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Dos Dimensiones

[Índice; Sinopsis ; Nota del Autor ; Prólogo]

Capítulo # 1: Comienzo del curso escolar

Capítulo # 2: Mundos distintos

Capítulo # 3: Nuevos amigos

Capítulo # 4: Una extraña pregunta

Capítulo # 5: Una ayuda peligrosa

Capítulo # 6: El espejo y el reflejo roto

Capítulo # 7: El corazón de un guerrero

Capítulo # 8: La cara doble de la moneda

Capítulo # 9: El vendedor de rostros

Capítulo # 10: Los recuerdos rotos

Capítulo # 11: Corazón confuso

Capítulo # 12: Es imposible…

Capítulo # 13: La furia de los heridos

Capítulo # 14: ¿Quién era él?

Capítulo # 15: Aire cambiante o Hielo asesino

Capítulo # 16: El mercader del destino

Capítulo # 17: Sentimientos

Capítulo # 18: Domingo en la mañana…

Capítulo # 19: Un encuentro especial

Capítulo # 20: Conociéndose mejor

Capítulo # 21: ¡El amor es solo para los débiles!

Capítulo # 22: ¡Preparativos de Fiesta!

Capítulo # 23: ¡Sorpresas y más sorpresas!

Capítulo # 24: ¡Nuevos sentimientos!

Capítulo # 25: Alerta de explosión

Capítulo # 26: Confesión

Capítulo # 27: Un juego peligroso

Capítulo # 28: Pensamientos Oscuros

Capítulo # 29: Sentimientos Encontrados

Capítulo # 30: Más allá del pensamiento…

Capítulo # 31: Enfrentando el problema

Capítulo # 32: El vacío profundo de la ira

Capítulo # 33: Por primera vez…

Capítulo # 34: El Incendio del rencor

Capítulo # 35: ¡Más cercanos que nunca!...

Capítulo # 36: Encontrando la verdad

Capítulo # 37: La hipnosis del cambio

Capítulo # 38: Un ángel particular

Capítulo # 39: Huir para soportar

Capítulo # 40: La empinada cuesta de la tensión

Capítulo # 41: La verdad puede doler

Capítulo # 42: Dulce Chantaje

Capítulo # 43: El viaje de las almas

Capítulo # 44: Compartir el corazón

Capítulo # 45: Por un error…

Capítulo # 46: Un susto tremendo

Capítulo # 47: Cicatriz Abierta

Capítulo # 48: El enfrentamiento

Capítulo # 49: ¡Otra vez!

Capítulo # 50: La Visitante

Capítulo # 51: La Oportunidad

Capítulo # 52: ¡Tregua de guerra!

Capítulo # 53: Las Heridas se Sanan

Capítulo # 54: Puentes de Amor

Capítulo # 55: Una Luz Inexplicable

Sinopsis:

Imagina que no sabes cuál camino vas a elegir.

Solo piensa que tu vida gira en torno a las dudas, convicción, rencor, ironía, el amor, el odio y de lo que piensan los demás de ti. Entonces te asombrarás dándote cuenta de que es parte de la vida de un ser humano común sufrir estas cosas.

Pero los personajes de esta historia lo vivirán más a menudo, en situaciones que muchas veces exceden su capacidad de control; problemas que sus mentes juveniles no pueden resolver al rodearse de un pasado demasiado doloroso, traumas o heridas sin cicatrizar.

Y mientras que una guerra entre los personajes con su Yo interno se desata, hay un jugador tierno y compasivo en el juego que no los dejará desamparados y olvidados.

Un solo tablero, un solo juego, dos bandos de piezas listas para luchar: ¡El ajedrez de la vida comienza!

Nota del Autor:

La novela que tienes en tus manos es un trabajo hecho para aquellos jóvenes cristianos que pasan por la etapa difícil de la adolescencia y la juventud. Aunque la hice con cariño para todo tipo de lectores, es un escrito que refleja la intensidad de los pensamientos de varios adolescentes en base a la búsqueda de un amor demasiado temprano. Mi intención con este libro no es criticar ni amenazar personalidades, sino que más bien trata de una manera divertida poner bajo la luz, muchos de los temas que nos preocupan a esas edades. Sé que se divertirán mucho con los diálogos y personajes que les presento. Espero que llegue hasta sus corazones lo que realicé con tanto empeño.

No sé. A lo mejor eres una persona que busca el amor cuando en realidad debemos esperar a que Dios marque el tiempo de ese sentimiento que es maravilloso e indescriptible.

