto sin permiso. Y al ver a su primo, Óscar, sonrió.
— Hola Óscar, ¿qué tal? ¿Qué haces aquí?—Pregunta Killian animado mientras Niki sigue mordiendolo.
— Nada, solo quería avisarte que hoy va a haber una cena familiar y quiero que asistas.—Comentó Óscar con una sonrisa despreocupada.
— Ohhh, ¿y a qué se debe esa cena? De normal no hacemos cenas porque sí. Debe haber un motivo especial.— Dijo con curiosidad buscando indicios del motivo.
Óscar suspiró y asintió.
— Voy a presentar a mi pareja a nuestra familia. Queremos hacerlo oficial.— Dijo Óscar con una sonrisa un poco cohibida.
— ¿En serio?—Preguntó Killian con evidente sorpresa.
En segundo plano, Niki miró con desagrado al intruso, solo viéndolo como una escoria curiosa que venía a verla como a un bicho raro. No sabía de qué hablaban, pero le molestaba ver a más vampiros.
Niki chasqueó la lengua.
—"Metido."—Respondió en su idioma, casi segura de que no la entenderían.
¿Por qué la querían si no era para verla? ¿Por qué eliminar a su pueblo solo por diversión?, si algo era seguro es que los vampiros son monstruos morbosos sedientos de diversión cruel.
— No digas eso. —Se volteó a la chica— Él ha venido para avisarme de un evento. Si quieres, puedes venir conmigo. Si no, no.—Dijo Killian a la chica.
Lo último que quería era enfadar a Óscar, ya que eso podría traer consecuencias para Niki. Después de todo, la mayoría de los vampiros se creían con derecho a maltratar a otras especies para que se comportaran.
— La puedes traer si quieres, pero asegúrate de que no haga nada malo.— Comentó Óscar con una sonrisa empatica
Amurrada, Niki se cubrió con sus alas soportando el molesto sonido de la cadena, soltando un ligero silbido de ave que sonaba muy llamativo, pero que era un insulto en su idioma pájaro. No creía que el le hubiera entendido, pero tal vez sintió la intención de su hablar.
— Lo curioso es que alguien de la tribu de Niki va a estar en la cena. Creo que sería bonito volver a ver a uno de sus amigos cuervo.— Continuó Óscar como si hablara de juntar mascotas.
La cabeza de Niki se alzó sobre sus alas al oír la palabra "Cuervo". Si mal no recordaba, así es como los llamaban a ellos. Tal vez estaba alguien de su familia o su pareja. Sea cual fuere, la esperanza comenzó a renacer en su pecho.
— Mhmm... Pues no sé, depende de lo que me diga ella.—Dijo dudoso.
Killian se giró hacia la chica cuervo, mirándola sugerentemente para preguntarle si querría acompañarle a la cena.
— ¿Cuervo?—Preguntó Niki, sentándose rápidamente por la emoción repentina.
— ¿Quieres ir?— Preguntó señalando a Óscar y la puerta.
— ¡Cuervo! ¡Cuervo!—Respondió en una especie de afirmación arcaica con el poco lenguaje que había aprendido.
— ¿Estás segura de que quieres ir? Rick va a estar allí. No creo que te agrade mucho, pero si quieres ir, adelante. Te dejo acompañarme.— Respondió el rubio con calma, al menos su esclava ya no parecía una estatua.
Ella al escuchar el nombre de Rick, el miedo la hizo detenerse.
— ¿Rick?...—Murmuró Niki congelada.
Dicho esto en un tono asustado Niki se cubrió con sus alas nuevamente, debatiéndose. Era una decisión difícil, pero no podía perderse la oportunidad de saber si había alguien vivo de su gente.
— ¿Tú vas a venir, Killian? —Preguntó Óscar mirando la interacción de su primo con su mascota.
— Sí, yo sí voy a ir. Ya sabes lo difícil que es escapar de las cenas familiares.— Dijo Killian con un tono despreocupado.
— Bien, os espero allí.–Respondió Óscar sonriendo.
El primo de Killian se despidió de ambos y se fue sin pensarlo demasiado, saliendo por la puerta y dejando al vampiro y a la chica cuervo a solas. Killian se encogió de hombros y cerró la puerta.
— ¿Malo, malo? —Preguntó Niki, refiriéndose al moreno, el destructor de sociedades.
Era un poco emocionante oírla hablar en su idioma, quería decir que si le habia prestado atención en las palabras que le había enseñado.
— No creo que te vaya a hacer nada. Ahora estás conmigo. —Dijo Killian con calma—Eso sí, si quieres ir, te tienes que vestir mejor.
Niki arrugó la nariz al oír sobre la ropa. No le gustaban las prendas restrictivas y pomposas que solían usar la especie del contrario, pero si con eso podía ver a su gente, estaría dispuesta a hacerlo.
Este muchas veces le había dado ropa a Niki para que se la cambiara, pero ella se había quedado como una estatua estos días. Había sido imposible convencerla para que se pusiera ropa nueva, y ya empezaba a oler un poco.
— Y te tienes que duchar... hueles mal.—Dijo Killian arrugando la nariz en un gesto que señalaba el olor.
— Hmmmm...—Murmuró Niki sin gustarle la idea.
Pero no paso mucho hasta que suspiró y asintió, cerrando los ojos de mala gana.
— Toma, esto es lo que te vas a poner.— Dijo caminando a su armario.
Del armario, Killian sacó un vestido que se veía cómodo y bonito. No era tan extravagante como las cosas que su familia solía llevar. Pero no quería vestirla así porque sabía que Niki nunca había usado ese tipo de ropa y podría ser incómodo al principio para ella, así que empezarían con algo simple y cómodo. Más adelante se acostumbraría a llevar más ropa.
— Te espero aquí. Dúchate y vístete.— Dictaminó dejando la ropa en la cama.
Asumiendo que la chica se iría a duchar, Killian se tiró en la cama por un rato, le gustaba flojear.
Niki miró la ropa, ladeando la cabeza y mirando alrededor en busca de algo.
— ¿Lengua?— Preguntó confundida.
¿Habría pensado que ella era de las que se bañaban con la lengua? ¿Por qué diría que se bañara si en aquella habitación no había agua?, que se lamiera las heridas no era sinónimo de ser un carnívoro.
Killian suspiró. Al parecer, tendría que enseñarle dónde estaba el baño. Le daba pereza levantarse otra vez, pero lo hizo y abrió la puerta del baño, mostrando un cuarto de baño bastante grande con una bañera, que también tenía el mango de ducha y lavabo.
— Ven, te explico.— Dijo haciendo una señal para que ella se acercara.
Una vez la chica se acercó, él abrió el agua de la ducha y empezó a salir instantáneamente.
— ¿Lo ves? Así se abre el agua.—Comentó Killian con paciencia.
A continuación, le explicó cómo funcionaba, cómo se regulaba la temperatura del agua y cómo se cerraba. No quería que ella causara un desastre por no saber usarlo. Era mejor prevenir.
— Ahora te dejo que te bañes. Te espero afuera.—Dijo listo para verla entrar.
Ella lo miró atentamente y asintió, pero no entró al baño.
— Cadena... corta...— Dijo Niki con algo de dificultad, moviendo su pie atado que no le permitía entrar.
Killian miró al suelo y vio la cadena. Se había olvidado totalmente de ella.
— Ay, mierda, es verdad... la cadena.—Dijo suspirando mientras se sacaba la llave del cuello.
Se arrodilló frente a Niki, quitándole la única cadena que tenía, mirándola para ver qué hacía, como si esperara que intentara escapar.
— Supongo que me tendré que quedar aquí...—Murmuró Killian alerta.
Aún si estaba alerta no pudo prepararse para lo que venía, porque ni bien alcanzó a levantarse, Niki saltó sobre Killian, corrió y abrió la puerta para llamar efusivamente a los suyos con ese canto característico de su tribu.
— ¡Auch! Hija de...—Exclamó Killian, irritado.
¿Cómo se atrevía aquella esclava a intentar huir?. Era inaceptable, inadmisible ser humillado de esta forma luego de haber tratado de ser piadoso con ella solo porque le tenía lástima.
El ruido que Niki emitía era similar al de un ave pequeña en las mañanas antes de que los rayos de luz se asomaran por el mundo.
Molesto, Killian se levantó rápidamente, corriendo hacia la mujer cuervo que no logró pasar de la puerta de la habitación. Una vez la alcanzó, le tapó la boca y sacó los colmillos, clavándolos en su cuello de manera brusca.