Gracias a Todos

Prólogo:

Era un día caluroso de domingo en las vacaciones.

Dios decidía bendecir a sus criaturas con un día más de misericordia y derramar de su amor por la humanidad, pero también en ese día una muchacha se hacía paso ante la llamada de súplica del pastor de la iglesia a que dieran el paso de fe, a que aceptaran a Cristo como su Señor y Salvador.

Aquella niña ignoró la mirada reprobatoria de su amiga. Las dos habían sido invitadas por un muchacho al culto dominical, pero solo una se llevaría la bendición.

Diana González estaba cansada de una vida que consideraba obsoleta. Sus noviazgos fallidos, las sonrisas falsas; era una adolescente que en dos meses comenzaría décimo grado pero quería obtener un cambio en su vida y ella misma se había dado cuenta que no estaba en el mundo.

Así que ignoró a los demonios que le susurraban que no lo hiciera. Con la frente en alto y lágrimas en los ojos pasó al altar, mientras el pastor se regocijaba y decía que había fiesta en los cielos.

Ese día renunciaba a una amistad, pero ganaba otra.

Ese día comenzó el camino al lado de Dios.

...Para antes de leer:...

Términos que les ayudarán queridos lectores:

Ministerio juvenil: Ministerio que agrupa a los jóvenes aproximadamente de los doce - catorce años. Se caracteriza por un arduo trabajo, debido a que generalmente los muchachos en esta etapa son alocados y hormonales.

Ministerio Joven: Ministerio centralizado para jóvenes de dieciocho en adelante hasta los treinta, se enfoca en la madurez, el compromiso y la búsqueda del matrimonio.

Alfa y Omega y otras nominaciones: son grupos enfocados en la ampliación del diseño de Dios dentro del cristianismo para instituciones públicas.

...Aclaración Importante:...

Querido lector, recuerda que el amor se encuentra aún en los lugares que menos creemos y que de las grandes contradicciones surge la belleza.

Pues, la flor más hermosa de todas es la que florece en medio de la adversidad.

No te ciegues por la temática, ni pienses que es aburrida. Florece, ábrete y verás algo nuevo.

Con amor:

...El Autor....

Comienzo del curso escolar

El reloj despertador sonó y Diana se movió en la cama deseando que no fuera de mañana. Ese día se terminaban las vacaciones y comenzaba el nuevo curso escolar. Estiró el brazo y apagó la alarma que para sus oídos era tan molesta. Había preparado todo desde el día anterior, así que no le tomó mucho tiempo arreglarse. Se estiró mirándose en el espejo y ondeó su cabello con los dedos. Alguien tocó la puerta de su cuarto

-¿Cómo está mi pequeña mañanera? – dijo su madre con una sonrisa

- Estoy perfecta mamá, sabes que con Dios todo es posible – le dijo Diana a su madre – desde que le conocí, siento que estoy completa

Su madre avanzó hasta ella y le dio un abrazo bien fuerte

-Eres mi hija y apoyo tu decisión, pero sabes que tu padre es más…

Diana observó el dilema de su madre y terminó por ella:

-Duro de roer… -

Su madre torció los ojos para darle la razón

Luego de que Diana y su madre conversaran un poco más. Esta salía de su cuarto con la mochila al hombro y con una sonrisa radiante. Su padre leía el periódico en el sillón acostumbrado

-¿Ya sales a tu primer día? – preguntó el padre a la hija por encima del periódico

Diana le brindó un abrazo a su padre y besó su frente

-Deséame lo mejor papá, sabes que ahora tengo profesores nuevos y compañeros nuevos –

Su madre la despidió en la puerta y le dio muchos consejos acerca de cómo comportarse. Al terminar decidió dejarla ir

Diana iba con los audífonos puestos desde la casa hasta la escuela. A pesar de que su hogar no quedaba tan lejos, sentía que la música de su Salvador la mantenía segura. Avanzó con decisión y cantando la pista que escuchaba de parte del celular.

Nada podía detenerla ahora que con ella estaba el más poderoso….

¿O tal vez si había cosas que pudieran confundirla un poco?

……….

Samuel se preparó para llegar a clases lo más tarde que pudiera. Ya asistía a ellas por obligación, total, en su vida un infierno más no haría daño: huérfano de madre, un total desastre con las notas de escuela, vivía con su abuelo Alberto que a duras penas trataba de instruirle.