Killian estaba enfadado, pero no solo eso. Había estado toda la semana aguantándose para no abusar de su poder y usar a Niki como bolsa de sangre, ya que ella había demostrado ser lista al portarse bien. Pero ahora, se dejó llevar. Ya no merecía su piedad.
— Mhm...—Murmuró Killian contra el cuello de Niki, saboreandola.
Desesperada, Niki trataba de resistirse mientras sentía cómo su sangre era consumida por el rubio. Se sentía tan impotente, ni siquiera tenía garras para atacarlo, no tenía ningún medio para defenderse, había sido completamente despojada de su dignidad como aprendiz de guerrero. Mientras la impotencia la inundaba su cabello blanco se teñía de su propia sangre, aquella que tenía un aroma exótico, como a hierbas dulces. Sin embargo, su sabor no llegaba a ser empalagoso, lo que era indudablemente adictivo.
Niki luchaba con todas sus fuerzas por soltarse, apretando la mandíbula debido al dolor punzante que sentía en su cuello, pero era inútil, estaba a su merced lo quisiera o no y las lágrimas de impotencia no se hicieron esperar, mojando su delicada piel blanca.
— Agh... Lo siento...—Respondió Killian incómodo al notar que la había hecho llorar.
El vampiro se alejó de la chica, dejándola un poco débil por aquella extracción de sangre que había realizado. Podría decirse que la soltó por pena. Era una lástima matarla solo por una buena probada de ella. Tenía que admitir que Rick le había regalado una comida de excelente calidad. Pero realmente estaba hambriento. Tanto que, mientras bebía la sangre de la mujer cuervo, emitió sus feromonas con un olor como a sandía de la pura ansiedad de acabarsela.
Se sentía extrañamente ansioso, Killian mordió su propio labio, chupándose a sí mismo la sangre. ¿Por qué de repente tenía tanta hambre?, porque es verdad que hacía mucho que no bebía sangre, pero tampoco había estado tanto tiempo sin hacerlo como para sentirse así. Necesitaba más, quería más de aquella rebelde.
Pero inseguro de poder resistir más, la soltó cerca de la cama y ella cayó de rodillas con la cara enrojecida por las feromonas y la fiebre. No había probado bocado en todo este tiempo porque la última vez que lo hizo, Rick la drogó para traerla a este lugar. Era un trauma más que agregar a la lista de Rick y una traba más para su inexperta existencia.
— "Desgraciado..."—Comentó Niki, agarrándose el cuello con rencor.
Pero a Killian no podía importale menos sus insultos, su mente estaba siendo vonsumida por el hambre y sin pensarlo mucho, le volvió a poner la cadena en el pie rápidamente mientras suspiraba.
Estaba tan hambriento y se sentía confundido por aquel sabor tan... Adictivo que tenía, que le era difícil estar cerca de ella.
Pero decidió ignorar a la chica y fue al baño a lavarse la cara. Antes se mordió los labios para intentar calmarse, pero solo lo calmó temporalmente y ahora se estaba sintiendo ansioso de nuevo.
Cerró los ojos, respirando y exhalando lo más calmado que pudo. Sus colmillos seguían largos, lo que hacía que se vieran muy filosos y lo eran.
La cuervo en cambio se quedó en el piso, más pálida de lo que su albinismo le permitía pero con un deseo de venganza que ardía como el sol.
Algo le había quedado claro: Los vampiros no son criaturas en las que se deba confiar, y menos en aquel rubio del que poco y nada sabía.
Se lamentaba de haberlo subestimado solo porque parecía más ingenuo que los "chupa-todo" que había conocido antes.
Pero tenía que reconocerlo, estaba en desventaja: Si a ese chico no le apetecía, se quedaría ahí sin poder conocer a la misteriosa persona de su tribu, sin poder despejar la incertidumbre de quién era. No se lo perdonaría si esta era su única oportunidad y la había desperdiciado por su falta de paciencia.
— Tengo hambre... Tengo hambre...—Repetía Killian en el baño y lamió sus propios labios.
Aquellos labios que estaban manchados de su sangre y de la de Niki, a quien había mordido anteriormente y por quien se sentía más hambriento sin entender el porqué.
A veces odiaba ser un vampiro, ya que tenía que tomar sangre, y el hecho es que a Killian no le gustaba la sangre, por muy contradictorio que sonara tenía que tomarla; Era necesario para su supervivencia, aunque no le encantara.
Se miró en el espejo por un rato, teniendo una mini crisis existencial hasta que, por fin, pensó:
— Qué guapo me veo.—Comentó y sonrió al espejo, admirando su propia belleza, olvidando la crisis anterior.
Niki trataba una y otra vez de agarrar la manija de la puerta mientras cubría su cuello mordido, esperando lograrlo antes de que su agresor saliera del baño.
Su cuerpo se sentía muy caliente, muy distinto a lo que era normalmente. Como si no pudiera controlarse para nada, su cuerpo intentó soltar un olor para mantener alejadas a las amenazas, pero no fue más que un patético intento que terminó teniendo el efecto contrario.
Un olor dulce y fresco como la menta se arremolinaba a su alrededor mientras se estiraba tanto como podía inútilmente.
— Tengo que encontrarlos... —Concluyó determinada en un suspiro sin fuerzas.
El aroma de la mujer cuervo llegó a las fosas nasales de Killian, a través de la puerta, intoxicándolo de una manera tentadora.
El vampiro era un Omega; Era una verdad innegable y, por consecuencia, era obvio que el aroma de los Alfas ponía a los de su clase a su merced, y más si no tenían Alfa ni estaban marcados por nadie, como él.
— Para... Te llevaré con tu amigo de la tribu, pero para de emitir ese olor.—Comentó en alto mientras salía del baño y miraba a Niki con las pupilas dilatadas.
Al oír su voz, ella trató de alejarse de él tanto como pudo. Para ser un Alfa, era muy débil en comparación con un vampiro, y más considerando que no tenía garras, pero no podía irse, su pie la mantenía atada a esa habitación.
— Eres malo...—Dijo con un hilo de voz, tan lamentable que parecía que iba a llorar otra vez.
Trataba de alejarse porque la mínima confianza que había comenzado a tenerle se había esfumado y por mucho que quisiera, no podía controlar sus olores.
Pero Killian no se molestó en fingir sentirse mal por ello, el aroma era más tentador que cualquier intento de culpa.
— Tú también eres mala... Así que, por favor, para ese olor... No quiero ...Hacer algo ....De lo que me terminaré arrepintiendo...—Su voz salía entrecortada.
La intensidad del aroma de la mujer era sorprendente, nunca había sentido nada igual. A Killian, esto le estaba debilitando mucho; El temblor de sus piernas comenzo con suavidad, mientras su cara se ponía rojiza.
Se estaba conteniendo lo mejor que podía, pero la chica cuervo no contribuía. Necesitaba su cooperación, sino, podría pasar cualquier cosa. Las feromonas de Killian empezaron a competir con las de ella mientras su expresion se frunció con molestia.
— Solo para.—Dictaminó el vampiro sintiendo un cosquilleo cálido esparcirse por su cuerpo.
Niki soltó un suspiro entrecortado sintiendose mareada. Pero no era consciente de que el aroma que soltaba, acompañado de su sangre, era demasiado seductor.
—¿Olor?—Preguntó confundida, ya que no podía oler su propio aroma, solo aquel olor a sandía que aumentaba su hambre.— No entender...—Comentó confundida mientras las cadenas atadas a su pie sonaban con cada movimiento.
— Soy un Omega, idiota...—Respondió Killian con obviedad mordiéndose los labios sin querer moverse.
No estaba seguro si Niki conocía esos términos, pero había una gran posibilidad de que así se enterara de lo que estaba pasando. Aunque claro, para eso debía entender lo que había dicho.
— El olor que desprendes me hace débil.—Explicó con simpleza, en su estado no deseaba hablar demasiado.
De vez en cuando, se le nublaba la vista por todo ese aroma exquisito y pedía al cielo que ella entendiera a qué se refería.
Sin embargo la realidad era distinta a lo que él esperaba, porque para ella la palabra "débil" le pareció algo bueno, porque si él estaba débil, no podría atacarla, y por ende, le sería más fácil escapar.
Entonces, cautivada por aquel deseo de huir, intentó concentrarse para soltar más de ese aroma que emitía inconscientemente.
Para cualquiera, los aromas combinados eran demasiado relajantes, demasiado tentadores para que los hiciera una simple cuervo que apenas podía moverse del piso. Era como una fruta prohibida que todos los vampiros matarían por probar.