Su vida era la misma personificación del Karma

Ya no creía en el amor ni en ñoñerías de esas. Sus sueños habían sido aplastados con una velocidad alarmante.

Cuando hubo terminado de arreglarse la camisa, se miró en el espejo y contempló al extraño del otro lado. No reconocía ni a su propio yo.

Decidió por fin salir hacia la escuela. Su abuelo afuera arreglaba el jardín con paciencia y delicadeza. Cuando sintió la presencia de su nieto se volteó y le brindó un cálido abrazo.

Samuel se quedó con los brazos a los lados, ya no creía tampoco en los abrazos, ni en la oportunidad de amar que brindaban. En su corazón solo había un odio profundo hasta por el que inventó la palabra.

Despidiéndose de su abuelo contempló las calles llenas de medios de transporte de la terminal.

Su hogar estaba bien lejos de la escuela a la que asistía. Antiguamente su secundaria le quedaba cerca, pero todo el mundo decía que nada bueno podía salir de allí. Aunque Samuel, odiaba a las personas que juzgaban sin conocer nada.

Con veinte pesos en las manos el chico tomó un motor hacia el PRE, su bicicleta se había roto, así que no tenía más opciones.

El aire producido por la velocidad de la moto le golpeaba el rostro y eso le hizo pensar:

¿Por qué a él le sucedía y a otros no?…

Las condiciones de su vida, sus padres….

Samuel se había vuelto un chico con máscaras y corazas a su alrededor y no quería reconocerlo.

No necesitaba a nadie

No quería enamorarse

Odiaba todo lo relacionado con él

¡Sí con él!

Con el creador del universo y de la vida: Dios

Mundos distintos

Al asignarse las aulas, Diana se sentó en la mesa cerca de la puerta. Algunos compañeros viejos habían caído con ella, pero fingían que no le conocían. Suspirando la joven trató de serenarse.

Entendía por una parte a sus antiguos amigos

No querían mezclarse con la cristianita. Diana era recién convertida pero aun así daba pasos agigantados en la obra del Señor. En las vacaciones sus antiguos círculos de amigos se habían sorprendido de que ella los rechazara casi siempre ante la solicitud de una fiesta.

Observaba como muchas de su antiguo colectivo pasaban de largo por su mesa y ni la miraban. Recordó cuantas veces había compartido con ellas sus secretos y la traición le dolió en lo profundo de su pecho.

Pero no dejó que la tristeza tomara su corazón.

La silla a su lado permanecía vacía hasta que vio que una chica de brillantes ojos café y precioso pelo azabache se sentaba a su lado. Al principio pareció sorprendida, pero poco a poco, se fue acostumbrando a su nueva compañera. Comprobó que detrás de ella se sentaban en la segunda mesa dos chicas más. Seguidas en la tercera por un chico de lo más encantador. La sonrisa radiante que le dedicó a Diana, más la visión de esos preciosos ojos grises y pelo rubio hicieron que le diera un vuelco al corazón.

-Me llamo Elizabeth – dijo la desconocida al fin tendiéndole una mano

-Me llamo Diana – dijo aquella con inseguridad en la voz

De repente las dos chicas de atrás saltaron a presentarse:

-Me llamo Daniela – dijo la chica rubia y de ojos imposibles color cielo

A pesar de haber parecido amigable, Diana sabía que le estaba evaluando su persona. No era la primera vez que le decían quién era sin ni siquiera conocerla más.

Para su asombro ella no habló después de su presentación, sino que le dedicó una sonrisa que nada tenía que ver con el aspecto que daba a mirar. Las dos se parecían. Nadie conocía lo más secreto de ellas, solo se lo mostraban a personas especiales.

Todos tenemos algo que esconder. Por necesidad enterramos el yo verdadero y lo atamos con candados para que no muestre lo secreto del corazón.

Pero nada es eterno. Ellas comprenderían el porqué.

La que estaba sentada al lado de Daniela la chocó con el hombro y soltó una carcajada inusual. Por lo general el primer día de clases era para conocerse y Los profesores tardaban bastante en entrar a las aulas.

-Me llamo Naomi, no le hagas caso a su actitud de princesa de hielo, la película de Frozen le quedaría perfecta.

Diana no pudo aguantar y se partió de la risa. ¿En verdad esas dos se llevaban tan bien?

Daniela era como el invierno, en cambio Naomi era como el nítido y claro verano.

Diana esperaba que el chico de detrás no hablara, pero sí lo hizo y cuando salió su voz dulce, suave y varonil no supo cómo reaccionar

-Me llamo Gabriel y espero que seamos muy buenos amigos.

Pero de repente un chico apareció en la puerta opacando la presentación de Gabriel. De hermoso pelo negro y ojos azules como el mar en días de braveza. Samuel logró que un cortocircuito ocurriera en la cabeza de Diana.

¿Quién era ese chico? ¿Existían esos modelos hoy en día? ¿Babear es pecado?

Miles de preguntas cruzaron el corazón de Diana en esos momentos. Un fuerte deseo la jaló a admirar más los ojos de aquel muchacho y él la sorprendió mirándolo.

-¿Te gusta lo que ves? – preguntó aquel divertido

Toda la clase se quedó en silencio. Pronto vendrían los profesores a dar el inicio de las asignaturas pero mientras tanto cualquier chisme era importante

-¿Disculpa? – dijo Diana sin amedrentarse y alzando la barbilla – solo observaba que tapas la bonita visión de la puerta

- Me mirabas a mí de una forma asombrosa, te puedo decir lo que pasó por ese pequeño cerebro – dijo él inclinándose sobre la mesa de Diana, tan cerca que Elizabeth tuvo que carraspear

- Diana, recuerda quienes somos, no te dejes provocar por sus palabras, todos tienen las miradas puestas sobre ti, cualquier error y serás la burla de todos –

Samuel reconoció esas palabras de algún lugar y rápido sacó las conclusiones. En su antigua escuela también había gente de su calaña y él se había encargado de destruirlos a todos.

-Diana ¿verdad? Eres cristina, que divertida es la vida para enviarme tal destino.

Diana enojada comenzaba a arrepentirse y avergonzarse de haber mirado a ese chico de una manera en forma de admiración.

-¿Te digo lo que viste? – Habló en el mismo momento en que ella abría los labios – Admiración…. Estupefacción por mi belleza… profundo deseo por besarme y hacer cosas que chicas como tú no deberían ni pensar.

Al momento en que dijo eso, ella se levantó de su silla que se quejó con un chirrido. Elizabeth tomó su mano pero ella encaraba a Samuel de forma asombrosa.

Samuel estaba sorprendido, esa chica era una bomba de tiempo, parecía en un momento dócil y apacible, pero cuando la agitaban…

¡Bum! Era una explosión de pura ira y sobredosis de sarcasmo

-¡Acaso puedes tú decirme que hacer o no hacer! Se supone que eres Dios y por eso me juzgas con rayos en las manos. Pues te diré una cosa, un pequeñito secreto: soy cristiana pero eso no impide que peque algunas veces, porque mi deber es crecer junto con Cristo.

Diana observó a Elizabeth

-¿Tú también eres cristiana? – Elizabeth asintió y al momento los otros tres de detrás levantaron sus manos.

- Pues ya ves listillo, nosotros cinco somos cristianos ¿y qué? , ustedes los de fuera solo utilizan los defectos y los canalizan en gentes que según ustedes ya son perfectas…

Samuel iba a protestar pero ella se lo impidió alzando una mano.

-Noticia para ti y para todos los de esta clase – le dijo a él y a todos a su alrededor – somos cristianos pero también seres humanos.

Todos enmudecieron ante la elocuencia y veracidad de las palabras. Las antiguas amigas de Diana se morían de envidia en un rincón, mientras que otros que la conocían ya no veían a la chica vive mundo y fiestera.

Veían un ejemplo de chica cristiana.

Mientras tanto Samuel enmudecido y cruzado de brazos pensaba y admiraba a la chica de ojos color miel. Le había hechizado la fuerza de sus palabras y en su mente la situó como un reto personal.

-Hoy ganaste cristianita, pero ambos sabemos que pertenecemos a mundos diferentes, tarde o temprano nuestras dimensiones van a chocar, pienso destruir la fuerza de tu habla –

-No estés tan seguro chico rudo, viví en el mundo y le conozco las entrañas, nada de lo que hagas me sorprenderá tanto o me hará desmayar –

Diana lo siguió con la vista cuando él se retiró a su asiento al final del aula. Cuando se sentó de frente vio un papel arrugado de libreta que había sido lanzado desde atrás. Lo abrió y notó un pequeño escrito.

-Me has desafiado de una manera abierta y descarada, comienza la guerra cristianita –

Diana arrugó el papel pero antes miró el nombre del escritor firmado al final de la declaración de guerra:

Samuel…

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