— Mierda...—Murmuró Killian al darse cuenta de que había perdido.
No pasó mucho hasta que Killian cayó al suelo. Sus piernas seguían temblando como flanes. Odiaba esta sensación. Pero mas odiaba como respondía al olor de la mujer cuervo, odiaba como su cuerpo queria competir sin su consentimiento con aquel olor tan fuerte y como sus feromonas se esparcian por el aire. Estaba perdido, había perdido todo el poco autocontrol que podía tener, había perdido ante una esclava. Que humillante.
— ¿Ves cómo eres mala? MHMG...—Reclamó Killian en un intento de resistir los gemidos de necesidad que lo inundaban.
Se mordió el labio inferior, quedándose completamente quieto en el piso, sin moverse para nada. Tenía mucho calor, demasiado, ¿Era su cuerpo respondiendo a lo prohibido?¿La vergüenza de perder ante una esclava salvaje?, no lo sabía, ni siquiera podía pensar en una respuesta.
— Calor... Calor...—Murmuró Killian a duras penas mientras miraba el techo rendido.
Niki por su parte tomó la caída de su atacante como algo bueno, aunque se sentía extraña. Un cosquilleo inminente la inundaba desde adentro, como un calor que la hacía sentir ansiosa. Pero en su inexperta experiencia, creía que eso era hambre, un hambre producto de su obstinación. Un hambre autoprovocada.
Corrigió su postura con la debilidad que el calor le producía y trató de quitarse de alguna manera la cadena.
— Yo no ser mala... tú atacar...—Respondió sonrojada y débil entre jadeos acalorados de una angustia desconocida.
— Tú casi te escapas...Hugh....Si lo haces....Ah... Mi familia me mata.— Respondió en un gesto de molestia entrecortada.
Tener esclavos era muy importante para los vampiros, era un signo de superioridad, de poder, de riqueza, pero cuando se te escapaba, no le hacía mucha gracia a los ojos de la sociedad. A fin de cuentas le encantaría liberar a la mujer cuervo, pero sería peor para ella, todo estaba repleto de vampiros y seguramente le esperaba un destino mucho peor, pues, la familia de Killian no se tomaría para nada bien la falta de disciplina del rubio con su esclava. Sería una humillación pública.
Por ello al final, decidió darle una oportunidad a la chica en contra de todo su buen juicio; No sabía si su cambio de opinión repentina se debía a las feromonas de Niki o por qué sentía pena por ella, pero se sentía tan débil jadeando tan patéticamente, que se decidió por lo mas arriesgado y se arrastró hacia la albina, sacándole la cadena.
— Vete si quieres...—Dijo en el piso respirando con dificultad—Pero date cuenta de que gracias a eso... Ah~... Podrían matar a tu amigo de la tribu...Humm~... Y seguramente... Alguno te intentaría castigar... Volverías en manos de Rick, pero tú misma... Ya verás lo que haces...Hugh~... Luego no vuelvas llorando por qué te salvé de Rick…. Ah..~—Advirtió con dificultad sin poder moverse demasiado.
Niki sabia que el tenia razon, pero le irritaba demasiado los argumentos que daba, el poder que tenía sobre ella incluso si la liberaba. Era una impotencia que surgía desde adentro con una ola de emociones.
— Maldito...—Exclamó molesta, abalanzándose sobre el rubio, mirándolo con rencor, pálida y con la cara enrojecida por la fiebre. — Ser tan cruel....Malos... Chupa-todo robar vida y morder como perros...
Aquello parecía una confesión de odio, pero había quedado sobre él, se sentía tan impotente, tan caliente, era un calor que al contacto de la piel empapada de feromonas del omega despertó sus bajos instintos. Unos instintos que no sabía que tenía.
Él era tan malditamente molesto, como lo odiaba, como los odiaba a todos, como odiaba todo lo que le han hecho al mundo desde que los humanos de antaño buscaron la inmortalidad, ¿Y se suponía que la salvaje era ella?, los vampiros solo tomaban lo que les gustaba, lo arrancaban de las manos ajenas solo por capricho, codeándose entre lujos inútiles por lo vacío de sus vidas.
Algo era seguro, lo haría pagar, haría que se arrepienta de haber nacido, de haber sido participe de aquella horrible camada de monstruos que se encargaban de extinguir la felicidad del mundo.
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